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Biografía De Georg Cantor

(Georg Ferdinand Cantor; San Petersburgo, 1845


- Halle, Alemania, 1918) Matemático alemán de
origen ruso. El joven Cantor permaneció en Rusia
junto a su familia durante once años, hasta que la
delicada salud de su padre les obligó a trasladarse
a Alemania. En 1862 ingresó en la Universidad de
Zurich, pero tras la muerte de su padre, un año
después, se trasladó a la Universidad de Berlín,
donde estudió matemáticas (tuvo como
profesores a Ernst Kummer, Karl Weierstrass y
Leopold Kronecker, entre otros), física y filosofía.
Se doctoró en 1867 y empezó a trabajar como profesor adjunto en la Universidad
de Halle.

Georg Cantor

Partiendo de las ideas contenidas en una obra póstuma de Bernhard


Bolzano, Paradojas de lo infinito (1851), en 1874 publicó su primer trabajo sobre
teoría de conjuntos. Entre 1874 y 1897, demostró que el conjunto de los números
enteros tenía el mismo número de elementos que el conjunto de los números
pares, y que el número de puntos en un segmento es igual al número de puntos
de una línea infinita, de un plano y de cualquier espacio. Es decir, que todos los
conjuntos infinitos tienen «el mismo tamaño».

Cantor consideró estos conjuntos como entidades completas con un número de


elementos infinitos completos. Llamó a estos números infinitos completos
«números transfinitos» y articuló una aritmética transfinita completa. Por este
trabajo fue ascendido a profesor en 1879.

Sin embargo, el concepto de infinito en matemáticas había sido tabú hasta


entonces, y por ello se granjeó algunos enemigos, especialmente Leopold
Kronecker, que hizo lo imposible por arruinar su carrera. Estancado en una
institución docente de tercera clase, privado del reconocimiento por su trabajo y
constantemente atacado por Kronecker, sufrió su primera crisis nerviosa en 1884.

Sus teorías sólo fueron reconocidas a principios del siglo XX, y en 1904 fue
galardonado con una medalla de la Sociedad Real de Londres y admitido tanto en
la Sociedad Matemática de Londres como en la Sociedad de Ciencias de Gotinga.
En la actualidad se le considera como el padre de la teoría de conjuntos, punto
de partida de exepcional importancia en el desarrollo de la matemática moderna.
Murió en una institución mental.

Aportes a la matemática.
En un chiste de matemáticos, un profesor le pregunta a la clase cuál es el
número más grande. "Un trillón de billones", responde Jorge. "Y si es un trillón
de billones y uno?", replica el profesor. "Bueno, estaba cerca", dice Jorge.

Los números no tienen fin. Dame un número y te daré uno más grande.
Durante miles de años, los matemáticos pensaron que el infinito estaba más allá de su
comprensión.

Pero a comienzos del siglo XX, el matemático alemán Georg Cantor abordó el
problema del infinito y nos mostró cómo seguir contando cuando los números se
agotan.
Es uno de los momentos más emocionantes en la historia de las matemáticas. Se
parece al momento en que contamos por primera vez. Pero en lugar de 1, 2, 3,
contamos infinitos.

Cantor reveló que el infinito en sí mismo es un número. De hecho, infinitamente


muchos números. Una revelación que desafió profundamente el establecimiento
matemático.
"El verdadero logro de Cantor fue mostrar que hay infinitos más grandes que otros,
algo sencillamente asombroso", señala Roger Penrose, profesor emérito de
Matemáticas de la Universidad de Oxford, en conversación con la BBC.

"Entonces no se trata sólo de lo finito y lo infinito. Hay infinidades grandes, otras


enormes, otras estupendamente enormes...".

¿Un infinito?
Hasta entonces, todos los infinitos habían sido
agrupados bajo un encabezado. Pero Cantor
quería saber si algunos infinitos eran más
grandes que otros.

Fue la pregunta con la que batalló toda su


vida. Cuando finalmente resolvió lo
aparentemente imposible, estaba
absolutamente convencido de su validez.
IMAGESImage captionNo había un único infinito sino muchos, supo Cantor. Y luego se
preguntó si todos los infinitos eran iguales.

El infinito podía ser domesticado y comprendido.


Para quienes tienen los conocimientos suficientes para poderlos apreciar, los teoremas
que Cantor son hermosos.

No obstante, en su época, hasta el eminente matemático Leopold Kronecker, quien lo


había entrenado en la Universidad de Berlín y debería haber sido su más importante
defensor, los consideró como un carbunclo matemático.

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