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La violencia de las dictaduras latinaamericanas fora6 nuevas formas de expresién en imégenes y en pala- bras, Cuando el pensamiento se hizo peligroso fue necesario explorar las grietas y fisuras que perm ran atravesar aquella clausura defintiva de la refle- xién eritica a la que aspiraba la censura. La escena artistica chilena investigé los lenguajes creatives, {quebré sus limites tradicionales, atravesé las préct- cas, cruzé a literatura con el arte, el video, la perfor- mance, la accién urbana El arte y la escritura se propusieron cuestionar ese presente de silencios e impasibilidades y analizar una histaria Ila del gobierno de la Unidad Popular) que también ce cerraba ata refloxin critica con la cristal zacién de un relato autorreferoncial. No sélo durante los afios de la dictadura de Pinochet fue necesario reve sar (os Sentidos derninantes: también fue urgente pro- blematizar los pactos y los acuerdos de la transicién demacratica, Nelly Richard es central en la gestacién yen el ejercicia de una critica cultural en la que se fun= ‘den al andlisis sociopoltco de estos momentos histo ricos, las pasiones intolectuales y la vocacién de estilo, FRACTURAS DE LA MEMORIA retine trabajos fund ‘mentales de una de as ms brillantes ensayistasy ci- ticas culturales de América Latina, Especialmente seleccionadas para la presente edicin, estos textos. inauguran lecturas sobre arte y politica que se apartan de los estereotipes del andliss literal, la transeripcién dol testimonio o la narrativa que fija la compilacién documenta. El pasado y el presente se activan a partir de la critica: Nelly Richard lo demuestra con una escri- tura palérnica que se plantea, en si misma, como préc- tica creativa. Los ensayos agui reunides demuestran {que el pensemiento radica en la insatistaccién ante ia cleusura de [a interpretacin, en La irupein ly la dis rupciénl de una permanente turbulencia del sentido. aan rsn7s0-708 Kl : arte y pensamiento NELLY RICHARD Fracturas de la memoria ARTE Y PENSAMIENTO CRITICO En torno a las regladores y poéticas de la crisis! ncias sociales: saberes Las frecuentes relaciones de matestar y conflicto entre el dis curso sociolégico y el pensamiento estético-critico parecen confirmar la opinion de Pierre Bourdieu segin la cual "la socio- logia y el arte no se llevan bien? La razén principal que da Bourd eu para explicar esos desencuentros es la del choque entre dos miradas sabre el arte, incompatibles entre si: por el lado de los artistas, predominaria el idealismo de una vision sa- grads del arte (trascendencia, misterio, soledad, inspiracién, etc]. mientras que, por el lado de los socidlogos, tiende a ope- rar ur racionatismo cientifico que traduce ~y reduce— esa creencia de los artistas en la inmaterialidad del arte al mate- rialismo de la reproduccién institucional y al funcionalismo del dato objetivo. Pero asi presentada, la razén expuesta por Bourdieu no basta para dar cuenta de desacuerdos més com: plajos que siguen aponiendo estética y sociologia, incluso en el caso de un arte que comparte el afan desacralizador de la En torne a tas clenci 1. Eats teate os una versién eevisads del eapitule “En torno alos Claes; lineas de fuerza y puntes ce fuga’, de La msubordinacisn dels ig os: eam politic, translormacionasculturale, podtcns des crisis, San Iago, Cuerto Propo, 1994 Piete Bourdiew, Sociologia yeutura, México, Griolbo, 1990 . 228. a NELLY RICHARD 2 " critica antimetafisica respecto de la idealidad pure det recogi- rmiento y su metafisica de la contemplacién. Me gustaria comen- tar ciertos desacuerdos entre discurso sociolégico y pensa- miento estético-critico en clave de un analisis local, situéndome enel contexto del debate cultural chileno que tiene como referen- cia una escena artistica cuyas poéticas del desarreglo terminaron por desafiar a los saberes constituides. Tanto el prestigio académico de las ciencias sociales chile 1nas [un prestigio ganado dentro de F.ses0 [Facultad Latinoame- ricana de Ciencias Sociales] por autores como José Joaquin Brunner y Norbert Lechner, entre otros] como la complejidad y | audacia de las reformulaciones socioestéticas elaboradas por la Escena de Avanzada en Chile durante los mismos afos fen que las ciencias sociales confeccionaban sus teorias sobre autoritarismo y redemocratizacién contribuyen a dimensionar muy ejemplarmente la singularidad de los conflictos locales que se dieron entre sistemas de conocimiento {la investigacién sociolégica) y descalabros de lenguaje {la Escena de Avanzadal; regulares y saberes irregulares: entre fuerza de in bordes de experimentacién; entre marcos de con- tencién disciplinaria y des-bordes de géneros. La nueva escena del pensamiento critico Violencia represiva y censura ideotéaics, durante le dictadura en Chile, alteraron fuertemente las condiciones de produecisn y circulacin del saber que, hasta 1973, estaban garantizadas por el protagonismo académico del circuito universitari chileno; un cir= cuite que, en los afios sesenta, armaba et paradigma de la vida in- telectual asociada a la imagen del pensador, del idedlogo, del agente de cambio social y politico movilizad por el cambia revo- Lucionari. La universidad,intervenida por la toma de poder mili tar, perdié su papel de conduccion nacional en el debate de ideas mientras tenia lugar, en sus extramuros, el explosiva surgimien- to de lo que Rodrigo Cnovas llamé un “discurso de la crisis"; 3. Rodrigo Cénois, #acia une istérca relcién sentimental dela critic ite ‘ana en estos ranos', Cuadernas Hispancamericands, Madr, septiembre ie 1990, p 145 elaborade desde la exterioridad viva, desamurallada, de los pro- esos y sicesos que negaba la clausura universitaria de los afios de la dictadura. Alrededor de la Escena de Avanzada, se desalo Una escritura critica cuyo movimiento de combate —urgide y ur- gente le exigia ala teor‘a deshacerse de la neutralidad exposi- tiva de los metalenguajes cientificos y liberarse, también. de los tecnicismos del saber académico. El nuevo discurso ~“que tuvo su expresién militante en un grupo de artistas plasticos y su ad- hesién a ciertos circulos de ftésofos y tteratos"~4 acompané, a partir de 1977, el trabajo de obras empefiadas en el desmnontaje formal de las ideotogias artisticasy literarias de la tradicién cul- tural, Preocupado en recalcar la materialidad del significant [- sual, textual} como plano y secuencia de critica del signiticado,el discurso de la Escena de Avanzada fue explorando bordes de pen- samiento que manifestaban un deseo de experimentacién con el sentido mas que de andlisis e interpretacién del sentido. Este nuevo “discurso de la crisis” circulé como “el referen- te tedrice-informal en que se expresaloaln direcciones trans- disciplinerias que la institucionalidad académica omite o rele- ga a sus margenes interiores: Benjamin, el psicoandlisis, la semiotogia, el postestructuralismo, el deconstruccionismo".* Pero ni Benjamin ni Freud ni Nietzsche ni Derrida circulaban, en el dispositivo de textas de ta Avanzada, como citas-fetiche del saber filoséfico de la cultura metropolitana, sino mas bien coma piezas 2 reensamblar que se conectaban con violentos estratos psicosociales de la realidad chilena, cuyas energias de sentida racian de.tas junturas y los entrechocamientos entre texto [las bibliografias importadas] y contexto {los desencajes de la violencia local), Las teorizaciones heterodoxas del “dis- curse de a crisis" que practicé la Avanzada desscotaron las mar cas de los saberes disciplinados para vagar fuera de las acum laciones del conocimiento universitario protegidas por el culta de la especializacién académica Los texlos del nuevo discurso critico chileno armaban y de- sarmaban los saberes tradicionales con la ayuda —cortante— del procedimiento de la cita, que pasé a ser una técnica capaz 4 ti. 5. abla yaraun, ‘Arte sn Chile de tsite aos” Oficial Journal of the Depart= iment et Hspancamerican Studies, Universty of Georgi, 1958, cas de la crisis ot: taberes regladores y po! En torno 9 los cienciae 20% a NELLY RICHARD de resigniticar, basada en interrupciones y discontinuidades, una cultura hecha pedazos. La cita permitia no sélo reciclar origenes y fiiaciones en una mixture de procedencias intertex- tuales de lenguajes en préstamo. La cita ponia también en es- cena los montajes técnicos dal sentido lasociaciones-disocia- iones y combinaciones), sin ocultar nada de las asperezas de los cortes —que separan y dividen— en tiempos de fragmenta- cidn de la experiencia histérico-social. La cita servia para hacer tajos en el cuerpo de los enunciados, valviendo palpables las he- ridas dejadas en el saber por la desestructuracién de los marcos de comprensién de un presente distocado. Mientras que la cul- {ura oficial hablaba la lengua de la razén totalitaria, del Todo in- desmontable de la clausura represiva, la cita arlistice y critica trazaba hendiduras y rasgaduras en la cara de ese Todo, des- trozando sus verdades presuntamente enteras y multiplicando los trozos que un pensamiento en acto recombina en desorden de piezasy sentidos. Los textos de la Avanzada exacerbaron las _ técnicas dal collage y del montaje para quebrar las imagenes falsas de coherencia enunciativa. Heterogeneidad y disemina- ci6n fueron las marcas que develaban un sentido “abierto a la contingencia, quebrado en la coyuntura” (Oyerzin), gracias a la disimilitud det fragmento que reintrodujo en el interior de los ‘enunciados todas las contrariedades que accidentaban y deses- tabilizaban la supuesta armonia trascendente de la forma. La practica de la cita en los textos y las obras de la Avanzada recor- daba las convulsiones del entorno can sus trastocamientos de ‘enunciados, la violencia de sus cortes y anadiduras; la materia- lidad bruta de los roces y fricciones de corpus y superticies; el choque de fuerzas irruptivas y disruptivas, cuyas sacudidas entre contrarios negaban la posibilidad de abismarse tranquilamente en a interioridad contemplative del sentido, El “discurso de la crisis” de la Avanzada transité por ese campo de saberes mutilados y disciplinas rotas por el indisci- plinamiento de tos géneros, en donde la amalgama de “vida y obra lartistica y teérical” se revestia de “la transgresién y la marginalidad (sexual. linguistica y simbétical’$ Esta disloca- dda marginalidad teérica de la Avanzada violenté el discurso de lo medible y de lo calculable que, durante los mismos afios, 4. Cénovas, op ct. 145 profesaban las ciencias sdtiales chilenas, que buscaban man tener el control del sentido, Apoyadas en las reglas de demos- tracién ob tiva y en el reslismo técnico de un saber eficiente reorganizedo en funcién del mercado cientifico-financiero de los centros de investigacién que iban a decidir su aceptacién in- ternacionel; un mercado que, en su versién dominant, tiene en la procesadora de palabras su apoyalura técnica” y que eri- ge triunfalmente el paper como “la carta de presentacién’ comu~ nicacional de “un nuevo pragmatismo (que) se ha atrincherado fen el lenguaje para despotenciar sus aspectos criticos yficcio- nantes en ‘uncién de su manipulscién serial y abstractiva’.” Desvios y desviaciones los: eaberes regiadores y po Las pricticas de la Escena de Avanzada, restringidas 3 pa~ blicos mioritarios, “se desplazaban conscientemente hacia los margenes de la cultura, incluso alternativa, a fin de hacer alli su basqueda en la frontera de la comunicacion y de le expe- riencia pe-sonal’® mientras que las ciencias sociales, “no ofi- ciales, excomulgadas, expulsadas de las universidades"” y que formaban parte del movimiento alternativo, “buscaban reco- nectarse con la opinién publica y con los mecanismos de in- fluencia intelectual: revistas, acaderias, foros publices, emba- jadas, partidos politicos, redes de prestigio internacional y local.” Lo disparejo de estos dos saportes de operacién da cuenta de las pasiciones asimétricas que ocupaban respectiva~ mente la Escena de Avanzada y las ciencias sociales en el ma- pa chileno de la recomposicion séciocultural. Pero ese dato quizé ne taste para explicar por qué los intercambios tedricos y criticos entre ambos sectores fueron —en los términos expre~ sades por el mismo Brunner— “diversos segin los casos y los momentas, siempre tenues, incluso reticentes.!" En torno a las ciencias soc 7. RieardoFoster, “ELencog mente dos palabras", Resa de Cries Cultura 8 2, Saviage, novembre de 1990 8. José Joaquin Brunner, “6 preguntas a José Joaquin Brunner’, Revista de ritica Cultural. n° 1, Santiago, maya de 1990 ii 10, wid 1 tia “6 NELLY RICHARD “6 El sector de las ciencias sociales agrupado en torno a F.Acso no sélo se distinguié, en Chile, por su eficiente recuperacién de un sitio de prestigio académica-nacional desde donde seguir construyendo medios profesionales de racionalizacién del mundo social y politico. Se caracterizé también por haber re~ modelado una nueva sensibilidad teérica que contrastaba fuer- temente con las tendencias funcionalista y marxista que domina- ban, hasta entonces, la tradicién institucional de las ciencias sociales latinoamericanas, Esta nueva sensiblidad teérica —ex- presada sobre todo por autores como Brunner y Lechner— respondia a los cambios marcados por "la puesta en duda de los grendes proyectos de modernizacién que constituyeron la materia bdsica de consumo simbélico-palitico en otros tiempos {fueran el desarrollismo, e! liberalismo 0 el socialismo)” y “el desencanto y ta desconfianza generados por las rupturas ins- titucionales, los fracasos politicos y los desmembramientos sociales”.'? A esta nueva corriente de sensibilidad, Martin Ho penhayn la (lama “humanismo critico’, enfatizando con esta designacién el particular modo de la sociologia chilene de re- currir a diferentes saberes de la cultura contemporénea (so- ciolégicos, antropolégicos, tedricos, filoséficos, etc], para cuestionar las racionalizaciones totalizantes de los esquemas macrosociales. y para valorar una nocidh de cultura que abar- ca la formacién de memorias, ta constitucién de identidades y la representacién catidiana de sujetos trarmades per miiltiples interacciones simbético-comunicativas. Los cambios de Sensibilidad leérice que alravenaron el pensamiento de las ciencias sociales chilenas indican que sus autores compartian con el discurse-critico-de ts Escena de Avanzade_un_marco-de referencias-afines (simplificando: el postmarxismo en las ciencias sociales, el postestructuralismo en la nueva critica estétical, y que estas convergencias de lectura podrian haber alimentade atgin-tipe de-tiatogeintelectual- mente cémplice en torno a un mismo horizonte de.reconcep- tualizaciones teérico-culturales. Sin embargé, no fue asi’ Pe- se a ciertas vinculaciones del sector tedricamente renovado de las ciencies sociales, encabezado por J. J. Brunner, con 12, Martin Hogeahayn, El humanismoertce come campo de saberes sociales, Santago, Uscumento rasan ® £46, aor de 1990, pt determinadas précticas de ta Avanzada, ? prevalecieron el re- alo yla mutua desconfianza _-Los centros de estudios encargados de procesar el andlisis cultural del campo no oficial durante la dictadura, tomando al a (Centro de Indagacién y Expresién Cultural y Artistical cama modelo, lo hicieron seleccionando manifestaciones de al- cance masivo cuyo sentido —anclado en lo poputar— sirviera a lareintegraci6n comunitaria de un cuerpo nacional roto. Esas Investigaciones no podian sino marginar de su formato cuttu- ral-popular et neoexperimentalismo de la Escena de Avanzada que llevaba grabado el estigma de lo minoritario. Mirada desde las prioridades del compromiso de accién social y participacién masiva, fa Escena de Avanzada parecia sélo ser “una experien- cia de gueto, alejada de las evoluciones generates del campo, sobrecargada por te corviccién de sus propios valores, con ten dencia al espiritu de secta,indiferente a sus piblicas, con escasa institucionalizacién”.* Por un lado, la sociologia de la cultura le reprochaba a la Eccena de Avanzada su reivindicacién del margen como un contralugar que le excluia del juego de reordenamiento institu cional y de mercado que, con la retérica de la modernizacién, camenzaba a dinamizar ciertas regiones del paisaje cuttural del autoritarismo. La "relacién de externalidad ly rechazol det mercado, la represién y la televisién”!© que exhibia la Escena de ‘Avanzada le impedia —segiin los socidlogos— “encontrar un punto de ‘salida’ hacia nuevos piblicos"!# que rompiera el cer cadel ensimismamiento, Por otro lado. artistas v criticos de la 13, En elcasede J.J. Brunner bao su cireccién en Lace, se tejeron algu= nee nexos enn a Avanzada, tal come consta en la publcacisn del Docu Iento f.acs0 n® 46, enero da 1987. Arte en Chile desde 1975; "Escena de ‘rancada y sociedad" que recoge ls experiencia de un seminars integra fo porcritics, fldsofos, scidlogae, ete en tora ala pubicaciin de Mar. {ins and Institotons; atin Cle since 1973. También debe mencionarse ters de Brunner por la obra de Rail 2urta [quen, por lo dems, pole (9 su Ubro La cultura autortaris en Chill [6 colaboracion det remo Brunner o {a publicacién Desacato [Sartiage, Pranclaco Zogers Ear, 1986) sobre la obra de Loty Rosenfeld 14, José Jeaquin Beurier, Alicia Barris y Carlos Catan, Chil: transforms ‘cones culturalesy madernided, Santiago, F.As0, 1989, 9. TBS/IBS 18, Jed Joaquin Brunner, Carnpo artistic, Escena de Avanzada autortarisno er Chile” en arteen Chile desde 1973 p55, 16 tid En torno a las cioncias sociales: saberes regladores y poéticas de la crisis 9 “e Avanzada le reclamaban a la sociologia su tendencia a evaluar obras y textos sequin meros “criterios cuantitativos de recep- cidn 0 masividad”,"”y acusaban a su mirada de ser una “mira- da viciada” (6. Munoz] que, al reeditar las mismas quejas con- tra et esoterismo de sus textos que las formulades por el sentido comin de ta cultura masiva, se hacia finalmente cém- plice de la condena al aislamiento que terminé segregando las Précticas mas innovadoras del periodo en un paréntesis de re celo y desconfianza. La Avanzada les reprochaba a las ciencias, sociales el hecho de que, “bajo la mascara de un sociologismo funcional que reproducia la Logica de la dominancia’,'® sancio- naran como desviads el gesto artistico de transgredir fa norma de integracién sumisa al consumo artistico y cultural en lugar de valorar su capacidad desviante, oblicua: de torsién critica del ‘modelo de comunicabilidad dominante que saturaba las indus- trias cutturales con sus estereotipos de mercado. Desde el punto de vista de (a Escena de Avanzada, las ciencias sociales 5e mostraban incapaces de juzgar el arte fuera de los criterios, de rendimiento y performativided sociales que miden la efica- cia de las practicas cuando verifican sus resultados dentro de los mezquinos limites de comprabacién numérica fijados por Una légica cuantitativa; una légica de “capitalizacién de la pro- duccién cultural” que tiende a creer que “la obra de arte es una mercancia” regulada por “la racionalidad del mercado y os cir cuitos comerciales”. Los intelectuales de las ciencias socia~ no se arriesgaron a valorar el gesto critico de la Escena de ‘Avanzada que buscaba renovar los imaginarios del arte, abrien- {vo una brecha hacia las zonas mas obturadas de la experiencia simbélica del Chile de la represién que no se reconocian en los, vocabularios adeptativos de una memoria integradora, De haber- se atrevido a recorrer con los artistas esta brecha, los cientistas sociales de FLAss0 podrian haber colaborado en extender los limi- tes de aquel debate sobre neovanguardia y critica pastvanguar- dista que las précticas de la Avanzada generaron con inusitado vigor en Chile, 17, Gonzalo Musou, “Manifesto pore clarescurs’, enArteen Chile desse 197, Pes, 18 tha. 19, Norbert Lechner, “Desmontaje y recamposicin’. en Arte on Chile desde 1973.9. 29, La mirada de las ciencias sociales y sus puntos ciegos La gestualidad insurgente de la Escena de Avanzada opera- ba “desde la dispersién, desde la pulsidn, desde ta aniquilacisn de ta unidad”,?° mientras que tes ciencias sociales cumplian on (os requisites de un discurso financiado por las agencias internacionales que esperaban de ellas consideraciones dtiles sotre la dindmica social y politica de procesos que debian ser ecesariamente reconstituyentes de sujetos, ya que prepara bar eljuege Ge los actores que an a protagonizar la transicién denacratica, Un diséurso, entonces, que na podia sine margi- nar de su campo de investigaciones pagadas los sobregiros de lenguaje e identidad que la Escena de Avanzada practiceba co- mo excedente, como suplemento, a través de obras cuyo derro- che de figuratividad (alegorias y metiforas) perturbaba la eco- noma del célculo de (as razones instrumentales. El. gesto de la Avanzada de querer “atcanzar el temblor del acontecimiento estetizado” (6. Mufo2] desbordaba la togica explicativa del so ciologismo funcional que slo perseguta razones para traducir lo social a datos, haciendo reventar esos datos en la “produc- cién, multipticacién y despliegue de un sintoma”?! transfigura~ do por as obras en estilos y mascaras “antos desencajes de cédigos complicaron (a voluntad de- ‘mosirada por la sociologia de ordenar categor‘as y de categori- ar oesdrdenes en una lengua segura; una lengua que reenmar carala crisis de sentido én un ciiadro general de disciplinarniento del sentida dela criti. Este cuadro se compusy y se impuso en Chile porque no habia “otro esquema en el espectro de la inte- {tigentzia criolla con semejante vigencia, semejante aparato de influencias 0 parecido abarcamiento de temas y problemas"! que el confeccionade por las ciencias sociales. La voluntad de abarcamiento y sintesis implicada en ese esquema llevé a las ciencias sociales a reatinear lo antilineal; a someter las vueltas y rodeos de un decir en trance [el de la Avanzada] a la direccio- nalidad reordenadora de una razén cientifica que obedece ‘una determinada comprensién implicita de lo histérico, que lo 20, Eugenie Brito, Campos minados, Santiage, Cuaro Propo, 1890, p. 12-13 21, Gonzalo Mufor. "El gusto del otro, en Cirurgo pléstca, Bertin, NOK, 1939, g 23, 22, Pablo Qyarain, “Critica historia’, en Arte en Chile desde 1970, p47, © ciencias sociales: saberes regladores y posticas de la crisis, En torno 2 “ 50 piensa desde la matriz de lo social y a ésta, a su vez, como relevo de la matriz politica’ 2? : Es cierto que et.acso y ceNeca se impusieron en toda Améri- ca Latina como los dos centros de investigacién sociolégica que etectuaron el mas extenso relevamiento dela cultura alternati- va en paises sometidos al poder autoritario. Pero es también cierto que las cuentas y fas recuentos que sacaron de esos re- levamientos nos dicen que “la versién que las ciencias sociales ddan de nuestra historia no nos habla Gnicamente de ésta, sina también ~y quizé mas que nada~ de ellas mismas, de su ur- gencia per recomponerse, de su voluntad por preservar yrede- fini el puesto de dominancia en el discurso nacional que ha- bian alcanzado s partir de la década dal 60°2* y que luego fue desarticulado por el golpe militar. Las ciencias sociales chile- nas retomaran ese puesto de dominancia desde el cual tiraron lineas para describiry explicar la serie de procesos vividos ba: jo la dictadura, confiadas en el apoyo de un “paradigma socio- Lagico para el andlisis de la cuttura [que] ofrece una caracter zacién macrosocial de las formas modernas de produccién, cornunicacién y consumo, las que se realizan bajo las leyes de mercado y alcanzan a publicos masivos".”° Ese es el paradigma que las obras y los textos de la Escena de Avanzada desestabi- lizaron al abrir puntos de fuga y clandestinidad en el cuadro de racionalizaciones técnicas de la sociologia; al llenar de turbu- lencias de sentido las pautas reguladoras de la abstraccién cientifico-social Las tensiones producides entre les mation acionaligaio~ nes de la Sociologia luna saciolagta que “se imaginé a si misma como preiecta de la razén eintenté, desde Comte hasta Mars, organizar el mundo de acuerdo con la razén de los filésofos”) ylas microposticas narralivas y visuales de la Escena de Avan- zed, marcaron una instancia de debate critico profundamente original en la reflexién latinoamericana sobre modernidad y post- modernidad. Si bien una parte de las ciencias sociales chilenas asumia la critica posimoderna a los macrorrelates globalizantes 28 is 2 tid 25, Néstor Garcia agen, “Los esfurinscuturales de 05809 js 90°. Punto de sta, n° 40, Buenas Aires, septiembre de 1991 25 1-1, Brunnor en Revista de Cita Cultura, n de la modernidad y su necesidad de desconfiar de las siste- Imaticidades absolutas, sus anatistas necesitaban de cual. quier manera hacer confiable el relate de su desconfianza va. Uidandslo dentro del campo de conocimiento de un saber acrediade por las reglas de competencia del léxico académ. co-profesional. Por el contrario, el arte y la literatura de la Avanceda se diaron el luj Jen medio de tantos apremios] de prefer las ubicaciones estratégicas de sujetos yabjelos limi. {roles, aJ8n08 a Tas hegemonias de conocimiento selladas por diplorns dé dbediericia disciplinarias. Cuando las ciencias so. ciales se vieron enfrentadas a las vueltas y revueltas con las que la Escena de Avanzada se demarcé de los lenguajes rectos de la rodernidad, estas mismas ciencias sociales preirieron cuidarse de tal aventura refugiéndose en una “metodologia cuantitativa” que traza “un esquema estadistco del desarrollo global” 4e las transformaciones culturales 2” Pese a su reclamo format contra las abstracciones totalizantes del cienifcisine gado a 12 racionalidad moderna, las ciencias sociales dejaron @scaso lugar para que “observaciones no sistemiticas de los Significedos que los procesos tienen para los sujetos” pudieran desafiar “las interpretaciones construidas en el andlsit macro ¥ fenovar (as candiciones de lectura determinadas por su "en marque globalizador”,”® Las ciencias sociales chilenas tendie 2 ron, mas bien, a relegar lo extrasistematico [lo que no se deja- \y 5 ba clastficar por los saberes integrados] a margenes de} irrelevarcia, Por mucha que tlavaran ta detantera en le tn va de revisar criticamente los temas que le habian dado origen y fe ima a su empresa intelectual (modernizacién, desarrollo, ete, las hipstesisy las tineas argumentales" desarrolladas por los ciencias sociales chlenas siguieron apoyéndose en “la canta, cin cuantitativa de las tendencias pravalecientes de la moder. nizacién’”? y en (os repertorios técnicos convencionados por el mercado de las especializaciones Por todo eso es que la sociologia chilena de los ochenta pu do “parecerle moderna, demasiade moderna” a la Escone de Avanzade que realizaba, desafiante, “una critica de elementos 3 las cioncias cociales: saberes regladores y posticas de le crisis 20. Garcia Zanini op cit 28. id. Eidestacace 25 dels autor) 25 twa. 51 NELLY RICHARD clave de la madernidad, tales como el rechazo de la reduccién de la verdad a un grupo de poder, incluidos los intelectuales recono- cidos por algin mecanisme institucional: la desconfianza en el poder de la razén analitica; la ruptura frente a las pretensiones, del lenguaje discursivo; la critica de lo meramente denotativo y del léxico especializado de una discipline determinada’ 22 Lo que los cientistas sociales retrataron como una de las, posturas determinantes de ta Escena de Avanzada —a saber: su “inagotable actividad reformuladora de signos, continua- mente permeada por la critica de las representaciones"—,°! no se limité slo a desmontar la discursividad oficial del po- der autoritario y los esterectipos ideolégicos del testimonia- lismo contestatario, Su pasidn del desmontaje critico traspa- 88 en muchos sentidos el limite coyuntural del referente ‘antidictadura®. El minimalismo de la rotura y del fragmento sintéctico que se oponia a la épica del metasignificado armé un escenario de desarme en el que vocabularios en miniatura acusaban la caida de Las significaciones globales; el fracaso de las abstracciones totalizantes; la desorientacién y el extra- vio de las perspectivas generales basadas en puntos fijs y li neas rectas. Estos nuevos vocabularios de la Escena de Avan- zads lanzaban sefias de reforma de! pensamiento critico que anticipaban muchas de las flexiones del debate postmoderno en torne a fa fragmentacién, el descentramiento y la alteri- dad. Alno prestarles suficiente atencidn teérica a estas sefias, producidas inauguratmente desde ol arte, las ciencias socia- les desaprovecharan el potencial critico de una escena de dis- cursos que fue la que dibujé el “antecedente de la discusién actual sobre postmadernidad” mostrando cémo “el arte vivié antes que ningiin otro saber en Chile [ciencias politicas y so- ciales} la caida del sujeto utdpico y el descubrimiento del ca- racter heterodoxo y fragmentario de ls experiencia cotidia- na’.*? un antecedente que deberia haber sido incorporado al debate cultural de la renovacién socialista como evidencia- cidn del sintoma de la crisis que afectaba las racionatidades politicas tradicionales. 30, Martin Hopentayn, “Pero qué tienen contra toe sociblagas””. en Arte on Chile desde 1973 p96 31, Bruner, Barrios y Catlin ot, p. 154 32. Santiago, marzo de 1990 Les operaciones semiperiféricas de la Escena de Avanzada, que proyectaban “un gesto oblicuo a una cierta economia, una sombra ilégica de una cierta légica dominante” (6. Murozl, desplegaron las condiciones praductivas que nos sirven para revisa” y cuestionar el monopotio expticative que insisten en detenter las ciencias sociales en Chile para dar cuenta de las transformaciones culturales de la dictadura, Pese a que estas ciencias sociales, apoyadas en un conacimiento garantizado por reglas de tecnicidad profesional, hayan desconfiade siste- méticemente de los saberes fuera de contrato de la Avanzada, debe reconacerse hoy que es la creativided dispersa de estos saberes inforrmales, desgarantizados, de la Avanzada la que fue capaz de dibujar anticipadamente las roluras simbaticas y'ex- presivas de una {nemoria histéricdyque después, durante la transicién demochatica, quedatig aplanada por las maquinas det consense oficial de las que estas mismas ciencias sociates se hicieron cémplices - les: soberes regladores y po: e 83

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