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¿CÓMO ESTA DEFINIDA LA ESTRUCTURAS DE LA JURISDICCIÓN EN COLOMBIA

Y CUALES PUEDEN SER ALGUNOS DE SUS ALCANCES EN MATERIA JURÍDICA?

EDID ANDREA MUETE RODRÍGUEZ CÓD: 1911021770

SANDRA EUNICE RESTREPO CALLE COD: 1911021264

LILIANA MARIA PASOS SEPULVEDA COD: 1911026094

INSTITUCIÒN UNIVERSITARIA POLITÈCNICO GRAN COLOMBIANO

SANTANDER ABEL PEREZ BERTEL

INTRODUCIÒN AL DERECHO

2019
4

REPLANTEAMIENTO DEL TRABAJO

CONSULTA HECHA EN EBSCO –SANDRA RESTREPO

¿CÓMO ESTÁ DEFINIDA LA ESTRUCTURAS DE LA JURISDICCIÓN EN

COLOMBIA Y CUALES PUEDEN SER ALGUNOS DE SUS ALCANCES EN

MATERIA JURÍDICA?

This article poses general aspects on the right of Access to justice administration and the relation exiting

between such a right and the extra-judicial conciliation in law as another mechanism to Access to the same. In

this connection effort, we pose how it can be real or effective for the citizen, the right to access through the

conciliation instrument, in contrast with some conciliation norms which close the opportunity that parties

comply with the philosophy which orients both the conciliating figure and the effective access to justice

administration and private autonomy, to finally conclude that such norms are illegal, because they violate

several norms of 1991 Colombian Political Constitution. [ABSTRACT FROM AUTHOR]

EN ESPAÑOL ​El artículo plantea aspectos generales sobre el ​derecho​ de acceso a la Administración

de ​Justicia​ ​y​ la relación existente entre dicho ​derecho​ ​y​ la conciliación extrajudicial en

derecho​ como un mecanismo más de acceso a la misma. En este esfuerzo de conexión,

planteamos cómo se efectiviza o vuelve realidad, para el ciudadano, el ​derecho​ de acceso,

mediante el instrumento de la conciliación, en contraste con algunas normas de conciliación que

cierran la oportunidad de que las partes cumplan con la filosofía que orienta tanto la figura

conciliatoria como el efectivo acceso a la Administración de ​Justicia​ ​y​ la autonomía privada,


para finalmente concluir que dichas normas son inexequibles, por cuanto violan varias normas de

la Constitución Política de Colombia de 1991. [ABSTRACT FROM AUTHOR]​,

ESTE LO BORRAMOS PARA DEJAR SOLO EL TEXTO EN INGLES, SE LOS DEJO PARA QUE NO

PERDAMOS EL NORTE DEL TRABAJO

La normas que regulan en Colombia la conciliación extrajudicial en derecho, de

manera inequívoca, han partido del presupuesto de que la materia conciliable la debe

determinar el conciliador apriorísticamente, es decir, de manera previa a la celebración de la

audiencia que permite el encuentro de las partes en conflicto, hasta el punto de que, según el

legislador, apenas el conciliador conozca la solicitud de conciliación puede determinar si el

asunto es conciliable y, en caso de no serlo, estaría imposibilitado para citar a las partes a

audiencia de encuentro.

La jurisprudencia, y particularmente la Corte Constitucional de Colombia por vía de

análisis de constitucionalidad son del mismo criterio, al considerar que: La conciliación es un

mecanismo excepcional, porque dependiendo de la naturaleza jurídica del interés afectado,

solo algunos de los asuntos que podrían ser sometidos a una decisión jurisdiccional, pueden

llevarse ante una audiencia de conciliación. En general, son susceptibles de conciliación los

conflictos jurídicos que surgen en relación con derechos disponibles y por parte de sujetos

capaces de disponer (Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-893 de 2001, 2001A).

Por otro lado la Corte Constitucional ha expuesto que la justicia transicional está

constituida por un conjunto de procesos de transformación social y política profundos en los

cuales es necesario utilizar mecanismos judiciales o extrajudiciales para resolver los

problemas derivados de un pasado de abusos a gran escala, a fin de lograr que los

responsables rindan cuentas de sus actos, servir a la justicia y lograr la reconciliación, (Corte

Constitucional 2013), tal como lo indica el texto anterior, a través de la intervención de los
jueces, se puede buscar diferentes alternativas de resolución de conflictos, permitiendo la

seguridad de las personas.

También la jurisdicción se ha entendido, tradicionalmente, como la función del

Estado de administrar justicia, es decir, la capacidad de definir autoritativamente las

controversias acerca de la adecuada aplicación del derecho (Azula, 2006). Los Estados

contemporáneos, para desarrollar esta función, establecen un conjunto de funcionarios

encargados de realizar esta tarea. En estos términos, la jurisdicción se refiere, por una parte, a

la función de administrar justicia y, por la otra, al conjunto de individuos y órganos

encargados de realizar esta función, es decir, la rama judicial del poder público. Veamos

cómo se conforma la rama la rama judicial en Colombia. La Constitución colombiana ha

definido que la rama judicial está conformada por cuatro jurisdicciones:

1.​ La jurisdicción ordinaria encargada del juzgamiento de todos los asuntos civiles, penales,

laborales y de familia (Constitución Política de Colombia, artículos 234 y 235). 2)

2.​ La jurisdicción contencioso-administrativa que se encarga del juzgamiento de las


controversias y litigios administrativos originados en las entidades públicas y en las

personas privadas que desempeñan funciones públicas (artículos 236 y 237 de la

Constitución Política de Colombia). 3)

3.​ La jurisdicción disciplinaria encargada del control disciplinario en la rama judicial


(Constitución Política de Colombia, artículo 254, artículo 75 de la Ley 270 de 1996).

4.​ La jurisdicción constitucional en Colombia encargada de dos asuntos específicos: control


abstracto de constitucionalidad de normas con rango de ley y control concreto mediante

la revisión de las decisiones judiciales relacionadas con la acción de tutela de los derechos

constitucionales.
Garantías de seguridad jurídica en las sentencias de casación

Cuando se habla de seguridad jurídica se hace referencia a la que debe tener cualquier

sistema jurídico normativo, y por ello cuando se trata de ver en qué se traduce el contenido de

ese principio se hace referencia concreta al principio de irretroactividad de «la ley», a su

publicidad previa, a la tipificación legal de los delitos y de las penas, a la necesidad de

respetar «la cosa juzgada», al respeto debido a la caducidad de las acciones y la prescripción

de los derechos, etc., pues todo ello en su conjunto es en lo que se concreta el elemento

objetivo integrante de la seguridad que se debe garantizar.

La garantía de la seguridad está determinada por lo dispuesto en la normativa rectora

de cualquier actividad privada, en la medida en que las leyes son susceptibles de

interpretación ya que no siempre son tan claras como deberían serlo, o cuando se deben

aplicar a algo concreto, no siempre susceptibles de fácil acomodación a las previsiones de

aquéllas. Cuando se habla de seguridad jurídica no se puede dejar a un lado aquel aspecto

subjetivo de la misma, que nos quiere decir que aunque se preste a interpretaciones debe dar

igualmente la seguridad de aquellas normas realizadas por las personas que tienen a cargo

esta función (jueces y tribunales de conformidad con el artículo 117.2 de la propia

Constitución).

En nuestro derecho procesal una sola sentencia, cualquier órgano judicial que la dicte, ha sido

reconocida y ha tenido eficacia jurídica entre las partes y sus sucesores a través del

mecanismo garantista de la cosa juzgada recogido en la actualidad en los artículos 222 y

siguientes de la Ley de Enjuiciamiento Civil; vincula al propio Tribunal y a cualquier otro

cuando ha de pronunciarse en un nuevo litigio con el mismo objeto procesal.


Precisar en qué consiste la tutela de los derechos resulta difícil. Este término no presenta un

significado unívoco; tal expresión se utiliza tal expresión en múltiples acepciones y se

emplean sinónimos que evocan realidades muy diferentes (garantía, protección, etc.).

En el ámbito civil, es común entender que solo cabe la heterotutela. La existencia de una

tutela cuya fisonomía responde a los moldes resultantes de la ley procesal civil y, en

consecuencia, solo puede resultar asegurada por aquellos órganos que dentro de la estructura

del Estado tienen encomendada la función jurisdiccional. Desde esta perspectiva, la tutela

civil no presenta una modalidad distinta de la tutela jurisdiccional, de manera que el proceso

representa el instrumento principal y tendencialmente exclusivo para la actuación del derecho

sustancial. La reserva para y por el Estado de la tutela de los derechos se ofrece como

alternativa a los particulares que se ven privados de defenderse por sus propios medios ante el

injusto de otro3 . Se ha afirmado al respecto que “ningún procesalista puede ver con buenos

ojos en la hora presente los sistemas privados de defensa” (Almagro, 1968, p. 125). La tutela

judicial encuentra su fundamento, su justificación, en la prohibición de la autotutela4 , de

manera que en defecto de una solución en el ámbito sustancial -que no necesariamente

espontánea-, se hace necesario el recurso ofrecido por el poder coactivo del Estado. De aquí

que se haya llegado a decir que la prohibición de tomarse la justicia por su mano es “una

obligación de carácter genuinamente procesal, puesto que sacrifica el interés en litigio al

interés en cuanto a la composición del litigio y tiende así a garantizar, cuando haya necesidad

de ello, la función del proceso” (Carnelutti, 1936, núm., 352 b). El ordenamiento nos

muestra, cada vez con más profusión, que hemos de agotar todas las vías no traumáticas que

permitan la restauración del orden jurídico violado. Solo ante la falta de cooperación del

responsable u obligado, se hace necesaria la intervención judicial, precisamente para doblegar

esa voluntad rebelde del responsable5 . Existe, en consecuencia, la posibilidad de hablar de

una tutela civil desconectada de aquella jurisdiccional, lo que es tanto como decir que al lado
de la tutela procesal existen remedios pertenecientes al derecho sustancial, capaces de mitigar

o evitar la lesión a un derecho, interés o prerrogativa jurídica. (Moreno**, 2013, pág. 4)

FALTA QUE CADA UNA CONSULTE UN TEMA CORTICO Y COMPLEMENTE DE

LO QUE YO CONSULTE POR EJEMPLO TUTELAS... ESPECIALMENTE PARA

COGER DOS REFERENCIAS MAS Y ASI CUMPLIR CON LO SOLICITADO

CONCLUSIONES

·​ La política y el derecho; ambas tienen como fin la consecución de la justicia para


transformar y mejorar la sociedad, teniendo como eje central la conformación y, dado el

caso, reconfiguración de las instituciones sociales básicas, en las que deberían actuar de

modo independiente pero articulado, cabe anotar que los jueces son parte esencial en esta

articulación con su idoneidad en la aplicación de la justicia de modo que se puedan

mantener los derechos civiles y donde prime la posibilidad de llevar a cabo procesos

conciliatorios, de restitución y procesos de juzgamientos justos.

Aunque exista subjetividad en las normas o se pueda dar diferente interpretación de ellas, las

personas encargadas de hacer que se cumplan deben garantizar confianza y seguridad al

momento de hacer efectiva la misma en un proceso juridico.


REFERENCIA

​ ernandez, A. (2014), ​Unconstitutionality of some Norms on Conciliating Matter due to Violation of


1.​ H

Access to both Justice​ Administration and Public Autonomy.​ ​ ol. 13 Issue 25,
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​ ua, C.F. (2018), ​Submission Scenarios to the Special Jurisdiction for Peace for People
2.​ R

Excluded from Ley de Justicia y Paz: Fields of Application Disquisition​.​ Opinión Jurídica, ​ ​Vol.

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​ ulido, F.E. (2017), ​Subjective scope of application of judicial precedents: a study in the
3.​ P

constitutional jurisdiction in Colombia​.​ Opinión Jurídica. Vol. 17 Issue 34, p129-149.

21p,
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bGl2ZQ%3d%3d#AN=136851043&db=lgh

4. Moreno**, A. D. (09 de Septiembre de 2013). ​EBSCO​. Obtenido de EBSCO:

http://web.a.ebscohost.com.loginbiblio.poligran.edu.co:2048/ehost/pdfviewer/

pdfviewer?vid=1&sid=e8f4ef03-7d4b-489d-b5a1-a99da8dc20aa%40sessionm

gr4007

32​ojo lo de aquí hacia abajo es lo anterior que ya no aplica

RELACIONES DEL DERECHO Y LA POLÍTICA

Se puede identificar tres tendencias en relación con el papel que desempeña el derecho dentro

de una sociedad, la primera encuentra suficiente la normatividad para representar todas las

expresiones de la vida jurídica de una sociedad, la segunda tendencia lo identifica la ley, pero

reconoce la insuficiencia del legislador tanto para prever la dinámica de la sociedad como

para cubrir todos los casos posibles de conducta humana y por último la tercera tendencia, la

prioridad la tienen los principios, asumiendo como indiscutible el papel ético-social

inmanente del derecho.


En las sociedades abiertas o formalmente democráticas, el papel ético-social se realiza a

través de la política como elemento integrador de la realidad con la norma. Un hecho

relevante consiste en que la corrección del derecho jamás podrá ser fijada de manera

definitiva ni pura, requerirá siempre el constante ajuste con la realidad a través de la política,

para garantizar su dinámica.

La política depende de la tensión entre poderes públicos y privados y el Derecho depende de

que existan procedimientos para dirimir esos dos terremotos. (Profesor Fabio Giraldo J.).

Para Habermas es necesario entender el Estado de derecho “como la exigencia de liga el

poder administrativo regido por el código “poder” al poder comunicativo creador de

derechos, y mantenerlos libres de las interferencias del poder social, es decir, de la fáctica

capacidad de imponerse que tienen los intereses privilegiados, así, el derecho cumple la

función de bisagra entre ambos poderes.

Las relaciones entre los ámbitos respectivos del Derecho (los jueces) y la Política (la

discusión) no son fáciles de trazar. Baste observar, como prueba de ello, la rapidez con que,

ante una situación conflictiva particular se instauran rápidamente en la opinión pública dos

tesis contrapuestas: la de que las normas deben aplicarse incluso contra la voluntad de los

actores políticos, o la de que en ciertos casos las normas deben ceder ante la política. Ambas

tesis se visten a nivel discursivo con el ropaje argumentativo de la calificada como

“judicialización de la política”, aunque esta forma de plantearlas no sea muy esclarecedora.

La Política y el Derecho son dos esferas autónomas de acción social humana (Weber dixit),

que responden a principios epistemológicos y constitutivos diversos (aunque no opuestos) y


que deben mantener su separación cuidadosa en una democracia constitucional, sin

inmiscuirse indebidamente. Esto es una pura obviedad. Quizás no lo sea tanto, sin embargo,

el recordar que entre estas dos esferas de actuación existe una relación muy particular, existe

un orden serial o lexicográfico. Es decir, que están ordenadas entre sí de manera que es el

orden jurídico el que establece el suelo mínimo de la política, y que por ello ésta sólo puede

entrar a jugar allí donde el Derecho se lo permite. Y no al revés. La demoprotección es previa

a la demoparticipación (Sartori).

Así, en un orden democrático constitucional es la norma la que establece la forma en que la

política puede operar (institucionalidad procedimental) y el ámbito material del que puede

tratar (asuntos vedados). Es característica constitutiva de esta clase de democracias la de que

fijan necesariamente un ámbito de derechos y principios que están más acá de cualquier

decisión política, lo que algún autor ha llamado “el coto vedado” y otro “la esfera de lo no

decidible”. La política no puede actuar sino a partir de la existencia y respeto a ese núcleo

intangible, cuya vigilancia está atribuida precisamente a la jurisdicción constitucional. Por

eso, cuando un tribunal fiscaliza una actuación política por contraria o desconocedora de

algún elemento integrante del “coto vedado” no está judicializando la política en ningún

sentido del término, sino recordando que el suelo institucional y de derechos fundamentales

está “antes” que la esfera de libre decisión política. Poniendo orden donde éste se había

ignorado.

Es llamativo que dos de las tensiones más presentes en la actualidad de nuestras democracias

provengan precisamente de las propuestas —no relacionadas entre sí— para redefinir la

esfera de lo indecidible. En efecto, tenemos por un lado a quienes propugnan ampliar

substancialmente el núcleo de los derechos fundamentales recogidos en el texto

constitucional (incluir como tales derechos subjetivos exigibles el derecho a la salud, o a un


mínimo vital, o al trabajo), buscando de esta manera blindar tales derechos frente a las

políticas que la contingencia futura exija. Al final, el “coto vedado” incluiría todo lo que es

realmente importante para la vida del ciudadano, y sería administrado por los jueces. Para la

política quedaría sólo un pequeño ámbito de decisiones no muy relevantes (Ferrajoli o

Garzón Valdés). Es una tendencia intelectual muy apreciada por los mismos progresistas que

se quejan sin embargo de la reducción o de la judicialización de la política con frecuencia.

El gran problema para una tal redefinición del Derecho es que requiere de dos condiciones

políticas que hoy por hoy parecen aquí inalcanzables. La primera, la de una tranquila

confianza en sí mismo por parte del sistema en su conjunto: sólo desde la confianza en el

mejor valor de su oferta puede un sistema aceptar su cuestionamiento. La segunda, la mutua

lealtad de los actores políticos implicados, sobre todo de los nacionalistas, tan inclinados

siempre a contemplar como mercadeo inestable cualquier intento de redefinición de España.

¿Aceptarían los secesionistas debatir y pergeñar entre todos este nuevo Derecho? ¿Se

someterían a él?

Está su incapacidad para abrir vías de modificación del Derecho condena sin embargo al

sistema español a pagar en moneda de desigualdad y privilegio un arreglo que lo mantenga

unido, disfrazado bajo el término prestigioso de federalismo a pesar de ser contrario a los

principios de éste. Mal Derecho y pobretona Política. (JOSÉ MARÍA RUIZ SOROA, 2017)

Por política se entiende una realidad social cuyo énfasis se halla en la organización de la vida

en sociedad, y sobre todo tomando en cuenta las maneras de organización y el ejercicio del

poder, sin que sean estos los únicos puntos para tomar en cuenta, la política también puede

ser entendida como un campo del saber científico o especializado que gira en torno a la forma

de organización y el ejercicio del poder.


Con el término derecho se está aludiendo al sistema de normas con un componente

fuertemente estatal (códigos, decretos, leyes especiales, leyes generales, etc.), en tanto que

dichas normas son en su mayoría impuestas directamente por el Estado para ser cumplidas.

El derecho es una disciplina científica cuyo objeto de estudio son esas normas jurídicas

positivas mencionadas, pero también factores que posibilitan la mejor comprensión y análisis

del sistema jurídico, factores estos que hacen posible la existencia de ese mismo sistema

jurídico.

Política y derecho atienden primordialmente a la vida en sociedad y la relación manifiesta

entre ambos.

La relación entre política y derecho puede ser vista desde diversos ángulos, sin que

necesariamente se manifieste la predominancia de un término sobre otro. Lo que sí se debe

destacar es que política y derecho ya no son vistos como cuasi-sinónimos, que fue el caso de

la Antigüedad. Ahora se está claro de que son ámbitos diferentes, aunque puedan vincularse.

Hobbes (1991) cree que esta relación existe, pero afirma que hay un predominio de lo

político.

Locke (1990) también es partidario de que hay unión entre política y derecho, pero el poder

político no es legítimo si va en contra de ciertos principios jurídicos elementales, que tienen

su fundamento en la naturaleza.nte a lo normativo, pues las normas jurídicas son creadas por

quien tiene el poder. Kant va a insertar la temática dentro de un campo que es, para él, mucho

más amplio y esencial: la moral.

“El derecho mantiene una conexión directa con la política, ya que cualquier acción o decisión

jurídicamente relevante que se tome debe hacerse ponderando estratégicamente las acciones o

decisiones de otros, que se dieron en el pasado, se realizan en la actualidad o se darán en el

futuro. El derecho es una empresa esencialmente cooperativa –aun en régimen autoritario–

puesto que no puede lograrse efecto jurídico sin la colaboración de otros. Por lo tanto, toda
acción jurídica es una acción política en el sentido de que debe tomar en cuenta las acciones,

reacciones, actitudes y expectativas de otros, en la medida en que ellas tengan a su vez poder

para determinar nuevas acciones, reacciones, actitudes y expectativas […] (Nino, 1994, p.

147).”

La justicia es el fin general y superior de la política y del derecho, Funciona como elemento

vinculante entre ambos.

la política y el derecho; ambas tienen como fin la consecución de la justicia para transformar

y mejorar la sociedad, teniendo como eje central la conformación y, dado el caso,

reconfiguración de las instituciones sociales básicas.

La política, para usar términos de Bobbio, tendría como función estructurar la sociedad,

respetando los parámetros de igualdad/desigualdad contenidos en los dos principios.

El derecho le corresponde la función de constituirse a manera de facultades subjetivas que

hagan posible la defensa y promoción de la libertad, por lo menos en su nivel más básico.

Política y derecho tienen la justicia como fin y se conectan por medio de ella.
CONCLUSIONES

● Muchos han sido los esfuerzos por mantener “incontaminada” el derecho de la

política, sin embargo, en Colombia, es frecuente escuchar o leer en los medios de

comunicación sobre los escándalos de corrupción donde la rama judicial se ha visto

involucrada, sólo por mencionar un caso es del exmagistrado Francisco Ricauter,

señalado de liderar el cartel de la toga en el 2017, y que deja al descubierto toda la

corrupción que existen en este órgano del derecho judicial.

● La transformación de la sociedad para crear buenas condiciones de vida no podría

construirse si se excluye la política y el derecho, ambas tienen como fin la justicia

elemento vinculante de suma importancia para mejorar y transformar la sociedad.


REFERENCIAS

- Ruiz, J.M. (2017). Derecho y política. ​EL PAÍS,​ pág. 9.

- Trujillo, D.L. (2001). ​La eficacia política en la aplicación del derecho. (p 1-9).

​ niversidad Autónoma de Bucaramanga-Reflexión política.


Bucaramanga. Colombia.​ U

- Boletín del área del derecho público sección entrevista:

http://www.eafit.edu.co/revistas/badp/Documents/badp9/BADP-09-entrevista.pdf

- Libro electrónico: Carassale. S. (2005). ​Política y Derecho. ​Unger, Luhmann y

Habermas(​ p 225). ​Flacso. México. Ediciones Coyoacán.

- Dávila, A. (2017). Política, derecho y justicia. Retos en la constitución del Doctorado

en Estudios Políticos y Jurídicos. Analecta Política, 7(13), 241. Recuperado de:

https://revistas.upb.edu.co/index.php/analecta/article/download/7749/7072.

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