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La estabilidad política de este gran Estado se instauró por medio de una oligarquía
defensora de las tradiciones. Sólo así, en un sistema político donde el poder se
concentraba en torno al faraón y sus sumos sacerdotes, y en una región rica en
materiales pétreos (granito, piedras areniscas y calizas), pudo llevarse a cabo la
construcción de los monumentos más impresionantes del mundo antiguo.
Los arquitectos Egipcios siendo consecuentes con los conceptos de eternidad de la vida,
que prevalecieron en su nación, le dieron formas de montañas a sus pirámides, por
suponerlas, eternas.
La obsesión de los gobernantes egipcios era edificar su propia tumba, más espléndida
que la de su predecesor. Antes de la IV Dinastía (que comienza c. 2680 a.C.), los
enterramientos de los reyes de Egipto se distinguían por medio de una mastaba, una
construcción maciza de ladrillo, de planta rectangular con los muros en talud. Ésta
evolucionó hacia la pirámide escalonada y más tarde hasta la definitiva pirámide de caras
planas. Las pirámides mayores y mejor conservadas están en el conjunto de Gizeh, cerca
de El Cairo; entre ellas destacan la de Keops (construida c. 2570 a.C.) y la de Kefrén
(c. 2530 a.C.). Estos inmensos monumentos son la muestra del enorme poder que los
faraones ejercían sobre sus súbditos, así como de la fascinación de los arquitectos
egipcios por las formas geométricas. Por otra parte, el mismo gusto por la perfección de la
forma abstracta reaparece frecuentemente a través de la historia.
Fig.1.- Imhotep
(estatuilla).
El arte quería ser un arte útil, no se hablaba de piezas u obras bellas, sino eficaces o
eficientes. El cambio y la novedad nunca fueron considerados como algo importante por si
mismos; así, el estilo y los convencionalismos representativos del arte egipcio
establecidos desde un primer momento continuaron prácticamente invariables. La
intención fundamental del lenguaje artístico no fue la de crear una imagen real de las
cosas tal como aparecían, sino captar para la eternidad la esencia de la persona, animal u
objeto representado.
En general, los edificios egipcios representan una síntesis de cuatro ideas fundamentales:
el "oasis" cerrado, la masa megalítica, el orden ortogonal y el "recorrido" o eje. Todas ellas
se presentan simbólicamente en la arquitectura egipcia para concretar experiencias
existenciales fundamentales y, reunidas, constituyen una convincente representación del
cosmo egipcio.
Las viviendas también utilizan las mismas formas dominantes, aunque con menos rigor
que en las grandes obras públicas.
Desde las primeras dinastías se decora con motivos vegetales o con formas tomadas de
construcciones más en madera, las cuales, dado su carácter de esqueletos, constituían
una fuente de inspiración para la articulación de la masa de arcilla, requerida ante el
deseo de concretar un espacio ortogonal. Los motivos vegetales también se empleaban
debido al deseo de dar a todos los aspectos de la vida una forma eterna, absoluta.
El lenguaje egipcio de las formas arquitectónicas posee una coherencia lógica que va
desde el plano general hasta los detalles articuladores. Esta coherencia es muy simple, y
consiste en la validez general del orden ortogonal.
Como en cualquier religión el templo egipcio representaba la casa del dios, pero, más que
entendido como simple morada, el templo debía ser indestructible ya que era la residencia
de los inmortales. Las primeras construcciones, realizadas como imitación de aquellas
destinadas a albergar a los hombres, fueron pronto desechadas y sustituidas por otras
realizadas en piedra y materiales más duraderos. El templo se construía para albergar la
imagen del dios y como lugar en el que los sacerdotes oficiaban sus ritos.
A diferencia de las religiones posteriores no era en absoluto un lugar de culto sino una
zona para albergar al dios y de hecho el pueblo no
podía acceder más que a ciertas dependencias
exteriores.
A pesar de que la estructura y planta de los templos era similar se pueden distinguir 3
tipos dependiendo de la función para la que se construían. El primero es el templo
propiamente dicho que estaba consagrado a una divinidad y se construía en honor a uno
o varios dioses. El segundo tipo es el templo mortuorio consagrado directamente al
faraón. En estos se realizaban todos los ritos funerarios del rey desde su muerte hasta el
momento del enterramiento y era el lugar en el que se veneraba su memoria. Los mejores
ejemplos de estos templos son el Ramesseum y los templos de Medinet Habu. El último
tipo era el cenotafio, construidos por los faraones como templos mortuorios secundarios.
Los más importantes residen en Abidos.
Además podemos hacer una clasificación de los templos en oficiales y del pueblo, de la
misma forma que existía una religión oficial y una popular. Los primeros representan la
religión estatal y el papel del faraón. Los segundos la preocupación del pueblo ante sus
problemas cotidianos. Si en los templos oficiales encontramos ofrendas e imagenes del
rey a los dioses en los segundos el pueblo depositaba pequeñas imágenes o utensilios
relacionados con su trabajo como ofrenda o agradecimiento ante un embarazo o una
buena cosecha.
A partir del Reino Nuevo se autorizó poder colocar estatuas en los exteriores del templo,
si bien sólo algunos nobles o privilegiados podían hacerlo. Al santuario estaba vetado el
acceso a todo el mundo salvo al faraón y al sacerdote delegado por este para llevar a
cabo los rituales.
Los egipcios edificaron templos no como lugar de oración, sino para exhibir los ritos que
cumplían los que ocupaban el poder y excluir al resto de los mortales. Para ello
construyeron los templos dentro de recintos amurallados, con grandes vestíbulos repletos
de columnas (salas hipóstilas) que convierten el espacio exterior en interior, dado que a
cierta distancia sólo se puede ver una masa cerrada de piedra. Una sucesión lineal de
espacios conducía hasta los recintos más sagrados. Así nació el concepto de eje, que en
los templos egipcios se extendía hacia el exterior a través de avenidas de esfinges,
dispuestas para acrecentar el espectáculo procesional de los participantes. En estas
construcciones se inicia el empleo monumental del sistema adintelado, con gruesas
columnas muy próximas entre sí, sosteniendo pesados dinteles.
Tras las invasiones de eolios, jonios, dorios y aqueos a finales del II milenio, la civilización
micénica va a desaparecer. Los eolios y los jonios van a ocupar los dos centros micénicos
más importantes: Atenas y Esparta.
Años después la cultura micénica da paso a la cultura GRIEGA esta parte del principio
humanista y de ideal de la belleza, en donde creían poder alcanzar por medio de la
proporción, la armonía y el equilibrio. La organización de los edificios, la construcción de
numerosos templos y el acierto en la decoración hicieron inconfundible la labor de los
arquitectos griegos.
La cultura griega podemos decir, que surge de un concepto puramente místico en donde
el hombre es el centro del cosmo y del pensamiento.
A diferencia de la cultura egipcia, todos los edificios están proporcionados con la escala
humana. Esto se refleja en el uso de materiales en piezas de un tamaño aceptable. La
preocupación de los arquitectos se centra en la concepción del edificio en sí y como parte
de un conjunto.
Los templos se ubicaron generalmente en las acrópolis, una parte elevada de la ciudad
destinada en un principio a ciudades fortificadas y luego a construcciones religiosas. La
Acrópolis de Atenas contiene el conjunto de templos más perfectos, los que representan
mejor las características del arte en la arquitectura de Grecia clásica. A la entrada de la
Acrópolis se erigió un pórtico (galería cubierta) monumental llamado los Propileos. Luego
se encontraba el templo a la Victoria o Niké, el Erectión, el Partenón, la Pinacoteca con
una galería de cuadros y dos teatros.
El Partenón, dedicado a Palas Atenea, es considerado, todavía hoy, uno de los más
hermosos monumentos que se conocen. Una obra culminante del arte universal. Fue
construido en mármol blanco por los arquitectos Actino y Calicrates. La nave o recinto
central está rodeada por columnas doricas; el dintel y el frontón tienen hermosísimos
relieves con temas religiosos realizados por el escultor Fidias. Estaba dicho templo
dedicado a la diosa Atenea y se construyo en la Acrópolis de Atenas (en el siglo VI a. de
C.). Siendo éste un importante monumento en la arquitectura Grecia.
Los arquitectos desarrollaron gran cantidad de métodos para contrarrestar las distorsiones
ópticas. Así, el basamento o crepidoma de los templos se curvaba levemente hacia arriba,
las columnas se tallaban más anchas en el centro que en los extremos y se inclinaban
ligeramente hacia el interior, y las líneas verticales del edificio se dibujaban con la
pendiente necesaria para corregir la distorsión pertinente.
No solo los templos fueron los únicos edificios públicos conocidos, existieron espacios
dedicados al deporte y a los espectáculos, como estadios, salas de conciertos y teatros.
La vida cotidiana de los griegos se centraba en el mercado, plaza pública (el ágora),
donde se adosaron baños, patios y columnatas.
Junto a estos edificios públicos surgen las construcciones particulares, tanto en la ciudad
como en el campo.
Los griegos utilizaron gran variedad de materiales de construcción para realizar sus
edificios, usaron adobe, madera. terracota y piedra. En los primeros momentos se utilizó
el adobe y la madera, posteriores elementos en piedra recuerdan ese precedente de
madera, como los triglifos, que se corresponden con los extremos de las vigas, las
metopas, los espacios entre ellas y las gotas que serían los listones utilizados para
realizar el montaje.
El material mas usado fue la piedra, desde calizas duras, conglomerados y el mármol.
Este material abundaba en el Mediterráneo, en Asia Menor y en la propia Atenas siendo
de excelente calidad en canteras como las de Paros, Nasos y Tasos. Las cornisas y tejas
de los edificios se realizaron en terracota, pero con el paso del tiempo se usó el mármol.
Existen profundas relaciones entre el culto aqueo y cretense y esas formas de culto
fueron la base que generó la religión griega. Existían dos formas de culto conocidas, el
culto a la divinidad y el culto a los muertos.
El culto destinado a la divinidad tiene un paso intermedio derivado del culto a los muertos,
el culto a los héroes, individuos intermedio, con toda probabilidad estaba vinculado con el
mundo micénico, incluso el término hero se deriva de ese idioma.
El culto a la divinidad es otra forma de veneración que cobra importancia y fuerza en los
momentos que siguieron a la caída del mundo micénico y se enriquecen con nuevas
manifestaciones tributadas a los dioses.
A los dioses se les rindió culto en muchos lugares, que les fueron consagrados y donde
se realizaban ceremonias dedicadas a ellos. Estos lugares fueron de distinto tipo: parajes
naturales, algunos resguardados, como las cuevas, otros al aire libre, a veces señalados
con muros.
Naturalmente existieron edificios, en el ámbito doméstico, como en el palacio de Tirinto,
donde había un altar, o en casas particulares.
Hubo edificios separados de los palacios como fue el casa de algunos santuarios, en
Asine, Prosymnia o en Eleusis. Es posible, si consideramos las fuentes antiguas, como
los cometarios de Eusebio y Pausanias, que existieran santuarios en Olimpia, Efeso y
Delfos ya en la etapa micénica.
Los templos griegos, que siguen aproximadamente el mismo plan, tienen tamaños muy
diversos: desde el pequeño templo de Atenea Niké (427-424 a.C.) en la Acrópolis de
Atenas, de aproximadamente 6 × 9 m, hasta el gigantesco templo de Zeus u Olimpeión
(c. 500 a.C.) en Agrigento (Magna Grecia, actual Sicilia), que ocupa más de una hectárea.
Dos de los tres órdenes griegos se extendieron más o menos simultáneamente. El orden
dórico era predominante en el Ática y en la Magna Grecia. Es el más sobrio de todos los
órdenes clásicos, pues sus columnas carecen de basa, y todos sus elementos decorativos
representan alguna función estructural. Una de las obras maestras de la arquitectura de
todos los tiempos está compuesta según el orden dórico; se trata del Partenón (448-
432 a.C.), situado en la parte central de la Acrópolis de Atenas.
Fig.6.-Orden Corintio,
Escultor Calimaco
apenas núbil, enfermó y murió; su nodriza fue a poner sobre su tumba, en un canastillo,
algunos de los objetos que a la muchacha más habían agradado en vida, y para que
pudieran conservarse a la intemperie más tiempo sin estropearse, tapó la cesta con un
ladrillo. Por una casualidad vino a quedar el canastillo sobre la raíz de una planta de
acanto que estaba en medio, comenzó en la primavera a echar tallos y hojas, que fueron
creciendo a los lados de la cesta, y tropezando con los cantos del ladrillo por efecto de la
presión, tuvieron que doblarse produciendo los contornos de volutas. El escultor
Calímaco, acertó a pasar por allí casualmente, cerca de la tumba, vio el canastillo y se fijó
en la delicadeza de las hojas que iban naciendo, y prendado de esta nueva modalidad y
belleza de la forma, la reprodujo en las columnas que hizo después para los de Corinto, y
estableció las proporciones con arreglo a este modelo.