‘TERCER NIVEL: HABILIDADES GENERATIVAS 177
Autores como Erickson defendian la importancia de conseguir
el quebrantamiento de la pauta del problema, aunque ese quebran-
tamiento o transformacién sea pequefio, sobre todo cuando se
introduce tempranamente (Rossi, 1998). Es ese quebrantamiento
de una narrativa petrificada en el problema, el que abre la posibili-
dad de que una nueva narrativa ocupe su lugar.
En ese empefio de transformacién de la naturaleza de los rela-
tos, Sluzski considera importante, cl cambio en alguna de las si-
guientes dimensiones de la narrativa que trae el paciente 0 grupo
familiar. Estas transformaciones pueden facilitarse utilizando me-
dios verbales y no verbales. Nos referivemos a cada uno de ellos
por separado.
La exposicién que sigue se ajusta al esquema planteado por
Sluzski. Las llamadas micropracticas producen transformaciones en la
narrativa del paciente. Y la producen en alguno de los aspectos a
que nos referimos a continuacién. Dividiremos las habilidades en.
verbales y no verbales
Habilidades verbales
‘Transformaciones en el tiempo
1, De estatico a fluctuante
Es relativamente frecuente que la narrativa dominante del pa-
ciente se presente como una foto fija, sin fluctuaciones. Un pacien-
te puede acudir diciendo que esta “... horriblemente deprimido todo el
tiempo”. Este tipo de narrativa cierra la conversacién terapéutica cir-
cunscribiéndola a Ja reiteracién improductiva de la queja. El tera-
peuta puede intentar abrir el camino introduciendo la posibilidad
de una fluctuacién no excesivamente desafiante de la narrativa ini-
cial diciendo, por ejemplo: “Esta mal todo el dia. éPero hay momentos en
os que se encuentra atin peor?” (Mejor, por menos desafiante, que la
pregunta sobre si hay momentos en los que se encuentra un poco
menos mal, y, desde luego, mejor que preguntar si hay momentos en
Jos que se encuentra mgjor, o bien). Preguntas cémo: “éCudndo fe la
primera ver que tomé conciencia de estar deprimido?”, “ésus sentimientas de178 HABILIDADES DE ENTREVISTA PARA PSICOTERAPEUTAS
Lristexa aumentaron 0 disminuyeron desprués de la marcha de su hija de casa?”
O preguntas de buisqueda de excepciones, como: “éCudles son las tini-
cas situaciones en las que tu padre no llora?”, tienen este efecto.
Cuando el terapeuta, a través de sus preguntas, introduce com-
paraciones entre el antes y el ahora o el después, estd facilitando a
las personas una experiencia de evolucién: “Una vee que su mujer
empicce a trabajar, écémo cree usted que se sentiré? éMds 0 menos triste?
EI paciente puede acudir también con narrativas excesivamente
fluctuantes en las que no hay constantes a las que referir la cons-
truccién de una narrativa alternativa. En ese caso, el terapeuta pue-
de tratar de buscar con el paciente elementos que permitan definir
pautas que permitan dar sentido al relato inconexo: “éAleuna vez
anteriormente habia tenido esa sensacién de rabia?”, “Hay alguna otra situa-
cién gue le recuerde esto que le ha pasado ahora?” “Parece que todos esos epi-
sodios de depresin, que ha sufrido en el curso de su vida, siempre han apare-
cido después de alguna circunstancia que le obligé a usted a adaptarse a una
situacién nueva: el cambio de su domiilio, el ascenso en el trabajo, la marcha
de sus hijos de casa...”.
2. De nombres a verbos
Muchas veces, en la narvativa del paciente, los problemas apa-
recen expresados en funcién de etiquetas que atribuyen a caracte-
risticas (se entiende que mas o menos inmutables) de las personas
lo que sucede en la trama. Algo sucede porque: “Mi hijo ¢s un vago”,
“mi masjer es una quejica”, 0 "mi marido es un alcoholico”, “yo soy muy timi-
do” 0 “mi trabajo es una porqueria” Las etiquetas diagnésticas cumplen
muchas veces esta funcién (en este caso yatrogénicamente): puede
considerarse que un paciente es sencillamente un borderline 0 un obsesi-
vo; lo que haga o diga depende de eso.
El terapeuta puede trabajar con el paciente intentando transfor-
mar historias muy cargadas de “estados”, en historias que conten-
gan mds accién. Es diferente hablar de un hijo vago que de un hijo
que st bloquea cuando siente que tiene que enfrentar una tarea que no se cree
capaz de hacer porque teme decepcionar a su padre. Como es diferente
hablar de una mujer con un “trastorno histriénico de la personalidad’, a
“una mujer que expresa sus sentimientos de soledad con gran intensidad, cuan-
do su marido se baja al bar a pasar toda la tarde con los vecinas”.‘TERCER NIVEL: HABILIDADES GENERATIVAS 179
En otras ocasiones puede suceder lo contrario, que la narrativa
inicial esté saturada de acciones que parecen no tener responsable
(“Siempre he sido maltratada” 0 “Se decidié que Marta dejara de salir los
fines de semana y se quedara en casa estudiando”). En. tales casos, el tera-
peuta puede preguntar cosas como “éQuién la ha maltratado?” 0
“Squién fue el que lo decidié?” que permiten poner sujeto a esas ora-
ciones (y, por tanto, sittin el problema en un contexto interperso-
nal en lugar de definirlo como una desgracia inevitable).
3. De no histérico a histérico
Segiin Sluzki, “la introduccién de la historia permite la genera-
cién de hipétesis explicativas, cambios en la puntuacién, connota-
ciones, deteccién de fluctuaciones, excepciones y patrones”
(Sluzski, 1992), Asf, un relato que carece de sentido, privado de su
contexto histérico, puede, a través de una conversacién guiada por
las preguntas del terapeuta, cobrarlo al encontrar una explicacién
de su desarrollo a través de una determinada historia personal o
familiar. Por ejemplo, una paciente puede afirmar “for una discusion
sin importancia con mi jofa me vine abajo”, y esa puede ser la puerta de
entrada a la exploracién histérica de cémo esa mujer vive los con-
flictos con personas que ella siente cémo de mayor autoridad, y
poder asf preguntar “éEta discusin con su jofa era parecida a las que usted
mantenia de nifia con su madre?’.
En otras ocasiones el relato esté excesivamente anclado en cir-
cunstancias pasadas (“Nunca he podido tomar una decisién’, “desde peque-
fio me han dadlo miedo las demas”). En estos casos se puede tratar pasar
de esta perspectiva anclada en un pasado inmutable a otra que per-
mita poner en juego elementos de la actualidad, que atin pueden ser
controlados por el paciente. Esto pude propiciarse a través de pre-
guntas del tipo. “Si esto les ha ocurrido siempre, équé les ha movido a con-
sultar precisamente ahora?”.
‘Transformaciones en el espacio
1. De no contextualizado a contextualixado
Supone darle a una historia que carece de escenario, un contex-
to de espacio y tiempo, de marco en el que ocurren las cosas. Por
ejemplo: ante una afirmacién como “nada puede hacer que deje de vomi-180 HABILIDADES DE ENTREVISTA PARA PSICOTERAPEUTAS
tar”, podria preguntarse: “éVomitas también cuando vas por la calle, cuan-
do estds en clase, 0 s6lo cuando estds en casa?, éda lo mismo que estés con ami-
-g0s 0 com tu familia, 0 sélo vomitas cuando estds ti sola?”
La contextualizacién de las afirmaciones del paciente es una de
las herramientas mds poderosas para la generacién de narrativas
alternativas. Son més dificiles de contextualizar afirmaciones de
cardcter general como “Nos peleamas continuamente” Situar la accién
en un contexto puede requerir, ante este tipo de afirmaciones, soli-
citar al paciente un ejemplo concreto, y una vez obtenido este,
requerir detalles del contexto: “éPuede contarme una ocasién concreta de
esto? Por gjemplo: éCudll fue la tiltima vex que se pelearon?”,
‘Transformaciones en la apreciacién de causalidad
1. De causa a efecto
Los relatos de los pacientes (y los de los seres humanos en gene-
ral) suelen estar plagados de atribuciones lineales de causalidad:
“Bebo porque me rechara” que, muchas veces, no son compartidas por
las otras personas que participan en la situacién: “Le rechazo porque
llega bebido”. A este fendmeno se refirié Watzlawick, (1967), reco-
giendo las ideas de Bateson, como una de Jas caracteristicas de la
comunicacién humana a la que llamé puntuaciin arbitraria de la secuen-
dia de hechos. Si este tipo de circulos viciosos son puestos de mani-
fiesto en la conversacién, el paciente (0 cada uno de los miembros
de la familia en terapia) pasa a aparecer como alguien que no sélo
es victima de una situacién, sino que juega algtin papel en la mis-
ma, y, por tanto, puede hacer algo por cambiarla.
‘Transformaciones en la interaccién
1. De intrapersonal a interpersonal
Cuando el paciente refiere la historia, describiendo a protago-
nistas a través de rasgos psicolégicos intraps{quicos (y, general-
mente, considerados caracteristicas esenciales e inmutables), que
descargan de responsabilidad a los demds o a si mismo, el terapeu-
ta puede intentar extender el relato a lo interpersonal. Por ejemplo,
ante una afirmacién del tipo “Ella es una persona muy sensible”, el tera-
peuta puede preguntar “éQué casas, de las que usted hace, ponen mds de‘TERCER NIVEL: HABILIDADES GENERATIVAS 181
manifiesto esa sensibilidad? 0 écémo reacciona usted cuando ella se muestra tan
sensible?”,
Por el contrario si la historia se centra exclusivamente en patro-
nes interpersonales por ejemplo, “Entre hermanos, las peleas son conti-
nuas”, dé modo que oculta las cualidades personales de los sujetos,
puede ser util, preguntar por dichas cualidades, por ejemplo “diga-
me, éCémo es Jorge? éQué casas le disgustan a él de su hermano? éY Fran-
cisco? &Es un chico impulsivo 0 mas bien reflexivo...? éSe diferencia en eso de
su hermano, o son parecidas en esa.forma de ser?”.
2. De intenciones a efectos
Ante el relato de un acontecimiento determinado, puede ser util
intentar cambios en la atribucién de la intencién de una persona y
la discusién del efecto del comportamiento de tal persona o de la
interaccién de los protagonistas durante la situacién. Por ejemplo:
“Javier pudo hacer eso por maldad, épudo, también sentirse rabioso, al verse
de nuevo excluido, cuando Francisco y ti os pusisteis a hablar en vor baja entre
vosotros?” 0 écémo te sentiste hi, cuando, Javier dio ese puietar en la mesa?
3. De sintomas a conflictos
A veces, en la narracién, el problema se refiere a circunstancias
fuera del control de los protagonistas, como cuando se recurre al
trastorno mental o a la locura, para explicar las pautas problema.
Por ejemplo “Me entra algo por la cabeza y me transformo, yo creo que en
esos momentas me ruelvo loco y no sé lo que hago...” El terapeuta puede
intentar abrir el camino a relatos alternativos en los que aparezcan
interacciones reciprocas “Ante qué circunstancias notas eso que te enira en
la cabera?, ésuele ocurrir cuando tu mujer te leva la contraria, en algo en lo
que bi crees tener raxén, 0 cuando ella llega mds tarde de lo que ti esperabas,
0 ante qué otras conductas de ella notas ese “algo que te entra en la cabeza”?
4. De roles a reglas
Determinadas exigencias, ideas, comportamientos 0 emociones,
pueden presentarse, en el relato del paciente como resultado del
desempefio de un rol. Una mujer puede sentirse exigida a propor-
cionar determinados cuidados a un hijo con deficiencias porque ella
“es la mujer”. Una pregunta como: “éQuiere decir que, en su casa, la tarea
de cuidar a otras personas tienen que hacerla necesariamente las mujeres?”182 HABILIDADES DE ENTREVISTA PARA PSICOTERAPEUTAS
puede ayudar a que tal exigencia aparezca como producto de un
acuerdo tomado en un contexto mds préximo y en el que es mds
factible una renegociacién o, por lo menos, que haga aparecer esta
opcién como resultado de una eleccién suya, quizds guiada por un
sistema de valores.
A veces se describen roles familiares 0 sociales, fuera del con-
texto interactivo en el que el rol tiene lugar. Por ejemplo, si a una
madre se Ja describe como una mujer sumisa, cabe preguntarse:
“éCon respecto a quitn se muestra ella sumisa?”, Hay roles bien definidos
en nuestra cultura, que, por ser predominantes, hacen invisible lo
que hay de cultural y de reglas de interaccién social, en ellos.
‘Transformaciones en los valores
Algunos relatos aparecen cargados de atributos dicotémicos,
como bueno/malo, generosos/avaro, sabio/ignorante. En estos
casos, puede ser titi intentar contemplar la historia desde otros
valores 0 cuestionar la atribucién inicial. Sluzki (1992) cita como
més frecuentes en psicoterapia los cambios en las siguientes atribu-
ciones de valores:
1. De buena a mala intencién (y viceversa)
Determinadas interacciones de otras personas pueden ser perci-
bidas por el paciente como expresién de una mala intencién hacia
él mismo. La conversacién terapéutica puede restablecer el cardcter
neutro de las actuaciones de los otros, 0, como era el objetivo de
intervenciones como la connotacién positiva que fueron predilectas de
los terapeutas sistémicos hace algunos afios, hacer aparecer esa mis-
ma actuacién guiada por una intencién de signo contrario: “Con su
conducta rebelde, Laura la esté ayudando a distraer sus sentimientos de triste-
za”, de modo que se connota positivamente una conducta hasta
entonces considerada fruto de la “maldad o la locura”, 0, en otra
intervencién, ¢l terapeuta puede decir: “Gracias a la depresion de tu
madre, tity tu padre os habéis puesto de acuerdo en algo”
2. De enyfirmo a sano (0 de loco a cuerde) (y viceversa)
Por este tipo de transformaciones, las ideas, conductas 0 emo-
ciones que se presentan como problematicas pueden ser reformula-‘TERCER NIVEL: HABILIDADES GENERATIVAS 183
das como la tinica respuesta posible en un momento dado aun pro-
blema o requerimiento: la evitacién de una situacién como la res-
puesta légica de alguien que no conoce atin el significado de la cri-
sis de ansiedad que ha sufrido (y no una muestra de cobardia pato-
l6gica), o de alguien que se conoce bien y sabe que atin no se habia
dotado de los instrumentos necesarios para afrontar una situacién
nueva (lo que puede hacer ahora), y no de alguien que tiene la mala
suerte de padecer una fobia.
Muy frecuentemente, el sintoma, atin el més psicético, puede
abrir una via fructifera a la conversacién terapéutica: “Mientras duré
tu delirio, repetias que tu padre no era tu padre, porque su comportamiento con-
tigo no era el de un padre. Ahora me acabas de decir gue te das cuenta de que
aguello fue una idea falsa que dominé en tu cabexa durante un tiempo, pero es
posible, que, a través de ella, quisieras expresar algunos otros aspectos de la
relacién con tu padre, que podamos revisar juntas”.
3. De Legitimo a ilegitimo (y viceversa)
Una paciente contaba: “Es normal que él se desespere conmigo
y, a veces, pierda un poco el control, Hace un aio, yo le engaié con
otro hombre y él me perdond”. En esa afirmacién, la paciente esta legi-
timando wna conducta de violencia de su pareja.
‘Transformaciones en la manera de contar Ia historia
1. De pasiva a activa (y viceversa)
Cambios en esta dimensién pretenden pasar de una narrativa en
la que el narrador se muestra como un objeto y son los otros los
actores, a otra narrativa en la que el narrador adquiera mas activi-
dad y, por tanto, mds responsabilidad. Shuzki sefiala que una trans-
formacién de pasivo a activo es una forma poderosa de expandir el
relato. Ocurre as{ cuando los pacientes se definen como victimas de
sintomas 0 de relaciones en las cuales la postura de pasividad no ha
sido impuesta por la fuerza fisica, opresién econémica 0 ideoldgica.
Pero es importante destacar, como lo hace Sluzki, que este cambio
de postura puede ser contraproducente cuando el actor es un nifio,
una mujer abusada, un anciano frdgil, etc. En estos casos el tera-
peuta ha de facilitar primero la descripcién de la situacién de pasi-
vidad 0 victimizacién, mientras reconoce ante la persona la falta de184 HABILIDADES DE ENTREVISTA PARA PSICOTERAPEUTAS
alternativas que aquélla tenia en tal situacién. De esta forma se pue-
de devolver cierta capacidad de decisién al sujeto, incluso en situa-
ciones muy coactivas. Por ejemplo, una mujer relata la terrible expe-
riencia de su violacién. Sus recuerdos se cargan de culpa por no haber mante-
nido una actitud mds combativa o defénsiva ante sus violadores, lo que le hace
dudar de su oposicién y, por tanto, abre el camino a un posible “consentimien-
to arrancado a la fuerza”: La terapeuta, a través de la conversacién, hace expli-
dita y legitima, la pasividad que mantuvo la mujer durante la violaciin,
Reconoce esta situacién como de gran coaccién, y le da a la persona un necesa-
10 recomocimiento como victima,
En otras ocasiones ocurre exactamente lo contrario y lo que el
paciente trae a la conversacién son relatos en los que se atribuye
responsabilidades que podrian no corresponderle. El caso de la cul-
pa del superviviente, o el del paciente en duelo que rumia incesan-
temente qué podria haber hecho que hubiera evitado la muerte del
ser querido, son los més comunes.
‘Una variacién es la estrategia de externalizacién de White (White,
1993). En palabras de sus autores, la “externalizacién, es un abor-
daje terapéutico que insta a las personas a “cosificar” y, a veces, a
personificar, los problemas que las oprimen”, De esta forma, cuali-
dades que son consideradas como inherentes a las personas 0 a las
relaciones entre las personas, se pueden modificar més facilmente.
Ast, cuando las personas explican sus problemas, lo hacen a través
de descripciones “saturadas por cl problema”, y que sc han conver-
tido en “relatos dominantes de la vida familiar” en palabras de
White (1993). Para él, la externalizacién ayuda a las personas en su
lucha contra los problemas porque, entre otras cosas, hace dismi-
nuir los conflictos interpersonales estériles, en torno a quien es el
responsable del problema, facilitando actitudes de cooperacién y
combatiendo la sensacién de fracaso, de modo que se abran nuevas
vias de solucién del problema.
En la técnica de externalizacién, no son las personas, ni las rela-
ciones entre las personas las que constituyen el problema. Es “el
problema lo que es el problema”, y por tanto, la relacién de la per-
sona con él se convierte en el problema. White se centra en buscar
excepciones 0 situaciones extraordinarias en las que e] problema no‘TERCER NIVEL: HABILIDADES GENERATIVAS 185
est presente, para ir construyendo historias alternativas. Como
estrategias de externalizacién, White utiliza lo que él denomina pre-
guntas de influencia relativa. Estas preguntas animan a las perso-
nas, por un lado, a “describir la influencia del problema sobre su vida y rela~
ciones” Mientras que en segundo lugar, les ayuda a “describir su pro-
pia influencia sobre la vida del problema”.
2. De interpretaciones a descripciones (y viceversa)
Si el narrador se centra en suposiciones 0 conjeturas, el entre-
vistador puede pedirle que describa lo que ocurrié como si hubie-
ra estado alli: “le ruego que me describa los acontecimientos lo més detalla~
damente posible, para que yo me pueda hacer una idea exacta de lo que ocu-
mb” O al revés, cuando la narrativa est muy cargada de acciones,
el terapeuta intentard introducir motivaciones. Por ejemplo: “saliste
de casa.y no volviste hasta el dia siguiente... &Y qué crees que te motivé a com-
portarte de esa manera?”
3. De incompetencia a competencia (y viceversa)
Se trata de una de las transformaciones mds frecuentemente
requeridas por la terapia. Es lo que ocurre cuando el paciente pasa
de contemplar el hecho mismo de haber necesitado buscar trata-
miento como una demostracién de su fracaso a verlo como una
muestra de haber sido capaz de iniciar el tinico camino de recupe-
racién posible dada su situacién. O, por ejemplo, cuando la pacien-
te trae una narracién de s{ misma como una persona incompeten-
te, que no sabe nada, y el terapeuta, le reconoce la sabiduria que
hay detrés del reconocimiento de la propia incompetencia 0 igno-
rancia, al mismo Gempo que centra sus preguntas en los logros de
esa persona a lo largo de su vida. Por ejemplo, “haber sido una madre
dedicada a sus hijos, haber conseguido sacarlos adelante pese al obstéculo que
Sue el no tener dinero, ser analfabela, no contar con apoyo familiar...”
Habilidades no verbales
Son aquéllas que se Uevan a cabo predominantemente a través
del lenguaje gestual o no verbal, aunque no tenga que ser éste el
vehiculo exclusivo en la prdctica de estas técnicas.