Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Resumen
La historia de Bolivia se encuentra marcada por una larga y profunda lucha de sus
indígenas en contra del proceso de colonización que determinó su invisibilización
hasta el 2009 cuando, luego de una fuerte y masiva etapa de movimientos sociales
y originarios, se establece como Estado plurinacional. La nueva Constitución pro-
mulga como logro indianista la formación de autonomías territoriales originarias
campesinas: espacios de reivindicación de los territorios autóctonos expropiados
y locus de gobierno propio de sus nativos habitantes. Hasta la fecha, dichas au-
tonomías, no obstante encontrarse señaladas y delimitadas en la Carta Magna,
no se han realizado, pues el propio entretejimiento y determinaciones normativas
institucionales limitan de tal manera su construcción que desacreditan el largo
camino insurreccional del devenir aborigen.
Palabras clave
Colonización, luchas indígenas, autonomías indígenas campesinas, Constitución,
limitaciones a las AIOC
Abstract
Bolivia’s history is marked by a long and deep struggle against its indigenous
colonization process that led to its invisibility to 2009. After this period of strong
mass social movements generate by indigenous people, the multinational state is
established. However, the New Constitution has not been made, such as overlap-
Keywords
Colonization, indigenous battle, autonomy, indigenous peasants, Constitution,
limitations to AIOC
Introducción
Luchas indígenas
1
La normativa legal de la República boliviana había eliminado la figura del cacique, intermediario entre
las comunidades y el Estado colonial. Los indígenas fueron considerados incapaces de civilidad, es decir,
considerados como bolivianos, pero no como ciudadanos de la Nueva República.
Persona y Sociedad / Universidad Alberto Hurtado | 89
Vol. XXVIII / Nº 2 / mayo-agosto 2014 / 85-107
A pesar de los enlaces que podían establecerse entre criollos e indígenas, las
elites criollas, de ambas partes, temían cualquier convenio con los nativos, pues
los consideraban “una amenaza permanente a los cuales no se les podía depositar
confianza alguna” (Salazar, 2013, p. 27). Empero, Pando –quien lideraba la junta
de gobierno paceña– consolidó una alianza con Zárate Wilka y el movimiento de
los apoderados indígenas, quienes le otorgarían recursos a los soldados y realizarían
ataques frontales con los pocos pertrechos que poseían. Durante las batallas, la
colaboración indígena fue estratégica; si bien no siempre ganaron, sus constantes
ataques fueron desgastadores para las vencidas tropas conservadoras. Así y todo,
el triunfo de los liberales no mejoró las condiciones de los indígenas; incluso, en
los tiempos venideros empeorarían con las sucesivas expropiaciones de tierra.
En el decenio de 1930, los indígenas establecieron relaciones con el Estado a
fin de maximizar, legalmente, todas las posibilidades normativas que les permi-
tiesen resistir al latifundio, inclusive, las veces que fuera necesario, provocando
levantamientos, entre los que se destaca la rebelión de Chayanta en 1927, en la
que los apoderados caciques y los colonos de las haciendas reclamaron –mediante
discursos antiesclavistas– educación y reconocimiento de sus autoridades y de sus
tierras, en alianza con sectores de la izquierda urbana (Stefanoni, 2010).
Fue en este período que Bolivia vivió, por una parte, en lo económico, una
profunda desestabilización social, debido a una grave crisis provocada por la dis-
minución de los precios del estaño, la que produjo despidos masivos de mineros.
Por otra parte, en lo político, se vio fuertemente presionada por un nuevo poder
generado por las organizaciones de izquierda. Daniel Salamanca, Presidente en
ejercicio, optó por responder a dicha crisis con una errada decisión: la Guerra del
Chaco. Allí los indígenas y campesinos se llevaron la peor parte, pues la fuerza
mayoritaria del ejército fue reclutada de los campos y llevados, sin saber bien por
qué, a los Andes –zona cruenta para ellos– y puestos en la primera línea de com-
bate. La guerra cobró alrededor de cincuenta mil vidas de indígenas. Sin embargo,
en el campo de batalla, la Bolivia republicana descubrió la multiplicidad de las
representaciones étnicas, la presencia de quechuas y aymaras, el complejo camino
hacia el mestizaje y la necesidad de entender que no se podía construir Bolivia sin
contar con una gran mayoría de la población, que había sido sistemáticamente
excluida por mucho tiempo. Y, por otra parte, posibilitó que aymaras, quechuas
y guaraníes, aprendieran de los sindicalizados –obreros fabriles y otros sectores
sociales de la ciudad– sus formas de lucha, acontecimiento que más adelante
tendría un gran impacto, ya que, percibiendo que todos habían sido arrancados
de sus comunidades y que todos tenían el mismo origen, comenzaron a utilizar
este modelo de organización como instrumento de movilización y lucha, sobre
Persona y Sociedad / Universidad Alberto Hurtado | 91
Vol. XXVIII / Nº 2 / mayo-agosto 2014 / 85-107
del país. La afirmación siguiente contiene una de las ideas centrales: “Nos sentimos económicamente
explotados y cultural y políticamente oprimidos” (Manifiesto de Tiwanaku, 20 de octubre de 1973).
94 | Bolivia: lucha indígena hacia las autonomías
María Fernanda Herrera
3
El ‘vivir bien’ expresa el encuentro entre pueblos y comunidades bajo el respeto a la diversidad e identidad
cultural; es decir, vivir bien entre todos. Es una convivencia comunitaria, con interculturalidad y sin
asimetrías de poder. “No se puede vivir bien si los demás viven mal”, ya que vivir bien en armonía con
la naturaleza significa “vivir en equilibrio con lo que nos rodea”. También por extensión con los otros:
“vivir bien contigo y conmigo” (Choquehuanca, 2010, s/p). Lo anterior implica una realización afectiva,
subjetiva, intelectual y de disfrute, en armonía con la naturaleza y en comunidad con los seres humanos.
Al mismo tiempo, no se pretenden rechazar todos los aportes de la modernidad, sino que se deben res-
catar sus mejores aportes y apartar aquellos basados en la dominación, manipulación o reduccionismo
(Gudynas, 2010).
96 | Bolivia: lucha indígena hacia las autonomías
María Fernanda Herrera
4
El movimiento indígena del Oriente boliviano se ha desarrollado de una distinta manera que aquel de
los Andes, pues está conformado por pueblos más pequeños que en su encuentro temprano con los es-
pañoles fueron fuertemente diezmados, lo que les imposibilitó desarrollar la fuerza y los movimientos de
las comunidades altiplánicas. Por esto, la forma en que los indígenas del Oriente podían expresarse no
era, ciertamente, mediante movilizaciones masivas o levantamientos constantes, sino más bien a través
del enfrentamiento legal mediado “por una estructura organizativa bastante institucionalizada y con una
importante presencia de indígenas profesionales y asesores de ONG” (Chavéz, 2008, p. 53).
98 | Bolivia: lucha indígena hacia las autonomías
María Fernanda Herrera
2010 fue promulgada por el Presidente del Estado Plurinacional la “Ley Marco
de Autonomías y Descentralización”(LMAD), reglamento que introdujo en su
sistema político cuatro tipos de autonomías: departamental, regional, municipal
y una nueva e inédita entidad llamada territorio indígena originario campesino.
La Autonomía Indígena Originario Campesina (AIOC) es el reconocimiento
de la Constitución a las naciones y pueblos indígenas campesinos, que se enuncia
en los artículos 2 y 289 de la Carta Magna. El artículo 2 dice: “La autonomía
indígena originaria campesina consiste en el autogobierno como ejercicio de la libre
determinación de las naciones y los pueblos indígena originario campesinos, cuya
población comparte territorio, cultura, historia, lenguas, y organización o institu-
ciones jurídicas, políticas, sociales y económicas propias”. En tanto, el artículo 289
señala: “La autonomía indígena originario campesina consiste en el autogobierno
como ejercicio de la libre determinación de las naciones y pueblos indígena origi-
nario campesinos, cuya población comparte territorio, cultura, historia lenguas,
y organización o instituciones jurídicas, políticas, sociales y económicas propias”.
Y se complementa con los derechos fundamentales y garantías enunciados en el
artículo 30, que dice en el número I: “Es nación y pueblo indígena originario
campesino toda la colectividad humana que comparta identidad cultural, idioma,
tradición histórica, instituciones, territorialidad y cosmovisión, cuya existencia es
anterior a la invasión colonial español”. Y en el numeral II: “la libre determina-
ción y territorialidad”. Y en el acápite III: “A que sus instituciones sean parte de
la estructura general del Estado”.
Las Autonomías Indígena Originaria Campesinas conforman su espacio sobre
la base de territorios indígenas originarios campesinos, municipios o regiones,
pues son las únicas cuyo territorio puede configurarse sin necesidad de sujetarse
a ninguna división política y administrativa del Estado. Su tamaño dependerá de
la voluntad de sus habitantes y estará regulada por la ley. La autonomía implica
la elección directa de las autoridades por los ciudadanos y la administración de
los recursos económicos; el ejercicio de las facultades legislativas, reglamentarias,
fiscalizadoras y ejecutivas, jurisdicción autónoma y competencias y atribuciones
establecidas en la Constitución Política del Estado (CPE) y las leyes.
El reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas originarios y cam-
pesinos es complementario entre el gobierno, el territorio y su jurisdicción. Su
gobierno autonómico – que es consecuencia de la preexistencia de las naciones
y pueblos indígenas originarios campesinos Ley Marco de Autonomías y Des-
centralización– implica, principalmente, que los departamentos, las regiones, los
municipios y las naciones y pueblos indígenas originarios campesinos tienen el
derecho a dotarse de su propia institucionalidad gubernativa y a elegir directamente
Persona y Sociedad / Universidad Alberto Hurtado | 99
Vol. XXVIII / Nº 2 / mayo-agosto 2014 / 85-107
6
De los 18 pueblos que declararon su intención de solicitar la conversión a la AIOC en agosto de 2009,
solamente 12 pudieron pasar por los requisitos legales y llegaron a la etapa del referéndum (Cameron, s/d).
Persona y Sociedad / Universidad Alberto Hurtado | 101
Vol. XXVIII / Nº 2 / mayo-agosto 2014 / 85-107
7
En la Constitución de 2009 se entiende que el ejercicio de la democracia será “directo y participativo, por
medio del referendo, la iniciativa legislativa ciudadana, la revocatoria de mandato, la asamblea, el cabildo
y la consulta previa, entre otros. Las asambleas y cabildos tendrán carácter deliberativo” (artículo 11). La
democracia directa y participativa involucra procedimientos y mecanismos que, claramente, facilitan la
participación de la ciudadanía en la toma de decisiones mediante componentes que no son nuevos para
la nación; sin embargo, la asamblea, el cabildo, así como la revocatoria de mandato y la consulta previa
simbólica –aunque se ejercían en comunidades indígena originaria campesinas– son nuevos instrumentos
que enriquecen la intervención de los individuos en los procesos republicanos. Por una parte, la asamblea
–culturalmente del occidente del país– y el cabildo –originado al oriente de Bolivia– son prácticas de
democracia directa basadas –a modo de mandatos imperativos– en mecanismos por los que la población
toma medidas consensuadas con base en la deliberación y que deben ser respetadas por todos.
102 | Bolivia: lucha indígena hacia las autonomías
María Fernanda Herrera
sujeto al voto igual, universal, directo, secreto, libre y obligatorio, que, evidente-
mente, es el mecanismo tradicional de la democracia liberal representativa. De
lo anterior se deriva que, en cada caso, la decisión dependerá de la correlación de
fuerzas políticas y la capacidad de imponer sus derechos, y será el Órgano Electoral
Plurinacional (artículo 38) el que determine, en última instancia, si se siguen los
mecanismos de democracia comunitaria o los de la democracia representativa; es
decir, la Constitución limita estos procedimientos a una dimensión más que nada
deliberativa y no vinculante al Estado (Zegada et al., 2011), por lo que se queda en
una fase más bien informativa que promotora de cambios efectivos, al no prever
mecanismos intermedios fuertes y resolutivos para su procesamiento político.
Lo mismo ocurre con la consulta previa –ya utilizada para la Ley de Hidro-
carburos de 2005–, en la que se concibe la posibilidad de los pueblos indígenas de
notificarse y participar en las decisiones respecto de planeamientos y políticas que
se pretenden aplicar en sus territorios. En la Constitución, esta figura jurídica está
prevista en los casos de explotación de recursos naturales renovables, expresada,
por ejemplo, en el artículo 352:
Sin embargo, no se establece en forma clara y procedimental cómo influirá tal deci-
sión de la comunidad, del pueblo o de la nación en las políticas públicas del Estado.
Estas instancias confusas de implementación de las AIOC manifiestan uno de
los desafíos más radicales de los propios gobiernos autonómicos indígenas; a saber,
el de la gestión. El juego, por un lado, de las normas administrativo-financieras del
nivel central del Estado con las posibilidades que les permitan a las autonomías
y, por otro lado, las capacidades de dichas autonomías de mantener “un manejo
eficiente y transparente de sus recursos, va a marcar el destino de las futuras ini-
ciativas de autogobierno de los pueblos indígenas” (Peña, 2012, p. 18).
Además, una de las razones de ser de las autonomías indígenas no es sino la
gestión territorial, tarea en la que los gobiernos indígenas deberán demostrar mo-
delos sostenibles y participativos que avalen dicha gestión en beneficio de todos sus
mandantes. El desafío es poder desarrollar una visión estratégica del proceso que
Persona y Sociedad / Universidad Alberto Hurtado | 103
Vol. XXVIII / Nº 2 / mayo-agosto 2014 / 85-107
Conclusión
autonómico, aportarían sin lugar a dudas más fuerza a la comunidad para exigir
la elección directa de funcionarios territoriales de los poderes del Estado, ya sea
a nivel municipal o nacional. De ser así, la capacidad de interpelación al Estado
sería el reconocimiento constitucional de los mecanismos políticos comunitarios,
expresada cuenta de una profunda resignificación de la democracia boliviana en
la medida en que admite el valor político y jurídico de la participación ciudadana
como parte del conjunto del sistema democrático del Estado plurinacional.
Existen, al mismo tiempo, otras razones que limitan la gestión para la imple-
mentación autonómica. Por un lado, la autonomía indígena y originaria puede
resultar ser contraproducente con la dependencia económica del país, en cuanto
a la extracción de recursos naturales –sobre todo aquellos no renovables– y, por
otro lado, las autonomías podrían desafiar algunas de las estrategias claves del go-
bierno, enmarcadas en el control político de los municipios que con los cambios a
las autonomías se debilitarían o romperían los vínculos políticos entre los partidos
de gobierno y los propios municipios.
Por esto, las autonomías plantean nuevos desafíos para la democracia, por-
que se irán consolidando progresivamente más espacios de disputa por el poder
con el surgimiento de nuevos sujetos colectivos, con el nacimiento de disímiles
campos de conflictividad, con discursos y liderazgos desconocidos que pueden
modificar la correlación de fuerzas y replantear la distribución del poder a nivel
local, regional y nacional. Así, pues, cada autonomía se muestra como novedosos
espacios políticos propios, en los que se generarán nuevas disputas internas y que,
al mismo tiempo, operan como contrapesos al poder local, a los partidos políticos
y al gobierno central (Argikaris, 2012).
La virtualidad, hasta ahora, de los espacios autonómicos manifiesta la transición
pluralista del Estado, que no es tarea fácil, pues, ciertamente, supone una superación
del colonialismo –capitalismo y ecologismo inmersa en ella- y una nueva funda-
mentación del Estado hacia una nueva matriz civilizatoria, en la que las cosmovi-
siones indígenas alcancen una nueva e igualitaria vinculación con la democracia
liberal y se acepten, en todo los ámbitos, como “sistemas interpretativos dinámicos,
rememorándose y actualizándose, interpretando críticamente las conformaciones
institucionales y estructurales de la modernidad … sobre todo en su condición de
Estado-nación” (Prada, 2012), lo que implicaría el desmantelamiento de este bajo
la modalidad de transformaciones institucionales normativas, administrativas y
de gestión; es decir, cambios estructurales y la búsqueda de verdaderos entrelaza-
mientos culturales que muestren la superación de la linealidad de la modernidad
y el establecimiento de nuevos ciclos –análogos al entendimiento indígena de la
realidad– que permitan la superposición de lo autóctono con lo moderno en un
Persona y Sociedad / Universidad Alberto Hurtado | 105
Vol. XXVIII / Nº 2 / mayo-agosto 2014 / 85-107
Referencias bibliográficas
Reglasky, P. (2003). Bolivia indígena y campesina. Una larga marcha para liberar sus territorios
y un contexto para el gobierno de Evo Morales. Disponible en http://www.herramienta.
com.ar/revista-herramienta-n-31/bolivia-indigena-y-campesina-una-larga-marcha-para-
liberar-sus-territorios- [mayo 2014].
Romero, C. (2009). Retos de las autonomías indígenas en Bolivia. Naciones y pueblos indí-
gena originario campesinos preexistentes al Estado. Disponible en www.ftierra.org/index.
php?option=com_docman&task=doc [marzo 2014].
Salazar, H. (2013). La formación histórica del movimiento indígena campesino boliviano. Los
vericuetos de una clase construida desde la etnicidad. Buenos Aires: Clacso.
Stefanoni, P. (2010). Indianismo y pachamamismo. Disponible en http://www.rebelion.org/
noticia.php?id=105233 [marzo 2014].
Vargas, A. (2013). El avance de las autonomías indígenas en Bolivia. Disponible en http://
www.la-razon.com/index.php?_url=/suplementos/la_gaceta_juridica/avance-autonomias-
indigenas-Bolivia_0_1861613913.html [marzo 2014].
Zeballos, M. (2011). Conformación ideológica del Estado plurinacional de Bolivia y percep-
ciones sociales. Revista Ciencia y Cultura Nº 26, 61-81.
Zegada, M. T., Arce, C., Canedo, G., Quispe, A. (2011). La democracia desde los márgenes:
transformaciones en el campo político boliviano. La Paz: Muela del Diablo.
Zibechi, R. (2011). El coraje de ir contra la corriente. Disponible en http://www.jornada.
unam.mx/2011/09/09/opinion/023a1pol [marzo 2014].
Zuazo, M., Faguet, J., Bonifaz, G. (2012). Bolivia: cuando el Estado llegó al campo. Munici-
palización, democratización y nueva Constitución. Descentralización y democratización en
Bolivia. La historia del Estado débil, la sociedad rebelde y el anhelo de democracia (pp.187-
286). La Paz: Friedrich Ebert Stiftung.
Zurita, M. (2012). La formación del Estado boliviano y el surgimiento de la nación. Dispo-
nible en http://www.semanarioaqui.com/index.php/lectura/763-la-formacion-del-estado-
boliviano-y-el-surgimiento-de-la-nacion [marzo 2014].