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Un fármaco es una molécula bioactiva que en virtud de su estructura y configuración

química puede interactuar con macromoléculas proteicas, generalmente denominadas


receptores, localizadas en la membrana, citoplasma o núcleo de una célula, dando
lugar a una acción y un efecto evidenciable.

Las enzimas también se consideran receptores catalíticos, pues están en condiciones


de interactuar con ligandos. En este caso los fármacos (agonistas), en esa unión
fármaco-receptor, intervienen casi siempre uniones supramoleculares, es decir, no
de carácter covalente de alta energía. (alrededor de 60 kcal mol), sino más bien
uniones más débiles y reversibles como hidrofóbicas, de Van der Waals o puentes de
hidrógeno.

Modernamente en el diseño de nuevos fármacos se utilizan descriptores, que


categorizan una molécula por aspectos electrónicos, geométricos, cuánticos,
termodinámicos y de conectividad, eso viabiliza la utilización de herramientas
informáticas en el diseño de estructuras referenciales o cabezas de serie.

Cuando el fármaco, que es el principio activo, se lo presenta como una forma


farmacéutica determinada, se lo denomina medicamento; aquí ya se incluyen
contingentes tecnológicos de fabricación, que determinarán una biodisponibilidad y
estabilidad adecuada de esa presentación, es decir buena absorción en un lapso de
tiempo, y no degradación química o físico-química que afecten su funcionamiento en
un organismo vivo, es decir sin menoscabar una adecuada absorción, pasen de la fase
biofarmacéutica a la fase farmacocinética que determina la llegada exitosa de una
molécula bioactiva a la biofase o sitio de acción, en niveles de concentración que
garanticen un efecto.

Hoy el tremendo avance en proteonómica y las consiguientes alteraciones que pueden


sufrir las proteínas en sus estructuras terciarias principalmente, abren nuevos y
sugestivos caminos en la investigación de moléculas bioactivas para combatir
peligrosos agentes infecciosos, como virus o bacterias, y el cáncer.

Esta definición se acota a aquellas sustancias de interés clínico, es decir


aquellas usadas para la prevención, diagnóstico, tratamiento, mitigación y cura de
enfermedades,1 y se prefiere el nombre de tóxico para aquellas sustancias no
destinadas al uso clínico pero que pueden ser absorbidas accidental o
intencionalmente; y droga para aquellas sustancias de uso social que se utilizan
para modificar estados del ánimo.

Los fármacos pueden ser sustancias creadas por el hombre o producidas por otros
organismos y utilizadas por aquel. De esta forma, hormonas, anticuerpos,
interleucinas y vacunas son considerados fármacos al ser administrados en forma
farmacéutica.2 En resumen, para que una sustancia biológicamente activa se
clasifique como fármaco, debe administrarse al cuerpo de manera exógena y con fines
médicos.

Los fármacos se expenden y utilizan principalmente en la forma de medicamentos, los


cuales contienen el o los fármacos prescritos por un facultativo

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