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Salud Pública de México, Vol. 34, Núm. 4 (1992)

EVALUACIÓN DE LA FRECUENCIA CARDIACA Y


PRESIÓN ARTERIAL EN HABITANTES DE MILPA
ALTA, D.F.
AUTORES
SÁNCHEZ-GIRÓN C, M.C.,(1) BRUST-MASCITER E, M.C.,(2) DE ICAZA-HERRERA M., D. EN F.,(3)
VIDRIO-AMOR H, ING.,(4) BRUST-CARMONA H. M.C.(5)

(1) Investigador Técnico, Centro de Desarrollo y Aplicaciones Tecnológicas (CEDAT).


(2) Auxiliar de Investigador, CEDAT.
(3) Investigador Titular, Universidad Nacional Autónoma de México. Miembro del Sistema Nacional
de Investigadores.
(4) Subdirector de Desarrollo y Evaluación Tecnológica, CEDAT.
(5) Director del CEDAT. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

RESUMEN
Tanto la altitud de la Ciudad de México como el incremento de la contaminación atmosférica obligan
a establecer parámetros de comparación de variables cardiovasculares como la frecuencia cardiaca
(FC) y la presión arterial. Con base en ello, se registró la FC, la presión arterial sistólica (PAS) y la
presión arterial diastólica (PAD) en condiciones diversas (sentado, parado, haciendo 30 sentadillas
y nuevamente parado y sentado) en 235 habitantes de Milpa Alta, utilizando procedimientos y
equipos diseñados y fabricados en el Centro de Desarrollo y Aplicaciones Tecnológicas (CEDAT). Se
encontró que la FC disminuye conforme aumenta la edad y la superficie corporal. Así mismo, el
incremento de FC por el ejercicio es menor a mayor edad y superficie corporal, y el regreso a nivel
de reposo es más lento. La magnitud de la PAS y de la PAD tiene una relación directa con la
superficie corporal. En la mujer es más notable el incremento de peso corporal que
significativamente se correlaciona con mayor PAS. El reflejo ortostático (RO) disminuye en
correlación con la edad y la superficie corporal. La pendiente descendente es mayor en mujeres que
en hombres. Se propone que el estudio del RO puede proporcionar mejor información predictiva de
cambios cardiovasculares. Los procedimientos descritos son ejecutables con los recursos físicos y
humanos de centros de salud, lo que permite suponer que al extender este tipo de investigación
aplicada a unidades de atención de primer nivel, el país se prepara para responder eficientemente a
la transición epidemiológica.

ABSTRACT
Both the altitude of Mexico City (D.F.) and the increase in atmospheric pollutants make it important
to establish parameters of comparison for cardiovascular variables, such as heart rate (HR) and
blood pressure (BP). The epidemiological transition occurring in Mexico is increasing the need for
human and physical resources at the first level of health care in order to perform early diagnoses of
cardiovascular disorders among the population. Heart rate, systolic and diastolic blood pressures
(SBP, DBP) were recorded under diverse conditions (seated, standing, performing 30 sit-ups, and
then standing and seated after the sit-ups) in 235 inhabitants of Milpa Alta (a suburb of Mexico
City). The procedures and equipment used were designed and produced at the Center for
Development and Technological Applications, Ministry of Health. The following results were found:
HR decreases with age and body surface. Likewise, the HR increase due to exercise is lower with
increasing age and larger body surface and its return to resting levels is slower. SBP and dbp

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magnitude is directly related to body surface. In women an increase of body weight was found to
be significantly related to a higher SBP. The orthostatic reflex (OR) decreases with age and body
surface. The descending slope is higer in women than in men. We propose that the study of or
could provide better information for predicting cardiovascular changes. The described procedures
can be performed with the physical and human resources available at the Health Centers. The
extension of this type of applied research to first level health care centers would allow the
country to respond efficiently to the epidemiological transition.

Introducción
LA ALTITUD DE la Ciudad de México (D.F.), 2 240 m sobre el nivel del mar, ha planteado desde
finales del siglo pasado la necesidad de estudiar los cambios cardiovasculares y respiratorios que
ocurren en sus habitantes, tendientes a proporcionar una correcta adaptación a la atmósfera
existente. Además se ha buscado comparar estas respuestas con las de sujetos de otras
entidades tanto de la República Mexicana como de otros países. Así, desde el siglo pasado y
principios del presente se describió la hiperglobulia de las alturas1,2 como una respuesta a la
hipoxia que puede ocurrir a partir de los 2 000 m de altitud. Aunque esta supuesta hipoxia y sus
efectos en altitudes menores de 3 000 m han sido tema de controversia continua, en términos
generales se acepta que en los habitantes de la Ciudad de México hay hiperglobulia con
hiperhemoglobinemia.3-5

Estas respuestas adaptativas pueden deberse a la activación, tanto de los quimiorreceptores


como de las células del organismo principalmente renales, que corresponden a la disminución del
O2. Dichos quimiorreceptores activan el centro vasopresor y cardio-acelerador, produciendo
taquicardia y vasoconstricción, y desencadenan los mecanismos que incrementan la reabsorción
tubular renal de sodio.6

Las células renales excitadas por la hipoxia, a su vez, estimulan la eritropoyesis por medio de un
incremento de la eritropoyetina en forma no bien conocida.7 Así, la vasoconstricción periférica
con la hipervolemia concomitante puede ser el mecanismo que lleva a un incremento de la
presión arterial diastólica (PAD), lo cual debe repercutir en un aumento de presión arterial
sistólica (PAS) para mantener el gasto cardiaco. Por otro lado, la taquicardia también puede
ocasionar un incremento de la PAS, siempre y cuando se respete el tiempo de llenado ventricular
rápido. Un dato que apoya lo anterior es que se ha demostrado que algunos hipertensos
esenciales tienen taquicardia.8 El incremento de PAS y PAD debería compensarse mediante la
activación del reflejo iniciado por los barorreceptores arteriales. Estos, al distenderse por la
presión, se activan y estimulan los circuitos neuronales de integración, que a su vez responden
aumentando la acción parasimpática y disminuyendo la actividad simpática. Podría explicarse que
esta compensación no ocurra si se considera que en condiciones de hipertensión arterial
disminuye la sensibilidad de estos receptores, ya sea por incapacidad de la pared para
distenderse o por un cambio del nivel de disparo (umbral) del receptor o de la efectividad de sus
conexiones centrales, como ha sido propuesto por Bristow y colaboradores.9

Por otro lado, al considerar respuestas cardiovasculares y respiratorias en los habitantes del
Distrito Federal no puede menospreciarse el incremento de algunos de los contaminantes
atmosféricos como son el ozono, el bióxido de azufre, el bióxido de nitrógeno, el bióxido de
carbono y las partículas suspendidas. El incremento tanto de bióxido de carbono como de azufre
puede exagerar, por intermedio de quimiorreceptores periféricos y centrales, las mencionadas
respuestas cardiaca, circulatoria y renal. Además el ozono, mediante la estimulación de los
nociceptores en las vías respiratorias altas, puede disminuir la amplitud del movimiento
respiratorio y, por consiguiente, el volumen de ventilación,10 con lo cual disminuye la presión
parcial de O2 en el alveolo pulmonar, lo que contribuye a la posible hipoxia de la altitud. Esta
disminución del volumen de ventilación seguramente provoca una situación de mayor emergencia
o de estrés y, por consiguiente, una mayor respuesta simpático-adrenal con incremento de la FC,
de la PAS y de la PAD, lo que se opondría a la recomendación de que conviene realizar ejercicio
físico para mantener en buen estado funcional los aparatos cardiovascular y respiratorio.11

La revisión de estos cambios adaptativos en los habitantes del D.F. planteó la necesidad de
diseñar un estudio que permita conocer y evaluar las respuestas de la FC, de la PAS y de la PAD

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en muestras de esta población, tanto en condiciones basales como durante la realización de


actividades físicas.

Así mismo, se registraron el peso y la edad (además de la estatura) debido a que diferentes
estudios han mostrado que el peso y la edad son los principales factores de riesgo para el
desarrollo de la hipertensión arterial. Como muchas de las variables de funcionamiento corporal
se refieren a la superficie corporal, ésta se calculó de acuerdo con la fórmula de Dubois y
Dubois.12 Otros factores considerados de riesgo para el incremento de PA descritos en la
literatura, son el tabaquismo y el alcoholismo. Otro aspecto importante de este trabajo es que,
de acuerdo a las expectativas epidemiológicas, en un futuro cercano mayor número de sujetos
tendrá alteraciones cardiovasculares que deberán ser diagnosticadas en las unidades del primer
nivel como parte de los programas de atención primaria a la salud. Por lo anterior, es
indispensable desarrollar procedimientos y aparatos que permitan valorar con alto grado de
confiabilidad y reproducibilidad la función cardiovascular y que puedan ser instalados y
utilizados en los centros de salud.
Material y Métodos
Durante los meses de septiembre a noviembre de 1990, en el Centro de Salud "Gastón Melo"
de Milpa Alta, D.F., se solicitó la cooperación voluntaria e informada de aquellas personas que
asistieron como acompañantes de los pacientes.

Primero respondieron un cuestionario que, además de solicitar nombre, sexo y edad, también
exploraba el tiempo de residencia en la delegación, hábitos como tabaquismo y alcoholismo, y
los posibles antecedentes cardiovasculares familiares y personales. Después se midió el peso
corporal, sin zapatos y con la menor cantidad de ropa, así como la talla.

Una vez obtenidos estos datos preliminares, se les sometió a la siguiente rutina: el sujeto
permanece sentado durante 2 a 5 minutos en una silla cómoda con respaldo; se le coloca el
manguito para medir presión arterial en el brazo derecho, tomando la PAS y PAD de inicio o
control mediante un aparato electrónico automático (digital MB-550). Sus antebrazos deben
mantenerse en reposo sobre una mesa, para poder introducir cuatro dedos de cada mano en
un recipiente de plástico con solución salina y un electrodo de plata-clorurada, lo que permite
detectar la actividad eléctrica cardiaca en la derivación I de electrocardiografía.

Los electrodos se conectan a un monitor de frecuencia cardiaca de desplegado digital (MFC-


CEDAT), que calcula el valor de la FC en latidos por minuto (lpm) con base en el intervalo de
las despolarizaciones ventriculares.13 Una salida especial de este aparato se conecta, por
intermedio de un convertidor analógico digital, a una microcomputadora tipo PC compatible, la
cual mide el intervalo entre cada pulso eléctrico ventricular (QRS), calcula la frecuencia
cardiaca (lpm) y la gráfica en un sistema de coordenadas. El registro que se obtiene se muestra
en la parte superior de la figura 1. La ordenada representa la FC expresada en latidos por
minuto (lpm) y la abcisa, el tiempo en segundos.

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Las líneas verticales son colocadas por la microcomputadora por indicación del observador
para ubicar los instantes precisos en que cambia la situación del sujeto. La primera vertical
marca el momento en que se levanta el sujeto; estando parado se mide la PA. La segunda
línea vertical indica el inicio de las sentadillas, la tercera el momento en que termina; y se
vuelve a medir la PA. La cuarta línea cuando se vuelve a sentar y se mide nuevamente la PA.

La columna de datos que se encuentra en la figura 1 corresponde a los valores de edad,


peso, estatura y superficie corporal, calculada aritméticamente por la PC. Las cinco parejas
de valores corresponden a la presión arterial sistólica y diastólica. RO corresponde al
incremento de FC al levantarse el sujeto y el tiempo de recuperación post ejercicio.

La parte inferior de la figura 1 muestra la gráfica en la cual el programa ha ajustado la recta


de mínimos cuadrados y calculado el promedio, la pendiente y la correlación interna en cada
una de las etapas.

Como precaución y para detectar posibles alteraciones de la actividad eléctrica cardiaca en


los sujetos participantes, los electrodos también se conectaron a un monitor de
electrocardiografía (MECG-CEDAT).14 Este arreglo permite observar continuamente el
electrocardiograma y, en el caso de notar alguna anomalía, efectuar un registro en papel en
el electrocardiógrafo Medi-CEDAT.15

El análisis estadístico de los resultados se realizó de acuerdo con dos esquemas. En el


primero se agruparon los sujetos según las diferentes décadas de edad, calculando el
promedio y la desviación estándar de cada una de las variables medidas en las cinco
condiciones diferentes. En el segundo esquema de trabajo se analiza la conexión estadística
entre cada variable cardiovascular y los datos generales de cada sujeto y del grupo.
Resultados
Las observaciones se realizaron en 235 sujetos, de los cuales 151 eran del sexo femenino y
84 del masculino. Sus edades fluctuaron entre 5 y 70 años. Las mujeres tuvieron un

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promedio de residencia en el área de 19 años, con desviación estándar (DE) de 15 años,


con un rango de 8 a 44 años, mientras que para los hombres ese promedio fue de 15.3
años (DE=14) con un rango de 7 a 27 años.

En el cuadro I se pueden observar los promedios y desviación estándar de la talla, el peso


y la superficie corporal. Analizando los datos de las mujeres se encuentra que la estatura
se incrementa en las primeras tres décadas de la vida, alcanzando el máximo de 154 cm en
promedio, con DE de 5 cm, disminuye paulatinamente en las siguientes décadas y alcanza
el mínimo de 148 cm (DE= 5.6 cm) en la séptima década. En cambio, el peso corporal
aumenta constantemente hasta la sexta década, en la cual se alcanza el máximo promedio
de 66.4 kg (DE= 10.0) y disminuye en la siguiente década (promedio= 59.6, DE= 9.8), lo
que se manifiesta en un incremento de la superficie corporal. Con respecto a los datos de
los hombres se observó que el promedio máximo de estatura se alcanza en la tercera
década (x= 165.6, DE= 0.06) y disminuye en las tres siguientes. Cabe mencionar que los
cinco sujetos estudiados de la séptima década mostraron un promedio de estatura mayor
que la registrada en la quinta y sexta década.

El peso corporal también aumenta constantemente hasta la quinta década en la que se


alcanza un promedio de 70 kg (DE= 12), y disminuye a 65 kg en la sexta y aumenta a 82
kg en la séptima década. Es interesante mencionar que el promedio de superficie corporal
considerando como estándar (1.73 m2), para comparaciones de diferentes funciones

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corporales, se alcanza entre los 20 y 30 años de edad.

El peso corporal promedio que alcanzan las mujeres en relación con la estatura es mayor
que el de los hombres, lo que indica que las mujeres tienen mayor peso corporal por
centímetro de estatura.

En relación con la presión arterial (PA) se observa que hay un incremento de PAS a lo
largo de las siete décadas (cuadro I), mostrando una cifra promedio máxima de 149 mm
Hg en la sexta década con DE= 31.9. La figura 2A ilustra el incremento de la PAS con
relación a la superficie corporal. Así mismo, en los hombres se observa que la PAS
aumenta ligeramente en cada una de las décadas y alcanza el máximo de 146 mm Hg
como promedio (DE= 10), y también se incrementa en relación con la superficie corporal
(figura 2B). Observe la mayor pendiente en la gráfica correspondiente a los datos de las
mujeres que alcanza un mayor nivel que la de hombres. La PAD sigue una evolución
similar (figura 3). Los aumentos de la PAS y la PAD son comparativamente iguales en los
hombres y en las mujeres. Puede notarse que la PA de hombres y mujeres difiere poco
en relación con superficies corporales menores de 1.2 m2, pero después el incremento es
ligeramente mayor en las mujeres. Tanto la PAS como la PAD en la sexta década son
mayores en las mujeres que en los hombres. Sin embargo, en la séptima década, los
cinco sujetos estudiados que tienen mayor estatura y peso corporal que los promedios de
las décadas quinta y sexta muestran un mayor promedio de PAS y PAD, el cual es incluso
superior al de las mujeres de la séptima década.

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Al analizar los valores promedio de la FC se observó que ésta tiene una gran
variabilidad en cada sujeto, aun en las mismas condiciones. Las fluctuaciones,
representadas por la desviación estándar, son mayores en las mujeres que en los
hombres.

En el cuadro II se enumeran dichos promedios y la pendiente en ambos grupos. Tanto


en las mujeres como en los hombres, el promedio de la FC disminuye a lo largo de las
tres primeras décadas; sin embargo, en los hombres la disminución es más acentuada
en la segunda a la tercera década y guarda una relación inversa con la superficie
corporal (figura 4).

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En todos los sujetos al levantarse se incrementó la FC para disminuir en pocos


segundos y regresar a los valores previos en dos fases: una primera rápida y luego
otra lenta (reflejo ortostático). En el grupo de las mujeres, el RO disminuye
progresivamente en cada década de edad estudiada, coincidiendo con el
incremento de superficie corporal (figuras 5A). También cabe mencionar que en las
mujeres, los valores de la desviación estándar del RO son relativamente altos. En
el grupo masculino, el RO se incrementa ligeramente en las tres primeras décadas,
disminuyendo en las siguientes y la magnitud de la desviación estándar es menor
en todas las décadas al compararse con las correspondientes de las mujeres (figura
5B). Nuevamente la pendiente de disminución es mayor en las mujeres que en los
hombres. La FC es mayor en la condición de parado que en la de sentado en
ambos grupos, de tal manera que el promedio es superior y la diferencia es
significativa (cuadro III). En este cuadro se muestran las cifras que indican que la
FC en estado de reposo varía en forma importante alrededor de un plano
horizontal.

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El ejercicio físico (sentadillas) provocó un claro aumento de la FC en todos los


sujetos; sin embargo, dicho aumento es menor conforme aumenta la edad, lo
cual puede notarse en las cifras de las pendientes que se muestran en el
cuadro III. También se nota que en esta condición de incremento de la FC las
fluctuaciones disminuyen. Así mismo, es menor el incremento de la FC a mayor
superficie corporal (figura 6). El tiempo de recuperación fluctuó entre 67 y 74
segundos para las mujeres y entre 56 y 106 para los hombres. En todos los
sujetos, la FC regresa a los niveles promedio observados en la condición de
parado en 2-3 minutos.

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En las mujeres, la PAS casi no se modifica al pasar de la condición de


sentada a parada, mientras que en los hombres aumenta ligeramente al
estar parados, sobre todo en la cuarta y quinta décadas (cuadro IV)

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En las mujeres consecutivamente al ejercicio se incrementa la PAS a una


cifra promedio de 143 y de 165 mm Hg (DE= 16.2 y 24.4), en la quinta y
sexta década, respectivamente. En los hombres, el aumento de PAS llega a
143 mm Hg (DE= 21) en la cuarta década y aumenta a 148 (DE= 23) y a
152 (DE= 21.4) en las siguientes dos décadas. Al cabo de 2-3 min después
del ejercicio, la PAS regresa a sus niveles previos en las mujeres y los
hombres de las cuatro primeras décadas, pero no lo hace en las dos
siguientes, manteniendo cifras comparativamente mayores las mujeres.
Las variaciones de la PAD son menores al pasar de sentado a parado y
consecutivamente al ejercicio se observa un discreto aumento de 5-8 mm
Hg excepto en los hombres de la sexta década, en los cuales disminuye de
97 a 91 mm Hg. Los promedios y desviación estándar de la PAS y PAD en
las diferentes condiciones de medición se presentan en el cuadro IV para
ambos grupos. Se debe mencionar que, en términos generales, la mayoría
de las mujeres realizó el ejercicio físico en forma más lenta e incompleta.
Los datos de la encuesta indican que, en esta muestra, van siendo menos
las mujeres que realizan ejercicio físico en contraste al mayor número de
hombres que persisten en esta actividad (cuadro V). Por otro lado,
aparentemente un número mayor de mujeres fuman con mayor frecuencia
e intensidad, mientras que en el grupo masculino el hábito de fumar y de
ingerir bebidas alcohólicas presenta un incremento mucho más notable

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alcanzando el máximo de ingestión alcohólica en la cuarta década (11 de


13 hombres beben seis días de la semana). En la siguiente década el 46
por ciento que bebe lo hace los siete días de la semana. Por último,
parece observarse una mayor frecuencia de valores altos de las variables
cardiovasculares estudiadas en los sujetos que tienen antecedentes
familiares con enfermedades cardiovasculares.

Discusión
Los resultados obtenidos indican que el sistema de captación de la
información en microcomputadora, mediante los programas elaborados
en el CEDAT, es relativamente fácil de aprender por el personal de
atención a la salud sin ningún entrenamiento previo en computación. Así
mismo, los aparatos diseñados y construidos en el CEDAT funcionaron
eficazmente con los recursos físicos del Centro de Salud, por lo cual es
viable que se extienda este tipo de investigación descriptiva a otros
servicios del primer nivel de atención con el objetivo de alcanzar
magnitudes de muestreo que permitan establecer estándares mexicanos
y, por consiguiente, detectar a las personas con mayor riesgo de
alteraciones de la actividad cardiaca y de la presión arterial, o de ambos.

En esta población también se notó que el peso corporal promedio es


mayor que el descrito para otros grupos de mujeres. Sin embargo dicho
promedio, relativamente alto, es menor que el del grupo de personas
estudiadas en el Centro de Salud "Ampliación Hidalgo",16 lo cual hace
más imperativo que se efectúen acciones tendientes a identificar si el
aumento de peso corporal representa obesidad con los riesgos
consiguientes.17 De hecho, en este trabajo se describe que la variable
independiente peso corporal es la que mayor cambio produce en la
presión arterial tanto sistólica como diastólica. Esta observación de
obesidad resulta contradictoria en la población abierta, considerando el
bajo poder adquisitivo de ese estrato socio-económico, lo cual indica una
alteración importante en el tipo de consumo de alimentos y/o la forma
en que los elaboran e ingieren. Por lo tanto, en concordancia de las
atribuciones funcionales de la SSA, se sugiere que en los centros de
salud se impartan clases de nutrición y de cocina como parte de los
programas de promoción de la salud.

Por otro lado, la encuesta revela que por lo general la mujer reside más
tiempo en un lugar (x= 19.0 años) a diferencia del hombre (x= 15.3
años). Los datos de residencia no permiten hacer más comentarios
debido a que no se preguntó en qué otros lugares habían vivido y por
cuánto tiempo.

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Los hábitos de fumar o ingerir bebidas alcohólicas son más altos en


hombres que en mujeres, lo que parece compensarse con una mayor
participación en actividades físicas por los hombres. También es
importante señalar que aparentemente ha aumentado el tabaquismo
en el grupo de mujeres. Nuevamente, esto define qué programas de
promoción de la salud deben desarrollar los centros de salud para
beneficio de la población.

El tamaño de la muestra no permite hacer comentarios respecto a la


significancia de que, en la 4a y 5a décadas, la superficie corporal de
los sujetos fuera menor que en las primeras tres décadas. La
excepción es el subgrupo de hombres en la séptima década que
mostraron mayor peso y estatura corporal. Lo primero puede indicar,
como ya se ha mencionado, que las nuevas generaciones de
mexicanos están siendo de mayor estatura y peso corporal pero con
marcada tendencia a la obesidad, cuando menos en las mujeres de las
dos muestras estudiadas por nosotros en condiciones similares.
También es conveniente mencionar que la muestra es aleatoria ya que
por la técnica de muestreo se tiene un sesgo, debido a la mayor
presencia de la mujer en el Centro de Salud, resultado de la
organización familiar en México.

La mayoría de los valores de FC, PAS y PAD quedan dentro de los


niveles aceptados como normales. De hecho, los datos descritos en
este trabajo coinciden con los de algunos libros de fisiología y
fisiopatología clínica.6,7,18 Aún más, los valores registrados en la
primera década coinciden o quedan dentro del promedio descrito en
1935 por López y colaboradores,19 lo cual resulta de gran interés ya
que permite decir que en las variables analizadas en este trabajo, aún
no se manifiestan efectos de los contaminantes atmosféricos. Por otro
lado, es importante mencionar que el método de registro de FC
utilizado es tan sensible que detecta más variaciones de las que el
médico, en general, puede determinar por medios menos precisos.
Goldberger y colaboradores20 han descrito que una FC muy regular
coincide, minutos después, con un infarto cardiaco. Además, describen
datos indicativos de que la disminución de variabilidad va más ligada a
futuras enfermedades y proponen el nuevo concepto de que la
enfermedad aparece cuando los tejidos pierden su capacidad de
variación, ajustándose en una condición o dirección de la variación. En
este trabajo se encontró una mayor variabilidad en la intensidad y
características del reflejo ortostático en la mujer que en el hombre. En
ambos grupos disminuye el RO conforme se avanza en edad, siendo
más acentuado en el sexo masculino. Cambios similares han sido
descritos por Bristow y colaboradores.9 Además, Mader21 describió que
el incremento de FC al levantarse es mayor en los jóvenes que en los
adultos, en todos los momentos en que se midió en un periodo de 24
horas. Esta posible pérdida de sensibilidad del reflejo barorreceptor ha
sido propuesta como un mecanismo que conduce a la hipertensión
arterial,8,9 a lo que podría agregarse la descripción del decremento del
tono vagal que ocurre con la edad y que puede o no relacionarse con la
disminución del reflejo barorreceptor. Esto parece ocurrir más
intensamente en los hombres, aumentando los riesgos de enfermedad
o muerte súbita. Todos estos cambios están de acuerdo con el dato
estadístico de mayor mortalidad del hombre y mayor expectativa de
vida de las mujeres.

Esta investigación descriptiva abre un campo de trabajo representado


por el análisis del reflejo ortostático como indicador de riesgo, para lo
cual es importante analizar dicho reflejo en personas "normales", en

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quienes presentan accesos de hipertensión o en personas que la


tienen crónicamente elevada. Este análisis debe desglosar las dos
partes de la respuesta, la primera de incremento de FC, que
representa tanto la supresión de la actividad de los barorreceptores
como el incremento del tono simpático, y la segunda el descenso de
FC, que indica la respuesta de los barorreceptores con incremento
del tono vagal. Hay pocos estudios al respecto y la mayoría de ellos
han utilizado la acción de fármacos que pueden tener efectos aún no
identificados, además de que por ser métodos invasivos no parece
muy aceptable utilizarlos en la población en general.22 El
procedimiento descrito en este trabajo es completamente inocuo y
"no invasivo".

Posteriormente, de acuerdo con los resultados del análisis del RO,


habría que buscar los mecanismos fisiológicos y farmacológicos que
incrementen la sensibilidad de los barorreceptores. Por ejemplo, se
ha propuesto que: a) la ingestión de alimentos disminuye el umbral
de los barorreceptores,21 b) los digitales aumentan su efecto
bradicárdico23 y c) el ejercicio regular y controlado mantiene la
sensibilidad de los barorreceptores y en general mejora las variables
cardiovasculares.24,25

Este tipo de actividad de investigación aplicada cambia la filosofía en


la atención primaria de la salud, de "esperar" a los enfermos por
"salir" a detectar los signos de riesgo e indicar los programas de
promoción de la salud que ayuden a mantener una mejor función
cardiovascular, por ejemplo, los programas con ejercicios físicos
controlados.11,25 Es decir, con este tipo de investigación,
complementada con la organización de historias clínicas y
expedientes familiares, se daría continuidad al programa de atención
primaria de la salud.26

AGRADECIMIENTOS

Expresamos nuestro reconocimiento a los residentes de medicina


familiar del Centro de Salud "Gastón Melo", quienes obtuvieron los
datos de esta investigación.
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