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José Revueltas

Victoria Herrera
Para los mexicanos el 20 de noviembre representa una fecha célebre porque se recuerda el
inicio de la revolución mexicana en 1910 bajo las órdenes de Francisco I. Madero en contra
de la dictadura porfiriana y a favor de la democracia. Por esa razón desde hace algunos años
se celebra esta fecha con un desfile oficial por las principales calles del centro capitalino; sin
embargo, ese mismo día, pero cuatro años después -ya iniciada la revolución- nació uno de
los cerebros más lúcidos y una de las plumas más importantes del país: José Revueltas.

José Maximiliano Revueltas Sánchez (1914- 1976) nació en el seno de una familia con
“ángel”, según las palabras de Pablo Neruda, quien, a propósito, la comparó con los Parra
de Chile, por el talento artístico que revelaron sus integrantes: Silvestre, uno de los
renovadores de la música nacional en el México posrevolucionario; Fermín, uno de los
protagonistas del movimiento muralista que eclosionó en la misma época; Rosaura, actriz
de altos vuelos que llegó a trabajar bajo la dirección del dramaturgo alemán Bertolt Brecht,
el celebérrimo creador del teatro dialéctico.
La producción de José Revueltas abarcó prácticamente todos los géneros, aunque
alcanzó su mayor nivel en el ensayo teórico, la cuentística y, especialmente, la novelística.
Ésta última –según sus propias palabras- “se podría agrupar bajo el denominativo común
de los días terrenales”. A juicio del crítico Evodio Escalante, la literatura de Revueltas no se
puede reducir a una literatura simplemente realista, puesto que ella aspira a captar no un
reflejo mecánico de la realidad, “sino el movimiento interno de la materia, así como
descubrir la lucha de contrarios y los cambios cuantitativos y cualitativos que le son
inherentes y la conducen a su extinción necesaria”. Por esa razón la obra de Revueltas como
un todo responde mejor a la etiqueta abstracta de un realismo particular, el realismo
materialista- dialéctico.
V
Menciona el historiador Carlos Illades (El marxismo en México. Una historia intelectual,
2018) que por esa razón accedió por su propio pie al materialismo, luego de evaluar
críticamente el cristianismo, explorar otras religiones y adentrarse en la metafísica. A la
edad de 15 años ingresó a las Juventudes Comunistas y durante ese tiempo se convirtió en
un miembro activo del comunismo mexicano, a tal grado que a su corta edad fue ingresado
por delitos de “rebelión, sedición y motín” a la Correccional para Menores, en donde siguió
ahondando en su lectura sobre marxismo. Tiempo más tarde en 1932 y en 1934 lo
deportaron a las Islas Marías por participar primero en una manifestación y después por
apoyar una huelga en Nuevo León. Al año siguiente José Revueltas viajó a la Unión Soviética
como delegado juvenil al VII Congreso de la Internacional Comunista.
En los años subsecuentes José Revueltas se dedicó a dirigir Acción Social, “revista de
divulgación socialista empeñada en dar bases científicas a la acción proletaria.
Posteriormente escribió sus primeras novelas, cuentos y obras de teatro: Los muros del
agua (1941), El luto humano (1943), que le valió el Premio Nacional de Literatura, Dios en
la tierra (1944), Israel (1947) y Los dias terrenales (1949).
Por esas mismas fechas Revueltas fue expulsado del Partido Comunista Mexicano (PCM)
por disentir con la dirección central del partido, “la cual revira acúsandolo de liquidacionista
y de abandonar los principios y la disciplina partidaria”. No obstante en 1956 se reincorporó
al PCM, a la par que en la Unión Soviética se leía el “informe secreto” de Nikita Krushev en
contra del “culto a la personalidad” de Stalin y de los crímenes cometidos por su gobierno
y también la revuelta húngara que posteriormente fue reprimida. Bajo este contexto y las
anteriores expulsiones de algunos miembros del PCM, José Revueltas planteó la inexistencia
histórica del verdadero partido de la clase obrera.
Esta tesis produjo una reacción opuesta en la dirección del PCM de modo que una vez más
fue expulsado del PCM junto con otros miembros que apoyaban su planteamiento y meses
después, en 1960, fundaron la Liga Leninista Espartaco (LLE) con el fin de crear el partido
que para ellos no existía. La vanguardia de la clase obrera mexicana. Sin embargo, ésta se
desintegró seis años después y para 1968 nuevamente Revueltas fue encarcelado por
participar en el movimiento estudiantil de ese año. Como en las ocasiones anteriores utilizó
la prisión para estudiar las principales obras del marxismo crítico, que en ese momento se
estaban produciendo en los países de Europa del este. Para José Revueltas la cárcel fue su
escuela, en ésta se formó y formó a otros tantos. Aunque también afuera se desempeñó
como maestro de algunas generaciones.
Por eso y otras razones la figura del escritor y político es trascendental en la historia de
México. Revueltas dejó enseñanzas para la posteridad tanto en sus obras literarias como en
pensamiento político y filosófico.

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