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DE LA GRACIA COMUN Y EL APORTE COMO SEMINARISTA

LEONARDO RAMOS CAGUA

GRACIA COMUN

SEMINARIO REFORMADO LATINOAMERICANO

MEDELLÍN, 07 DE OCTUBRE DEL 2019


DE LA GRACIA COMUN Y EL APORTE COMO SEMINARISTA

INTRODUCCION

I. Gracia común.
II. Participación en la gracia común.
A. En las relaciones personales.
B. En la vida civil.
C. En el cuidado del medio ambiente.

CONCLUSIÓN

BIBILIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN

La experiencia de vivir y estudiar en el seminario es muy grata y edificante, se recibe


información teológica en cantidades nunca antes recibida, a la vez que también se
tiene el privilegio de convivir con los demás hermanos, lo cual ayuda en la formación
del carácter; de otro lado, requiere de aunar muchos esfuerzos para lograr cumplir
con las responsabilidades académicas que están encaminadas en el crecimiento
teológico, académico, intelectual, gramatical, entre otras.

Todo este privilegio recibido redunda en el crecimiento del creyente, y su


responsabilidad, ante Dios, es poner en práctica lo aprendido, lo recibido, lo
asimilado, es decir, crecer y que también propenda por el crecimiento y bienestar
de los demás.

Pero, si por ahora se está dedicado solo al estudio, a un ritmo académico que le
demanda todo su tiempo, en términos de lunes a domingo, en la mayor parte de sus
horas activas, entonces, ¿cómo puede ser de bendición de gracia común a otros?
Y de otro lado, la carga académica puede hacerle creer que no es necesario ejercer
por este tiempo su piedad de forma que otros puedan ser beneficiados, pues
bastante tiene con recibir instrucción cristiana todo el tiempo, como queriendo decir,
ya he hecho mucho, he cumplido, es bastante.

Estos pensamientos y algunos otros pueden pasar por la mente de algún miembro
de un seminario teológico. De manera que nos dispondremos a meditar en que
forma puede el creyente, estudiante del seminario, ser de bendición a otros desde
el lugar donde permanece.
I. Gracia común

El vocablo gracia proviene del latín Gratia que significa benevolencia, favor o
beneficio que se recibe sin ningún tipo de merecimiento. Si le agregamos la palabra
común, entonces estaremos hablando que es un favor no merecido otorgado a
todas las personas o cosas sin ningún tipo de discriminación.

Es correcto y bíblico hacer una división o distinción de la raza humana partiendo de


la relación que tienen hacia Dios, ya bien aquellos que obedecen y se esfuerzan por
agradarlo, que son los justos, o bien los que están en contra de sus principios y
abiertamente se oponen a él, es decir, los impíos. Teniendo en cuenta esto
podremos hablar de que la gracia es común en los términos de que es otorgada a
estos dos tipos de personas, sin que haya ningún tipo de discriminación.

Esta gracia proviene de Dios hacia el hombre, y pone de manifiesto su gran amor,
bondad y amabilidad para con los seres humanos, su creación. Y esto es notable
en el sentido de que no importa la forma en que las personas se comporten hacia
su voluntad, pues hasta el más pecador y detractor recibe diariamente de sus
favores. Ahora, esto de que no depende de la forma de responder a los
mandamientos de Dios nos da el enfoque de que esta gracia no es salvadora, como
lo denota Wayne Grudem en su Teología sistemática “la gracia común no cambia el
corazón humano ni lleva a las personas al arrepentimiento genuino y a la fe, y, por
tanto, no puede salvar a las personas”. 1

En síntesis, y para definir el concepto de gracia común, se cita a Berkhof en su


Teología sistemática (543) “Se puede decir, en general, que cuando hablamos de
"gracia común", tenemos en mente una de dos cosas, (a) aquellas operaciones

1
Wayne Grudem, Teología sistemática (Miami: Editorial vida, 2007), 695.
generales del Espíritu Santo por medio de las cuales sin renovar el corazón, ejercita
tal influencia moral sobre el hombre, por medio de su revelación general o especial,
que el pecado queda refrenado, el orden en la vida social queda sostenido, y se
promueve la justicia civil; o (b) aquellas bendiciones generales, como la lluvia y el
fulgor del sol, el alimento y la bebida, el vestido y el techo, las cuales Dios imparte
a todos los hombres, en donde quiera, sin discriminación y en la medida que a Él le
parece buena”.2

II. Participación en la gracia común

Así como nuestro padre celestial manifiesta su gracia de forma que bendice y
favorece hasta al más impío, sus hijos, es decir, sus elegidos, deben imitarlo y hacer
lo mismo sin importar cuál sea la respuesta de los impíos a ellos, aun cuando no
merezcan el favor, porque, como se define, la gracia es inmerecida.

Hablando de los seminaristas, como aquellos que están en una continua formación
en su intelecto y su carácter, con el fin de que en el futuro sean hombres ministros
predicadores de la palabra y líderes de las iglesias, estos deben tomar conciencia
de su llamado en todo tiempo a ser de bendición a la sociedad, principalmente en
el avance del reino de Dios, pero también en cooperar para favorecer a la
humanidad, es decir, ayudar a regenerados y no regenerados, esto se puede
traducir como: ser de bendición de gracia común, ser de bendición a los demás en
los términos que no impliquen salvación, en otras palabras, ser de bendición en esta
tierra, ser de bendición temporal.

Y aunque en el pensamiento de algún seminarista pueda atisbar alguna idea de


posponer ser este tipo de gracia a los demás, debido a que su tiempo en el que

2
Louis Berkhof, Teología Sistemática (Grand Rapids: Libros Desafío, 1949), 543.
puede tener contacto con la sociedad es muy corto, y de esta manera no puede
contribuir, a pesar de ello, es posible ser de bendición a los demás, a la sociedad,
en las diferentes áreas, cultural, educativo, ambiental, político, civil, entre otras,
desde el seminario en su limitado tiempo.

Es importante meditar en la necesidad de ser gracia común en todo momento que


sea posible, y no solo cuando subjetivamente se juzgue ser el momento perfecto,
de forma que se puede caer en desobediencia a los mandatos de Dios por la
negligencia expresada en la falta de humildad al querer juzgar el momento oportuno.
La palabra de Dios, en Gálatas 6:10, insta a aprovechar las oportunidades de
favorecer a la humanidad: Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a
todos, y mayormente a los de la familia de la fe.

Teniendo en cuenta lo anterior, así se podrá ayudar a librar ese estigma que algunas
personas tienen del seminario, como que es una institución que no aporta al
creyente, como lo observa Coalición por el evangelio en su artículo ¿Qué tanto
necesito el seminario?: “La formación académica para el ministerio se puede llegar
incluso a menospreciar. Para algunos, el seminario es una pérdida de tiempo.
Algunos argumentan: “Mientras los seminaristas están especulando en las aulas,
hay almas muriendo en la calle”. Otros sienten una falta de confianza en las
instituciones académicas. Quizá conocen a alguien que ha salido del seminario peor
de lo que estaba cuando entró. Resumen su sentir con el siguiente refrán: «El
seminario es un cementerio»”.3

Observemos algunos aspectos en los cuales es posible cooperar en gracia común:

3
Coalición por el evangelio, Coalición, https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/que-tanto-
necesito-el-seminario/, último acceso 01 de octubre de 2019.
A. En las relaciones sociales

Es un buen estándar de medida para el creyente aquellas palabras del señor Jesús:
todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también
haced vosotros con ellos, de manera que se puede conocer de antemano si lo que
hará a su prójimo es bueno o malo. Las buenas relaciones con los seres humanos
son un mandamiento, y deben ser fundadas en amor no fingido sino sincero y
genuino, pues quien dice amar a Dios es necesario que ame a su prójimo, de lo
contrario esta engañado y el amor de Dios no está en él.

El seminarista comparte su mayor parte del tiempo con sus colegas hermanos, lo
que le facilita muchas oportunidades de ser de gracia común para ellos. Por un lado,
el manejar unas excelentes relaciones basadas en el respeto, el amor, y la
edificación, buscando en todo momento agradar a Dios, manteniendo
conversaciones donde se incluyan las agraciadas palabras buenos días, por favor,
gracias, hasta luego, con permiso, entre otras. Con esto logrará crear un ambiente
agradable que predispondrá a los demás para que hagan lo mismo, de modo que
sea un efecto multiplicador.

También, aunque en menor medida, el seminarista tiene contacto con personas no


regeneradas, donde debe estar dispuesto a serles de gracia común. En la calle,
procurando ser respetuoso y considerado, cediendo el paso a las personas
ancianas y en condición de discapacidad, en el transporte cediendo la silla a
personas en condición de necesitarla, dando ayuda a quienes lo necesitan en
términos de ayuda económica o fuerza para levantar o llevar algo. En todo
momento, pronunciando palabras de respeto, que a todo ser humano agrada. Todo
esto redundará en que las personas no vivan alteradas sino a gusto, pues el
ambiente social de colaboración, ayuda, y altruismo permite respirar un aire de
calma y confianza. Entonces, no se debe subestimar los pequeños y repetidos
esfuerzos que se puedan realizar, ya que estos pueden ser base de una
transformación cultural.

B. En la vida civil

El seminarista como creyente está llamado a guardar el orden establecido por Dios
por medio de la autoridad del gobierno. La palabra de Dios en la carta a Tito 3:1
dice: recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan,
que estén dispuestos a toda buena obra. Mediante el orden establecido por el
gobierno Dios permite que sea posible la vida en sociedad, regulando todos los
ámbitos de la vida, por lo cual es deber de todo creyente acatar a la autoridad como
a Dios mismo.

El seminarista puede ser de gracia común en este ámbito teniendo conductas y


costumbres que ayuden a establecer el orden, y evitando ir en contra de las leyes
establecidas, ya que todo esto redunda en el bien de todos.

Una buena costumbre, en el claustro educativo, es evitar acciones que perturben la


tranquilidad de los vecinos, ya sea conversaciones con alto tono de voz, bullicio,
gritería, música a alto volumen, y más si se trata de horas de la noche.

En la calle, respetar las vías vehiculares y de bicicletas prefiriendo utilizar los


andenes peatonales, respetar el paso de los semáforos, no botar basura a la calle
o a los ríos, cuidar los bienes públicos, entre otros.

En cuanto al respeto a las leyes impuestas, el seminarista, debe puede contribuir


de gracia común al tener cuidado y comprar en establecimientos que cumplan con
la normatividad comercial legal a pesar de que esto resulte en un costo más alto.
En concordancia a lo anterior, debe evitar la reproducción no permitida de aquellas
obras que están protegidas por derecho de autor. Al hacer esto contribuye a que se
paguen los impuestos correspondientes, los cuales luego serán, en parte, invertidos
en el bienestar de los ciudadanos.

C. En el cuidado del medio ambiente

El cuidado del medio ambiente es preservar la creación que Dios puso en manos
del ser humano, como lo evidencia el salmo 8:6 le hiciste señorear sobre las obras
de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies. El mundo en el que se vive ha
sido dado como un regalo, y del cuidado que se le dé, así mismo se disfrutará de él
en los días venideros, y se le dejará un lugar hermoso para vivir a las generaciones
por venir.

El seminarista puede ser de gracia común a la sociedad tomando conciencia de lo


importante de cuidar lo que Dios le ha encargado al hombre, y actuando en pro de
la conservación de la creación.

Una forma de contribuir desde el seminario es haciendo un uso racional del agua y
de la energía, de manera que evite los gastos innecesarios, de balde, pues así logra
que los recursos no renovables lleguen a más personas y puedan también disfrutar
de ellos. El tema del agua es de preocupación, pues es un recurso natural vital para
la existencia de los seres vivos, además es esencial para el desarrollo de la
sociedad en cuanto al desenvolvimiento de las diferentes actividades económicas
como la agricultura, industria, servicios, minería, generación de energía, entre otras.
El desperdicio del preciado líquido es de cifras sorprendentes. El diario El nuevo
siglo en su artículo Panorama del agua en Colombia: retos y acciones, comenta:
“según el Centro de educación ambiental para el desarrollo sostenible de la
Universidad de la Sabana, en el país el 43% del agua potable se desperdicia por la
baja concientización en el ahorro del recurso y las malas prácticas operativas de las
empresas”.4

Otra forma es darle un destino separado, en la fuente, a los residuos de manera que
pueda dársele un aprovechamiento por medio del reciclaje. Esto es bastante
importante porque los residuos que pueden ser aprovechados y no se aprovechan,
pasan a conformar una más de las toneladas de desperdicios que están inundando
las calles, los rellenos sanitarios, los ríos, y finalmente los océanos. Las cifras son
abrumadoras y preocupantes; el diario la Republica lo registra así: “Actualmente, en
Colombia se generan aproximadamente 11,6 millones de toneladas de residuos
sólidos al año. De estos, cerca de 40% podrían aprovecharse, pero según la Misión
de Crecimiento Verde del Departamento Nacional de Planeación (DNP), solamente
se recicla alrededor de 17%. Además, las autoridades estiman que, si el consumo
de los colombianos se mantiene al ritmo vigente, la generación de residuos
aumentará 20% en los próximos 10 años”.5

Obrando en correspondencia a lo planteado se espera ser de bendición a los


demás, pues estos esfuerzos buscan la sostenibilidad de un medio ambiente sano
que se pueda disfrutar, y que nos brinde los recursos necesarios para nuestra
existencia. Todo esto, no solo en el marco de la responsabilidad ante los demás,
sino la responsabilidad ante el verdadero dueño, Dios, quien nos ha entregado el
mundo para que ejerzamos una responsable mayordomía.

4
El Nuevo Siglo, Nuevo Siglo, https://elnuevosiglo.com.co/articulos/08-2019-panorama-del-agua-en-
colombia-retos-y-acciones, último acceso 07 de octubre de 2019.
5
La Republica, República, https://www.larepublica.co/responsabilidad-social/colombia-podria-aprovechar-
cerca-de-40-de-los-116-millones-de-toneladas-de-residuos-que-genera-al-ano-2813141, último acceso 01 de
octubre de 2019.
CONCLUSIÓN

El seminarista, aunque aislado temporalmente de algunos aspectos sociales, tiene


la oportunidad de ser de gracia común para los demás. Es su responsabilidad
responder correctamente al llamado que ha sido objeto, afinando su conciencia para
poder identificar las formas y momentos en los que puede ser de beneficio para
otros, primeramente, en lo espiritual, pero también en lo material y temporal. No es
aceptable decir que nunca los esfuerzos pequeños tienen provecho, pues es de allí
donde puede surgir una cultura transformadora que contagie a otros. Ser de gracia
común es posible en la medida de que se esmere por cumplir con los mandamientos
de Dios.
BIBLIOGRAFÍA

 Berkhof, Louis. Teología Sistemática. Grand Rapids: Libros Desafío, 1949.

 Coalición por el evangelio. Coalición.


https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/que-tanto-necesito-el-
seminario/, Último acceso 01 de octubre de 2019.
 De Reina, Casiodoro, y Cipriano de Valera. Santa Biblia. Madrid: Sociedades
bíblicas unidas, 2017.
 El Nuevo Siglo. Nuevo Siglo. https://elnuevosiglo.com.co/articulos/08-2019-
panorama-del-agua-en-colombia-retos-y-acciones, último acceso 07 de
octubre de 2019.
 Grudem, Wayne. Teología sistemática. Miami: Editorial vida, 2007.
 La Republica. República. https://www.larepublica.co/responsabilidad-
social/colombia-podria-aprovechar-cerca-de-40-de-los-116-millones-de-
toneladas-de-residuos-que-genera-al-ano-2813141, último acceso 01 de
octubre de 2019.

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