Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Repartió todo lo que tenía entre los pobres y se preparó para entrar a la Orden
de Predicadores como hermano lego en el convento de dominicos de Santa María
Magdalena donde había sido admitido. El 23 de enero de 1622 tomó los hábitos.
Andaba por la ciudad en busca de limosna para repartir entre los pobres. No se
limitaba a saciar el hambre de pan, sino que completaba su ayuda con buenos
consejos y exhortaciones en favor de la vida cristiana y el amor a Dios.
Y fue así como, poco a poco, fue surgiendo la evidencia de que Martín
de Porras, el hermano mulato de la enfermería y la cocina
del convento de santo Domingo hacia milagros. La gente ya no lo
buscaba solo para que les diese un consejo o los curase de una pequeña
herida. Ahora, confiaban ciegamente en el, le pedían lo imposible, y el
siempre parecía poder arreglarlo todo.
Desde muy pequeña Rosa tuvo una gran inclinación por la oración y la
meditación. Un día rezando ante una imagen de la Virgen María sintió
que el niño Jesús le decía: «Rosa conságrame a mí todo tu amor”. Y a
partir de ese momento decidió vivir para servir al señor y para que los
hombres no le enamorasen por su gran belleza física, se cortó el cabello
y se propuso llevar el rostro cubierto por un velo.
Santa Rosa de Lima fue una mujer que no se envaneció por su belleza e
hizo mucha penitencia, tal es así que pasaba los días en ayuno o
comiendo lo mínimo ara no desfallecer de debilidad y todo ello lo hacía
por amor a Dios incluso dormía sobre duras tablas, con un palo por
almohada, todo ello hacía porque veía el crucifijo de Jesús y pensaba
en el sufrimiento que tuvo pasar Jesús por salvarnos del pecado.
Rosa de Lima, pasó los tres últimos años de su vida en la casa de Don
Gonzalo de Massa, desde 1614 a 1617. Don Gonzalo era un empleado rico
del gobierno y su esposa, María de Uzategui, tenía un gran aprecio por
Rosa. Durante la penosa y larga enfermedad que precedió a su muerte,
la oración de la joven era: «Señor, auméntame los sufrimientos, pero
auméntame en la misma medida tu amor».