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166 Gramsci y la realidad colombiana realidad tenga dinamismo para expandir la eco- nomfa y Ilevarla a cabo para el beneficio de la comunidad. Dinamismo que impulse de una manera consistente los tres grandes sectores basicos de la industria, la agricultura y la infrae: tructura, y a la vez realice una plena justicia social, traducida en nuevos términos de distribu- cién del ingreso, que es contraria a las desigual- dades que padecemos, el ansia inescrupulosa de lucro, al individualismo ciego a todo compromiso de solidaridad que generé la filosofia del “lesseffe- rismo”, y que en nuestro medio tiene tan elocuen- tes manifestaciones. . Este ideal no ha sido posible lograrlo, aunque sea parcialmente, porque no hemos tenido conti- nuidad en el esfuerzo ni coherencia en los prop6- sitos fundamentales. En cada cuatrienio se ensaya un programa, se expone una tesis, se improvisa un ruta sobre el destino del pats. ¥, por lo tanto, por falta de metas y de persistencia, la politica aplicada se ha caracterizado por su inmediatismo, por su indole pasajera, variable y tentativa, con olvido de los grandes objetivos de largo plazo, de tal manera improvidente, que bien cabe en nuestro caso recordar la sentencia de que los gobernantes que viven al dia son felices, pero los pueblos bajo su direccién son desgraciados@ Hegemonia e Ideologia en Gramsci Chantal Mouffe Durante largo tiempo la teorta de la ideologia ha constituido una de las dreas mds descuidadas enelandlisis marxista dela sociedad. Es sin em- bargo, wn terreno decisivo en el que se plantean problemas tedricos y politicos de la mayor importancia. Resulta fundamental tratar de entender la naturaleza de las dificultades que se han opuesto a la formulacién de una teoria que explique ade- cuadamente la significacién y el papel de la ideo- logia, ya que no es exagerado afirmar que aquéllas constituyen el principal obstdculo al desarrollo mismo del marxismo, a la vez como teorfa y como doctrina politica. A primera vista la respuesta pareceria simple. En efecto, todas las dificultades parecen origi- narse en un tinico fenémeno, al que una vasta literatura contempordnea ha dado en denominar economicismo. Pero la aparente simplicidad del * Traduceién del original inglés por Cristina de la Torre. 168 Gramsci y la realidad colombiana ino oculta toda una serie de problemas que frrampen at primer intento de definir con rigor su especificidad y sus limitaciones. Aunque es claro que todas las formas del economicismo implican una ausencia de comprensi6n de la autonomia de la politica y la ideologia, esta definicién genérica resulta insuficiente porque da lugar ados posibles esferas de ambigitedad. La primera deriva del hecho de que la nocién de economia es cierta- mente ambigua y est lejos de presentar una intrinseca claridad (no esta clara, por ejemplo, la importancia relativa que se te atribuye en ella a las fuerzas productivas y a las relaciones de pro- duccion). La segunda resulta de la vaguedad e imprecision que caracterizan al mecanismo por el cual se subordinan la politica y la ideologta a la economia, ya que siempre se lo define en términos Puramente alusivos (“subordinacién’, “redu cién’, “reflejo”). De este modo, se abre la posibili- dad de existencia de formas complejas de econo- micismo, que no resuita facil detectar, puesto que a primera vista no se presentan como tales. Economicismo e Ideologia Esto es lo que explica la complejidad del pro- blema del economicismo er relacion con la teoria de la ideologia, ya que aquel se presenta en milti- ples formas, aigunas de fas cuales han sido esca- samente identificadas. La problematica economi cista de la ideologia ha presentado dos aspectos claramente distintos aunque intimamente rela- cionados. El primero consiste en establecer un vinculo causal entre estructura y superestruc- tura y en concebir a esta dltima como un reflejo Gramsci y la realidad colombiana 169 mecanico de Ja base econémica. Por este camino se desemboca en una vision de las superestructu. Tas ideolégicas como epifenémenos que no juegan ningtin papel en el proceso historico. El segundo aspecto no se refiere al papel de las superestruc- turas, sino a su naturaleza propia; en tal sentido a estas Ultimas se las concibe como determinadas Por la posicién de los sujetos en las relaciones de Producci6n, es decir, por las clases sociales. Este segundo aspecto no puede identificarse con el primero, ya que es compatible con la atribucién de una cierta “temporalidad diferencial” e, incluso, de una‘cierta eficacia, a las superestruc. turas ideoldgicas. Esimportante entender las distintas. formasen que estos dos aspectos se han combinado en la tradicion marxista. De hecho, puede dividirse el Proceso en tres fases principales: la primera, aguella que combina los dos aspectos sefialados, constituye la forma pura y clasica del economi. cismo; la segunda se aleja de a vision clasica, para disociar ambos aspectos; en la tercera, final- mente, se rompe con los dos aspectos del econo- micismo y se sientan las bases tesricas para una reinterpretacién del materialismo histérico des. de una perspectiva antiveconomicista radical. Existen varias razones que explican la necesidad de distinguir entre estos tres momentos en la biis- queda de una comprensién adecuada del econo. micismo. La primera es que, si bien hay consenso sobre el cardcter economicista de la Segunda y Tercera Internacionales, no se ha especificado adecuadamente su forma peculiar de economi. cismo; con el resultado de que se ha tendido a identificar al reduccionismo con e) epifenomena- lismo, 0 al menos se los ha visto como interrela- 170 Gramsci y la realidad colombiana cionados mutuamente. Con respecto a las inter- pretaciones marxistas “superestructurales” (Lu- xacs, Korsch, etc.), es importante observar que s6lo rompen parcialmente con el economicismo porque, si bien rechazan la concepcién epifeno- menalista de la ideologia, retienen el reduccio- nismo de clase. Finalmente, es preciso advertir que el tercer momento apenas se ha iniciadoy que superar los dos aspectos del economicismo es un proyecto teorico que en gran medida esté ain por realizarse. Para leer a Gramsci. El primero en emprender ‘una critica completa y radical del economicismo, fue, sin duda, Antonio Gramsci; yesen ello donde estriba su principal contribucion ala teoria mar- xista de la ideologia. El objeto de este articulo es pues, analizar la contribucién de Gramsci dentro de la perspectiva trazada. Sin embargo, es impor- tante advertir las particulares dificultades que esta tarea implica. Algunas de elias son inheren- tes a cualquier intento de Jo que se ha dado en lamar una ‘lectura sintomal”, en tanto que otras provienen dela naturaleza particular de los escri- tos de Gramsci y de su cardcter fragmentario. El principal peligro, que debe evitarse a cualquier precio, es el de hacer una lectura instrumental de Gramsci, que utilice el.caracter disperso (no- sistematico) de su trabajo para extrapolar pasa- Jes en forma arbitraria y sostener una tesis que guarda poca relacién con su pensamiento. Si toda lectura sintomal implica practicar una problemética, es fundamental explicitar esta ultima para no transferirle al texto en cuestion las contradicciones del sistema conceptual que inspira el andlisis que se realiza. Ademds debe tenerse en cuenta que la problematic implicita an i RR Gramsci y la realidad colombiana 171 en el andlisis del texto es exterior al mismo y que la unidad del texto con frecuencia se establece sobre bases bien diferentes a las de dicha proble- matica. Para conjurar cualquier ambigiedad, comenzaré por definir los principios fundamen- tales de la problematica anti-reduccionista, que constituye la base de la presente lectura de Gramsci. Entonces podra juzgarse simi hipdtesis, que consiste en atribuirle a Gramsci el mérito de haber construidolos fundamentos de tal enfoque, puede aceptarse 0 no. i Principios de una.concepcién no-reduccionista de ia Fdeologia Laconcepeién no reduccionista de laideologia, que constituye el fundamento teérico de la pre- sente lectura sintomal de Gramsci, se basa en los siguientes principios. 1: La nocién de lo concreto como sobredeter- minacién de contradicciones. Frente a una con- cepcién de tipo hegeliano que reduce a cada coyuntura al proceso de autodescnvolvimiento de una contradiceién tinica, que, en consecuencia, reduce el presente a momento abstracto y nece- sario de un desarrollo lineal y predeterminado, aceptamos la concepcién de Althusser, que privi- legia la nocion de coyuntura en el andlisis de Jo concreto y considera a cada coyuntura como una sobredeterminacién de contradicciones, cada una de las cuales puede pensarse abstracta- mente, es decir, con independencia conceptual frente a las otras, Esta es la base de una concep- cién no-reduccionista de lo politico y 10 ideold- gico, en la medida en que el reduccionismo se 172 Gramsci y la realidad colombiana enraiza, precisamente, en la adopcién por parte del marxismo de un modelo historicista de tipo hegeliano. Modelo que, adoptado por el mar- xismo, conduce a considerar todas las contradic- ciones como momentos en el desarrollo de una contradiccién Unica: la contradiccién de clase; esto, asu vez, conduce a atribuirles un caracter de clase a todos los elementos politicos eideolégicos. El problema central del marxismo contemporé- neo descansa en la elaboraci6n de una teoria no- reduccionista de la ideologia y de la politica que, sin embargo, dé cuenta de la determinacién en ultima instancia por la economia. 2, gCémo se expresa esta necesidad.de una concepcién que sea a la vez marxista y no- reduccionista, en el caso concreto de la teoria de Ja ideologia? Siguiendo a Althusser en este punto, entendemos por ideologia una prdctica produc- tora.de sujetos!, El sujeto no es la fuente original de la conciencia, la expresién de la irrupcién de un principio subjetivo en los procesos histéricos objetivos, sino el producto de una practica especi- fica que opera a través del mecanismo de la inter~ pelacion. Si, segdn Althusser, los agentes sociales no son el principio constitutivo de sus actos sino soportes de las estructura, sus principios subje- tivos de identidad constituyen otro elemento estructural que resulta de prdcticas hist6ricas especificas. En este caso, ;cémo se combinan los principios de sobredeterminacién y de determi- nacién en Ultima instancia por la economia? Veamos primero lasobredeterminacién. Elagente 1, Louis Althusser, Lenin and Phylosophy and other Essays. p.p. 160-65 NLB, Londres, 1971 ee Gramsci y la realidad colombiana 173 social no posee uno sino varios principios de determinacién ideoldgica: es interpelado como miembro de un sexo de una familia, de una clase social, de una raza o una nacién, y vive estas distintas subjetividades que lo constituyen como sujeto, como mutuamente interrelacionadas. El problema consiste en puntualizar la relacion objetiva entre estos principios subjetivos 0 ele- mentos ideolégicos. En una perspectiva reduc- cionista, cada uno de ellos tendria, necesaria mente, una connotacién de clase. Pero si, por el contrario, aceptamos el principio de la sobredeterminacién, tendriamos que con- cluir que podria no existir una relacién necesaria entre estas distintas interpelaciones y que, por lo tanto, resulta imposible atribuirles a las mismas una necesaria connotacién de clase. Este es, sin embargo, el punto en el que interviene el segundo principio —la determinaci6n en ditima instancia por la economia—. Pero determinacion en iiltima instancia por la economia equivale a decir determinacién en dltima instancia por las clases sociales, en tanto definamos a las clases como polos antagénicos de las relaciones de pro- duccién- dominantes. Llegamos entonces al siguiente planteamiento: si los mencionados ele- mentos ideolégicos no expresan a las clases socia- les, pero si en iltima instancia las clases determi nan la ideologia, tendriamos que concluir que esta determinacién solo puede resultar del estableci- miento de un principio articulador de dichos ele- mentos ideolégicos, principio que es el que verda- deramente les confiere un cardcter de clase. Esta afirmaci6n plantea, sin embargo, una serie de problemas no resueltos. ¥ es precisamente este el punto en dondelaelaboracién de una concepcién 174 Gramsci y la realidad colombiana anti-reduccionista de la ideologia permanece como una tarea abierta, Ya que, en efecto, afirmar que el cardcter de clase de una ideologfa est4 atribuido por su principio articulador especifico, es sugerir el terreno donde debe buscarse la solu- cién, pero esto no proporciona de por si la res- puesta tedrica al problema planteado. Los dos puntos anteriores han hecho referencia a los requisitos teGricos de una concepcién no- reduccionista de la ideologia y al camino que falta por recorrer para darle a dicha concepcién una formulacién rigurosa. La preocupacién funda- mental de este ensayo es establecer hasta qué punto reconocié Gramsci estos problemas y el tipo de soluciones que propuso para los mismos. Trataremos de mostrar cémo la concepcién gramsciana de la hegemonia involucra la puesta en movimiento, en estado practico, de una pro- blematica anti-reduccionista de la ideologia. Mas atin, sostendremos que esta concepcién antire- duccionista de la ideologia es la verdadera cond cién de inteligibilidad de la concepcién grams- ciana de la hegemoniay que las dificultades que la interpretacién de este tiltimo concepto presenta, provienen del hecho de que tal probleméatica anti- reduccionista no se ha subrayado hasta ahora en todas sus dimensiones. ‘ Antes de continuar con el andlisis dela concep- cién gramsciana sera necesario detenerse en la consideracién de la forma en que la Segunda Internacional abordé los problemas que estu- diamos. El efecto, para Gramsci el economicismo no era un problema abstracto 0 académico sino que, por el contrario, estaba profundamente enraizado, en la practica politica de la Segunda Internacional y constituyé la fuente tltima de las Gramsci y la realidad colombiana 175 derrotas masivas que sufrieron los movimie: dela clase obrera italiana y alemana,en la decade que siguié ala Primera Guerra Mundial. Es dentro ° de este contexto donde el pensamiento de Gramsci encuentra su verdadera significacién y las condiciones ¢e su inteligibilidad. La Segunda Internacional y el Economicismo La concepcién de la Segunda Internacional acerca del colapso del capitalismo se basaba en Mie interpretacién del pensamiento de Marx segiin la cual la revolucién proletaria era la con. secuencia necesaria e inevitable del desarrollo de las contradicciones econémicas del modo de pro- duccién capitalista, La ideologia no tenia ninguna autonomfa, puesto que el desarrollo de la con- ciencia socialista era el corolario del crecimiento numérico del proletariado como clasey de la ag. dizacién de las contradicciones econémicas, Por otra parte, se identificaba a la conciencia socia. lista con la conciencia de los agentes sociales y se buscaba el principio de identidad de estos tiltimos en la clase a la cual pertenecian. Se combinaban pues, las dos clases de economicismo, vale decir, la concepcién epifenomenalista del papel de la ideologia y la concepcién reduccionista acerca de su naturaleza. Los fundamentos epistemolégicos de este tipo de interpretacién del marxismo descansaban en una concepcién positivista de la ciencia que apli- caba al materialismo historico el tipo de cientifi- 176 Gramsci y la realidad colombiana cidad existente en las cienclas fisicas®. De alli sur- gio el supuesto de que la validez de la teoria de Marx dependfa de la confrontacién empfrica de las tres leyes que, segtin se consideraba, consti- tufan la base de su andlisis del modo de produc- cién capitalista: la concentracién, la sobre- produccién y la proletarizacién crecientes. La conviccién de que estas leyes se cumplirian y de que provocarian automaticamente la revolucién proletaria, llevé alos defensores de la teorfa dela catastrofe a afirmar el cardcter inevitable del socialismo. Como escribié Kautsky en su comentario al programa de Erfurt’: “Nosotros creemos que el colapso de la sociedad existente es inevitable porque sabemos que el desarrollo econdémico produce natural y necesa- riamente contradicciones que obligan a los explotados a combatir la propiedad privada. Sabemos que ella aumenta el mimero y la fuerza de los explotadores, cuyos intereses descansan en el mantenimiento del orden existente y que final- mente desata contradicciones intolerables para la masa de la poblacién, cuya tinica alternativa serd el embrutecimiento y la inercia o el derro- camiento del sistema de propiedad existente”. 2, Para un andlisis amplio de los fundamentos epistemo- légicos del marxismo de la Segunda Internacional y del revi- sionismo de Bernstein, ver la excelente introduccién de Leo- nardo Paggi al libro de Max Adler, II Socialismo e gli intelle- ttuali, De Donato, Bari, 1974. 3, Karl Kautsky, Das Erfurter Programm p. 106 Stuttgart, 1892, Citado por Lucio Gallettien su introduccién al libro de Bernstein, I Presupposti del Socialismo e i Compiti della Socialdemocrazia. p. XIX, Laterza, Bori, 1974. Gramsci y la realidad colombiana 177 La Segunda Internacional era firmemente reduccionista desde el punto de vista ideolégico; como consideraba que todos los elementos ideo. logicos tenfan connotaciones necesarias de clase, conclufa que todos los elementos pertenecientes al discurso de la burguesia tenian que ser recha- zados categéricamente por la clase obrera, cuyo objetivo debia consistir en cultivar valores pura- mente proletarios y preservarse de toda conta- minacién exterior. Fue asi como llegé a conside- rarse ala democracia como una tipica expresin ideolégica de la burguesta. Para comprender cémo pudo surgir semejante interpretacién del marxismo, es importante recrear el clima histérico de aquellos aiios. Exis- tia, de un lado, una burguesia fuerte que consiguié extender su dominio al conjunto de la sociedad y articular Jas reivindicaciones democraticas a su discurso de clase. Y, del otro, la clase trabajadora organizada en sindicatos poderososy en partidos de masas que le permitieron luchar con buen éxito por sus demandas econdmicas, Esta situa- cién provocé una doble tension en el pensamiento socialista: a) Lanecesidad de producir una ruptura radi- cal entre la ideologfa socialista y la ideologia bur- guesa, tinica manera de asegurar la independen- cia del pensamiento socialista, en una época en que la burguesia segufa ejerciendo un considera- ble poder de atraccién. b) Lanecesidad deestablecer un punto de con- tacto entre los objetivos revolucionarios del movimiento obrero y sus avances en el terreno de las reformas dentro del sistema capitalista. El economicismo de Kautsky constituy6 una res- puesta acabada a estas dos necesidades. Puesto 178 Gramsci y la realidad colombiana que la burguesia logré absorber la ideologia popu lar y democratica, el kautskismo resolvié que la democracia era necesariamente una ideologia burguesa, Por consiguiente, la democracia dejé de entenderse, como lo hiciera el joven Marx, como el terreno de una revolucién permanente que, comenzada por la burguesia, seria concluida por el proletariado, para convertirse en una ideologia de clase. El criterio de clase empez6 a convertirse enel punto de referencia fundamental a todos los niveles: fue asi como se origin una de las caracte- risticas fundamentales del economicismo: el reduccionismo de clase, Por otra parte, sila clase obrera no ibaa intervenir en la direccién de otras fuerzas sociales, limitandose a defender sus pro- pios intereses, entonces la revolucién no podia ser el resultado de la intervencién consciente de la clase obrera que se presenta como alternativa politica para todos [os explotados, sino que debia representar el desarrollo de las virtualidades inherentes a las contradicciones econémicas. De alli se sigue {a teoria def colapso del capitalismo. Pero si el colapso era simplemente resultado del Juego de las fuerzas econémicas, esto equivalia a considerar que estas uitimas contenfan todos los elementos necesarios para explicar el proceso histérico, En consecuencia, los factores politicos e ideolégicos se redujeron a meros epifenémenos, [0 que constituye la segunda caracteristica del eco- nomicismo de Kautsky. Varios puntos de esta concepcién mecanicista entrarian en crisis a comienzos del siglo veinte. Pero esta critica al dogmatismo de Kautsky, que comenzariaa desarrollarse, presentaba la siguien- te caracteristica peculiar: a pesar de sus variad{- simos y antagénicos planteamientos, los criticos Gramsci y la realidad colombiana 179 sefialaron las contradicciones e inconsistenci del kautskismo, pero sin abandonar los supuestos propios del mismo. Més atin, estas criticas fueron a la vez una negacién del kautskismo como sis- tema y un desarrollo de las distintas potenciali- dades que sus supuestos ideolégicos abrian. Esta tendencia es particularmente obvia en el caso de Bernstein y del debate sobre el revisionismo. Come resultado del fracaso de la prediccion basada en la teorfa del colapso del capitalismo y como resultado también de mentis categ6ricos a la teoria de la determinaci6n espontanea de la conciencia socialista de la clase obrera —como se vio en el caso de la clase obrera en Inglaterra—, Bernstein legé a rechazar ei marxismo y decla. rarlo incapaz de entender el desarrollo histérico real. Bernstein reemplazé la vision marxista del socialismo cientifico por un enfoque del socia- lismo como “ideal ético”, como aquel tipo de socie- dad hacia la cual la humanidad deberia dirigirse voluntariamente, en virtud de principios morales, _ Bernstein comprendié que en las nuevas condi- ciones en que el capitalismo se desarrollaba ya no podia defenderse la teoria de la catdstrofe y que en los paises capitalistas avanzados las superes- tructuras jugaban un papel cada vez mas impor- tante. Por eso, a diferencia de Kautsky, compren- dio la importancia de que la lucha proletaria se extendiera al campo politico e ideolégico. Fue, Pues, este reconocimiento de la necesidad de plantear el problema de la ideologia de una manera radicalmente distinta el que condujo a Bernstein a desafiar la versién economicista del marxismo. Sin embargo, como identificaba la doc- trina de Marx con la teorfa de Ja catdstrofe, su critica al economicismo lo condujo a un rechizo 180 Gramsci y la realidad colombiana liso y ano del marxismo. Pensaba él que atri- buirle un papel activo a la ideologia necesaria- mente entraba en contradiccién con la teoria marxista de la historia. La ruptura de Bernstein con el marxismo se sitda, pues, en el terreno te6- rico constituido por los supuestos ideolégicos de la Segunda Internacional que jamas fueron cues- tionados seriamente. Si por un lado identificaba al marxismo con la teoria de la catastrofe, por el otro identificaba a la democracia con el parla- mentarismo burgués. De alli la imposibilidad de utilizar el revisionismo de Bernstein como base para una teorfa de la autonomia de lo politico ylo [deolégico como niveles objetives especificos. Para él, objetividad significaba determinaci6n yla tinica forma de determinacién que conocia era la determinacién econémica, Asi, aun cuando intu- yo que el reduccionismo de clase y el determinis- Jno economico le impedian al marxismo entender os problemas especificos de la era del capital mo- nopolista, la inica alternativa intelectual que se le abria estaba en el extremo opuesto, en la irrup- cién de la subjetividad —el ideal ético— en la historia, Esto dio lugar a su apelacion a la ética kantiana. Desde Sorel hasta Croce, todas las ten- dencias que a comienzos del siglo quisieron opo- nerse a la tendencia positivista dominante, lo hicieron en nombre del voluntarism6, del subjeti- vismo y hasta del irracionalismo. No habia otra solucién.en un mundo intelectual en el que determinacién mecdnica y objetividad se habfan convertido en sinénimos. \ i I Gramsci y la realidad colombiana 181 El Leninismo y sus consecuencias Sireduccionismo y epifenomenalismo termina- ron por ligarse intimamente en el pensamiento de la Segunda Internacional, la experiencia histérica de la Revolucion Rusa senté las bases para la disolucién de esta unidad. En primer lugar, la revolucién no triunfaba en el pais europeo en donde menos se la esperaba, en total contradic- cién con la teoria segin la cual la revolucion resultaba del desarrollo mecdnico de las fuerzas econémicas. Era evidente que esta revolucién habfa nacido de la intervenci6n politica en una. coyuntura de la que, segiin el marxismo tradicio- nal, jamas podria resultar una insurreccin soci lista. La consecuencia fue desacreditar un razo- namiento politico que vinculaba todo cambio hist6rico a la relaci6n entre fuerzas productivas y relaciones de produccién y también poner en cuestién los supuestos en que se basaba la con- cepcién epifenomenalista. En segundo lugar, el andlisis de Lenin del desarrollo desigual y com nado y la transformacién de las consignas demo- craticas en banderas socialistas en el curso de la revoluci6n rusa, renovaron el prestigio de los an4- lisis del joven Marx acerca de la dialéctica entre democracia y clases establecieron un vinculo entre la revolucién rusa y el ciclo de las revolucio- nes permanentes, interrumpido por el fracaso de las revoluciones de 1848. En estesentido, también el presupuesto reduccionista quedaba seria- mente cuestionado. Con todo, los andlisis de Lenin en este aspecto no s6lo son demasiado sucintos sino bastante ambiguos, pues en mas de un sentido permanecen prisioneros de la vieja problematica. Mas que su 182 Gramsci y la realidad colombiana pensamiento, fue la préctica politica de Lenin lo que demostré ser una fuerza transformadora que hizo estallar los estrechos limites economicistas del pensamiento marxista occidental de comien- zos del siglo. Tres desarrollos resultaban posibles desde el nuevo punto de partida que el leninismo repre- sentaba. Uno de ellos consistia en ver en la revolu- cién el producto de la irrupcién de laconciencia y la voluntad en la historia, frente al fatalismo y al determinismo de las fuerzas econémicas. Esta actitud representaba la continuacién del subjeti- vismo voluntarista del perfodo de la preguerra. El joven Gramsci vio en el triunfo bolchevique “la revolucién contra el Capital’; Sorel lo interpreté como el triunfo “del método de la violencia libera- dora” y de la voluntad, En el confuso mundo de la postguerra, en donde florecia y proliferaba una abigarrada multitud de ideologias anti-statuquo, el bolchevismo representé para muchos sectores de la sociedad el simbolo de un élan revoluciona- rio que superaba todas las restricciones y condi- ciones objetivas, Otra actitud posible consistiaen intentar hacer compatibles la primacia de la conciencia y la autonomfa del momento politico, con una légica. objetiva de clase. Y esto resultaba posible en la medida en que se definiera a las clases por su posicién en el proceso de produccién, pero al mismo tiempo se hiciera de la conciencia de clase el momento mas alto en el proceso de su autode- senvolvimiento creador. Este fue, por ejemplo, el camino seguido por Lukacs en Historia y Con- ciencia de Clase, que solo lo condujo a una supe- raci6n parcial del economicismo. En efecto, si por un lado, en raz6n de su insistencia en el papel Gramsci y la realidad colombiana 183 decisivo de la conciencia de clase, su problemé- tica ea anti-economicista —dada la eficacia que le atribuia ala ideologia—, por otro lado fue inca- paz de superar el reduccionismo en su concep- cién de la naturaleza de la ideologia. Para Lukacs la ideologia se identifica con la conciencia de clase y la definia, por lo tanto, como la “conciencia posible” de una clase social, determinada por el lugar que ocupaba en las relaciones de produc- cion, Es decir que Lukacs rompis con el epifeno- menalismo de la Segunda Internacional, pero no con el reduccionismo de clase. Utilizé la herencia leninista unilateralmente y s6lo continuéd una de las dos Ifneas del desarrollo potencial que aquelia habia abierto. La tercera actitud posible consist(a en extraer todas las consecuencias tedricas quese derivaban de la practica politica de Lenin, lo que habia de conducir a un cuestionamiento total y radical de todos los aspectos de la problematica economi- cista. Desafortunadamente, al activisimo perfodo de elaboracién teérica de los afios veinte le siguié el silencio estéril de la era stalinista, que frené el desarrollo del marxismo por varias décadas. Sin embargo, hubo durante este periodo un esfuerzo solitario en esta tercera direccién. Durante su largo cautiverio, reflexionando sobre las causas de la derrota del movimiento obrero y de la victoria del facismo, aislado en la soledad de suceldad, Antonio Gramsci puso aldescubierto la fuente de todos los errores: éstos procedian dela incomprensién de la naturaleza y el papel de la politica y de la ideologia, Bn sus Cuadernos de Prisi6n, esto habia de llevarlo a repensar el con- junto de los problemas centrales del marxismo desde una perspectiva anti-economicista radical 184 Gramsci y la realidad colombiana y, de alli, a desarrollar todas las potencialidades inherentes al leninismo. Gramsci y la Hegemonia ‘Trazada a grandes rasgos la problematica mar- xista que proporcioné el trasfondo contra el cual se desarroll6 el pensamiento de Gramsci, regre- semos ahora al problema central de este trabajo, es decir, el aporte gramsciano ala teoria marxista de la ideologia. Recordemos nuestro argumento central: éste se funda en mostrar que, en su con- cepcién de hegemonia, Gramsci utiliza, en estado practico, una problematica radicalmente anti- economicista de laideologia y que ésta constituye la verdadera condicién de inteligibilidad de dicha concepcion. Comenzaremos, pues, anali- zando aquellos textos en los que Gramsci pre- senta su concepto de hegemonfa, con el objeto de definir y estudiar su evolucién, el significado de dicho concepto. Discutiremos luego sus implica- ciones en la teoria marxista de la ideologia. El concepto de hegemonia aparecié por pri- mera vez en Gramsci en 1926, en Notas sobre Cuestion Meridional. Es introducido en la siguiente forma: “Los comunistas de Turin plantearon la cues- tion conereta de la hegemonia del proletariado, es decir, las bases sociales de la dictadura del proléariado y del Estado de los trabajadores. El proletariado puede convertirse en la clase domi- nante y dirigente mientras se proponga crear un sistema de alianzas de clase que le permita movi- lizar a la mayoria de la poblacion trabajadora contra el capitalismo y el Estado burgués. Esto Gramsci y la realidad colombiana 185 equivale a decir que realizard este propésito en la medida en que gane el consenso de las masas campesinas, teniendo en cuenta las relaciones de clase dominantes de Italia’ Este texto marcé un paso adelanteen el trabajo de Gramsci. Desde luego, ya antes de 1926 habia entendido Gramscila importancia de una alianza con el campesinado pues, en 1919, en un articulo titulado “Obreros y Campesinos”, insistia en el papel que los campesinos tenfan que jugar en la revolucién del proletariado. Pero fue en “Notas sobre la Cuestién Meridional” donde plantes por primera vez el problema de esta alianza en térmi- nos de hegemonia y subrayé las condiciones poli- ticas, morales e intelectuales necesarias para alcanzarla. Asi por ejemplo, insistia en que la clase obrera tenia que liberarse completamente del corporativismo para poder ganar a los intelectua- les del Sur para su causa, ya que era a través de estos ‘ltimos como podria ejercer influencia sobre la masa del campesinado. La existencia de una dimensién intelectual y moral en la cuestién de la hegemonia era ya algo tipico del pensa- miento de Gramsci y habia de adquirir mas tarde toda su importancia. Estamos todavia, sin em- bargo, en el ambito de la concepcion leninista de la hegemonta, entendida como direccién del pro- letariado sobre el campesinado; es decir que la direccién politica constituia el elemento esencial en esta concepcién, en la medida en que la hege- monjia era pensada en términos de alianza de clases. Es solo mds tarde, en los Cuadernos de 4. Antonio Gramsci, “Quelques thémes sur a Question Meridionale”, publicado en el apéndice de Maria Antonietta Macciochi, Pour Gramsci, p. 316, Seuil, Paris, 1874. 186 Gramsci y la realidad colombiana Prisién, cuando aparece el concepto de hegemo- nia en su sentido tipicarente gramsciano y se convierte en la union indisoluble de la direccién politica y la direccion intelectual y moral, concep- cién que claramente trasciende la de una simple alianza de clases. Desde el comienzo mismo de los Cuadernos de Prisign aparece la problematica dela hegemonia, pero con una importante innovacidn. Gramsci ya no la aplica solamente a la estrategia del proleta- riado sino que la utiliza para pensar las practicas de as clases dirigentes en general: “La investigacion debe basarse en el siguiente criterio historico y politico: una clase es domi- nante en dos sentidos, es decir, es dominante y dirigente. Dirige alas clases aliadas ydominaa las clases opuestas'®. Cuando en este texto Gramsci menciona la direcci6n de las clases aliadas se refiere, sin duda, ala hegemontfa; abundan, ademds, en los Cuader- nas, los planteamientos en este sentido. Por ejemplo, unas paginas mAs adelante, al examinar el papel de los Jacobinos en la Revolucién Fran- cesa, afirma: “Convirtieron a la burguesia en la clase domninante pero ademés (en un sentido) la convirtieron en la clase dirigente hegeménica, es decir que le dieron al Estado una base perma- nerite”*. ¥ explica que fue obligando ala burguesia 5. Todas las referencias a los Cuadernos de Prisién se basan en la edicién critica publicada por Valentino Gerra- tana, Antonio Gramsci, Quaderni del Carcere. [-IV, Einandi, Turin, 1975, En adelante se registrard como QC; QC ipa. 8. QUI, p.51. Cabe destacar etnecho de gue para Gramset la hegemonia solo se reflere al momento de la direcci6n y no : | | | | Gramsci y la realidad colombiana 187 a superar su naturaleza corporativa como logra- ron los Jacobinos convertirla en una clase hege- ménica. En efecto, ellos la obligaron a ampliar sus intereses de clase y a descubrir aquellos intereses que tenia en comiin con los sectores populares. Fue sobre esta base como pudieron los Jacobinos colocarse en los puestos de mando y dirigir la lucha. Volvemos a encontrar aqui entonces la oposicion entre clases corporativas y hegeméni- cas que aparecia en las Notas sobre la Cuestion Meridional, pero esta vez aplicadaa la burguesia. Empezaba Gramsci a comprender que la burgue- sia también necesitaba asegurarse el apoyo popu- lar y que la lucha politica era mucho mas com- Pleja de lo que pensaban quienes obedecian a una perspectiva reduccionista, pues ella no consistia en un simple enfrentamiento entre clases anta- g6nicas sino que suponfa siempre complejas rela- ciones de fuerzas. Gramsci analiza las relaciones de fuerzas exis- tentes en toda sociedad y, en un pasaje funda- mental de sus Cuadernos’, estudia la transici6n dela etapa corporativaa la hegeménica. Empieza por distinguir tres niveles principales en las rela- ciones de fuerzas; incluye el momento de la dominacién, pues varias interpre- taciones que consideran a la dominacién como parte de [a negemonta, Uegan a conclusiones que alteran completa- mente el cardcter del pensamiento de Gramsci. Ver por ejemplo Luciano Gruppi, II Concetto di Egemonia in Gramsci. Editori Riuniti, Roma, 1972 y Massimo Salvadori, “Gramsci e il PCI: due concezioni dell “egemonia’, Mondo Operario IT, Roma, (nov. 1976). 7. QC I, pp. 457-59. Este texto fue retrabajado por Gramsci dos afios después yse encuentran su forma defini- tiva en los Cuadernos 13, Ver QC III, p.p. 1583-1586. 188 Gramsci y la realidad colombiana 1. La relacion de fuerzas sociales ligadas a la estructura y que dependen del grado de desarro- llo de las fuerzas materiales de produccién. 2. La relacion de fuerzas politicas, es decir, el grado de conciencia y de organizacién que existe dentro de los diferentes grupos sociales. : 3. La relacién de fuerzas militares que, segin Gramsci, es siempre el momento decisivo. En sus anilisis de los distintos momentos de la conciencia politica, distingue otros tres niveles: a) El momento econémico primitivo, en el cual se expresa la conciencia de los intereses profesio- nales de un grupo, pero todavia no sus intereses como clase social. : b) El momento econdémico politico, en el cual se expresa la conciencia de los intereses de clase, pero s6lo a un nivel econémico. ‘ ‘¢) Bl tercer momento es el de la Hegemonia, “en el cual se alcanza la conciencia del hecho de que los intereses corporativos, tanto en su des- arrollo presente como en el futuro, rompen el marco corporativo de les grupos puramente eco- némicosy pueden y deben convertirse en los inte- reses de otros grupos subordinados”. Segin Gramsci, es aqui donde se situa el momento espe- cificamente politico y este se caracteriza por la lucha ideolégica, que trata de establecer la uni- dad entre objetivos econémicos, politicos, ¢ inte- lectuales, “colocando todos los problemas alrede- dor de los cuales se libra la lucha, a nivel ‘universal’, no corporativo, estableciendo asi la hegemonta de un grupo social fundamental sobre una serie de grupos subordinados”. & QC IM, p. 1584. 9. Ibid, Gramsci y la realidad colombiana 189 En mi opinién, los dos textos que analizan las relaciones de fuerzas son definitivos para enten- der la concepcién de hegemonia de Gramsci y resulta sorprendente que hasta ahora no se les haya otorgado la importancia que merecen". Es jjustamente en ellos donde Gramsci plantea una concepcién de hegemonia bien distinta de la registrada en las Notas sobre 1a Cuestion Meri- dional, pues aqui ya no se trata de una simple alianza politica, sino de una fusién totalde objeti- ‘vos econémicos, politicos, intelectuales y morales, efectuada por un grupo fundamental con la alianza de otros grupos a través de la ideologia, cuando una ideologia logra “extenderse sobre toda la sociedad determinando no sélo objetivos econémicos y politicos unificados sino también una unidad intelectualy moral”, Por consiguien- te, en los Cuadernos 4 la concepcién de hegemo- nia resulta doblemente enriquecida con respecto ala de Lenin: se extiende a la burguesia y agrega una dimensién nueva y fundamental —es a través de esta ultima como se realiza la unidad al nivel politico—: la dimensi6n de la direccién intelectual y moral, Solo més tarde desarrollaraé Gramsci todas las implicaciones de este enriquecimiento, pero es en los Cuadernos 4 donde la hegemonia asume su dimensién especificamente grams- ciana, Sobre la base de lo planteado hasta ahora 10. Estos textos no han pasado totalmente inadvertidos. Varios trabajos sobre Gramsci (por ejemplo el articulo de Leonardo Paggi “La Teoria Generale del Marxismo en Gramsci”. Annali Feltrinelli, Milén, 1973) le atribuyen alguna importancia, pero no en lo que se refiere ala concep- cidn de hegemonta. 11. QC IIL, p. 1584. 190 Gramsci y la realidad colombiana podemos avanzar, pues, una primera definicién tentativa de clase hegeménica: es la clase que ha podido articular a sus intereses los de otros gru- pos sociales, a través de la lucha ideolégica. Lo cual, al decir de Gramsci, solo es posible si esta clase renuncia a una concepcién estrictamente corporatista pues, para ejercer el liderazgo, tiene que tener en cuenta, auténticamente, los intere- ses de los grupos sociales sobre los cuales aspira a ejercer la hegemonia: “desde luego supone tener en cuenta los intereses y tendencias de los grupos sobre los cuales se ejercerd la hegemonia y esto también supone un cierto equilibrio, es decir que los grupos hegeménicos tendran que sacrificar en parte su naturaleza corporativa”®, Esta con- cepcion de hegemontfa arroja consecuencias muy importantes en cuanto se refiere al enfoque de Gramsci sobre la naturaleza y el papel del Estado: “EL Estado se concibe por lo tanto como el ins- trumento (6rgano) de un grupo particular, des- tinado a crear condiciones favorables para una expansion nidaxima, del grupo, pero a esta expan- sion y a este desarrollo se les ve como la fuerza motriz de una expansidn universal, de un des- arrollo de todas las energias ‘nacionales’. En otros terminos, el grupo dominante en concreto esta coordinado con los intereses generales de los grupos subordinados y la vida del Estado se ve como un proceso de formacion y desarrollo conti- nuo de un equilibrio inestable —en el plano juridico— entre los tntereses del grupo funda- ‘mental y los de los grupos subordinados. Los intereses del grupo dominante prevalecen en este 12. QC I, p. 461 Gramsci y la realidad colombiana 191 equilibrio, pero sélo hasta cierto punto, puesto que nunca pueden reducirse a intereses estric- tamente corporatistas™3, Por lo tanto, es la problematica dela hegemonia la que est en la base de este “ensanchamiento del Estado”, cuya importancia ha resaltado con acierto Christine Buci-Glucksmann". Esto le permitié a Gramsci romper con la con- cepcién economicista del Estado, considerado tan solo como el instrumento’ burocratico- coercitivo de la clase dominante, y formular la nocion de Estado integral, consistente en “dicta- dura + hegemon{a”. No es este el sitio para anali- zar el aporte de Gramsci a la teor{a marxista del Estado —que reviste también la mayor impor- tancia—; me limitaré tan solo a sefialar que esta ampliacién del Estado opera a dos niveles: a) Implica la expansién de la base social del Estado y las relaciones complejas entre éste, la clase hegeménica y su base de masas. b) Implica también la ampliacion de las fun- ciones del Estado, puesto que la nocién de Estado integral supone la incorporacién del aparato dela hegemonta, es decir de la sociedad civil, al Estado. En cuanto a los métodos por los cuales una clase puede legar a ser hegeménica, Gramsci dis- tingue dos principales: el primero es el transfor- mismo y el segundo la hegemonia expansiva. Veamos primero el transformismo. Es el método gracias al cual durante el Risorgimento el partido Moderado consigui establecer su hegemonia 13. QC Ill, p. 1584, 14. Para un andlisis de la contribucién de Gramsci a la teoria marxista del Estado, ver Christine Buci-Glucksman, Gramsci et L’état. Fayard, Paris, 1975. 192 Gramsci y la realidad colombiana sobre las fuerzas que luchaban por la unificacion. Se trataba de “la absorcién gradual pero continua ~efectuada con distintos grados de eficacia— de los elementos activos que habian surgido de gru- pos aliados e, inclusive, de grupos de oposici6n”'*. Fue esta, desde luego, una forma bastardeada de hegemonfa y el consenso alcanzado con estos métodos fue slo un “consenso pasivo”. Gramsci denominé “revelucién pasiva” a este proceso por el cual se tomé el poder, puesto que las masas fueron integradas mediante un sistema de absor- cién y neutralzacién de sus intereses que les impidié oponerse a los de la clase hegeménica. Gramsci contrapone este tipo de hegemonfa lograda mediante la absorcién a la que llama hegemonfa exitosa, es decir, hegemonia expan- siva. Esta Ultima debe fundarse en el consenso activo y directo, resultante de una genuina adop- cidn de los intereses de las clases populares por parte de la clase hegeménica, que dé lugar a la creacién de una auténtica “voluntad nacional- popular”. : i ‘A diferencia de la revolucién pasiva, que excluye del sistema hegeménico a amplios secto- res de las clases populares, en la hegemonia expansiva el conjunto de la sociedad progresa. Esta distincién entre dos métodos de lograr la hegemonfa, permite especificar mejor la defini- cién tentativa de hegemonia que hemos adelan- tado. En efecto, si definimos hegemonia como la capacidad de una clase para articular a sus inte- reses los de otros grupos sociales, entonces vere- mos que esto puede hacerse en dos sentidos muy 15, QC IM, p. 2011. Se eae { i I Gramsci y la realidad colombiana 193 distintos; pueden articularse los intereses de estos grupos en tal forma que se los neutralice evitando asi el desarrollo de sus reivindicaciones especificas, o bien pueden articularse en forma tal que promueve su pleno desarrollo y conduzca ala solucién final de las contradicciones que ellos expresan. Los textos que hemos examinado requieren una dltima observacién. En primer lugar, como lo plantea Gramsci en forma inequivoca, solamente una clase fundamental —vale decir, unaclase que ocupe uno de los dos polos en las relaciones de produccién de un determinado modo de produc- cién— puede llegar a ser hegemonica: “aunque la hegemoniaes ético-politica, también tiene que ser economica y basarse necesariamente en la fun- cién decisoria que los grupos dirigentes desem- pefian en el nticleo decisivo de la actividad eco- némica"®. Condicién que no sélo restringe el ni mero posible de clases hegeménicas, sino que senala las limitaciones posibles de ciertes formas de hegemonia. En efecto, si el ejercicio de la hege- monia conlleva sacrificios econémicos y corpora- tivos en la clase que aspira al liderazgo, estos no pucden llegar al punto de comprometer sus inte- reses basicos. Por consiguiente, tarde o temprano la burguesia reacciona contra las limitaciones de su hegemonia pues, siendo una clase explotadora, a.un cierto nivel sus intereses de clase necesaria- mente chocan con los de las clases populares. Este es, dice Gramsci, un sintoma de que ha ago- tado su funcion y de que, a partir de ese momento, “el bloque ideoldgico tiende a desintegrarse y la 16. QCI, p. 416, 194 Gramsci y la realidad colombiana ‘espontaneidad’ puede ser sustituida por formas de represin cada vez menos encubiertas e indi- rectas que llegan hasta el empleo abierto de los métodos policiales y al golpe de Estado”. En consecuencia,s6lo la clase obrera, cuyos intereses coinciden con laeliminacién de toda explotacién, puede llevar a buen término una hegemonia ex- pansiva. Queda por estudiar todavia el aspecto mas importante de la hegemonia en Gramsci. Es el aspecto de la direccion intelectual y moral y la manera como ella se ejerce. En efecto, todos los puntos que se han tocado serian perfectamente compatibles con una concepcién de hegemonfa bajo el enfoque de alianza de clases. Sin embargo, sila hegemonfa en Gramsci se limitara a la direc- cion politica, s6lo se distinguiria del concepto leninista en que Gramsci no restringe su uso a la estrategia del proletariado sino que lo aplica también a la de la burguesia. Afirmabamos que la concepcién gramsciana de hegemonta esta doblemente enriquecida con relacién a la de Lenin, en la medida en que introduce una nueva dimensi6n indisolublemente ligada ala direccién politica, que es la direccién intelectual y moral. En consecuencia, el establecimiento de la hegemonia se convierte en un fenémeno que va mucho mas alld de la aliarza de clases. Asi, para Gramsci —y es aqui donde reside su originalidad—, la hegemonia no se presenta en una alianza de clases puramente instrumental a través de la cual las reivindicaciones clasistas de las clases aliadas se expresan en términos de la 17. QC IM, p. 2612. Gramsci y la realidad colombiana 195 clase fundamental, mientras cada grupo con- servasu propia individualidad y su propia ideolo- gfa al interior de laalianza. Segiin él, la hegemonia involucra la creacién de una sintesis més ele- vada, de modo que todos sus elementos se funden en una ‘voluntad colectiva” que pasa a ser el nuevo protagonista de la accion politica, que fun- cionard como el sujeto politico mientras dure esa hegemonia. Es a través de la ideologia como se forma esta voluntad colectiva, toda vez que su existencia misma depende de la creacién de una unidad ideolégica que servira de “cemento”®. Y esta es la clave del vinculo inextricable entre los dos aspectos de la hegemonia en Gramsci, puesto que la formaci6n de la voluntad colectiva y el ejercicio de la direccién politica depende de la existencia misma de la direccién intelectual y moral. Dar cuenta de estos dos aspectos y de la forma como se articulan, representa sin duda la mayor dificultad al abordar cualquier estudio sobre la concepcién de hegemonfa en el pensa- miento gramsciano. Ello explica, inclusive, por qué no se ha produ- cido todavia una definicién amplia de hegemonia, a pesar de la profusion de estudios que existe sobre la materia. Es asf como la mayoria de las interpretaciones destaca unilateralmente cual- quier aspecto, dando lugar a interpretaciones muy diferentes y aveces opuestas, segiir. se ponga énfasis en la direcci6n politica, en la moralo en la intelectual’. Y las pocas interpretaciones que si 18. QC H, p. 1380. 19. Destacar exclusivamente la direcci6n pelitica, eon- duce a reducir la hegemonfa de Gramsci a la eoncepcion 196 Gramsci y la realidad colombiana tratan de explicar ambos aspectos conjunta- mente, parten de una concepcién errénea de alguno de los dos, o bien, del vinculo que los liga. Finalmente, si queremos producir una defini- cion adecuada de la concepcién de hegemonia en Gramsci, que dé cuenta de su especificidad sin ignorar ninguna de sus potencialidades, es impor- tante poder pensar tedricamente el tipo de rela- cion que vincula a estos dos componentes, es decir, el secreto de su unidad, e identificar las principales caracteristicas que de ella resultan. Para hacerlo, habria que responder al siguiente interrogante: ,cémo forjar unaverdadera unidad ideolégica entre diferentes grupos sociales, de modo que se unan en un solo sujeto politico? Desde luego para responder a esta pregunta es necesario analizar la concepcién de ideologia que —implicita 0 explicitamente— esta presente en obra de Gramsci, Mostraremos luego por qué es imposible dar una relacion coherente de la especi ficidad de la concepcién gramsciana desde la perspectiva deuna problemética economicista de la ideologia®. leninista de hegemonfa como alianza de clases. En su inter- veneién en el Congreso de Cagliari en 1968 (“Gramsci ¢ la Concezione della Societ Civile”), Noberto Bobbio fue el pri- mero en insistir en la especificidad de la concepeién grams- ciana y en la importancia que esta le atribuia a la direccién morale intelectual. Sin embargo la interpretacién de Bobbio no consigue aclarar la articulacién de esta ditima con la economia y conduce a una interpretacion excesivamente “superestructural” del pensamiento de Gramsci. 20, Una expresién tipica de este género de interpretacion consiste en presentar la hegemonia como una alianza de ‘clases, en donde una de las dos le impone ala otra su ideolo- gia de clase. En la tercera parte volvemos sobre este pro- blema. Gramsci y la realidad colombiana 197 Hegemonia e Ideologia El mejor punto de partida para analizar la con- cepcién de ideologia que subyace en la problemd- tica gramsciana de la hegemonia, es estudiar en qué forma ve Gramsci el proceso de formacién de una nueva hegemonia. Las notas sobre la necesi- dad de formar una nueva voluntad colectiva a través de la reforma intelectual y moral. que sera la tarea del partido como “moderno principe”, son, por consiguiente, las mas reveladoras en esta materia*!, Pero antes debemos discutir los pocos textos en donde expone Gramsci explicitamente su concepcidn de ideologta. La problematica de la Ideologia Desde el comienzo Gramsci se colo terreno enteramente distinto de ‘quienes ven ala ideologia como falsa conciencia © como un sis- tema de ideas que las reducen a meras aparien- clas earentes de toda eficacta: ‘La pretensién —presentada como esencial del materialismo Tasiorist ee ee posible presentar cada fluctuacion de la politica y de la ideologia como la expresién inmediata de la estructura, debe rechazarse a nive! teérico como una forma primitiva del infantilismo y combatirse en la prdctica con el testimonio auténtico de Marx, escritor de obras politicas e historicas concretas"®, 21. Estas se encuentran sobre todo en los Cuné zi re todo en los 13, Noterelle sulla Politica del Machiavelli” QC Ill, pp. ‘Noterelle lel Machiavelli”. QC Il, pp. 22, QC Il, p. 851. 198 Gramsci y la realidad colombiana De acuerde con Gramsci, el punto de partida de toda investigacién sobre la ideologia es la tesis marxista segin la cual “los hombres adquieren conciencia de sus tareas en el terreno ideolégico de las superestructuras”, de manera que estas ltimas —afirma— deben considerarse como “realidades operantes dotadas' de eficacia pro- pia”, y si a veces Marx las llama ilusiones es solo en sentido polémico para especificar claramente su cardcter hist6rico y transitorio. Gramsci formu- lara su propia definicién de ideologia como el terreno “donde los hombres se mueven, adquieren conciencia de su posicién y luchan”, Y agrega que la ideologia debe ser como un campo de batalla, como una lucha continua, por- que en los hombres la adquisicién de concienciaa través de la ideologia no se da como proceso indi- vidual sino siempre a través de la intermediacion del terreno ideolégico en donde dos “principios hegeménicos’ se enfrentan’®. La adquisicion de conciencia por parte del individuo, solo resulta posible a través de una formacién ideolégica constituida no s6lo por elementos discursivos sino también por elementos no discursivos, que Gramsci designa con el término bastante vago de “conformismo”. Pero su intencién se aclara cuando sefiala que la adquisicin de esta concien- cia necesariaa través del conformismo resultaen el hecho de que “uno siempre es hombre-masa u hombre-colectivo’. Ciertamente se encuentra 23. QC I, p. 437, 24. QC II, p. 869. 25. QC I, p. 337. 26. QC TI, p. 1236, 27, QC IE, p. 1376. PERE Gramsci y la realidad colombiana 199 aqui la idea de que los sujetos no son |o original- mente dado sino que son producidos por la ideo- logia en un campo socialmente determinado, de modo que la subjetividad es siempre el producto de la practica social, Esto implica que la ideologia tiene una existencia material y que, lejos de ser un conjunto de realidades espirituales, se da siempre materializada en practicas. La naturaleza de la ideologia como practica queda reforzada con la identificacién que establece Gramsci entre ideo- logia y religion (en el sentido crociano de una visién del mundo con sus correspondientes nor- mas de accién), en la medida en que permite subrayar que la ideologia organiza la accién. Con- sidera Grarnsci que en toda accién se manifiesta una visién del mundo y que ella puede expresarse en formas muy elaboradas y a un alto nivel de abstraccién —como en el caso de la filosofia— o bien, en formas mucho més simples, como la manifestaci6n del “sentido comin’, que se pre- senta como la filosofia esponténea del hombre de lacalle, pero que es la expresi6n popular de filoso- fias “mas elevadas™*. Estas visiones del mundo nunca son hechos individuales sino la expresion de “la vida comunitaria de un bloque social”, raz6n por la cual Gramsci las llama “ideologies orgéni- cas™, Son ellas las que “organizan a las masas humanas” y sirven de principio informativo de todas las actividades individuales y colectivas, porque es a través de ellas como el hombre adquiere todas sus formas de conciencia®. Pero si 28. QC II, p. 1063, 29. QC IL, p. 868, 30. QC If, p. 1492, 200 Gramsci y la realidad colombiana es a través de las ideologias orgénicas como los hombres adquieren todas sus formas de concien- cia y si aquellas son las visiones del mundo pro- pias de bloques sociales particulares, se sigue que todas las formas de conciencia son necesaria- mente politicas. Lo cual le permite a Gramsci tra- zar la siguiente ecuaci6n: filosofia = ideologia = politica. Por lo general se malinterpreta esta iden- tificacion, lo que explica todas las falsas interpre- taciones del historicismo gramsciano que lo pre- sentan como una lectura hegeliana del. marxis- mo, En realidad lo que Gramsci intenta pensar es el papel de la subjetividad, pero de tal manera que ésta no aparezca como la irrupcién de la conciencia individual en la historia. Para lograrlo, no coloca a la conciencia como dada original- mente sino como efecto del sistema de relaciones ideolégicas en el cual se inserta el individuo. Porlo tanto, es la ideologia la que crea a los sujetos y los mueve a actuar. Que la ideologia es una practica productora de sujetos, parece ser la verdadera idea implicita en las reflexiones de Gramsci sobre la naturaleza operativay activa de la ideologia y sobre su identi- ficacién con 1a politica. Con todo, él no disponfa de las herramientas teéricas necesarias para expresar adecuada- mente esta intuicion y debié limitarse a referirse a ella con formulas ambiguas fuertemente influidas ‘31. La mayoria de los autores que critican a Gramsci por esa razén, se basan en la critica del historicismo implemen- tada por Luis Althusser en Eire le Capital, donde errénea- mente, en mi opinién, se asimila la problemética de Gramsci ala de Lukacs, Gramsci y la realidad colombiana 201 Por el historicismo croceano. Tomemo: jem- plo ladefinicién deideologia como “una vision del mundo que se manifiesta implicitamente en el arte, en el derecho, en las actividades econémicas, en todas las manifestaciones individuales y colec- ivas de la vida™. Si examinamos esta definicin a la luz de aquella que interpreta a la ideologia como una visién del mundo con sus correspon- dientes normas de accién y recordamos la reite- radainsistencia de Gramsci sobre el hecho de que la ideologia es el terreno en el cual los hombres adquieren todas sus formas de conciencia, resulta evidente que dicha definicién —lejos de llevar ala conclusién de que Gramsci se mueve dentro de la problematica hegeliana de la totalidad expresiva en donde la ideologia juega el papel central debe entenderse como una alusién al hecho de que es por medio de la ideologla como se crean todos los tipos posibles de “aujetos” __ Otro aspecto original en la problemati act onectg onal nh problemaica de a atribuye a la naturaleza material e institucional de la préctica ideolégica. Gramsci insiste en que esta prdctica posee sus propios agentes, vale decir, los intelectuales. En ellos descansa la res- Ponsabilidad de elaborar y difundir las ideologias orgénicas®, y el compromiso de llevar a cabo la reforma moral e intelectual*. Gramsci los clasi- fica en dos categorias principales, segiin que per- tenezcan a una de las dos clases fundamentales Cintelectuales organicos), o bien a las clases que 32. QC Il, p. 1380, 33. QC II, p. 1518, 34, QC II, p. 1407. 202 Gramsci y la realidad colombiana xpresan modos de produccién anteriores (inte- fectuales tradicionales). Ademas de resaltar el papel de los intelectuales, Gramsci subraya la importancia ée la estructura material e institu- cional en la elaboracién y difusion de la ideologta. Esta estructura est4 conformada por distintos aparatos hegeménicos: las escuelas, las iglesias, el conjunto de los medios de comunicacién e, inclusive, la arquitectura y los nombres de las calles®, A este conjunto de aparatos, Gramsci lo denomina estructura ideolégica de una clase dominante yal nivel de la superestructura, donde la ideologia se produce y se crea, lo llama socie- dad civil. Esta es el conjunto de las instituciones “privadas” a través de las cuales se cjerce la hege- monia politica y social de un grupo social. Ahora resulta obvio que hemos recorrido un largo camino con respecto a la problematica eco- nomicista de la ideologia y que Gramsci debe ser ubicado en un contexto diferente. Lo que resulta enteramente nuevo en éles, la comprensién de la naturaleza material de la ideologia ydel hecho de que ésta constituye una practica materializadaen el interior de ciertos aparatos, cuyo papel practico-social es indispensable en todas las sociedades. Fl intuyé que esta practica consiste en la produccién de sujetos, pero no alcanz6 a formular esta intuicién tedricamente. Por lo demas, no debe olvidarse que Gramsci expres6 todas estas nuevas ideas en una forma ambigua, que hoy resulta anticuada porque, segiin decia- mos, la tinica tradicién intelectual a su alcance BB. QC I, p. 832, BB. QC I, p. 476. Gramsci y la realidad colombiana 203 que pudiera ayudarle en la elaboracién de una Problematica anti-economicista, era el histori. cismo de Croce. En todo caso, Gramsci jamds se Propuso elaborar una teorfa acabada de la ideo- logia y su pensamiento a este respecto no se pre- senta en forma sistemética. Con todo, parece posible afirmar que la problematica de Gramsci se anticip6 a Althusser en varios aspectos: en senia- Jar la naturaleza material de la ideologia, su exis- tencia como nivel necesario en todas las forma- ciones sociales y su funcién como productora de sujetos. Puntos todos que estén implicitos en Gramsci, si bien fue Althusser el primero en formu- larlos bajo la forma de una concepcién rigurosa. Una. concepcion no-reduccionista. Pero la con- tribucién de Gramsci a la teoria marxista de las ideologias no se limita a mostrar que éstas son realidades objetivas y operativas, tan reales como la economia misma, y que juegan un papel deci- sivo en todas las formaciones sociales. Tal con- cepcién apenas si superaria el primer aspecto del economicismo y podria coexistir con formas complicadas de reduccionismo. Ahora. bien, Gramsci no se contents con criticar simplemente la concepcién epifenomenalista; fue macho mas lejos y cuestioné la concepcién reduccionista que hacia de la ideologia una funcién de la posicion de clase de los sujetos. No cabe duda de que este constituye el aspecto mas importante y original de su contribucién. Pero infortunadamente es también el aspecto menos comprendido. De ahi que todas las posibilidades que él le abria al anali- sis marxista hayan quedado virtualmente sin desarrollarse. Hay que reconocer que este es un terreno bas- tante més dificil, porque Gramsci nuncapresentd a ts UU Gee ea US 204 Gramsci y la realidad colombiana icitamente la problematica anti-reduccio- musta, si bien esta existe, en la practice, en su particular concepcién de hegemonia. No obs- tante, antes de embarcarnos en el estudio de los textos que servirén como puntos de referencia, vale la pena recapitular brevemente los tres prin- cipios que inspiran la problemdtica reduccionista de la ideologfa, pues asi podremos marcar mas facilmente la diferencia existente entre esta con- cepcion y la de Gramsci, Los tres principios son estos: 1) Todos los sujetos son sujetos de clase. 2) Las clases sociales tienen sus propias ideo- jas paradigmaticas. 3) ‘Todos los elementos ideologicos tienen una necesaria connotacion de clase. fi El desacuerdo de Gramsci con el primer princi- pio salta a la vista. Segtin él, no puede identifi- carse a Jos sujetos de la accion politica con las clases sociales. Como hemos visto, los primeros son “voluntades colectivas” que obedecen a leyes especificas puesto que son la expresion politica de sistemas hegemdnicos creados a través de la ideologfa. En consecuencia, los sujetos (las clases sociales) que existen en el nivel econémico, no se duplican en el nivel politico; a este nivel se crean, en cambio, diferentes sujetos “inter-clases”. He aqui el rompimiento de Gramsci con el primer principio del reduccionismo, que le suministra la base tedrica necesaria para visualizar la hegemo- nia, no como wna mera alianza de clase sino como la creacién de una unidad superior en donde se fusionan quienes pertenezcan al bloque hegem6- nico, Sabemos que esta fusion se realizard a través de la ideologia, mas no cémo ni sobre qué bases. Aqui tendremos que responder al interrogante Gramsci y la realidad colombiana 205, que nos formulabamos antes: ;cémo puede crear- se una auténtica unidad ideologica entre grupos _ sociales distintos? Existen dos soluciones posibles a este pro- blema. La primera, es la nica que podria formu- larse desde la perspectiva de una problemdtica reduccionista de la ideologia —como lo ilustran los principios 2 y 3. Consiste en concebir esta unidad ideol6gica como la imposicién de la ideo- logia de clase del grupo principal sobre los grupos aliados. Esto leva a definir a una clase hegem6- nica como aquella que ha logrado obtener el con- senso ideol6gico de Jos otros grupos sobre la base del papel que su propia ideologia juega como ideo- logfa dominante, ya reducir la problematica dela hegemonia en Gramsci a un simple fenémeno de inculcaci6n ideolégica. Es el tipo de respuesta que Subyace, por ejemplo, en la interpretacién que Nicos Poulantzas hace de Ia hegemonia en Gramsci’. En la medida en que —argumenta Poulantzas— la hegemonia en Gramscise refiere a una situacién en donde Ia dominacién de clae implica una funcion de direccién a través de la cual se logra el consenso activo de la clase domi- nada, la nocién de hegemonia es semejante a la nocion de conciencia de clase-vision del mundo de Lukacs y semejante también, por lo tanto, ala problematica hegeliana del sujeto. Afirma Poulan- tzas que, de transponerse este tipo de problem4- tica al marxismo, se llegaria a la concepcién de que la clase es el sujeto de la historia, el principio genético totalizador de las instancias de una for- 87. Nicos Poulantzas, Political Power and Social Classes, NLB, Londres, 1973. 206 Gramsci y ta realidad colombiana maci6n social. En este contexto, “la ‘ideologia- conciencia-visién del mundo’ de la clase es vista como sujeto de la historia; vale decir, es la ideolo- gia de la clase hegeménica Ja que cimenta la uni- dad de una formacién, en la medida en que determina la adhesi6n de las clases dominadas en un determinado sistema de dominacién”’*, Seme- jante interpretacién del pensamiento gramsciano ‘s6lo es posible si uno identifica a la hegemonfa con la imposicién de la ideologia dominante —en- tendida aqui en el sentido lukacsiano de lavisién del mundo-conciencia de clase de la clase domi- nante—. Me parece que lo demostrado hasta ahora es suficiente para dejar en claro que ésta es una interpretaci6n totalmente incorrecta del pensa- miento de Gramsci, Interpretacién que le impide a Poulantzas aprehender todo el alcance de la concepcién de hegemonia en Gramsci y lo lleva a encontrar en ella elementos incoherentes, espe- cialmente en cuanto a la extensidn de esta con- cepcién a la estrategia del proletariado. Poulan- tzas rechaza esta extension pues ella implica “que una clase le impone a una formacién su propia vision del mundo y por consiguiente conquista de hecho el lugar de ja ideologia, dominante antes de conquistar el poder politico”. Gramsci no sélo sefiala la posibilidad de que una clase legue a ser hegeménica antes de la toma del poder, sino que lo considera necesario, {Puede hablarse realmente de incoherencia de su parte? Si asi fuera, esto afectaria seriamente el 38. Ibid, p. 138. 39. Ibid, p. 204. Gramsci y la realidad colombiana 207 conjunto de su obra, dada la importancia que esta concepcién tiene en su pensamiento. Por otra parte,

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