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La Conquista de América

Aquella primera y lejana mirada con la que Europa descubrió


América, la que creyó encontrar deformidades de lo humano
y lo natural en todo lo que no se le asemejara ni le resultara
asimilable. A partir de esa visión comienza la negación del
otro, quien ya no será asumido como tal sino como un esta-
do inferior e imperfecto de nosotros mismos.

La conquista de América, desgraciadamente, conlleva el


estigma de esta negación. Para España fue 1492 el año de la
expulsión y el descubrimiento. Expulsados los judíos y derro-
tados los moros, eliminada la heterogeneidad interna, un
hombre sin patria, Colón, “descubrió” un continente sin más
contenido, para él y sus compañeros, que los animales, las
plantas, la riqueza y el paisaje. La heterogeneidad fue inter-
pretada en función de los valores de los recién llegados, por
lo tanto, quienes hablaban en una lengua distinta ni siquiera
hablaban, quienes adoraban a otros dioses no los tenían y
quienes amaban de diferente manera no eran capaces de
amar.

Colón, apenas llegado a estas tierras y con la exaltación que


otorga la codicia, no tardará en calcular que esclavizando y
vendiendo a todos los habitantes de La Española y explotan-
do el palo brasil de la isla, “conseguiría unos 40 millones de
maravedíes”.

Gonzalo Fernández de Oviedo, un aventurero devenido cro-


nista de las primeras épocas de la conquista, escribía sobre
las consecuencias de guerras y encomiendas, para manifestar
-con cierta naturalidad- que había en la Isla La Española en

Ricardo Carpani | La Fundación de Buenos Aires

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1492 (hoy Haití y Republica Dominicana) ”un millón de para alcanzar la civilización”. Para Ginés de Sepúlveda
indios e indias de todas las edades (...) no se cree que haya al (1547), los “bárbaros del Nuevo Mundo” estaban más
presente, en este año 1548, quinientas personas (...) que sean cerca del mono que del hombre, y eran por lo tanto “sier-
naturales”. vos por naturaleza”. Someterlos para civilizarlos era
hacerles un bien, pero la mayor justificación de la escla-
Las nuevas tierras, como proclamó un soldado de la con- vitud se cifraba en la necesidad de enseñarles el
quista, les ofrecían que “en lugar de azadones, manejarían Evangelio -obligación que pesaba sobre el encomendero-
tetas, en vez de trabajos, cansancio y vigilias, placeres y y que venía a justificar el despojo y la explotación des-
abundancia y reposo”. piadada.

En su increíble carrera para justificar la matanza colecti- Otro atributo cultural de los nativos era la ausencia de pro-
va, los animales y el territorio de América fueron, tam- piedad privada como ocurría en “occidente”, que los espa-
bién, objetos del menoscabo. Voltaire diría que en la ñoles -y luego los ingleses- consideraban natural a la civi-
selva amazónica existían cerdos con el ombligo en la lización. En la mayoría de las sociedades indígenas la
espalda y leones calvos y cobardes. Así Buffon, Kant y comunidad concedía derechos sobre tierras arables en pro-
Hegel “concibieron a América como el territorio de la porción con los requerimientos de cada familia en las
inmadurez, de la fatalidad geográfica y la pura marginali- diversas etapas de su ciclo vital. Este sistema de gestión
dad, irredimible. Territorio en el que hasta los pájaros agraria era considerado por los europeos una anomalía,
cantan mal, porque no lo hacen como la alondra”. propia de esclavos, una convocatoria para que los extran-
jeros fueran a transformarla. El mismo Charles Darwin en
También Montesquieu, Bacon, De Maistre y Hume se nega- 1833 expresó respecto de nuestros Yámanas que eran los
ron a reconocer como semejantes a los hombres degrada- hombres más desgraciados del mundo a causa de la per-
dos del Nuevo Mundo. fecta igualdad que reinaba entre los individuos. Le parecía
imposible que mejorara el estado político de Tierra del
Sustentados, además, en ciertas afirmaciones teológicas Fuego mientras los pueblos que la habitaban no adquirie-
de que los indios eran amentes, como los calificara el ran la idea de propiedad, que permite la superioridad de
Papa Pablo III en 1537, “faltos de razón como para consi- unos sobre otros. No como hasta ahora que “nadie puede
derarlos integralmente humanos -según Alcira Argumedo- el ser más rico que el vecino”.
patrón señorial reproducirá a lo largo de los siglos una con-
tundente distancia con las capas sociales oprimidas. En este La cultura y el arte se consumieron en esta hoguera del
marco, la deshumanización y el exterminio no podían con- “descubrimiento”. Millones de indígenas murieron asesina-
siderarse como una afrenta a Dios. Por el contrario, muchas dos por los europeos y muchos cayeron víctimas de la
veces se hacían necesarios para honrar su nombre y otras viruela, el sarampión, la gripe y otras enfermedades desco-
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nocidas (en muchos casos los conquistadores favorecieron I


el contagio para acelerar el exterminio). Enfermedades que
hicieron fácil presa en cuerpos desnutridos por la mala ali- Esos ojos habían almacenado centenares de años y mira-
mentación, producto del abandono forzado de sus cultivos das. Seguramente grande hubo de ser el asombro cuando
tradicionales y del trabajo esclavo a que fueron sometidos se encontraron con esos hombres desconocidos, venidos
los pueblos originarios de estas tierras. de más allá de las aguas inmensas. El “jueves santo” de
1519, Hernán Cortés ponía pie en tierra firme, al norte del
“La viruela era el capitán de los soldados de la muerte (en hoy llamado puerto de Veracruz. Proyectando primero sus
la guerra biológica del Nuevo Mundo), la fiebre tifoidea era viejos mitos, creyeron los Mexicas que Quetzacóatl y los
el primer lugarteniente, y el sarampión el segundo lugarte- otros teteo (dioses) habían regresado. Pero, al irlos cono-
niente (...) Eran los antecesores de la civilización, los com- ciendo más de cerca, al ver su reacción ante los objetos
pañeros del cristianismo, los amigos del invasor”. de oro que envió Motecuhzoma, al tener noticias sobre la
matanza de Cholula efectuada por los españoles el 14 de
El movimiento de resistencia del Jefe Pontiac en 1763, fue octubre de 1519 y al contemplarlos por fin frente a frente
desmantelado cuando el general Sir Jeffery Amherst, en Tenochtitlan, una de las ciudades más bellas del
comandante del ejército inglés en América del Norte, mundo, que los conquistadores intentaban tomar con el
ordenó que se enviaran mantas contaminadas de viruela estruendo de las armas, los mexicas ya no creían en el
a los americanos nativos para acelerar su extinción. porvenir de sus cosechas y que Quetzacóatl y los dioses
hubieran regresado, por el contrario a los españoles se les
En la colonia portuguesa de Brasil, durante los años 1562 llamaba popolocas (bárbaros).
y 1563 en que 30 mil americanos nativos morían de
viruela en las misiones y campamentos de esclavos de las Los cronistas indígenas conciben una imagen notable
capitanías otorgadas a propietarios portugueses en la acerca de la codicia de los europeos. Esas imágenes están
costa, los portugueses permanecieron ilesos, testigos de lo precisamente en los textos que acerca de la Conquista
que N. D. Cook llamó “el juicio secreto de Dios”. Lo escribieron los vencidos.
mismo entre los comentaristas católicos franceses: “En
cuanto a estos salvajes, hay una cosa que no puedo dejar En los escritos de los informantes indígenas de Sahagún,
de comentar, y es que parece manifiesto que Dios desea preservados en el Códice Florentino, narran que cuando
que cedan su lugar a nuevos pueblos”. Así escribió un Motecuhzoma envió objetos de oro para satisfacer a los
observador de los otrora poderosos Matchez, cuyo núme- europeos: “Les dieron a los españoles banderas de oro,
ro se había reducido en un tercio en las décadas de 1530 banderas de pluma de quetzal, y collares de oro. Y cuan-
y 1540. do les hubieran dado esto, se les puso risueña la cara, se
alegraron mucho (los españoles), estaban deleitándose.

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Como si fueran monos levantaban el oro, como que se Ya un contemporáneo de la conquista -Fray Antonio de
sentaban en ademán de gusto, como que se les renovaba Montesinos- provocó el escándalo de los señores de Santo
y se les iluminaba el corazón. Como que cierto es que eso Domingo cuando pronunció delante de ellos, encabeza-
anhelan con gran sed. Se les ensancha el cuerpo, tienen dos por el necio Diego Colón, su célebre sermón de
hambre furiosa de eso. Como unos puercos hambrientos 1511:
ansían el oro”.
“Decid: ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan
II cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué
autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas
La intención manifiesta de dejar atrás los viejos dolores de gentes que estaban en sus tierras, mansas y pacíficas,
la historia -que han sido sepultados con el propósito de no donde tan infinitas de ellas con muertes y estragos nunca
dejar ni siquiera vestigios- sabiendo que sólo el olvido oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y
“rubrica la muerte”, sólo fue eso: un intento. La memoria fatigados sin darles de comer, ni curarlos en sus enferme-
nos da alcance. Neruda siglos después interrogaba desde la dades, que de los excesivos trabajos que les dáis incurren
poesía: señaladme la piedra en que caísteis y la madera en y se os mueren y, por mejor decir, los matáis para sacar y
que os crucificaron. adquirir oro cada día?”.

En las mismas argumentaciones con que los europeos en En 1542, el misionero franciscano Toribio de Benavente,
general consideraban a los habitantes del Nuevo Mundo “Motolinia”, advertía sobre los españoles: “se hacen ser-
como homúnculos, criaturas que sólo tenían vestigios de vir y temer como si fuesen señores absolutos y naturales,
humanidad, se encuentra la razón contraria. y nunca están contentos; a doquiera que están todo lo
enconan y corrompen, hediondos como carne dañada y
Es imposible no oír el dolor de las víctimas, en tantos luga- no se aplican a hacer nada sino mandar; son zánganos
res y en distintos tiempos de horror de este “planeta de que comen miel que labran las pobres abejas, que son los
infortunios”. El recuerdo como eco de las penalidades a que indios”.
ha sobrevivido la condición humana nos demuestra una y
otra vez que el mal, como dice Semprún, “es uno de los pro- En los primeros 50 años de la Conquista la población
yectos posibles de la libertad constitutiva del hombre”. indígena de las zonas dominadas quedó reducida a un
25%. La Escuela Berkeley sostiene que los 25.200.000
Partimos del supuesto de que ningún genocidio ha de ser que había en México Central en 1519 se redujeron a
justificado y las razones que se invocan para excusar a los 1.075.000 en 1605, lo que representaba apenas el 4,25%
victimarios, como los contextos históricos y culturales, no del total inicial. Según Rowe, los 6 millones de habitantes
pueden actuar ni siquiera como atenuantes. que tenía Perú en 1532 descendieron a 1.090.000 en 1628.

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Otro cálculo indica que los Aztecas, Mayas e Incas suma- Epílogo
ban en conjunto entre 70 y 90 millones al producirse la
Conquista, de los que un siglo y medio después quedaban Celebrar el 12 de octubre no deja de ser una perversión.
sólo 3.500.000, o sea apenas el 5% de la cifra más baja. Germán Arciniegas en 1937 ya había escrito que los espa-
Hernán Cortés y Francisco Pizarro son los nombres mayores ñoles no descubrieron América, porque no es posible con-
del exterminio. Verdaderos cruzados contra la condición siderar como descubridores a quienes obligaron a callar el
humana. Semejante genocidio causó la completa desapari- misterio o velar el encanto del hombre de América. En rea-
ción de cientos de grupos étnicos, y también de un incalcu- lidad, dice Arciniegas, aquel fue el tiempo de los conquis-
lable caudal de conocimientos. tadores, de los asesinos, de los antidescubridores, que ya en
su misma tierra se afanaban en suprimir los escandalosos
En esta cruzada contra los indígenas fueron utilizadas todas restos de la cultura árabe, quemando bibliotecas enteras.
las armas de destrucción, de desarraigo, de degradación. Arciniegas decía que descubrir y conquistar son dos posi-
Fueron las guerras de exterminio más crueles y los actos de ciones opuestas. Descubrir es una función sutil, desintere-
genocidio más espantosos que registra la historia humana. sada, espiritual. Conquistar es una función grosera, material.
Posteriormente, la esclavitud consumió millones de indíge- No podemos -entonces- celebrar lo que conlleva algunas
nas en las minas, en las plantaciones. La erradicación de sus exigencias, un certificado de olvidos, una firme garantía de
líderes eruditos, de los artistas y de los técnicos que dan voz amnesia, una cara de no habernos dado cuenta, de que
y figura a la civilización, los dejó en estado de orfandad cul- nunca habíamos estado aquí, tal como si el mundo, las
tural durante largos períodos. calles y nosotros hubiéramos sido creados esta mañana por
un Dios algo distraído que nos dejó residuos de una memo-
Sin embargo el anciano Cortés, retirado en su casa de ria que no nos pertenece.
Madrid, era centro de “una academia que proponía diálo-
gos sobre cuestiones humanísticas y religiosas”. El hombre
era muy admirado por los franciscanos, que en sus “histo-
rias de la Conquista” escribieron sobre él “como el hombre
escogido por Dios para allanar el camino de la evangeliza-
ción de la humanidad”.

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