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Domingo

Un

Dos plones

Días transcurridos en lo dificultoso de levantarse

Me revuelvo entre el humo que pretende no alcanzar a los renacuajos de arriba.

¿Domingo?

Los recuerdos del sábado escaparon murmurantes por la puerta. Jueputa, siempre se me
olvida.

La puerta se abre y el largo pasillo se revela con la iluminación única e inmutable de otro
maldito domingo. Hay gente preparando el almuerzo, el hambre me pudo hace rato, ya no
existe. Una parada en el cuarto de baldosas; nuevos recuerdos escapan vía uretra. Dolor,
imágenes, un beso, vaca, alcohol, dolor, dolor. Flush.

2:40

Mi interior revienta entre una guerra de odios comunes

Yo

Comer siempre resulta catártico.

No hay más.
Mañana es lunes, otra vez despertar.

Contar siempre resulta difícil. Contarme a mí mismo. Peor.

El olor del almuerzo individual de cada bulloso vecino entra armoniosamente por mis
grandes agujeros.

La n

se abre

Arroz de ayer. Agua fría. Afuera un plátano. ¿Ayer huevos? Hoy uno.

El seductor filo entra deliciosamente, baja lento, sin prisa. La vena curvea pavorosa. No hay
misericordia.

Ya no hay hambre. Ya no hay nada.

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