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La literatura las enaltece y el cine las honra.

En la mitología griega se dice que se


trataba de seres con cuerpo de pájaro y rostro o torso de mujer, que se distinguían
por una voz musical, hipnótica. Según la tradición, ellas habitaban en una isla del
Mediterráneo frente a Sorrento, en la costa de la Italia meridional (en ocasiones se
alude concretamente a Capri). El primer testimonio escrito que se tiene de ellas es su
mención en La Odisea de Homero. Sin embargo, ya figuraban con esa forma en las
representaciones artísticas más antiguas de Grecia, en monumentos y ofrendas
funerarias. En ese tiempo se les vinculaba con el otro mundo, con el de los espíritus
de los difuntos.

En el siglo XVI, las sirenas eran representadas con un espejo y un peine en la mano,
su cola era un emblema de prostitución y el espejo, considerado como objeto
mágico, era atributo de la mujer impura que servía para contemplar el rostro de la
Muerte o el culto al Diablo. También aparecen amamantando a sus crías y se pensaba
que su leche era un alimento sobrenatural que permitía la recuperación de los héroes
abandonados en el agua.

En Medio Oriente, las primeras historias aparecieron en Asiria, antes del 1000 a. C. Ahí
se representaban también con medio cuerpo de pez y su existencia se debe a una
leyenda que cuenta que Derceto ofendió a Venus y la diosa le inspiró amor haciaun
pastor. De este amor nació una niña: Semíramis, que llegaría a ser reina de Babilonia.
Después de nacer su hija, terminó el amor. Derceto, llena de ira, abandonó a su hija,
mató al hombre a quien había amado y se arrojó al agua dispuesta a suicidarse pero
los dioses no lo permitieron. Así dio origen a su morfología anfibia. La diosa fue
adorada en templos en los que había grandes estanques y puesto que era la deidad
que gobernaba los mares, sus sacerdotes solían vender licencias de pesca a los
marineros.

En las Islas Británicas las sirenas eran presagios de mala suerte. Ellas podían nadar en
agua dulce y llegar hasta los ríos o lagos y ahogar a sus víctimas. Algunas eran
descritas como monstruos grandes, de hasta 600 m.

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