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TEMA 22. EL PROCESO DE HOMINIZACIÓN Y CULTURA MATERIAL.

LA
APORTACIÓN DE LA ANTROPOLOGÍA HISTÓRICA
1. PRINCIPALES HIPOTESIS SOBRE EL ORIGEN DEL HOMBRE
No fue hasta bien entrado el siglo XVII cuando se comenzaron a vislumbrar notables cambios
que darían un vuelco a las tesis hasta entonces mantenidas en el estudio de los seres vivos. El gran
pionero de estos nuevos estudios fue Jean Baptiste de Monet, más conocido con el sobrenombre
de Lamarck, un naturalista francés que, en 1809, publicó su Philosophie Zoologique, obra en la
que establece que la evolución de las especies se encuentra en estrecha relación con los habitos
de vida de los individuos, de manera que la adaptación al medio iría produciendo modificaciones
en su constitución física que serían transmitidas y perfeccionadas de generación en generación.
La teoría de Lamarck, aceptada en principio, no tardó en ser atacada merced al conocimiento de
las leyes de herencia formuladas por J.G. Mendel. El golpe definitivo vino de la mano de
Charles Darwin, seguido por las investigaciones de A.R. Wallace. Darwin estableció que los
individuos de una misma especie son genéticamente diferentes, de modo que en la competencia
por la adaptación unos se verían favorecidos y otros perjudicados por sus genes, dándose una
selección natural de las especies. Se había formulado así la primera teoría evolucionista, según
la cual se desechaba la idea de Creación propuesta por el dogma cristiano y se entendía al hombre
simplemente como el representante final del ultimo grupo de vertebrados. Este parecer fue
completado por los descubrimientos del ya citado Mendel, cuyas famosas leyes de herencia
demostraron la existencia de variaciones espontaneas hereditarias que aparecen al azar, las
mutaciones.
La aplicación de esta teoría al hombre por parte de Darwin, y sobre todo de sus discípulos Huxley
y Häckel, les llevó a afirmar que el hombre descendía del mono, y se comenzó la búsqueda
desesperada del eslabón perdido. Para Darwin y sus seguidores, los antepasados del hombre
moderno habrían sido unos monos de la Era Terciaria que habitaron en el Viejo Mundo, algunos
de cuyos restos fósiles se conocían desde hacía tiempo (driopitecus). El proceso evolutivo que
habría conducido al hombre se inició, en su opinión, debido a los cambios en el medio físico, que
obligaron a estos primates a adaptarse progresivamente a la vida en la llanura al extinguirse las
grandes extensiones boscosas.
La combinación de los descubrimientos de Mendel en la genética, con los de Darwin, dará lugar
a mediados del siglo XX al neodarwinismo. Según esto, los individuos de una generación
disponen de genes distintos, de tal forma que con un ambiente inalterable la naturaleza otorga
ventajas a unos sobre otros. Al revés, cuando el medio ambiente cambia, lo que antes era
adaptativo, ahora ya no lo es, y son otros individuos los que consiguen llegar a adultos,
reproducirse y transmitir sus genes.
En la actualidad, los nuevos descubrimientos fósiles y el desarrollo de la hemotipología han
permitido precisar bastante el proceso evolutivo que conduce al hombre actual, y ya no se expone
en términos de simple procedencia del mono. Los conocimientos actuales permiten hablar de un
evolucionismo arborescente: el hombre no procede del mono, sino que ambos, que pertenecen
a un mismo orden (primate), tuvieron un antepasado común. Por tanto, el hombre y los monos
actuales serían ramas de un mismo tronco, originadas por un proceso evolutivo paralelo que dio
lugar a la estructuración de diversas familias, siendo la de los póngidos (chimpancé, orangután,
gorila) y homínidos (cuyo único representante en la actualidad es el hombre), las últimas en
diferenciarse. El proceso de hominización, por tanto, es la línea que conduce desde el antepasado
común de todos los primates hacia los primeros homínidos, y desde éstos hasta el hombre actual.
En cuanto a las propuestas creacionistas, aquellas que incorporan el elemento sobrenatural en el
proceso evolutivo del ser humano, destaca la teoría del diseño inteligente, surgida en 1987. Según
esta, las teorías evolutivas resultan insuficientes para explicar el origen, la complejidad y la
diversidad de la vida, deduciendo así que la vida en la Tierra y el origen del hombre son el
resultado de acciones racionales emprendidas de forma deliberada por uno o más agentes
inteligentes.
3. LA APORTACIÓN DE LA ANTROPOLOGÍA Y LA ARQUEOLOGÍA
En el estudio del origen del ser humano encontramos dos ciencias de gran aportación que nos
están permitiendo conocer con más precisión de dónde venimos. Esas dos ciencias son la
Antropología y la Arqueología.
La Antropología es la ciencia que estudia las respuestas del ser humano ante el medio y las
características físico-biológicas y socioculturales de las sociedades humanas. Igualmente se
encarga del complejo de sus producciones técnicas y artísticas comunitarias, sus creencias
espirituales y sus relaciones con su entorno humano y natural desde una perspectiva tanto
sincrónica como diacrónica, atendiendo a las cuestiones de sus orígenes, evolución, estructura,
significado y función.
Dentro de la Antropología, una de sus especialidades, la Antropología biológica o física, se
especializa en el estudio de los seres humanos desde el punto de vista evolutivo y adaptativo. Al
adoptar una postura evolucionista, los antropólogos físicos pretenden dar cuenta no sólo de los
grandes cambios en los aspectos biológicos del ser humano (hominización), sino también de los
pequeños cambios que se observan entre poblaciones humanas. La diversidad física del ser
humano incluye cuestiones como la pigmentación de la piel, la forma del cráneo, la talla promedio
de un grupo, el tipo de cabello, y otras numerosas cuestiones. Para abordar esta diversidad, la
Antropología física considera tanto estudios propiamente anatómicos, como las interacciones
entre los seres humanos y otras especies, animales y vegetales, el clima, cuestiones relativas a la
salud y la interacción entre distintas sociedades.
Otra de las ramas de la Antropología, la Antropología arqueológica, trabaja combinando los
métodos y técnicas de esta ciencia con los de la Arqueología, el comportamiento y el sistema
sociocultural de los grupos humanos en el pasado.
Podemos definir la Arqueología como aquella ciencia comparativa que comprende varias
disciplinas académicas y científicas. Como la Antropología, la Historia, la Paleografía y la
Filología, hace uso de las más modernas técnicas. Se ocupa de estudiar el pasado del hombre a
través del análisis de sus propios restos materiales, denominados cultura material por los
arqueólogos.
Los restos materiales constituyen la principal fuente de datos a partir de la cual el arqueólogo
desarrolla su tarea de reconstruir el origen del hombre. Cabe señalar, en buena lógica, que el
potencial informativo de los restos materiales estará en relación directa con su estado de
conservación y la no alteración de su entorno.
El descubrimiento e investigación de los restos materiales gira en torno al trabajo de campo.
Éste se concreta en dos grandes líneas de actuación: la prospección y la excavación de los
yacimientos.
Se entiende como prospección el conjunto de trabajos de campo y laboratorio relacionados con
un territorio determinado que constituyen la fase previa y necesaria para desarrollar un proyecto
de excavación arqueológica. No obstante, el método más importante de investigación
arqueológica es la excavación dado que supone la evidencia más tangible para los dos tipos de
información básica que interesan a los arqueólogos: las actividades humanas en un período
particular del pasado y los cambios en dichas actividades período por período. De una forma muy
general podemos afirmar que las actividades contemporáneas tienen lugar "horizontalmente en el
espacio", mientras que los cambios en dichas actividades ocurren "verticalmente" a lo largo del
tiempo. Es esta distinción entre los desarrollos horizontales y las secuencias cronológicas
verticales la que constituye la base de la mayoría de los métodos de excavación arqueológica. En
este sentido el suelo es un documento histórico que debe ser descifrado, traducido e interpretado.
Los resultados obtenidos sobre el terreno mediante la realización de una excavación arqueológica
son tratados en una fase de trabajo de laboratorio, la cual a su vez está dividida en dos períodos:
el primero de ellos se realiza durante la excavación y consiste en un primer tratamiento y
preparación de los materiales hallados, mientras que el segundo de estos períodos consiste en el
trabajo de laboratorio donde se procede a la documentación, restauración y estudio de todos los
materiales procedentes de la campaña de excavación.
Los métodos de datación relativa nos permiten determinar que algo es "relativamente" más
antiguo o más reciente que otra cosa determinada. En el caso de la ordenación en secuencias puede
tratarse de depósitos arqueológicos en una excavación estratigráfica. Desde el punto de vista de
la datación relativa, el principio fundamental es que el estrato inferior fue depositado primero y
por tanto es más antiguo que el estrato superior. A pesar de la gran utilidad de los métodos de
datación relativa, los arqueólogos aspiran a conocer las fechas exactas de sus yacimientos,
estratigrafías y artefactos.
Los métodos de datación absoluta permiten dar una fecha en años. El método de Carbono 14,
permite fechar la materia orgánica que aparece en los yacimientos arqueológicos —restos de
animales, madera calcinada, etc.— sus posibilidades temporales de aplicación llegan hasta los
70.000-100.000 años de antigüedad. Por otro lado, la dendrocronología se basa en el crecimiento
anual del grosor del tronco de los árboles y su variabilidad en función de las incidencias climáticas
como la temperatura y la humedad de cada año. Otro método es el potasio-argón usado por los
geólogos para datar rocas volcánicas de millones de años de antigüedad, es una de las técnicas
más adecuadas para datar los más antiguos yacimientos de homínidos de África. Además de éstos,
existen otros muchos métodos de análisis, como por ejemplo los isótopos de hidrógeno, de flúor,
de obsidiana, etc., que suponen una auténtica revolución para los estudios arqueológicos.
3. EL PROCESO DE HOMINIZACIÓN.
3.1. Factores generales de la hominización
Podemos diferenciar una serie de fenómenos evolutivos que determinan el proceso evolutivo del
ser humano y que, a su vez, lo diferencia del resto de primates. Los descubrimientos arqueológicos
han permitido conocer los factores de la evolución humana, es decir, los rasgos cuyas
modificaciones pueden seguirse desde los hallazgos más antiguos hasta los más recientes.
El más valorado es el aumento de la capacidad craneana: en el Australopithecus de Afara, es
de 350 c.c.; de 400-450 c.c. en los Australopithecus gráciles, y 500-550 c.c. en los robustos; de
ahí se pasa a los 750 c.c. en alguno de los Homo habilis. Con los Homo erectus, con una muestra
más amplia, se pasa a los 900 c.c. en el hallazgo de Java, y a los 1.500 c.c. en alguno de los de
Pekin. El Hombre de Neanderthal, que ya es un Homo sapiens, llega a los 1.500-1.600 c.c., lo que
le sitúa dentro de la variabilidad del hombre actual.
Otro factor es la posición erguida. El bipedismo no es exclusivo del género Homo, ya que está
presente en los Australopitecos y en alguno de sus homínidos precursores, pero la tendencia a
caminar en postura vertical es otro proceso característico de evolución humana que implica a la
totalidad del esqueleto: pelvis, posición del orificio occipital (foramen magnum), liberación de la
mano, alargamiento de extremidades inferiores, etc. También se producen modificaciones en la
dentición y una disminución de los arcos superciliares, la frente huidiza en visera, al tiempo
que el perfil pasa de prognato a ortognato o moderademante prognato.
A todo esto debemos sumarle el proceso de neotenia humana, defendido desde 1989 por autores
como Stephen Jay Gould o Delbert D. Thiessen, que plantean que varios caracteres peculiares de
la evolución humana fueron posibles gracias a un proceso de neotenia o conservación de
caracteres juveniles en organismo adulto. Esto haría a los hombres adultos parecerse a las crías
de otros homínidos. Así, por ejemplo, la cara del humano adulto es similar a la de la cría del
chimpancé, en vez de a la del chimpancé adulto, cuya mandíbula se proyecta hacia delante.
Igualmente, la encefalización del humano adulto es comparable con la de las crías del resto de los
primates. Otro carácter es también la curiosidad y capacidad de aprendizaje del ser humano
durante toda su vida que solo se puede comparar con el que tienen las crías y que los primates
pierden al llegar a adultos.
3.2. La evolución de las especies
El problema que en la actualidad se plantean los especialistas en relación a la evolución del
hombre afecta sustancialmente a la elaboración de un árbol genealógico de la especie humana en
la que se contemplen factores como el tiempo, los rasgos morfométricos, los grados evolutivos
entre unos y otros individuos, etc. A esto se le debe sumar la posibilidad de estudiar el proceso en
poblaciones divididas y agrupadas por caracteres similares, o la de contemplar una evolución
gradual de un tipo a otro siguiendo una línea evolutiva única –proceso cladogenético o proceso
anagenético –. Esto a provocado la elaboración de varios modelos distintos de sucesión evolutiva
desde la década de los 50, sin que se haya llegado a un acuerdo universal.
Hace algunos años se descubrió que muchos de los restos clasificados como Homo erectus eran
en realidad ejemplares machos del Homo habilis que habían sido erroenamente identificados
debido al gran dimorfismo sexual presente en esta especie. Otra gran parte de restos de Homo
erectus han pasado a denominarse Homo ergaster recientemente, y tan solo los restos asiáticos
(como el hombre de Java y de Pekín) siguen considerándose miembros del a especie erectus
actualmente. Con esto queremos demostrar que el estudio forense de los restos óseos de estas
especies, junto al descubrimiento de nuevos hallazgos arqueológicos, siguen aún hoy ampliando
el conocimiento que tenemos sobre esta etapa de la historia humana.
De esta forma vamos a tratar de seguir en líneas generales el árbol filogenético plateando por
Arsuaga, con algunos añadidos tomados de Cela Conde, más los últimos aportes hechos por
publicaciones especializadas en tiempos recientes.
3.2.1. LOS PRE-AUSTRALOPETECINOS
Los primeros posibles homínidos bípedos son el Sahelanthropus tchadiensis (con una antigüedad
de 6 ó 7 m.a.), el Orrorin tugenensis (unos 6 m.a.), el Ardipithecus kadabba y (5,77-5,2 m.a) y el
Ardipithecus ramidus (entre 5,5 y 4,5 m.a.). Los fósiles encontrados son escasos y fragmentarios
y no hay acuerdo general sobre si eran totalmente bípedos, aunque el descubrimiento del esqueleto
casi completo del Ardipithecus en 1992 indica que era bípedo y que caminaba con la espalda recta
aunque no podía recorrer grandes distancias. Los nuevos hallazgos de 2005 y 2009 en Etiopía lo
confirman.
3.2.1. EL GÉNERO AUSTRALOPITHECUS
El término Australopithecus, compuesto de los vocablos pithecus – mono – y austral – sur –, se
ha utilizado para definir un conjunto de fósiles cuyos rasgos característicos los ponen en contacto
directo con los primeros ciclos de la evolución de los homínidos, ya que presentan aspectos
humanos, como la locomoción bípeda, mezclados con otros todavía primitivos.
Se trataba de homínidos de pequeña estatura, cuya vida se desarrolló en el este y el sur de África
hace más de 4 millones de años hasta hace un millón de años; su capacidad craneal oscilaba entre
los 450-550 c.c. y su tamaño cerebral apenas superaría al de los chimpancés. Otro rasgo
diferenciador de los Australopithecus es su toro supraorbital, el reborde óseo situado sobre las
orbitas, muy individualizado en chimpancés y gorilas, pero menos aparente en el caso de los
Australopithecus. Este género presentaría, además, una cara muy proyectada hacia adelante
(prognatismo), de manera similar a los chimpancés y gorilas. Sin embargo, su dentición se parecía
más a la humana, debido a la reducción del tamaño de los incisivos y los caninos.
Gracias al estudio de los Australopithecus se ha podido determinar que la adquisición de la
locomoción bípeda y la especialización en la dentición son caracteres anteriores a la evolución
del cerebro. Por otra parte, no existe ningún indicio de que los individuos de este genero
conocieran el fuego, ni de que fueran capaces de fabricar útiles, de manera que la primitiva
industria lítica conocida como “Pebble culture” se puede atribuir al Homo habilis. Con toda
probabilidad los Australopithecus, al igual que los primates actuales, utilizaban ramas, huesos,
etc., como herramientas.
Los especialistas han llegado a la clasificación de los Australopithecus en seis especies:
anamensis, afarensis, barelghazari, africanus, garhi y sediba.
Su extinción se relaciona con un cambio climático que provoca el paso de un paisaje de sabana a
otro estepario. De aquí que unos individuos se adaptaran a una dieta basada en vegetales duros y
evolucionaran hacia el paranthropus, saliendo del árbol evolutivo humano, y otros se hicieran
más carnívoros y dieran lugar al género homo.
3.2.2. EL GÉNERO HOMO
El término Homo fue empleado por Linneo en 1758 para nombrar el género al que pertenece
nuestra especie.
Hasta los primeros años de la década de los 90, los restos de mayor antigüedad adscritros a nuestro
genero eran un conjunto de dientes aislados y fragmentos mandibulares procedentes del río Olmo
y datados entre 2,1-2,5 m.a. Desde 1992 han sido sucesivos los descubrimientos de fósiles y sus
asignaciones a Homo sin que se haya alcanzado la unanimidad, salvo en el caso de un maxilar
hallado por Johanson en la región de Hadar (Etiopia), datado en 2,3 m.a. y que se encontró junto
a utensilios de piedra. Este hallazgo representa el caso más antiguo conocido de industria lítica y
restos de homínido.
Dentro de este género encontramos un enorme polimorfismo, por lo que llegar a una taxonomía
definitiva es algo enormemente difícil. No obstante, comúnmente aceptada la validez de algunos
fósiles-guía, se llega a la definición de determinadas especies con características definidas.
Homo habilis
Se trata de una especie descendiente de los Australopithecus (anamensis o bahrelghazali, según
autores), cuyos restos solo han sido hallados en África. Es destacable su capacidad para crear la
primera industria lítica, conocida con el nombre de industria olduvayense.
La cronología de esta especie abarca desde 2,5 a 1,8 m.a. A partir de sus fósiles se han podido
confirmar algunas de sus características físicas: estaban adaptados totalmente a la bipedestación,
sus brazos tenían una longitud similar a la de sus piernas, su columna vertebral mantenía cierta
curvatura hacia adelante, y presentaban una capacidad craneal de entre 660 y 715 c.c..
Estudios recientes han asociado a esta especie algunos de los restos fósiles de homo erectus, si
bien se ha podido explicar debido al gran dimorfismo sexual que presentaba esta especie.
Homo ergaster
Es el descendiente evolutivo del homo habilis y heredero de la mayor parte de los restos
clasificados antes como erectus. Sus fósiles se caracterizan por tener un esqueleto (sin contar el
cráneo) prácticamente igual que el del hombre actual. Su columna erguida redistribuye el peso
del cráneo: al tener la base del occipital totalmente horizontal, se aumenta su capacidad craneal
siendo esta entre 880 y 1.000 c.c.. Su caminar es totalmente erguido y presenta unas piernas más
largas y fuertes que los brazos. Esta característica le hace poder recorrer largas distancias y ser
así la primera especie del género homo en salir de África.
Desde África, esta especie cruzó la península del Sinaí hasta llegar primero a Asia y
posteriormente a Europa. Los ergaster africanos poseen la industria lítica denominada achelense
o Modo 2, mientras los que salen de África mantienen el Modo 1 u Olduvayense. El homo ergaster
es una de las especies de homo más altas, llegando a alcanzar 1,8 m., lo que contrasta con una
cierta ligereza de sus huesos. La cronología de esta especie abarca desde 1,8 millones de años
hasta hace 500.000 años.
Homo antecessor
Es una especie identificada por Arsuaga en el yacimiento de Atapuerca (Burgos), evolucionada
desde el ergaster. Tiene una antigüedad de 850.000 años y una capacidad craneal de más de 1000
c.c. Los restos encontrados en Atapuerca corresponden a un grupo que fue víctima de canibalismo.
La falta de otros restos en África indica que no se trata de un ancestro común a neandertales y
cromagnones como se planteó en un principio. En Atapuerca se encontró en 2007 una pieza dental
de un homínido de hace 1,2 millones de años, aunque aún no se ha determinado si pertenece a
Antecessor o un ancestro de éste. Son antepasados del Neanderthal.
Homo erectus
Es el descendiente evolutivo de la variante asiática del ergaster. Habitó en Asia en 1,8 millones y
300.000 años. Era de talla alta, como el ergaster, y su capacidad craneana oscila de forma
significativa entre 850 y 1100 cc. Tenía el dimorfismo sexual mayor de todos los homínidos.
Una especie de muy reciente descubrimiento, descendiente de Erectus es el Homo floresiensis.
Es un nuevo género de homo encontrado en la isla de Flores en Indonesia en el año 2003. Se
caracteriza por su reducida estatura, en torno a un metro los adultos. Es descendiente del erectus
y sobrevivió hasta hace unos 13000 años, lo que le convierte en el homo no sapiens más moderno.
Esta isla de Flores se caracteriza por la presencia de numerosas especies que evolucionaron de
forma aislada hacia formas gigantes (lagartos y ratas) o enanas (homos y elefantes). Existe una
fuerte controversia sobre este descubrimiento por la escasez de restos (tan solo se han hallado seis
individuos, aunque muy completos), la rivalidad entre los arqueólogos australianos e indonesios
y el habitual rechazo en la comunidad científica ante los hallazgos que obligan a cambiar las
teorías hasta el momento aceptadas.
Homo heidelbergensis
A partir del homo antecessor evoluciona el homo heidelbergensis, que habitó el continente
europeo hace entre 650.000 y 250.000 años. Medía 180 centímetros, con 100 kilos de peso y 1300
c.c. de capacidad craneal. Debido a las condiciones de vida en Europa practica la caza en grupo
y emplea una industria lítica del Modo 2 o Achelense. Es el homo que da lugar al Neanderthal.
Hombre de Neanderthal
Homo Neandertalensis es el fósil de homo no actual más común en Europa. Descendiente
evolutivo del homo heidelbergensis, es una rama colateral al homo sapiens, es decir, sapiens no
proviene evolutivamente del neandertal. Los primeros fósiles de neandertal se descubrieron a
mediados del siglo pasado. Al principio se supuso que se trataba de restos de personas deformes.
Sin embargo, el progresivo aumento en el número de estos restos obliga a dar otra explicación
más sólida. En 1886 se propone por primera vez el término de hombre de neandertal en honor al
descubrimiento de 1856 en el valle de Neander, Alemania. Inicialmente se creyó que se trataba
de un antecesor del hombre actual, pero la no continuidad en el registro fósil así como el corte
brusco en la técnica de tallado de piedra hace pensar que en realidad se trata de una rama colateral.
Neandertalensis se caracteriza por mantener la robustez de su antecesor pero disminuir su estatura
siendo esta de 1,65 metros. Su cráneo se diferencia del actual en que mantiene los toros
supraorbitales, el frontal está inclinado hacia atrás y su occipital grande permite contener un gran
cerebro mayor incluso que el del hombre actual. Sin embargo, este dato no indica que su grado
de encefalización sea superior al del homo sapiens, puesto que debido a la gran corpulencia de
los neandertales, la proporción entre peso del cerebro y peso corporal es ventajosa en el sapiens.
Su industria lítica es el musteriense o modo 3, siendo el primero en usar la técnica Levallois.
También es el primer homo que dominó el fuego, y por todos los indicios también el primero en
vivir en cuevas, confeccionar ropa y quizá usar adornos como collares de dientes. Parece ser un
hecho que neandertalensis enterraba a sus muertos, sin embargo, es muy discutido el motivo.
Algunos autores indican razones higiénicas: puesto que neandertalensis ya vivía en cuevas de
forma permanente, necesitaba un cierto grado de higiene para vivir. Otros autores creen ver en
los enterramientos un primer esbozo de rito funerario: las disposiciones de los cuerpos, el
enterrarlos con sus objetos y haber encontrado polen de flores junto a los huesos parece indicar la
existencia de un ritual. Los yacimientos de Atapuerca (Burgos) han arrojado nueva luz sobre los
neandertalensis: hablaban con no más de tres vocales, y vivieron en la península hasta el 28.000
a.C. Su origen parece ser el aislamiento, entorno al 300.000 a.C., en Europa, de un grupo de
antecessor que tuvieron que adaptarse al frío de las glaciaciones siguientes. Acostumbrados a una
vida dura y fría, los huesos de los neandertales muestran un índice de fracturas muy superior al
del resto de homos. Entre los factores presentes en su extinción se encuentran: un cambio
climático que hizo desaparecer su hábitat tradicional y la aparición de un nuevo competidor por
la caza: el hombre de cromagnon.
Estudios recientes han confirmado que sí existe aporte genético neandertal en los hombres
modernos de origen europeo. En concreto, el cabello pelirrojo y la tez sonrosada serían rasgos de
origen neandertal.
Homo Rhodesiensis
La evolución del ergaster en África daría como resultado el homo rhodesiensis, del cual
procederían todos los humanos actuales. Vivió hace entre 600.000 y 160.000 años. Su capacidad
craneal alcanza 1300 cc. Dispone de caderas más estrechas, cabezas de los fémures más próximos
lo que le permite caminar distancias más largas que otros tipos de ergaster. Aumentan el cerebro
a la vez que configuran un cuerpo más estilizado, con lo que su índice de encefalización es mayor
que sus contemporáneos de otros continentes.
Hombre de Cromagnon
Homo Cromagnonensis u Hombre de Cromagnon, especie del género homo que tradicionalmente
se venía considerando descendiente del homo erectus, después del homo ergaster e incluso se
planteó que descendiera del Antecessor. Actualmente se considera desciende del homo
rhodesiensis. Hace unos 200.000 años los homo sapiens africanos emigran hacia el norte,
volviendo a poblar Asia y Europa. Ya cuando salen de África estos homo sapiens llevan la
industria auriñaciense o modo 4, y al ir asentándose en el hábitat tradicional de los neandertales,
crean la famosa discontinuidad en el registro fósil. Por sus huesos, el hombre de cromagnon se
puede considerar un hombre actual, sin embargo, la diferencia se encuentra en su industria aunque
sigue siendo de piedra. Para ser exactos debemos observar que, al decir cromagnon nos referimos
en realidad a un homo sapiens arcaico Europeo. Fuera de Europa existen otras especies totalmente
análogas pero que han recibido sus nombres propios.
Coincidiendo con las épocas en las cuales existían pasos naturales, llegaron hasta Australia por el
sureste asiático y a América por el estrecho de Bering. Las islas del Pacífico se poblaron a partir
del neolítico con la invención de la navegación. Todas estas migraciones, y el aislamiento
posterior de los pueblos en sus regiones ha dado lugar a las distintas razas: caucasoides, negroides
y mongoloides. El origen único de todas las razas de homo sapiens se ha demostrado hasta ahora
por la continuidad del registro fósil. En los años 80, investigaciones en el campo de la genética
han confirmado que todos los seres humanos actuales provenimos de un pequeño grupo de no
más de 10.000 individuos que vivieron en el noreste africano hace unos 200.000 años. A esta
teoría se le conoce como "La Eva negra". Las industrias líticas auriñaciense, solutrense,
magdaleniense y neolítico están todas asociadas a la especie sapiens, así como el eneolítico y la
edad de los metales.
Mestizaje del género homo
Cuando existen diferencias muy grandes en el linaje de dos especies relacionadas es muy posible
que no se pueda realizar un cruzamiento entre ambas, que sus descendientes sufran diversas taras
o sean estériles. Durante mucho tiempo se consideró que el hombre actual procede de una única
especie de homo y que no había aporte genético de los otros homínidos extinguidos. Como hemos
destacado antes, hoy conocemos al menos dos casos. En las poblaciones europeas se ha mantenido
un pequeño porcentaje de material genético neanderthal y sucede igual con los aportes del hombre
de Denisova a las poblaciones del Asia insular y Australia. Todo esto ha sido posible gracias a
los avances actuales con el ADN mitocondrial.
4. CULTURA MATERIAL: INDUSTRIA LÍTICA
Uno de los principales momentos en la evolución del ser humano fue la invención de la
herramienta; una parte del mundo natural modificada para desempeñar una función. Algunos
primates son capaces de utilizar herramientas, de aprender a usarlas y hasta de transmitir ese
conocimiento. Los chimpancés tienen incluso la capacidad de modificarlas. Pero nuestros
antepasados fueron los únicos que aprendieron a modificar elementos naturales y utilizarlos como
herramientas.
Probablemente las primeras piezas de industria fueron de madera, y desaparecieron hace mucho
tiempo: palos afilados, primitivas lanzas o azadas y quizá toscas palancas. Sabemos cómo
pudieron ser por testimonios muy posteriores, en yacimientos del Pleistoceno Medio y Superior
como el Abric Romaní o Schöningen. Hace aproximadamente 2,5 millones de años un grupo de
nuestros antepasados comenzó a utilizar un material mucho más resistente: la piedra. De esa
antigüedad es el primer yacimiento con industria lítica, el de Gona, en la región etíope de Hadar.
Algunos tipos de piedra son útiles para fabricar filos cortantes. Rocas sedimentarias, como el
sílex, metamórficas, como la cuarcita, o volcánicas, como la obsidiana.
Los seres humanos tardaron mucho en dominar esta técnica. En el Paleolítico inferior tenemos las
técnicas olduvayense, achelense y musteriense. En los yacimientos más antiguos se encuentra la
industria Olduvayense o Modo 1, que se caracteriza por las herramientas más simples: piedra
tallada sólo por un lado, llamadas choppers. Está asociada al homo habilis. Hace 1,6 millones de
años aparece por primera vez en el yacimiento de Olduvai, en Tanzania, un nuevo sistema de
fabricar los instrumentos: el Achelense o Modo 2, cuya mayor innovación es que las piezas son
trabajadas de forma radial. Cada piedra es golpeada a lo largo de todo el borde, de forma que se
consigue un filo continuo, por una o ambas caras. La fabricación de los instrumentos se basa en
una secuencia de golpes específica. La pieza más típica, característica del Achelense, es el bifaz;
piezas talladas por ambas caras y con forma de lágrima. Está asociada al homo ergaster.
La técnica musteriense o modo 3 consiste no en tallar la piedra sino las lascas que se obtienen
en el primer tallado. Sólo consiguen piezas pequeñas para puntas de lanza y flechas. Asociada
esta industria a los neandertales, coincide con el uso de cuevas y el dominio del fuego. Los
humanos aprendieron a sacar del mismo volumen de piedra mayor cantidad de filo, mediante la
utilización de la llamada "técnica Levallois". Golpeadas de la forma adecuada se rompen
generando filos. La parte que salta se llama lasca, que corta como una cuchilla de afeitar. Consiste
en tallar un canto para darle una forma estándar que permitirá luego extraer fácilmente una serie
de lascas. Esta técnica se llama preparación de núcleo, y da lugar a lascas estandarizadas. En
Europa el Modo 3 está asociado con los Neandertales, y desaparece con ellos, puesto que unos
nuevos inmigrantes trajeron su propia forma de fabricar herramientas.
El Homo sapiens que sale de África había desarrollado una forma nueva de trabajar la piedra,
conocida como Paleolítico Superior o Modo 4. Su saber incluía el tratamiento térmico de la
piedra antes de la talla para cambiar sus propiedades y hacerla así más adecuada a sus propósitos.
Con estos métodos consiguieron fabricar piezas bellísimas. Destacan las industrias líticas
Châtelperroniense, Auriñaciense, Gravetiense, Solutrense y Magdaleniense. Luego vendría el
Neolítico, en el que algunas piezas eran tratadas con abrasivos para pulimentarlas. De hecho la
talla del sílex y otras rocas no se ha interrumpido hasta muy recientemente; los trillos de Castilla
se fabricaban con cuchillas de sílex o pedernal, y los fusiles de chispa del siglo XVIII necesitaban
lascas de pedernal para funcionar.
Los arqueólogos actuales estudian también la utilización de los instrumentos y el proceso de su
fabricación. Los filos de las herramientas se estudian con microscopía electrónica y se comparan
con piezas modernas usadas sobre diversos materiales. El pulimento característico de las
superficies puede ayudar a saber si una herramienta antigua se utilizó para cortar madera, o para
curtir piel. Respecto a los procesos de fabricación los arqueólogos reproducen la secuencia de
golpes, para intentar descifrar su lógica. La moderna arqueología también investiga el entorno
físico: es la arqueología espacial. Se trata de conocer el uso y las modificaciones del espacio por
parte de los antiguos humanos. Por los restos de sus actividades puede deducirse qué partes de los
campamentos o cuevas utilizaban para unas u otras faenas. Incluso a veces es posible reconstruir
la secuencia de acontecimientos en un momento del pasado: es lo que se denomina un Suelo de
Ocupación, que corresponde a lo que era el suelo de la caverna en un momento del tiempo.
BIBLIOGRAFÍA
ARSUAGA, MARTÍNEZ, La especie elegida, Madrid, Temas de Hoy, 1998.
CELA CONDE, C.J. y AYALA, F.J., Senderos de la evolución humana, Madrid, Alianza, 2001.
JOHANSON y EDEY, El primer antepasado del hombre, Barcelona, Planeta, 1982.
STRINGER y GAMBKE, En busca de los Neanderthales, Barcelona, Crítica, 1996.

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