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Al borde del cielo

Alejandro Feijóo

La muerte de Babu Chiri marca un antes y un después en la leyenda de los sherpas,


un pueblo destinado a vivir entre las nubes. El Himalaya es su centro de trabajo.

Con 35 años, Babu Chiri había establecido dos récords que tardarán mucho tiempo en
romperse. Escaló dos veces el Everest en la misma temporada (1995 y 1998), es el hombre
que más tiempo ha permanecido en su cima (21 horas) y el que más rápido ascendió del
campo base a la cumbre: menos de 16 horas. No tuvo tiempo de inscribir más hazañas. El
destino le tenía reservado un final muy común entre su etnia. Su cuerpo fue encontrado al
fondo de una de las temibles grietas que han hecho del Everest el mito de los alpinistas.

Los sherpas no son deportistas. Tampoco suelen aparecer en las fotografías que testifican
la proeza, pero su nombre está íntimamente ligado a los escaladores occidentales que
acompañan. De mayoría budista, los sherpas son habitantes del Himalaya, carecen de
lenguaje escrito y tradicionalmente se dedican a la agricultura y el pasto-
reo. Contrariamente a lo que se cree, su papel no se reduce al transporte de cargas, ya que
entre ellos se distinguen varias categorías (*).

Desde 1953, cuando el mítico sherpa Tenzing Norgay conquistó el Everest junto a Edmund
Hillary, un millar de escaladores consiguieron coronar la cumbre y casi 200 murieron
durante la ascensión o el descenso. Es la cara y la cruz de una afición que no se entendería
sin el concurso de los sherpas, que por aquello de la necesidad se han visto obligados a
occidentalizar buena parte de sus costumbres. Incluso algunos de ellos (como el propio
Babu Chiri) reciben el patrocinio de marcas no nepalíes que financian su aventura: líneas
aéreas, fabricantes de ropa de montaña y agencias de viajes.

Relegadas a tareas domésticas, las sherpas rompieron la tradición cuando el año pasado
una expedición formada enteramente por mujeres sherpas alcanzó la cima de la montaña
más alta del mundo. Aunque la lista de mujeres escaladoras no es corta (**), la única sherpa
que anteriormente había alcanzado la cumbre fue Pasang Lhambu en 1993, como miembro
de un equipo formado por hombres. Aunque falleció en el descenso, Lhambu registró su
nombre en la historia. Últimamente, una expedición de ocho alpinistas catalanas se valió de
la ayuda de mujeres porteadoras y cocineras para llegar a la cima principal del Shisha
Pangma, de 8.013 metros de altura.

(*) Además del trabajo pesado, los sherpas abren huella en la nieve, montan tiendas y
cocinan para los escaladores que los contratan. Además, establecen categorías
relacionadas específicamente con el trabajo que realizan. Un sirdar es el jefe de los sherpas
que hace las veces de padre espiritual de la expedición. Los sherpas de altura son aquellos
que trabajan especialmente en la altitud, y los porteadores, finalmente, capaces de llevar
hasta 50 kilos de material a sus espaldas.
(**) En 1975, la japonesa Junko Tabei se convirtió en la primera mujer en llegar a la cumbre
del Everest. La primera europea en hacer cima fue la polaca Wanda Rutkiewicz en 1978. En
cuanto a las españolas, el nombre de Araceli Segarra brilla con luz propia. Ella fue la
primera mujer española en alcanzar el techo del mundo en la primavera de 1996. Otras
alpinistas que han subido por encima de los ocho mil metros son Rosa Real, Amaia
Aranzabal, Rosa Fernández, Pili Ganuza, Yolanda Martín, Mónica Verge, Inma Fernández,
Amparo Ortega, y una lista que afortunadamente aumenta año a año.
Links:

www.hyparion.com/web/diccionari/dics/muntanya.htm (diccionario de montaña)


www.barrabes.com (tienda y revista de montaña)

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