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Capítulo 8.

6. ¿Cómo se desarrolla el autoconcepto durante la niñez temprana? Como

muestran los niños autoestima, crecimiento emocional e iniciativa?

El autoconcepto es la imagen real de nuestros rasgos y capacidades. Los niños

incorporan en su autoimagen su comprensión cada vez mayor de cómo los ven los

demás. El autoconcepto comienza a establecerse en los niños pequeños, a

medida que desarrollan la conciencia de sí mismos. Se hace más claro conforme

la persona adquiere capacidades cognoscitivas y afronta las tareas del desarrollo

de la niñez, la adolescencia y luego de la adultez.

A los cuatro años es la etapa de representaciones simples. Las declaraciones

sobre sí mismo son unidimensionales, su pensamiento salta de un detalle a otro

sin conexiones lógicas.

La autodefinición de los niños (la manera en que se describen a sí mismos) por lo

general cambia entre los cinco y los siete años. Lo que refleja el desarrollo del

autoconcepto. En esta edad se reconoce las habilidades particulares (correr,

trepar) más que generales. Las descripciones son ilusoriamente positivas. No será

sino hasta los siete años cuando se describa en términos de rasgos

generalizados, como popular, listo o tonto; que reconozca que puede experimentar

emociones contradictorias al mismo tiempo y que sea autocritico a la vez que

mantiene un autoconcepto general positivo.

Alrededor de los cinco años o seis años es la fase mapeos representacionales.

Empieza a hacer conexiones entre un aspecto de sí mismo y otro. “puedo correr


rápido y trepar alto” sin embargo que tiene de sí mismo todavía se expresa en

términos totalmente positivos de todo o nada.

Autoestima en los niños: aunque por lo general los niños no hablan de un

concepto de auto valía sino hasta los ocho años. Los niños menores demuestran

con su conducta que lo tienen. Sin embargo, antes de la transición de los cinco a

los siete años, la autoestima de los niños no se basa necesariamente en la

realidad. Tienden a aceptar los juicios de los adultos, que por lo general les

proporcionan retroalimentación positiva y autocritica. La autoestima en la niñez

temprana, tiende a ser de todo o nada. Solo hacia la niñez media adquiere mayor

realismo.

Autoestima contingente: el patrón “indefenso” Cuando la autoestima es alta,

un niño se siente motivado para conseguir lo que desea. Sin embargo, si es

contingente al éxito, los niños pueden ver el fracaso o las criticas como una

censura a su valor y sentirse incapaces de hacer mejor las cosas.

Crecimiento emocional

La capacidad para entender y regular, o controlar, los sentimientos de los

avances tempranos de la niñez temprana. Los niños que pueden entender sus

emociones pueden controlar mejor la manera en que las muestran y ser sensibles

a lo que otro siente. La autorregulación emocional ayuda a los niños a guiar su

conducta y contribuye a su habilidad para llevarse bien con otros.

Comprensión de emociones contradictorias: Una razón para la confusión de

los niños pequeños es que ellos no comprenden que pueden experimentar


reacciones emocionales contrarias simultáneamente. Las diferencias individuales

en la comprensión de las emociones contradictorias son evidentes a los tres años.

Comprensión de las emociones dirigidas hacia el yo: las emociones dirigidas

hacia el yo, como la culpa, la vergüenza y el orgullo, por lo general se desarrollan

hacia el final del tercer año, una vez que los niños han adquirido conciencia de sí

mismos y aceptan las normas de conducta establecidas por sus padres. Sin

embargo los niños un poco mayores carecen de la complejidad necesaria para

reconocer esas emociones y qué las produce.

7. ¿Cómo toman conciencia los niños y las niñas del significado género y

como pueden explicarse las diferencias de conducta entre los sexos?

Hasta hace poco, las explicaciones más aceptadas se centraban en las diversas

experiencias y expectativas sociales que los niños y niñas encuentran casi desde

que nacen. Esas experiencias y expectativas atañen a tres aspectos relacionados

de la identidad de género: roles de género, tipificación de género y estereotipos de

género.

Aunque algunas diferencias de género adquieren mayor notoriedad después de

los tres años, niños y niñas siguen siendo, en promedio, más parecidos que

diferentes. Entre las principales diferencias destacan el mejor desempeño motriz

de los niños en especial después de la pubertad y su propensión, moderadamente

mayor, a la agresión física. Las preferencias tipificadas por el sexo aumentan entre

la niñez temprana y media, y el grado de conducta tipificada por el sexo que se

exhibe el inicio de la vida es un indicador importante de la conducta posterior

basada en el género.
Las diferencias cognoscitivas de género son pocas y pequeñas. Sin embargo,

existen pequeñas diferencias en capacidades específicas. El desempeño de las

niñas suelen ser mejor en pruebas de fluidez verbal, cálculo matemático y

memoria de ubicación de objetos. Los niños suelen desempeñarse mejor en

analogías verbales, problemas matemáticos en palabras y memoria de

configuraciones especiales.

Roles de género: son las conductas, intereses, actitudes, habilidades y rasgos de

la personalidad que una cultura considera apropiados para los hombres o las

mujeres.

Tipificación de género: ocurre al inicio de la niñez, pero los niños varían mucho

en el grado en que se tipifican según el género.

Estereotipos de género: aparecen en cierto grado en niños desde los dos a tres

años de edad.

Enfoque biológico: las hormonas presentes en el torrente sanguíneo antes o

alrededor del momento del nacimiento pueden influir en el cerebro en desarrollo.

A los cinco años, un momento en que el cerebro alcanza el tamaño aproximado

del adulto, el de los niños es alrededor de 10% más grande que el de las niñas.

Los hombres han desarrollado más la capacidad de la percepción y la

coordinación de acciones. En el caso de las mujeres tienen un mayor desarrollo de

la capacidad analítica y la intuición.

Enfoque evolutivo: esta perspectiva considera que la conducta de género tiene

una base biológica y un propósito. La competitividad masculina así como el afecto


femenino se desarrollan durante la niñez como preparación para esos roles

adultos.

Enfoque psicoanalítico: este proceso es el de la identificación, la adopción de las

características, creencias, actitudes, valores y conductas. Es una etapa muy

importante para el desarrollo de la personalidad de la niñez temprana.

Enfoque cognoscitivo: los niños buscan de manera activa en su mundo social

claves acerca del género. A medida que se dan cuenta del género al que

pertenecen, adoptan las conductas que perciben como coherentes con ser hombre

o mujer. Así mismo comprenderán que su género siempre será el mismo.

Enfoque del aprendizaje social: los niños adquieren roles de género al imitar a

los modelos y obtener recompensas por las conductas apropiadas para el género.

8. ¿Cómo juegan los preescolares? Como influye el juego al desarrollo y

como lo refleja?

El juego contribuye a consolidar todos los dominios del desarrollo. Por medio del

juego los niños estimulan los sentidos, ejercitan sus músculos, coordinan la visión

con el movimiento, obtienen dominio sobre el cuerpo, toman decisiones y

adquieren nuevas habilidades. Es el cimiento de conceptos matemáticos a medida

que clasifican bloques de formas diferentes. Cuentan cuantas pueden apilar uno

sobre otro, o anuncian que “mi torre es más grande que la tuya” cuando cooperan
para la construcción de un castillo o túnel en arena, los niños aprenden

habilidades de negación y solución de conflictos.

Los niños de diferentes edades tienen estilos de juegos distintos, juegan a cosas

diferentes y dedican cantidades diferentes de tiempo a diversos tipos de juegos.

Por ejemplo el juego físico empieza en la infancia con movimientos rítmicos sin

propósito aparente. A medida que mejoran las habilidades motoras gruesas, los

preescolares ejercitan sus músculos cuando corren, brincan, saltan, retozan y

lanzan. Hacia el final de este periodo y al inicio de la niñez media, el juego rudo,

que incluye luchas, patadas y persecuciones, se vuelve más común, sobre todo

entre los niños.

Los niños juegan de distintas formas en donde muchas veces ellos lo crean. Hay

cuatro categorías de juego.

Juego funcional: que comienza durante la infancia, este involucra movimientos

musculares repetitivos como hacer rebotar una pelota, este tipo de juego permite

al niño identificar su entorno.

Juego constructivo: que es el segundo nivel de complejidad cognoscitiva, abarca

los niños pequeños y preescolares, aquí se involucra el uso de objetivos o

materiales para hacer algo. Estos estimulan el desarrollo de la imaginación y

creación del menor. Este tipo de juego es más elaborado lo que le permite dar un

mejor manejo a las cosas como forma, colores, texturas, etc.


Juego de simulación: que se basa en la función simbólica. Aquí el niño comienza

a desarrollar su imaginación e imita una serie de situaciones que ya ha visto.

Juegos formales: con reglas en donde el niño ya conoce ciertas normas

aceptadas por los demás jugadores, por lo que este juego se realizaría en grupo,

lo que demuestra el avance social que ha alcanzado el menor.

No cabe duda que el juego es la instancia que tiene el niño para poder

desarrollarse y potenciar sus capacidades psicomotoras.

9. ¿Cómo influyen las prácticas de crianza en el desarrollo?

A medida que los niños logran mayor independencia, su crianza puede convertirse

en un desafío. Cuando se relacionan con los hijos y realizan sus funciones, los

padres ponen en práctica unas tácticas llamadas estilos educativos, prácticas de

crianza o estrategias de socialización, con la finalidad de influir, educar y orientar a

los hijos para su integración social. Las prácticas de crianza difieren de unos

padres a otros y sus efectos en los hijos también son diferentes. Con las prácticas

de crianza los padres pretenden modular y encauzar las conductas de los hijos en

la dirección que ellos valoran y desean y de acuerdo a su personalidad.

las prácticas educativas de los padres pueden estar determinadas por una serie

de factores que se dividen en tres grupos. Un primer grupo relacionado con el

niño: edad, sexo, orden de nacimiento y características de personalidad. Un

segundo grupo relativo a los padres: sexo, experiencia previa como hijos y como

padres, características de personalidad, nivel educativo, ideas acerca del proceso


evolutivo y la educación y expectativas de logro que tienen puestas en sus hijos.

Un tercer grupo relacionado con la situación en la que se lleva a cabo la

interacción: características físicas de la vivienda y contexto histórico. los que

contribuyen a una mejor práctica educativa como: estructura, afecto, control

conductual, comunicación, transmisión de valores y sistemas externos. Los cuatro

primeros hacen referencia a las relaciones intrafamiliares o micro sistémicas; las

últimas se refieren a la dimensión social o ecológica.

Entre los factores relacionados con los padres, el más consistentemente asociado

con los estilos educativos familiares ha sido la clase social, si bien no refleja

exactamente la complejidad de la estructura social, ya que los estudios se basan

en comparaciones de grupos relativamente extremos. Además, dentro de la

variable clase social o nivel socioeconómico, entendida como combinación de

elementos (nivel educativo, profesión, nivel de ingresos, calidad de vivienda), el

nivel de estudios es el que más ayuda a diferenciar a unos padres de otros en los

estilos de crianza.

10. ¿Porque los niños pequeños ayudan o agreden a otros y porque

desarrollan temores?

Las raíces del altruismo y la conducta prosocial aparecen temprano. Esta es una

disposición innata que puede ser cultivada con ayuda y aliento de los padres. La

agresión instrumental (primero física, luego verbal) es más común en la niñez

temprana. La preferencia por compartir con las personas con quienes se tienen
relaciones estrechas, reciprocidad (la preferencia de compartir con personas que

han compartido con uno), y reciprocidad (la preferencia de compartir con personas

que han compartido con otros). Los genes y el ambiente contribuyen a profundizar

las diferencias individuales en la conducta prosocial. La forma más común de

violencia en la niñez temprana es la agresión instrumental, se utiliza para alcanzar

una meta. Los niños que más pelean también suelen ser los más sociables y

competentes. Los factores orgánicos de tipo hormonal, los problemas cerebrales,

los estados de mala nutrición y los problemas de salud, entre otros, también

influyen en el comportamiento agresivo. Y dentro del factor social, el niño que no

tiene estrategias verbales para afrontar las situaciones difíciles, será fácilmente

conducido a la agresión.

Temores en los niños

Los miedos de los niños son evolutivos, es decir, van cambiando según la edad

del niño y esto da lugar a que no se tenga miedo a las mismas cosas a medida

que los pequeños van creciendo. La clave está en aprender a superarlos cada uno

en su momento y a la edad a la que aparece, evitando que se queden estancados

y que el niño vaya acumulando miedos a lo largo de su crecimiento.

¿De qué tienen miedo los niños según la edad que tengan?

Hay edades en las que evolutivamente hablando es normal tener miedo. Los niños

a los dos, cuatro o incluso los seis años pasan por una etapa de miedos. Muchas

veces, por ejemplo, es muy común el miedo a la oscuridad. Los padres tienen que
saber que es algo normal y que muchas veces lo podemos arreglar poniéndoles

una lucecita en su habitación, que proyecte una luz indirecta. Lo que no podemos

hacer es reforzar ese miedo.

¿Cuáles son los miedos evolutivos y a qué edad se producen?

A los seis meses, el niño ya empieza con el miedo a los extraños. Empieza a

extrañar a su adulto de referencia, que generalmente, es su mamá. A partir de los

seis meses comienza el miedo a los extraños y el niño empieza a extrañar a los

padres cuando no están. Por eso, es bueno que los niños salgan de la habitación

de los padres por la noche en torno a los cinco meses, para que cuando se

despierten, no extrañen tanto a sus figuras de referencia, a la mamá y al papá.

En torno a los dos años, surge un cierto miedo de 'abandono'. Cuando al niño le

dejas en la guardería con dos años, a veces se queda un poquito más intranquilo.

Lo más probable es que el niño se angustie un poquito, se quede llorando, y a los

cinco minutos ya se le ha pasado, se pone a jugar, ya está feliz con el resto de los

niños. El problema lo tendríamos con un niño que vemos que ya ha pasado ese

periodo de adaptación, ese periodo de miedo o de angustia de separación y no

empieza a tener claro que su padre va a volver y se tira toda la mañana llorando.

Ahí hay que valorar que no pueda haber otro problema.

A los cuatro años, puede aparecer el miedo a la oscuridad. No hace falta que nos

pongamos muy tajantes de 'Tienes que dormir con la luz completamente apagada

y con la persiana bajada'. No pasa nada por dejarles una pequeña luz indirecta, de
hecho además venden muchas lucecitas de las que se pueden poner en un

enchufe, o una pequeña lamparita por la noche, que proyecte una luz que sea una

luz indirecta que simplemente al niño le dé un poquito de seguridad porque no

está totalmente a oscuras.

¿A qué tienen miedo los niños más mayores?

Suelen temer a los animales. Los niños que desde pequeñitos han estado en

contacto con animales no suelen desarrollar ningún miedo. Pero cuando un niño,

en torno a los tres o cinco años, se encuentra con un perro grande, pues lo

habitual es que pueda sentir un poco de miedo. Hay que enseñarle que si es un

perro conocido no le va a pasar nada. Si no es un perro que nosotros conocemos

y a lo mejor el animal es el doble del tamaño del niño, es normal tener miedo y

quedarse parado. El niño no tienes que ir a tocarle porque no sabemos si el perro

está lo suficientemente educado como para no morderle. En el tema de los miedos

a los perros, hay que distinguir hasta qué punto es miedo y hasta qué punto es

prudencia.

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