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PUBLICACIONES PROFORME
Buenos Aires 2009
Elias, Noemí Marta
Educación cristiana integral. - 1a ed. - Buenos Aires : Publicaciones Proforme,
2009.
283 p. ; 22x15 cm. - (Programa de Formación. Ministerial por Extensión / Pablo
Deiros)
ISBN 978-987-1689-00-2
Contactos:
INTRODUCCIÓN GENERAL................................
GENERAL ................................................................
.......................................................................
.......................................15
....... 15
BJ Biblia de Jerusalén.
Gr. The Greek New Testament. 3ra. ed. United Bible Societies.
RVR Santa Biblia, versión Reina-Valera, revisión 1960.
RV95 Santa Biblia, versión Reina-Valera, revisión 1995.
BA Biblia de las Américas.
VP Dios habla hoy, versión popular.
Libros de la Biblia
Antiguo Testamento
Génesis Gn. 2 Crónicas 2 Cr. Daniel Dn.
Éxodo Éx. Esdras Esd. Oseas Os.
Levítico Lv. Nehemías Neh. Joel Jl.
Números Nm. Ester Est. Amós Am.
Deuteronomio Dt. Job Job Abdías Abd.
Josué Jos. Salmos Sal. Jonás Jon.
Jueces Jue. Proverbios Pr. Miqueas Mi.
Rut Rt. Eclesiastés Ec. Nahum Nah.
1 Samuel 1 S. Cantares Cnt. Habacuc Hab.
2 Samuel 2 S. Isaías Is. Sofonías Sof.
1 Reyes 1 R. Jeremías Jer. Hageo Hag.
2 Reyes 2 R. Lamentaciones Lm. Zacarías Zac.
1 Crónicas 1 Cr. Ezequiel Ez. Malaquías Mal.
Nuevo Testamento
Mateo Mt. Efesios Ef. Hebreos He.
Marcos Mr. Filipenses Fil. Santiago Stg.
Lucas Lc. Colosenses Col. 1 Pedro 1 P.
Juan Jn. 1 Tesalonicenses 1 Ts. 2 Pedro 2 P.
Hechos Hch. 2 Tesalonicenses 2 Ts. 1 Juan 1 Jn.
Romanos Ro. 1 Timoteo 1 Ti. 2 Juan 2 Jn.
1 Corintios 1 Co. 2 Timoteo 2 Ti. 3 Juan 3 Jn.
2 Corintios 2 Co. Tito Tit. Judas Jud.
Gálatas Gá. Filemón Flm. Apocalipsis Ap.
Este libro ha sido diseñado y escrito especialmente para cumplir con los re-
quisitos y orientaciones del Programa de Formación Ministerial por Extensión
(PROFORME) del Seminario Internacional. El texto contiene los contenidos
esenciales del programa de trabajo propuesto al discípulo, como medio para al-
canzar los objetivos del curso Educación cristiana integral. El discípulo será res-
ponsable de la lectura cuidadosa del texto y los pasajes bíblicos indicados. Los
ejercicios preferentemente no deberán ser hechos en el estudio personal, sino que
se completarán en clase, bajo la guía del instructor o tutor. El discípulo sí es res-
ponsable por el cumplimiento de las tareas para el hogar que figuran al final del
libro, y que el maestro o tutor asignará a lo largo del curso. El cumplimiento ade-
cuado de las lecturas, los ejercicios y las tareas del hogar podrán ser usados como
elementos para la obtención de créditos académicos, junto con la asistencia a cla-
se.
El lector notará que con frecuencia se citan a diversos autores que han escrito
sobre el tema del evangelio del reino a la luz de las parábolas. Las citas transcrip-
tas son el resultado de una cuidadosa selección de materiales, hecha con el propó-
sito de dar oportunidad al discípulo de tomar contacto con la literatura que el au-
tor mismo ha utilizado para su estudio personal del tema. De este modo, estas
citas pueden ser útiles para ilustrar, ampliar, aclarar y fundamentar los conceptos
desarrollados en este libro de texto. A su vez, las fuentes están indicadas como
notas al pie de página, para que el lector pueda referirse a ellas en caso de tener
interés en profundizar el tema. Al final del libro se incluye una bibliografía, que
no es exhaustiva pero presenta los materiales publicados más importantes espe-
cialmente en lengua castellana sobre el tema que trata el libro.
El maestro o tutor actuará en clase como moderador en el repaso del conteni-
do del libro, la realización de los ejercicios, y la asignación de las tareas para el
hogar. Se sugiere que el maestro o tutor no dicte clases a la manera tradicional,
sino que procure cumplir el papel de dinamizador de la discusión y el diálogo
alrededor de los contenidos del libro. Para ello, deberá estar preparado para res-
ponder a las preguntas de los discípulos, especialmente para aplicar a las situa-
12 – Educación cristiana integral
A estas alturas, tal vez consideremos que esto cambia no sólo la forma de or-
ganización de la tarea, sino también el perfil del docente. Y así es, ya que ambos
se ven afectados por un compromiso mucho más amplio e integral, que supone no
sólo abordajes más completos de los temas, sino una creatividad permanente y
personalizada, a fin de aplicar a cada grupo los estímulos más apropiados en rela-
ción con sus propias necesidades. Lo que también se ve sensiblemente modifica-
do es el asunto de los plazos. Esto significa que ya no podremos abordar un con-
tenido nuevo por encuentro, sino que deberemos privilegiar el verdadero aprendi-
zaje. Esto se hará considerando en cada caso el tiempo necesario para que, ade-
más de la transmisión de la información que sostenemos como indispensable, se
atienda a la ejercitación de los instrumentos, la verificación de las adquisiciones
de la práctica y el avance en el campo de las actitudes.
Como veremos, este es un desafío permanente, que requiere de personas real-
mente llamadas por el Señor. Es inútil presentarse sin ser convocado, pues sin la
participación del Espíritu Santo la labor docente carecerá de significado. Manos a
la obra, entonces, a verificar el llamado y a abordar la lectura de este material con
mente amplia y corazón dispuesto a una tarea considerada por el mismo Jesús
como fundamental en el programa del reino de Dios. Él la incluyó, en Mateo
28.20, entre los contenidos ineludibles de la misión de la iglesia.
Concebimos este libro, considerando la necesidad que tenemos de una educa-
ción cristiana de corte integral. Una educación cristiana así no sólo nos pondrá en
las manos muletas metodológicas, que nos librarán de vernos impedidos de fun-
damentar nuestra práctica por falta de elementos teóricos, sino que también nos
ayudará a estar formados para seleccionar con buen criterio los recursos diversos
que emplearemos, adecuándolos a las necesidades reales de cada grupo.
Deseamos que esta obra sea un disparador para el desarrollo de un pensamien-
to educativo, que vaya perfeccionándose a lo largo del tiempo con la participa-
ción de diversos actores. Más que lo que está plasmado aquí, nos interesa lo que
pueda crecer a partir del debate sincero y el aporte permanente de los interesados.
Sin ninguna duda, el Señor Jesús ha sido a lo largo de los tiempos, el modelo
más completo e indiscutible del deber ser de un docente cristiano. Analizando sus
presentaciones y la actitud que ponía de manifiesto en su tarea docente podemos
advertir el empleo de diversas metodologías facilitadoras, que le permitieron al-
canzar con sus enseñanzas, al gran número de personas que lo seguían. Conside-
remos que en solo tres años, el Maestro logró enseñar su doctrina a algunos agen-
tes multiplicadores, quienes fueron realizando con fidelidad la tarea de propagarla
eficazmente hasta nuestros días.
Desde la antigüedad, el ser humano ha intentado a través de diversas investi-
gaciones, comprender la dinámica del aprendizaje a fin de mejorar la enseñanza.
Es así como han surgido diversas corrientes teóricas, que dependiendo de las ne-
cesidades que las movían y los recursos con los que se contaban, han orientado de
diversas formas su pensamiento en relación con la educación y su manera de op-
timizar los resultados.
Entendemos y sostenemos que el ámbito de la educación cristiana es mucho
más delicado y comprometido que cualquier otro, ya que lo que debemos perse-
guir es la instalación de quien se educa, en el reino de Dios y su justicia. También
pretendemos estimular convicciones firmes de compromiso personal a partir del
conocimiento, todo lo cual deberá ser un propósito permanente en todo nuestro
accionar. Ahora, que la persona conozca, comprenda, piense, exprese y viva de
acuerdo con la propuesta de Cristo, demandará trabajar con equilibrio y buen cri-
terio, no sólo en el área intelectual, sino también en relación con los procedimien-
tos y las actitudes que completarán esa coherencia recién mencionada.
Entonces, será preciso que el perfil de este docente cristiano cambie de forma
notoria. Ya no será un mero transmisor de conocimientos. A esto deberá agregar
su condición de colaborador eficaz a la hora de seleccionar y emplear herramien-
tas que sean útiles, a fin de transformar en algo práctico aquellos conceptos in-
corporados.
Pero aun mayor es el desafío que se agrega, cuando entendemos que todo esto
debe ser atravesado por comportamientos deseables, que no pueden quedar libra-
16 – Educación cristiana integral
dos al azar, sino que serán estimulados en forma permanente a fin de completar la
misión cristiana real.
El evangelio nos propone un modo de vida. No es posible reducirlo a una me-
ra cuestión teórica. Nuestra misión docente cristiana no se agota en la informa-
ción. Debe alcanzar también a estimular convenientemente el ejercicio de vida
cotidiano. Por lo tanto, el conocimiento será el recurso propicio para alimentar
vidas comprometidas con su elección, la cual, sólo así, se sostendrá a lo largo del
tiempo.
Por lo dicho, creemos que los educadores cristianos debemos recurrir a los
múltiples y variados recursos que las ciencias de la educación proponen, a fin de
realizar nuestra tarea con economía de tiempo y esfuerzos. Pero estas ciencias
deberán siempre ser filtradas por la Palabra de Dios. No todo lo propuesto por las
ciencias de la educación, aunque muy bien dicho, es acorde con la preciosa vo-
luntad del Padre. Por eso, cristianos comprometidos y conocedores de las ense-
ñanzas bíblicas, llamados por el Señor y entrenados en las técnicas facilitadoras,
serán sumamente útiles en la maravillosa tarea de educar para la vida plena que
Jesús quiere para todo ser humano.
ciencias y algunas otras aportan diversas y valiosas miradas, que hoy en día los
educadores apreciamos.
Bases bíblicas
Proverbios
Proverbios 4.1-
4.1-9: “Escuchen, hijos, la corrección de un padre; dispón-
ganse a adquirir inteligencia. Yo les brindo buenas enseñanzas, así que
no abandonen mi instrucción. Cuando yo era pequeño y vivía con mi pa-
dre, cuando era el niño consentido de mi madre, mi padre me instruyó de
esta manera: ‘Aférrate de corazón a mis palabras; obedece mis manda-
mientos, y vivirás. Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no olvides
mis palabras ni te apartes de ellas. No abandones nunca a la sabiduría, y
ella te protegerá; ámala, y ella te cuidará. La sabiduría es lo primero.
¡Adquiere sabiduría! Por sobre todas las cosas, adquiere discernimiento.
Estima a la sabiduría, y ella te exaltará; abrázala, y ella te honrará; te
pondrá en la cabeza una hermosa diadema; te obsequiará una bella coro-
na’.”
tiempos hasta hoy. Pero esta manera de hacer educación cristiana no encierra el
único compromiso educativo de la iglesia. Además, por lo extenso de este com-
promiso, será conveniente que la coordinación general esté a cargo de una misma
persona. Más adelante, ampliaremos el tema del ministerio educativo formal que
la iglesia debe desarrollar, más allá de que considere a la escuela dominical como
una propuesta a superar.
Éxodo 18.13-
18.13-23: “Al día siguiente, Moisés ocupó su lugar como juez del
pueblo, y los israelitas estuvieron de pie ante Moisés desde la mañana
hasta la noche. Cuando su suegro vio cómo procedía Moisés con el pue-
blo, le dijo: —¡Pero qué es lo que haces con esta gente! ¡Cómo es que
Algunos alcances de la educación cristiana – 23
sólo tú te sientas, mientras todo este pueblo se queda de pie ante ti desde
la mañana hasta la noche? –Es que el pueblo viene a verme para consul-
tar a Dios –le contestó Moisés—. Cuando tienen algún problema, me lo
traen a mí para que yo dicte sentencia entre las dos partes. Además, les
doy a conocer las leyes y las enseñanzas de Dios. –No está bien lo que
estás haciendo –le respondió su suegro—, pues te cansas tú y se cansa la
gente que te acompaña. La tarea es demasiado pesada para ti; no la pue-
des desempeñar tú solo. Oye bien el consejo que voy a darte, y que Dios
te ayude. Tú debes representar al pueblo ante Dios y presentarle los pro-
blemas que ellos tienen. A ellos los debes instruir en las leyes y en las
enseñanzas de Dios, y darles a conocer la conducta que deben llevar y
las obligaciones que deben cumplir. Elige tú mismo entre el pueblo
hombres capaces y temerosos de Dios, que amen la verdad y aborrezcan
las ganancias mal habidas, y desígnalos jefes de mil, de cien, de cincuen-
ta y de diez personas. Serán ellos los que funjan como jueces de tiempo
completo, atendiendo los casos sencillos, y los casos difíciles te los trae-
rán a ti. Eso te aligerará la carga, porque te ayudarán a llevarla. Si pones
esto en práctica y Dios así te lo ordena, podrás aguantar; el pueblo, por
su parte, se irá a casa satisfecho.”
24 – Educación cristiana integral
Este es, tal vez, el espacio más representativo de la educación cristiana formal
en la iglesia local. Esta estructura anticipa los contenidos organizándolos, gene-
ralmente a través de algún material, el cual debe ser, a su vez, seleccionado te-
niendo en cuenta las necesidades de los alumnos. Sería ideal que esta estructura
se utilizara de manera completa. Generalmente, los materiales para este tipo de
actividad son pensados para completar los temas ejes en alrededor de tres años.
Estos temas responden a un currículo, que se formula a partir de los contenidos
básicos, que se supone el creyente debe conocer. Por eso es tan importante que
llevemos hasta el final dicho currículo. Si no continuamos con el material curricu-
lado, el proceso se verá interrumpido y la formación será incompleta. Hablando
de materiales, es importante recordar que estos no son ni buenos ni malos. En
todo caso, podrían ser más o menos adecuados a nuestra necesidad. Pero eso de-
pende de quién los elige y cuán consecuentemente los usa.
En la actualidad, muchas iglesias han prescindido de sus escuelas de educa-
ción cristiana o escuelas dominicales. Algunos coinciden en considerar el formato
como propio de otra época. Si es así, deben recordar que lo que no debe faltar es
un espacio formalizador de la educación cristiana, graduado por edades, que al-
cance a todos los integrantes de la comunidad de la iglesia local, y que asegure la
adquisición de los conocimientos bíblicos fundamentales.
En algunos casos, el espacio educativo al que nos referimos se ha reemplaza-
do por el trabajo celular o en pequeños grupos. Esto atiende a otra muy importan-
te necesidad de la iglesia y, bien realizado, es un instrumento significativo de
discipulado y conservación. Pero, lamentablemente, no cumple en forma comple-
ta con el objetivo de la educación cristiana formal. En Mateo 28.18-20, el mismo
Señor Jesucristo instala dos tareas diferentes, aunque ambas son educativas. En el
versículo 19, dice que discipulemos, es decir, que lo presentemos a él y a su obra
redentora. Pero en el versículo 20 completa la propuesta diciendo que enseñemos
el resto de la Palabra, colaborando en radicar a las personas en el reino de Dios y
su justicia. Cuando sólo presentamos al Señor y nos conformamos con que la
persona haya recibido a Dios en su corazón, en realidad hemos cumplido apenas
con la primera parte de la propuesta. Sólo cuando acompañamos su crecimiento
integral enseñándole cuáles son los principios de vida establecidos por el Señor
en su Palabra, estamos acercándonos al cumplimiento de la segunda parte, porque
sólo así contribuimos a radicarlos en la justicia de Dios. Conociendo la voluntad
de Dios serán capaces, a su vez, de elegir voluntariamente el camino en forma
autónoma, haciéndose plenamente responsables delante de Dios de cada elección
que hagan (Jn. 3.21; 8.32).
26 – Educación cristiana integral
1
Gordon Crosby, “Un llamado al carisma,” citado en Marlene LeFever, Métodos creativos
de enseñanza (Miami: Editorial Patmos, 2004), 58.
Algunos alcances de la educación cristiana – 27
bíblica, recreación y música. De este modo, los niños, que han dejado la escuela
por sus vacaciones, encontrarán un espacio que los acerque a la vida de la iglesia.
Al cabo de los diez encuentros se realizará un programa de clausura, en el marco
de una reunión de la iglesia, durante la escuela dominical o un encuentro alterna-
tivo. La mayoría de los niños se asociarán a esta actividad al concluir las dos se-
manas.
Brigadas
Esta es una propuesta para la formación cristiana de niños, que busca el desa-
rrollo de la vida cristiana a través de la experiencia. Esta estructura promueve una
visión misionera y estimula la inserción a la vida de la iglesia de manera activa.
La idea central de esta propuesta es la de una estructura militar. La coordinación
general del trabajo estará a cargo de una persona a la que llamaremos Capitán.
La organización de las brigadas. El grupo total de niños de 7 a 14 años, se re-
partirá por edades en cuatro brigadas, las cuales contarán con un jefe cada una.
Este jefe desarrollará tareas de orientación y liderazgo espontáneo. También se
ocupará preferencialmente de aquellas cuestiones que tengan que ver con la con-
ducta de los niños, tanto grupal como individual, llevándolos a reflexionar sobre
su propio accionar. Destacamos que no se trata de una actividad formalizada a
través de un plan, sino de un actuar sobre la misma realidad intentando mejorarla
a través de la reflexión y a la luz de la Palabra de Dios.
Los niños se agruparán en las brigadas según sus edades, es decir, de 7 a 8 años,
de 9 a10 años, de 11 a 12 años y de 13 a 14 años.
En cuanto a los Oficiales de Base, estos son los encargados de llevar a cabo el
aspecto formal de la tarea. Los niños, que estarán acompañados siempre por su
jefe, transitarán por las bases para llevar a cabo las tareas de estudio que a través
de la metodología de taller se les planteará. Destacamos que en esta propuesta son
los alumnos quienes rotan y no los oficiales o maestros. Los grupos rotan por sólo
dos bases por encuentro y esa rotación se articula considerando que siempre ten-
gan una propuesta espiritual y otra lúdico-recreativa. El término lúdico se refiere
al juego. La permanencia de un mismo grupo en cada base se extiende por dos
meses, luego de los cuales cada brigada rotará hacia las que no haya transitado.
Círculos
La medida o el metro patrón dispuesto por Dios para mostrar el deber ser a ese
pequeño que confía en su modelo del adulto más cercano a él afectivamente. En
cuanto a la iglesia, debemos decir que a través de sus organizaciones educativas,
ella es la formalizadora de algunos saberes. A diferencia de la familia, la iglesia
anticipa, a través de un plan, lo que enseñará y recorta este plan de un total de
temas y lo adecua pedagógicamente a la edad del alumno y a sus necesidades.
Ahora bien, el accionar de la iglesia es, desde lo visto, de suma importancia
para la formación cristiana de las personas. Sin embargo, su oportunidad se ve
limitada a una hora por semana y luego el alumno se enfrentará a la vida que
construye entre personas de todo tipo. ¿Cómo pensar que ese pobre estímulo pue-
de neutralizar el bombardeo mediático y los aportes de sus compañeros de escue-
la, entre muchos otros estímulos? Recordemos también que la educación es un
proceso y como tal es permanente. Todo el tiempo estamos aprendiendo de los
que nos educan intencionalmente y de los que no, de los que lo hacen a través de
principios sanos y de los que no.
La televisión educa aunque pretenda sólo entretener. El potrero y el picado de
fútbol educan. La calle también lo hace. La influencia de diversas personas va
dando forma a nuestro pensar y accionar a lo largo de toda nuestra vida. Enton-
ces, ¿cómo luchar con una fuerza tan poderosa y contradictoria? Déjame decirte
que si el ejercicio docente cristiano se concibe como un estar en la clase, contar la
2
Franz Kafka, “Carta a su padre,” citado en Eva Giberti, Escuela para padres, vol. 1
(Buenos Aires: ESECE Editora, 1967), 181.
32 – Educación cristiana integral
Visitas periódicas a todos los alumnos. Sabemos que éste es un punto delica-
do. El vértigo de la sociedad postmoderna en que vivimos, nos hace creer que
esto es imposible, por nuestra falta de tiempo. Pero analicemos la cuestión con
cuidado. ¿Es imposible separar, como ofrenda al Señor, unas tres horas de un día
sábado al mes para esta tarea?
Hay múltiples maneras en que se pueden organizar estas visitas periódicas a
los alumnos. Se pueden agrupar las visitas por proximidad de direcciones. Se
puede orar para que Dios te llene de su sabiduría y gracia para hacer de la visita
un tiempo productivo. Además, es necesario entender que se trata de visitar a tu
alumno y no a su familia ni a sus padres, aunque sean tus mejores amigos. Para
ello será bueno tener con él una charla sobre cuestiones cotidianas y de su interés;
alentarlo estimulando sus fortalezas; y orar con él animándolo a confiar en el Se-
ñor. No prejuzgues las posibilidades de tus alumnos ni de ninguna otra persona.
Lo que aparentemente es imposible para el ser humano es posible en las manos de
Dios. Recuerda que hablamos del Dios que armó un equipo para guiar a su pueblo
a través del desierto y que el líder máximo, Moisés, era tartamudo, por lo cual
necesitó que su hermano Aarón fuera su vocero. ¿Por qué el Señor no nombró
directamente a Aarón como conductor? Evidentemente no estaba en sus propósi-
tos. Pero, además, a través de este ejemplo, el Señor nos enseña la importancia de
los equipos de trabajo.
Es importante que no ocupes mucho tiempo en la visita; sólo el que sientas
que es necesario en cada caso. Tal vez no logres ver a todos tus alumnos, pero
podrás completar la tarea en los días siguientes. Además, recuerda de visitar a
todos tus alumnos y no sólo a los remisos, ya que esto puede ser visto como una
Algunos alcances de la educación cristiana – 33
injusticia por el resto del grupo. Tu visita debe ser apreciada como un regalo.
Hazlo, pues, como una ofrenda de amor y verás el resultado sorprendente que
produce.
Otro recurso valioso. Cuando por alguna razón no es posible la visita personal
al alumno, cartitas cariñosas enviadas por diversos medios, generalmente un ami-
go que vive cerca, nos puede ayudar en la comunicación de afecto con él. Este es
un mimo que siempre se valora. Sin duda, un valioso aporte de la tecnología mo-
derna es, entre otros, el teléfono y especialmente el e-mail. Aprovecha estos re-
cursos para la gloria de Dios y la bendición de tus discípulos.
Beatriz Fainholc:
Fainholc “Con el fin de esclarecer este panorama complejo, será
conveniente que categoricemos el fenómeno educación tal como se nos
brinda en la realidad, es decir, en la incesante interacción de estas tres
modalidades:
1. Educación informal: se alude al proceso que se da a lo largo de la vida
a través del cual el sujeto adquiere actitudes, valores, destrezas y cono-
cimientos por la experiencia diaria y fuentes de su entorno (familiares,
vecinos, medios masivos de comunicación social, etc.) Se trata de un
proceso no sistematizado ni organizado.
2. Educación formal: se apunta al proceso educativo jerárquicamente es-
tructurado y cronológicamente graduado, donde se da una programación
especializada a cargo de profesionales técnicamente capacitados.
3. Educación no formal: se focaliza cualquier actividad educativa orga-
nizada fuera del sistema formal establecido, con objetivos identificables
de aprendizaje. Muchos autores, entre ellos Harbison, la consideran co-
mo residual, es decir, como la totalidad de habilidades y conocimientos
generados fuera de las escuelas.”3
3
Beatriz Fainholc, Introducción a la sociología de la educación (Buenos Aires: Humani-
tas, 1979), 73.
Algunos alcances de la educación cristiana – 35
¿Hasta qué punto éste fue el método de educación que aplicó Jesús? En cada
oportunidad que la Biblia nos muestra a Jesús enseñando, podemos descubrir que
4
Edgar Faure, Aprender a ser: la educación del futuro (Madrid: Alianza/UNESCO, 1973).
36 – Educación cristiana integral
Lo que tan claramente explican estos autores, en realidad nos demuestra que
cada persona única se apropia del conocimiento de una forma también única, de-
pendiendo de esos delicados y siempre diferentes condicionamientos. Esta es la
razón por la cual la acción grupal del docente, tiene que ser compensada y guiada
por una firme decisión de conocer cada día un poco más y mejor a cada uno de
sus alumnos, a fin de ofrecer siempre estímulos significativos. En relación con
esto, recuerda que no importa su edad, si el alumno es pequeño o un adulto ma-
yor, necesita dedicación personalizada. Jesús es siempre adecuado en su trato con
nosotros porque nos conoce bien. Imítalo con tus preciosos alumnos.
Los Evangelios nos hablan elocuentemente de Jesús y este aspecto de su tarea
docente. Hay, entre otros, dos claros ejemplos en la Biblia, que nos muestran a
Jesús aplicando los principios antes mencionados. El primero de estos ejemplos lo
tomamos de Lucas 13.10-13. Notemos como el mismo Señor, a pesar de estar en
medio de lo que podríamos definir como una clase formal, la interrumpe para
resolver algo que no podía esperar más, y lo hace actuando desde otro rol, a fin de
traer paz a una mujer en serias dificultades. Nos interesa destacar, además, la
habilidad perfecta con que el Señor Jesús, articulaba la interdisciplinariedad, ya
que en este caso actúa como maestro y como sanador de la mujer.
Lucas 13.10-
13.10-13:
13 “Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sina-
gogas, y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba die-
ciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía ende-
rezarse. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: —Mujer, quedas libre de
5
Horacio A. Ferreyra y Graciela B. Pedrazzi, Teorías y enfoques psicoeducativos del
aprendizaje: aportes conceptuales (México: Ediciones Novedades Educativas, 2007),130.
Algunos alcances de la educación cristiana – 37
Mateo 9.18-
9.18-26:
26 “Mientras él les decía esto, un dirigente judío llegó, se
arrodilló delante de él y le dijo: —Mi hija acaba de morir. Pero ven y
pon tu mano sobre ella, y vivirá. Jesús se levantó y fue con él, acompa-
ñado de sus discípulos. En esto, una mujer que hacía doce años padecía
de hemorragias se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto. Pen-
saba: ‘Si al menos logro tocar su manto, quedaré sana.’ Jesús se dio
vuelta, la vio y le dijo: —¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado. Y la mujer
quedó sana en aquel momento. Cuando Jesús entró en la casa del diri-
gente y vio a los flautistas y el alboroto de la gente, les dijo: —Váyanse.
La niña no está muerta sino dormida. Entonces empezaron a burlarse de
él. Pero cuando se les hizo salir, entró él, tomó de la mano a la niña, y
ésta se levantó. La noticia se divulgó por toda aquella región.”
Todos los docentes saben poner en palabras lo que va primero, pero un buen
docente sabe aplicar a sus prácticas lo que va primero.
SU PERFIL
Cuando el Señor Jesús se detenía en los caminos, junto a los ríos o al mar, la
multitud lo rodeaba para escucharle. Los Evangelios nos recuerdan que “él les
enseñaba” (Mr. 2.13). Ese Maestro de maestros, ese modelo activo e incuestiona-
ble hasta hoy, enseñaba a un público sumamente heterogéneo y ellos aprendían.
Al reflexionar de este modo, no puedo menos que sentir una profunda admiración
por el ejercicio docente de Cristo, por su capacidad especial para conducir los
aprendizajes de quienes multiplicarían su enseñanza hasta el fin de los tiempos.
En medio de esta reflexión, me conmuevo al comprender que tantos hermanos
y yo misma, hemos sido convocados por el Señor para revistar a su servicio sien-
40 – Educación cristiana integral
Llamamiento
Preparación
Jesús no buscó a sus discípulos entre los aparentemente más capacitados, pero
enseguida de llamarlos los preparó. Como ya dijimos, nadie podrá ser útil en la
tarea docente cristiana sin un llamado, pero tampoco lo será quien no se prepare
con esfuerzo constante. Es común escuchar decir a algunas personas, frente a los
errores que se cometen por negligencia: --Bueno, total es para el Señor. Quere-
mos pensar que lo que desean expresar es que un Dios perfecto comprende y per-
42 – Educación cristiana integral
dona el error humano. De todos modos, esto no nos parece válido, ya que justa-
mente como es para el Señor no debemos conformarnos con la mediocridad, sino
que debemos ofrecerle siempre lo mejor.
Ahora una palabra para aquellos que hemos tenido oportunidades de preparar-
nos como docentes seculares. Recordemos que nuestra preparación puede ser
muy valiosa a la obra del Señor, pero para ello hay dos requisitos previos e irre-
nunciables. Por un lado, debemos consagrar voluntariamente nuestra preparación
al Señor. Esto implica someter nuestro saber a su saber y dejarnos guiar verdade-
ramente por él. No debemos intentar llevar al Señor a la rastra de nuestras cien-
cias o conocimiento científico. Él no se deja llevar. Pero sí, debemos dejar que su
ciencia nos alimente y guíe siempre. Por el otro lado, debemos comprender que
esa preparación profesional nuestra, apunta solo a ámbitos terrenales, y nuestro
tema es infinitamente superior ya que, como dijimos, apunta a la misma vida
eterna en relación con Dios. Sólo el Espíritu Santo podrá llegar a la profundidad
debida.
Todo lo dicho transformará la calidad de nuestro vínculo con él de la siguiente
manera: A > CONOCIMIENTO > DEPENDENCIA DE DIOS (el signo > signifi-
ca mayor).
Recuerda que el Señor nos hizo con propósitos claros y desea que sirvamos
con fidelidad cumpliendo con esos propósitos. Dios bendiga nuestra vida y nos
rebele siempre su preciosa voluntad.
Pablo A. Deiros:
Deiros “La vida y el ministerio de aquellos que han sido ungidos
especialmente por el Espíritu Santo y cuyo servicio se parece en mucho a lo
que leemos en el libro de los Hechos, no tropezaron con la unción ni dieron
con ella por casualidad. En todos los casos se trató de hombres y mujeres que
buscaron y encontraron al Señor, fueron ungidos y recibieron el poder y la
autoridad de Dios para cumplir con su tarea. Por cierto, fueron siervos que
vivieron en santidad y obediencia. Y cuando nosotros también, después de
calcular el costo, estamos dispuestos a pagar el precio y nos rendimos a su
señorío, recibimos el mismo poder de lo alto para cumplir con la misión que
nos ha sido confiada.”6
Creatividad
6
Pablo A. Deiros, Liderazgo cristiano (Buenos Aires: Publicaciones PROFORME, 2008),
107.
El docente cristiano – 43
Marlene LeFever:
LeFever “La participación en el proceso de aprendizaje estimula
el aprendizaje y el crecimiento. Por el contrario, cuando el maestro contro-
la las actividades, el ego del maestro puede ser lo único en la clase que va-
ya creciendo. … De la misma manera que la iglesia del primer siglo me-
diante el Pentecostés comunicó el evangelio en nuevos idiomas, la iglesia
de hoy tiene que aprender nuevos idiomas para comunicarse con su mundo
… La iglesia a menudo se resiste ante nuevas tecnologías y metodologías
hasta que la presión llega a ser tan grande que no tiene otra opción sino de
hacer cambios. Esta característica provee un excelente equilibrio contra las
modas y ofrece la continuidad necesaria, pero puede también ser una excu-
sa para no usar una nueva y útil tecnología para comunicar el evangelio
cuando ésta se presente.”7
7
LeFever, Métodos creativos de enseñanza, 9, 10.
8
John H. Peatling, citado en Ibid., 11.
44 – Educación cristiana integral
de enseñar las verdades del evangelio, que empleáramos varios de esos recursos
que ya domina nuestro alumno, en lugar de insistir en retrotraerlo a otros que le
resultarán antinaturales y en algunos casos hasta engorrosos. Es importante recor-
dar siempre, que lo esencial en el proceso de enseñanza aprendizaje es el conteni-
do en relación estrecha con el objetivo. Los recursos, aunque absolutamente va-
liosos, son herramientas sujetas a los principios antes mencionados. El interés y la
habilidad del docente para entretejerlos, establecerá la diferencia e impulsará el
mejor resultado.
Marlene LeFever:
LeFever “Siempre hemos hecho de esta manera. Este puede ser
el peor sofocador de la creatividad. Para infundir con entusiasmo nuestro
ministerio de enseñanza y quizá para desarrollar nuestra propia creativi-
dad, tenemos que estar dispuestos a mirar más allá de lo que siempre
hemos hecho. Podemos acostumbrarnos tanto a las cosas tal como son que
olvidamos que puede haber nuevas formas que sean más eficaces. Es tam-
bién más fácil seguir los patrones antiguos y mejorarlos cada vez más que
probar algo nuevo.”9
9
Ibid., 17.
El docente cristiano – 45
10
Edgar Faure, et al., Enseñar a aprender (Luxemburgo: Oficina de Publicaciones Oficia-
les de las Comunidades Europeas, 1995).
46 – Educación cristiana integral
Los facilitadores virtuosos. Estos facilitadores son los que conducen directa-
mente a la afirmación del rol y al desempeño de la función docente en forma
creativa. Además de las propuestas sistemáticas o formales de la educación, el ser
humano de este tiempo, necesita una mente abierta y dispuesta a valorar lo que
surge e incorporarlo o no, a su batería de saberes, con sentido crítico.
Considerando los contenidos que la educación cristiana debe transmitir, creemos
que una gran ventaja nos asiste y es que ellos tienen un eje básico que hace de
buen cimiento y es indiscutible. Se trata de los principios trazados por Dios en su
Palabra.
Aparte, resta todo lo concerniente a las diversas interpretaciones que el ser
humano realice de ellos. Pero la base de sustentación, a diferencia de otras, en
este caso es muy sólida. Creemos con sinceridad que el ser humano preparado de
esta manera, se hará cargo de sus limitaciones y actuará con decisión para rever-
tirlas.
Seguridad
Sanidad
SUS NECESIDADES
Fernando Bullón:
Bullón “A todos aquellos cristianos que estamos vinculados a la
labor docente en ciencias sociales nos compete contribuir al diálogo escla-
recedor acerca de cuales deben ser las condiciones objetivas para lograr un
desarrollo bien orientado de nuestros países. … Es necesario contribuir se-
riamente al debate orientador con respuestas técnicamente eficaces a la
problemática social desde la propia profesión. Sin embargo, esto no basta.
Es necesario que el contenido ético se oriente por claros valores escritura-
les. Esto no será posible si el profesional en ciencias sociales no tiene una
adecuada formación de la manera de pensar.” “El cristiano necesita tener
una mente clara, y eso no es posible sin una apropiada formación. Es im-
perativo cultivar una verdadera ‘mente cristiana’. De otra manera, uno po-
dría perderse muy fácilmente y ‘conformarse a este siglo’ (a sus valores,
normas y objetivos), cualquiera sea la esfera del quehacer humano en que
uno se desenvuelva.”11
Inmediatamente, Bullón cita a John Stott, quien señala que es muy importante
no confundir mente cristiana con mentalidad religiosa.12 La diferencia se encuen-
tra en que la segunda sólo atiende a aspectos religiosos y hace una interpretación
peligrosamente parcial que reduce el alcance del concepto bíblico sobre todo en la
práctica de vida. En tanto que la primera encuentra una forma integral de aplica-
ción práctica, en todos los aspectos de la vida.
Fernando Bullón:
Bullón “Stott destaca que el cultivo de una mente cristiana im-
plica imbuirse del pensamiento de toda la Escritura, evitando posturas doc-
trinales parciales o reduccionistas (en general basadas en un trabajo her-
menéutico pobre). Sugiere que es necesario absorber la estructura de la vi-
sión bíblica en su amplitud, ubicando la problemática ética en la perspec-
tiva e interrelación de los cuatro grandes acontecimientos de la historia bí-
blica: la creación (lo bueno), la caída (lo malo), la redención (lo nuevo) y
11
Fernando Bullón, Presencia cristiana en el mundo académico (Buenos Aires: Editorial
Kairós, 2001), 22.
12
John R. W. Stott, La fe cristiana frente a los desafíos contemporáneos (Buenos Aires y
Grand Rapids: Nueva Creación, 1991), 33-50.
50 – Educación cristiana integral
John R. W. Stott: “En los primeros versículos de Romanos 12, Pablo em-
plea la expresión ‘la renovación de nuestro entendimiento’. Acaba de im-
partir su conocida exhortación a los lectores romanos a presentar sus cuer-
pos ‘en sacrificio vivo’ y como ‘culto racional’, en gratitud a Dios por su
misericordia. Luego explica la manera en que el pueblo de Dios puede ser-
virle en el mundo. Presenta dos posibilidades. Una es conformarse a este
mundo o ‘siglo’, a sus normas (o falta de ellas), a sus valores (esencial-
mente materialistas) y a sus objetivos (egocéntricos y ajenos a Dios). Estas
son las características del mundo occidental. No es fácil mantenerse firme
contra la cultura predominante (como no lo es frente a un viento predomi-
nante). Es más fácil adoptar una postura de menor resistencia y rendirse a
ella, ‘como una caña sacudida por el viento’. El secularismo contemporá-
neo es poderoso y sutil; las presiones a conformarnos son fuertes. No obs-
tante, Pablo nos exhorta a no conformarnos a este mundo, sino a transfor-
13
Bullón, Presencia cristiana en el mundo académico, 22.
El docente cristiano – 51
Tomamos, además, de los aportes del sociólogo cristiano David Lyon, la por-
ción de un texto que consideramos que, si bien está dirigida a los sociólogos, es
aplicable a todos los servidores en el campo de las ciencias sociales y de la edu-
cación, por consiguiente a los docentes cristianos:
David Lyon:
Lyon “Necesitamos urgentemente tener una mente cristiana al es-
tudiar la sociedad en toda su complejidad y su progresivo distanciamiento
de las normas y valores divinos … tenemos la obligación de poner de ma-
nifiesto la inconsistencia de cualquier teoría que no admita nada más allá
que lo positivista o naturalista. En un último análisis, las pruebas de la ve-
racidad de nuestra cosmovisión no se hallarán en complicadas teorías …
sino en vidas transformadas. El sociólogo cristiano debería distinguirse
por su humildad, su honradez y su integridad intelectual, tanto en su vida
como en su obra creativa.”15
14
Stott, La fe cristiana frente a los desafíos contemporáneos, 56.
15
David Lyon, Cristianismo y sociología (Buenos Aires: Certeza Argentina, 1979), 93, 94.
52 – Educación cristiana integral
SUS ESTRATEGIAS
Juegos.
Juegos. Algunas personas creen equivocadamente, que juegan sólo los niños.
En realidad, este es un error común, ya que está amparado en el prejuicio de que
toda actividad de niños es indicadora de falta de madurez en el adulto. Debería-
mos reconocer que el trabajo del adulto reemplaza al juego del niño, por lo que
desde la evolutiva del juego, uno es proyección del otro. Justamente, la afirma-
ción de uno en el otro da la pauta del crecimiento correcto.
La diferencia entre ambos estadios está dada por la intencionalidad que se
persigue en cada caso. Por otra parte, el trabajo del adulto debería estar fundado
en la vocación o capacidad especial que cada uno posee. De ser así, sería más
fácil reconocer a la actividad laboral como un juego con diferentes responsabili-
dades, pero que conserva las características placenteras de la actividad lúdica in-
fantil. He podido comprobar a través de varios años de experiencia, que grupos de
adultos puestos a recrearse, una vez superada la sorpresa de la propuesta, se en-
tregan felices a la alegría del juego y realmente lo disfrutan y agradecen. En el
caso de una clase, podríamos emplear, de tanto en tanto y a modo de disparador,
alguna propuesta lúdica para ingresar en el razonamiento, analizando desde allí el
tema. De todos modos, creemos que lo más importante es no abusar del recurso y
emplearlo sólo cuando es pertinente.
Francesco Tonucci:
Tonucci “Para esclarecer lo que entiendo por creatividad
partiré de una experiencia que he vivido en una escuela elemental en la
que he estado haciendo test. En mi caso, los niños debían dibujar, mejor
dicho, copiar, una mariposa; pero el niño de primera etapa de E.G.B. es
muy libre incluso en el dibujo de copia. En realidad lo que salía era una
mariposa extraña, hecha solamente de alas, decoradas con circulitos u
otras figuras; la cabeza el cuerpo y las antenas se omitían casi siempre. Era
en suma su mariposa, dos alas que volaban.
En una clase, en cambio, los niños han representado la mariposa dibujando
dos triángulos con los vértices hacia abajo, una línea en el centro y dos an-
tenas semi-curvas, o sea una mariposa estilizada. Estaba claro que la maes-
tra había enseñado a dibujar la mariposa. Veamos por un momento lo que
ha ocurrido en esta clase. Es lo mismo que he visto en muchos parvularios
y en casi todas las escuelas elementales y medias: el maestro se siente en
el deber de enseñar al niño a hacer ciertas cosas; por ejemplo, en la clase
susodicha ha enseñado a dibujar la mariposa. A partir de ese momento ha
sucedido, no obstante, un hecho extraño: el niño no ha dibujado ya su ma-
riposa sino la mariposa de la maestra.
Esto puede parecer natural: ‘Estamos en la escuela y el maestro está allí
precisamente para enseñar, por lo que nada tiene esto de extraño.’ Yo
pienso, en cambio, que el hecho es muy grave, porque en el momento que
renunciaba a su dibujo, el niño hacía un razonamiento como el siguiente:
‘No soy capaz de dibujar la mariposa.’ La consecuencia es que la maestra
ha inducido en el niño un acto de desconfianza en sí mismo. Si como creo,
esto fuese verdad, sería extremadamente grave, pues entonces la educación
pretendería lograr sus objetivos negándose a sí misma, o sea dando des-
confianza al individuo, de modo que para hacer cualquier cosa haya de
confiar ciegamente en la enseñanza de otro.
No será ésta una educación liberadora, una educación fomentadora. Aun se
mantiene en las escuelas este mecanismo: ‘Tú eres capaz de hacer esto y lo
otro, y si quieres hacerlo has de aprender de mí, que soy el que te enseño’.
Creo que este mecanismo es vigente incluso a nivel universitario. Se deja
muy poco espacio a la experiencia personal; si se quiere pasar los exáme-
16
LeFever, Métodos creativos de enseñanza, 14, 15.
54 – Educación cristiana integral
nes con éxito o ejecutar correctamente un tema, hay que referirse a los clá-
sicos.”17
El autor de estos párrafos, a través del ejemplo compartido, nos invita a re-
flexionar en las diversas formas de manipulación que podemos ejercer adminis-
trando educación. Aun sin advertirlo y desde la mejor intención podemos cometer
serios errores que perjudicarán a los alumnos. Cuando decimos educar para la
vida, debemos permitir que la persona crezca segura disfrutando de su aprendiza-
je. Debemos recordar que el crecimiento es escalonado y es necesario que la ex-
periencia personal se facilite en forma constante. Esto nos ayudará a cumplir con
el cometido disfrutando con nuestros alumnos de la maravillosa aventura del co-
nocimiento.
Juegos competitivos. Estas propuestas son ideales para los niños escolares y
adolescentes. También los jóvenes se ven atraídos por alguna de estas ofertas.
Las características principales de estos juegos son las siguientes:
Primero, los juegos competitivos deben estar reglados. Llamamos así al con-
junto de normas que regulan la dinámica del juego y fomentan la obediencia y el
entusiasmo por permanecer dentro de él hasta el final. Aun en los niños estas re-
glas pueden surgir del grupo en acuerdo con el docente. Si así lo proponemos, el
niño se sentirá parte del proyecto y velará por el cumplimiento del mismo con
verdadero interés.
Segundo, los juegos competitivos deben tener objetivos claros. Desde el co-
mienzo los niños deberán saber adónde los lleva el juego, si ellos cumplen con
sus normas. Y si éste se prolonga por varias clases, deberán además contar con el
espacio- tiempo para evaluar sus resultados parciales.
Juegos socio-
socio-dramáticos. A través de esta propuesta, los alumnos representan
aspectos de la realidad o historias que simulan algo sobre ella. Estos juegos pro-
ponen acercar a las vivencias de lo que se quiere enseñar. En cuanto a las metodo-
logías de este tipo de juegos, las hay de diverso tipo.
Por un lado, está la improvisación. En este caso, el docente relata una historia
formulando los diálogos entre personajes. Al concluir, ofrece a los alumnos unos
minutos para organizarse repartiendo roles (personajes) y organizando como de-
seen la presentación. El rol docente en esta oportunidad es el de observador o
facilitador. El maestro no se involucra en la acción, salvo que sea necesario por-
que ve que el grupo no logra resolver algún aspecto. Es fundamental que el do-
cente pase lo más desapercibido posible. Concluida esta preparación, los alumnos
llevarán a cabo la presentación. Al terminar, además de alentarlos y valorar el
esfuerzo, se propondrá una evaluación de conocimiento (¿qué aprendimos?) y de
desempeño (¿cómo nos sentimos, como resultó la experiencia?)
17
Francesco Tonucci, La escuela como investigación (Buenos Aires: Miño y Dávila Edito-
res, 1979), 84, 85.
El docente cristiano – 55
Por otro lado, está la representación con un libreto previo. En este caso, el
docente preparará anticipadamente los libretos, distinguiendo con color el nombre
del personaje en cada copia. Entregará al grupo de trabajo el conjunto de copias y
dará tiempo para que los niños analicen la historia, repartan los libretos y hagan
un pequeño ensayo de lectura. Todos los libretos contendrán la obra completa,
pero en cada caso el subrayado de color destacará el personaje a interpretar. Esta
propuesta es de teatro leído, por lo cual una vez conocido el texto, los niños esta-
rán en condiciones de representarlo. Es importante destacar que la propuesta debe
contar con tantos personajes como alumnos haya en la clase. Si fueran muchos,
conviene organizar dos grupos y ofrecer dos libretos diferentes a fin de obtener
dos representaciones. Esta propuesta puede realizarse en más de una clase.
Además, está la mímica. Una forma hermosa de presentar el mensaje es recu-
rriendo a otros lenguajes. No sólo la palabra oral o escrita comunica y es preciso
que los alumnos aprendan a leer en los gestos y grandes movimientos lo que se
quiere decir. Si bien esta forma de comunicación es menos precisa, muy bien cui-
dada y orientando a los alumnos a la exploración gestual, puede ser una preciosa
manera de comunicación creativa.
Otro gran recurso socio-dramático son los cuentos y relatos. Una de las técni-
cas más hermosas es la de la narración. Un buen narrador sabe jugar con los tonos
de voz, los gestos de su rostro y la modulación de las palabras, a fin de que se
entienda bien el mensaje. Las pausas y los silencios pueden servir para llamar la
atención sobre puntos de interés especial. Esta técnica puede ser empleada con
alumnos de todas las edades. El narrador cuidará de conservar la atención del
grupo a través de los recursos antes mencionados, y deberá prever el largo del
texto y su grado de dificultad según la edad y capacidad de atención de los escu-
chas. Si lo hace bien, atrapará como envolviéndolos en sus palabras, a público de
cualquier edad. Aun los más pequeños actuarán como encantados por su docente.
Esta metodología requiere de práctica, pero es maravilloso el resultado.
Hay varios otros recursos socio-dramáticos a los que el docente puede apelar.
A algunos los detallaremos al hablar más delante de la dinámica de grupos. Estos
recursos son muy útiles a la hora de presentar clases, ya sea como disparadores o
con otros propósitos. En el caso de usarlos como disparadores, se emplearán en
forma breve al comienzo de la clase. Pero también se los puede utilizar como un
método de estudio áulico con miras a la participación de todos los alumnos. En
este caso, estos recursos son: la mesa redonda, el panel, el debate grupal, la entre-
vista, los pequeños grupos de discusión, el torbellino de ideas, el método Phillips
6.6, el debate guiado y el role playing.
Como comprenderán, estas son algunas de las muchas propuestas que pueden
surgir de mentes creativas con deseos de despegar hacia mejores resultados.
Creemos que lo más importante es la exploración, por una experiencia que se
desarrolle sin prejuicios limitadores y con un verdadero deseo de servir con exce-
lencia al Señor de nuestras vidas.
56 – Educación cristiana integral
SU CLASE
Ese pequeño universo que compone nuestra clase, encierra uno de los más
maravillosos tesoros de Dios, que sólo por su infinita misericordia podemos com-
partir. Cada uno de nuestros alumnos forma parte de la creación amorosa del Se-
ñor. Pero, además, cada uno es único y el Padre puso todo su cariño al planearlo.
Cuando Dios nos pensó, no sólo ideó nuestro color de ojos, el cabello, la altura o
el sexo. Él, fundamentalmente, pensó en su propósito para cada una de nuestras
vidas, y conforme a ello nos donó capacidades (talentos). Pues bien, cada uno de
esos nuestros alumnos, debe llegar a armonizar con la voluntad del Padre para su
vida. Que ellos descubran estas capacidades a fin de servir, formará parte de uno
de nuestros principales objetivos como maestros, a partir de que conozcan y acep-
ten a Cristo como Salvador. Esto traerá verdadera paz a nuestros alumnos y feli-
cidad a nuestra propia vida. (Más adelante hablaremos de la organización de la
clase.)
El orden
orden del pensamiento cristiano
Ya sabemos muy bien cómo ordena valores el ser humano sin Cristo. En esta
sociedad postmoderna, donde todo es superficial y provisorio, no es difícil supo-
ner que lo que represente poder y riquezas estará ocupando el primer lugar. El
individualismo, expresado en frases tales como “Mientras me salve yo, el resto no
El docente cristiano – 57
18
Antonio Cruz Suárez, Postmodernidad: el evangelio ante el desafío del bienestar (Bar-
celona: Editorial CLIE, 1996), 52, 53.
58 – Educación cristiana integral
La relación pecado-
pecado-culpa y pecado-
pecado-ego
como Cristo, es que él mismo comande la vida desde lo más íntimo de nuestro
ser.
¿Por qué abordamos este tema en este lugar? Porque nadie puede dar lo que
no tiene. Revisar como maestros este aspecto del deber-ser nos permitirá no des-
cansar hasta que nuestros alumnos sean guiados a vivir de acuerdo a la voluntad
del Padre, como nos enseña Filipenses 4.8-9. No olvidemos que enseñamos a
vivir a partir de lo que vivimos, como indica Santiago 3.13-18.
Eugenia Price:
Price “Para mí el vivir no es ser religioso.
Para mí el vivir no es servir a la humanidad.
Para mí el vivir no es servir a Cristo.
Para mí el vivir no es ser como Cristo.
Para mí, el vivir es Cristo.”19
Realmente, las primeras cuatro posibilidades que menciona Price son capaci-
dades que surgen naturalmente de una vida centrada en Cristo. Quienes conside-
ran que su punto de partida para servir está apoyado en una real y absoluta de-
pendencia de Dios, que les permita servir de acuerdo a su voluntad y en el marco
que él decida, expresarán las cuatro capacidades mencionadas. Ellos son los que
recorren los caminos religiosos, son naturalmente útiles a la humanidad, sirven a
Cristo porque persiguen la voluntad de Dios y no necesitan imitar a Cristo porque
él mismo les habita en plenitud. Por ser así, la acción de Cristo en sus vidas es
directa y trasciende al resto sin más. De este modo, sus semejantes ven a Cristo y
no a su ego.
En cuanto a la última consideración, ella depende de nuestra propia decisión y
es la que desata la posibilidad de despegar del peligro de dominar desde el yo a
las anteriores. La diferencia está centrada en la actitud entre el que decide hacer el
bien desde sí mismo y el que rinde toda su vida al comando del Espíritu Santo.
Recordemos que el poder de Dios es absolutamente superior.
19
Eugenia Price, Descubrimientos (Barcelona: Editorial CLIE, 1977), 130.
LOS TÉRMINOS
Las preguntas básicas que debe hacerse todo docente cristiano son: ¿Qué es
enseñar? ¿Qué es aprender? ¿Qué es incentivar? ¿Qué es motivar? Las respuestas
que se den a estos interrogantes y la manera en que se definan cada uno de los
términos utilizados establecerán la orientación y la efectividad del proceso de
enseñanza aprendizaje. Comenzaremos por considerar estas dos cuestiones más
importantes que constituyen este proceso: la enseñanza y el aprendizaje.
Enseñanza
El vocablo enseñanza viene del latín insignare, que significa señalar. La ense-
ñanza es propia del accionar del docente en general. Persigue a través de diversas
metodologías, incentivar al que aprende hacia el conocimiento intelectual, el de-
62 – Educación cristiana integral
Aprendizaje
El vocablo viene del latín apprehendere, que significa percibir, captar, inter-
nalizar. El aprendizaje es propio del que aprende. En esta instancia del proceso, el
alumno responde al estímulo recibido. Al estímulo lo llamamos incentivación. Y
lo hace desplegando sus motivaciones, que son propias de cada alumno y diferen-
tes del resto. Estas motivaciones llevan al alumno a interesarse en el objeto de
estudio, permitiéndole modificar conductas e incorporar nuevas formas de com-
portamiento frente a las situaciones problemáticas que enfrenta. Además, esto le
permite adquirir conocimientos significativos y herramientas para proceder frente
a situaciones que lo involucren.
El proceso de enseñanza aprendizaje – 63
Incentivación
Incentivación y motivación
Enrique Palladino:
Palladino “En la formación de los docentes es necesario que en
su enseñanza se brinden los conocimientos teóricos que fundamentan la
práctica de la enseñanza. En muchos centros de formación docente se en-
fatizan los aspectos teóricos en los diseños curriculares, como una manera
de preparar a los futuros docentes en las bases teóricas que fundarán sus
prácticas.”22
LA HISTORIA
20
Jerome Seymour Bruner, Hacia una teoría de la instrucción (México: Unión Tipográfi-
ca Editorial Hispano América, 1972).
21
Citado en Ferreyra y Pedrazzi, Teorías psico-educativas del aprendizaje, 17.
22
Enrique Palladino, La teoría y la práctica: un enfoque interdisciplinario para la acción
(Buenos Aires: Espacio Editorial, 2002), 18, 19.
El proceso de enseñanza aprendizaje – 65
El recordado filósofo griego Aristóteles (384 a.C.- 322 a.C.), quien había sido
discípulo de Platón y preceptor de Alejandro Magno, desarrolló la escuela filosó-
fica llamada peripatética. Su pensamiento está inscripto en el idealismo, mientras
que su enfoque es considerado realista. Refiriéndose a las actividades educativas,
Aristóteles diferenciaba tres aspectos muy importantes, que consideraba como
contenidos mínimos. Ellos son: theoría, techné y praxis (en griego). Hoy, en es-
pañol, les llamamos: teoría, tecnología y práctica. Para este filósofo, toda la acti-
vidad humana está acompañada por teorizaciones. Por lo cual, la teoría no está
reservada sólo al campo científico. Por otra parte, la teoría y la práctica se retroa-
limentan en forma permanente y cada una necesita de la otra, a fin de dar conti-
nuidad al conocimiento. En esta instancia la tecnología o techné, atraviesa a las
anteriores brindando las herramientas necesarias para completar, con éxito perdu-
rable, el trayecto desde la teoría a las prácticas. La tecnología aporta la posibili-
dad de alcanzar los objetivos a través del hacer mediante las herramientas ade-
cuadas para ello.
Enrique Palladino:
Palladino “En el campo de la formación docente, una corriente de
la filosofía de la educación, fundada en la orientación crítica inglesa, uno
de cuyos representantes es Wilfred Carr, presenta una interpretación acer-
ca de esta problemática. Esta corriente postula que no puede disociarse la
teoría de la práctica, sino que la teoría y la práctica son elementos consti-
tuyentes y dialécticamente relacionados. Propone que la investigación
educativa sea diseñada para potenciar profesionalmente a los docentes, pa-
ra que construyan su trabajo como una verdadera práctica, mediante un
proceso de conocimiento reflexivo y crítica rigurosa de la misma activi-
dad. Desde esta óptica, la práctica no es un mero hacer, tiene sentidos y
significaciones que no se pueden comprender solamente con la observa-
ción de las prácticas educativas, sino que las mismas se enmarcan en la
historia, en la tradición y la ideología que predominan en cada lugar, en
cada institución o país de un momento determinado.”23
23
Ibid., 21.
66 – Educación cristiana integral
Winfred Hill:
Hill “A principios del siglo XX, estos rasgos de la psicología,
norteamericana, crearon un antagonismo cada vez más acentuado hacia la
tradición alemana. Se acrecentó la presión para romper los moldes tradi-
cionales y desarrollar una psicología orientada francamente hacia la con-
ducta objetiva y la utilidad práctica. En distintos grados, los psicólogos al-
zaron sus voces para clamar: ‘Basta de estudiar lo que piensa y siente la
gente; empecemos a estudiar lo que hace’. El representante más notorio de
este movimiento fue John Watson (1878-1958), gracias a sus vigorosos
ataques en contra de la psicología tradicional y a sus intentos de construir
un sistema radicalmente distinto, la psicología teórica norteamericana lle-
gó a adquirir una fisonomía propia.”24
Por otra parte, en las primeras décadas del siglo XIX, el filósofo francés Au-
gusto Comte (1798-1857) desarrollaba los principios del positivismo, que junto
con los evolucionistas, marcarían con fuerza todo el pensamiento de la época y
los sistemas educativos en sus prácticas hasta nuestros días. Las ideas principales
del positivismo son:
24
Winfred Hill, Teorías contemporáneas del aprendizaje (Buenos Aires: Editorial Paidós,
1971), 63, 64.
El proceso de enseñanza aprendizaje – 67
éstas, las prácticas eran consideradas una expresión menor aunque necesaria. Por
lo dicho, el docente, considerado el práctico de la educación, dependía muchísimo
de los teóricos. Ellos elaboraban los cuerpos de teorías, los métodos y los recur-
sos, que se suponía el docente debía aplicar en la práctica. Así, pues, al docente
sólo le cabía aplicar lo recibido y controlar el resultado.
Por las razones ya expuestas era lógico, además, que las artes y las expresio-
nes físicas como las habilidades y destrezas, no se consideraran en el campo aca-
démico con la misma jerarquía que las ciencias propiamente dichas. No eran has-
ta el momento pasibles de ser inscriptas al mismo nivel que las ciencias. Sin em-
bargo, las cuestiones prácticas se incluían dentro de los programas de estudio
escolar como complementos a la formación académica.
Apartándonos por un momento del panorama conductista que intentamos tra-
zar, destacaremos que hoy en día se perfila al práctico de la educación como una
persona sólidamente formada en el campo teórico, con habilidad para no perder
de vista su rol y su función socio educativa. Pero también se lo estima como al-
guien dispuesto a fundamentar, desde el marco teórico multidisciplinar, su accio-
nar en cada circunstancia. Es decir, el docente es alguien que actúa con decisión y
fundamento científico en el campo práctico, seleccionando con criterio y cohe-
rencia, no sólo los contenidos sino también los métodos, recursos, estrategias y
hasta los instrumentos de evaluación. Esto a su vez reformula el rol del teórico de
la educación, quien se dedica a la investigación y producción de contenidos teóri-
68 – Educación cristiana integral
cos, métodos y técnicas, a fin de que el docente las seleccione y emplee con sen-
tido crítico, según su necesidad.
Volviendo al conductismo, diremos que algunos destacados éxitos de las pro-
puestas de marco positivista son, a comienzos del siglo XX, los obtenidos en las
carreras de medicina e ingeniería.
Enrique Palladino:
Palladino “A principios del siglo XX, las profesiones de ingenie-
ría y medicina lograron éxitos espectaculares ajustando de manera confia-
ble los medios con los fines y se convirtieron en modelos de la práctica
instrumental. El diseño de materiales y artefactos para el ingeniero, el dia-
gnóstico y tratamiento de la enfermedad para el médico, se convirtieron en
prototipos de la práctica técnica basada en la ciencia que estaban destina-
dos a desarrollar. Desde esta perspectiva el talento artístico, ni la destreza
tenían un lugar en el conocimiento práctico riguroso.”25
LOS CONCEPTOS
El conductismo
25
Palladino, La teoría y la práctica, 30.
El proceso de enseñanza aprendizaje – 69
responder correctamente, según sus propias expectativas. Esto se leería así: a de-
terminado estímulo, predeterminada respuesta. Los conductistas entienden que a
través de estos mecanismos, se puede modificar el comportamiento. Para ellos el
aprendizaje es un cambio de conducta permanente. Se destaca en esto que la elec-
ción de los estímulos adecuados marcará, en gran parte, el éxito del aprendizaje.
El rol docente, por consiguiente, es muy significativo, ya que mientras el es-
tudiante es considerado un sujeto pasivo porque no sabe (tabula rasa), el docente
es el sujeto activo porque es el poseedor del conocimiento. El aprendizaje se si-
túa, desde esta concepción, fuera del que aprende. Es algo que el docente organi-
za y ofrece a sus estudiantes. Cuando el que aprende es inquieto y pregunta o
intenta la participación, se lo considera como indisciplinado. Por otra parte, se
espera que todos los alumnos adquieran el mismo conocimiento de la misma for-
ma en que éste se imparte. El perfil esperado de esta clase es: un docente discur-
sivo y un alumno que escucha, memoriza y repite al ser evaluado. Recursos eva-
luadores, tales como elección múltiple (multiple choice), son muy empleados y
guardan coherencia con el espíritu teórico que los impulsa.
La corriente conductista se ha estado sosteniendo desde hace muchísimos
años. En sucesivas divisiones, ha sabido dar origen a varias teorías de distinto
orden, aunque todas de corte asociacionista. Como se indicó, el planteo surgió de
la mano de John Watson a principios del siglo XX, pero tuvo sus antecedentes en
Alemania, cuando en 1879 Wilhelm Wundt fundó el primer laboratorio de inves-
tigaciones psicológicas.
John Watson, de origen norteamericano, inició sus estudios en fuerte oposi-
ción a la corriente Alemana y centró su accionar en la investigación de la conduc-
ta objetiva (lo que se ve, lo concreto), en la generación de recursos prácticos y en
salirse del estudio de lo que se piensa para ir hacia lo que se hace (en franca opo-
sición a la filosofía). De esta forma, se generaba una corriente definitivamente
fundada en la pragmática empírica, es decir, en una práctica que estaba, a su vez,
fundada en la experiencia. El triunfo de este planteo en ese tiempo fue rotundo y
en gran parte se debió a que se identificaba mucho y bien con el espíritu de la
época. Así creció esta corriente, que negaba como saber científico lo que no se
podía observar y por consiguiente buscaba medir todos sus resultados de manera
objetiva. Son producto de este tiempo los tests objetivos más relevantes. Una vez
más destacamos que el objeto de estudio para los conductistas ha sido y es la
conducta observable condicionada por el medio ambiente.
En cuanto al aprendizaje, los conductistas, por su tradición conexionista, en-
tienden que éste se cumple por la acción de un estímulo, que desata una respuesta.
Es decir, a igual estímulo, igual o parecida respuesta. Además, el proceso se
cumple, en todos los casos, por yuxtaposición, es decir, cada nuevo aprendizaje se
apoya sobre el anterior, pero éste no se ve transformado, sino que es una suerte de
acumulamientos de nuevas ideas, unas sobre otras.
Hemos seleccionado tres de los investigadores posteriores a Watson, que se
encuentran entre los que realizaron los mayores aportes al conductismo. A conti-
nuación veremos sus principales ideas y pensamiento con más detalle.
70 – Educación cristiana integral
El condicionamiento
26
Ferreyra y Pedrazzi, Teorías y enfoques psicoeducativos del aprendizaje, 39.
El proceso de enseñanza aprendizaje – 71
Windfred Hill:
Hill “La razón del término conductismo es bastante clara. Wat-
son se interesaba únicamente en la conducta, no en la experiencia cons-
ciente. La conducta humana debía estudiarse tan objetivamente como el
27
Ibid., 40.
28
Jimeno Sacristán y Ángel Pérez Gómez, Comprender y transformar la enseñanza (Ma-
drid: Morata, 1998).
29
Alberto Camilloni, “Sobre los aportes de la psicología del aprendizaje a la didáctica,”
Novedades Educativas 84 (1997).
72 – Educación cristiana integral
El neo conductismo
30
Hill, Teorías contemporáneas del aprendizaje, 63.
31
Juan Ignacio Pozo, Teorías cognitivas del aprendizaje (Madrid: Morata, 1996), 25, 26.
Isomórfico significa idéntico en su esencia o forma.
El proceso de enseñanza aprendizaje – 73
alentadoras del conductismo, ya que se despega del eje original y desalienta para
siempre la idea de una teoría única,” que era el sueño de Watson y sus seguido-
res.32 En definitiva, podemos decir que el conductismo marcó una huella seria en
el intento de trazar una teoría desde la práctica metodológica, pero hasta hoy, no
parece haber alcanzado su cometido.
32
Ibid., 30.
74 – Educación cristiana integral
•
•
•
La equilibración
El proceso de enseñanza-
enseñanza-aprendizaje
aprendizaje en Piaget. Para él hay dos aspectos a
tener en cuenta en el proceso de aprender. Por un lado, lo que él denomina como
la asimilación. Se trata de la interpretación de la información recibida, empleando
sus conocimientos anteriores disponibles y sus propias estructuras de pensamien-
to como parte de un proceso evolutivo. Esto transforma el aprendizaje en un acto
único y propio de cada sujeto que aprende, aunque sea en una clase. Además,
durante este proceso se produce un desequilibrio, porque se crea un conflicto, ya
que la realidad dependería de lo que disponemos para comprenderla. Es aquí
cuando se pasa a la etapa siguiente, a la que él denomina como la acomodación.
La acomodación es la adaptación de las estructuras de pensamiento preexistentes
a la nueva comprensión de la realidad. El nuevo conocimiento rompe los anterio-
res modificándolos. Es decir, los subsume (los entrelaza delicadamente) y no los
yuxtapone (es decir, no los apoya unos sobre otros tal como son). Al concretarlo,
el nuevo conocimiento modifica, estabiliza y resuelve el conflicto. Por lo dicho,
comprenderemos que ambas etapas del desarrollo van tan íntimamente ligadas,
que no existe asimilación sin acomodación y viceversa. Por lo tanto, vemos la
enorme importancia que da Piaget a la comprensión. Jean Piaget ha señalado en
muchas ocasiones: “Cada vez que se le enseña prematuramente a un niño algo
que hubiera podido descubrir solo, se le impide a ese niño inventarlo, y en conse-
cuencia, entenderlo completamente.”
Lo cierto es que, si bien los aportes de Piaget en varios sentidos son valiosí-
simos y útiles a la educación, no siempre es adecuado esperar que el que aprende
descubra el conocimiento por sí mismo. Hay muchos conceptos relevantes, que
no pueden ser fácilmente descubiertos. Creer que todo debe ser descubierto supo-
ne un reduccionismo que genera dificultades severas al negar los procesos de ins-
trucción. Hay cuestiones que no se descubren. Hay informaciones que son nece-
sarias para comprender, y que deben ser aportadas. Recordemos que Piaget era
biólogo y esto explica, en parte, esta insistencia suya en el aprendizaje por descu-
brimiento.
Un ejemplo claro de lo que decimos es el largo período en la provincia de
Buenos Aires, Argentina, en el que, a través de los aportes de Emilia Ferreyro,
discípula de Piaget, los docentes de la Escuela General Básica, fueron guiados a
enseñar la lengua por descubrimiento. Los niños no eran corregidos en su ortogra-
fía y se les permitía ir descubriendo la forma correcta de escribir. Lo cierto es que
el lenguaje no es algo natural, sino producto de acuerdos sociales. Contiene una
estructura que hay que enseñar, ya que, además, debe funcionar rápidamente co-
mo herramienta para adquirir conocimientos y comunicarlos. Lo que en aquella
oportunidad se dispuso como método de enseñanza, no era otra cosa que el co-
mienzo de una investigación, que no era apta para emplearla como se hizo. El
resultado demostró lo inadecuado de la aproximación teórica, ya que hoy en día
esas generaciones revelan serios problemas en el empleo del lenguaje oral y escri-
to.
Pero, además, y no es un dato menor, cuando en la infancia el niño no logra
desarrollar un lenguaje suficiente como para explicar rápido y claro todos sus
sentimientos y pareceres, da curso al lenguaje corporal, que habitualmente se tiñe
El proceso de enseñanza aprendizaje – 77
El ser humano es y se desarrolla entre otros seres, con los que se asocia con
diferentes fines. Existen múltiples de estas asociaciones en la vida de cada indivi-
duo. A esta condición social del ser humano la llamamos instinto gregario. Ahora
bien, el medio en general, con sus seres en particular, afecta a la persona modifi-
cando su comportamiento. Por lo dicho, comprenderemos lo importante que es el
grupo social en relación a la vida misma de las personas. Como señala Sofia Ca-
bib:”A los grupos humanos o sociales se los puede definir como el conjunto de
individuos que, dentro de un tiempo y lugar determinados, se influyen mutuamen-
te, poseen objetivos comunes, funcionan con roles diferenciales, mantienen un
sistema de distribución del poder y establecen normas compartidas, constituyendo
un todo dinámico.”33
33
Sofia L. P. de Cabib y E. G. de Culebra Masón, Manual teórico-práctico de psicología
educacional (Buenos Aires: Editorial Kapeluz, 1979), 61.
82 – Educación cristiana integral
Clima interno
34
Jay Rumney y Joseph.Maier, Sociología: la ciencia de la sociedad (Buenos Aires: Edi-
torial Paidos, 1980), 99, 100.
35
George M. Beal, Joe M. Bahlen y J. Neil Raudabaugh, Conducción y acción dinámica
del grupo (Buenos Aires: Editorial Kapeluz, 1964), 70.
El concepto de grupo – 83
estos sentires. Debemos decir que estas personas tendrán serias dificultades para
la integración social, mayormente porque negarán la eficacia del grupo o de este
tipo de dinámicas. La realidad es que no desean ceder, acotando la distancia so-
cial, lo cual es imprescindible en cualquier relación adulta. La Palabra de Dios es
muy clara en esto.
Santiago 3.13-
3.13-18:
18 “¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que lo
demuestre con su buena conducta, mediante obras hechas con la humil-
dad que le da su sabiduría. Pero si ustedes tienen envidias amargas y ri-
validades en el corazón, dejen de presumir y de faltar a la verdad. Ésa no
es la sabiduría que desciende del cielo, sino que es terrenal, puramente
humana y diabólica. Porque donde hay envidias y rivalidades, también
hay confusión y toda clase de acciones malvadas. En cambio, la sabidu-
ría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bonda-
dosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera.
En fin, el fruto de la justicia se siembra en paz para los que hacen la
paz.”
Beneficios que nutren al grupo. Así como hay factores que afectan negativa-
mente la dinámica de un grupo, también hay otros que la benefician y promueven.
Entre los factores más importantes, cabe mencionar, en primer lugar, a la alegría
compartida. Este es uno de los aspectos positivos que más alienta al grupo. Cuan-
do las personas son entusiastas y alegres, contagian de un dinamismo diferente y
apoyan a los demás haciéndolos sentir seguros y afirmados en la acción grupal.
Los animosos, son personas que hacen bien a su prójimo. Este es, además, un
gesto generoso que crea distención y atrae a todos.
Un segundo factor positivo es un buen nivel de diálogo. Esto se logra conside-
rando los siguientes aspectos. Por un lado, un adecuado perfil de comunicación,
involucra el uso de un lenguaje apropiado y que sea compartido por todos. Esto
demanda del interés por sacrificar términos personales o profesionales buscando
acercarse al resto del grupo. En definitiva, se trata de la preocupación por ser
comprendido y la preocupación por comprender. La información y el interés pue-
den afianzar el funcionamiento del grupo beneficiando sus resultados.
Un tercer factor tiene que ver con el perfil de participación grupal. Los inte-
grantes de un grupo deben ser igualmente activos y participativos, a fin de aportar
sus ideas en el marco del respeto mutuo. Si no es así, podemos anticipar dificulta-
El concepto de grupo – 85
des. Al decir esto no estamos hablando de que se busque una participación antina-
tural. Hay personas que necesitan de más palabras para hacerse entender, entre
tanto otras, con pocas palabras, concretan su pensamiento y lo comunican bien.
Lo importante no es cuánto expresen, sino que al hacerlo quede evidenciado el
interés que se tiene en el trabajo y lo comprometido que se está con él.
resolverlo a tiempo y en forma. Los conflictos que quedan sin resolver son una
invitación a problemas permanentes. De esto nos ocuparemos más adelante.
El líder es aquel que ejerce alguna forma de conducción y animación del gru-
po. El liderazgo forma parte de él, pero su rol y función son diferenciales.
Tipos de liderazgo
Liderazgo formal. En este caso, el líder es impuesto por un sistema al que de-
be su rol y función. Este tipo de liderazgo es generalmente aceptado por los inte-
grantes del grupo. Por ejemplo, un director o maestro de escuela dominical, que
no fue elegido por los alumnos sino por la asamblea de la iglesia, el pastor u otros
líderes. Su liderazgo es permanente, ya que dura el tiempo de la convocatoria sin
rotaciones.
ros a alcanzar las metas propuestas. Esta forma de liderazgo puede ser rotativa.
En la clase suele rotar entre los alumnos. Aparecen claramente expuestas así las
capacidades o talentos individuales. El maestro debe facilitar y estimular este tipo
de liderazgos espontáneos, que conviven muy bien con el que él mismo sustenta.
Si te incomodas ante ellos, deberías revisar el grado de seguridad del llamado con
que estás llevando adelante tu gestión. Además, deberías preguntarte cuáles son
los verdaderos sentimientos que empujan tu actitud.
Formas de liderazgo
Génesis 3.10-
3.10-13:
13 “El hombre contestó: —Escuché que andabas por el
jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí. –¿Y
quién te ha dicho que estabas desnudo? –le preguntó Dios—. ¿Acaso has
comido del fruto del árbol que yo te prohibí comer? Él respondió: —La
mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí. En-
88 – Educación cristiana integral
El líder paternalista. Este tipo de líder, en realidad, ejerce una forma de lide-
razgo autoritario y encubierto. Aparece como un gran protector. Es muy amable y
afectivo, lo cual genera en el grupo muestras de sensibilidad permanente. Sin
embargo, en realidad, este tipo de líder decide todas las cuestiones en forma uni-
lateral, pero se ocupa de convencer al resto de que actúa así sólo por el bien co-
mún. Es así que otorga beneficios a cambio de docilidad y genera sentimientos de
culpa en quienes intentan un pensamiento independiente. Este líder también fo-
menta una obediencia permanente. Con esto nos referimos a actos que dejan fuera
el compromiso de optar en forma personal como un valor humano fundamental.
Además, el líder paternalista deja afuera al que no se somete y lo considera como
un rebelde. Elude el análisis frontal de las cuestiones y actúa con sigilo. Es absor-
bente, limita la libertad y controla en exceso. No reconoce el crecimiento del gru-
po. Un liderazgo así favorece la tendencia a conductas de corte infantil o a rebe-
liones destructivas, aunque aplicado a los niños pequeños es sumamente adecua-
do. (Veremos esto al hablar del preescolar.)
El líder
líder “déjalo ser”
ser”. Este líder opta por una actitud de laissez faire, es decir,
de dejar hacer a los alumnos lo que les venga en gana. En realidad, este líder es el
anti-líder, pues no ejerce ninguna de las funciones propias de un líder. No inspira
respeto ni se ocupa de ello. El grupo termina siendo improductivo y su indiscipli-
na es evidente. El líder laissez faire fomenta conductas anárquicas, ya que cada
uno hace lo que le parece, mientras no moleste. Viendo actuar en el campo educa-
tivo a este tipo de personas comprendemos mejor la necesidad de liderazgos sa-
nos. Es imprescindible que los grupos sean guiados hacia sus metas y de eso debe
ocupase el líder. En este caso, eso no sucede.
El líder espiritual. Este líder es descentralizador porque cree que cada inte-
grante tiene un llamado de Dios para servir, al igual que él mismo. Cumple con su
función desde su rol, pero no se extralimita, porque sabe que la obra es del Señor
y no suya. Sabe escuchar y no teme confrontar ideas, porque considera a sus her-
manos como parte del propósito de Dios para la tarea a emprender. Llega a
acuerdos con los integrantes del grupo en relación a todos los asuntos del mismo,
porque no se cree el único con valores y conocimiento para organizar la tarea. No
obstante, aunque así fuera, este líder tiene muy claro que Dios es el único que
puede hacer de un zapallo un roble.
El líder espiritual sabe aceptar las mejores ideas, aunque no sean siempre su-
yas, porque no tiene celos ni tensiones en su corazón, y permite que sea el Espíri-
tu Santo quien oriente su vida y su rol. Guía coordinando las acciones desde
adentro del grupo, porque sabe muy bien que fuera del rol él es uno más entre sus
hermanos. Sabe orientar y lo hace con respeto, porque reconoce y considera el
valor que cada uno tiene ante los ojos de Dios. Evalúa con el grupo, porque en-
tiende que la mirada sobre lo actuado adquiere su real valor cuando es ofrecida
por todos y no sólo por él. Es una persona segura, porque se deja guiar por Dios.
Genera sentimientos de pertenencia, lealtad y colaboración, porque el amor por la
tarea y por los participantes fluye entre todos los integrantes del grupo. Afianza la
seguridad, porque es alguien seguro y esto a su vez es así porque Dios de verdad
ocupa su preciosa vida en plenitud.
Es muy importante destacar, que estos tipos de líder no se dan en la práctica
en forma pura, tal como han sido descriptos, por lo cual para reconocerlos debe-
remos considerar los rasgos más acentuados en cada caso. Es fundamental com-
prender que el ejercicio de liderazgos adecuados exige una acomodación perma-
nente a la edad y las características principales de los integrantes del grupo.
90 – Educación cristiana integral
La Biblia y el liderazgo
Pablo A. Deiros:
Deiros “Si el estado de salud física y emocional del líder cris-
tiano es fundamental para el buen desempeño de su ministerio, tanto más
es su nivel de salud espiritual. Es imposible que un hombre o una mujer
con falta de integridad espiritual puedan cumplir un ministerio significa-
tivo en la vida de otra persona. Sobre todas las cosas, el líder cristiano es
un líder espiritual, y nadie puede conducir a otro por un camino que él o
ella no están recorriendo y hacia una meta a la que él o ella no están
yendo.”36
Debemos recordar siempre algo que ya hemos dicho: nadie puede dar lo que
no tiene. Aun con la mejor intención de servir al Señor, si no logramos despojar-
nos del ego que nos impulsa a considerar el servicio desde nuestra propia pers-
pectiva humana, no conseguiremos agradar a Dios. Y esto será así, porque no
lograremos ni el amor sólido y sostenido de Cristo, ni la fortaleza y decisión
afirmada, que son necesarias para llegar a los que se pierden, con el mensaje de
restauración integral y permanente que sólo nuestro Dios ofrece.
36
Deiros, Liderazgo cristiano, 38.
El concepto de grupo – 91
CONFLICTOS EN EL GRUPO
Los conflictos son propios del ser humano. Todo el tiempo los estamos en-
frentando y resolviendo. Sin embargo, cuando se sostienen en el tiempo, nos ge-
neran profundas dificultades personales y aun interpersonales. Abordaremos aho-
ra esta temática a fin de capacitarnos mejor para enfrentar y aun ayudar a otros a
resolver los conflictos que cotidianamente se nos presentan.
La situación de conflicto
der que diariamente superamos infinidad de conflictos, que por ser de resolución
rápida no los vemos como tales. Por ejemplo, diariamente el ama de casa se pre-
gunta sobre qué hará de comer en ese día. Si puede resolverlo rápidamente, es
seguro que no lo considerará como un problema, pero hasta solucionarlo, lo ha
sido.
En un equipo de trabajo, habitualmente se resuelven infinidad de situaciones
con la participación de los actores. Cada acuerdo logrado frente a una tarea a
abordar es la resolución de un conflicto. En Efesios 4.26, el consejo paulino es la
necesidad de resolver en el momento o en el día cualquier clase de conflicto, a fin
de no concluir en el pecado de permitir que nuestro enojo o irritación acumule
cargos que el otro en realidad no generó, por lo menos en esa situación. Por otra
parte, un conflicto sostenido en el tiempo y sin tratamiento nos arriesga a instalar
raíces de amargura (He. 12.14-15), las cuales atentarán contra nuestra buena rela-
ción con Dios y con los otros.
En Efesios 4.26, Pablo es bien claro: “’Si se enojan, no pequen.’ No dejen que
el sol se ponga estando aún enojados.” Esta recomendación tan clara se desprende
de la voluntad de un Señor que conoce bien la naturaleza humana. Él sabe que si
dejamos pasar el tiempo, nuestra ira acumulará otras razones que aumentarán más
y más el enojo. Tal vez, al día siguiente, lo que se había iniciado como un mero
fastidio puede transformarse, como las bolas de nieve, en una interminable cade-
na de cargos que será muy difícil superar. Por eso, Hebreos 12.14-15 señala muy
sabiamente: “Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al
Señor. Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ningu-
na raíz de amargura brote y cause dificultades y corrompa a muchos.”
La mediación en el conflicto
Cuando la naturaleza del conflicto no permite que éste pueda resolverse entre
las partes, es necesaria la mediación. El mediador, a quien acostumbramos llamar
también consejero, es una persona ajena al conflicto. El mediador actúa por el
acuerdo de ambas partes, a fin de analizar el problema y guiar a la resolución del
mismo de la forma más rápida y satisfactoria. Este mecanismo de resolución no
es novedoso. La Biblia nos enseña a solucionar así nuestras dificultades vincula-
res o relacionales. En Mateo 18.15-16, Jesús nos amonesta: “Si tu hermano peca
contra ti, ve a solas con él y hazle ver su falta. Si te hace caso, has ganado a tu
hermano. Pero si no, lleva contigo a uno o dos más, para que ‘todo asunto se re-
suelva mediante el testimonio de dos o tres testigos.” En Santiago 5.19-20: “Her-
manos míos, si alguno de ustedes se extravía de la verdad, y otro lo hace volver a
ella, recuerden que quien que hace volver a un pecador de su extravío, lo salvará
de la muerte y cubrirá muchísimos pecados.”
El mediador intentará destrabar el conflicto teniendo en cuenta las siguientes
cinco cuestiones, que hemos tomado, en cuanto a la estructura de presentación,
El concepto de grupo – 93
Tipos. Diversos especialistas se han dedicado a trabajar sobre este tema. Ellos
han provisto variadas tipologías o formas metodológicas que nos permiten identi-
ficar los conflictos. Hemos tomado para nuestra consideración las sugerencias de
M. Deutsch por considerarlas muy completas.38 Según este autor, los conflictos
pueden ser de seis tipos:
37
Kathryn Girard y Susan J. Koch, Resolución de conflictos en las escuelas (Barcelona:
Editorial Granica, 1999), módulo 1.
38
Citado en Girard y Koch, Resolución de conflictos en las escuelas, 53.
94 – Educación cristiana integral
39
Ibid., 55.
96 – Educación cristiana integral
El poder. Este es uno de los aspectos más delicados en el entramado de las re-
laciones interpersonales. ¿Es malo el poder? ¿Deberíamos, los creyentes, negar-
nos a utilizarlo? En principio, convengamos en que cada actividad, a partir de su
rol y funciones, combina aspectos de poder que son necesarios para desempeñar
la tarea asignada satisfactoriamente. Por lo dicho, no sólo sería oportuno aceptar-
lo, sino que de no hacerlo no podríamos cumplir con el trabajo. Ahora bien, ¿qué
es, entonces, lo malo en cuanto al poder? Sin duda el abuso de poder es lo que
está contraindicado. Lamentablemente, definimos mal al poder cuando lo asocia-
mos con lo que lo hace evidente, que es el abuso.
Ahora bien, el poder no existe a menos que alguien lo valore. Por ejemplo, en
medio de la sociedad de consumo, una persona con mucho dinero, dueña de em-
presas poderosas, va a ejercer diversas formas de poder ya que sus empleados,
proveedores y otros, lo van a valorar como poderoso. Esa misma persona con sus
atributos económicos en una isla perdida en la Polinesia carecería de poder. Tal
vez allí el poderoso sería el brujo del lugar, por la carencia de médicos o las nece-
sidades espirituales insatisfechas. En el marco de la vida de los cristianos, el con-
trol del poder está claramente establecido en la Palabra de Dios. El apóstol Pablo
dice: “He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí”
(Gá. 2.20).
La persona de Cristo es quien hace la diferencia en nuestras vidas. Cuando el
yo permite al Espíritu Santo desplazarlo a la cruz de Cristo, él mismo nos habita
en plenitud. Entonces ya no vivimos desde el yo individualista y egoísta, sino que
encontramos la esencia del nosotros. El Creador y la criatura aparecen completos
en la unión para la bendición de muchos. Sin duda podemos contar con las mejo-
res intenciones de bendecir, pero sólo podremos hacerlo cuando la plenitud del
Señor nos inunde derramándose para salvación. Entonces podremos ejercer la
dosis justa de poder, que no dañará sino que se concretará en obras. Recordemos,
para completar, el pasaje antes presentado de Juan 17.21. En 2 Corintios 5.17,
Pablo dice: “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo
viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo.” El vocablo “en” es una preposición in-
separable y significa “dentro de”. No arriba, ni debajo; tampoco apoyado sobre.
Cualquiera de estas otras definiciones nos hablan de alguien que conserva su yo,
es decir, sus primitivos atributos.
El apóstol Pablo y el mismo Señor Jesús, nos presentan otra propuesta, que es
la de crucificar el yo como condición para estar en Cristo. Cuando logramos esto,
adquirimos la forma de Jesús. El poder sobre los otros ya no nos interesa, porque
este es producto de la inseguridad de nuestro yo, huérfano por nuestra propia de-
cisión. Cuando estamos en él, Cristo nos da su seguridad y completa en nosotros
la percepción de la paternidad de Dios. Sólo así se logra el equilibrio del poder en
El concepto de grupo – 97
Pablo A. Deiros:
Deiros “Si deseamos un ministerio y una iglesia ungida por el
Espíritu Santo es necesario que perseveremos en la oración por la un-
ción. Es necesario perseverar y esperar en la promesa hasta que Dios nos
encuentre allí (Hechos 1.4-5) Dios ha prometido responder a la oración
por la unción. No se trata de que él no esté dispuesto, porque el hecho es
que éL está más dispuesto a dar que nosotros a recibir, más dispuesto a
llenarnos de su Espíritu Santo que nosotros a ser llenos. El problema
somos nosotros, no él. Sólo si oramos con fervor, él podrá hablarnos,
preparar nuestros corazones y habilitarnos para recibir su precioso poder
para el servicio.”40
40
Deiros, Liderazgo cristiano, 108, 109.
98 – Educación cristiana integral
41
Shari Tishman, David N. Perkins y Eileen Jay, Un aula para pensar: aprender y ense-
ñar en una cultura de pensamiento (Buenos Aires: Editorial Aique, 1997), 13, 14.
El concepto de grupo – 99
Como cristianos, debemos comprometernos aun más con esta cuestión ya que
en Su Palabra, Dios nos propone que nos hagamos cargo en forma personal de
nuestro sentir, pensar y actuar, a eso llamamos dominio propio; desarrollar este
dominio forma parte del acto de enseñanza- aprendizaje que proponemos desde
aquí; veamos lo que encontramos en La Biblia al respecto:
2 Pedro 1.5-
1.5-8: “Precisamente por eso, esfuércense por añadir a su fe vir-
tud; a su virtud, entendimiento; al entendimiento, dominio propio; al
dominio propio, constancia; a la constancia, devoción a Dios; a la devo-
ción a Dios, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque estas
cualidades, si abundan en ustedes, les harán crecer en el conocimiento de
nuestro Señor Jesucristo, y evitarán que sean inútiles e improductivos.”
La cuestión del valor del otro. Tanto desorden social nos ha llevado a perder
la perspectiva en cuanto al lugar que ocupan los otros, nuestros próximos, en el
desarrollo de nuestra propia vida. El egoísmo creciente nos ha llevado a despre-
ciar y a ignorar la presencia del resto de la sociedad a nuestro alrededor. Pero su
valor es ineludible ya que es de ellos que nos servimos y a su vez ellos se sirven
de nosotros. Si nos faltaran podríamos advertir la implicancia que esto tiene para
nuestra vida. Proveedores de todo, los unos de los otros, nos movemos sin embar-
go como si fuéramos únicos y solitarios. Revisemos esta peligrosa conducta sobre
la que hemos abundado ya en capítulos anteriores.
42
Osvaldo Panza Doliani y Pablo G. Ponzano, Violencia escolar (Buenos Aires: Editorial
Ciencia Nueva, 2000), 147, 148.
El concepto de grupo – 101
Esto, como los autores indican, comienza con los adolescentes y jóvenes,
y a medida que ellos mismos crecen va comprometiendo a toda la sociedad.
43
Guillermo A. Obiols y Silvia Di Segni de Obiols, Adolescencia, postmodernidad y es-
cuela secundaria (Buenos Aires: Editorial Norma-Kapelusz, 2000), 2.
102 – Educación cristiana integral
La naturaleza misma del contenido de la educación cristiana debe movilizar-
nos y comprometernos no permitiendo que nos conformemos jamás. La búsqueda
permanente de mejores recursos, la revisión cuidadosa de los contenidos y la se-
lección prudente de objetivos y actividades deberán acompañar esta preciosa ges-
tión que, además, se fundará en la oración sostenida y constante. Una conciencia
clara que comprende la naturaleza del fin, no se detendrá en la marcha hacia el
logro de las adquisiciones deseadas.
Por lo dicho, nos disponemos, en esta Unidad a continuar recorriendo, con senti-
do crítico, las prácticas educativas cristianas, a fin de facilitar con esperanzas la
marcha hacia una gestión que honre al Señor de nuestras vidas.
EL ORDEN EDUCATIVO
SABER SABER
HACER
SABER SER
ESTAR
La organización de la tarea
cionarse teniendo en cuenta los intereses según la edad de los alumnos. La insti-
tución, a través de sus directivos, es la responsable de proveer, orientar y verificar
el cumplimiento de esta importante instancia del quehacer educativo.
110 – Educación cristiana integral
Para abordar este tema, primero, debemos recordar que currículo (latinismo
considerado correcto) o curriculum (en latín) son las formas singulares del térmi-
no, entre tanto que currícula es el plural. Además, la “a” final no denota género y
el término sigue siendo masculino, por lo cual es incorrecto hablar de “la” currí-
cula. Entonces, cuando hablamos de varios curriculum debemos referirnos a ellos
como los currícula.
Al considerar la elaboración del currículo de educación cristiana, no podemos
desconocer el proyecto general de la iglesia. Su misión, que estará reflejada en las
cartas de intención y declaraciones de fe, y su visión, que se irá construyendo en
forma periódica y guiada por la búsqueda de la voluntad de Dios, deberá estar
La organización de la tarea docente – 111
Contenidos
Contenidos educativos mínimos de la iglesia
Estos temas deberán ser estudiados con sumo cuidado. De hecho, las iglesias,
a través de los materiales que seleccionan y adquieren para sus clases, ya están
aceptando la propuesta de contenidos que los mismos presentan. Pero es muy
importante que aquellas iglesias, que por diversos motivos elijan no gastar en
materiales, consideren antes de cualquier otro paso, el de ordenar una lista de
temas básicos e ineludibles. Estos temas son los que deben cumplirse en un ciclo
de estudio de entre tres y cuatro años, acompañados por procedimientos, métodos,
valores, normas y actitudes deseables. Esto es lo que llamaremos base curricular,
y es necesario que exista desde el principio, dando origen al diseño curricular,
que luego se irá ampliando.
Hemos podido ver, en muchos casos, a iglesias que por diversos motivos, mu-
chas veces económicos, han debido dejar de trabajar con materiales comprados y
han dejado librado a la elección de sus maestros el traer una clase diferente cada
domingo. Así termina por suceder que los maestros privilegian sólo los temas que
surgen del material que tienen disponible, del gusto particular de cada uno o de
todo lo que tengan accesible para compartir. Lo que ocurre en estos casos es que,
en apariencia, las cosas funcionan y hay enseñanza cristiana en cada clase. Pero
no hay coherencia en los temas y a lo largo del tiempo se puede advertir que exis-
ten baches lamentables en el conocimiento indispensable. Además, se genera una
falta de graduación en el temario, que no contempla la edad y las necesidades de
los alumnos.
Conocimos un caso, que consideramos emblemático. Se trata de una congre-
gación sinceramente comprometida con el Señor y la enseñanza de su Palabra.
Estos hermanos estaban preocupados porque sus jóvenes, muy entusiastas por
cierto, en realidad no hablaban de bautizarse. Si bien se los veía interesados ante
la propuesta desde el púlpito, nadie se manifestaba en tal sentido. Al tratar de
resolver la problemática, los líderes advirtieron que nunca habían abordado en
una serie de lecciones el tema del bautismo y que los jóvenes no se habían con-
tactado con los detalles de conocimiento del mismo, que pudieran haberlos guia-
do a tomar una decisión seria y comprometida al respecto. Por lo dicho, es que
aspiramos a que a partir de este capítulo, estemos en capacidad de iniciar intentos
comprometidos en la elaboración de proyectos educativos cristianos, que formali-
cen bien el desarrollo del conocimiento en nuestras congregaciones.
112 – Educación cristiana integral
El diseño curricular
curricular (continuar)
El marco teórico
teórico referencial
44
Citado en Horacio A. Ferreyra y Virginia Batiston, El currículum como desafío institu-
cional: aportes teórico-prácticos para construir el microcurrículum (México: Ediciones
Novedades Educativas, 1997), 16.
45
Cuadernillo para la aplicación de la Ley Federal de Educación (Buenos Aires: Ministe-
rio de Cultura y Educación de la Nación, 1994).
La organización de la tarea docente – 113
forma constante y dinámica, y es empleado por todos los maestros como partíci-
pes de su confección, y no sólo por algunos sino por todos los actores del proceso
educativo, se transformará en un instrumento que valide la coherencia aún en
proceso, es decir, en permanente movimiento. Para que esto ocurra es importante
contar con una organización curricular propia y con un buen proyecto curricular
áulico.
Una organización curricular propia. Hay varias razones para que instalemos
una organización curricular propia en el programa educativo de la iglesia.
La organización de la tarea docente – 115
Mesa redonda
Esta metodología es útil para resolver temas polémicos ya que permite el de-
bate entre participantes. Es necesario un moderador que regule la participación
cediendo la palabra a las personas y cuidando el orden en el debate. Es muy útil
emplear esta técnica cuando el tema a debatir es conocido por todos. De este mo-
do, las intervenciones mostrarán los diferentes puntos de vista sobre un tema que
se conoce bien.
Panel
Phillips 66
Esta técnica, muy valiosa por cierto, toma el nombre de su creador, y los nú-
meros seis se deben a que se trata del análisis de un tema breve, en grupos de seis
personas durante seis minutos. Como veremos, este recurso es ideal para emplear
como disparador de clases o durante las mismas, a fin de puntuar algún aspecto
con la participación de la mayoría.
Torbellino de ideas
Debate público
Entrevista pública
Este recurso es invalorable en educación. En los tiempos que corren, los do-
centes debemos estar firmemente comprometidos a enseñar a pensar más que a
reproducir contenidos no testeados ni chequeados en forma personal. Esto implica
que los estudiantes tienen que aprender a aprender. Los niños, a partir de su edad
escolar y una vez que han sido alfabetizados alrededor de su segundo grado pri-
mario, están en condiciones de iniciar un largo camino hacia:
Lo que debe contener el mapa conceptual para presentar una clase es lo si-
guiente:
MAPA CONCEPTUAL
SIGNIFICATIVO
La organización de la tarea docente – 119
La selección
selección de materiales en educación cristiana
El plan de clase
Unidad: Fecha:
Tema: Clase:
Maestros:
El PEI es una opción táctica, que ayuda a tener presente el marco institucional
en el que se lleva a cabo el proceso educativo. Por ello mismo, el P.E.I. debe in-
corporar los siguientes elementos:
• Datos institucionales.
• Fundamentación: ¿por qué?
• Objetivos: ¿para qué?
• Participantes responsables: ¿quiénes?
• Actividades: ¿qué?
• Estrategias metodológicas: ¿cómo?
• Recursos: ¿con qué?
• Cronograma: ¿cuándo?
• Ambiente físico: ¿dónde?
• Evaluación: ¿qué va ocurriendo? (monitoreo de resultados).
• Replanteo: ¿cómo continuamos?
Cuadro de competencias:
La organización de la tarea docente – 121
Todo esto marca una fuerte incoherencia entre el propósito y las prácticas, que
redunda en perjuicio del resultado. En realidad, es cierto que el sistema oficial no
considera los aspectos confesionales, por lo cual no los financia salvo en el caso
de las escuelas católicas que están reguladas por otra ley por ser pertenecientes a
la confesión oficial. Pero si comprendemos que nuestra institución es necesaria
por el motivo ya expresado, no podemos desatender esto, dejando fuera del pro-
yecto lo que decimos que es muy importante.
Por consiguiente, los agentes ejecutores de este aspecto, es decir, los docentes
de educación cristiana, deben ser profesionales que puedan planear su accionar en
el marco del perfil institucional y, además, estar sujetos a la situación de revista,
en el mismo encuadre que el resto de los docentes de la casa. También los alum-
nos deben estar sujetos a evaluaciones reguladoras de la gestión y, en general,
122 – Educación cristiana integral
todos deben sentir que esta disciplina está a la altura del resto de las abordadas en
la casa.
Es cierto que el sistema educativo no considerará esto del mismo modo que la
institución. Pero de ninguna manera tendrá posibilidades de invalidar la decisión
de sostenerlo como extracurricular, ya que el sistema educativo plantea exigen-
cias en relación con contenidos mínimos que deben ser cumplidos y allí pondrá el
acento, pero no invalidará lo que cumplamos en forma excedente y además, con
excelencia.
En cuanto a las familias, cristianas o no, que envíen sus hijos a la escuela, ellos
seguramente habrán elegido a la institución por razones de prestigio y no por lo
que se agregue en el contenido curricular. Desde ya, muchas familias eligen es-
cuelas privadas justamente por las disciplinas extracurriculares, las que conside-
ran que completan mejor la formación de sus hijos. Y, en última instancia, cada
familia es dueña de elegir decidiendo quedarse o no con la oferta institucional.
Pero esta debe ser clara y los agentes deben estar seguros y comprometidos con lo
que sostienen en la propuesta, considerando a ésta correcta y adecuada.
Inseguridad. Saben lo que quieren lograr, pero no están seguros de que otros
sepan como llegar al logro. Están dudando en cuanto a cómo asesorar y temen,
además, la pérdida de tiempo y de autoridad.
Carencias. Esto tiene que ver con las carencias en el proyecto. El proyecto es
deficitario o carente de marcos suficientes, como para que todos los agentes cum-
plan con las pautas organizadas por ellos mismos.
Es muy importante que el líder reconozca su nuevo rol ya que esto es funda-
mental para el buen logro de los objetivos. Su nuevo rol consiste en transformarse
en un coordinador de las acciones. No debe temer a la descentralización, acor-
dando con los actores participantes, acciones, métodos, recursos, plazos, y reali-
zando un adecuado control de gestión en tiempo y forma. Para esto, no necesita
desarrollar una actitud agresiva ni autoritaria, tampoco paternalista. Sólo si está
seguro de su rol y conoce bien el de cada uno de sus compañeros de equipo podrá
ser amable y a la vez cumplir con su tarea en forma agradable. Para controlar la
evolución del proyecto, no es necesario incomodar intentando detener el proceso,
como ya dijimos. Los procesos no se pueden detener. El líder podrá evaluar en
proceso, en forma permanente profundizando al arribar a los plazos previstos de
manera conjunta.
Diversas formas de actuar frente a las situaciones de vida dan forma a nues-
tros resultados. Pero, además, van instalándose en nuestro comportamiento habi-
tual. Casi sin advertirlo, nos vamos tiñendo de nuestras propias actuaciones con
ellas. Unas son muy buenas y benefician mucho al resultado de nuestra gestión,
pero otras son verdaderamente catastróficas, ineficaces y contradictorias. Algunas
de estas actitudes estratégicas son:
mejor palabra por ser la que más se ajuste al propósito. El secreto es no detenerse
a analizar durante el torbellino.
Una vez logrado el muestrario de estrategias posibles, la persona valora con-
siderando cuidadosamente los puntos a favor y en contra de cada idea surgida. No
se detiene en juicios de valor sobre sus propias capacidades o discapacidades al
pensar. Sólo se dedica a elegir entre todas las ideas, la que estima que es la mejor.
Una vez seleccionada la idea, la persona, comprometida con ella, concreta el ca-
mino a seguir para el logro de su propósito, es decir, que establece los recursos de
todo tipo y planea los plazos y alcances que tendrá el logro.
Los niños y jóvenes deben ser educados con estos principios y sobre todo en
nuestro caso que, como dijimos ya, el evangelio nos orienta hacia un modo de
vida. Un espíritu estratégico transformará la actitud de cumplir simplemente por-
que lo dice mi maestro, sin compromisos razonables, en una actitud verdadera-
mente comprometida con la esencia de la propuesta divina. Esto incluye la posibi-
lidad de explicar el porqué de las decisiones, es decir, fundamentarlas.
Tomamos de los siguientes autores, literalmente, sus cinco predisposiciones al
buen pensamiento:
46
Tishman, Perkins y Jay, Un aula para pensar, 62, 63.
Todos los seres vivos fueron creados por Dios con la capacidad de alcanzar el
comportamiento adulto de su especie en pocos días o meses. El ser humano es el
único ser que necesita alrededor de catorce años para lograr la mayoría de sus
conductas básicas autónomas. El niño no nace con las normas incorporadas. Des-
de el comienzo de su vida su condición es amoral, es decir que no tiene conducta
moral innata. El conocimiento de las normas para vivir entre los otros, se irá
construyendo o no, a través de un proceso de educación permanente. Recordemos
que ya nos referimos anteriormente a esto.
La familia fue diseñada por Dios para cumplir con esta importante misión. La
escuela colabora con este propósito y la iglesia acompaña con principios claros
este rol familiar. Pero si ellos no lo hacen, alguien más lo hará a su manera y con
graves riesgos, porque este espacio no queda vacío. Por eso, decimos que se
aprende permanentemente. El aprendizaje de los hábitos de conducta se fija por
repetición. El refuerzo permanente y pacientemente orientado va facilitando la
construcción del conocimiento-procedimiento de las reglas, lo que finalmente se
transformará en una práctica habitual.
47
Miguel Ángel Santos Guerra, Una tarea contradictoria: educar para los valores y edu-
car para la vida (Madrid: Kikiriki, 1994), 63.
128 – Educación cristiana integral
El proceso de incorporación
Este proceso involucra varios componentes o etapas, que deben ser tenidos en
cuenta.
la posibilidad de elegir optan por lo que ofrece el resto del mundo. El adolescente
debe romper con los padres de la infancia y ésta es una buena forma para él, des-
preciando lo que sus padres aman y para él no es significativo.
Alfredo Gadino:
Gadino “El niño aprende fundamentalmente por sus acciones en
la realidad. Si queremos que él se apropie de lo que los seres humanos han
atesorado en su cultura, que sepa mucho de lo que se enseña en los libros y
en la escuela, pero queremos que el niño se haga cada vez más inteligente,
tenemos que lograr que tome conciencia de los efectos de sus acciones so-
bre lo que lo rodea, que no pase por aquí y por allá sin fijarse, que ponga
atención en lo que sucede en los lugares, en los momentos del día, en la
gente, en los árboles, en lo que se repite una y otra vez de un modo simi-
lar, en lo que va cambiando y cómo va cambiando, en una palabra, tene-
mos que conseguir que nuestro hijo sea un niño observador.”48
A lo largo de muchos años, para ser más precisos diremos que a partir del
siglo XX, las ciencias iniciaron el camino de la demostración rigurosa de sus
48
Alfredo Gadino, ¿Cómo ayudar a los niños a que sean más inteligentes? (México: Edi-
ciones Novedades Educativas, 1995), 21.
El desarrollo ético-moral – 131
hipótesis. Por consiguiente, todo lo que no se podía observar y demostrar era des-
estimado, e ignorado a los fines de la investigación y aun de la práctica. De este
modo, los sentimientos y las emociones, entre otros aspectos, que sin embargo
son inherentes al ser humano, quedaban fuera de consideración y librados al sen-
tido común de todo el que ejercía una práctica profesional entre seres humanos.
Ahora bien, en los últimos años de ese siglo, algunas voces se levantaban contra
esta parcialización peligrosa e imprudente. Entre otros, Bertrand Russell decía:
“El único camino para el progreso en la educación es la ciencia guiada por el
amor. El amor sin ciencia es impotente. La ciencia sin amor es destructiva.”49
Muchos somos los que hoy en día creemos que la educación integral es el
recurso necesario a fin de afirmar, de manera completa, al ser humano en su ca-
mino.
La educación en los valores universales, que creemos es indispensable, es la
que permitirá afirmar el conocimiento científico en el marco de un comporta-
miento adecuado a la integración social, el interés en el bien común y el respeto
por el resto de los seres vivos y la naturaleza en general. Estos valores no pueden
ser desestimados porque, de hacerlo, ocurre lo que hoy vivimos, es decir, una
sociedad violenta, caótica y autodestructiva.
Al hablar de valores universales nos estamos refiriendo a las propuestas de
vida que benefician a todos, y que de ser transgredidas transforman el resultado
en algo pobre o insatisfactorio. Desde ya, los valores cristianos, al ser provenien-
tes del Señor Creador del universo, están alineados y son coherentes con la esen-
cia de esa creación. Por eso, al cumplir con sus propuestas, logramos la armonía
necesaria en la vida.
Al hablar de enseñanza de valores universales nos estamos refiriendo a los
llamados contenidos transversales. ¿Qué significa esto? ¿Por qué contenidos
transversales? En realidad, todos los contenidos, abordados desde cualquier otra
disciplina, deben estar acompañados por una sólida formación del deber ser. El
comportamiento deseable, en cada caso, deberá ser considerado e impartido por
los docentes. Estos contenidos, que no siempre pueden ser anticipados, en reali-
dad atraviesan todo el diseño curricular y deben ser considerados y cuidadosa-
mente tratados, a fin de completar la formación de manera satisfactoria.
El amor, la consideración y el aprecio por su propia vida y persona, el respeto
a los otros seres vivos y a la naturaleza, no sólo serán parte de la conducta del
docente para con su alumno. Estos valores universales deberán ser también moti-
vo de tratamiento permanente a fin de que el alumno integre a su forma de trato
con el medio esas normas que le permitirán ser aceptado y considerado por los
otros.
Muchas personas creen que el niño pequeño no comprende, por lo que esperan
a que sea mayor para educarlo, transitando con incomodidad y sin limitaciones
los berrinches infantiles. En realidad, los berrinches no limitados se transforman
49
Citado en Gloria Domínguez Chillón, Los valores en la educación infantil (Madrid: La
Muralla, 1997).
132 – Educación cristiana integral
en dificultades serias de carácter, que a medida que avance el tiempo serán más
difíciles de resolver.
James Dobson
Dobson:
bson “El consejo más urgente que puedo darles a los padres de
un niño enérgico e independiente es que establezcan sus posiciones como
líderes fuertes pero amorosos. Este es el primer paso para ayudarlos a
aprender a controlar sus poderosos impulsos. Por cierto, no hay tiempo
que perder. Como hemos visto, un pequeño que por naturaleza es desafian-
te está en una categoría de alto riesgo de dar muestras de comportamiento
antisocial más adelante en la vida … Mi consejo más urgente para los pa-
dres y las madres: que comiencen a dar forma a la voluntad de ese hijo
particularmente agresivo muy al comienzo de su vida. (Fíjese que no dije
aplastar su voluntad, destruirla ni ahogarla, sino ponerle riendas para el
propio bien del pequeño.)”50
Estos valores, y tal vez otros que surjan en el proceso, irán formando parte del
proyecto curricular de las instituciones. Pero, además, deberían ser considerados
50
James Dobson, Cómo criar a un niño de voluntad firme (Miami: Editorial Unilit, 2005),
59, 60.
El desarrollo ético-moral – 133
en forma espontánea cada vez que surja un conflicto en medio de la clase o del
diario vivir. Educar es una acción integral y permanente, y no sólo una mera
transmisión de contenidos específicos. Si nuestro deseo es que los niños logren
participar activamente en su comunidad a lo largo de sus vidas, es necesario que
las intervenciones didácticas se extiendan al deber ser esperado y posible, que les
permita ser aceptados y respetados en ese medio. Valores universales tales como
la justicia, la paz, la solidaridad, la igualdad, la verdad y la libertad, deberán ser
incluidos y reforzados a lo largo de nuestras intervenciones, sea cual fuere la dis-
ciplina que enseñemos.
Monserrat
Monserrat Moreno Marimon:
Marimon “Una enseñanza en equilibrio con la sociedad a
la que sirve, debe hacer suyas las inquietudes sociales del momento en que vive.
Los temas transversales reflejan precisamente las más acuciantes de estas in-
quietudes; lógico es esperar que las materias curriculares se pongan al servicio
de estas necesidades y cobren en su seno el significado del que carecen si se
encierran en torres de marfil. … Los temas transversales están espontáneamente
ligados a lo cotidiano, ya que reflejan las inquietudes sociales del momento,
aquello de lo que niños y niñas oyen hablar cotidianamente a su alrededor.”51
La intención de cambio
51
Monserrat Moreno Marimon, “Una mirada constructivista,” Cuadernos de Pedagogía
(1994): 33.
134 – Educación cristiana integral
ces que se levantan contra ella. Los políticos de todas las extracciones se pronun-
cian en contra y desarrollan extensos discursos, que se quedan en el diagnóstico
de situación. No hay proyectos serios y amplios que comprendan el corto, media-
no y largo plazo. En realidad, lo que tampoco hay en muchos casos es un presu-
puesto suficiente, y esto condiciona mucho el poder pasar del discurso a la ac-
ción. Es que hace falta dinero para trabajar seriamente en contra de este flagelo.
La realidad nos muestra que, mientras nosotros luchamos verbalmente contra la
violencia, ésta en la práctica ha establecido un modelo de vida, un modus operan-
di, que está destruyendo y contaminando rápidamente al resto de la sociedad. Esto
nos invita a declarar que así no sirve. Las buenas intenciones no alcanzan. Pero,
entonces, ¿qué podemos hacer?
La violencia incomoda
El desarrollo ético-moral – 135
Pero, ¿cómo sabrán las personas sobre los peligros de la violencia y la bendi-
ción de la paz si no se lo enseñamos?
No podemos negar que desde diferentes ámbitos se han iniciado, desde hace
algunos años, diversos esfuerzos a fin de abordar el problema de la violencia y las
adicciones. Por ejemplo, los centros preventivos en las escuelas estatales, que
reproducen algunas instituciones privadas, dedican su esfuerzo a la parte educati-
va también llamada de prevención, y están orientados a la labor entre padres y
alumnos. Por otra parte, existen los centros de asistencia al adicto, en cualquiera
de sus formas.
Es importante establecer que, si bien la violencia no es patrimonio exclusivo
de los adictos a las drogas, éste es un campo propicio en el que, generalmente, se
complementa muy bien. El adicto pierde su capacidad de censura, es decir, todos
los límites que construyó en su conducta para la vida en sociedad mediante la
educación se ven reducidos o eliminados, y surge en él una actitud omnipotente
que lo lleva a comportarse en forma contradictoria con su educación.
Como ya dijimos, esfuerzos han existido y existen con propósitos que no du-
damos son sinceros. Pero también reconocemos que la insuficiencia está presente,
cuando hemos dejado este esfuerzo librado sólo a las áreas mencionadas. Ellas
son el campo de la educación y la psicología clínica. Pero, en realidad, sólo si
abordamos el problema con una mirada más sistémica, participativa y multidisci-
136 – Educación cristiana integral
52
Doliani y Ponzano, Violencia escolar, 27.
El desarrollo ético-moral – 137
por la transmisión natural de sus padres. Ellos son el nido ideado por Dios para
que crezcan física, emocional y espiritualmente sanos. Ahora bien, ¿como podrán
hacerlo si sus padres construyen un nido transitorio? El divorcio, la pérdida de
jerarquía de la materno-paternidad, la adolescencia no resuelta y que se prolonga
indefinidamente, y las necesidades no satisfechas fundadas en una conducta exa-
geradamente consumista, han llevado a las parejas a exigirse cada vez más, sacri-
ficando la crianza de los hijos.
La mayoría de los padres jóvenes delegan su rol en otras personas e institu-
ciones, que aunque sean muy buenas, no podrán nunca reemplazarlos. El siglo
XX agregó la fuerte influencia de la televisión y otros medios tecnológicos, que
los niños consumen sin cuidado de sus mayores, viendo programas diseñados
para adultos y organizados con el único fin de entretener, aunque la realidad indi-
que otra cosa. Especialmente la televisión ha sido la fuente mayor para la intro-
ducción de ideologías y formas de pensamiento reñidas con la moral y las sanas
costumbres.
Además, en los últimos años, los abuelos se han transformado en una muy
buena alternativa para el cuidado y control de los niños. Pero los padres son el
ideal de Dios para la formación ética del niño y nada hay que pueda superarlos.
El divorcio
Hemos hablado en este libro de los padres que teniendo un rol fundamental en
la puesta de límites permiten que sus hijos, aun muy pequeños, los gobiernen a su
antojo. Esto va quitando autoridad al rol de los padres y, de perdurar esta conduc-
138 – Educación cristiana integral
ta, hará que se transformen en una familia cuyos hijos sean ingobernables, capri-
chosos y nada integrados al medio social de pertenencia. Las dificultades de la
pareja, por otra parte, hacen que el niño vea a sus padres como a personas indivi-
duales, que no comparten los criterios de crianza de sus hijos. Los límites que
sostiene uno no son aceptables para el otro. Esto hace que la confrontación sea
permanente y que el niño se encuentre en medio de ella haciendo su propio juego.
Bien pronto estos padres lamentarán semejante distracción.
La adolescencia no resuelta
53
José Luis Pinillos, Psicopatología de la vida urbana (Madrid: Espasa-Calpe, 1977), 160.
El desarrollo ético-moral – 139
El consumismo
Hoy en día las familias están inmersas en una lucha permanente por conseguir
cosas. Nada es suficiente y cuando alcanzan lo deseado ya surge una nueva nece-
54
Silvia Di Segni de Obiols, Psicología: uno y los otros (Buenos Aires: AZ Editores,
1994), 117, 118.
140 – Educación cristiana integral
sidad, que se plantea como imprescindible. Lo cierto es que el rol del varón como
proveedor, impulsado por la sociedad de consumo y las crisis laborales sucesivas,
ha dado paso a la necesidad de que ambos, padre y madre, salgan a trabajar para
abastecer las necesidades familiares. Y es que el medio influye, y aunque no lo
deseemos, vamos permitiendo que lo que es común a la mayoría nos alcance. De
este modo los hijos crecen con modelos diversos, y no siempre los más recomen-
dables para sus pequeñas vidas, entre tanto sus padres, sienten que se sacrifican
por el bienestar de sus niños.
Otra de las necesidades creadas es la del desarrollo profesional de la mujer.
Ella estudió, se preparó, y ahora, ¿cómo no se va a desarrollar en este campo? Lo
cierto es que poco a poco vamos perdiendo la perspectiva. Ya no jerarquizamos,
ya no se sigue la disciplina de poner junto lo que va junto o de dar prioridades,
parecen ser situaciones que han quedado reducidas a una cuestión de modas y no
de principios. Pero los hijos siguen siendo una realidad, más allá de lo que de-
seemos ver, y sus pequeñas vidas crecerán con o sin nuestro cuidado. Lo único
que variará es el resultado.
También, y al decir de José Luis Pinillos, el estrés urbano va masificando los
vínculos y cual tirano avanza sobre los miembros de la familia volviendo intole-
rable la convivencia.
55
Pinillos, Psicopatología de la vida urbana, 210-212.
El desarrollo ético-moral – 141
hecho educativo. Esto es tan real como que los niños son los principales dañados
por esta participación. Como ya hemos dicho, la formación moral en el niño lleva
varios años y la educación es permanente, lo cual transforma a la televisión, la
gran compañera de los niños y adolescentes, en una educadora por excelencia,
pero sin nada de ella. Por otra parte, la Internet, con su enorme ventana al mundo
y una oferta para nada cuidada y sin filtros, permite accesos permanentes a espa-
cios inconvenientes y aun perniciosos.
Los padres, ignorando lo que sus hijos consumen en estos medios masivos,
suelen ser los primeros sorprendidos cuando éstos son encontrados en situaciones
complejas a causa de estas nefastas influencias. Traficantes de drogas, ofertas de
sexo y prostitución, programas completos dedicados a enseñar sobre estos y otros
temas que inician en diversos delitos se suceden y multiplican en forma masiva y
constante. Volviendo a la televisión, ya sabemos lo que ocurre, pues las leyes de
protección a los menores no son respetadas, pero, además, nadie aplica las nor-
mas regulatorias, por lo que no hay sanciones. Algunas voces se levantan cada
tanto, pero son esfuerzos solitarios y aplicados a algún hecho en particular.
En medio de todo esto, que constituye una verdadera jungla en la ciudad, to-
dos miran hacia cualquier lado menos para el de la defensa de la salud mental,
emocional, espiritual y física de los menores. Con el consentimiento de los pa-
dres, hoy los niños de once y doce años van a los boliches. Pero, eso sí, a la mati-
née, como si esto tuviera una marcada diferencia con la propuesta nocturna.
Veamos la comparación:
das que esto representa, se encuentra, además, como si esto fuera poco, en medio
de los bombardeos mediáticos con ofertas que le sugieren la posibilidad de disfru-
tar, evadirse y alcanzar la panacea del placer y el bienestar. A esto se agrega la
sociedad, que desde su ritmo vertiginoso parece decirle: “No te veo. No existes.
No molestes.”
La falta de utopías agrega más componentes negativos, porque el niño no es
enseñado a soñar y el desarrollo de los ideales se dificulta aun más. En medio de
todo esto, su familia permite que, en forma independiente, se maneje entre pares
sin la mirada cooperativa de sus adultos para acompañarle en medio de tanto des-
control.
56
Ibid., 156, 157.
El desarrollo ético-moral – 143
bién. Este cambio concesivo se debe en parte a las sostenidas acusaciones de ser
cerrados y autoritarios. En realidad, es cierto que hay cosas que cambian sin ma-
yores costos. La moda, por ejemplo, es una de ellas. Pero no debe ser así con los
valores, que son parámetros fundacionales de la vida en sociedad. Cuando acep-
tamos que los valores pueden cambiar facilitamos un deterioro profundo de la
conducta social, que se volverá en contra nuestra y de todos, porque en realidad
es responsabilidad de todos preservarlos. De este modo, se ha pasado, por ejem-
plo, de acompañar de cerca a los hijos adolescentes hasta su mayoría de edad, a
dejarlos solos deambulando por la vida junto a otros pares y lejos de toda supervi-
sión.
No es casual el aumento increíble de las madres niñas y los abuelos padres,
que ha surgido y se ha afirmado en los últimos años. Estas figuras, aunque habi-
tuales, no son la mejor propuesta que puede tener una sociedad. Sin embargo, es
lo que hay. Lo peor es que ya nadie se asombra y parecemos habernos rendido
ante una realidad que, no obstante, tendría que ser revertida de alguna forma.
A pesar de todas estas experiencias, todavía nos encontramos con padres de fami-
lia que declaran preferir que sus hijos e hijas convivan sexualmente con sus no-
vios y novias en sus propias casas, por temor a la violencia en las calles y al SI-
DA.
Tampoco asombra que las tribus urbanas se muevan libremente, sin el auxilio
de adultos que fijen límites. Es verdad que siempre los adolescentes se organiza-
ron en grupos de pares a fin de distinguirse del resto. También es cierto que les es
necesaria esta conducta en esta etapa de vida, a fin de lograr identidad y hacerse
un lugar en la sociedad occidental. Pero también es cierto que necesitan, y fun-
damentalmente en esta etapa, de adultos cooperativos que les faciliten la reflexión
ajustada a valores. Los adolescentes necesitan de adultos que les guíen a organi-
zar su vida adulta, sujeta a los valores que le permitirán buscar ser parte de un
grupo donde el resto ocupará un lugar, y no descartar peligrosamente a los que no
le pertenecen. Lo cierto es que la conducta moral podrá cambiar, pero es la reali-
dad la que inscribe los resultados. Por lo cual, y a pesar de los discursos contra-
dictorios, esos, seguirán siendo los mismos resultados lamentables y nada facili-
tadores de vidas armónicas.
Una niña de catorce años podrá ser madre y tal vez ya no será castigada por
eso. Tampoco su novio, de más o menos la misma edad, será obligado a casarse.
Pero la realidad es que ninguno de los dos, en esta sociedad occidental, estará en
condiciones de afrontar la formación de una familia y sus propios padres deberán
hacerse cargo, no sólo de ellos mismos, sino del pequeño ser que llega al mundo.
Esto que hasta no hace tantos años era eventual y reservado a algunas pocas per-
sonas en situación de riesgo, hoy se ha generalizado rápidamente, extendiéndose
a toda la sociedad. La iglesia de Jesucristo, ¿no tiene nada que decir al respecto?
¿No hay nada que la iglesia pueda hacer? ¿No es su problema el mundo exterior?
Consideremos bien esto, aquellos de nosotros que aún no lo hayamos hecho, por-
que sus resultados ya impactan en la iglesia, por muy cerradas que haya decidido
tener sus puertas.
Ingresamos en esta Unidad a la temática que la psicología evolutiva estudia de
manera más profunda y minuciosa. Se trata de las etapas del desarrollo, que se
cumplen en todos los seres humanos. Diversos especialistas han investigado este
tema. Algunos han hecho abordajes poniendo el acento en los procesos psicológi-
cos y otros en los sociales, fisiológicos o intelectuales. Como aquí realizamos una
mirada teórico-práctica, nos permitiremos interactuar con las diversas posturas.
Ofreceremos una batería de recursos variados, que nos permitan trabajar de mane-
ra integral, estimulando la mayoría de los aspectos educables del ser humano.
En esta Unidad, abordaremos lo referente a los niños más pequeños. Total-
mente y sumamente necesitados de la asistencia materna, estos bebés transforman
el entorno e irrumpen en la vida familiar provocando grandes cambios. Como
veremos, en este período de la vida, el crecimiento integral es muy vertiginoso.
En los períodos posteriores ya no se crecerá con tanta celeridad. Algunos investi-
gadores sostienen que en los primeros seis años de vida, se afirman los aprendiza-
jes que actuarán como cimientos para el resto de la vida. Este niñito, aunque tan
pequeño aún, debe encontrar su lugar en la vida de la iglesia. Un lugar activo que
le permita radicarse con sentido de pertenencia en ella y con convicciones pro-
fundas en un desempeño cristiano que honre al Señor Jesucristo.
No obstante, cada etapa del desarrollo de los protagonistas de la educación
cristiana tiene sus particularidades, que debemos tener bien presentes a fin de
ganar efectividad en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la Palabra de Dios.
La educación cristiana no se reduce a los primeros estadios del desarrollo huma-
no, sino que alcanza a toda la vida. Formar con los valores del reino de Dios a la
persona humana en cada etapa de su desarrollo es un desafío que debemos tener
presente y estar dispuestos a abordar, con la ayuda del Señor.
Como desarrollaremos más adelante, ésta es una etapa muy riesgosa para el
éxito de la propuesta educadora de la iglesia. Es bastante común que se desestime
la posibilidad de este niñito tan pequeño de aprender significativamente la Biblia.
Pues bien, si pensamos así, nos sorprenderemos al ver la forma sabia en que Dios
mismo ha diseñado nuestras capacidades primarias, a fin de que lo conozcamos,
profunda y sencillamente, desde tan temprana edad.
EL NIÑO
Desde su nacimiento y hasta los tres años, el niño encuentra su lugar de edu-
cación cristiana en la sala cuna. Este es el lugar en el que comienza el proceso de
la educación cristiana. Los alumnos son los niñitos en sus primeros meses de vi-
da. Esa personita tan esperada por fin llegó. Hasta no hace mucho tiempo, sus
padres estaban ansiosos por el nacimiento de su hijito o hijita, y sentían que los
últimos días eran eternos. Deseaban sinceramente que el bebé naciera pronto.
Hoy en día debemos pensar en tres y hasta cuatro tipos de padres en esta dulce
espera.
57
Juan Delval, El desarrollo humano (Madrid: Siglo XXI, 2004).
148 – Educación cristiana integral
Por lo generalizado de los tres últimos tipos, es muy común que en la iglesia
recibamos a estas personas, quienes necesitan de la compañía amorosa de Dios y
de su infinita misericordia. Pero, además, estas personas necesitan de la compañía
cuidadosa de los hermanos en Cristo, a fin de que puedan enfrentar las conse-
cuencias difíciles de sus problemas, con la autoridad que proporciona la restaura-
ción del amor de Cristo.
En el primer caso, pasados los primeros días desde el parto la familia asiste a
la iglesia. Los padres tal vez hayan decidido no llevar al bebé a la sala cuna. La
maestra deberá ser muy paciente con esta situación, de ninguna manera pensando
que desconfían de su capacidad de atender bien a su bebé. En realidad, se trata de
la necesidad de la mamá de tener cerca a su bebé todo el tiempo posible. Recor-
demos que durante los meses de gestación, ella se acostumbró a llevarlo en su
cuerpo y éste extraña la ausencia amada. No generes conflictos reclamándole a la
madre la entrega del bebé. Sólo con sumo cariño hazle saber que hay un lugar
reservado para él o ella, cuando ella como madre lo estime conveniente. (Desarro-
llaremos este tema más adelante).
La primera etapa de la vida – 149
Es interesante notar que, cada vez que se propone un taller para maestros de
sala cuna, la reacción suele ser similar. ¿El tema da para tanto? Veamos, si abor-
damos la cuestión desde la idea de que la sala cuna es un lugar físico, donde per-
sonas llenas de ternura y paciencia, generalmente abuelas o jovencitas, se dedican
a cuidar bebés de 0 a 3 años, a fin de que sus mamás participen tranquilas del
culto, sin duda un taller sobre el tema es una ambición desmedida. Tal vez una
charlita sobre puericultura y ambientación sería suficiente. Pero la verdad es que
la sala cuna es mucho más que eso, y cuando comenzamos a analizar la cuestión
desde otros ángulos, ésta tiene alcances sorprendentes.
Un lugar especial. La sala estará acondicionada para recibir a los demás niñi-
tos. Recordemos que generalmente concurren chicos desde el nacimiento hasta
los tres años, por lo que será muy oportuno contar con cunas prolijas y sábanas
limpias. Estas últimas deberán ser colocadas el mismo día y con recambios sufi-
150 – Educación cristiana integral
cientes como para reemplazar alguna que se ensucie, ya que los bebés necesitan
estar en un sitio adecuado, bien alimentados, limpios y con la posibilidad de dor-
mir cómodos. Completarán la ambientación, juegos y juguetes para los más gran-
decitos, elegidos con sumo cuidado, a fin de que los niños que a esta edad llevan
todo a la boca, no corran ningún tipo de peligro. Se descartarán juguetes con par-
tes pequeñas que puedan desprenderse y causar accidentes indeseados. Grandes
cubos de espuma de goma forrados con telas son excelentes recursos. Además,
siempre debemos recordar que los pequeños deambuladores gustan de arrojar los
juguetes, por lo cual es muy importante controlar que éstos no sean de materiales
duros, a fin de no ocasionar lesiones.
La sala deberá contar con una alfombra y almohadones, que habrá que mante-
ner muy limpios. La decoración deberá ser sencilla y es necesario contar con mu-
cho espacio libre. Todo esto permitirá acondicionar bien el ambiente. Alguna
mesita muy baja y sillitas acordes completarán el mobiliario. El niño no las usará
espontáneamente para los juegos, pero serán útiles para el momento de la alimen-
tación, ya que es muy importante fomentar los buenos hábitos alimenticios. Re-
cordemos que entre los 12 a los 18 meses los niños comienzan a caminar, pero
prefieren el piso para sus juegos, y esto es así pues aún no han superado la cua-
drupedia. El suelo les da seguridad y les permite ser más rápidos en los despla-
zamientos. Esta tendencia será completamente superada de a poco, pero no antes
de los cuatro años.
Como ya dijimos, esta franja de tres años que abarca la sala cuna, es la etapa
de la vida en la que se producen cambios mayores en el desarrollo general de los
niños. Su cuerpo se transforma fortaleciéndose. Sus movimientos gruesos (se
llama así a los grandes movimientos que se realizan con todo o casi todo el cuer-
po) avanzan desde la torpeza e incoordinación inicial, hacia ajustes que asocia-
mos con la intencionalidad.
58
L. J. Stone y Joseph Church, El niño de 15 meses a dos años (Buenos Aires: Editorial
Paidos, 1977), 15.
La primera etapa de la vida – 151
Evolución de la inteligencia
inteligencia sensorio-
sensorio-motora. Este proceso se caracteriza por
el juego-ejercicio. Durante los primeros cuatro meses, el bebé sostenía el interés
en los objetos mientras los veía. Al ocultarse éstos de su vista, actuaba como si no
hubieran existido. Pero a partir de alrededor de los cuatro y hasta los ocho meses,
ya sigue con la vista al objeto e intenta encontrarlo tras el lugar por donde se
ocultó parcialmente. Entre los ocho y los doce meses, el niño buscará el objeto
totalmente oculto que se acaba de esconder. Es interesante saber que lo buscará
en el lugar donde se ocultó la primera vez, aunque hayamos luego cambiado el
sitio ante sus ojos. Entre los doce y los quince meses, el niño buscará el objeto en
los lugares sucesivos donde fue ocultado, pero no considerará los desplazamien-
tos que no observó. Entre los quince y los dieciocho meses, el niño buscará el
objeto en todos los lugares conservando el interés aunque no lo vea.
El lenguaje oral. A través del lenguaje oral, el niño construirá una gran canti-
dad de vocablos en los primeros tres años de vida, tanto que elaborará, además,
pequeñas frases de su interés para comunicarse. Entre los dieciocho a los veinte
meses, el niño comunicará claramente a su madre sus deseos, aunque la organiza-
ción del lenguaje sea muy torpe y a menudo sólo sus allegados lo comprendan.
Pero él intentará una y otra vez la comunicación. Hablará de sí mismo en tercera
persona: “El nene quiere…”
59
Ibid., 26.
152 – Educación cristiana integral
Facilitadores del lenguaje oral. Por lo dicho más arriba, ofreceremos a conti-
nuación algunas sugerencias de actividades que podrán realizarse con los niños y
que contribuirán a estimular la buena adquisición lingüística:
60
E. Fortún, La Margarita Blanca, citado en Martha de Cappelmayer y Lilia de Menegaz-
zo, La iniciación a la lectoescritura (Buenos Aires: Latina, 1975), 24.
61
Ibid., 24, 25.
154 – Educación cristiana integral
Algunas ideas más. Será muy importante transformar alguna pared de la sala
cuna en pizarrón ya que apenas el niño deambule, tenderá a escribir en las pare-
des. De este modo, se le podrá enseñar a usar ese lugar con las tizas, evitando que
decore todas las paredes. Recordemos que el egocentrismo es el gran eje de su
vida, por lo cual intentará ejercer su poder sobre todos los que lo rodean. Él es el
centro del universo y todos los demás deberán comportarse como sus súbditos
leales. Recuerda, entonces, que fijar límites claros, en forma agradable pero fir-
me, será lo más adecuado, a fin de formar su carácter y ayudarle en este período
que se prolongará por demás si no estimulamos y guiamos la socialización.
Música suave, gestos y tonos de voz agradables, mucha dedicación personal,
sumo amor y paciencia son las actitudes adecuadas para estos niñitos llenos de
curiosidad, que enfrentan al mundo creyendo en el esplendor de su egocentrismo.
Como ya dijimos, ellos piensan que son el centro del universo, amos y señores de
objetos y personas. Todo lo que podamos hacer para el desarrollo de su inteligen-
cia y lenguaje en esta etapa, será una gran contribución para su desarrollo como
personas.
LA SALA
La sala y su programa
Los temas que podemos tratar con estos niños en la sala cuna son los que los
llevarán a hacerse amigos de Jesús. Otro tema que es fundamental es la Creación.
Pero cada criatura será motivo de una lección. Recuerda que estos niños pueden
comprender un solo contenido por clase, y deben ver y manipular objetos que les
faciliten una experiencia a través de la cual aprendan.
Los juguetes serán livianos, confeccionados en una sola pieza, sin ojos o pe-
queñas partes que puedan desprenderse y ocasionar un accidente. Recordemos
que estos niños llevan todo a la boca. Por otra parte, durante este tiempo de sus
vidas, los niños están en plena dentición. Esto produce neuralgias y molestias,
que les llevan a morder con fuerza en busca de alivio. Este es otro de los motivos
por el cual debemos cuidar los objetos que llegan a sus manos y a sus bocas.
La sala cuna es la sala que debe contar con la mayor cantidad de maestros, ya
que los niños necesitan atención constante. Será muy importante, pues, proveer de
un buen equipo docente. Como verás, nos referimos a maestros y no sólo a maes-
tras. Es bastante común ver que se destacan las mujeres en esta actividad. Sin
embargo, es muy importante que los varones que lo deseen puedan cumplir fun-
ciones en esta clase. He conocido encantadores abuelitos acompañando esta etapa
de sus nietos y los he visto hacerlo muy bien. Es necesario que el hombre se inte-
gre en este tiempo, y no sólo por él, sino por los niños que necesitan de un refe-
rente masculino aun en este momento de sus preciosas vidas.
También es fundamental la música. Investigando entre personas nacidas y
crecidas en el ambiente evangélico, hemos descubierto que en la mayoría de los
casos el primer recuerdo que se tiene está asociado con alguna canción cantada en
La primera etapa de la vida – 155
su clase cuna o de párvulos (preescolar). Debemos recordar que en los niños todo
recurso lúdico favorece el aprendizaje.
La sala y su ambientación
Tan importante como los maestros, los juegos y los juguetes es la ambienta-
ción de la sala cuna. El niño pequeño necesita un lugar preparado especialmente
para él. Llamamos ambientación a todo lo que decora el lugar y aun el mobiliario
con que lo acompañamos. Veamos paso a paso algunos elementos de ambienta-
ción en relación con las necesidades del niño en la clase cuna. Algunas formas de
ambientación adecuadas son las siguientes:
El ambiente físico. Comencemos por la elección del lugar. Para la sala cuna
debemos contar con el aula más grande del edificio de la iglesia. Pensemos que el
lugar debe tener acceso fácil, ya que los niños no llegan solos. Además, la sala
deberá tener proximidad con el resto del edificio, a fin de contar con la cercanía a
los baños y la cocina.
Las paredes. Deben estar pintadas con colores pastel, de ser posible. Se procu-
rará pintarlas una vez por año, ya que se hace necesaria la desinfección perma-
nente, y la pintura cumple con este cometido. En su defecto, podrán ser lavadas
ante cada cambio de estación con agua clorada. Además, se ventilará el lugar en
forma habitual. Es muy útil el empleo de los desinfectantes en aerosol, los cuales
ayudan al cometido de la prevención. Recordemos la importancia de que el color
de base sea delicado ya que está comprobado que los colores del ambiente inci-
den en el humor y el comportamiento, porque impresionan en nuestros sentidos.
La decoración de las paredes. Los paneles decorativos son ideales para la de-
coración. Deben ser grandes, como mínimo del tamaño de una hoja de papel afi-
che y de colores alegres. No es necesario respetar los colores naturales. Por ejem-
plo, a esta edad no es importante que un león sea verde o rojo, pero es muy im-
portante que eliminemos los detalles de las figuras limitando la cantidad de trazos
que puedan confundir y recargar la imagen. Además, es conveniente eliminar los
sombreados que dan dimensión y perspectiva. Esto no es relevante a esta edad.
Las figuras serán grandes. Pensemos que el niño realiza una mirada global de las
cosas, por lo cual es necesario que se eliminen los detalles del dibujo. Recorde-
mos que la expresión gráfica es muy importante en cada edad y debe acompañar
el estadio de desarrollo en que se encuentra el niño, a fin de complementar ade-
cuadamente el trabajo del docente. Además, estos detalles acompañarán la prime-
ra impresión del niño y su mamá, facilitando la adaptación de ambos.
Evitaremos recargar el ambiente, por lo que con un panel en cada pared será
suficiente. Recordemos la conveniencia de utilizar colores atractivos y siluetas de
buen tamaño. No debemos ambientar la sala con textos escritos. El ambiente debe
ser preparado para el niño y a esta edad él no lee letras, pero sí se va a sentir
atraído por los dibujos, estos son íconos que se irán acostumbrando a reconocer y
156 – Educación cristiana integral
con el tiempo les adjudicará un mensaje. Alrededor de los tres años, el niño recu-
rrirá a menudo a las expresiones gráficas de los paneles para inventar breves his-
torias.
Las cortinas. Deberán ser confeccionadas con telas lavables, ya que periódi-
camente requerirán de una limpieza adecuada. Recordemos que las cortinas retie-
nen el polvo y esto favorece las alergias. Los niños son muy sensibles a esto.
Los pisos. En esta etapa el piso es muy importante, ya que el niño pasa en él
muchas horas. De hecho, es su lugar favorito. Ya sea que el piso esté hecho de
madera, cerámica o baldosas es muy importante que cuente con una higiene muy
cuidada. Fuera del horario de clases, deberá ser baldeado con agua clorada a fin
de eliminar o disminuir los agentes infecciosos y desalentar a los insectos rastre-
ros, que suelen acompañar a estos ambientes que se usan poco en la semana. De-
ben evitarse las ceras y otros elementos de embellecimiento, que pueden ser muy
agresivos, ya que los niños apoyan sus caritas y llevan a la boca casi todas las
cosas.
En algunos casos, puede ocurrir que la sala todavía no cuente con un piso ter-
minado o alisado. Aquí deberemos poner mucha atención. Algunos recursos ade-
cuados para mejorar la superficie son los pisos desplegables tipo linóleo. Estos
recubrimientos no son caros y presentan la posibilidad de ser higienizados con
facilidad. Evita, de ser posible, las alfombras fijas, pues demandan gran esfuerzo
para su limpieza y nunca quedan bien limpias.
Algo muy importante es no utilizar venenos en ninguna de sus formas. Los ae-
rosoles son problemáticos, porque tienen acción residual, y los niños apoyan sus
boquitas en todas partes. Por más que repasemos o lavemos el piso, puede quedar
algo del venero. En el caso de otros insecticidas sólidos, como pastillas o semilli-
tas, puede ocurrir que, aunque las contemos al colocarlas, éstas pueden ser des-
plazadas y al no encontrarlas también generen dificultades si el niño las ingiere.
El niño deberá ser libre en el ambiente físico de la sala y tendremos que arbitrar
los medios para que esté protegido.
Las alfombras. Siempre nos parecen útiles y realmente lo son, pero debemos
tener algunos cuidados, que facilitarán su empleo con menos riesgos. Uno de los
problemas de las alfombras es la higiene de las mismas. Cuando son gruesas o de
pura lana se hace más difícil la limpieza. De este modo, diferimos su lavado y
sólo las sacudimos creyendo que esto es suficiente. Lo cierto es que, aunque limi-
temos la cantidad de polvo con el sacudido, no actuamos contra las bacterias que
libremente se desarrollan entre los pelos.
Por lo dicho, sugerimos que las alfombras sean pequeñas, evitando los tejidos
delicados, que no pueden ser lavados con frecuencia. Un recurso muy bueno es el
de los trapos de piso. Generalmente se les pide a las mamás que pongan en la
bolsita de su niño un trapo de piso de tejido grueso. El niño lo usará en la clase y
luego volverá en su bolsita a casa, a fin de que su mamá realice la higiene necesa-
La primera etapa de la vida – 157
ria. Ante cada cosa que deseemos usar, primero pensemos en la funcionalidad que
nos permitirá no sólo su uso sino también su higiene y conservación.
158 – Educación cristiana integral
LA CLASE
Los niños, desde muy pequeños, gustan manipular diversos materiales, los
primeros que podemos ofrecerles son tizas y crayones gruesos, ya que éstos per-
miten que cualquier parte del recurso deje trazos. Como comprenderemos, un
niño de 18 ó 20 meses necesitará explorar y reconocer el material y sus posibili-
dades por algún tiempo, hasta que pueda acceder a lápices que trazan en forma
selectiva.
Alrededor de los dos años y por toda la etapa preescolar (llamaremos así a to-
do el tiempo escolar anterior a los seis años), el niño también gustará de manipu-
lar masas de diversas texturas. En este sentido, le serán útiles la masilla, la plasti-
lina, las masas caseras y también gustará de técnicas como la dáctilo-pintura que
aplicará con sus deditos sobre grandes papeles. Más adelante ofreceremos algunas
recetas caseras). Recordaremos que siempre debemos usar materiales atóxicos, a
fin de preservar la salud de los niños. A tal fin, los colorantes pueden ser vegeta-
les, como los que se usan en repostería.
En realidad, el dibujo, la pintura y el modelado son expresiones muy propias
del ser humano. Desde tiempos remotos y a temprana edad, el ser humano empleó
estos recursos para manifestar su creatividad y comunicarse. De hecho, muchos
pueblos fundamentan su escritura en recursos icónicos. Pero aun hay mucho más
para decir de estas expresiones. Veamos los conceptos literales fundados en el
pensamiento de Platón que nos ofrece:
62
Marta Noemí Casullo e Irene Pellicciotta, El niño y los medios de expresión (Buenos
Aires: Enciclopedia Práctica Preescolar Latina, 1971), 10.
La primera etapa de la vida – 159
Masa blanda:
4 tazas de harina común.
2 tazas de agua.
2 tazas de sal fina (esta contribuye a la conservación).
Para dar color se utilizarán colorantes vegetales disueltos en
el agua.
Dáctilo-
Dáctilo- pintura. Esta técnica se emplea con los deditos. Se le pide al niño que
elija uno de sus dedos para pintar. Una vez preparada la pasta de pintura, se le
ofrece un papel grande, que puede ser una hoja de papel de diario, y con sus de-
dos se “expresará” con la pasta de color sobre el papel. Para la preparación de la
pasta de color hace falta:
Recordemos que, aunque estas técnicas pueden ser usadas en otras etapas de
vida, en este caso estamos hablando de niños de hasta tres años. Esto significa
que el amasado no perseguirá el logro de formas o construcciones concretas, sino
la manipulación por el placer de realizarla y la ejercitación de las habilidades mo-
toras finas. Llamamos motricidad fina al empleo de la pinza de los dedos y la
manipulación general que se hace con dedos y manos.
Más allá del placer que representa el poder manipular estas masas, hay otras
razones que nos invitan a ofrecer a los niños estos recursos:
160 – Educación cristiana integral
Debemos comprender que, si bien no todas las personas tienen habilidad artís-
tica, todas manifiestan alegría ante la posibilidad de manipular elementos artísti-
cos sin la presión de producir algo significativo para terceros.
Dibujo. Considerando la edad del niño de la sala cuna, diremos que recién
alrededor de los dos años tendrá un interés fugaz en realizar pequeñas rayas en
algún papel. Su atención, sumamente limitada, impedirá que se interese por más
tiempo en el trabajo de dibujo. Pero hacia los tres años, se incrementará este inte-
rés iniciando el camino del garabato. No debemos esperar expresiones concretas
ni es conveniente guiarlo a producir algo que nosotros deseemos. Este proceso de
adquisición de la realidad es muy largo e irá concretándose a través del tiempo, y
los diversos estímulos que iremos ofreciendo para que internalice las formas de la
realidad. Estos estímulos están ligados a guiar la observación de los detalles. Por
ejemplo, con un niño de alrededor de tres años observamos sus juguetes, y lla-
mamos la atención a un auto y destacamos que tiene ruedas, luces, puertas, etc. Al
mirarse el niño en un espejo, reconoceremos con él sus ojos, su boca, etc. Del
mismo modo podemos hacer al mirar a otros. Así, y a través de canciones y poe-
mas con gestos que estimulemos, el niño irá internalizando estos componentes
que luego enriquecerán naturalmente su expresión gráfica. Es muy importante
destacar que este proceso de la adquisición de la forma llevará muchos años y se
desarrollará en la medida en que estimulemos su observación y facilitemos múlti-
ples experiencias.
Recordemos que, más que guiarlo a que se exprese por escrito, deberemos
alentar el reconocimiento en el espacio y en la realidad, ya que una vez represen-
tado algo en su mente lo podrá expresar bien en el papel.
Otras técnicas. Hay varias otras técnicas que podremos utilizar con los niños
en el desarrollo de la clase. Entre las más frecuentes, mencionamos las siguientes:
Tiza. Las tizas de colores pueden ser empleadas sobre grandes papeles, pisos o
paredes pintadas para ser usadas como pizarrón. A los niños les gusta expresarse
de este modo y les ayuda a conquistar los grandes espacios.
Tiza mojada en leche. Esta técnica es sumamente agradable. Los niños de
alrededor de tres años gustan mucho de realizar sus trabajos en el suelo con pape-
les grandes. Las tizas de colores se remojan en leche por alrededor de 15 minutos
y luego son empleadas sobre los papeles. Recomendamos permitir que los niños
se expresen libremente sobre el papel, sin condicionamientos de ninguna especie.
También las tizas blancas pueden ser empleadas sobre papeles negros o de colo-
res oscuros.
Esponjas. Esta es una linda técnica de pintura. Se emplean trozos de esponja,
que pueden o no tener formas. Pero el corte debe ser pequeño. Entonces el niño
mojará la esponja en la pintura, acuarela o témpera, y plasmará en el papel su
expresión.
Colas plásticas con color. Otro recurso muy bonito es el de la cola plástica a
la que damos color con témperas. El empleo de este material es similar a los ante-
riores. Al secar, el material deja un acabado brilloso que gusta mucho a los niños.
Su textura es más pastosa y agradable al tacto.
El cambiador. Es muy necesario contar con un lugar para cambiar a los bebés.
Generalmente, las mamás de niños que ya no los usan, suelen prestar o donar sus
catres o mesas de baño. Estos recursos se emplean muy bien como cambiadores.
Se tendrá en cuenta su higiene y deberá contarse, además, con toallitas húmedas,
fécula, pañales y muda de ropa, que no se acopiará en la sala sino que se le pedirá
a la mamá que la traiga con su nene. Se deberá tener especial cuidado de no dejar
al niño solo en este lugar por ningún motivo, ya que puede caerse. Con los niños
nunca se sabe lo que puede ocurrir, por lo cual se preparará todo lo necesario an-
tes de ubicar al chiquito sobre el lugar, especialmente si no tiene barandas.
Los animales en la sala. En la sala podemos contar con algún animalito real,
pero es conveniente que recordemos algunas cuestiones importantes:
El mapa de riesgo. Una vez organizada la sala, los maestros deberán elaborar
juntos el mapa de riesgos. Para ello, recorrerán el lugar observando y registrando
aquellas cuestiones que puedan resultar de riesgo para los niños. Estas cuestiones
son: enchufes al alcance de los niños, escalones sin señalización, borduras bajas
en los muebles, pasajes reducidos, y otras cosas que sólo la observación dedicada
permitirá ver. Una vez detectados estos riesgos potenciales, se resolverá la mejor
manera de proteger el lugar.
La primera etapa de la vida – 163
Desde su nacimiento, para el niño los objetos son percepciones fugaces, son
elementos reales mientras los pueda ver. Al desaparecer de su vista, el niño ya no
los recuerda. Esta manera de percibir los objetos es, en parte, responsabilidad de
su egocentrismo extremo y de su inconsciencia. Si recordamos los seis estadios
desarrollados en esta obra al referirnos a Piaget en el Capítulo 3, veremos la rela-
ción de lo descrito allí en general, pero ahora aplicado a la percepción de los obje-
tos.
Entre los primeros 18 a 24 meses, el bebé transita el llamado período sensorio
motriz. Así, se proponen seis estadios, a fin de analizar las fases de este desarro-
llo. Veamos:
Tercer estadio. Entre el cuarto y el octavo mes, el niño juega con el objeto.
Alguien, delante de sus ojos, lo esconde tras una cortina. El niño queda observan-
do turbado y al instante se distrae con otra cosa. Aquí se ha iniciado, por breves
momentos, un intento de conservación de la imagen del objeto. Pero aún el objeto
no existe para él cuando no lo ve y su conducta está directamente relacionada con
la acción no con el objeto.
Sexto estadio. En este estadio el niño busca el objeto aunque no lo haya visto
antes, es decir, no necesita que alguien lo oculte ante sus ojos. Él recuerda el ob-
jeto y lo busca hasta encontrarlo. Aquí decimos que el niño ha alcanzado la con-
servación de la imagen del objeto, aunque aún el egocentrismo no le permita tener
una percepción tan real del mismo.
La primera etapa de la vida – 165
En este capítulo veremos aspectos importantes del desarrollo del niño que
surca la etapa de socialización anterior a la de la educación básica primaria. Su
recurso de vida es el juego y a través de él se recrea y aprende diversas cosas. El
interés crece y va pasando a través de los aprendizajes, de la dependencia absolu-
ta a algunas autonomías sumamente satisfactorias.
El egocentrismo, que aún controlará gran parte de sus vivencias irá haciendo
trabajosamente, lugar a una actitud social que se verá con más claridad a partir de
los cuatro años y medio en adelante. La clase bíblica le ayudará a integrarse al
grupo y fomentará su amistad con Jesús. Como ya veremos, esta edad es ideal
para alimentar el buen vínculo con el Señor y facilitar actos de fe que estimulen el
crecimiento de ella.
La clase de preescolares incluye a los niños de tres, cuatro y cinco años. Las
diferencias en las características de cada edad son muy notorias y el desarrollo es
vertiginoso. Con sólidas conquistas en todos los planos, además de los grandes
cambios, los niños nos obligan a analizar este período prácticamente año por año.
168 – Educación cristiana integral
El juego es el recurso por excelencia en la vida del niño, al punto que su espacio
es ocupado por el trabajo en la vida adulta. Es por eso que lo utilizaremos como
eje en nuestro estudio.
A los tres años, este niñito conserva sus conductas individuales fundadas en el
egocentrismo del que ya hablamos. Aunque se encuentre entre varios niños, no
intentará relacionarse espontáneamente con ellos. A este período lo llamamos la
etapa del juego solitario.
El juego solitario. Este período dura hasta alrededor de los tres años. El niño
no necesita a otros pares, aunque si los encuentra se alegra temporalmente. Juega
solo con los objetos o con un adulto que lo consienta. La carencia de lenguaje
para explicarse colabora con el desarrollo de berrinches que, de ser consentidos,
serán usados como instrumentos de dominación y control. Al contactarse en la
clase con otros pares y mediante una adecuada intervención de los maestros,
quienes deberán conducir los juegos como integrantes de ellos, el niño irá ingre-
sando a la siguiente etapa, que es la del juego paralelo.
El juego paralelo. Esta etapa dura hasta alrededor de los tres años y medio. El
niño necesitará y gustará de tener a otros pares cerca, pero seguirá jugando solo y
peleará por tener para sí todos los juguetes, aunque estos estén repetidos. Su len-
guaje se habrá ampliado, pero aun así continuará prefiriendo el lenguaje corporal
y gestual. Por eso, a esta etapa también la llamamos la etapa del juego simbólico.
El rol docente seguirá siendo el de una amplia participación, pero a medida que
los niños vayan aceptándose y generando sus propios juegos, el maestro irá ocu-
pando lentamente el rol de observador pasivo, facilitando así las interacciones
espontáneas de los niños. La actitud adecuada, en este caso, será la de todos ju-
gando a lo mismo con el maestro. Cuando este tipo de actividad se afirma, alre-
dedor de los tres años y medio, el maestro dividirá al grupo en dos y un mismo
juego abarcará dos acciones diferentes. Por ejemplo, unos venden y otros com-
pran. Así, el rol docente irá siendo más pasivo a medida que los niños conquisten
su autonomía.
El juego social. A partir de los cuatro años y medio a los cinco años, los niños
ya serán capaces de jugar en grupos sin dificultad. Organizarán, planificarán el
juego y lo llevarán adelante con buenos logros, disfrutarán mucho, expresarán su
felicidad y sus conflictos. Si el docente es observador podrá descubrir, a través
del juego, muchos aspectos de la vida de su alumno, que tal vez nunca conocería
de otro modo, ya que el juego es muy revelador de situaciones personales y fami-
liares de los chicos. Muchas veces, estas situaciones no se comentan abiertamen-
te. Además, una intervención adecuada por parte del adulto puede hacer que el
niño corrija comportamientos inadecuados, tales como falta de constancia, trata-
mientos incorrectos, intemperancias, etc. Recordemos que las conductas fijadas
durante el juego se transforman en comportamientos habituales, que se reflejan
muy bien luego en la vida del trabajo adulto.
El preescolar – 169
Irene Pellicciotta:
Pellicciotta “El juego infantil es la expresión de la relación del niño
con la totalidad de la vida, el niño va adaptándose en mayor o menor me-
dida, al grupo familiar y al medio socio- ambiental que lo circundan,
creándose en consecuencia situaciones de relación, de comunicación, de
adaptación, que van a ir configurando la estructura caracterológica del in-
dividuo, en la formulación de sus expectativas con respecto al mundo, y
en la determinación de su actitud frente a otras personas.”63
El origen de la vida. El niño expresa esta cuestión con la pregunta: “¿De dón-
de vienen los nenes?” Algunos padres suelen pensar que aún es pequeño para
estos temas y responden ligeramente como para salir del paso. Pero este es un
gran requerimiento y merecería una respuesta cuidadosa y comprometida con la
verdad. Recuerda que el niño no reclama una clase de biología o de sexología. El
sólo necesita saber dónde se formó. El Dios de amor que nos creó es el autor de la
63
Casullo y Pellicciotta, El niño y los medios de expresión (Buenos Aires: Enciclopedia
Práctica Preescolar Latina, 1971), 77.
170 – Educación cristiana integral
gestación, esa gloriosa manera de reproducir vida desde nuestro propio cuerpo
con su bendición y a través del amor entre dos personas, los papás. ¿No crees que
el niño debería saber estas cosas? Lo real es que, satisfecha su curiosidad, queda-
rá la puerta abierta para que consulte a sus padres y no a otros sobre temas tan
delicados. Recuerda que no debes abundar en detalles desde tu propio pensamien-
to como adulto. Sólo debes responder nada más que lo que se te pregunta con la
verdad, mucho cariño y desde lo mejor según tu parecer.
La muerte.
muerte. El niño comienza a percibir que la muerte es una separación pro-
longada y percibe, además, el dolor de los familiares que quedan. Antes de esta
edad, hubiera podido estar en un sepelio sin que recibiera mayores impresiones,
pero en esta etapa se llena de angustia y sufre. Su pregunta habitual frente a esto
es: “¿Dónde está?” Generalmente la respuesta es: “En el cielo”. Algunos niños
suelen pedir detalles de ese lugar desconocido. Este es el momento de responder-
les de acuerdo a la Palabra del Señor. De todos modos, aconseje a los padres evi-
tar en esta etapa llevar a los niños a los velorios y sepelios, ya que aún no pueden
entender cómo es que el fallecido está en el cielo y se lo ve dormido en un cajón o
si presencia el acto de la sepultura. Recuerda que sólo los cristianos tenemos una
respuesta esperanzada frente a la muerte, ya que por medio de la fe podemos lo-
grar la paz ante este interrogante universal. Las personas sin Cristo tienen un pro-
fundo problema no resuelto con la muerte, porque considerando que aprendemos
por medio de la experiencia, al faltarnos experiencia directa con la muerte no po-
demos concretar la resolución del problema. Los creyentes, a través de la fe y la
Palabra de Dios, como dijimos, contamos con la posibilidad de resolver este con-
flicto tan generalizado.
Les comparto la experiencia de Sergio y sus padres. El papá y dos tíos de Ser-
gio, que contaba con cuatro años y ocho meses, fueron a pescar un fin de semana.
Cuando regresaban, la camioneta en que viajaban volcó. Uno de los tíos de Sergio
perdió la vida en el acto, mientras que su papá se fracturó una pierna y tuvo gol-
pes de diversa consideración, por lo que quedó internado en observación aunque
fuera de peligro. El otro tío resultó ileso. En medio del dolor, la mamá de Sergio,
que no tenia como dejarlo a fin de atender a su esposo internado, y asistir al vela-
torio y sepultura de su cuñado, llevó al niño a todos esos lugares. Cuando Sergio
preguntaba si su papá iba a morir, la mamá le decía que no. A la pregunta en
cuanto a dónde estaba el tío fallecido, la mamá le decía que en el cielo. Lo cierto
es que el niño comenzó a presentar serios problemas de conducta en el jardín de
infantes. Se volvió violento y muy agresivo con sus compañeros, y aun con la
maestra. Entonces decidí entrevistarlo a solas, a fin de ver realmente lo que ocu-
rría y me sorprendió su respuesta, Sergio dijo: “Mi mamá es una mentirosa, por-
que ella dijo que mi tío se fue al cielo, pero lo pusieron en un pozo porque se mu-
rió y mi papá se va a morir porque está en el hospital.” Entonces le respondí: “No,
Sergio, tu papá no va a morir, sólo lo están cuidando hasta que se ponga bien.” A
lo que el niño me contestó: “Sí, eso dijo mi mamá, pero ella es mentirosa.” Este
diálogo está tomado literalmente del registro de entrevistas.
El preescolar – 171
La organización de la realidad
que lo rodea y conoce. Esto facilita que él crea que con sólo desear o pensar una
cosa ésta es así. Por esa causa es que aseguramos que el niño de esta edad no
miente, ya que no tiene posibilidad de aplicar intencionalidad al acto. Simplemen-
te cree que las cosas son como él las imagina. A esta conducta le llamamos fabu-
lación. Por ejemplo, hay niños que relatan con lujo de detalles el nacimiento de
un hermanito y son hijos únicos, otros hablan y juegan con amigos imaginarios
con todo realismo. Esto es normal a esa edad. Con el tiempo, el niño irá encon-
trando las herramientas adecuadas para aprehender los aspectos necesarios de la
realidad. Recordemos, además, que la imitación aún juega un papel preponderan-
te en la vida de estos niñitos, por lo que debemos reconocer y recordar que somos
modelos permanentes en todos los aspectos. Otras de las características a tener en
cuenta son: el animismo, la reversibilidad, la globalización y la transducción.
Animismo. Este niñito, desde muy pequeño extendió su propia vida a los ob-
jetos. De este modo, hace hablar a sus muñecos con su propia voz, creyendo que
lo hacen. Por eso, también le cuesta tanto desprenderse de sus objetos, abrigos o
mochila al llegar a un lugar, y no es capaz de establecer la diferencia entre un
objeto y un sujeto, por lo que les presta sus propios atributos humanos a fin de
que vivan. Del mismo modo, el niño puede compartir un diálogo con un títere
manejado a la vista por su titiritero, sin que establezca ni le llame la atención el
ver todo el procedimiento. En realidad, él sólo verá al títere e interactuará sin
problemas.
Ya antes nos hemos referido al lenguaje como recurso comunicador por exce-
lencia. En este caso, desarrollamos la idea del lenguaje oral como el más preciso
entre otros, porque no sólo nos comunica con los demás, sino que permite la
construcción del pensamiento en nosotros. Antes de formular diversas opiniones,
las construimos en nuestro interior (mente). Para ello, y aun en silencio, articula-
mos a través del lenguaje, una serie de hipótesis sobre las cuales nuestra mente
acciona, seleccionando, probando y recorriendo diversos caminos, a fin de encon-
trar estrategias comunicables al resto. A estos productos comunicables los llama-
mos conceptos.
Por otra parte, constantemente y aun para las cuestiones más domésticas y
cotidianas, elaboramos ideas buscando evidencias y motivos. Pues bien, el len-
guaje es indispensable para que estos procesos puedan cumplirse mas allá de que
los verbalicemos o no. Las palabras, a la hora de la comunicación, son verdaderas
herramientas de precisión, y funcionan como ninguna otra acercando las ideas a
la realidad posible.
174 – Educación cristiana integral
Además, cada cultura contiene y enseña, de acuerdo a pautas propias, sus pa-
trones o modelos de pensamiento. Pero todas cumplen con ciertas premisas bási-
cas que son: modelo, explicación, interacción y realimentación. Y es que en todas
las culturas se cuenta con ejemplos del buen pensar, explicaciones acerca de có-
mo llegar a hacerlo, la posibilidad de intercambiar experiencias a fin de construir
el modelo y la posibilidad de la reconstrucción permanente mediante el reflujo
social.
1 Corintios 14:8-
14:8-10:
10 “Y si la trompeta no da un toque claro, ¿quién se va a
preparar para la batalla? Así sucede con ustedes. A menos que su lengua
pronuncie palabras comprensibles, ¿cómo se sabrá lo que dicen? Será como
si hablaran al aire. ¡Quién sabe cuántos idiomas hay en el mundo, y ninguno
carece de sentido! Pero si no capto el sentido de lo que alguien dice, seré
como un extranjero para el que me habla, y él lo será para mí.”
LA CLASE DE PREESCOLARES
En ella jugamos, cantamos y reímos, pero por sobre todas las cosas facilita-
mos los acercamientos tempranos al Dios amoroso que nos creó. Jesús será el
amiguito querido y él mismo, amorosamente, se ocupará de estimular y alimentar
la fe de sus pequeños.
Recordemos que los temas para estos pequeños son aquéllos que los acercan a
Jesús y su relación con él, además de las historias bíblicas del Antiguo y Nuevo
Testamentos. Algo muy adecuado es que el relato contenga un personaje central y
no más de dos secundarios. Toda lección debe ser presentada con materiales que
acerquen al niño a experiencias observables y lo más próximas que sea posible a
la realidad. Las lecciones deben ser breves y el narrador muy expresivo. Debe
jugar con tonos de voz, silencios y gestos acentuados.
En cuanto a la actividad posterior, evita que sea repetitiva, como pintar la
hojita de la lección en todas las clases. Hay diversas posibilidades, que les permi-
ten a los niños trabajar con libertad. Puedes usar elementos de deshecho, colas
vinílicas, papeles diversos, tijeritas para cortar papel, crealina, masilina y masa de
sal. Déjalos actuar y verás qué hermosas producciones logran. (Ver algunas técni-
cas en el capítulo anterior.) Recuerda que cada lección tendrá, además de la histo-
ria, una enseñanza de vida. Los mayores problemas que debe superar este niño
son los que se relacionan con su socialización. Comprender que él es uno entre
otros será un lento y progresivo trabajo, que se estimulará orientándolo a compar-
tir, esperar, negociar y ceder, entre otras cosas. Estas serán virtudes que el niño
deberá aprehender en este trayecto hacia la socialización.
Por otra parte, recordemos que su condición de fabulador, su animismo, ego-
centrismo y visión globalizada de las cosas le impiden un correcto sentido de la
El preescolar – 175
La conservación del color. Uno de los trabajos a realizar a partir de los tres
años es estimular el reconocimiento de los colores. Partiremos de su ropa, jugue-
tes y objetos diversos que él pueda ver. Por ejemplo, podemos decirle al niño: “Te
sacamos tu saco azul,” o “¿Me das el autito rojo?” Como ves, asociamos en prin-
cipio el objeto con su color. Por otra parte, el niño no desprenderá, al comienzo,
el color del objeto. Es decir, no asociará a todos los objetos azules, aunque sean
de diferentes categorías. Sólo el ejercicio que planteamos le irá permitiendo inter-
nalizar la generalización.
Más adelante, hacia los cinco años, cuando el reconocimiento sea satisfacto-
rio, avanzaremos hacia la búsqueda del color por el idéntico. Ya no será un solo
objeto sino que entre varios diferentes deberá encontrar el idéntico. En este caso,
la consigna será: “Vamos a poner juntos los que van juntos.” Así el niño se ejerci-
tará reuniendo, por ejemplo, todos los autos, flores, mariposas, o lo que sea de
color rojo.
El niño de cuatro años seguirá trabajando con el color empleando algunas
consignas propias de los tres años, pero su seguridad irá dando paso a otros avan-
ces que se verán muy bien en el ejercicio diario. Necesitará, entonces, nuevos
recursos que le ayuden a continuar sus avances. Por eso, ofrecemos a continua-
ción algunas ideas. No sólo juguetes comprados serán útiles para esta ejercita-
ción. Muchos elementos de descarte como cajas, envases de huevos y otros, todos
ellos pintados o forrados con colores primarios al comienzo y luego ampliando la
variedad, serán muy adecuados. Además, podrán complementarse con bolitas
diversas, no muy pequeñas, pintadas de los colores de las cajas para realizar las
correspondencias. Cajas de diversas formas con sus tapas, además de la asocia-
ción por color, permitirán que ejercite la motricidad fina a fin de enroscar, ajustar
o encastrar. El niño de cinco años ya empleará con independencia y seguridad los
colores y habrá logrado desprender esta categoría de las otras, es decir, señalará
colores independientemente de las formas o tamaños de los objetos.
176 – Educación cristiana integral
Todas éstas serán participaciones adecuadas que facilitarán los mejores resul-
tados. Recordemos que el juego es el recurso más valioso a través del cual el niño
desarrollará su autonomía social, moral y espiritual. La libertad es una premisa
fundamental, pero recordemos que el adulto, aunque persiguiendo esa premisa,
debe conducir y aun guiar con autoridad cada momento del desarrollo del niño, a
fin de que los principios no negociables sean parte de su actitud según correspon-
da a la etapa que transite. El valor no estará en liberarlo desde el principio, sino,
como ya hemos visto al hablar del desarrollo ético-moral, el valor estará en saber
cuando pasaremos de la presión a la cooperación para concluir en la autonomía
con valores internalizados, es decir, sólidamente aprehendidos.
Cada objeto tiene aspectos que son invariables y propios de él. Pues bien, el
niño tiene que descubrir esos aspectos de invariabilidad, que hacen del objeto lo
que es y no otra cosa. Para esto, cuenta con su curiosidad natural y su motricidad
fina, mejor desarrollada desde los tres años y medio. Esto le será muy útil a la
hora de desarmar y volver a armar diversos objetos. Para ello será muy bueno
proveerle de recursos desarmables, como los rompecabezas, que progresivamente
irán desde las dos piezas en adelante.
Por otra parte, son muy útiles los encastres y ensartes auto-correctores. Éstos
son los que cuentan con piezas que tienen cortes dividiendo la figura en dos o tres
partes. Se construyen de la siguiente manera: sobre una base de madera se plantan
dos ejes. Se construye en madera o con una placa de poliuretano expandido grue-
so, un rectángulo y se le practican dos orificios verticales como para que ensarte
El preescolar – 179
LA ENSEÑANZA A PREESCOLARES
Llamamos así, a la hora de realizar un material para los niños de esta edad, a
los cortes que deben realizarse de la figura humana o animal. Estos no deben rea-
lizarse de cualquier manera, sino respetando las partes del cuerpo de la siguiente
manera: hay que cortar por el cuello, por el bajo vientre al comienzo de las ex-
tremidades inferiores, y si deseáramos algún otro corte, debería ser a la altura del
final de los hombros, justo donde comienzan los brazos.
Hay varios recursos lúdicos que los docentes de niños en esta etapa harían
bien en considerar y aplicar.
tos, etc. En todos los cuadrados se colocará la misma figura, pero de diferente
color. Para que la superficie se conserve mejor, se termina pintando toda la super-
ficie con abundante cola vinílica. No te asustes, pues te parecerá que arruinaste el
trabajo, pero cuando seque verás qué lindo queda. Una vez pintado, deja secar la
hoja en un lugar alejado de la posibilidad de que se le peguen elementos indesea-
bles. De un día para el otro se secará muy bien. Por otra parte, corta cartones del
tamaño de los cuadrados de la lotería. Quedarán como para superponer en forma
individual y repite en cada uno el dibujo y el color de los de la lotería. Estos car-
tones recortados también se pintarán y una vez secos se incorporarán al lugar de
juego de los niños, para que puedan usarlos. Previamente se les enseñará a usar
bien el recurso.
Del mismo modo, se pueden construir dominoes con fichas dobles y simples,
pero con dibujos que se puedan asociar por color y/o forma y/o tamaño. Este re-
curso es útil desde los cuatro años, pero debe ser empleado luego de un buen tra-
bajo previo con loterías. Es muy importante recordar que debemos llevar a los
niños de lo más sencillo a lo más complejo, por lo cual será abundante el estímulo
con loterías antes de ofrecer los dominoes.
Cajas con sorpresa. Arma una caja, subdivídela en su interior con dos cartones
cruzados formando así cuatro compartimientos. Pinta cada compartimiento con
témpera de diferentes colores, siempre primarios. Luego, deja secar bien y elige
juguetes pequeños de cotillón de los colores con que pintaste los compartimien-
tos. El niño deberá ordenar, clasificando por color, los juguetes dentro de la caja.
Ensarte. Sobre una base de madera se ubican varios ejes pintados de diversos
colores. Si empleas clavos, fíjate de limar las puntas. Aparte se preparan formas
diversas con piecitas de madera u otro elemento que encontremos. Le damos el
color de alguno de los ejes cuidando de que todos tengan su correspondencia.
Verificamos que el orificio central de las piezas pueda insertarse cómodamente en
los ejes y ya está listo el recurso para ser empleado.
cada caso y luego podrán, si lo desean, ensartar por color algunas argollas pinta-
das.
Existen dos tipos de experiencias posibles. Están las que se realizan en forma
directa sobre el objeto de estudio, y las indirectas, que el maestro intenta recrear a
fin de facilitar el aprendizaje. Siempre que sea posible, la experiencia debe ser lo
más directa que podamos ofrecerla.
La expresión corporal
Del mismo modo que las demás formas de expresión, ésta constituye un im-
portante recurso para el desarrollo armónico de este ser humano tan complejo y a
la vez tan maravillosamente creado. Veamos algunos de los aportes que hace a la
causa del crecimiento integral esta cuestión de la expresión corporal.
Una de las cosas que más necesita este niño en crecimiento es el contacto con
el medio que lo rodea. Pero éste deberá ser un contacto activo, porque es en mo-
vimiento como el niño logrará ir conquistando el espacio, y es a través de la expe-
riencia como irá alcanzando las nociones imprescindibles para la vida. La curio-
sidad lo irá llevando a encarar la exploración del medio, pero la guía organizada
de sus padres y docentes lo conducirá con éxito a la superación de sus límites.
Tal vez nos preguntemos para qué nos sirve este tema a nosotros, que sólo
contamos con la presencia del niño quizás por una hora en una clase. Lo que ocu-
rre es que si logramos dar la clase con el niño activo, empleando recursos lúdicos
en lugar de someterlo a nuestro relato desprovisto de actividad, lo estaremos
guiando a apreciar no sólo el contenido transmitido, sino la experiencia integrado-
ra que es invalorable, sobre todo a estas edades.
Así, pues, consideraremos este tema desde tres importantes aspectos a tener
en cuenta para no desviarnos de la tarea.
184 – Educación cristiana integral
El tema del propio cuerpo. Una de las necesidades fundamentales del niño en
la primera infancia es alcanzar a comprender lo que le rodea, pero no puede aún
establecer dónde termina él y dónde comienza el resto. Por otra parte, como ya
explicamos, su naturaleza le lleva a proyectar su vida a los objetos. Pues bien, es
necesario guiarlo a través de múltiples experiencias a reconocer su propio cuerpo.
A través de canciones con mímica, ofreceremos la oportunidad de reconocer las
partes de su cuerpo: cabeza, tronco, extremidades, etc. Las llamaremos: cabeza,
cuerpo, brazos y piernas. El niño deberá tocar cada parte y ver su imagen en un
espejo. Así irá reconociéndose e internalizando su propio cuerpo.
Un paso siguiente será ir parte por parte, distinguiendo los ojos, la nariz y la
boca en la cara, las orejas y el cabello en la cabeza, el cuello. Del mismo modo
procederemos con el resto de su cuerpo. Esto se estimulará con ejercitaciones
múltiples. Emplearemos recursos como las canciones, espejos, movimientos ge-
nerales y mímica. Otros recursos serán correr, saltar, reptar (arrastrarse), rodar. Y,
para los niños más grandes (cinco años) los animaremos a salticar (saltar sobre un
pie). Además, recordemos que sólo a partir de esta edad los niños son capaces de
caminar para atrás.
Una vez estimulado este reconocimiento de su esquema corporal, siempre
considerando con ellos que Dios proveyó ese cuerpo y que es muy lindo porque
así lo hizo el Señor, pasaremos a ofrecer ejercitación variada siempre a través del
juego, que los conecte con el cuerpo del otro. Así ofreceremos juegos que lo lle-
ven a observar y señalar los detalles del cuerpo de sus amiguitos. Estos juegos
llevan el nombre de juegos en espejo, ya que se reemplaza el espejo que le permi-
tió observarse a si mismo, pero que ahora lo ayuda a observar el cuerpo de otro
ser humano.
A continuación ofrecemos un juego que resulta divertido. Se trata de lo que
denominamos como el dibujo del amigo. Uno de los niños se acuesta en el piso de
un patio o lugar que pueda ser higienizado con facilidad. Lo hace boca arriba y
con las piernas y brazos extendidos alejados del cuerpo. El otro niño copia la si-
lueta de su amigo con una tiza. Una vez concluido el trabajo, cambian de lugar y
repiten la acción en otro espacio cercano. Para concluir, cada uno completa dibu-
jando los detalles que falten y puedan recordar. Es muy importante no ayudar ni
sugerir acciones. El niño deberá ir internalizando, a través del trabajo espacial, lo
que luego plasmará en el plano. Si la actividad no fuera lo suficientemente satis-
factoria, se deberá volver a trabajar en el reconocimiento espacial, es decir, el
niño mismo con el espejo y el reconocimiento en el amigo.
La naturaleza está en permanente juego con los sonidos, de tal modo que lo
que llamamos silencio en realidad no es tal. Se trata sólo de la ausencia selectiva
de algunos ruidos que no deseamos. Pero si escucháramos con atención, podría-
mos reconocer algunos sonidos naturales que nos son agradables. En medio de un
bosque y solos, escuchamos el silencio que, sin embargo, está poblado de soni-
dos, como el viento entre las hojas de los árboles, el caer de alguna rama, el trino
de algún pájaro, etc.
Volviendo a la cuestión del ritmo, el niño mismo cuenta en su cuerpo con un
ritmo vital, que se traduce en las palpitaciones de su propio sistema circulatorio.
Esta cadencia debe ser encontrada a través del juego y con la participación de la
música. El niño irá encontrando así su propio ritmo y lo traducirá en armonía de
movimientos, que con el tiempo le permitirán coordinar sus desplazamientos, el
dominio de sus emociones y el control de su accionar general, y entre otros facto-
res, la construcción y el dominio del lenguaje.
Edgard Willems:
Willems “El ritmo está sin duda, más directamente unido al cuer-
po humano que la melodía, más tributaria de la emoción, y que la armonía,
que no puede existir sin la inteligencia. El niño encuentra en forma espon-
tánea la manera de expresar con su cuerpo cualquier estímulo musical, ca-
da persona imprime un ritmo propio a su vida, a su lenguaje, a su trabajo y
fundamentalmente, todo ser humano tiene ritmo desde el momento de na-
cer.”64
Edgard Willems, el gran músico terapeuta de origen belga, empleó estas no-
ciones en su trabajo con personas dis-rítmicas, niños con trastornos del desarrollo
intelectual, autistas y otros trastornos de conducta. Él nos cuenta que es notable el
avance que se logra con ellos al emplear la música y la expresión corporal en su
tratamiento. El dominio del esquema corporal, sumado al conocimiento del pro-
pio ritmo son facilitadores del desarrollo armónico de los procesos inteligentes, la
comprensión del mundo exterior, el establecimiento de las constantes temporales
y espaciales, la economía de esfuerzos en el movimiento, el aumento de las des-
trezas, la conquista de la libertad y la comprensión de los límites de ésta. Si
consideramos que el niño pequeño tiene por mucho tiempo gran torpeza de mo-
vimientos, de modo tal que emplea todo el cuerpo para realizar desplazamientos
pequeños y que sólo alrededor de los cinco años logra mejores destrezas, entende-
remos la importancia de estimular estos aprendizajes a través de buena ejercita-
ción.
El conocimiento del propio cuerpo. Hasta aquí nos hemos referido a la con-
quista del espacio amplio, pero aún y simultáneamente se encuentra la necesidad
de estimular las áreas internas y estos logros se alcanzan a través de ejercitaciones
64
Edgard Willems, tomado del taller dictado por el autor en el teatro Roma de Avellaneda
en 1970.
186 – Educación cristiana integral
Cada guión es un golpe que marca el pulso, siempre igual o tic tac.
En tercer lugar, está el ritmo. En este caso se trata de seguir, con golpes de
palmas, la melodía. Tal vez nos sorprenda, pero tanto la palabra hablada como la
que es cantada tienen ritmo y melodía. Con los niños trabajaremos empleando la
música a fin de que puedan distinguir con facilidad la melodía y establecer el rit-
mo para seguirlo con las palmas. Estos ejercicios no sólo son útiles para la músi-
ca, sino que son usados con muy buenos resultados para enseñar silabeo y acen-
tuación en la escuela primaria durante las clases de lengua.
El preescolar – 187
De todas las experiencias que pueda tener un niño en esta etapa de su vida, la
más trascendente será su experiencia de salvación. En general, el niño obtiene la
conciencia de pecado más adelante, alrededor de los siete años, por lo que cuando
existen manifestaciones de fe previas, deberemos ser muy cuidadosos en verificar
su crecimiento espiritual a fin de corroborar que realmente haya tenido la expe-
riencia de salvación en la circunstancia que es referida. Algunos niños que son
hijos de cristianos, crecidos en el ambiente de la iglesia, pueden haber manifesta-
do su fe en Jesús, por ejemplo, en algún campamento a temprana edad. Tal vez
esto ocurrió porque otros lo hacían. Pero, luego, al experimentar genuinamente la
salvación advirtieron la diferencia. Recordemos que es indispensable la concien-
cia de pecado para que seamos guiados a un arrepentimiento real, y ésta se alcan-
za con posterioridad a cuestiones madurativas que se producen alrededor de los
siete años. De todos modos, es conveniente no desatender ni desestimar las situa-
ciones que el niño plantee. Más bien, es necesario que actuemos con sumo cuida-
do observando y verificando la naturaleza de las experiencias que se van concre-
tando a fin de acercar los recursos adecuados en tiempo y forma. Recordemos que
prejuzgar en estos casos puede llegar a transformarse en un acto de soberbia in-
admisible y lamentable ante un hecho tan importante. Cuando hablamos de pre-
juzgar estamos refiriéndonos a anteponer lineamientos científicos a la observa-
ción de la persona. Recordemos que dichos lineamientos nunca son rigurosos,
sino amplios y generales. Se refieren a la mayoría de los casos estudiados y no a
patrones fijos e incuestionables. Recuerda que tu niño es único, y esta cuestión es
suficientemente importante como para dedicarle oración y cuidado con observa-
ción. Una vez más, en torno a esta cuestión, caeremos en la cuenta de que la ma-
terno-paternidad es un proceso de característica presencial.
A los fines de la Escuela de Educación Cristiana, esta etapa abarca desde los
seis a los doce años de edad. Aunque es una etapa extensa, se suele dividir en dos
clases: una de seis a ocho años y la otra de nueve a doce años. Es interesante con-
siderar que, a pesar de lo abarcador del período, y que dentro de él se producen
importantes cambios en el desarrollo tanto físico como intelectual del niño, el
mismo está transitando lo que llamamos un período de latencia. Es decir, sus in-
tereses están rondando las mismas cuestiones que ya hemos considerado, como el
juego, la escuela, sus amigos (que preferirá que sean del mismo sexo), y en gene-
ral todo lo que le produzca alegría y diversión.
En el aspecto motriz, estos niños han perdido impulsividad, dando paso a mo-
vimientos más controlados, donde la intencionalidad y la regulación han pasado a
ser más efectivas. A partir de los siete años se han vuelto más veloces y su coor-
dinación óculo-motora (vista-movimiento) se ha tornado mucho más precisa. El
niño mueve sus miembros superiores (brazos) e inferiores (piernas) con indepen-
dencia. También su coordinación auditivo-motriz ha progresado, pudiendo reco-
nocer y reproducir sonidos sin dificultad. Recordemos que alrededor de los cinco
años, el niño tiene una regresión visual, que recién superará alrededor de los seis
años promediando su primer grado escolar. La conquista del espacio amplio es
casi total, ya que se desplaza con seguridad y autonomía. En cuanto al espacio
190 – Educación cristiana integral
En este período, el niño afirma las operaciones básicas de suma, resta, multi-
plicación y división. Se maneja mejor con el tiempo remoto o lejano y hacia los
nueve años comprende bien los hechos ocurridos mucho tiempo atrás, o sea,
hechos históricos. Puede asociar sencillamente encadenando hechos en un orden
formal.
Por esto es muy importante que se le estimule al conocimiento de la historia
en general y la cristiana en particular, ya que el enhebrado de procesos estimulará
el desarrollo correcto de su pensamiento lógico.
A esta etapa la llamamos etapa de las operaciones concretas, ya que si bien el
pensamiento avanza rápidamente, se limita a operar con situaciones concretas.
Tal vez lo más importante y significativo de esta etapa es la capacidad de reversi-
bilidad. La reversibilidad del pensamiento es algo que ya hemos considerado.
Recordemos que se llama así a la capacidad de enunciar una idea, pudiendo ex-
plicar el por qué de ella y otras relaciones similares sin perder coherencia.
En cuanto al lenguaje, el mismo se afirma empleando vocablos y formas del
adulto. El niño se vuelve más rápido y preciso en las respuestas, pudiendo mante-
ner diálogos productivos y extensos. Es muy importante estimular el desarrollo
amplio del lenguaje, ya que será el recurso por excelencia de la comunicación
externa, pero, además, ayudará a la construcción interna. La construcción mental
se torna más interna y con mayor capacidad de síntesis, por lo cual esto también
favorece a la seguridad necesaria para que el niño se exprese con libertad. Es por
eso que a esta edad se debe estimular mucho y en forma pareja el desarrollo del
lenguaje oral y escrito. Recordemos que la mejor forma de hacerlo es facilitando
experiencias significativas a través de actividades que refuercen estos recursos,
que serán fundamentales para la buena comunicación en el momento y a futuro.
¿Cuáles son los temas que más le interesan al niño? ¿Qué es lo que más lo
atrae? Preferentemente se trata de historias de vida de personajes bíblicos y mi-
sioneros, que encierren arrojo y valor en sus actitudes. Es decir, gente que se haya
jugado por sus ideales. Hay que tener en cuenta que el niño puede ser, en general,
muy reflexivo, si lo estimulamos y gusta de expresar sus ideas respecto de los
temas. Es muy entusiasta concursando y memoriza muy bien los textos bíblicos.
No temas facilitar las memorizaciones de la Palabra de Dios a través de los tex-
tos. Esto es muy bueno, útil y necesario. Pero recuerda que es del mismo modo
importante que aprenda a razonar y explicar los contenidos con sus palabras.
Otro recurso excelente es el role-playing o la teatralización a partir de un relato.
Esta es una actividad de improvisación. Tus alumnos te sorprenderán y verás los
resultados. (Ver más sobre esto en la consideración de las estrategias de enseñan-
za.)
192 – Educación cristiana integral
65
Howard Gardner, Inteligencias múltiples: la teoría en la práctica (Buenos Aires: Edito-
rial Paidos, 1998).
El escolar – 195
F. Herrera y otros:
otros “Hablando metafóricamente, podríamos decir que
nuestra personalidad es el vehículo que nos conduce por la vida, cuyo
motor sería el autoconcepto (aspecto cognitivo), su combustible la auto-
estima (aspecto afectivo) y su particular forma de conducirse, más o me-
nos acertada, la autoeficacia (aspecto conativo).”66
66
Citado en Ferreyra y Pedrazzi, Teorías y enfoques psicoeducativos del aprendizaje, 104.
196 – Educación cristiana integral
67
Pozo, Teorías cognitivas del aprendizaje, 211.
68
Citado en Ferreyra y Pedrazzi, Teorías y enfoques psicoeducativos del aprendizaje, 71.
69
Citado en Ibid., 69.
El escolar – 199
En este capítulo estamos dedicándonos a los escolares. Sin embargo, este tema
es común a toda la infancia y la adolescencia. Lo cierto es que no puede fragmen-
tarse como todos los demás temas y es lo suficientemente importante como para
que lo abordemos con detenimiento. Varias son las variables que presenta esta
nueva conformación de la sociedad que nos toca vivir en el presente. Hoy en día
el trabajo se ha redimensionado en su práctica, retrocediendo a tiempos remotos
en los cuales se desarrollaba de sol a sol. En estas condiciones es impensable que
alguien se desempeñe sólo seis u ocho horas en el mismo. Tanto para mujeres
como para hombres la jornada laboral se ha extendido hasta diez o doce horas,
salvo algunas excepciones.
Si bien la letra escrita, es decir, el marco legal laboral, conserva el espíritu del
marco filosófico-sociológico que, fundado en diversas investigaciones de post-
guerra junto con el avance de la revolución industrial, surgiera a comienzos del
siglo XX, la realidad dista mucho de conservarse en ese espíritu. La cuestión de la
división del trabajo fue investigada por Frederick W. Taylor, entre otros. En sus
escritos, estos autores sostienen la necesidad básica del ser humano de contar con
ocho horas de trabajo en campo, ocho horas de descanso en sueño y ocho horas
de ocio creador, durante el cual se desarrollan actividades dispuestas libremente
por cada persona.
Pero lo antes dicho ha cambiado notablemente en tiempos más recientes, de
modo que los niños crecen sin la asistencia constante de alguno de sus padres.
Esta circunstancia permite que en forma natural, el niño reciba la influencia de
otras personas que, finalmente, terminarán liderando su formación integral, usos,
costumbres, ideas, valores, etc. en desmedro de lo que sus padres pudieran pensar
o desear. La identidad, un aspecto importante en nuestra vida, es la identificación
profunda y amplia con nuestras raíces, con quiénes somos, a qué cultura pertene-
cemos y qué sub-cultura nos debería atravesar. Ahora bien, los transmisores natu-
rales de estos principales recursos para el desarrollo armónico son los padres,
pero por las razones apuntadas hoy, no están al frente de este proceso.
Algunas expresiones de las madres, expresiones que pasan casi desapercibidas
por la sociedad hoy en día, sin embargo, dan cuenta de una seria inflexión que ha
dado la sociedad en cuanto al ejercicio de la materno-paternidad. Estas expresio-
nes hablan de madres al borde de un ataque de nervios ante las vacaciones de sus
hijos y que se preguntan: “Y ahora, ¿qué hago con el nene en casa todo el día?”
Lo peor del caso es que es tan aceptada esta situación, que en los medios masivos
de comunicación social se desarrollan programas enteros a fin de auxiliar a esta
pobre mujer en situación crítica. Lo cierto es que la maternidad forma parte natu-
ral de la vida, y el hogar paterno es el lugar donde todos los niños deberían estar
la mayoría del tiempo. Pero, además, son los padres quienes deberían constituirse
en portadores naturales de esta herencia sociocultural.
Tanto el ambiente en que crecemos como las personas que participan del
mismo forman parte vital del resultado, porque son vehículos fundamentales de
mensajes constantes, que el niño va internalizando y que transforma en sus pro-
El escolar – 201
pias maneras de ver la vida y el mundo. Aquello que desde la Biblia se nos dice:
“Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará” (Pr.
22.6), se refiere a todos los aspectos de su preciosa vida. Y las cuestiones a las
que nos hemos referido son de transmisión permanente.
No podríamos concluir este aspecto que consideramos tan importante, sin
agregar lo siguiente. Cada familia sabe de su realidad y de sus necesidades prima-
rias insatisfechas, como alimento, vestimenta, escolaridad de los hijos, etc. En
razón de esto, cada familia deberá obrar en consecuencia. La sugerencia es la de
jerarquizar en cada circunstancia, es decir, poner primero lo que va primero. Pero
incluyendo en ese listado de prioridades a los hijos, porque ellos forman parte de
nuestra responsabilidad primaria ante la sociedad toda, pero fundamentalmente
ante Dios que los creó con tanto respeto y amor. Sin ninguna duda, el Señor nos
los confió, bendiciéndonos de forma extraordinaria y única con ellos.
A menudo, muchos padres incluyen dentro del paquete familiar a los hijos, sin
considerarlos por separado. Los incluyen en sus propias decisiones como si fue-
ran parte de sí mismos. Pero ellos son, desde su nacimiento, otros seres. Forman
parte de nuestra familia, pero no son parte de nosotros mismos. Tienen sus pro-
pias necesidades, gustos e intereses diferentes a los nuestros. Además, no menos
importante, es considerar esto comparándolo todo y conversar con los niños a fin
de ajustar las posibilidades de un acuerdo. Esto nos guiará, por una parte, a ense-
ñarles a negociar razonablemente dejando de lado los caprichos que devienen de
la insatisfacción, y por la otra, a entender en la práctica que ellos no son adultos
en miniatura sino niños con identidades en desarrollo, muy valiosas por cierto,
pero con características propias y diferentes a las nuestras. Esto es útil no sólo a la
hora de considerar el trabajo de ambos padres, sino para todas las decisiones que
arrastran, de alguna forma, a todo el núcleo familiar primario.
tienen que ver con horarios de comidas, tipos de alimentos, horarios de recrea-
ción, uso de la televisión, etc. ¿Qué programas está permitido ver? ¿Cuál es el
horario de estudio, para la higiene personal, y otras actividades? No obstante, los
padres rara vez encuentran que se ha respetado el cronograma o las pautas esta-
blecidas.
El niño, que es un gran negociador, encuentra las formas de ir modelando de
acuerdo a su interés este conjunto de normas, que no ejecuta quien las organizó o
estableció. La empleada doméstica recurrirá habitualmente al discurso en el que
recuerda que la orden provino de la mamá. Pero ahora ella no está y hasta que
llegue se habrá diluido el peso de la transgresión. Además, al recurrir permanen-
temente al recuerdo de la madre, esta empleada doméstica está desplazando la
autoridad que debería ejercer ella misma en alguien que no está presente, lo cual
la invalida frente al niño quien advierte que no hay quien regule en tiempo y for-
ma su conducta. Recordemos siempre que la conducción entre personas, en cual-
quiera de sus formas, es presencial. No puede conducirse a distancia. No existe el
control remoto en las relaciones humanas.
A medida que el niño crece, este pequeño ser va reordenando su entorno en
función de sus propios intereses, y su relación con la empleada doméstica tomará
más y más fuerza, desarrollándose un vínculo afirmado en el entramado cotidiano
que se va creando. El niño imitará, en general, el comportamiento de la empleada.
Tomará sus hábitos y reproducirá sus formas de expresión, y el lenguaje coloquial
que compartan. En la actualidad, hay muchos niños que fuertemente influidos por
esto, toman acentos o términos propios del lenguaje de otros países, aprendidos
de sus nanas o nodrizas extranjeras o de otras provincias. Pero, además, otros
conversan empleando el castellano neutro con el que nos llegan muchas series y
programas infantiles que provee la televisión. Si esto ocurre con algo tan rápida-
mente identificable como el idioma, pensemos en otras costumbres menos visi-
bles.
Recuerdo el caso de una niñita que pasaba todo el día con su nana o niñera.
Esta era una mujer paraguaya que amaba a la nena y ambas se entendían muy
bien. Pero, hasta el día de hoy, en que ella es una mujer grande, conserva la cos-
tumbre de su nana de andar siempre descalza. Ésta no era la costumbre de su fa-
milia. Otro caso de gran influencia de la niñera sobre los niños que cuida tiene
que ver con los miedos. Recursos tales como asustar al niño con el Cuco, el
Hombre de la Bolsa, el doctor y sus inyecciones, y otras cuestiones aparentemen-
te inocentes y muy arraigadas en algunas personas, van filtrándose en la educa-
ción que deseamos para nuestros hijos, modificando sensiblemente el resultado.
Repetimos, a fin de reforzar su enseñanza, que el rol de la materno-paternidad es
evidentemente presencial.
Con lo dicho no estamos expresando que no se debe trabajar. Lo que desea-
mos es instalar la reflexión acerca de la cantidad de tiempo en que ambos padres
se ausentan de la casa, y la necesidad de aplicar los cuidados necesarios a fin de
optimizar los resultados.
En cuanto a las instituciones como jardines maternales y escuelas de doble es-
colaridad debemos realizar el abordaje en forma separada.
El escolar – 203
Los jardines maternales. Estas instituciones son un buen recurso para aquellas
familias cuyas madres necesitan trabajar. Generalmente se encuentran incorpora-
das al sistema oficial, cuentan con inspecciones que controlan su funcionamiento
y leyes que regulan su ejercicio. Es muy importante que, antes de decidir por al-
guna de estas instituciones que atienden a los niños mayormente hasta los tres
años, revisemos las leyes que regulan la actividad a fin de informarnos conve-
nientemente de aquellas cosas que están obligados a ofrecer. Además, considere-
mos realizar una visita e interesarnos por toda la oferta, el personal idóneo y todas
aquellas cuestiones que consideremos importantes. Los niñitos que dejamos allí
son muy pequeños, ya que se reciben entre los 45 días y los tres años de edad, por
lo que será fundamental asegurarles una buena atención.
Estas instituciones, dentro de su proyecto educativo, deben contar con el dise-
ño del perfil de valores que sustentará su trabajo. Revisar esta cuestión es impor-
tante, ya que es el compromiso que realizan con el niño y la familia. Pero, ade-
más, es el elemento con el que contamos para saber si esos valores que serán en-
señados están de acuerdo con los que sostenemos nosotros mismos. Por otra par-
te, y aunque parezca extraño, deberemos acompañar el cumplimiento de este
compromiso de parte de la institución, considerando la marcha del mismo en la
práctica, ya que los docentes pueden no sostener completamente los mismos valo-
res. De ser así, el resultado será evidentemente otro, y algunas veces, no deseado.
Considerar y ejercer una buena supervisión, acompañando el proceso de enseñan-
za aprendizaje y velando por la coherencia, nos facilitará resultados adecuados a
las expectativas de logro prefijadas.
pocos los que pasen sin acusar recibo de carencias de afecto familiar. Trastornos
de conducta, dificultades afectivas, fobias, niños taciturnos o extremadamente
locuaces suelen formarse en medio de esta situación no compensada.
girará esa letra escrita e incluso habrá intención de respetar su enseñanza. Pero
sólo algunos sostendrán con actividades, proyectos, evaluaciones y replanteos,
estos lineamientos. Otros los transmitirán a través de lecciones teóricas y luego
permitirán que en la práctica no se verifique su aprendizaje. Y algunos otros ten-
drán otro pensamiento con respecto a la vida actual y sus nuevas formas de en-
frentarla, por lo cual abordarán el tema desde sus particulares maneras de ver.
Así las cosas, nos encontraremos, por ejemplo, con docentes que repriman en
el aula las diferencias de sus alumnos, proponiéndoles que las dejen para el re-
creo, sin advertir que ésa es una instancia importante de enseñanza aprendizaje
que tienen la oportunidad de mediar. Pero luego en el recreo, los niños solos y sin
mediación que les ayude a pensar y argumentar, es probable que resuelvan el con-
flicto recurriendo a los insultos y a los golpes, reproduciendo así lo que proba-
blemente conozcan y nada más. También nos encontramos, a menudo, con adul-
tos, padres y docentes, que ante la queja de un niño por ser maltratado por otro, le
responden que devuelva con la misma moneda, es decir, con violencia y con más
de lo mismo en lugar de tomarse el tiempo de educar a ambos niños en una rela-
ción más satisfactoria y civilizada.
70
Miguel Ángel Santos Guerra, “Las relaciones en la escuela: perspectiva tridimensional,”
en Profesores y escuelas: hacia una reconversión de los centros y calidad docente, ed. por
Juan Manuel Escudero Muñoz, Juan Manuel Escudero y María Teresa González (Barcelo-
na: Ediciones Pedagógicas, 1994), 115, 116.
71
Marcela Aguilar y Fernanda Comán, La ley federal en palabra e imagen, vol. 1: Forma-
ción ético-ciudadana (Buenos Aires: Ediciones Docentes Argentinas, 1997), 6.
206 – Educación cristiana integral
Ya sabemos cuáles son los valores que sustentan nuestra vida cristiana. Ellos
son los mismos que sostiene la iglesia, porque nos fundamos en las enseñanzas de
Jesús. Aun así, muchas veces nos encontramos con grandes luchas frente al gene-
ralizado y profundo cambio social. Y es que todos los grupos sociales en el mun-
do han dado un vuelco amplio hacia la subestimación de los valores cristianos. En
razón de esto, parecería que somos reprobados si no aceptamos, aunque sea con
silencio, a la homosexualidad, el concubinato, las familias mixtas o las disfuncio-
nales, la provisoriedad de la familia, y tantas otras cuestiones que generan nuevas
formas de valorar la vida y de organizarla. La Biblia es muy clara al respecto y ya
hemos desarrollado el tema, por lo cual resumimos esta cuestión señalando:
Daniel Schipani:
Schipani “La educación para la justicia y la paz requiere el para-
digma de la acción-reflexión en cuanto proceso dialéctico global de
aprendizaje, enseñanza y transformación. El paradigma de acción-
reflexión es más que una mera estrategia pedagógica, y abarca un amplio
espectro de actividades a tono con la misión misma de la iglesia en el
El escolar – 207
Por otra parte, cada familia vive de acuerdo a su propio orden de valores (ver
Capítulo 6). Esto hace que el niño, que como ya hemos dicho, tarda muchos años
en desarrollar conductas autónomas, se mueva en un mundo que influye en su
vida con mensajes altamente contradictorios. En este caso, que siempre existió, la
familia era el parámetro en el cual el pequeño se apoyaba a fin de encontrar el
deber ser. Generalmente, su madre se ocupaba de la relación doméstica, la asis-
tencia a la escuela, las tareas, los útiles, los amigos, el alimento, el vestido, las
diversiones, los horarios, los mimos, el establecimiento de límites y tantas cosas
más. Hoy en día, esta transmisión cultural y sus consecuencias buenas en la vida
del pequeño han sido postergadas y aun reemplazadas por el aporte de quien sea
que se haga cargo del niño. Esto es algo muy importante, que rara vez se conside-
ra y que hay que empezar a analizar, a fin de encontrar soluciones que sean signi-
ficativas, porque el derrumbe de la familia es la precipitación de la sociedad.
72
Daniel Schipani, Teología del ministerio educativo (Buenos Aires: Nueva Creación,
1993), 162.
73
Aguilar y Comán, La ley federal en palabra e imagen, 1:6.
EL PREADOLESCENTE
Se considera preadolescente a una persona que tiene entre once y trece años
de vida, aunque esto depende del contexto cultural. Estas edades varían conside-
rablemente. La búsqueda de su identidad pasa a ocupar gran parte de su preocu-
pación. Esto llega a ser un juego permanente entre la inclusión social y la indivi-
210 – Educación cristiana integral
La despedida de la infancia.
infancia. Los preadolescentes saben que la infancia va
quedando atrás y no hay posibilidad de retorno a ella. Sus intereses son variados,
aunque están marcados por una férrea voluntad de explorar aquello que hasta aho-
ra le ha sido negado. Durante esta primera etapa, el preadolescente comienza a
vivir cambios que van desde lo físico hasta lo psicológico y social. Esta es una
etapa de cambio escolar, lo que lo obliga a enfrentar nuevos grupos y crear lazos
diferentes. Es el momento de mostrarse y de ser aceptado. El desafío es lograr la
inclusión sin mayores costos, y con tal de conseguirlo, el preadolescente será ca-
paz de todo, en la medida que sus censuras procedentes del cimiento moral fami-
liar no regulen su conducta.
A los diez años. Las niñas de diez años, en general, conservan su cuerpo de
niñas pero comienza a insinuarse el aumento de tamaño de sus mamas. Depen-
diendo de la zona donde nacieron y están creciendo, el desarrollo de sus órganos
genitales puede producirse antes. Es así que las niñas que habitan en zonas
El preadolescente – 211
próximas al ecuador y en lugares cálidos, desarrollarán antes que las que crecen
en zonas frías. Se ha estudiado el tema en diversas comunidades y estamos en
condiciones de afirmar que, por ejemplo, las niñas nórdicas se desarrollan, en la
mayoría de los casos, alrededor de los diecisiete años de edad, en tanto que las
nacidas en países como Brasil, que son bien cálidos, tienen una media de desarro-
llo alrededor de los nueve años. A esta edad, las niñas comienzan a interesarse
por sus órganos genitales; los están descubriendo desde otro punto de vista. Ya de
niñas habían tenido interés en sus heces, pero ahora descubren sensaciones diver-
sas que las comienzan a confundir e inquietar.
En cuanto a los varones, conservan una estatura media parecida. Su madura-
ción genital aún no da señales importantes y los intereses están más volcados a
sus amigos, sus colecciones diversas e insólitas alrededor de las cuales gira todo
su interés. Las chicas aún no les son importantes, aunque ellas sí comienzan a
mirarlos en secreto.
A los once años. Hacia los once años, los niños comienzan a desarrollar cierto
interés en las funciones de eliminación de su cuerpo. Tanto niñas como niños
tienen buen apetito y se alimentan bien. Es bastante común que a esta edad tien-
dan a engordar. Recordemos que su altura no se ha modificado aún de manera
especial, y aunque en el caso de las niñas, sus hormonas han iniciado un funcio-
namiento especial tendiente a facilitar el crecimiento hacia el siguiente estadio,
aún no se hace tan visible. Duermen bien y en promedio necesitan alrededor de
diez horas de descanso en sueño. Las niñas tardan más en dormirse que los niños.
En ambos casos, suelen tener algunas pesadillas.
Tanto varones como mujeres son muy remisos para la higiene. Es un tiempo
de regresión en este sentido. Nunca encuentran el momento o el interés en su
higiene personal. Aquí los padres libran una batalla sostenida con el preadoles-
cente casi adolescente, que no comprende la necesidad de bañarse. También es
desordenado en general y descuidado en su vestimenta. El preadolescente es tam-
bién muy curioso y puede llegar a fastidiar hasta el cansancio a los suyos, hasta
que hayan satisfecho su curiosidad. Se interesa por todo, es confiado, investiga
todo lo que le permita su educación y suele entusiasmarse rápido con las propues-
tas escolares que le sean atractivas. Cuando no es así, se aburre y lo manifiesta sin
mucho cuidado. Tiene urgencia de diversión.
El preadolescente se enoja por cuestiones muy puntuales y puede llorar oca-
sionalmente, pero en general es muy estable y de buen humor. Suele ser competi-
tivo, pero su principal interés está en sus amigos. Es muy vital y le gusta correr y
moverse en grandes espacios. Le gusta, además, pensar en posesiones a corto
plazo, por ejemplo, nuevos juegos y juguetes. En la actualidad, ocurre esto con la
computación; su pasión es Internet. Esto abre un nuevo espacio para que los pa-
dres ocupados e interesados en las relaciones con sus hijos se acerquen más a
ellos a fin de acompañar las nuevas problemáticas surgidas de este adelanto tec-
nológico. El acceso a la computadora e Internet puede traer grandes aportes al
buen desarrollo intelectual del niño, pero también puede generar serios problemas
al entorno familiar y al propio niño.
212 – Educación cristiana integral
74
Vertex, publicación de distribución médico-psiquiátrica circunscripta al ámbito profe-
sional.
214 – Educación cristiana integral
TODO ES NUEVO
Nuevos deberes
El preadolescente confronta nuevos deberes para con el ser social. Cada año,
miles de niños dejan de ser tales para el sistema educativo. Pasan a formar parte
del ciclo medio, que no es otra cosa que el nivel secundario. Los patios de esas
escuelas se pueblan de chicos cuyo deseo es jugar, pero que necesitan brindar una
apariencia más conveniente o adecuada para encajar. Este es el tiempo de la for-
mación e integración de los grupos. Un preadolescente hará todo lo posible por no
quedar afuera de un grupo, porque eso le implicaría morir socialmente hablando,
y a esta edad tal cosa sería vivida como una verdadera catástrofe. En la preado-
lescencia ya se vislumbra lo que luego los adolescentes exponen con mayor fuer-
za, y es que los chicos comienzan a organizarse en tribus, visten según estos gru-
pos y muchas veces olvidan sus propios deseos y opiniones en función de perte-
necer al grupo.
Hoy en día, muchas de estas tribus se contactan por Internet, lo cual presenta
una nueva opción pero, además, un nuevo peligro porque los chicos entablan vín-
culos más comprometidos antes de conocer realmente a su interlocutor. Del mis-
mo modo que existen fines nobles y sanos deseos de hacer amigos, existen fines
inconfesables que pueden llegar a complicar seriamente a los incautos introdu-
ciéndolos en redes de gran riesgo para sus vidas y seguridad. (Desarrollaremos el
tema al hablar de tribus urbanas.)
Lucía era parte del grupo de adolescentes de la iglesia (hace ya algún tiempo).
Una tarde de campamento, charlábamos sobre los gustos de cada una y ella me
decía que el color negro no le gustaba porque le parecía muy triste. ¡Como expli-
car mi sorpresa! Lucía era del grupo harcor de la iglesia, que se caracterizaba
por…¡vestir de negro y con tachas! En ese caso está bien claro el ejemplo. Pero
cuidado, sobran casos de chicos que usan la ropa de moda, pero preferirían ir por
la vida con un jean y zapatillas, y no lo hacen por las dudas, no sea que queden
excluidos de su círculo de relaciones.
La preadolescencia es también el momento en el que los motes hacen su apa-
rición estelar. Cada integrante del grupo tendrá un apodo que lo destaque positiva
o negativamente. El antropólogo Erwin Goffman entiende el desenvolvimiento
social como en una permanente puesta en escena, donde lo que cada persona rea-
liza es la interpretación de un personaje que le permita encajar. Si no lo consigue,
el individuo será penalizado con el temido estigma. En este contexto, los preado-
lescentes suelen caer en el error de enmascarar sus ideas, callar sus temores y
dejar a un lado sus propios gustos, por el sólo hecho de pertenecer. Esto represen-
taría lo normal entre chicos que desconocen la existencia de Dios. Pero como
consejeros cristianos, debemos ayudarlos a ver de qué modo somos valorados por
el Señor.
¿Y qué si el que impone las cargadas o bromas es el líder? Tal vez por falta de
conocimiento o por no darle la importancia adecuada, muchos de los que están
para ayudar a los chicos se encargan de imponerles motes o de reírse de ellos.
Recuerdo que cuando era adolescente, había en mi grupo un líder que cada vez
que hablaba de algo feo mencionaba a un amigo mío. Un cierto día, dijo: “¿Pue-
216 – Educación cristiana integral
des creer qué Dios nos ama tanto, que no se fija en nada? Para él, Estela, que es
tan linda, vale lo mismo que Santiago, que es tan feo.” ¿Qué se ganó ese líder?
Que nadie le tuviera confianza. Si ésta es la postura que has adoptado, te aconsejo
que pidas disculpas a los interesados y reveas tu actitud frente a los chicos. Ellos
son hermosas criaturas creadas por el Señor. Cada uno tiene en su corazón el po-
tencial de pasión y fuerza de David o Daniel. Y tú tienes el honor de pastorearlo,
cuidarlo y amarlo como lo haría Jesús en carne y huesos.
Nuevas emociones
Nuevo cuerpo
No hay desafío más grande para el preadolescente que conocer y llegar a que-
rer a su propio cuerpo. Uno de los primeros problemas que hay que ayudar a en-
El preadolescente – 217
frentar en esto del cambio físico es a reconocer los valores de este cuerpo que se
está renovando por alguna razón. Tal vez, el mayor conflicto se presenta en las
chicas cuando llega su primera menstruación, llamada menarca. Esto ocurre espe-
cialmente cuando las niñas no han sido convenientemente preparadas. Esa prime-
ra muestra de su cambio interno las enfrenta con la realidad de que sus ovarios,
con colaboración de las hormonas, han iniciado el proceso que prepara a la mujer
para la maternidad. En realidad, se trata del comportamiento de su cuerpo madu-
rando, para dar vida.
Veamos algunos de los aspectos a considerar, ya que lo que intimida y aun
atemoriza es el desconocimiento. En los ovarios se desarrollan unos pequeños
compartimientos llamados folículos. Dentro de ellos se encuentran los óvulos. Por
otra parte, en la base del cerebro, contamos con una de las glándulas endocrinas,
llamada pituitaria, que libera en la sangre unas hormonas llamadas folitropina y
luteinizante. La primera es la encargada de colaborar o estimular la maduración
del folículo que contiene al óvulo y la segunda es la que se ocupa de estimular al
folículo para la liberación del óvulo. El folículo, que una vez vacío pasa a ser
llamado cuerpo lúteo, produce la hormona, la progesterona. Ésta, junto con el
estrógeno que contiene el ovario, hincha la pared uterina preparándola para la
posibilidad de que el óvulo sea fecundado y se ubique en ese mullido lugar para
su desarrollo. Por otra parte, el óvulo liberado entra en el oviducto que conforma
cada una de las trompas de Falopio (una a la derecha y otra a la izquierda). Cabe
destacar que los ovarios rara vez funcionan simultáneamente. Lo habitual es que
produzcan un óvulo por mes y cada mes de uno u otro lado.
Así las cosas, el óvulo maduro llega al útero donde, si no ha sido fecundado,
es decir, si no ha sido interceptado por algún espermatozoide (célula masculina
pequeñísima y muy dinámica en forma de renacuajo), es eliminado junto con los
tejidos que se han formado en la pared uterina durante el mes para recibirlo. Estos
tejidos contienen abundante sangre, por lo cual ésta es la característica visible de
la menstruación. Superada esta instancia, el ciclo comienza nuevamente.
Hasta aquí una aproximación rápida a la información científica, que cada per-
sona podrá variar adecuando el nivel lingüístico a las posibilidades de compren-
sión de la interlocutora. Pero lo cierto es que nos queda mucho más para decir,
que es enhebrar esto con la voluntad maravillosa de Dios de hacernos partícipes
de su obra creadora, ya que cuando engendramos a un nuevo ser estamos partici-
pando del deseo del Señor de dar vida. Esto es de una generosidad inmerecida y
sublime. Es aquí donde debe centrarse la reflexión. Este es el contenido mínimo
que no puede faltar, y reforzamos la idea de que esta información debe ir crecien-
do desde antes de la llegada de la primera menstruación o menarca.
Otro de los aspectos fundamentales con respecto a este cambio fisiológico tan
importante, es enseñar a las niñas la correcta higiene y los recursos con que cuen-
ta para encontrar comodidad y desarrollar seguridad. Además, este tema debe
siempre ser tratado considerando que este es un hecho natural y no una enferme-
dad, que no es algo limitante y que debe ser vivido sin condicionamientos.
218 – Educación cristiana integral
Nueva cultura
Alguna vez escuché este consejo: “Hay que aparecer “canchero”, y, entonces,
conviene dejar de lado la portación de la Biblia.” Pero sigo creyendo que la mejor
manera de contar lo que Dios quiere es abriendo su Palabra de frente a los pre-
adolescentes. Y esto no para leer todo un capitulo, pero sí para que se familiaricen
con su uso. Debemos permanentemente alentarlos a leerla, desafiarlos a escudri-
ñarla, provocarlos a investigarla, y estimularlos con intriga y curiosidad. Nunca
dudes que la preadolescencia es un excelente momento de la vida para que el jo-
vencito conozca, de primera mano, lo que Dios quiere de él o ella.
75
N. E. Elichiry, ¿Dónde y cómo se aprende?: temas de psicología educacional (Buenos
Aires: Eudeba, 2001), citado en Ferreyra y Pedrazzi, Teorías y enfoques psicoeducativos
del aprendizaje, 55.
76
Jean Piaget y Bärbel Inhelder, Psicología del niño (Madrid: Morata, 1997), citados en
Ibid., 57.
El preadolescente – 221
Joseph D. Novak:
ovak “Una educación acertada debe centrarse en algo más
que el pensamiento del aprendiz; los sentimientos y las acciones también
son importantes y hay que tener en cuenta estas tres formas de aprendi-
zaje, a saber: la adquisición del conocimiento (aprendizaje cognitivo), la
modificación de las emociones y los sentimientos (aprendizaje afectivo)
y la mejora de la actuación o las acciones físicas o motrices (aprendiza-
jes psicomotores), que incrementan la capacidad de la persona para en-
tender sus experiencias.”77
Como enseñan Jean Piaget y Bärbel Inhelder: “No existe ninguna conducta,
por intelectual que sea, que no entrañe, como móviles, factores afectivos; pero
77
Joseph D. Novak, Conocimiento y aprendizaje: los mapas conceptuales como herra-
mientas facilitadoras para escuelas y empresas (Buenos Aires: Alianza Editorial, 1998),
129.
222 – Educación cristiana integral
Este jovencito preadolescente, que inicia esta larga etapa de desajustes físicos
y emocionales, se sumerge en esta crisis con las herramientas que le ha provisto
su propia historia personal. Esto incluye su educación, la participación de sus
padres y otros familiares, los amigos y la sociedad de su entorno, además del trato
recibido, las experiencias buenas y malas que han impactado en su vida y a lo
largo de ella. El amor recibido, la inclusión, el trato cálido con límites precisos, el
diálogo con su familia, el cuidado en cuanto a todos sus requerimientos básicos,
habrán contribuido a instalar en su vida buenos recuerdos, que facilitarán la cons-
trucción de este nuevo giro de su persona. Pero la crisis, por lo antes dicho, será
de todos modos una realidad.
Ahora bien, ¿qué pasa con los niños que han sido maltratados, no deseados,
humillados y heridos de diversas formas? Veamos con más detalle a este adoles-
cente con equipaje magro o deficitario. Esto, además, se aplica a las vidas no res-
tauradas en cualquier edad. Según Osvaldo Marino: “Hay sentimientos aparente-
mente negativos que son aceptables. Otros emanan del pecado.” Algunos de ellos
están motivados por la necesidad de plenitud y son aceptables.
•
•
•
•
•
78
Piaget e Inhelder, Psicología del niño, citado en Ferreyra y Pedrazzi, Teorías y enfoques
psicoeducativos del aprendizaje, 58.
El preadolescente – 223
Rita Cabeza:
Cabeza “Cualquier temor irracional, ansiedad o compulsión causa-
da por patrones construidos en el pasado, puede ser eliminado por medio
de la oración, siempre y cuando la persona esté haciendo todo lo que esté
a su alcance por disciplinar su vida de una manera cristiana. Una enfer-
mera psiquiátrica dijo que en cierta ocasión estaba orando por cierta mu-
chacha que sufría de sentimientos de inseguridad muy fuertes y de una
auto imagen desastrosa. La joven no recordaba de dónde venían estos
problemas. La enfermera que estaba orando tuvo, entonces, una imagen
mental muy clara y se la comunicó a la muchacha. Le dijo que vio a una
niña pequeña sentada en un montículo de basura. Al oír esto, la joven
rompió a llorar, diciendo que hasta ahora no había podido recordar ese
79
Osvaldo Marino, Neuiasis, una teoría bíblica: psicología de la personalidad con claves
precisas para la liberación (Buenos Aires: Doxa International University, 1991), 36.
224 – Educación cristiana integral
incidente. Contó que cuando tenía cuatro años, la madre, enojada con
ella, la había llevado al patio y la había colocado sobre la basura acumu-
lada allí. Le dijo que ella no servía para nada, que era basura y que por
eso la ponía allí. Era un episodio de su vida que había olvidado y que só-
lo recordó por medio de la visión de la enfermera que oraba por ella.”80
80
Rita Cabeza, Psicoterapia cristiana (Barcelona: Editorial CLIE, 1989), 77, 80.
El preadolescente – 225
te. Son muchísimas las fobias que se han podido describir clínicamente. Citare-
mos sólo algunas: a la oscuridad, al fracaso, a las aglomeraciones, a la muerte, a
la locura, a las alturas, a los viajes, a cometer pecados imperdonables, a enferme-
dades terminales, y tantas otras.
Osvaldo Marino:
Marino “Según el manual de diagnóstico de los trastornos men-
tales (DSM-IV), las fobias son consideradas dentro de los trastornos de
ansiedad. Se involucra también a otras categorizaciones, pero específi-
camente, se enmarca la mayor parte de la casuística dentro de crisis de
angustia, agarofobia, trastornos de angustia, fobia específica, y fobia so-
cial. Caracteriza básicamente a la fobia como la aparición de una crisis
de angustia desencadenada por el objeto o situación fóbica.”81
Sin duda, todo lo dicho nos enfrenta como líderes a la necesidad de ayudar a
nuestros chicos a realizar una mirada sincera a la cruz de Cristo. El Señor fue
capaz de morir por sus enemigos. Y cada uno de nosotros era su enemigo, antes
de que él mismo completara la parte más cruel y dolorosa del plan de Dios para
81
Osvaldo Marino, Traumatología: sanidad de los recuerdos (Buenos Aires: Doxa Inter-
national University, 1991), 28.
226 – Educación cristiana integral
rescatarnos del pecado y transformarnos a una vida nueva llena de su luz. El suyo
fue un recorrido de dolor a lo largo de cada circunstancia durante el camino al
monte Calvario. Allí estaban los que lo abucheaban e insultaban, los que lo gol-
peaban y lastimaban, sus amigos escondidos y siguiendo a distancia su trayecto
doloroso. Así sobrellevó él las injurias y el tormento. Y, sin embargo, él, Jesús,
que podía haberse vuelto enojado y decepcionado, que podía haber abandonado la
empresa por considerarla injusta e inmerecida, continuó adelante. Lo hizo, no
porque no pudiera obrar, sino por amor y convencimiento de que era la única sa-
lida para que nosotros pudiésemos acceder a la restauración de nuestras vidas.
La actitud de amor y de entrega de Jesús no quedó sin resultados. Estos frutos
de su sacrificio redentor están expresados en todo el Nuevo Testamento, pero
especialmente en los pasajes que se citan a continuación:
Tom Butler-
Butler-Bowdon:
Bowdon “El ego adolescente: Anna Freud observó que los
adolescentes a menudo se vuelven antisociales e intentan aislarse de los
otros miembros de la familia. Otro rasgo adolescente es su naturaleza vo-
luble. En ninguna época de su vida adoptan nuevos estilos de vestir o
nuevas maneras de peinarse con tanta rapidez y seriedad, pero también
228 – Educación cristiana integral
82
Tom Butler-Bowdon, 50 clásicos de la psicología (Buenos Aires: Sirio, 2007), 155.
El adolescente – 229
230 – Educación cristiana integral
El filosofo alemán Michael Foucault, reconocido por sus teorías que hablan
sobre la inexistencia de Dios, señaló a la familia y a la Iglesia como dos institu-
ciones representativas de un poder que busca vigilar y dominar las voluntades
humanas. Si bien en el contexto de la vida cristiana esto es claramente opuesto a
nuestra fe, deberíamos pensar hasta qué punto no corremos el riesgo de transmitir
esa idea equivocada a nuestros chicos. Para no caer en el error de ejercer una au-
toridad a fuerza de coerción y presiones sobre la voluntad de los adolescentes,
debemos tener especial cuidado en enseñar aquello que Dios quiere, aprendiendo
a escuchar las inquietudes y sin forzar las respuestas que esperamos. En este pro-
ceso, que incluye la transmisión de valores fundamentados en la Biblia, la familia
tendrá una función ineludible que implicará la educación que cada adolescente
reciba por medio de los padres, que funcionarán como mediadores entre ellos y el
mundo, y de los cuales cada chico adoptará los modos de ser en sociedad, es de-
cir, los modelos a seguir.
La función paterna deberá centrarse, por un lado, en preparar a los chicos para
la toma de decisiones, por lo que deberá valorarse la confianza y la libertad, en un
sano equilibrio que permita al adolescente desarrollar sus nuevas responsabilida-
des sin que estas lo abrumen. En este proceso será fundamental una buena comu-
nicación entre líderes y papás. La idea será exponer límites claros, sin caer en la
rigidez absolutista, que den firmeza al terreno por el que los chicos transitan y les
permitan sentirse cuidados y respetados.
¿Por qué he citado anteriormente a Foucault? Porque en la búsqueda de cuidar
a los adolescentes se puede caer en la idea de imponer un parecer por el bien de
algo. La verdad es que ante el autoritarismo o el ejercicio del poder desmedido,
los chicos suelen responder con rebeldía o practicar cierto tipo de escapismo, que
les permita huir de situaciones de presión. Esta situación podría analizarse en los
altos índices de adolescentes que eligen el ciberespacio como lugar de desenvol-
vimiento social, abandonando el contacto con el mundo real. Por ello, debemos
ser abiertos a la hora de compartir las ideas, con una actitud de sugerencia más
que de imposición, ayudándolos a ver el amor que existe en nuestros consejos y la
importancia que sus vidas tienen para nosotros, ya seamos consejeros o padres.
En la iglesia a la que asisto hay un pastor muy mayor y muy sabio, que se
propuso hablar de ciertos temas con el grupo de adolescentes. En un clima de
confianza, una tarde entregó una encuesta a cada chico y pidió que la completaran
para devolvérsela sin firma. Estas preguntas caseras arrojaron que el 75% de los
adolescentes de mi congregación se masturbaban. Este pastor dedicó mucho
tiempo para hablar sobre la virtud de la santidad y la voluntad de Dios para el
cuerpo de cada persona. Luego, se acercó al grupo de maestros y con los papeles
en la mano nos pidió que valorásemos el servicio que prestamos, tanto como para
caminar por los temas más borrascosos.
El adolescente – 231
¿Cuántas veces escuchamos a los chicos comentando que sus papás nunca
hablaron de temáticas sexuales con ellos? Qué fácil sería si lo que parece tan te-
merario se conversara sinceramente en casa, para fortalecer la confianza que cada
adolescente debe forjar en sus padres. ¿Y los líderes qué? Podemos caer en el
error de creer que son temas que mejor es no tratarlos, porque podrían molestar a
los padres. Esos temores basados en pudores falsos de la edad media no han de-
mostrado grandes logros. A diferencia de ello, los chicos están cada vez más en
contacto con mensajes que pretenden explicar estos temas. Si no hablamos de
todo, empezando por lo que nos incomoda, no nos sorprendamos al escuchar que
muchos preadolescentes, adolescentes, jóvenes y aun adultos crean que “la homo-
sexualidad es físicamente posible y normal”, o que “debería legalizarse el abor-
to”, que “el sexo prematrimonial es saludable siempre que lo mantengas con la
persona que será tu esposo o esposa,” y algunas otras cosas más. Dios nos puso
para acompañar a estos chicos, y tenemos la responsabilidad de hacerlo en lo fácil
y en lo difícil.
Silvia Cinalli:
Cinalli “¿Por qué hay tanta confusión en materia de sexualidad?
Porque existe un triple mensaje. Por un lado, está la religión que dice:
‘No lo hagas.’ Por el otro, están las escuelas, que guardan silencio; y, fi-
nalmente, están los medios de comunicación masiva, que la exaltan des-
medidamente. Hay dos lugares donde debería hablarse acerca del tema
‘sexo’ con total libertad y sin prejuicios: el hogar y la iglesia. Paradóji-
camente, son los dos lugares donde menos se trata. Mal que nos pese
hemos transferido la responsabilidad de la educación sexual y la moral
de nuestros hijos a la TV y a otros medios masivos de comunicación. Sí,
son ellos, sumados a la influencia de los amigos en el colegio o el trabajo
los mentores de nuestros jóvenes. Los adolescentes saben mucho más
acerca del sexo de lo que usted imagina. Pero saben mal. Han sido mal
educados. Han incorporado a su vida valores anticristianos y amorales.
Y, a menos que los padres y la iglesia asuman el rol protagónico en este
aspecto, aquellos conceptos serán perjudiciales a su conducta y letales
para sus relaciones interpersonales.”83
Sí, somos responsables de lo que nuestros chicos piensan sobre estos y otros
temas, y debemos acompañarlos hacia la verdad, no desde la intolerancia, pero sí
desde la posición de Dios. Y debemos hacer esto con la claridad que la Biblia nos
brinda y con la sabiduría que nos fue provista nada más y nada menos que por su
autor. Sin prejuicios infames, pero con la verdad. Y, sobre todo, no sólo dejándo-
les información teórica sino encontrando juntos las herramientas a fin de que go-
biernen su propio cuerpo y no sean llevados a la rastra por él.
83
Silvia Cinalli, “¿Por qué hay tanta confusión en materia de sexualidad?” El Expositor
Bautista 101(julio 2008): 24.
232 – Educación cristiana integral
Esta época de la vida es tan rica y a la vez tan vulnerable, que merece un
abordaje muy cuidadoso al analizar los nuevos vínculos que estos jovencitos
construyen en esta nueva etapa de su vida.
El adolescente y su potencial
Muchos padres ven las reuniones de adolescentes como una manera de man-
tenerlos alejados del mundo y sus peligros. Desde esta postura, el encuentro de
adolescentes en la iglesia se transforma en un espacio donde los chicos pueden
jugar a ser grandes, pero sin salir de los límites físicos y la protección de las cua-
tro paredes santificadas. Muchos líderes también creen que esa es la finalidad de
las actividades para la edad. Por ello en vez de pensar en alternativas atractivas,
se proponen dar mayor valor al tiempo, que a los contenidos. ¡Esto es un grave
error! Y los chicos se dan cuenta de esto. Ellos entienden las diferencias y reco-
nocen nuestra actitud. Por eso, en vez de creernos sus custodias durante algunas
horas, deberíamos crear opciones interesantes que contengan tiempos de búsque-
da espiritual y a la vez sean divertidas.
Para esto debemos activar las neuronas, ponernos a pensar, orar y disponer
tiempo buscando cuáles son las cosas que quieren hacer nuestros chicos. Incluso
servirá invitarlos a participar del momento de organización de las reuniones, tanto
en la creación de los programas como en tareas de ornamentación, actuación, etc.
Lo ideal es que cada adolescente se sienta parte del grupo, entienda que es un
integrante importante. Si es así, sus gustos y deseos deberán ser escuchados y su
presencia y participación será fundamental.
Al preparar las clases o actividades de otra índole para adolescentes, imple-
menta los consejos dados en el capitulo anterior, tomando en cuenta que aun en
esta etapa ellos mantienen el interés por las actividades físicas y toda actividad
que implique competencia. No obstante, se los puede desafiar profundizando cier-
tos temas desde su propia experiencia. Un buen líder de adolescentes sabrá como
animarlos para llegar a ser todo lo que pueden llegar a ser en Cristo. Por eso, es
importante que como líder o consejero de adolescentes tomes seriamente en cuen-
ta el siguiente “Decálogo del Siervo”:
El adolescente y el respeto
El respeto a Dios. Este es el nivel de respeto a la autoridad que está por sobre
todo otro nivel. Sin este nivel de respeto es imposible que la persona humana res-
pete a cualquier otro nivel, por digno que sea. Como señala Levítico 19.32: “Pon-
te de pie en presencia de los mayores. Respeta a los ancianos. Teme a tu Dios. Yo
soy el Señor.” El respeto a los mayores es consecuencia del respeto a Dios. En
Proverbios 9.10 leemos: “El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor; co-
nocer al Santo es tener discernimiento.” El vocablo bíblico temor en estos versí-
culos se refiere precisamente a una actitud de respeto reverencial por Dios. Esta
palabra tan clara delimita muy bien algunas áreas del respeto que debemos consi-
derar también en otros niveles. Así, pues, en primer lugar está el respeto reverente
a Dios, que se pone de manifiesto en el deseo ferviente de andar de acuerdo a su
voluntad. El conocimiento de él nos acercará constantemente al nivel de vida que
el Señor desea que vivamos. Sólo en el Dios altísimo hay sabiduría y nos acerca-
mos a ella cuando nos cuidamos muy bien de no caer en pecado.
El respeto por uno mismo. Este es el siguiente nivel de respeto en la vida. Este
respeto por uno mismo está estrechamente ligado al respeto por los demás, de
suerte tal que si el segundo no existe es probable que sea porque falta el primero.
Como dice Santiago 2.8: “Hacen muy bien si de veras cumplen la ley suprema de
la Escritura: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’.” En realidad, esta ha sido
siempre la voluntad de Dios. Como ordena la Palabra en Levítico 19.18: “No seas
vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mis-
mo. Yo soy el Señor.”
Habitualmente empleamos estos pasajes para referirnos al debido amor y res-
peto por nuestro prójimo y la necesidad de tomarles en cuenta. Sin embargo, no-
temos que en ambos pasajes, uno que pertenece al Antiguo Testamento y el otro
234 – Educación cristiana integral
al Nuevo, se sostiene el concepto del amor por uno mismo. Muchas personas su-
ponen que todos nos amamos y respetamos. Sin embargo, aunque tengamos vo-
luntad de ello y aun sostengamos un discurso favorable, la realidad es que son
muy pocas las personas que se respetan a sí mismas con equilibrio.
En el caso de los adolescentes esta falta de amor y respeto por uno mismo es
muy notoria. Analicemos cómo es el trato que se dan unos a otros. Continuamen-
te surgen en los diálogos conceptos peyorativos y calificativos, que reemplazan al
nombre que cada uno tiene, pero que no se emplea. En su lugar, dos son los nom-
bres instalados y permanentemente elegidos. Y estos epítetos son degradatorios,
aunque como los chicos dicen, ellos no los empleen con este significado. Pero, de
todos modos, son degradatorios y con el tiempo uno termina creyendo lo que se
dice.
Este y otros elementos sutilmente incorporados al lenguaje van socavando la
autoestima. La cuestión es todavía más grave ya que esta autoestima en los ado-
lescentes aún está en formación y es especialmente frágil en esta etapa de tantos y
tan profundos cambios.
Por otra parte, es importante tomar en cuenta lo que brillantemente aconseja el
apóstol Pablo en Romanos 12.3: “Por la gracia que se me ha dado, les digo a to-
dos ustedes: Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino
más bien piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le
haya dado.” Ahora bien, tanto en los dos primeros versículos como en éste se nos
señalan casi expresamente algunas condiciones previas imprescindibles para el
desarrollo maduro del la autoestima. En primer lugar, es necesario conocerse
bien. Esto es vital. Es una gestión que comienza con la vida, con padres que se
respetan a si mismos, que conocen sus debilidades y sus fortalezas, y que saben
trabajar sobre ellas a fin de crecer. Por lo tanto, estos padres son capaces de
transmitir a sus niños esa forma de construirse cotidianamente que resultará en
vidas con una autoestima balanceada. Además, se trata de personas que viven sus
vidas con una actitud Cristo-céntrica. Por lo tanto, saben que deben siempre bus-
car el motivo que Dios tuvo para crearlos. De ese modo, al conocer sus talentos
regalados por el Señor y al alinearse con el desarrollo de esas capacidades, en-
cuentran la armonía en la coherencia. En segundo lugar, es necesario valorar lo
que se tiene. Es importante agradecer a Dios cotidianamente por habernos creado
y aprender a aceptar las condiciones regaladas por el señor a nuestra vida.
Enseñar a los adolescentes a entender que Dios los hizo hermosos y que a él le
gustó hacerlos así, ayudará a que acepten lo que ven de su cuerpo y otros aspectos
de su vida. Estimularlos a observarse y rescatar sus fortalezas, como también a
enfrentar sus debilidades y trabajar por mejorar los ayudará a encontrar el camino
hacia una adecuada autoestima. Como nos anima Pablo en Efesios 2.10: “Porque
somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales
Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.”
Cuando gastamos tiempo en despreciar lo que vemos de nosotros, en realidad
estamos discutiendo con el Creador que vio hermosa su obra. Además, las buenas
obras que él mismo preparó para nosotros quedan inconclusas y, al no hacer lo
que debemos, perdemos la alegría y corremos el riesgo de caer en algunas pro-
El adolescente – 235
blemáticas que nos ponen en riesgo sin necesidad. Entre ellas están las adiccio-
nes, los trastornos de la alimentación y los suicidios.
Crecer, crecer, crecer, esta es una constante que nunca se detiene. Facilitar ese
crecimiento y animar a estos chicos a superar la etapa, es la tarea fundamental de
padres y líderes. También es su responsabilidad animarlos a superar los temores
alentando las conductas autónomas. Ayudarlos a sentir seguridad en su potencial
y alentarlos a confiar en el Señor su preciosa vida, será la base principal del ejer-
cicio del liderazgo que lo acompañe bien. El desarrollo y el comportamiento de
los chicos va a ir cambiando año a año, a medida que van creciendo.
236 – Educación cristiana integral
A los 11 años
Los chicos. En cuanto a los chicos, aún conservan las características de la eta-
pa anterior. En general, son más lentos para hacer visibles las cuestiones del desa-
rrollo. Pero ya se puede observar un mayor crecimiento de su estructura ósea y
logran alcanzar el 80% de la estatura total. Hacia los doce años inician un interés
creciente por el sexo opuesto y les preocupa el desarrollo incipiente de sus órga-
nos sexuales, sobre todo porque comienzan a descubrir erecciones involuntarias y
no dependientes de estímulos eróticos. Es que su organismo inicia la preparación
del nuevo cuerpo adulto. Entonces hay que hablar, hablar y seguir hablando, y
ofrecerle seguridad frente a algo tan nuevo como lleno de opiniones divergentes a
su alrededor. Sí, es importantísimo y vital para el líder de adolescentes ganar el
espacio de la información correcta en este tiempo.
Las chicas y los chicos. En general, la salud de estos chicos y chicas es buena.
En razón de tanto crecimiento tal vez se presenten algunas infecciones leves, que
surjan de un déficit transitorio en sus defensas. Ellos necesitarán alrededor de
nueve horas de sueño promedio. Comienzan a preocuparse más por su aspecto,
aunque las chicas lo hacen antes que los varones. Parece que nunca tienen sueño
y son remisos a acostarse, pero lo mismo ocurre a la hora de levantarse ya que les
cuesta salir de la cama. Además, a esta edad pueden surgir algunos tics, general-
mente en la cara. En general, estos adolescentes son alegres, amistosos y tienen
El adolescente – 237
ideas firmes sobre la mayoría de las cosas. También es común que escapen a los
compromisos en el hogar.
A los 12 años
Las chicas. Ellas inician un crecimiento físico rápido. Su estatura y peso cor-
poral varían con bastante rapidez. Entre los doce y los trece años surge la menar-
ca o primera menstruación. Aumenta el vello en todo el cuerpo y sus formas se
definen mejor, aunque no es antes de los 16 años que, en general, las chicas lo-
gran su definición total. Sus mamas crecen y su cintura se afina, mientras sus
caderas se ensanchan. Es en este tiempo cuando cada chica toma las formas es-
tructurales aportadas por la herencia familiar.
Los chicos. En cuanto a los varones, también la herencia hace su tarea en sus
cuerpos. Al desarrollo estructural se agrega ahora el desarrollo genital. Surge en-
tonces, un profundo interés por su anatomía. Esta edad coincide con mayores
compromisos escolares y eso les lleva, algunas veces, a canalizar por la vía orgá-
nica (somatizar) diversos estados anímicos. Esto explica por qué suelen ser fre-
cuentes los dolores de estómago o de cabeza.
Las chicas y los chicos. Ambos tienen muy buen apetito, duermen bien (alre-
dedor de 9 horas) y tienen menos pesadillas. Las chicas y los chicos se vuelven
muy preocupados por su apariencia, y están pendientes de su peinado, ropa y cal-
zado (especialmente las primeras). Estas cuestiones les ocupan gran parte de su
tiempo. Gustan de pasar horas en el baño pintándose y peinando sus cabellos (las
chicas) o mirándose al espejo y contemplando sus músculos (los chicos). En ge-
neral, emplean bien el lenguaje y desarrollan mucho el lenguaje gestual. Suelen
hablar a los gritos y con abundancia de gestos. Están en plena búsqueda de un
estilo y a causa de ello son muy sofisticados y cambiantes. Colaboran en los que-
haceres de la casa a regañadientes.
A los 13 años
Las chicas. En general, el cuerpo femenino ya tiene una estructura que le per-
mitirá sostener por algún tiempo su peso, altura y contextura, por lo cual decrece
el ritmo de crecimiento que traía. Su vida intelectual se enriquece y su desarrollo
intelectual se agiliza con un buen estímulo escolar. Esta es la época de excelentes
logros en este campo. Se asienta la voz, que pasa a definirse en la tonalidad y el
timbre que tendrá de adulta. Hasta esta edad, las niñas (y los niños también) tení-
an lo que llamamos voz blanca, la cual se movía en el marco del registro de con-
tralto. Pero ahora, las hormonas ayudarán a definir el verdadero registro. Las chi-
cas se moverán entre el timbre soprano, que son las voces más agudas, y el con-
tralto, que son las voces femeninas más graves.
238 – Educación cristiana integral
Los chicos. En cuanto a los chicos, tienen un considerable aumento de sus ór-
ganos sexuales y aparece el vello pubiano. Como se indicó, también ellos experi-
mentan cambios significativos en la modulación de su voz. Quienes tienen un
timbre más alto estarán entre los tenores, que son las voces masculinas más agu-
das, y los bajos, que son voces masculinas más graves (este registro casi se ha
perdido). También hay voces que son consideradas como voces intermedias, y
que son alternativas a los varones (como el barítono) y a las chicas (como el me-
dio soprano). Si bien estos registros se consideran mucho a la hora de cantar,
también deberían tenerse en cuenta a la hora de hablar, ya que muchos problemas
de la fonación tienen sus raíces en una mala impostación del registro de voz, aun
para hablar.
Las chicas y los chicos. Tanto en las chicas como en los chicos surge un fuerte
sentimiento de pudor. Esto es algo que aparece desde lo natural, pero hoy sabe-
mos que una educación contradictoria que facilita la ingesta de alcohol y drogas,
además de la ausencia de los padres en el ámbito de diversión de los chicos, ha
facilitado la inhibición de este sentimiento natural. Este sentido de pudor permiti-
ría, de no taparlo como dijimos, que estos jovencitos pudieran controlar mejor sus
conductas. En cuanto al descanso, tanto chicas como chicos necesitan alrededor
de 9 horas de sueño, ya no tienen pesadillas y la tendencia es a tener sueños agra-
dables. Ambos dedican mucho tiempo a la higiene personal y se detienen mucho
con el cabello. Tanto chicas como chicos se preocupan sinceramente por su as-
pecto físico. Esto se relaciona con lo que hablamos antes, de una etapa narcisista
donde se vuelven a sí mismos porque deben conocerse. Son otra persona, no sólo
para los que los ven crecer, sino también para sí mismos y tienen urgencia de
auto-identificación.
A los 14 años
Las chicas. El cuerpo de la chica ya tiene el aspecto del de una mujer. Ade-
más, ha desarrollado las características necesarias para transformarse en madre.
Es aquí cuando surge la enorme dicotomía entre la madurez del cuerpo ya adulto,
y la inmadurez total en el campo afectivo, emocional y social que la jovencita
todavía está muy lejos de tener. Sin embargo, y con toda intensidad, esta mujer
niña se interesa por el sexo opuesto, la socialización de la sexualidad y la repro-
ducción. De allí la necesidad imperiosa de una adecuada orientación cristiana.
Las chicas y los chicos. Tanto en las chicas como en los chicos surge el pro-
blema del acné o “los barritos”. Como sabemos, se trata de esas dificultades cutá-
neas, que son tan evidentes y molestas. Si fuera necesario, corresponderá consul-
tar al dermatólogo para encontrar una solución al problema. Además, despertarse
y levantarse será un suplicio para ellos y para sus padres, ya que buscarán de to-
das formas retardar el momento. Los adolescentes se muestran más irritables,
menos pacientes, y suelen rechazar el cariño materno, aunque en el fondo lo de-
sean. Se encuentran en una etapa de grandes dudas y por momentos desearían
volver al mundo de la infancia en el que, como ya descubrieron, se vivía mejor.
Por otra parte, se vuelven más solícitos en la casa. En cuanto a sus formas vincu-
lares, éstas son muy complicadas. Encerrados en sí mismos expresan fastidio por
las intervenciones de sus padres. Discuten, expresan molestias y son muy críticos
de todo.
A los 15 años
Las chicas. Las chicas afirman mejor sus formas corporales. Pero necesitan
conocer más sobre las relaciones existentes entre moral y sexualidad. En la actua-
lidad, este interés, que seria propio de la edad, se ve opacado por la gran libertad
con que, desde etapas de vida anteriores, las chicas y los chicos tienen otorgada
por sus padres. Esto hace que la práctica sexual se anticipe a las necesidades re-
ales y propias de la edad.
Los chicos. En cuanto al varón, se vuelve mucho más fuerte y afecto a ejerci-
tarse. Se fortalece la barba y el plantado del vello es más tupido en el rostro. A
diferencia de las chicas su preocupación en relación con el sexo radica en los as-
pectos sociales.
Las chicas y los chicos. En cuanto al apetito es muy bueno en ambos, pero
hay que estar atentos ya que suelen surgir problemas con la alimentación, asocia-
dos con dificultades para aceptar el propio cuerpo. Duermen bien, pero cuesta
mucho que se levanten, remolonean y demoran aún más en levantarse. A esta
edad el varón también se ocupa mucho de su aspecto. Los adolescentes se vuel-
ven más contestatarios y en muchos casos se tornan en defensores de las causas
perdidas. Son intransigentes y esto es así porque necesitan afirmarse. No obstante,
240 – Educación cristiana integral
A los 16 años
Chicas y chicos afirman sus rasgos adultos y, si bien son todavía muy jóvenes,
ya se perfilan en esos rasgos, que será los definitivos en la vida adulta. El creci-
miento en estatura ha alcanzado a esta edad el 98% del total. En ambos casos ya
eligen sus amistades y si han sido bien orientados, lo harán con seguridad y con
fundamentos. También evidenciarán madurez al expresar sus sentimientos y per-
derán el pudor y la vergüenza, que al comienzo de la adolescencia tenían por las
demostraciones amorosas de sus padres.
Mejorará también su despertar y la responsabilidad alcanzará cierta autono-
mía, por lo cual no necesitará que se le insista para levantarse. Continúa la pre-
ocupación por su apariencia, pero el adolescente ya tendrá un cierto estilo propio.
Se preocupan más por cuidar sus pertenencias. Se muestran más desenvueltos y
seguros. Demuestran menos tensión y su trato es más cordial. Este jovencito asu-
me con seguridad y eficiencia las responsabilidades que le son delegadas. Los
amigos son muy importantes en su vida. Las relaciones familiares son mucho más
estables. Suelen hacerse cargo de acompañar a sus hermanos menores y lo hacen
con gusto, ya que a esta edad desarrollan un sentimiento protector. Se vuelven
más independientes y afirmados. Buscan ser felices. Tratan de afirmarse social-
mente.
Si bien los conflictos existieron siempre, en los tiempos actuales, nuevas pro-
blemáticas afectan a estas vidas jóvenes y habitualmente inexpertas. Los bombar-
deos mediáticos, la sofisticación cada vez mayor en las ofertas de drogas y sexo,
y la sociedad en general más comprometida con el comportamiento moral masivo
que con el compromiso razonado que facilite elecciones responsables, parecen
haber acrecentado las posibilidades de conflicto en la etapa adolescente de la vi-
da.
Este flagelo existe desde tiempos remotos. El ser humano ha empleado diver-
sas drogas desde la antigüedad, extraídas de plantas, raíces y hojas de las plantas,
que le eran sumamente útiles para sanar dolencias y, en algunos casos, han sido
tan activas que contribuyeron a la sedación y a la alteración de su conciencia.
Recordemos que el opio es una de esas drogas. Consideradas como aportes de los
dioses para su bienestar, en muchos casos estas sustancias fueron empleadas co-
mo parte de los cultos. Jorge Mayoral Ordoñez, en su libro Ayuda y esperanza
para el toxicómano dice que los adictos a las drogas son los herederos de los le-
prosos de la Edad Media. Este autor hace esta asociación en relación a los pade-
cimientos extra que le agrega la sociedad a los adictos, ya que habitualmente los
considera como irrecuperables y los margina a fin de no ser contaminada por
ellos.
Muchas veces al hablar de drogas pensamos en aquellas que son ilegales, pero
no advertimos que son muchas más las que en forma de medicamentos se venden
sin ninguna clase de control. El asunto es muy serio y nos compete a todos, por-
que el adicto pierde sus límites y ataca a cualquier miembro de la sociedad. Así lo
vemos y lo sufrimos todos hoy en día.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) son 205 millones de per-
sonas quienes, en todo el mundo, consumen algún tipo de droga ilegal.
Además, se sostiene que la mayor incidencia de muertes en el mundo se debe
al cigarrillo. Enfisema pulmonar y cáncer de pulmón son las enfermedades más
frecuentes (el 8.8% de las muertes en un año). Luego le sigue el alcohol, que pro-
duce cirrosis, entre otras severas patologías (el 3.2% de las muertes en un año). Y
esto sin considerar al resto de las drogas, cuya incidencia es cada día más lamen-
tablemente significativa. Todo esto no solo afecta a quien las consume, sino que
atenta contra la vida de todos los habitantes del país, ya que resiente la vida labo-
ral, familiar y social del mismo.
Es interesante compartir los criterios que determinan la existencia de una
adicción según la (OMS). Se considera dependiente a aquel individuo que presen-
te por lo menos tres de las siguientes características:
El adicto cree que la droga calma sus ansiedades y colma su vacío existencial.
Las inhibiciones que las sustancias producen en su sistema neuronal hacen muy
difícil el tratamiento, ya que el adicto está conforme al sentirse evadido de la rea-
lidad, por lo cual ve a su terapeuta y a los que se comprometen con su salud, co-
mo invasores que le agreden y desean robarle, precisamente, su bienestar.
Las razones. Hay ciertas razones que facilitan las adicciones y que están muy
ligadas a la relación entre el adicto y sus padres. Generalmente, se trata de una
relación incompleta, abusiva o negligente.
Las funciones. Hay ciertas funciones parentales que están potencialmente li-
gadas con el ingreso del adolescente al consumo de drogas. Entre estas funciones
parentales conviene tener presente a las siguientes:
Adolescentes en riesgo
Adolescentes adictos
Algunos signos clínicos del consumo. Todo líder que trabaja con adolescentes
debe conocer cuáles son algunos de los signos clínicos más frecuentes del consu-
mo de drogas. Poder leer e interpretar estos signos ayudará al líder a estar más
alerta y poder ayudar a los jovencitos a liberarse de esta atadura demoníaca. Al-
gunos de estos signos de adicción son los siguientes:
Hay otros signos que también son indicadores de la presencia de una conducta
adictiva:
Algunas de las drogas más comunes. La cantidad de sustancias que hoy están
disponibles a los adolescentes es astronómica, y su número lejos de decrecer pa-
rece aumentar. En general, las drogas están clasificadas en cuatro grandes grupos:
Jacques Lacan:
Lacan “Cuando el enfermo es remitido al médico o cuando lo
aborda, no digan que espera de él pura y simplemente la curación. Colo-
ca al médico ante la prueba de sacarlo de su condición de enfermo, lo
El adolescente – 245
que es totalmente diferente, pues esto puede implicar que él esté total-
mente atado a la idea de conservarla. Viene a veces a demandarnos que
lo autentifiquemos como enfermo: en muchos casos viene, de la manera
más manifiesta, para demandarles que lo preserven en su enfermedad,
que lo traten del modo que le conviene a él, el que le permitirá seguir
siendo un enfermo bien instalado en su enfermedad.”84
En medio de todos los conflictos apuntados, ¿puede el cristiano hacer algo po-
sitivo por ayudar a los adolescentes a superarlos? Muchos de los problemas que
enfrenta el adolescente de hoy son verdaderos trastornos que ponen en peligro su
salud e incluso su vida.
La Biblia es la Palabra de Dios y como tal no guarda silencio sobre ninguno
de los conflictos y trastornos que asaltan al ser humano, incluidos aquellos que
afectan a los adolescentes. Veamos lo que dice la Biblia sobre cualquier conducta
humana destructiva del ser humano como creación de Dios y de su propósito
eterno para el mismo. En Proverbios 24.11-12 leemos una palabra que bien se
aplica al deseo de Dios de liberar a los jóvenes de todas aquellas circunstancias
84
Jacques Lacan, Psicoanálisis y medicina (Buenos Aires: Manantial, 1985), citado en
Marcelo Hekier y Celina Miller, Anorexia y bulimia: deseo de nada (Buenos Aires: Edito-
rial Paidos, 1995), 45.
246 – Educación cristiana integral
que los llevan a una muerte segura. Dice el texto bíblico:”Rescata a los que van
rumbo a la muerte; detén a los que a tumbos avanzan al suplicio. Pues aunque
digas, ‘Yo no lo sabía’, ¿no habrá de darse cuenta el que pesa los corazones? ¿No
habrá de saberlo el que vigila tu vida? ¡Él le paga a cada uno según sus acciones!”
Son muchos los factores que atentan contra el propósito eterno de Dios en
Cristo para la vida de cada persona individual, y especialmente para cada adoles-
cente. Algunas consideraciones de la propuesta social actual son eminentemente
patológicas. Entre ellas cabe mencionar:
Otra situación crítica de los chicos, que resulta de la convulsión de la vida so-
cial que se vive son los trastornos de la alimentación. Aunque hoy día se trabaja
con muchas diversas patologías en relación con la alimentación, haremos un vue-
lo rápido sobre las dos más incidentes en nuestro país. Se trata de anorexia y la
bulimia nerviosa, a las que se les llama también deseo de nada.
La anorexia consiste en negarse a la comida. Esta enfermedad habitualmente
desemboca en reacciones bulímicas. En cuanto a la bulimia, se trata de atracones
compulsivos de comida. La persona no puede parar de comer con voracidad y
luego llega el desarrollo de mecanismos compensatorios entre los cuales están: el
ejercicio físico extenuante, el vómito, los laxantes y diuréticos, a fin de intentar
evitar los resultados de tal actitud, principalmente, el aumento de peso. Lo temi-
ble de estos actos radica en las compulsiones irrefrenables que los relacionan con
las adicciones y el riesgo físico que alcanza hasta el peligro de muerte. Lo cierto
es que se crea un círculo vicioso entre la bulimia y la anorexia, que hace que en
casi todos los casos funcionen articuladas. Asociadas con estas patologías están
también la mentira, la negación y las fabulaciones, entre otras. El profesor Jac-
ques Lacan sostiene que en realidad tras el trastorno se oculta una patología del
decir. El gran silencio que acompaña al enfermo en realidad oculta el deseo que
lo mueve y no puede expresar porque es un deseo de nada.
85
Ibid., 17, 18.
248 – Educación cristiana integral
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•
•
•
•
86
Cruz, Postmodernidad, 87.
250 – Educación cristiana integral
acabar con esa conducta, a raíz de que en Francia habían disminuido entre los
años de 1930 y 1950, momento en que se publica la obra.
De todos modos, la situación es aún hoy muy preocupante ya que jóvenes y
niños siguen decidiendo terminar con sus vidas. Algunos de los signos observa-
bles ligados con la intención de suicidio y que no debemos dejar pasar son los
siguientes:
Junto con estas señales es necesario tener en cuenta algunos factores que pue-
den ser desencadenantes de una conducta suicida:
EL ADULTO JOVEN
Las dificultades
dificultades para ingresar a la adultez
creyentes pensamos y sostenemos que la segunda debe afirmarse para toda la vi-
da. Como ya dijimos: “Los hijos son para la vida; la pareja es para toda la vida.”
La definición vocacional-
vocacional-laboral
Abundan hoy las carreras cortas con salida laboral que, además de las tradi-
cionales, ofrecen un mercado laboral relativamente amplio. Pero también es cierto
que hay dificultades crecientes con el trabajo y la competencia cada vez es mayor.
Bástenos recordar que actualmente para aspirar a un cargo de auxiliar de tercera
(portero) de escuelas, se exige el certificado de estudios secundarios completos.
Del mismo modo ocurre con los puestos de repositores en los supermercados.
A medida que la sociedad se vuelve más exigente con las demandas, más se
dificulta la maduración personal, que supone el logro de la instalación de los jó-
venes en la vida del trabajo y, por consiguiente, el alcance de la independencia de
sus padres. Es común escuchar a los estudiantes secundarios plantear con des-
aliento la preocupación por la falta de posibilidades que creen que tendrán en el
campo laboral. Ellos se quejan del esfuerzo que les plantea el estudio ante la falta
de perspectiva de poder emplearlo alguna vez en su vida. Además, la extensión de
los requisitos para acceder a la jubilación hace que los puestos de trabajo estén
ocupados por más tiempo, y al no producirse vacantes naturales, la demanda de
trabajo es siempre mayor que la oferta. Ideologías desalentadoras por lo diversas,
256 – Educación cristiana integral
que son, bombardeadas desde los medios masivos de comunicación de tal modo,
que los jóvenes ya no toman en cuenta sus contenidos y fluctúan entre ellas sin
perder el sueño.
Todo lo que hemos descripto hasta aquí, ha provocado un desaliento sostenido
en los jóvenes, que se ha transformado en esta cultura del desinterés que parece
prevalecer hoy. No hay sueños y se acabaron las utopías. Parece generalizarse un
sentimiento de culpa de parte de los padres, que no logran comprender el estallido
de descontrol de la juventud postmoderna. Esto desata una necesidad compulsiva
de éstos, de consentir a sus hijos en todo lo que necesitan o quieren. Este grado de
sobreprotección impide que la necesidad desarrolle en estos jóvenes alguna clase
de impulso de superación.
Antonio Cruz:
Cruz “Los padres lavarían su mala conciencia mediante subven-
ciones y libertad sexual. Estarían dispuestos a pagar, a fondo perdido, el
consumo juvenil del ocio y a admitir que los hijos practiquen, casi libre-
mente, su espontánea genitalidad. Pero estos dos regalos estarían envene-
nados porque la subversión y la permisividad combinadas producen en los
jóvenes un síndrome de impotencia. Ya no les quedaría nada por lo que
luchar porque tienen todas las necesidades básicas satisfechas. No hay ten-
siones que motiven la acción. Millones de jóvenes de la postmodernidad
están físicamente saciados pero moralmente frustrados y, por lo tanto, con-
tinúan dependiendo de sus padres sin poder romper, de una vez y para
siempre, el cordón umbilical que les une.”87
La iglesia sigue teniendo mucho trabajo para hacer con estos muchachos y
chicas que necesitan recuperar la alegría y el sentido de su vida. La Palabra de
Dios tiene muchas respuestas y la iglesia debe heredarles la misión para que se
transformen en interesados artífices de la multiplicación del evangelio de poder y
libertad.
87
Antonio Cruz, Postmodernidad (Barcelona: Editorial Clie, 1996), 140.
El joven, el adulto de la segunda y de la tercera edad – 257
La definición afectiva
Esto tiene que ver con la elección de la pareja con la que se ha de compartir la
vida. Esta es la segunda cuestión que preocupa mucho a los jóvenes. Encontrar
con quién compartir la vida supone estar decidido a acotar los límites de su propia
distancia social, a fin de asociarse a otra persona del sexo opuesto, tan diferente
en casi todo. Esto es una enorme aventura y un desafío muy grande. En los últi-
mos tiempos, favorecida por la difusión masiva de los medios, se ha instalado la
idea de que el amor se muere. ¿Cómo se logra vivir más de veinte años con la
misma persona? Sobre esto, hay algunas cuestiones que urge analizar con nues-
tros jóvenes.
Génesis 2.18
18-20
18 20:
20 “Luego Dios el Señor dijo: ‘No es bueno que el hombre esté
solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.’ Entonces Dios el Señor formó de la
tierra toda ave del cielo y todo animal del campo, y se los llevó al hombre pa-
ra ver qué nombre les pondría. El hombre les puso nombre a todos los seres
vivos, y con ese nombre se les conoce. Así el hombre fue poniéndoles nombre
El joven, el adulto de la segunda y de la tercera edad – 259
a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los ani-
males del campo. Sin embargo, no se encontró entre ellos la ayuda adecuada
para el hombre.”
260 – Educación cristiana integral
Bill Hybels:
Hybels “El único tipo de matrimonio que concibe el autor de Proverbios
es un matrimonio de por vida. Escucharía pacientemente toda la charla actual
sobre divorcios fáciles y matrimonios sucesivos, y luego repetiría: ‘Alégrense
con el cónyuge de la juventud.’ Cuando se casen, permanezcan casados.
Hagan acuerdos. Busquen ayuda. Procuren resolver los problemas. Ayunen,
oren, prueben, prueben y vuelvan a probar. Hagan todo lo necesario para
mantenerse juntos. Hagan de su matrimonio lo mejor. No hay otra forma: los
matrimonios sólidos son la clave para las familias estables.”88
88
Bill Hybels, 1001 proverbios de Dios para una vida feliz (Buenos Aires: Editorial Cer-
teza, 2005), 200.
El joven, el adulto de la segunda y de la tercera edad – 261
Los roles en la pareja y la familia. Es evidente, por todo lo que venimos di-
ciendo, que los roles en la pareja no son los mismos que en el marco de la familia.
Mientras que en la pareja somos hombre y mujer, en la relación con los hijos so-
mos papá y mamá, es decir, dos roles que reclaman diferentes funciones. En Efe-
sios 6.1-4, el apóstol Pablo describe aspectos del vínculo parental, pero no dice
hijos obedezcan a su papá, sino que todas las advertencias muestran una paridad
en la autoridad que se hace muy necesario considerar. Lo propio ocurre con di-
versos pasajes aun del Antiguo Testamento.
La madre, por su relación doméstica con los hijos, generalmente está en cono-
cimiento de aspectos de sus vidas, que el padre no alcanza a conocer si no es por
ella. Desautorizarla, poniendo a la figura paterna como única autoridad, es teme-
rario y puede llevar, en ciertos casos, a una gran impunidad por parte de los hijos,
en etapas delicadas de la educación. Esto puede más tarde volverse en contra de
los resultados que se desean. Por ejemplo, son las nueve de la mañana y la madre
reta al hijo por algún error diciéndole: “¡Vas a ver cuando venga tu papá!” A las
nueve de la noche, cuando el padre llega, de lo último que se acuerda esta mujer
es de comentar el hecho de la mañana y pedirle a su marido que aplique al niño
una disciplina, lo que probablemente no hará. ¿Cuál es el resultado de todo esto?
El chico hizo lo que se le ocurrió en la mañana y no obtuvo un límite a su acción
en el momento en que lo necesitaba.
Por otra parte, están aquellas madres que se complican con los hijos a fin de
ocultar determinadas cuestiones al padre. Gravísima decisión. Su aliado natural es
el esposo y esto es algo que jamás se debe olvidar. Cuando se comportan de esta
forma, estas mujeres en realidad no sólo están dañando la relación paterno-
materna y traicionando el vínculo, sino que, además, están perjudicando seria-
mente al hijo, que aprenderá ese camino para transgredir sin que se le pongan
límites.
262 – Educación cristiana integral
El joven, el adulto de la segunda y de la tercera edad – 263
El abuelazgo
266 – Educación cristiana integral
En cuanto a los adultos de la tercera edad, ellos ya han definido muchas de las
cuestiones antes tratadas, pero se enfrentan a otras nuevas, entre las que están:
• La soledad.
• El replanteo de su rol social.
• La jubilación.
• Su familia desplazada hacia sus propias nuevas familias.
• La decadencia de sus fuerzas y su salud.
• Las necesidades básicas insatisfechas o satisfechas por otros.
• La cuestión de la muerte, que vuelve como algo cercano, que
produce curiosidad en algunos y angustia en otros, y en el cre-
yente hasta un progresivo deseo.
La soledad
En el tiempo actual, es muy frecuente ver personas que superan los 80 años.
Generalmente se mueven bien, con relativa independencia, pero después de haber
criado a sus hijos y haber llevado adelante junto a sus esposos o esposas la vida
familiar, ahora se enfrentan a la soledad. En realidad, lo que ha ocurrido es que
El joven, el adulto de la segunda y de la tercera edad – 267
los hijos se casaron formando así sus propias familias y al fallecer uno de los dos
ancianos, el que le sobrevive asiste a esta experiencia. En algunos casos, nunca
habían estado tan solos. De la casa paterna habían llegado a través del matrimonio
a la formación de su propia familia y ahora, ya jubilados, deben iniciar un nuevo
aprendizaje.
Es evidente que nuestra sociedad no está preparada para considerar a estos
abuelos. Curiosamente surge una contradicción seria y es que la ciencia ha permi-
tido, con su desarrollo y avance, extender la vida de las personas, pero por otro
lado, la sociedad no considera su responsabilidad de hacerles un lugar significati-
vo en ella. ¿Y qué pasa en la iglesia? Gracias a Dios son muchas las congregacio-
nes que consideran la necesidad del espacio de encuentro social de los abuelos,
generando actividades que los recrean y divierten. Esto es muy bueno. Debemos
cuidar mucho el aspecto afectivo y emocional de estos preciosos seres. Por eso,
los círculos de plata y otras agrupaciones por el estilo, han llegado a ser tan efec-
tivas no sólo para facilitar un encuentro más en el marco de un culto, sino que los
estimulan con encuentros creativos, paseos y aun espacios donde pueden seguir
empleando sus talentos. Conocemos de coros, grupos de teatro, de deportes y
otros más que honran a los adultos de la tercera edad.
La jubilación
A lo largo de más de treinta años, en la mayoría de los casos, las personas han
seguido hábitos que se arraigaron en su vida, respondieron a responsabilidades
laborales puntuales, entramaron firmes vínculos, desarrollaron un fuerte sentido
268 – Educación cristiana integral
Los hijos se casaron y, en realidad, ése era el deseo de sus corazones. Ambos
soñaban con los hijos realizados, adultos y crecidos. Por lo menos, ésa era la idea
que los animaba, pero como todas las ideas, ésta formaba parte de un ideal y en
ellos habitualmente no incluimos toda la realidad. Sólo realizamos un recorte de
ella, dejando las cosas bellas y positivas, pero los sentimientos encontrados, la
sensación de “¿Dónde me coloco ahora?” y de “¿Qué hago con tanta añoranza?”
parecen crecer. Estas preguntas aparecen justo en el momento en que la realidad
irrumpe con todo lo que es y no con lo que nosotros creemos que es. En tales cir-
cunstancias, surge el recuerdo de algunas frases, tales como:”Cómo se pasa la
vida” o “Se me voló la vida.”
La cuestión de la muerte
El joven, el adulto de la segunda y de la tercera edad – 271
Los temas adecuados para estas personas son precisamente los que devienen
de sus intereses, que ya hemos expresado. Siempre debemos alentar la vivencia
del Señor en sus vidas frente a cada situación por incierta que sea y revisar per-
manentemente el marco ético-doctrinal. En cuanto a las personas mayores, es
importante reforzar el recuerdo de las abundantes promesas de Dios, estimulándo-
los a apropiarse de ellas. Esto será muy adecuado y fortalecedor para ellos. Fi-
nalmente, diremos que paciencia, respeto y amor serán los cimientos adecuados
para una clase de adultos de la tercera edad, que honre al Señor Jesús, el Maestro
de maestros.
El maestro o tutor asignará las tareas a medida que se vaya desarrollando el pro-
grama del curso. Las tareas aparecen indicadas siguiendo el bosquejo general del
curso. Podrán ser entregadas por el discípulo durante el desarrollo del mismo o al
final, a criterio del maestro o tutor.
El discípulo podrá utilizar los espacios en este libro para cumplimentar sus
tareas o preferentemente hará uso de un cuaderno de actividades. El cumplimien-
to satisfactorio de todas las tareas asignadas es fundamental para la aprobación
del presente curso.
2. Considera el ministerio educativo de tus sueños para los niños y elabora una
agenda anual de actividades que los contenga.
1. Prepara un resumen seleccionando de este capítulo los aspectos que conside-
res son más relevantes.
274 – Educación cristiana integral
2. Analiza el contenido del texto y elije no menos de diez textos bíblicos que
creas que refuerzan los conceptos expresados respecto del perfil docente cris-
tiano.
1. Luego de una lectura comprensiva del capítulo, elabora una síntesis de dos-
cientas palabras consignando la diferencia entre la concepción de aprendizaje
que sostienen los conductistas, por un lado, y los constructivistas, por el otro.
Incluye todas las diferencias que encuentres.
María piensa: “Ojalá Juan entienda mi planteo, porque los chicos me confia-
ron que sus clases no les gustan, que son poco atractivas y que no confían en
él para plantearle sus problemas, porque critica mucho a esta generación.”
4. Tomando a la educación como eje del cambio, elabora tres propuestas que
entiendas que serían útiles para revertir los problemas planteados.
1. Elabora con tus propias palabras conceptos acerca del desarrollo de la inteli-
gencia sensorio-motora durante el primer año de vida.
3. Analiza la siguiente situación a la luz del presente capítulo. Explica cuál de-
bería haber sido la conducta adecuada:
4. ¿Con qué estrategias de juego se puede trabajar en cada una de estas edades?
1. Haz un perfil del niño de Escolares “A” y Escolares “B”. Establece algunas
de las diferencias entre ambos.
8. Desarrolla el tema de las fobias. Relata algún caso que sea de tu conocimien-
to.
9. Desarrolla el tema del rencor, busca tus propios textos bíblicos y fundamenta
a través de ellos tu postura sobre el tema.
1. Realiza un cuadro sinóptico desarrollando el tema de las drogas.
4. ¿Qué puede hacer la iglesia por las personas adictas? Aplica tus propias
ideas.
6. Explica sobre qué pilares debe apoyarse la identidad individual y por qué.
7. ¿Cuáles son los riesgos de ejercer poder sobre la vida de los adolescentes?
10. Analiza el contenido del punto: “La evolución del adolescente” y completa
el cuadro siguiente:
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