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INP El Redentor

“El Evangelio y La Historia de la Iglesia”

I.- Objetivos educacionales:

1.- Conocer las raíces históricas de nuestra fe


2.- Conocer el desarrollo de las principales doctrinas de la fe cristiana
3.- Analizar la relación entre la decadencia de la iglesia y la falta de una enseñanza
centrada en el evangelio
4.- Comprender como la iglesia en el siglo XXI tiene casi los mismos retos que la Iglesia del
primer siglo.
5.- Identificar en la historia las características bíblicas de la misión de la iglesia

II.- Objetivos Formativos

1.- Desarrollar la habilidad para identificar el origen de nuestras posiciones doctrinales


2.- Desarrollar una actitud de humildad para reconocer que el Espíritu Santo ha impartido
su gracia a través de la historia de la iglesia y que nosotros somos los beneficiarios del
trabajo que otros han hecho para conservar la sana doctrina.
3.- Desarrollar la habilidad para utilizar la historia de la iglesia de una manera apologética.
4.- Desarrollar una visión de la historia de la iglesia que nos permita reconocer la
soberanía de Dios y su providencia.

III.- Bosquejo del Curso

a) 33-100 D.C. La Era Apostólica/El Poder del Evangelio


b) 100-313 D.C. La Iglesia Primitiva/La Defensa del Evangelio
c) 313-476 D.C. La Iglesia Imperial/El Evangelio y el Sincretismo
d) 476-1400 D.C. La Iglesia Medieval/El Evangelio Olvidado
e) 1400-1700 D.C. La Iglesia de la Reforma/ El Evangelio Recuperado
f) 1700 – 1900 D.C. La Iglesia Moderna/El Evangelio Mundial
g) 1900 – A la fecha La Iglesia Actual/El Evangelio en un Mundo Postmoderno

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33-100 D.C. La Era Apostólica/El Poder del Evangelio
I.- Quienes son Apóstoles

En el Nuevo Testamento hay más de 80 referencias a los apóstoles:

 Apóstoles son los 12 que compartieron la el ministerio de Cristo y luego Pablo que
fue considerado como igual a los apóstoles en autoridad.

Mateo 10:1-4

Reunió a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar a los *espíritus malignos y sanar
toda enfermedad y toda dolencia.

2
Éstos son los nombres de los doce apóstoles: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano
Andrés; *Jacobo y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; 3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el
*recaudador de impuestos; Jacobo, hijo de Alfeo, y Tadeo; 4 Simón el Zelote y Judas Iscariote,
el que lo traicionó.

Gálatas 1:11-14

11 Quieroque sepan, hermanos, que el *evangelio que yo predico no es invención


*humana. 12 No lo recibí ni lo aprendí de ningún *ser humano, sino que me llegó por
revelación de Jesucristo

1 Corintios 12:28

28 Enla iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas;
en tercer lugar, maestros; luego los que hacen milagros; después los que tienen dones
para sanar enfermos, los que ayudan a otros, los que administran y los que hablan en
diversas *lenguas.

 Se construye la iglesia sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas.

Efesios 2:20

20 edificados
sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Cristo Jesús
mismo la piedra angular.

Hechos 2:42-46

42 Semantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el


partimiento del pan y en la oración.

Hoy no hay más apóstoles porque los que predicamos y enseñamos no estamos
estableciendo un nuevo fundamento sino que seguimos el fundamento de los apóstoles.

2
Los apóstoles tenían una autoridad que nadie más tiene: Hechos 13:7-11; Hechos
14:8-13;

II.- Que enseñaban los Apóstoles

Romanos 1:1

“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser Apóstol, apartado para el evangelio de


Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas escrituras”

2 Timoteo 1:9-11

Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida *santa, no por nuestras propias obras,
sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús
antes del comienzo del tiempo; 10 y ahora lo ha revelado con la venida de nuestro
Salvador Cristo Jesús, quien destruyó la muerte y sacó a la luz la vida incorruptible
mediante el evangelio. 11 De este evangelio he sido yo designado heraldo, apóstol y
maestro.

Efesios 3:5-6

Ese misterio, que en otras generaciones no se les dio a conocer a los *seres
humanos, ahora se les ha revelado por el Espíritu a los santos apóstoles y profetas
de Dios; 6 es decir, que los gentiles son, junto con Israel, beneficiarios de la misma
herencia, miembros de un mismo cuerpo y participantes igualmente de la promesa
en Cristo Jesús mediante el *evangelio.

1 Corintios 3:11

11 porque nadie puede poner un fundamento diferente del que ya está puesto, que
es Jesucristo.

Cronología de la Iglesia Primitiva (33-100)

 35 Los cristianos son llamados así por primera vez.


 ca.46-48 Primer Viaje Misionero de Pablo
 50 Concilio de Jerusalén (Hechos 15)
 ca.49-52 Segundo Viaje Misionero de Pablo
 ca.53-57 Tercer Viaje Misionero de Pablo (Hechos 18:23 - 21:16).
 ca.59-62 Viaje del Apóstol Pablo a Roma (Acts 27 - 28:16).
 64-68 La primera de 10 grandes persecuciones bajo el emperador Nerón y martirio
de los Apóstoles Pedro y Pablo
 66-73 Guerra Judío-Romana
 68 Suicidio del Nerón
 69 Ignacio de Antioquía es nombrado Obispo de Antioquía.
 70 Destrucción de Jerusalén pro el General Tito.

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 75 Judea, Galilea y Samaria pasan son designadas provincia de Palestina por los
romanos.
 80 Flavio Josefo escribe su libro “Antigüedades Judías”
 95 El Apóstol Juan escribe el Apocalipsis
 ca.90-96 Persecuciones del Emperador Domiciano
 ca.100 Aparecen las primeras catacumbas en Roma.
 100 Muerte del Apóstol Juan

Los Padres Apostólicos

Clemente de Roma.- Escribió hacia el año 96 una carta a la Iglesia de Corinto, agitada por
el cisma. Es una exhortación serena y vigorosa a la paz y a la concordia, a la sumisión a la
jerarquía y, al mismo tiempo, un documento de la caridad que une a las Iglesias, de la
constitución jerárquica de la Iglesia (obispos, presbíteros, diáconos), y un índice de la
autoridad de la Iglesia de Roma. Una larga oración de acción de gracias constituye un
ejemplo de la oración litúrgica del siglo I, todavía muy afín a la oración de la sinagoga. El
escrito llamado segunda epístola de Clemente a los corintios es una homilía (romana) que
data del año 150, poco más o menos.

Ignacio de Antioquía.- Martirizado en Roma hacia el año 110, había escrito siete cartas a
distintas Iglesias de Asia y a la Iglesia de Roma. Estas cartas, eco de un alma apasionada
por Cristo y sedienta del martirio, es quizá el documento más precioso de la antigua
literatura cristiana. «Contienen—dice San Policarpo—la fe y la paciencia y toda edificación
que se apoye en Nuestro Señor.» Nos suministran una referencia completa acerca de la
creencia y de la vida de la Iglesia en los primeros años del siglo II, ya sobre la fe en Cristo,
en su doble naturaleza, en su nacimiento virginal, ya sobre la Iglesia y su jerarquía, sobre
el bautismo y la Eucaristía, sobre la tradición y la autoridad de la Escritura, sobre la
reacción ante las herejías nacientes, finalmente, sobre la Iglesia romana.

Hermas.- El llamado Pastor, de Hermas, es un escrito complejo y extraño, compuesto en el


género apocalíptico y visionario, probablemente hacia la primera mitad del siglo II,
aunque pudiera haber en él elementos de diversas épocas. Consta de una serie de visiones,
comparaciones o alegorías, algunas de ellas de sentido bastante confuso, que se refieren a
diversos aspectos de la vida cristiana.

Según se desprende del escrito, Hermas, su autor, era un cristiano sencillo y rudo, pero
lleno de preocupaciones religiosas y con una particular conciencia de sus propias faltas
morales de diversa índole. Pesa sobre él especialmente el remordimiento por no haber
sabido mantener debidamente las relaciones familiares con su mujer y sus hijos, y por no
haber sabido hacer buen uso de sus bienes de fortuna, que había perdido.
Correspondiendo a esta conciencia de culpabilidad, sobresale en el escrito el tema de la
penitencia y del perdón que, contra lo que se suponía en concepciones rigoristas, podía ser
obtenido al menos una vez después del bautismo, si uno se arrepentía sinceramente.
Hermas, simple laico, tiene conciencia de que esto se oponía a la enseñanza de ciertos
doctores de la Iglesia que no admitían posibilidad de perdón al que hubiere pecado
gravemente después del bautismo, y presenta sus ideas como un anuncio especial de un

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mensajero de Dios que se aparece en forma de pastor, y que es el que dio a este escrito su
nombre.

Además del tema de la penitencia, es prominente en el Pastor, de Hermas, el tema de la


Iglesia, la cual aparece bajo la alegoría de una torre en construcción, de la que pueden
venir a formar parte diversas clases de piedras, que son diversos géneros de fieles.
Algunas piedras son temporalmente rechazadas para la construcción, otras lo son
definitivamente, representando los fieles que podrán o no a su tiempo hacer penitencia.

Policarpo .- Discipulo de San Juan y obispo de Esmirna, escribe una carta a los filipenses.
Cita a Pablo a Juan y a los apóstoles. Reconoce la superioridad de Pablo en la enseñanza
del evangelio.

Testimonio de Eusebio sobre Policarpo: “Siendo yo niño, conviví con Policarpo en el Asia
Menor... Conservo una memoria de las cosas de aquella época mejor que de las de ahora,
porque lo que aprendemos de niños crece con la misma vida y se hace una cosa con ella.
Podría decir incluso el lugar donde el bienaventurado Policarpo se solía sentar para
conversar, sus idas y venidas, el carácter de su vida, sus rasgos físicos y sus discursos al
pueblo. Él contaba cómo había convivido con Juan y con los que habían visto al Señor.
Decía que se acordaba muy bien de sus palabras, y explicaba lo que había oído de ellos
acerca del Señor, sus milagros y sus enseñanzas. Habiendo recibido todas estas cosas de
los que habían sido testigos oculares del Verbo de la Vida, Policarpo lo explicaba todo en
consonancia con las Escrituras. Por mi parte, por la misericordia que el Señor me hizo,
escuchaba ya entonces con diligencia todas estas cosas, procurando tomar nota de ello, no
sobre el papel, sino en mi corazón. Y siempre, por la gracia de Dios, he procurado
conservarlo vivo con toda fidelidad... Lo que él pensaba está bien claro -en las cartas que él
escribió a las Iglesias de su vecindad para robustecerlas o, también a algunos de los
hermanos, exhortándolos o consolándolos...1”

Papias.- Papías fue obispo de Hierápolis de Frigia, en Asia Menor. Según Ireneo habría
sido oyente del apóstol san Juan, y era amigo de Policarpo de Esmirna. Escribió hacia el
año 130 cinco libros de Explicaciones de los dichos del Señor, que suelen considerarse
como la primera obra de exégesis de los Evangelios. No conocemos de ella más que
algunas citas y alusiones que se hallan en la Historia Eclesiástica, de Eusebio de Cesárea.
Según éste, Papías habría profesado el milenarismo, siendo el responsable de que
posteriormente otros varones eclesiásticos adoptaran esta doctrina, apoyados en la
antigüedad de Papías. Asimismo se deberían a él "ciertas extrañas parábolas y enseñanzas
del Salvador, que tienen visos de fábula." Sin embargo son de especial interés las noticias
contenidas en los pasajes de Papías citados por Eusebio, acerca de la primitiva tradición
apostólica y la composición de los Evangelios.

"…No dudaré en ofrecerte, juntamente con mi propia interpretación, todo lo que en otro
tiempo aprendí muy bien de los ancianos y dejé bien grabado en mi memoria. Porque yo
no me complacía, como hacen muchos, con los que hablan mucho, sino con los que
enseñaban la verdad; ni con los que se remiten a mandamientos extraños, sino en los que
se atienen a los que fueron dados por el Señor a nuestra fe y proceden de la verdad misma.
Si alguna vez venía a nosotros alguno de los que habían seguido a los ancianos, yo le

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preguntaba acerca de lo que ellos solían decir: qué habían dicho Andrés, Pedro, Felipe,
Tomás, Santiago, Juan, Mateo o cualquier otro de los discípulos del Señor, o qué es lo que
dicen Aristón y Juan el presbítero, discípulos del Señor. Porque pensaba yo que no sacaría
tanto provecho de los libros escritos, cuanto de la palabra viva y permanente...”

La fe de los Padres apostólicos es una fe sencilla, llena de pasión y amor por el Salvador,
sin embargo, es posible que la doctrina de los apóstoles haya decaído mucho en este
período por las constantes persecuciones tanto de los judíos en los primeros años de la
iglesia como en la segunda parte del siglo primero.

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“El Evangelio y La Historia de la Iglesia”

Sesión II

I.- Las Doctrinas de la Justificación y Santificación en los primeros siglos

Uno de los mayores desafíos de los primeros años de la iglesia primitiva fue como
responder correctamente a la salvación en Cristo. De esta idea se desprenden muchas de
las manifestaciones de fe que encontramos en los padres de la iglesia del siglo I hasta el
siglo V. Las obras y la fe se confunden en muchas de las ideas de la fe cristiana. La idea de
la justificación en Cristo estaba más enfocada en las obras que lleva a cabo el creyente que
en la justicia de Cristo. Aunque hay excepciones. Clemente de Roma afirma que los
personajes de la historia de la redención fueron salvos no por las obras de la ley sino por la
fe.

La Justificación en la CFW

A los que Dios llama de una manera eficaz, también justifica gratuitamente, (1) no infundiendo
justicia en ellos sino perdonándolos sus pecados, y contando y aceptando sus personas como justas;
no por algo obrado en ellos o hecho por ellos, sino solamente por causa de Cristo; no por imputarles
la fe misma, ni el acto de creer, ni alguna otra obediencia evangélica como su justicia, sino
imputándoles la obediencia y satisfacción de Cristo (2) y ellos por la fe, le reciben y descansan en él
y en su justicia. Esta fe no la tienen de ellos mismos. Es un donde e Dios.

1. Romanos 8:30 y 3:24.


2. Romanos 4:5-8; 2 Corintios 5:19,21; Romanos 3:22,24,25,27,28; Tito 3:5,7; Efesios 1:7;
Jeremías 23:6; 1 Corintios 1:30,31; Romanos 5:17-19.
3. Hechos 10:44; Gálatas 2:16; Filipenses 3:9; Hechos 13:38,39; Efesios 2:7,8.

La Santificación en la CFW

Aquellos que son llamados eficazmente y regenerados, teniendo creados un nuevo corazón y un
nuevo espíritu en ellos, son además santificados real y personalmente por medio de la virtud de la
muerte y la resurrección de Cristo, (1) por su Palabra y Espíritu que mora en ellos; (2) el dominio
del pecado sobre el cuerpo entero es destruido, (3) y las diversas concupiscencia de él son debilitadas
y mortificadas más y más, (4) y los llamados son más y más fortalecidos y vivificados en todas las
gracias salvadoras, (5) para la práctica de la verdadera santidad, sin la cual ningún hombre verá al
Señor. (6)

1. 1 Corintios 6:11; Hechos 20:32; Filipenses 3:10; Romanos 6:5,6.


2. Juan 17:17; Efesios 5:26; 2 Tesalonisenses 2:13.
3. Romanos 6:6,14.
4. Gálatas 5:24; Romanos 8:13.
5. Colosenses 1:11; Efesios 3:16-19.6. 2 Corintios 7:1; Hebreos 12:14.

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¿Cómo podemos explicar la decadencia de la doctrina en la generación de los Padres
Apostólicos y en los años siguientes?

a) La era de Cristo y los Apóstoles fue especialmente una época de manifestaciones


poderosas del Espíritu Santo pero esto cambio en la era siguiente.

b) El Nuevo Testamento no había sido integrado. Aunque había conocimiento de algunos


textos considerados palabra de Dios pero no tenían el canon completo y las
manifestaciones del Espíritu Santo a veces se prestaban a confusión y abusos.

26
¿Qué concluimos, hermanos? Que cuando se reúnan, cada uno puede tener un himno, una
enseñanza, una revelación, un mensaje en *lenguas, o una interpretación. Todo esto debe hacerse
para la edificación de la iglesia. 27 Si se habla en lenguas, que hablen dos —o cuando mucho tres—
, cada uno por turno; y que alguien interprete. 28 Si no hay intérprete, que guarden silencio en la
iglesia y cada uno hable para sí mismo y para Dios.
29
En cuanto a los profetas, que hablen dos o tres, y que los demás examinen con cuidado lo dicho.

1 Corintios 14:26-29

18 Timoteo, hijo mío, te doy este encargo porque tengo en cuenta las profecías que antes se hicieron
acerca de ti. Deseo que, apoyado en ellas, pelees la buena batalla 19 y mantengas la fe y una buena
conciencia. Por no hacerle caso a su conciencia, algunos han naufragado en la fe. 20 Entre ellos están
Himeneo y Alejandro, a quienes he entregado a Satanás para que aprendan a no blasfemar.

1 Timoteo 1:18-20

4 Queridos hermanos, no crean a cualquiera que pretenda estar inspirado por el Espíritu, sino
sométanlo a prueba para ver si es de Dios, porque han salido por el mundo muchos falsos profetas.
2 En esto pueden discernir quién tiene el Espíritu de Dios: todo profeta que reconoce que *Jesucristo

ha venido en cuerpo humano, es de Dios; 3 todo profeta que no reconoce a Jesús, no es de Dios sino
del anticristo. Ustedes han oído que éste viene; en efecto, ya está en el mundo.

1 Juan 4:1-3

c) Los escritos no canónicos que circulaban en aquella época confundían a muchos.

d) Las persecuciones tuvieron mucho que ver con la falta de cuidado en la doctrina sin
embargo, las manifestaciones de fe y sometimiento a la voluntad de Dios también son una
manifestación del poder del Espíritu Santo.

II.- Persecuciones

El cristianismo siempre ha sufrido persecuciones externas e internas. El enemigo interno es


casi siempre la herejía.

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 Persecuciones Judías 33 – 64 D.C.
 Persecuciones Romanas 64 – 250 D.C.
 Persecuciones Romanas después del 250 D.C.

Los romanos no persiguieron a la iglesia cristiana mientras la vieron como un subproducto


del judaísmo. Las acusaciones más comunes en el Imperio Romano contra los cristianos
era que eran ateos, traidores, inmorales (incestuosos) y que practicaban el canibalismo.

Fronto era un pagano que criticaba la inmoralidad e los cristianos considerando a las
mujeres cristianas como prostitutas y los acusaban de adorar a un Dios fantástico.
Tertuliano (160-220 D.C.) decía que todas las calamidades se les achacaban a los cristianos.

Hasta el año 250 las persecuciones fueron de manera aislada y sin un consenso general
contra los cristianos pero después del 250 se emitieron edictos imperiales para acabar con
los cristianos.

Domiciano (51-96)
Eusebio de Cesárea sostiene que cristianos y judíos fueron implacablemente perseguidos a
finales de su reinado. Algunos historiadores actuales señalan que no existen pruebas
suficientes de una verdadera opresión religiosa ejercida durante su reinado. Aunque los
judíos fueron fuertemente gravados con impuestos. Muchos eruditos defienden la teoría
de que el Apocalipsis fue escrito durante el reinado de Domiciano como reacción a la
intolerancia religiosa del emperador. Mientras que el emperador se hacía llamar "señor y
dios Domiciano", el Apocalipsis responde "ego sum Alpha et Omega principium et finis dicit
Dominus Deus" ("Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor Dios -Ap. 1, 8-), es
decir, que hay un solo Señor. La tensión entre la religión pagana de Roma y la fe cristiana
se manifiesta en el arte la época, como el conocido Grafito de Alexámenos descubierto en
el Palatino, que sugiere la representación burlona de un cristiano adorando a un asno
crucificado.

El destierro de Juan el Apóstol desde Éfeso a la isla de Patmos (donde según la tradición
de Ireneo de Lyon (Adv. haer. 5.30.3) fue escrito el Libro del Apocalipsis) es otra
manifestación de las persecuciones bajo Domiciano. Según el historiador Dión Casio,115
Flavio Clemente y su esposa Domitila quienes eran cristianos y ciudadanos importantes
fueron acusados de ateísmo y condenados: Clemente fue ejecutado y Domitila desterrada.
Es bien conocido que en la historia del Imperio Romano, la acusación de "ateísmo" se
refería con frecuencia la negación a adorar a los dioses romanos en general y a reconocer el
origen divino del emperador en particular.

Trajano (53-117)
Parece que no hubo ningún edicto imperial en contra de los cristianos durante su reinado.
Sin embargo Plinio el Joven es enviado en una misión cerca del año 110 D.C. para
confirmar si los templos paganos en la región de Bitinia estaban vacíos a causa de los
cristianos. El siguiente es un documento que Plinio envío a Trajano como reporte de su
misión.

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«Maestro, es regla para mi someter a tu consideración todas las cuestiones en las que tengo dudas. ¿Que
podría hacer mejor para dirigir mi inseguridad o instruir mi ignorancia?…

Nunca he participado en las investigaciones sobre los Cristianos. Por tanto no se qué hechos ni en qué medida
deban de ser castigados o perseguidos. Y con no pocas dudas me he preguntado si no habría de hacer
diferencias por razón de la edad, o si la tierna edad ha de ser tratada del mismo modo que la adulta; si se debe
personar a quien se arrepiente, o si bien a cualquiera que haya sido Cristiano de nada le sirva abjurar, si ha de
castigarse por el mero hecho de llamarse cristiano, aunque no se hayan cometido hechos reprobables, o las
acciones reprobables que van unidas a ese nombre.

Mientras tanto, esto es lo que he hecho con aquellos que me han sido entregados por ser cristianos. Les
preguntaba a ellos mismos si eran cristianos. A los que respondían afirmativamente, le repetía dos o tres veces
la pregunta, amenazándolos con suplicios: a los que perseveraban, los he hecho matar. No dudaba, de hecho,
confesaran lo que confesasen, que se los debiera castigar al menos por tal pertinacia y obstinación inflexible.

A otros, atrapados por la misma locura, los he anotado para enviarlos a Roma, puesto que eran ciudadanos
romanos. Bien pronto, como sucede en estos casos, multiplicándose las denuncias al proseguir la indagación,
se presentaron otros casos diferentes.

Fue presentada una denuncia anónima que contenía el nombre de muchas persona. Aquellos negaban ser
cristianos o haberlo sido, si invocaban los nombres de los dioses según la fórmula que yo les impuse, y si
ofrecían sacrificios con incienso y vino a tu imagen, que yo había hecho instalar con tal objeto entre las
imágenes de los dioses, y además maldecían a Cristo, cosas todas ellas que me dicen que es imposible
conseguir de los que son verdaderamente cristianos, he considerado que deberían ser puestos en libertad.

Otros, cuyo nombre había sido dado por un denunciante, dijeron que eran cristianos, pero después lo negaron.
Lo habían sido, pero después dejaron de serlo, algunos al cabo de tres años, otros de mas, algunos incluso por
más de veinte. También todos estos han adorado tu imagen y las estatuas de los dioses y han maldecido a
Cristo.

Por otra parte, estos afirmaban que toda su culpa o su error había consistido en la costumbre de reunirse
determinado día antes de salir el sol, y cantar entre ellos sucesivamente un himno a Cristo, como si fuese un
dios, y en obligarse bajo juramento, no a perpetuar cualquier delito, sino a no cometer robo o adulterio, a no
faltar a lo prometido, a no negarse a dar lo recibido en depósito. Concluidos esos ritos, tenían la costumbre de
separarse y reunirse de nuevo para tomar el alimento, por lo demás ordinario e inocente. Pero que habían
abandonado tales prácticas después de mi decreto, con el cual, siguiendo tus órdenes, había prohibido tales
cosas.

He considerado sumamente necesario arrancar la verdad, incluso mediante la tortura, a dos esclavas a las que
se llamaba servidoras. Pero no logre descubrir otra cosa que una superstición irracional desmesurada.

Por eso, suspendiendo la investigación, recurro a ti para pedir consejo. El asunto me ha parecido digno de tal
consulta, sobre todo por el gran numero de denunciados. Son muchos, de hecho, de toda edad, de toda clase
social, de ambos sexos, los que están o serán puestos en peligro. No es solo en la ciudad, sino también en las
aldeas y por el campo, por donde se difunde el contagio de esta superstición. Sin embargo, me parece que se
la puede contener y acallar. De hecho, me consta que los templos, que se habían quedado casi desiertos,
comienzan de nuevo a ser frecuentados, y las ceremonias rituales, que se habían interrumpido hace tiempo,
son retomadas, y que por todas partes se vende la carne de las víctimas, que hasta ahora tenían escasos
compradores. De donde se puede concluir que gran cantidad de personas podría enmendarse si se les ofrece la
ocasión de arrepentirse» (CAYO PLINIO CECILIO SEGUNDO, Epistolarum ad Traianum Imperatorem cum
eiusdem Responsis liber X, 96.)

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Marco Aurelio (121-180)
Era un seguidor del estoicismo y bajo la influencia de Fronto el anticristiano permitió la
persecución en Esmirna. Se dice que Policarpo fue ejecutado durante este período.
También bajo su gobierno hay una persecución contra los cristianos de la Galia en el año
177.

Decio (201-251)
Era un gobernante conservador que quería restablecer el orden antiguo de Roma.
Estableció un edicto para que todos los ciudadanos de Roma ofrecieran un sacrificio a los
dioses romanos. Su persecución duro solo un año, el último de su gobierno.

Valeriano (200-260)
Continuó las persecuciones de su predecesor y se dice que Cipriano fue ejecutado en este
tiempo.

Galeno (218-268)
Durante su gobierno casi se detuvo la persecución contra los cristianos e hizo el primer
edicto para no obligar a los cristianos a orecer sacrificios a los dioses.

Dioclesiano (244-311)
“La Gran Persecución”, fue la última y quizá más sangrienta persecución a los cristianos
en el Imperio romano. En 303, la tetrarquía formada por los augusti Diocleciano y
Maximiano y los césares Galerio y Constancio emitió una serie de edictos que abolían los
derechos legales de los cristianos y exigían a la vez que cumplieran con las prácticas
religiosas tradicionales. Edictos posteriores se enfocaron en el clero y demandaban
sacrificios universales, ordenando a todos los habitantes realizar sacrificios a los dioses. La
persecución varió en intensidad a lo largo del imperio —las represiones más débiles se
presentaron en Galia y Britania, donde únicamente se aplicó el primer edicto, mientras que
las más violentas se dieron en las provincias orientales—. Aunque las leyes persecutorias
serían anuladas por diferentes emperadores en distintas épocas, Constantino y el Edicto de
Milán de Licinio han marcado tradicionalmente el fin de la persecución a los cristianos.

En el contexto de las persecuciones romanas ¿Qué influencia pudo tener en la fe de los


cristianos de los siglos I al IV, el hecho de que los conceptos de justificación y santificación
no estuvieran muy claros?

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“El Evangelio y La Historia de la Iglesia”

Sesión III

I.- El Desarrollo de la Cristología

I.- El Contexto Histórico del cristianismo los siglos I-IV:

a) El Contexto Político

La Pax Romana (29 A.C.- Finales del siglo III D.C.):

La Paz Romana llamada también Pax Augusta, constituye un largo periodo de paz
impuesto por el Imperio Romano a los pueblos sometidos a sus órdenes. La
expresión proviene del hecho que la administración y el sistema legal romanos
pacificaron las regiones que anteriormente habían sufrido disputas entre jefes,
tribus, reyes o ciudades enemigas (por ejemplo, los inacabables conflictos entre
ciudades griegas o tribus galas). El estado de paz se refería únicamente en el
interior de las fronteras del Imperio, mientras que se siguió combatiendo a los
pueblos germanos y galos de la periferia.

La Pax Romana fue un etapa de orden y prosperidad que conoció el Imperio


Romano bajo la dinastía de los Antoninos (96-192 dC) y, en menor medida, bajo la
de los Severos (193-235). Podríamos decir que este período marcó la edad de oro de
Occidente y el despertar de Oriente.

La Tetrarquía (284 D.C. al 305 D.C.)

Al final de este periodo vemos la desintegración del Imperio con su división en 4


grandes territorios gobernados por la tetrarquía.

Literalmente, la tetrarquía significa gobierno de cuatro. En el Bajo Imperio Romano,


la tetrarquía fue un gobierno de cuatro creado por Diocleciano. Este gobierno se
basaba en el control y gobierno del Imperio por cuatro emperadores:

o En primer lugar existen dos emperadores llamados augustos que tenían funciones
gubernamentales y ejecutivas, tanto en lo civil como en lo militar. Estos augustos
fueron Diocleciano, que gobernaría en Oriente (Asia, Egipto y Oriente) con sede
en Nicomedia ; y Maximiliano, que gobernaría en Occidente (Italia y África) con
sede en Milán.
o En segundo lugar, cada augusto tenía asociado al poder como sucesor un césar,
que gobernarían otras zonas del imperio, concretamente Galerio en Oriente

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(Grecia y provincias danubianas) con sede en Sirmium y Constancio Cloro en
Occidente (Galia, Britania e Hispania), con sede en Treveris.

De esta forma, en el imperio existían cuatro gobiernos simultáneos, en el cual se


repartía cada emperador el control y la administración de cada zona que se le había
asignado, teniendo la misma capacidad de decisión. No obstante, se establecía una
jerarquía entre los cuatro emperadores, diferenciándolos en el plano social y
religioso, siendo los Augustos equiparados a Júpiter (divinidad suprema) y los
Césares a Hércules.

b) El Contexto Religioso

Las religiones mistéricas eran el tipo de religión más extendido en la época del
primer siglo. Estas religiones pueden ser descritas como religiones “místicas”
institucionalizadas que surgieron en la Grecia clásica (siglos 8 al 4 AC) y se
popularizaron durante el Imperio Romano hasta la institucionalización del
cristianismo como religión oficial del Imperio en el siglo IV. Sus principales
características son las siguientes:

(1) A diferencia de las religiones oficiales y tradicionales de Grecia y Roma buscan


una experiencia directa e intima con sus dioses.

(2) Pretenden poseer un conocimiento oculto reservado solo a los iniciados en el


Misterio.

(3) Se interesan principalmente por prepararse para el más allá, para la ascensión de
su alma a los cielos y salvarse así del ciclo de la reencarnación.

Principales Misterios:

 Eleusianos
 Órficos
 Pitagóricos
 Dionisiacos
 Isis y Osiris
 Atis y Cibeles
 Mitraísmo
 Neoplatonismo
 Gnosticismo

En la Antigüedad algunos consideraban el Cristianismo como una religión


mistérica, hay documentos de la época que lo atestiguan.

13
Diferencias entre “Misterios” y Cristianismo

1) El uso de la palabra “misterio” en el nuevo testamento no significa que el


cristianismo sea una religión mistérica.

Efesios 3:1-6

Por esta razón yo, Pablo, prisionero de Cristo Jesús por el bien de ustedes los *gentiles, me
arrodillo en oración.[a] 2 Sin duda se han enterado del plan de la gracia de Dios que él me
encomendó para ustedes, 3 es decir, el *misterio que me dio a conocer por revelación, como ya
les escribí brevemente. 4 Al leer esto, podrán darse cuenta de que comprendo el misterio de
Cristo. 5 Ese misterio, que en otras generaciones no se les dio a conocer a los *seres humanos,
ahora se les ha revelado por el Espíritu a los santos apóstoles y profetas de Dios; 6 es decir, que
los gentiles son, junto con Israel, beneficiarios de la misma herencia, miembros de un mismo
cuerpo y participantes igualmente de la promesa en Cristo Jesús mediante el *evangelio.

La Palabra griega que se usa en este y otros textos neo testamentarios es μυστήριον
que significa que algo debe ser revelado, es decir que puede ser conocido pero que
necesita una revelación especial.

En este sentido podemos ver que Pablo estaba describiendo el misterio del evangelio,
es decir, de la salvación en términos que los oyentes en Éfeso podían comprender ya
que estaban acostumbrados a ese lenguaje religioso que utilizaban en su cultura. Esto
es un ejemplo de la revelación orgánica de Dios.

2) El Cristianismo se basa en una persona histórica: Jesús de Nazaret.

Los misterios se basan en mitos acerca de supuestos dioses o divinidades que nadie
realmente a conocido en persona objetivamente. Los libros del NT son reconocidos
como libros históricos y originales por la mayoría de los especialistas en el campo de
la historia y arqueología.

3) Los ritos mágicos.

En los Misterios los ritos eran fundamentales para alcanzar la comunión con su dios
y tenían poder en sí mismos. Para el Cristianismo bíblico no existen los ritos en este
sentido, solo 2 prácticas que tienen propósito simbólico, no oculto ni mágico como
en los Misterios, sino estrictamente conmemorativo y didáctico que son el bautismo
y la cena del Señor.

4) Es también muy probable que esas religiones copiaran algo del Cristianismo.
Hay investigaciones que confirman que este fue el caso con el Mitraismo por
ejemplo.

5) El Nuevo Testamento tiene mucha más semejanza ideológica con el Antiguo


Testamento que con el paganismo de las religiones mistéricas.

14
La concepción del mundo, de un Dios único y creador, de la salvación y la
resurrección (vs la reencarnación) son diferencias radicales y de fondo con el
paganismo.

6) Los rasgos comunes de estos cultos eran los siguientes:

 La esperanza de una vida tras la muerte sólo para los iniciados


(los"mystes").

 La práctica no oficial y ritos secretos, aunque sin contradecir por ello la


religión cívica, pues la ciudad los reconocía oficialmente y se organizaban
bajo su control y con su tutela.

 La admisión de todos los individuos tras una serie de ritos iniciáticos sin
distinción de sexo o condición social.

Estas características de las religiones del misterio, han sido consideradas por
muchos estudiosos como el origen de ciertas prácticas cristianas pero si
analizamos lo dicho hasta este momento podemos concluir que las prácticas
cristianas tenían una relación directa con lo descrito en el A.T. sin embargo, el
nuevo testamento fue escrito en los términos de esa cultura, lo cual es el origen de
ciertas similitudes del cristianismo primitivo con el paganismo greco – romano.

2.- El Mesías-Cristo en el Contexto Cultural del Imperio Romano (Placher)

El Apóstol Pablo había encontrado en Cristo una nueva perspectiva del mundo y
de la vida. ¿Por qué la nueva fe en Cristo implicaba un cambio tan radical? Para
responder a esta pregunta los primeros cristianos elaboraron sus argumentos en
términos de la cultura judía pero cuando el mensaje llegó a los griegos diciendo
que Cristo era el Mesías esperado o el “hijo del hombre” profetizado en Daniel, la
dificultad para comprender el significado de Cristo y su conexión con la historia de
la redención era más compleja. Los judíos podían identificar a Cristo con el
descendiente de David pero no era un jefe militar como él. Jesús era el hijo de Dios
profetizado que había resucitado y que regresaría para establecer su Reino. Esto
planteaba dos etapas de la existencia de Cristo, su vida terrenal y su regreso
triunfante.

Pablo describe estas dos etapas diciendo que (1) Cristo estaba con Dios antes de
nacer, (2) Vivió en la tierra y que ahora (3) habita con Dios en la eternidad
esperando (4) su regreso.

Filipenses 2:6-10

Quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué
aferrarse. 7 Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de *siervo y
haciéndose semejante a los seres *humanos. 8 Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí

15
mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! 9 Por eso Dios lo exaltó hasta
lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, 10 para que ante el nombre de
Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra.

Los cristianos afirmaban que Cristo no solamente era hijo de Dios en el sentido de
obediencia fiel. Ellos afirmaban que Cristo era el hijo de Dios porque no tenía un
padre humano. Para los judíos esta idea era un desafío pero para los griegos era
aún más difícil de comprender porque no tenían los antecedentes culturales del
judaísmo. Sin embrago en las religiones mistéricas encontraron ciertas analogías
que Pablo utilizo como ya vimos para explicar la obra de Cristo.

Para los griegos, la invitación a la fe en Cristo podría ser propuesta como “únanse
a nuestra comunión, y sean uno con Cristo, participando en el bautismo y en la
cena y ustedes como Cristo resucitarán de entre los muertos.”

Otra analogía cultural que los griegos podían comprender era el concepto de
“salvador”. Cuando un rey conquistaba un territorio y establecía orden, paz y
justicia era proclamado por la gente como “el salvador” y se instituían ceremonias
de culto. Los cristianos proclamaban a Cristo como salvador y testificaban del
poder que había en Cristo para la transformación de sus vidas.

Algunos judíos habían encontrado otras conexiones culturales con el mundo griego
para explicar la fe cristiana al relacionar la sabiduría de Dios y su palabra y
describirlas como parte de la divinidad con una actividad propia. Filón de
Alejandría, un judío contemporáneo de Jesús tomó estos conceptos de palabra-
sabiduría-significado (logos) y las utilizó para afirmar que la palabra profética y
creadora de Dios (Yawh) es el logos o principio ordenador del universo. No es otro
Dios, sino una manifestación especial de Dios.

La síntesis que hizo Filón sobre el pensamiento griego y la fe judía fue el origen de
los conceptos sobre los cuales se interpretó el concepto mesiánico hebreo y que
inlfuyó sobre personajes como Clemente de Alejandría y los apologistas
Atenágoras, Teófilo, Justino Mártir, Tertuliano y Orígenes.

En el principio ya existía el *Verbo,


y el Verbo estaba con Dios,
y el Verbo era Dios.
2 Él estaba con Dios en el principio.
3 Por medio de él todas las cosas fueron creadas;
sin él, nada de lo creado llegó a existir.

Y el Verbo se hizo hombre y habitó[a] entre nosotros. Y hemos contemplado su


gloria, la gloria que corresponde al Hijo *unigénito del Padre, lleno de gracia y de
verdad.

Juan 1:1-3,14

16
INP El Redentor
“El Evangelio y La Historia de la Iglesia”

Sesión IV

I.- El Desarrollo de la Cristología (Parte 2)

1.- Los inicios de la Ortodoxia

Para el final del siglo segundo los cristianos podían identificar claramente ciertas
interpretaciones de las enseñanzas cristianas como herejías. Para comprender el contexto
histórico de los apologistas (defensores de la fe) que desarrollaron la doctrina cristiana que
consideramos ortodoxa debemos analizar las herejías más extendidas en el Imperio
Romano. Entre las más importantes desviaciones del evangelio estaban el gnosticismo, el
montanismo y el marcionismo. Estas herejías al mismo tiempo que amenazaban la
continuidad del cristianismo, fueron una motivación para el desarrollo de las doctrinas
esenciales del cristianismo y del canon bíblico.

Por otro lado, es indispensable analizar como estas herejías no han dejado totalmente de
influir en la iglesia y aún ahora en el siglo XXI tenemos ejemplos de ellas especialmente en
algunos grupos neo pentecostales o carismáticos.

Las herejías que vamos a analizar tienen como común denominador el restar eficacia a la
obra redentora de Cristo al darle mayor importancia a la experiencia mística y a la
conducta moral que a la justificación por la fe en Cristo. Los apologistas que surgieron en
ese tiempo (siglos II al IV) desarrollaron una teología centrada en la obra de Cristo y en
una estricta interpretación de la escritura a la cual reconocieron como la única fuente de
revelación divina. Sin embargo aún ellos manifiestan en su pensamiento las limitaciones
de su tiempo.

a) El Gnosticismo

El gnosticismo fue tal vez la herejía más extendida que amenazó a la iglesia primitiva
durante los tres primeros siglos. Influenciado por el platonismo, el gnosticismo está
basado en dos falsas premisas. Primero, adopta un dualismo en cuanto al espíritu y la
materia. Los gnósticos aseguran que la materia es inherentemente mala y el espíritu es
bueno. Como resultado de esta presuposición, los gnósticos creen que nada hecho en el
cuerpo, aun los más grandes pecados, tienen importancia alguna, porque la vida real
existe solamente en la realidad del espíritu (ej, la ciencia cristiana, pare de sufrir, etc).

Segundo, los gnósticos afirman poseer un elevado conocimiento, una “verdad más

17
elevada” dada a conocer solamente a unos pocos. El gnosticismo viene de la palabra griega
gnosis que significa “conocer,” porque los gnósticos sostienen poseer un conocimiento
más elevado, adquirido no en la Biblia, sino en algún plano místico superior de la
existencia.

En el tema de la salvación, el gnosticismo enseña que la salvación se gana a través de la


adquisición del conocimiento divino el cual lo libera a uno de las ilusiones de las tinieblas.
Aunque muchos gnósticos afirmaban seguir a Jesucristo en Sus enseñanzas originales, en
realidad habían mezclado la enseñanza cristiana con la filosofía griega. Jesús no dijo nada
acerca de la salvación a través del conocimiento, sino por la fe en Él como Salvador del
pecado. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es
don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8-9). Es más, la salvación
que ofrece Cristo es gratuita y disponible para todos (Juan 3:16).

El cristianismo asegura que hay una fuente de la Verdad y que esa es la Biblia, la inspirada
e inerrante Palabra del Dios vivo, la única norma infalible de fe y práctica (Juan 17:17; 2
Timoteo 3:15-17; Hebreos 4:12). Es la revelación escrita de Dios para la humanidad y nunca
es suplantada por pensamientos, ideas escritos o visiones humanas. Los gnósticos, por otra
parte, usan una variedad de escritos heréticos primitivos conocidos como los evangelios
gnósticos, una colección de falsificaciones que aseguran ser los “libros perdidos de la
Biblia.” Afortunadamente, los padres de la iglesia primitiva fueron casi unánimes en
reconocer a estos pergaminos gnósticos, como fraudulentas falsificaciones que exponen
falsas doctrinas acerca de Jesucristo, la salvación, Dios y cada una de las demás verdades
cruciales del cristianismo.

La Persona de Jesucristo es otra área donde el cristianismo y el gnosticismo difieren


drásticamente. El gnóstico cree que el cuerpo físico de Jesús no era real, sino que sólo
“aparentaba” ser físico y que Su espíritu descendió sobre Él en Su bautismo, pero lo dejó
justo antes de Su crucifixión. Tales opiniones destruyen no sólo la verdad sobre la
humanidad de Jesús, sino también de la expiación, puesto que Jesús no sólo tuvo que ser
verdaderamente Dios, sino también verdaderamente humano (y físicamente real) quien
realmente sufrió y murió sobre la cruz a fin de ser un sacrificio sustitutivo y aceptable por
el pecado (Hebreos 2:14-17). El punto de vista bíblico sobre Jesús, afirma Su completa
humanidad, así como Su completa deidad.

El gnosticismo está ligado a muchas herejías como la Nueva Era y la metafísica que han
influido en el desarrollo de los movimientos neo pentecostales o carismáticos. En donde la
revelación de Dios se basa en el misticismo, en lo intuitivo, subjetivo, interno, y emocional.

b) El Montanismo

En la segunda mitad del siglo segundo, coincidiendo con el periodo de crecimiento de la


Iglesia, se inició un movimiento ideológico de tendencia rigorista. Esta nueva corriente,
representada en su primera aparición por Montano y sus discípulos, surge no por
influencia de ideas filosóficas como en el gnosticismo (v.), sino de las mismas enseñanzas
del cristianismo. Se presenta como el ideal de perfección del mismo Jesús y trata de
corregir supuestas desviaciones del espíritu cristiano. Se llamó a sí misma nueva profecía.

18
Los que la combatieron la designaron como la «herejía de los frigios», con lo que aluden al
espacio geográfico en que se inició el movimiento. Sólo en el siglo cuarto halló la
denominación de montanismo, cuando se quiso poner de relieve el papel que Montano
desempeñó en su origen.

En los primeros años de la Iglesia Dios derramó con frecuencia sobre sus fieles el don de la
profecía. Entre ellos había aparecido, acá y allá, algún falso profeta, que despertó la
desconfianza sobre la actuación de tales carismáticos. Tampoco faltaron a veces tensiones
pero se logró el equilibrio ya que la profecía se reconoció siempre juzgada por la fe y, por
tanto, por la tradición apostólica y sus representantes. Montano, en cambio, defiende y
sostiene una concepción de la profecía que le lleva a chocar con la autoridad de la Iglesia,
proclamando que los poderes espirituales se perpetúan en la Iglesia, no por sucesión de la
enseñanza apostólica, sino por la trasmisión de “carismas”, de la que Montano y sus
profetas se presentan como herederos. La evolución del montanismo pasa por una fase
inicial, un estado de modificación por obra de Tertuliano (v.), y un periodo de definitiva
decadencia.

La fase inicial. Siendo Grato procónsul del Asia Menor (ca. 172) el neófito Montano
comenzó a predicar en la aldea de Ardabau, en las provincias asiáticas de Frigia y Misia
(cfr. Eusebio, Historia eclesiástica, 5,16,19). Poco después de su bautismo se presentó como
profeta y reformador, pretendiendo ser el órgano del Espíritu Santo, que sólo ahora, por
obra suya iba a conducir a la cristiandad a la verdad entera. En sus comienzos se recibió
este mensaje con escepticismo, mas cuando dos mujeres, Priscila y Maximila, se adhirieron
y pronunciaron también en forma extática sus profecías y, sobre todo, cuando Montano
prometió a sus seguidores un lugar eminente en la Jerusalén celestial, una ola de
entusiasmo acabó con los reparos. Los tres profetas se limitaban a la propaganda oral. No
escribieron sus oráculos, ni se dispuso en los comienzos de ningún escritor de fama para
ponerlos por escrito. Más tarde los oráculos de Montano y sus compañeras se recogieron y
difundieron, pero nos han llegado muy pocos. Solamente se hallan consignados en los
escritores antimontanistas o en Tertuliano.

La característica más sobre saliente de la doctrina de Montano es el mensaje escatológico:


la vuelta del Señor es inminente y con ella empezará, en la llanura junto a la pequeña
ciudad de Pepuza, la Jerusalén celestial. En algunos distritos del Imperio Romano se
notaba cierta disposición a recibir tal mensaje, que hacían deseable las graves calamidades
que bajo Marco Aurelio habían traído consigo la peste, la guerra y la miseria social. De
haberse limitado a predicar su mensaje escatológico, la ola montanista hubiera quedado
sin profundidad ni repercusión lejana: el fallo de las predicciones hubiera
desemborrachado los espíritus. Pero los profetas en cuestión sacaron de su misión muchas
consecuencias que suponían amplias y decisivas incisiones en la vida de la comunidad
eclesiástica. Si la venida de Cristo era inminente, decían, debía vivirse un ayuno riguroso
como medio para preparar el alma al advenimiento de Cristo. Hasta entonces esta práctica
penitencial se había limitado a dos días a la semana, y la Iglesia la recomendaba a los fieles
como práctica voluntaria. Montano fue mucho más allá y lo impuso a todos los cristianos,
sin interrupción alguna. Como esta realidad falló, el ayuno se limitó al precepto de los
corrientes ayunos estacionales. Pero la obligación se extendió hasta la tarde del día de

19
ayuno, y aún se añadieron dos semanas de abstinencia, durante las cuales sólo se podían
comer frutos secos (cfr. Tertuliano, De ieiunio, 2,10).

Esta orientación fundamentalmente escatológica tenía también otras exigencias: prohibía


al cristiano huir o esconderse en época de persecución; evitar el martirio significaba un
apego a este mundo, que se encaminaba a su fin. A los que habían cometido pecados
graves (capitales): apostasía, homicidio o adulterio les era negada para siempre la
admisión en la Iglesia. También es significativa la actitud del montanismo frente al
matrimonio. Lo condenan por considerar que encadena las personas a este mundo y piden
que se renuncie a él.

b) El Marcionismo

Marción vivió aproximadamente entre el año 85 dC y hasta mediados del segundo siglo.
Marción era nativo de Sinope en el Ponto en Asia Menor (hoy día, el área del Mar Negro
en Turquía). Por la carta de Plinio el Joven sabemos que a principios del segundo siglo dC
había una comunidad cristiana en el Ponto . Varios documentos del Nuevo Testamento
hacen mención de comunidades en el Ponto a finales del primer siglo y a principios del
segundo siglo dC tales como I de Pedro (1,1) y el libro de Hechos (2,9; 18,2). De acuerdo a
la carta de Plinio, este pide una opinión a Trajano sobre qué hacer con los cristianos los
cuales son percibidos como un grupo criminal: Plinio describe la comunidad de fe de la
región de Ponto y sus rituales. De acuerdo a Plinio era una comunidad heterogénea en
términos de clase, estatus social y género. Plinio alega que han tenido un éxito tremendo
contra los cultos tradicionales de esta área . Posiblemente Marción creció y se formó en
estas comunidades que menciona Plinio.

Marción publicó una colección de textos de un grupo de diez cartas paulinas con un
evangelio similar al de Lucas. El cuerpo de cartas paulinas no incluía las Cartas Pastorales
–I de Timoteo, II de Timoteo y Tito—ni incluía a Hebreos. El evangelio que publicó era
similar al de Lucas, pero no incluía ni la historia de la Natividad, ni muchos relatos de
nuestra versión actual de Lucas. Otro detalle es que esta obra no incluía nuestro libro de
Hechos, ni los demás Evangelios canónicos, las epístolas Católicas y el libro de
Apocalipsis. Este evento ha sido base para que en discusión histórica sobre el canon se
plantee que Marción produjo el primer canon del Nuevo Testamento y que en respuesta a
su canon, los grupos que formaron la ortodoxia publicaron nuestro Nuevo Testamento.

En la obra Contra las herejías (de ahora en adelante CH), Tertuliano nos indica que Marción
era un dueño de embarcaciones (nauclerus) (CH, 30). Por la información sobre la ofrenda
que Marción dio a la iglesia de Roma uno puede inferir que éste era un miembro de la
élite. Esto cuadra con la publicación de obras escritas que era un privilegio de las élites en
la antigüedad. Es posible que esta capacidad económica, junto a su enseñanza ascética y la
teología del Dios bondadoso revelado en Jesucristo, junto a su oposición al
judeocristianismo fueran parte del contenido y éxito de la misión marcionita. En el año
160, Justino indica que las enseñanzas de Marción se habían diseminado por todas partes.

Tertuliano alega que Marción prohibía el matrimonio para los bautizados. De acuerdo a
Tertuliano, Marción era célibe y exigía a los bautizados el celibato (CM 1.1; 1.29.1; 4.34).

20
Tertuliano consistentemente plantea que el marcionismo era célibe para todos los
bautizados: “…Aquel que ha abolido los lazos nupciales” (CM 1.1; traducción del inglés
mía). En CM 1,29 plantea que “la carne no es, de acuerdo a Marción, sumergida en el agua
del sacramento, a menos que no sea en virginidad, viudez, o celibato, o haya comprado a
través del divorcio un título para el bautismo… tal esquema involucra una proscripción
del matrimonio” (traducción mía). Eusebio cita la obra de Ireneo, Contra las herejías (CH),
donde se plantea que Marción y otros heterodoxos “predicaban el celibato… condenando
el matrimonio como depravación y fornicación… (H.E. 4.29)”.

Otras diferencias entre el marcionismo y los cristianismos ortodoxos eran el rol de la


mujer. De acuerdo a las fuentes primarias, las comunidades marcionitas tenían a mujeres
en el liderato de las comunidades muy posiblemente porque el corpus paulino alegaba
que en Cristo Jesús no había varón ni mujer (Gál 3,27). Eusebio menciona una mujer
profetisa en el grupo llamada Filomena (H.E. 5.13). Menciona además otra mujer que fue
martirizada a mediados del tercer siglo en Cesarea Marítima (H.E. 7.12). Tertuliano
menciona que las mujeres servían como profetisas en las comunidades de fe marcionitas
(CM 5.8). Además la ética de las comunidades prohibía el matrimonio e imponía el
celibato a todos los bautizados (CM 1.1.5; 1.29.1; 4.34). Otra dimensión del ascetismo de los
marcionitas era el rito de la Cena del Señor con pan y agua.

Eusebio alega que para Marción había una discontinuidad entre el Dios de la Ley y los
Profetas y el Dios revelado en Jesucristo: “Enseñaba que el Dios proclamado por la Ley y
los Profetas no era el Padre de nuestro Señor Jesucristo, porque este último era conocido y
el otro desconocido; el primero era también justo pero el otro lleno de gracia (HE, 4.11)”.
En esta misma sección, Eusebio repite el contenido de la imagen de Dios para Marción:
“…está todavía enseñando que hay otro dios más grande que el Creador. Por todo el
mundo, ayudado por demonios, ha inducido a muchos a blasfemar al negar que el
Hacedor del universo es el Padre de Cristo y declarando que hay otro mayor que él. Pero
todos estos son llamados cristianos…” Tertuliano plantea que este diteismo –teoría
teológica sobre dos dioses– percibe a éstos como “uno judicial, rudo, poderoso en guerra:
el otro suave, plácido, y simplemente bueno y excelente (CM 1.6)”. Tertuliano argumenta
con ironía que “un dios mejor ha sido descubierto, que nunca es ofendido, nunca se enoja,
nunca inflige castigo, que no ha preparado ningún fuego del infierno, ningún crujir de
dientes en las tinieblas de afuera. Él es puramente y simplemente bueno. En efecto,
prohíbe toda delincuencia, pero sólo por palabras.” Cada lector y lectora puede inferir que
Marción tenía una visión dualista en la que su deidad era sólo el bien de la oposición
binaria, mientras que el Dios de las tradiciones de Israel compartía ambas cualidades del
bien y el mal, por lo cual Marción lo percibía como un Dios inferior.

¿De dónde llegó Marción a estas conclusiones? Eusebio alega que esta enseñanza dualista
proviene de un maestro cristiano de principios del segundo siglo llamado Cerdón. Es
posible que Marción fuera heredero de una tradición teológica previa. Tertuliano, de otra
parte, alega que Marción articuló este entendimiento teológico de su lectura de Isaías 45.7
y Lucas 6.43ss donde se plantea una imagen contradictoria. En Isaías, la deidad hace el
bien y el mal, mientras que en el Evangelio un árbol bueno no puede dar mal fruto- (CM
1.2.2). Tertuliano alega que dentro del arsenal teológico de Marción para repudiar la
deidad de las tradiciones de Israel (el Antiguo Testamento nuestro) estaba el achacar a la

21
deidad la responsabilidad por el pecado humano, la muerte, y la fragilidad humana (CM
2.8). En toda la discusión sobre la teodicea, si los cristianos que afirmaban las tradiciones
de Israel le adjudicaban al diablo la culpa por la maldad en el mundo para excusar a la
deidad, Marción opinaba que el diablo había sido hecho por la deidad (CM 2.10).

Es en este contexto de divergencias en el pensamiento cristiano que surge el movimiento


de los apologistas y su lucha por preservar la verdad del evangelio.

22
INP El Redentor
“El Evangelio y La Historia de la Iglesia”/La Defensa del Evangelio

Sesión V-VII

I.- El Desarrollo de la Cristología (Parte 3)

1.- Los Apologetas y el Concilio de Nicea

Los escritos de los padres apostólicos iban dirigidos a las comunidades cristianas, para su
instrucción y edificación. Pero a partir del siglo II aparecen escritos de autores cristianos
dirigidos a un público no cristiano, con el propósito de deshacer las calumnias que se
propalaban acerca del cristianismo y de informar acerca de la verdadera naturaleza de esta
nueva religión. Estos autores se conocen con el nombre de "apologetas," aunque no
siempre su intención se limitaba a la simple apologética o defensa del cristianismo: en
muchos de estos escritos hay además una verdadera intención misionera y de edificación,
con el propósito de ganar adeptos para el cristianismo entre aquellas personas que se
interesaban por el peculiar modo de vida de los cristianos. En este aspecto los apologetas
representan el primer intento de exposición escrita del mensaje cristiano en forma
inteligible para los no cristianos.

Algunas veces estos escritos pretenden ir dirigidos a las autoridades o representantes del
Estado que perseguían al cristianismo, intentando mostrar la inocencia de los cristianos
con respecto a los crímenes de que se les acusaba y la inanidad de las razones en que se
fundaba la persecución. En otras ocasiones, tales escritos se dirigían a un público más
general, y pretendían disipar las acusaciones de irracionalidad y de superstición contra el
cristianismo, mostrando a las clases cultas, especialmente a los filósofos, la razonabilidad,
coherencia y bondad intrínseca en los principios cristianos. Es natural que al pretender
expresar el mensaje cristiano de una manera inteligible y atractiva para los no cristianos,
los apologetas lo hicieran en lo posible según las categorías mentales propias de la época.

La apologética representa así el primer intento de compartir las doctrinas esenciales del
cristianismo en el contexto de las categorías y modos de pensar propios del mundo
helenístico. En este intento de adaptar el cristianismo a la mentalidad grecorromana, se
subrayan más aquellos aspectos que podían ser más fácilmente comprendidos dentro de
aquella mentalidad: la bondad de Dios, manifestada en el orden del universo, que era ya
un tema predilecto de la filosofía helenística; su unicidad probada con argumentos en los
que se combinan elementos de la tradición bíblica con otros provenientes de la filosofía de
la época; la excelencia moral de la vida cristiana como tema en común con el antiguo ideal
de la "vida filosófica," basada en la moderación de las pasiones y en la conducta racional;
la esperanza de una inmortalidad vagamente presentada como la verdadera realidad que
prometían los misterios del paganismo. En cambio, el misterio de la salvación por Cristo

23
crucificado y resucitado, que los paganos más difícilmente podían comprender, queda
relegado a veces a un segundo plano.

Sin embargo, de ninguna manera se puede decir que los apologetas presentaran un
"cristianismo desvirtuado.” Insisten en que mientras toda filosofía no tiene otra garantía
que la de la razón humana falible, el cristianismo se funda en la revelación de Dios, hecha
primero en la Escritura y luego en el mismo Verbo de Dios encarnado, y en que la
salvación que espera el cristiano es un don gratuito de Dios, más allá de todo lo que puede
prometer filosofía alguna. La aportación más importante de la apologética cristiana
primitiva es la de que Dios es el Dios universal y salvador de todos los pueblos, sin que
ante él valga la distinción entre judíos y griegos. Esto había sido, por una parte, elemento
esencial de la predicación de Pablo, y por otra, era algo que empezaba a ser reconocido por
el mejor pensamiento filosófico de la época. Los apologetas, al recoger la doctrina del Dios
único y salvador universal de todos los hombres, aseguraron el triunfo definitivo del
cristianismo frente al politeísmo pagano.

Con respecto al paganismo pueden verse entre los apologetas dos actitudes muy distintas.
Mientras algunos — Taciano, Teófilo, Heremias — condenan sin más y en bloque toda la
cultura pagana como incompatible con el cristianismo, otros — Justino, Atenágoras,
Arístides — saben estimar positivamente los valores que los paganos habían alcanzado
con la razón natural, y tienden a representar el cristianismo como complemento y
coronación de los mismos.

El Mensaje del Evangelio y su Contextualización - Keller

Así como Pablo habla del evangelio a los más religiosos (los “circuncisos”) y a los
paganos, de igual manera he encontrado que mi audiencia contiene tanto gente con
trasfondo moralista religioso, así como aquellos con puntos de vista “post-modernos” y
pluralistas. También hay gente de otras religiones, y gente con fuerte trasfondo Católico
Romano así como aquellos que vienen de iglesias protestantes conservadoras. La gente con
una educación más tradicional puede comprender la idea del pecado como la violación de la
ley moral de Dios. Esa ley entonces puede ser expuesta de tal modo que ellos se den cuenta
que han fallado en esto. En ese contexto, la idea de la ira de un Dios santo contra el pecado
toma sentido. Entonces Cristo y su salvación pueden ser presentados como la única
esperanza de perdón por la culpa. Este evangelio tradicional evangélico, es un “evangelio
para los circuncisos”.

El evangelio del “reino” y un evangelio de “vida eterna”

He encontrado que muchos de mis oyentes jóvenes están luchando para hacer decisiones en
un mundo de muchísimas opciones y están confundidos acerca de sus propias identidades
en una cultura de auto-creación y auto-promoción. Estas personas se identifican más con la
presentación del evangelio como la salvación por la gracia y no por obras (El evangelio de
S Juan – evangelio de vida eterna). Sin embargo, me he dado cuenta que muchos no
creyentes que pasan los 40 años de edad no están siendo alcanzadas muy bien con un
énfasis en problemas personales. Muchos de ellos piensan que están haciendo las cosas
bien.

24
Este tipo de personas están mucho más preocupados respecto a los problemas del mundo-
como guerras, racismo, pobreza, e injusticia y responden bien a los evangelios sinópticos
(Mateo, Marcos, Lucas) que enfatizan el “evangelio del reino”. En lugar de hablar del
evangelio en términos de Dios, el pecado, Cristo, y fe, les señalo el panorama de la historia
de la Biblia entera y les hablo del evangelio en términos de creación, caída, redención y
restauración. Nosotros una vez tuvimos un mundo que todos deseamos—un mundo de paz
y justicia, sin muerte, la enfermedad, o conflicto. Pero por apartarnos de Dios perdimos ese
mundo. Nuestro pecado liberó fuerzas del mal y destrucción de tal modo que ahora todas
las cosas se están caracterizadas por una desintegración física, social y personal. Sin
embargo, Jesucristo vino al mundo, murió como una víctima de la injusticia y como nuestro
sustituto, cargó el castigo de nuestra maldad y nuestro pecado en él mismo. Esto permite
que Dios juzgue al mundo y destruya todo el mal y la muerte sin destruirnos a nosotros.

a) Los Apologetas Griegos antes del Concilio de Nicea -325 D.C.

 Arístides de Atenas (Fecha de nacimiento no disponible)

Arístides escribió una Apología dirigida al emperador Adriano, o tal vez a su sucesor,
Antonino Pío, hacia la mitad del siglo II.

En su cosmovisión, los hombres se dividen en tres "géneros," los paganos, los judíos y los
cristianos; Arístides se ocupa en mostrar la superioridad doctrinal y moral de los cristianos
sobre todos los demás. Su obra nos ha llegado a través de traducciones arménica y siríaca,
y también, aunque algo fragmentariamente, en su texto original griego, incorporado a
otras obras de la literatura patrística posterior.

La Fe Cristiana: "Los cristianos toman su linaje del Señor Jesucristo. Éste es confesado
como Hijo del Dios Altísimo, descendido del cielo por medio del Espíritu Santo para la
salvación de los hombres. Y engendrado de una Virgen santa, sin fecundación ni
desfloración, tomó carne y se mostró a los hombres, con el fin de apartarlos del error del
Politeismo. Y una vez cumplido su maravilloso designio, gustó de la muerte por medio de
la cruz por su libre voluntad, según un grandioso designio. Y después de tres días volvió a
la vida y subió a los cielos. La gloria de su venida puedes conocerla, oh Emperador, si
quieres, leyendo la que ellos llaman Escritura Santa de los evangelios.

Éste tuvo doce discípulos, los cuales, después de su ascensión a los cielos, salieron por las
provincias del mundo y enseñaron la grandeza de Cristo, y así uno de ellos recorrió
nuestra propia región predicando la doctrina de la verdad. Desde entonces, los que sirven
a la justicia que ellos predicaron se llaman cristianos. Éstos son los que han hallando la
verdad, mejor que ninguna de las naciones de la tierra, pues reconocen a Dios creador y
ordenador del universo en su Hijo unigénito y en el Espíritu Santo, sin adorar a otro Dios
fuera de éste. Y tienen grabados en sus corazones los mandamientos del Señor Jesucristo y
los guardan con la esperanza de la resurrección de los muertos y de la vida del siglo- que
ha de venir. No cometen adulterio, no fornican, no levantan falso testimonio, no codician
las cosas ajenas, honran a padre y madre, aman a sus vecinos, juzgan con justicia. Lo que

25
no quieren que se les haga a ellos, no lo hacen a otro; buscan reconciliarse con aquellos que
les ofenden haciéndoselos amigos; se esfuerzan por hacer el bien a sus enemigos; son
mansos y modestos... Se abstienen de toda unión ilegítima y de toda impureza. No
desprecian a la viuda ni hacen sufrir al huérfano. E1 que tiene suministra sin tacañearía al
que no tiene. Si ven a un forastero, le acogen bajo su techo y se alegran con él como con un
auténtico hermano. Se llaman entre sí hermanos, no según la carne, sino según el
espíritu...”

 Justino Mártir (100 – 165 D.C.)

Justino nació en Naplusa, la antigua Siquem, en Samaría, a comienzos del siglo II. Si lo que
él mismo nos narra tiene valor autobiográfico y no es — como pretenden algunos — mera
ficción literaria, se habría dedicado desde joven a la filosofía, recorriendo, en pos de la
verdad, las escuelas estoica, peripatética, pitagórica y platónica, hasta que, insatisfecho de
todas ellas, un anciano le llamó la atención sobre las Escrituras de los profetas, "los únicos
que han anunciado la verdad." Esto, junto a la consideración del testimonio de los
cristianos que arrastraban la muerte por ser fieles a su fe, le llevó a la conversión.

Más adelante Justino pasa a Roma, donde funda una especie de escuela filosófico-religiosa,
y muere martirizado hacia el año 165.

Se conocen los títulos de una decena de obras de Justino: de ellas sólo se han conservado
dos Apologías (que quizás no son sino dos partes de una misma obra), y un Diálogo con un
judío, por nombre Trifón.

Tanto por la extensión de sus escritos como por su contenido, Justino es el más importante
de los apologetas. Es el primero que de una manera que pudiéramos decir sistemática
intenta establecer una relación entre el mensaje cristiano y el pensamiento helénico,
predeterminando en gran parte, bajo este aspecto, la dirección que iba a tomar la teología
posterior.

El Cristianismo y la Filosofía: Para que no haya nadie que sin razón rechace nuestra
enseñanza objetando que Cristo nació hace sólo ciento cincuenta años en tiempos de
Quirino... y de Poncio Pilato, urgiendo con ello que ninguna responsabilidad tuvieron los
hombres de épocas anteriores, nos daremos prisa a resolver esta dificultad. Nosotros
hemos aprendido que Cristo es el primogénito de Dios, el cual, como ya hemos indicado,
es el Logos, del cual todo el género humano ha participado. Y así, todos los que han vivido
conforme al Logos son cristianos, aun cuando fueran tenidos como ateos, como sucedió
con Sócrates, Heraclito y otros semejantes entre los griegos, y entre los bárbaros con
Abraham, Azarías, Misael, Elias y otros muchos... De esta suerte, los que en épocas
anteriores vivieron sin razón, fueron malvados y enemigos de Cristo, y asesinaron a los
que vivían según la razón. Por el contrario, los que han vivido y siguen viviendo según la
razón son cristianos, viviendo sin miedo y en paz...l

DIOS: Al Padre de todas las cosas no se le puede imponer nombre alguno, pues es
inengendrado. Porque todo ser al que se impone un nombre, presupone otro más antiguo
que él que se lo imponga. Los nombres de Padre, Dios, Creador, Señor, Dueño, no son

26
propiamente nombres, sino apelaciones tomadas de sus beneficios y de sus obras. En
cuanto a su Hijo — el único al que se llama Hijo, el Logos que está con él, siendo
engendrado antes de las criaturas, cuando al principio creó y ordenó por medio de él todas
las cosas — se le llama Cristo a causa de su unción y de que fueron ordenadas por medio
de él todas las cosas. Este nombre encierra también un sentido incognoscible, de manera
semejante a como la apelación de "Dios" no es un nombre, sino que representa una
concepción, innata en la naturaleza humana, de lo que es una realidad inexplicable. En
cambio "Jesús" es un nombre humano, que tiene el sentido de "salvador." Porque el
Logos se hizo hombre según el designio de Dios Padre y nació para bien de los creyentes y
para destrucción de los demonios...

Parece que Justino no conocía los escritos de Pablo y solo cita los evangelios.

 Atenágoras (133 – c. 190)

Atenágoras debió de convertirse al cristianismo después de haber seguido estudios de


retórica y de filosofía: sus escritos están llenos de erudición y de los recursos estilísticos
propios de los oradores y escritores de la época. Se conserva de él una Súplica en favor de los
cristianos y un tratado Sobre la resurrección. La primera de estas obras fue escrita hacia el
año 177 e iba dirigida a los emperadores Marco Aurelio Antonino y Lucio Aurelio
Cómodo, con el intento de mostrar que las doctrinas de los cristianos eran plenamente
razonables y su modo de vida inocente

La Trinidad: He mostrado, pues, suficientemente que no somos ateos: admitimos un solo


Dios, increado, eterno, invisible, impasible, incomprensible, inmenso, que sólo puede ser
alcanzado por la razón y la inteligencia, rodeado de luz, de belleza, de espíritu, de fuerza
inexplicable. Por él ha sido hecho el universo, y ha sido ordenado y se conserva, por medio
de su Verbo. Y creemos también en un Hijo de Dios, Que nadie tenga por ridículo eso de
que Dios tenga un Hijo. Porque no pensamos sobre Dios Padre o sobre su Hijo a la manera
de vuestros poetas que hacen fábulas en las que presentan a dioses que en nada son
mejores que los hombres, sino que el Hijo de Dios es el Verbo del Padre en idea y
operación, pues con relación a él y por medio de él fueron hechas todas las cosas, siendo el
Padre y el Hijo uno solo. Y estando el Hijo en el Padre y el Padre en el Hijo, en unidad y
potencia de espíritu, el Hijo de Dios es inteligencia y Verbo del Padre. Y no se acaba aquí
nuestra doctrina teológica, sino que afirmamos que se da una multitud de ángeles y
ministros, a quienes el Dios creador y artífice del mundo, por medio del Verbo que está
en él, distribuyó y ordenó para que tuvieran cuidado de los elementos y de los cielos y del
mundo y de las cosas que en él se contienen, para mantener todo ello en buen orden...

b) Los Apologetas de Asia Menor antes del Concilio de Nicea

 Ireneo de Lyon (120, /140, Asia Menor— 200, /203)

Ireneo era oriundo de Asia Menor, y hubo de nacer por los alrededores del año 140. Pasó
su infancia en Esmirna, donde aprendió la doctrina cristiana de labios del santo obispo
Policarpo, discípulo de Juan el apóstol. Él mismo evoca maravillosamente los recuerdos de

27
su niñez en una carta — que nos ha conservado el historiador Eusebio de Cesárea1 —, de
la que reproducimos algunos párrafos en el n.° 42.

Sin que sepamos cuándo ni cómo, Ireneo pasó a occidente, y se estableció en Lyón de las
Galias, donde era presbítero cuando, el año 177, se levantó una terrible persecución en la
que sufrieron martirio el obispo de aquella sede, Potino, con muchos de sus fieles. Poco
después fue elegido Ireneo para suceder a Potino. La actividad de Ireneo se dirigió
principalmente a combatir distintas formas de desviación de la doctrina cristiana, que se
presentaban bajo la forma de gnosis o sabiduría superior de los misterios de la fe. De ello da
testimonio su magna obra Adversus haereses o Contra las herejías, que está formada por una
serie de argumentos contra diversos aspectos de aquellas doctrinas heréticas, sin
pretensión sistemática estricta. Se ha conservado también de Ireneo la traducción armenia
de una Explicación (demonstratio) de la doctrina apostólica, que es un breve sumario de los
principales puntos de la fe para instrucción de los fieles.

La Salvación: Recapitulando todas las cosas, Cristo fue constituido cabeza: declaró la
guerra a nuestro enemigo, y destruyó al que en el comienzo nos había hecho prisioneros
en Adán, aplastando su cabeza, como está en el Génesis que Dios dijo a la serpiente:
"Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la suya: él acechará a tu
cabeza, y tú acecharás a su calcañal" (Gen 3:15). Estaba predicho, pues, que aquel que tenía
que nacer de una mujer virgen y de naturaleza semejante a la de Adán, tenía que acechar a
la cabeza de la serpiente. Esta es la descendencia de la que habla el Apóstol en la epístola a
los Galatas: "La ley de las obras fue puesta hasta que viniera la descendencia al que había
recibido la promesa" (Gal 3:19). Y todavía lo declara más abiertamente en la misma carta
cuando dice: "Cuando llegó la plenitud de los tiempos envió Dios a su Hijo, hecho de
mujer" (Gal 4:4). El enemigo no hubiese sido vencido de una manera adecuada si no
hubiese sido hombre nacido de mujer el que le venció. Porque en aquel comienzo el
enemigo esclavizó al hombre valiéndose de la mujer, poniéndose en situación de
enemistad con el hombre. Y por esto el Señor se confiesa a sí mismo Hijo del hombre,
recapitulando así en sí mismo aquel hombre original del cual había sido modelada la
mujer. De esta suerte, así como por un hombre vencido se propagó la muerte en nuestro
linaje, así también por un hombre vencedor podamos levantarnos a la vida. Y así como la
muerte obtuvo la victoria contra nosotros por culpa de un hombre, así también nosotros
obtengamos la victoria contra la muerte gracias a un hombre. Por otra parte, el Señor no
habría podido recapitular en sí mismo la antigua y original hostilidad contra la serpiente,
cumpliendo así la promesa del Creador, si hubiese procedido de otro Padre. Pero es uno
mismo e idéntico el que nos formó en un principio y el que envió a su Hijo al fin de los
tiempos: y el Señor no ha hecho sino cumplir su mandato, tomando carne de mujer,
destruyendo a nuestro enemigo y rehaciendo al hombre a imagen y semejanza de Dios...22

El Verbo, haciéndose hombre verdadero, liberó a los hombres.

Nuestro Señor es el único maestro verdadero, Hijo de Dios verdaderamente bueno y


paciente, Verbo de Dios Padre que se hizo Hijo del hombre. Porque, efectivamente luchó y
venció, ya que era un hombre que luchaba por sus padres, pagando con su obediencia la
desobediencia. Él encadenó al que era fuerte y libertó a los débiles y dio la salvación a la
obra de sus manos, destruyendo el pecado. Porque el Señor es bondadosísimo y

28
misericordioso, y ama al género humano, y así, como hemos dicho, ha realizado la unión
del hombre con Dios. Porque si no hubiera sido hombre el que venció al enemigo del
hombre, la derrota del enemigo no habría sido justa; y, por otra parte, si no hubiese sido
Dios el que nos daba el don de la salvación, no poseeríamos ésta de manera segura.
Además, si no hubiese sido unido el hombre con Dios, no habría podido participar de la
incorruptibilidad. Así pues, convenía que el mediador entre Dios y los hombres por su
parentesco propio con una y otra parte redujese a entraba a la amistad y concordia,
recomendando los hombres a Dios y dando a conocer Dios a los hombres.

c) Los Apologetas de Alejandría antes del Concilio de Nicea -325 D.C.

 Clemente de Alejandría (150 – c. 215)

Clemente de Alejandría nació probablemente en Atenas hacia el año 150, de padres


paganos. Recibió una buena educación literaria y filosófica al gusto de la época. No
tenemos información alguna acerca de su conversión al cristianismo; sólo sabemos que su
aceptación de la fe no disminuyó en nada su infatigable curiosidad intelectual, y que,
siendo ya cristiano, viajó por Italia, Siria y Palestina, para instruirse de los maestros
cristianos más renombrados. Finalmente pasó a Alejandría donde encontró al maestro que
deseaba en la persona del filósofo cristiano Panteno, de quien dice Clemente que "como
abeja recogía el néctar de las flores que esmaltan el campo de los profetas y los apóstoles,
engendrando en el alma de sus oyentes una ciencia inmortal." De discípulo pasó pronto a
ser asociado y colaborador de Panteno, a quien sucedió en su muerte como mentor
intelectual de los círculos cristianos cultos de Alejandría.

De Clemente se han conservado tres obras principales, más alguna homilía y fragmentos.
El Protréptico o Exhortación a los griegos está dirigida a la intelectualidad pagana y es una
invitación a la conversión, que presenta al Logos cristiano como iluminador de las almas y
dispensador de una sabiduría y una verdad muy superior a la que podía alcanzarse con la
sabiduría y la religión de los paganos. El Pedagogo viene a ser una exposición razonada de
los principios de la vida cristiana, para los que ya se han decidido abrazarla. Finalmente
los Stromata ("Tapices") es una especie de miscelánea teológica en ocho libros, en los que
Clemente ha ido anotando sin mucho orden sus reflexiones sobre temas muy diversos.

Clemente insiste en que el cristianismo no puede ser simplemente ajeno a la filosofía y a la


cultura. Por una parte la filosofía es preparación para la aceptación de las verdades de la
fe, y por otra puede proporcionar una mejor intelección de las mismas una vez aceptadas.
El ideal de Clemente es el del "gnóstico" o "sabio" cristiano, es decir, aquel que habiendo
aceptado la fe y sin desviarse para nada de ella, procura llegar al máximo conocimiento
intelectual posible de lo que en ella se contiene, ayudado por la reflexión y por todos los
elementos que el hombre tenga a su alcance.

Cristo-El Logos: El Logos, nuestro pedagogo, cura con sus consejos las pasiones del alma
que son contra la naturaleza. En sentido propio, se llama medicina al cuidado de las
enfermedades del cuerpo, y se trata de un arte que se enseña por sabiduría humana. Pero
el Logos del Padre es el único médico de las enfermedades morales del hombre,
facultativo y sagrado encantador del alma enferma... Según Demócrito, "la medicina cura

29
las enfermedades del cuerpo, pero la sabiduría libera de sus pasiones al alma." Pero
nuestro buen Pedagogo, sabiduría y Logos del Padre, y creador del hombre, cuida de su
criatura en su totalidad, y cura lo mismo su cuerpo que su alma, como médico del género
humano capaz de curarlo todo. "Levántate," dice el Salvador, "toma la camilla sobre la que
yaces, y vete a tu casa": (cf. Mt 9:6) y al punto se sintió fuerte el enfermo. Y al muerto le
dice: "Lázaro, sal fuera" (Jn 11:43) y salió de la tumba el muerto, tal como era antes de
morir, ensayándose así para la resurrección. Y es cierto que también cura al alma en sí
misma con sus preceptos y sus gracias: tal vez es tardo en dar recetas, pero en sus gracias
es abundante: "Perdonados te son tus pecados" (Lc 5:20) nos dice a los pecadores que
somos nosotros.

Dios es amor, y el Hijo es engendrado por el amor.

Contemplad los misterios del amor, y podréis contemplar el seno del Padre, que sólo su
Hijo unigénito ha revelado. Porque la esencia de Dios es amor, y fue por amor como se
hizo manifiesto a nosotros. Es padre en cuanto que es inefable, pero es madre en cuanto
nos ama. Porque, por su amor, el Padre se hizo mujer, como se muestra por el hecho de
que engendró de sí mismo a este hijo único, ya que el fruto que nace del amor es amor. Por
esta razón el Hijo en persona vino a la tierra, se revistió de humanidad y sufrió
voluntariamente la condición humana. Quiso someterse a las condiciones de debilidad de
aquellos a quienes amaba, porque quería ponernos a nosotros a la altura de su propia
grandeza. Y cuando iba a ser derramado en libación, ofreciéndose a sí mismo como
rescate, nos dejó un nuevo testamento: "Yo os doy mi amor." ¿Qué género de amor es éste?
¿Cuáles son sus dimensiones? Por cada uno de nosotros entregó él una vida que valía lo
que todo el universo, y en retorno nos pide que entreguemos nuestras vidas el uno por el
otro...3I

 Origenes (184/185 – 253/254)

Orígenes es, sin duda, el más profundo, original y audaz de los padres de la Iglesia
anteriores a san Agustín. En un momento en el que la doctrina de la Iglesia estaba todavía
en buena parte informe e indefinida, intentó construir una síntesis ideológica del
cristianismo amplia y coherente, utilizando todas las adquisiciones del pensamiento de su
época en el intento de explicar y profundizar el sentido de la Escritura, que fue para él
siempre la fuente definitiva y última de toda sabiduría. Bajo este aspecto puede ser
considerado como el primer "teólogo" en sentido más estricto de la palabra, es decir, como
el que se lanza a la búsqueda de una explicación racionalmente coherente de lo que acepta
por la fe. Su intento no siempre alcanzó resultados absolutamente satisfactorios: la
tradición posterior — a veces injusta para con él — descubrió en Orígenes infiltraciones
filosóficas y especulaciones audaces que fueron consideradas como ajenas y aun contrarias
a la fe de la Iglesia. Algunas de sus ideas — o de las que se le atribuyeron — fueron
condenadas, y sus obras fueron proscritas o sufrieron manipulaciones correctoras. En
consecuencia, muchas de ellas se perdieron, o se conservaron sólo en versiones arregladas,
lo cual hace muy difícil que podamos conocer con exactitud su pensamiento, precisamente
en los puntos más delicados. Pero aun sus especulaciones más audaces representan etapas
valiosas del progreso teológico

30
La Trinidad: Hay una cosa que turba a muchos que quisieran ser piadosos: con la
preocupación de no admitir dos dioses, caen en el otro extremo con doctrinas falsas e
impías, pues o bien niegan que el Hijo tenga una individualidad (idioíéta) distinta de la del
Padre y confiesan que aquel que, al menos de nombre, llaman Hijo, es Dios, o bien niegan
la divinidad del Hijo, estableciendo que su individualidad y su sustancia concreta (ousía
kaíá perigraphén) es distinta de la del Padre. He aquí cómo se puede dar una solución: hay
que decirles que Dios es Dios-en-sí, y por esto dice el Salvador en su oración Padre: "Para
que te conozcan a ti, el único Dios verdadero" (Jn 17:3); fuera del Dios-en-sí, todo lo que es
divinizado por participación de la divinidad de aquél no debiera llamarse propiamente "el
Dios," sino "Dios": y aquí el "primogénito de toda la creación" (cf. Col 1:15), que por "estar
en Dios" (cf. Jn 1:1) es el primero en atraer hacia sí la divinidad, es absolutamente superior
en dignidad a los otros que son dioses fuera de él — de los cuales Dios es "el Dios" según
aquella palabra: "El Dios de los dioses, el Señor, ha hablado y ha convocado a la tierra" (Sal
49: 1) — ; él ha sido el ministro de su divinización, sacando de Dios y comunicándoles a
ellos generosamente según su bondad su divinización.

Dios, pues, es el Dios verdadero: los que han sido conformados según él, son como
reproducciones de un prototipo; pero1, por otra parte, la imagen arquetipo de estas
múltiples imágenes es el Logos "que está en Dios," el que estaba "en el principio," el cual,
por estar "en Dios" permanece siempre "Dios." Porque no sería si no estuviera "en Dios," y
no permanecería Dios si no permaneciera en incesante contemplación de la profundidad
del Padre...7

Trinidad (tendencia subordinacionista)*.

Nosotros aceptamos la palabra del Salvador: "El Padre que me envió es mayor que yo" (Jn
14:28), por la cual no acepta la apelación de "bueno" que le es dada (cf. Mc 10:18) en su
sentido propio, verdadero y pleno, sino que la refiere agradecido al Padre, reprochando al
que quería glorificar al Hijo más de lo justo. Afirmamos que lo mismo el Salvador que el
Espíritu Santo no pueden ponerse en parangón con ninguna dé las cosas creadas, sino que
las sobrepasan con una trascendencia sobreeminente; pero al mismo tiempo son
sobrepasados por el Padre cuanto el Salvador y el Espíritu Santo sobrepasan a los demás
seres y aún más. No es necesario que digamos cuánta es la gloria del Hijo que sobrepasa a
los tronos, las dominaciones, los principados, las potestades y todo otro ser que pueda ser
nombrado no sólo de este siglo, sino también del futuro, trascendiendo además a los
santos ángeles y espíritus y almas de los justos. Sin embargo, siendo superior a tantos y
tan grandes seres por su sustancia, su dignidad, su poder, su divinidad — siendo el Logos
viviente —, su sabiduría, no puede parangonarse en nada con el Padre. En efecto, él es la
imagen de su bondad y esplendor, no ya de Dios, sino de su gloria y de su luz eterna,
emanación (atmís), no ya del Padre, sino de su poder, profluvio (aporróla) genuino de su
gloria omnipotente, espejo sin mancha de su actividad, por el cual espejo Pablo y Pedro y
los que se les asemejan contemplan a Dios, pues dice: "El que me ve a mí, ve al Padre que
me envió" (Jn 14:9).8

31
La generación del Hijo no es como las generaciones naturales.

Es cosa blasfema e inadmisible pensar que la manera como Dios Padre engendra al Hijo y
le da el ser es igual a la manera como engendra un hombre o cualquier otro ser viviente. Al
contrario, se trata necesariamente de algo muy particular y digno de Dios, con el cual nada
absolutamente se puede comparar. No hay pensamiento ni imaginación humana que
permita llegar a comprender cómo el Dios inengendrado viene a ser Padre del Hijo
unigénito. Porque se trata, en efecto de una generación desde siempre y eterna, a la
manera como el resplandor procede de la luz. El Hijo no queda constituido como tal de
una manera extrínseca, por adopción, sino que es verdaderamente Hijo por naturaleza...9

Hemos de entender que la luz eterna no es otra que el mismo Dios Padre. Ahora bien,
nunca se da la luz sin que se dé juntamente con ella el resplandor, ya que es inconcebible
una luz que no tenga su propio resplandor. Si esto es así, no se puede decir que hubiera un
tiempo en el que no existiera el Hijo; y, sin embargo, no era inengendrado, sino que era
como un resplandor de una luz inengendrada, que era su principio frontal en cuanto qué
de ella procedía. Con todo, no hubo tiempo en el que (el Hijo) no existiera.10

El Espíritu Santo es increado.

Hasta ahora no he hallado pasaje alguno de las Escrituras que sugiera que el Espíritu
Santo sea un ser creado, ni siquiera en el sentido en que, como he explicado, habla
Salomón de que la Sabiduría es creada (cf. Prov 8:22), o en el sentido en que, como dije,
han de entenderse las apelaciones del Hijo comer "vida" o "palabra." Por tanto, concluyo
que el Espíritu de Dios que "se movía sobre las aguas" (Gen 1:2) no es otro que el Espíritu
Santo. Ésta parece la interpretación más razonable: pero no hay que mantenerla como
fundada directamente en la narración de la Escritura, sino en el entendimiento espiritual
de la misma.l1

El Espíritu Santo es persona.

"El Espíritu sopla donde quiere" (Jn 3:8). Esto significa que el Espíritu es un ser sustancial,
no, como algunos pretenden, una simple actividad de Dios sin existencia individual. El
Apóstol, después de enumerar los dones del Espíritu, prosigue: "Y todas estas cosas
proceden de la acción de un mismo Espíritu, que distribuye a cada individuo según su
voluntad" (1 Cor 12:11). Por tanto, si actúa, quiere y distribuye, es un ser sustancial activo,
y no una mera actividad...12

El Espíritu mismo está en la ley y en el Evangelio: él está eternamente con el Padre y el


Hijo, y como el Padre y el Hijo existe siempre, existió y existirá.13

Después de la Ascensión, el Espíritu Santo es asociado al Padre y al Hijo en honor y


dignidad. Pero acerca de él no podemos decir claramente si ha de ser considerado como
engendrado o inengendrado, o si es o no Hijo de Dios.

32
c) Los Apologetas Latinos antes del Concilio de Nicea

 Tertuliano (160-225 D.C.)

La primitiva lengua del cristianismo, aun en el occidente romano, fue el griego. En la Galia
romana, Ireneo de Lyón escribía en griego, y aun en la misma Roma, Hipólito utilizaba
esta lengua a finales del siglo II. Sin embargo, a medida que el cristianismo se iba
arraigando en occidente, dejando de predominar entre sus filas los inmigrantes de origen
oriental, empezó a sentirse la necesidad de expresarse en latín. Los textos latinos cristianos
más antiguos hubieron de ser las traducciones bíblicas y los formularios litúrgicos, de los
que quedan rastros dispersos. Pero ya a finales del siglo II aparecen obras literarias en
latín: en esta lengua escribe, en los ambientes romanos, el apologista Minucio Félix; y en el
África romana surge el genio incomparable de Tertuliano.

Tertuliano nació en Cartago antes del año 160, y se dedicó desde muy joven a la retórica y
al derecho. Pasó a Roma, donde parece que ganó reputación como jurista. Hacia el año 195
se convirtió al cristianismo, y desplegó una incansable actividad literaria en defensa y
explicación de su nueva fe. Sin embargo, ni aun en ella encontraba fácilmente satisfacción
aquel africano ardiente a quien toda perfección parecía poca: pronto se dejó atraer por las
tendencias más espiritualistas y rigoristas dentro del cristianismo, y finalmente, hacia el
año 207, se adhirió abiertamente a la secta herética de Montano (llamada montanismo),
que pretendía ser un cristianismo más purificado por medio de una nueva encarnación del
Espíritu de Dios en sus miembros.

Los escritos de Tertuliano reflejan todo el apasionamiento de su alma. La doctrina cristiana


se expresa en ellos con una fuerza extraordinaria, pero también de una forma extremosa,
desmesurada y, a veces, llena de contradicciones. Los escritos montanistas del último
período de su vida manifiestan una actitud rigorista y espiritualista que contradice las
posturas más moderadas de sus primeros años. Aun así, los escritos de Tertuliano
ejercieron un influjo incalculable en la formación del pensamiento teológico

La superioridad del Dios cristiano: La verdad cristiana lo ha proclamado con toda


claridad: Si Dios no es único, no hay Dios. Nos parece mejor negar la existencia de una
cosa que atribuirle una existencia como no debiera. Si quieres llegar a conocer que no
puede haber más que un Dios, pregúntate qué es Dios, y encontrarás que no puede ser de
otra manera. En cuanto le es dado al hombre dar una definición de Dios, voy yo a dar una
definición que será admitida por el consentimiento universal de los hombres: Dios es el ser
de suprema grandeza establecido desde la eternidad, no nacido, no creado, sin principio ni
fin. Éstas son las propiedades que hay que atribuir a esta eternidad que constituye a Dios
como grandeza suprema. Dios debe tener estos atributos y otros semejantes, si ha de ser la
suprema grandeza en forma y modo de ser, así como en fuerza y poder.

El logos: Antes de todas las cosas Dios estaba solo: él era para sí su universo, su lugar, y
todas las cosas. Estaba solo porque nada había fuera de él. Pero en realidad, ni siquiera
entonces estaba solo, pues tenía consigo algo de su propio ser, su razón. Porque Dios es un

33
ser racional, y la razón estaba primero en él, y de él derivó a todas las cosas. Esta razón es
la conciencia que Dios tiene de sí mismo. Los griegos la llaman "logos," que equivale a lo
que nosotros llamamos "palabra": por esto ya se ha hecho corriente entre nosotros que
digamos, para simplificar, que en el comienzo la Palabra estaba en Dios. Propiamente la
razón debiera considerarse como anterior a la palabra, porque Dios no hablaba desde el
principio, pero estaba dotado de razón desde el principio, y la misma palabra proviene de
la razón y muestra así que ésta es anterior y como su fundamento. Pero esto no cambia las
cosas, ya que si Dios todavía no había pronunciado su Palabra, sin embargo la tenía dentro
de sí con la misma razón y en la razón, pensando y disponiendo consigo y en silencio lo
que luego había de decir con su Palabra. Porque cuando pensaba y disponía en su razón,
convertía ésta en palabra, ya que lo hacía verbalmente. Para que lo entiendas más
fácilmente, reflexiona sobre ti mismo, que estás hecho a imagen y semejanza de Dios:
también tú, siendo animal racional, tienes en ti mismo razón, porque no sólo has sido
hecho por un artífice dotado de razón sino que de su mismo ser has recibido la vida.
Observa, pues, cómo esto sucede siempre dentro de ti, cuando en silencio andas pensando
algo en tu razón: la razón se te expresa en palabras en cualquier pensamiento que te ocurra
y a cualquier estímulo de tu conciencia. No piensas nada que no sea en palabras, ni tienes
conciencia de nada que no sea por la razón. Inevitablemente te pones a hablar en tu
interior, y al hablar tu palabra se te convierte en interlocutor, y en esta palabra está la
misma razón por la que hablas pensando y por la que piensas hablando. Así pues, sin
temeridad alguna, tengo motivos para suponer que Dios antes de la creación del universo
no estuvo solo, pues tenía en sí mismo a su razón, y con la razón su Palabra que era
distinta de él por su actividad dentro de él.17

 Cipriano

Cipriano nació hacia el año 200, probablemente en Cartago, de familia rica y culta. Se
dedicó en su juventud a la retórica. El disgusto que sentía ante la inmoralidad de los
ambientes paganos, contrastado con la pureza de costumbres de los cristianos, le indujo a
abrazar el cristianismo hacia el año 246. Poco después, en 248, fue elegido obispo de
Cartago, Al arreciar la persecución de Decio, en 250, juzgó mejor retirarse a un lugar
apartado, para poder seguir ocupándose de su rey. Algunos juzgaron esta actitud como
una huida cobarde, y Cipriano hubo de explicar su conducta (carta 20).

De él se conservan una docena de opúsculos (obra literaria de poca extensión) sobre varios
temas del momento y, particularmente, una preciosa colección de 81 cartas, en las que de
muestra de su extraordinaria clarividencia y energía en los asuntos referentes a la fe y a la
vida de la Iglesia. Más que un hombre de ideas fue sobre todo un hombre de gobierno y de
acción Su doctrina coincide sustancialmente con la de Tertuliano, del que era lector asiduo
y a quien consideraba como "maestro."

Dos problemas particularmente graves reclamaron su atención: el primero era el de la


actitud que convenía tomar con los que habían cedido durante la persecución accediendo a
ofrecer sacrificios a los ídolos. Muchos de ellos quisieron luego volver a la Iglesia, y para
ello solicitaban de los "confesores," que habían permanecido firmes sufriendo gravísimos
tormentos por la fe, unos clasificados en que declaraban que hacían participantes de sus
meritos a los que se habían mostrado débiles, con lo que éstos creían ya tener derecho sin

34
más a ser readmitidos a la comunión. Cipriano mantuvo firmemente que el grave pecado
de apostasía requería una proporcionada penitencia, y que los certificados de los
confesores no podían considerarse como una absolución automática, sino que la
absolución tenía concederse por la Iglesia a través de sus ministros, por medio de la
imposición de manos, que sólo debía tener lugar después que constase de un auténtico
arrepentimiento garantizado. Las discusiones acerca de esta cuestión son de gran interés
histórico, pues través de ellas conocemos la práctica de la disciplina penitencial en 1a
Iglesia antigua.

El Perdón y la Penitencia: Ha brotado, hermanos amadísimos, un nuevo género de


estrago. Como si hubiera sido poco cruel la tormenta de la persecución, se ha añadido
como colmo de males una blandura engañosa y destructora que se presenta bajo el título
de misericordia. Contra el vigor del evangelio, contra la ley de Dios y del Señor, la audacia
de algunos concede laxamente la comunión a los incautos, como una paz nula y falsa, llena
de peligros para los que la otorgan, y de ningún provecho para los que la reciben. No
buscan la penitencia que restablece la salud, ni la verdadera medicina que está en la
satisfacción. La penitencia queda excluida de los corazones borrándose la memoria de un
delito gravísimo y supremo. Se cubren las heridas de los moribundos y la llaga mortal
latente y más profundo de las entrañas se tapa con un falso dolor. Los que vuelven de los
altares del diablo, se acercan al santuario del Señor con sus manos sucias e infectas de los
olores, casi eructando todavía los manjares mortíferos de los ídolos: sus fauces despiden
todavía ahora el aliento de un crimen, precipitándose sobre el cuerpo del Señor cuando su
respiración huele todavía a aquellos contagios funestos... Antes de que hayan expiado sus
delitos, antes de que hayan hecho confesión de su pecado, antes de que su conciencia haya
sido purificada con el sacrificio y con la mano del sacerdote, antes de aplacar la ofensa del
Dios indignado y amenazante, se hace violencia a su cuerpo y a su sangre, cometiendo
entonces con sus manos y con su boca un crimen contra el Señor, mayor que el que
cometieron cuando le negaron. No es aquello paz, sino guerra: no se adhiere al evangelio
el que se separa de la Iglesia... Nadie se engañe, nadie se deje sorprender. Sólo el Señor
puede perdonar, Sólo él puede dar el perdón de los pecados que se han cometido contra
él: él, que cargó con nuestros pecados, que padeció por nosotros, que fue entregado por
Dios para nuestros pecados. No puede estar el hombre por encima de Dios, ni puede el
esclavo perdonar o conceder indulgencia de los delitos graves cometidos contra su Señor,
no sea que al que ha caído se le añada el pecado de no entender lo que está predicho:
"Maldito el hombre que pone su esperanza en otro hombre" (Jer 17:5). Al Señor se ha de
rogar, el Señor ha de ser aplacado con nuestra satisfacción, pues él dijo que negaría al que
le negase, y que sólo él recibió del Padre el poder de juzgar a todos. Ciertamente creemos
que los méritos de los mártires y las obras de los justos tienen mucho poder ante este juez:
pero esto será cuando venga el día del juicio, cuando después del ocaso de este mundo su
pueblo se presente ante su tribunal.3

35
El Concilio de Nicea

Después de su victoria contra contra Licinus, el emperador de oriente, en


septiembre de 324 d.C. Constantino se esforzó en arreglar los litigios entre los
diferentes obispos de oriente, como ya hizo en occidente por causa
del donatismo (Herejía enseñada por Donato, obispo de Casae Nigrae, la cual establecía
que la efectividad de los sacramentos dependía del carácter moral del ministro).
convocando los sínodos de Roma en el 311 y el de Arlés en el 314. Así convocó a
los diferentes obispos a un sínodo comparable en todo a los comitia (comicios) de
las órdenes civiles del Imperio. Este concilio fue convocado primeramente en
Ancyra y después, por razones de comodidad el propio emperador, en Nicea,
donde en sus inmediaciones más próximas se encontraba la residencia imperial de
Nicomedia.

Vemos que el emperador, tras haber logrado la unificación y uniformidad total del
imperio bajo su persona, trataba de hacer lo mismo con el cristianismo, a imagen
del propio imperio. Este concilio no fue convocado por la iglesia o uno de sus
obispos, sino por un emperador sobre el que aún hoy recaen serias dudas entorno
a lo genuino de su fe cristiana, puesto que era un adorador del Solis Invictus (Sol
Invicto). La pretensión posterior del obispado de Roma de ejercer una primacía
jerárquica sobre el resto de la cristiandad tiene mucho que ver con este deseo de
uniformidad imperial.

Por deseo del emperador romano Constantino, el concilio se reunió en la ciudad de


Nicea, en el Asía Menor y cerca de Constantinopla, en el año 325 el 20 de mayo, la
mañana de las fiestas de conmemoración de su victoria sobre su rival Licinio. Es esta
asamblea la que la posteridad conoce como el Primer Concilio Ecuménico, es
decir,universal.

El número exacto de los obispos que asistieron al concilio nos es desconocido, pero
al parecer fueron unos trescientos. Para comprender la importancia de lo que estaba
aconteciendo, recordemos que varios de los presentes habían sufrido cárcel, tortura
o exilio poco antes, y que algunos llevaban en sus cuerpos las marcas físicas de su
fidelidad. Y ahora, pocos años después de aquellos días de pruebas, todos estos
obispos eran invitados a reunirse en la ciudad de Nicea, y el emperador cubría todos
sus gastos. Muchos de los presentes se conocían de oídas o por
correspondencia. Pero ahora, por primera vez en la historia de la iglesia, podían
tener una visión física de la universalidad de su fe. En su "Vida de Constantino"
Eusebio de Cesarea nos describe la escena:

"Allí se reunieron los más distinguidos ministros de Dios, de Europa, Libia [es decir,
Africal y Asia. Una sola casa de oración, como si hubiera sido ampliada por obra de
Dios, cobijaba a sirios y cilicios, fenicios y árabes, delegados de la Palestina y del
36
Egipto, tebanos y libios, junto a los que venían de la región de Mesopotamia. Había
también un obispo persa, y tampoco faltaba un escita en la asamblea. El Ponto,
Galacia, Panfilia, Capadocia, Asia y Frigia enviaron a sus obispos más distinguidos,
junto a los que vivían en las zonas más recónditas de Tracia, Macedonia, Acaya y el
Epiro. Hasta de la misma Espafía, uno de gran fama [Osio de Córdoba] se sentó
como miembro de la gran asamblea. El obispo de la ciudad imperial [ Roma] no
pudo asistir debido a su avanzada edad, pero sus presbíteros lo
representaron. Constantino es el primer príncipe de todas las edades en haber
juntado semejante guirnalda mediante el vínculo de la paz, y habérsela presentado
a su Salvador como ofrenda de gratitud por las victorias que había logrado sobre
todos sus enemigos"

En este ambiente de euforia, los obispos se dedicaron a discutir las muchas


cuestiones legislativas que era necesario resolver una vez terminada la
persecución. La asamblea aprobó una serie de reglas para la readmisión de los
caídos, acerca del modo en que los presbíteros y obispos debían ser elegidos y
ordenados, y sobre el orden de precedencia entre las diversas sedes.

Pero la cuestión más escabrosa que el Concilio de Nicea tenía que discutir era
la controversia arriana. En lo referente a este asunto, había en el concilio varias
tendencias:

Primera tendencia: Arrianos.

En primer lugar, había un pequeño grupo de arrianos convencidos, capitaneados


por Eusebio de Nicomedia -personaje importantísimo en toda esta controversia, que
no ha de confundirse con Eusebio de Cesarea. Puesto que Arrio no era obispo, no
tenía derecho a participar en las deliberaciones del concilio. En todo caso, Eusebio
y los suyos estaban convencidos de que su posición era correcta, y que tan pronto
como la asamblea escuchase su punto de vista, expuesto con toda claridad,
reivindicaría a Arrio y reprendería a Alejandro por haberle condenado.

Segunda tendencia: Trinitarios Antiarrianos.

En segundo lugar, había un pequeño grupo que estaba convencido de que las
doctrinas de Arrio ponían en peligro el centro mismo de la fe cristiana, y que por
tanto era necesario condenarlas. El jefe de este grupo era Alejandro de
Alejandría. Junto a él estaba un joven diácono que después se haría famoso como
uno de los gigantes cristianos del siglo IV, Atanasio.

Tercera tendencia: Trinitarios tradicionalistas.

Los obispos que procedían del oeste, es decir, de la región del Imperio donde se
hablaba el latín, no se interesaban en la especulación teológica. Para ellos la doctrina

37
de la Trinidad se resumía en la vieja fórmula enunciada por Tertuliano más de un
siglo antes: una substancia y tres personas.

Cuarta tendencia: Patripasionistas.

Otro pequeño grupo -probablemente no más de tres o cuatro- sostenía posiciones


cercanas al "patripasionismo", es decir, la doctrina según la cual el Padre y el Hijo
son uno mismo, y por tanto el Padre sufrió en la cruz. Aunque estas personas
estuvieron de acuerdo con las decisiones de Nicea, después fueron condenadas.

Quinta tendencia: Neutrales.

Por último, la mayoría de los obispos presentes no pertenecía ninguno de estos


grupos. Para ellos, era una verdadera lástima el hecho de que, ahora que por fin la
iglesia gozaba de paz frente al Imperio, Arrio y Alejandro se hubieran envuelto en
una controversia que amenazaba dividir la iglesia. La esperanza de estos obispos,
al comenzar la asamblea, parece haber sido lograr una posición conciliatoria,
resolver las diferencias entre Alejandro y Arrio, y olvidar la cuestión. Ejemplo típico
de esta actitud es Eusebio de Cesarea.

Reacción del concilio al escuchar las ideas arrianas.

Cuando Eusebio de Nicornedia, el jefe del partido arriano, pidió la palabra para
exponer su doctrina. Al parecer, Eusebio estaba tan convencido de la verdad de lo
que decía, que se sentía seguro de que tan pronto como los obispos escucharan una
exposición clara de sus doctrinas las aceptarían como correctas, y en esto
terminaría la cuestión. Pero cuando los obispos oyeron la exposición de las
doctrinas arrianas su reacción fue muy distinta de lo que Eusebio esperaba. La
doctrina según la cual el Hijo o Verbo no era sino una criatura -por muy exaltada
que fuese esa criatura- les pareció atentar contra el corazón mismo de su fe. A los
gritos de " ¡blasfemia!", " ¡mentira!" y "¡herejía!", Eusebio tuvo que callar.

El resultado de todo esto fue que la actitud de la asamblea cambió. Mientras antes
la mayoría quería tratar el caso con la mayor suavidad posible, y quizá evitar
condenar a persona alguna, ahora la mayoría estaba convencida de que era
necesario condenar las doctrinas expuestas por Eusebio de Nicomedia.

Al principio se intentó lograr ese propósito mediante el uso exclusivo de citas


bíblicas. Pero pronto resultó claro que los arrianos podían interpretar cualquier
cita de un modo que les resultaba favorable -o al menos aceptable. Por esta razón,
la asamblea decidió componer un credo que expresara la fe de la iglesia en lo
referente a las cuestiones que se debatían. Constantino sugirió que se incluyera la
palabra "consubstancial" así se llegó a la siguiente fórmula, que se conoce como el
Credo de Nicea:
38
"Creemos en un Dios Padre Todopoderoso, hacedor de todas las cosas visibles e
invisibles.

Y en un Señor Jesucristo, el Hijo de Dios; engendrado como el Unigénito del Padre,


es decir, de la substancia del Padre, Dios de Dios; luz de luz; Dios verdadero de Dios
verdadero; engendrado, no hecho; consubstancial al Padre; mediante el cual todas
las cosas fueron hechas, tanto las que están en los cielos como las que están en la
tierra; quien para nosotros los humanos y para nuestra salvación descendió y se hizo
carne, se hizo humano, y sufrió, y resucitó al tercer día, y vendrá a juzgar a los vivos
y los muertos.

Y en el Espíritu Santo.

A quienes digan, pues, que hubo cuando el Hijo de Dios no existía, y que antes de
ser engendrado no existía, y que fue hecho de las cosas que no son, o que fue
formado de otra substancia o esencia, o que es una criatura, o que es mutable o
variable, a éstos anatematiza la iglesia católica."

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INP El Redentor
“El Evangelio y La Historia de la Iglesia”/La Defensa del Evangelio

Sesión IX

I.- Los Concilios de Constantinopla y Calcedonia

1.- Después de Nicea (325 d.C.)

a) Muerte de Constantino y el caso de Atanasio

En el año 337 Eusebio de Nicomedia (Arriano) bautiza a Constantino, quien muere el 22 de


mayo en Nicomedia. Su apología es pronunciada por Eusebio de Cesaréa. El Imperio se
divide entre sus tres hijos: Constancio en oriente, Constantino II toma Bretaña y Galias y
Constante, Italia e Illirica. El 17 de junio, Constancio II, ordena el retorno de Atanasio a
Alejandría.

Atanasio: En su cargo como Obispo de Alejandría, sufrió el acoso de los arrianos,


cuando el emperador se dejaba influir por éstos. Así que fue detenido y desterrado
hasta cinco veces, en las siguientes fechas:

 335-337, a Tréveris, bajo Constantino I;


 339-345, a Tréveris, bajo Constancio II;
 356-361, al desierto egipcio, bajo Constancio II;
 362-363, bajo Juliano el Apóstata
 365, bajo Valente.

Entre sus prioridades destacó la evangelización del sur de Egipto, donde designó
como primer obispo de Filé al antiguo inspector de tropas Macedonio, extendiendo
su actividad fuera de las fronteras egipcias, hasta Etiopía, donde nombró a
Frumencio, obispo de Axum.

De su etapa de destierro entre los monjes del desierto egipcio, adquirió un gran
interés por el monacato, influyendo en el acceso de los monjes al sacerdocio, y
convirtiéndose en biógrafo de Antonio Abad, de quien escribió la Vida de Antonio.

b) Los Emperadores de la Decadencia Romana

Constancio II (337-361 d.C.)

Nació el 7 de agosto del 317 en Sirmium y murió en noviembre del 361 en


Mopsucrenae (Cilicia). Segundo hijo del emperador Constantino I, y su segunda

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esposa Fausta, hermano por tanto de Constantino II y Constante I. Después de la
muerte de su padre el territorio imperial fue repartido administrativamente entre
los césares, correspondiéndole a Constancio II la parte oriental desde Antioquía.

En el 338, una vez resuelta la cuestión del reparto, Constancio II regresó al frente
oriental para encabezar las tropas que marcharon contra los persas. En el año 340
se había producido un enfrentamiento entre Constantino II y Constante I,
provocada por la rebelión y ocupación de Italia por Constante. Tras asesinar a
Constantino en las proximidades de Aquileya, Constante se proclamó único
augusto de occidente.

La tensión entre Constancio II y Constante I estalló cuando Atanasio, obispo


católico de Alejandría, fue expulsado por Constancio II (que era Arriano) y buscó
refugio en Roma. Las hostilidades entre los hermanos se paralizaron en el año 350 con
motivo de la usurpación de Magnencio, oficial de origen bárbaro que se proclamó
emperador en Autúm con el apoyo de las tropas galas y algunos mandos galo romanos. En
febrero Constante salió a su encuentro, pero fue derrotado y muerto. A finales del 350
Constantino II se dirigió a occidente para dar fin a la usurpación de Magnencio. En el 353
Constancio II dio muerte al usurpador Magnencio. Desde aquel momento sólo hubo un
emperador en todo el Imperio.

Juliano el apóstata (332-363)

Después de la muerte de Constancio II, queda como emperador Juliano quién era
sobrino de Constantino el Grande. Tras pasar su infancia y juventud apartado del
poder, su primo Constancio II lo nombró César de la pars occidentalis en 355, menos
de un año después de la ejecución de su hermano, que también ostentó la dignidad
de César.

En 361 aprovechó sus éxitos para usurpar la dignidad de Augusto, preparándose


para la guerra civil. Sin embargo, la repentina muerte de su primo le convirtió en el
legítimo heredero antes de que rompieran las hostilidades. Renegó entonces
públicamente del cristianismo, declarándose pagano y neoplatónico, motivo por el
cual fue tratado de apóstata. Juliano depuró a los miembros del gobierno de su
primo y llevó a cabo una activa política religiosa, tratando de reavivar la declinante
religión pagana según sus propias ideas, y de impedir la expansión del
cristianismo, pero fracasó.

Joviano

Joviano era cristiano, en contraste con su precursor Juliano, quien había procurado
un renacimiento del paganismo, y abolió las diposiciones de Juliano en contra de la
Iglesia Cristiana. El decreto de tolerancia que publicó fijó que, mientras el ejercicio
de ritos mágicos sería castigado severamente, sus temas debían gozar de la libertad

41
de la conciencia completa. Aunque ordenó quemar la biblioteca de Antioquía en el
año 364. El 11 de septiembre de ese año, en un edicto imperial, ordena la pena de
muerte para todos los que rindan culto a sus dioses ancestrales o practiquen la
adivinación. Tres decretos diferentes, (4 de febrero, 9 de septiembre, 23 de
diciembre) ordenan la confiscación de todas las propiedades de los templos
paganos y castigan con la muerte la participación en rituales paganos, incluso los
privados. Joviano tuvo un gran respeto por Atanasio, a quien reinstaló en la sede
archiepiscopal, favoreciéndolo para elaborar una declaración de la fe cristiana.
Murió el 17 de febrero de 364 después de un reinado de solamente ocho meses.

Valentiniano (321-375) Emperador de Occidente

Valente (328-378) Emperador de Oriente

Graciano (359-383) Emperador de Occidente

Valentiniano II (371-392)

Fue elegido emperador a los cuatro años de edad, junto con su hermanastro
Graciano. Valentiniano y su familia vivieron en Milán, y el imperio occidental se
dividió nominalmente entre los dos. Graciano se quedó con las provincias
transalpinas, mientras que Italia, parte de Iliria y África quedaron bajo el gobierno
de Valentiniano, o más bien de su madre, Justina. Justina era arriana, y la corte
imperial de Milán luchó contra los cristianos Nicenos (católicos) de esa ciudad,
liderados por su obispo Ambrosio.

2.- Concilio de Constantinopla

Por iniciativa del emperador Teodosio el Grande se lleva a cabo en Constantinopla en el


año 381, el cual presenciaron 150 obispos de todo Oriente. La Iglesia de Roma no estaba
representada. El patriarca Melecio de Antioquia presidió la apertura de este Concilio.

Este Concilio fue celebrado para afirmar la verdadera doctrina del, Espíritu Santo en
contraposición a la falsa doctrina de Macedonio que rechazaba la divina dignidad del
Espíritu Santo "la tercer Persona de la Santísima Trinidad."

Macedonio enseñaba que el Espíritu Santo no es Dios y que además estaba al servicio de
Dios Padre y del Hijo de Dios como lo estaban los Ángeles. Entre los obispos que
presenciaban estaban Gregorio el Teólogo, que era el presidente del Concilio; Gregorio
Nacianceno, Cirilo de Jerusalén y otros, durante el Concilio, la herejía de Macedonio fue
condenada y rechazada.

Este Concilio estableció el dogma por la cual todas las Personas o Hipóstasis de Dios son
equivalentes entre si, en cuanto al poder, majestad, perfección y gloria, divinas; y agregó 5
artículos más (al credo) símbolo de la fe de Nicea (del 8 al 12 inclusive).

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En resumen, quedo así: En el art. 1 se habla de Dios Padre. En el art. 2 hasta el 7 se habla
de Dios Hijo. En el art. 8 de Dios Espíritu Santo. En el art. 9 de la iglesia. En el art. 10 del
bautismo. En el art. 11 de la resurrección de los muertos. En el art. 12 de la vida eterna.

De esta manera se combinó y se compuso el símbolo de la fe Niceo-Constantinopolitano


que sirve de guía permanente para la Iglesia.

La iglesia occidental (aunque en esa época no existía la división de oriental y occidental,


era una sola) también tomó como guía este símbolo, aunque más tarde introdujo un cambio
sosteniendo "que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo" CFW Cap. 2

Una de sus normas dice que el obispo de Constantinopla tiene más honor o que le
corresponde más honor que al de Roma, ya que a esta ciudad se la considera la "Roma
nueva."

Símbolo Niceno-Constantinopolitano.

Creemos en un solo Dios, Padre omnipotente, creador del cielo y de la tierra, de todas las
cosas visibles o invisibles. Y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios, nacido
del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, nacido
no hecho, consustancial con el Padre, por quien fueron hechas todas las cosas; que por
nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió de los cielos y se encarnó por obra
del Espíritu Santo y de María Virgen, y se hizo hombre, y fue crucificado por nosotros bajo
Poncio Pilato y padeció y fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras, y
subió a los cielos, y está sentado a la diestra del Padre, y otra vez ha de venir con gloria a
juzgar a los vivos y a los muertos; y su reino no tendrá fin. Y en el Espíritu Santo, Señor y
vivificante, que procede del Padre, que juntamente con el Padre y el Hijo es adorado y
glorificado, que habló por los profetas. En una sola Santa Iglesia Católica y Apostólica.
Confesamos un solo bautismo para la remisión de los pecados. Esperamos la resurrección
de la carne y la vida del siglo futuro. Amén.

En este Segundo Concilio Ecuménico se recuerda y confirma el I Concilio de Nicea,


condena y anatemiza a los grupos y facciones heréticas. Condena las doctrinas
heréticas de Pelagio y Celestino que negaban la transmisión del pecado de Adán a
su descendencia. Pone orden en los límites de la Jurisdicción de los Obispos en sus
respectivas diócesis. Acepta los Tomos de Roma y Antioquia y se aprueba que el
Obispo de Constantinopla debe tener la Primacía de Honor, detrás del Obispo de
Roma, pues Constantinopla es la Nueva Roma.

Al final de este Concilio, el Emperador Teodosio emitió un decreto imperial (30 de


julio), declarando que las iglesias debían ser devueltas a aquellos obispos que
confesaran la igual Divinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y que hubiesen
mantenido la comunión con Nectario de Constantinopla y otros importantes
prelados orientales a quienes mencionó.

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3.- El Camino a Calcedonia

El Concilio de Calcedonia es el cuarto concilio ecuménico de la Iglesia cristiana. Fue


convocado el 8 de octubre del año 451 por el emperador romano de Oriente, Marciano,
para refutar las doctrinas adoptadas en el Conciliábulo de Éfeso del año 499 (en ocasiones
llamado ‘Latrocinio de Éfeso’). Fue el más concurrido de la Antigüedad cristiana, aunque
la cifra de 600 obispos dada habitualmente sea excesiva: parece que asistieron alrededor
de 360.
Los debates teológicos que surgieron de los concilios de Nicea y Efeso (431) sobre la
persona de Cristo se agravaron por la rivalidad entre Alejandría en Egipto y Antioquía
en Siria. La doctrina sobre la cristología del logos-encarnado desarrollada en Alejandría
se convirtió en la herejía Apolinaria, mientras que la cristología de las 2 naturalezas
desarrollada en Antioquía se convirtió en la herejía Nestoriana.

Apolinario afrimaba que Cristo - el logos- había tomado forma humana pero la mente –
el logos- siempre fue divina. Esto lo afirmó con el objetivo de mantener una idea
“razonable” de cómo en Cristo se manifestaban las dos naturalezas. Finalmente tuvo que
responder a las acusaciones de que si Cristo no tuvo una mente humana entonces ¿por
qué tuvo miedo? o ¿por qué crecía en sabiduría.? Cristo tenía una mente humana de
acuerdo al evangelio. Gregorio de Nazianzo afirmaba que “aquello que Cristó no asumió en
su encarnación no puede ser redimido, pero aquello que es unido a la divinidad (en la encarnación)
también es redimido.” La enseñanza de Apolinario fue condenada en el concilio de
Constantinopla en el 381

Por otro lado En Antioquía se elabora una propuesta diferente para contrarrestar la
herejía Apolinaria. Teodoro de Antioquía explica las 2 naturalezas de Cristo en esta
forma: Cuando Cristo llora o tiene miedo esa es la naturaleza humana y cuando sana o
perdona pecados ahí está la naturaleza divina. En este mismo intento de distinguir las
dos naturalezas de Cristo, Nestorio quien era patriarca de Constantinopla, llevó esta
distinción al extremo de afirmar que en la cruz solo sufrió la parte humana de Cristo. Si
esto fuera así entonces la salvación de nuestras almas las debemos a un hombre y no a
Dios. Cirilo de Alejandría condenó el Nestorianismo en el concilio de Efeso en el 431 y
desarrolló la idea de que Cristo tiene las dos naturalezas tan unidas que no es posible
distinguir entre ellas, es decir, si Cristo sufrió como hombre e hizo milagros como Dios y
aunque María dio a luz a un hombre también se puede decir que la divinidad sufrió y
que el hombre hizo milagros y que la virgen dio a luz a Dios.

Muchos teólogos alejandrinos no admitían la doctrina definida en Éfeso de la unión de


las dos naturalezas en Cristo, pues a su juicio decir dos naturalezas equivaldría a decir
dos personas. Según ellos, después de la Encarnación ya no hubo en Cristo dos
naturalezas, sino una sola -de ahí «monofisismo»-, porque la naturaleza humana habría
sido absorbida por la divina. En el concilio de Éfeso del año 449 se condenó la doctrina
de las dos naturalezas de Cristo y se afirmó que solo había una naturaleza que
combinaba lo divino y lo humano Esta doctrina fue anunciada en Constantinopla por el
archimandrita Eutiques, superior de un importante monasterio de la ciudad y personaje

44
muy relacionado con la Corte, y un sínodo presidido por el patriarca Flaviano le privó de
su cargo eclesiástico (448). Pero entonces entró en escena, en apoyo de Eutiques, el
patriarca Dióscuro de Alejandría. Dióscuro consiguió que el emperador Teodosio II
convocase al año siguiente (449) un concilio en Efeso, cuya presidencia asumió el propio
patriarca alejandrino.

El Papa León I envió delegados portando una «Epístola dogmática» acerca de la cuestión
cristológica, dirigida a Flaviano de Constantinopla. Pero Dióscuro, respaldado por la
autoridad imperial, impuso con violencia su voluntad al concilio: no se permitió la
lectura de la carta del Papa, Flaviano fue depuesto y desterrado, se condenó la doctrina
de las dos naturalezas en Cristo y se cometieron, en suma, tales desmanes que el Papa
León I calificó aquella asamblea de «Latrocinio de Efeso».

La reacción contra el «sínodo de ladrones» no se hizo esperar. El Papa León I pidió la


reunión de un nuevo concilio; la muerte de Teodosio II y la asunción del Imperio por su
hermana la emperatriz Pulqueria y el esposo de ésta, Marciano, facilitaron e1 camino. El
concilio, que se inauguró en Calcedonia el 8 de octubre del año 451, fue el más
concurrido de la Antigüedad cristiana, aunque la cifra de 600 obispos dada
habitualmente sea excesiva: parece que asistieron alrededor de 360. El concilio condenó
el «latrocinio» de Efeso, a Dióscuro y a sus seguidores. Las seis primeras sesiones
estuvieron totalmente dedicadas a las cuestiones dogmáticas: se leyó el Símbolo niceno-
constantinopolitano y la «Epístola dogmática» a Flaviano del Papa León I, que fue
aclamada con unánime adhesión: «Es la fe de los Padres, la fe de los Apóstoles. Pedro ha
hablado por boca de León». Sobre la base de la «Epístola» se redactó una nueva
profesión de fe, en la que se definía la doctrina cristológica acerca de los puntos que
habían sido objeto de controversia:

”Siguiendo a los Santos Padres, enseñamos todos concordemente que ha de confesarse uno sólo y
mismo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo perfecto en la
humanidad, verdadero Dios y verdadero hombre, de alma racional y cuerpo, consustancial al Padre
según la divinidad y consustancial a nosotros según la humanidad, en todo semejante a nosotros,
excluido el pecado (Heb 4, 15); antes de los siglos engendrado por el Padre según la divinidad, y
según la humanidad por la Virgen Madre de Dios, en los últimos tiempos.
Creemos en un solo y mismo Cristo Señor Hijo Unigénito, en dos naturalezas
sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación,no habiendo sido nunca suprimida la
diferencia de las naturalezas por motivo de la unión, al contrario, salvada la propiedad de ambas
naturalezas, que concurren en una sola Persona y en una sola hipóstasis, no partido o dividido en
dos personas, sino un mismo y solo Hijo Unigénito Dios Verbo Señor Jesucristo… como el mismo
Jesucristo nos enseñó, y como nos trasmitió el Símbolo de los Padres”.

45
La profesión de fe fue suscrita por todos los obispos presentes.

 La frase “alma racional”, rechaza la idea apolinaria de que Cristo no tenía alma
humana.

 La frase ”Consustancial al Padre”, rechaza la idea arriana.

 La frase “Madre de Dios”, es para rechazar la idea Nestoriana

 La frase “En dos naturalezas” es para rechazar el monofisismo

“Todas estas controversias provenían de una sola preocupación, y esa era el interés
que tenían estos hombres en la salvación. Para Ignacio de Antioquía, el ir al
martirio porque Cristo se había entregado a la muerte, el sufrimiento de Cristo
había sido real y no una ilusión como afirmaban los docetistas. Atanasio vio en el
arrianismo el peligro de que Cristo al ser creado pudiera cambiar y no fuera
inmutable. El apolinarismo provocaba que la gente tuviera miedo de que sus
mentes nos fueran redimidas-unidas a Dios porque Cristo no había tenido una
mente humana de acuerdo a sus enseñanzas. Algunos cristianos piadosos que
oraban a María no podían creer que ella no fuera la madre de Dios como lo
afirmaba Nestorio. Seguramente algunos aspectos de la trinidad y de la unión de la
humanidad y la divinidad de Cristo seguirán siendo un misterio. Las discusiones
cristológicas fueron un gran avance teológico de una cristiandad unida. Nicea y
Calcedonia se beneficiaron de las aportaciones del mundo cristiano. Los siguientes
debates teológicos tendieron a llevarse a cabo solo en el oriente o en el occidente.”
(A History of Christian Theology: Placher)

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INP El Redentor
“El Evangelio y La Historia de la Iglesia”/La Defensa del Evangelio

Sesión X

I.- La Decadencia del Imperio Romano en Occidente y el Inicio de la


Edad Media.

En el 410 las tropas de Alarico, rey de los visigodos, asaltaron Roma. Durante tres días los bárbaros
saquearon la ciudad, profanaron sus iglesias, asaltaron sus edificios y robaron sus tesoros.

La noticia, que alcanzó pronto todos los rincones del Imperio, sumió a la población en la tristeza y el
pánico. Con el asalto a la antigua capital se perdía también cualquier esperanza de resucitar el
Imperio, que ahora parecía inevitablemente destruido.

Los cristianos, que habían llegado a identificarse con el Imperio que tanto los había perseguido en el
pasado, vieron en su caída una señal cierta del fin del mundo, y muchos comenzaron a vender sus
posesiones y abandonar sus tareas.

San Agustín, obispo de Hipona, obligado a salir al paso de estos sombríos presagios, escribió
entonces La Ciudad de Dios para explicar a los cristianos que, aunque la caída de Roma era sin
duda un suceso desgraciado, sólo significaba la pérdida de la Ciudad de los Hombres. La Ciudad de
Dios, identificada con su Iglesia, sobreviviría para mostrar, también a los bárbaros, las enseñanzas
de Cristo.

¿Cómo Llega Roma hasta este punto de decadencia?

a) La Crisis de los Esclavos

Las grandes conquistas que desde los tiempos de Julio César habían convertido a
Roma en la capital del mundo mediterráneo, colocaron una numerosa masa de
esclavos a disposición de las clases poderosas que componían la elite de la sociedad
latina. La despiadada explotación que se hizo de los esclavos constituyó la base del
poderío económico del Imperio durante sus dos primeros siglos de existencia. Pero
la vigorosa expansión de los inicios a poco a poco disminuyó, provocando una
severa crisis con los últimos emperadores Antoninos y tocando a su fin con sus
sucesores, los Severos. Como consecuencia de ello, al no producirse nuevas
conquistas importantes, los recursos que demandaba aquél modo de producción
empezaron a llegar en cuentagotas. La reposición de mano de obra barata ofreció,
por tanto, enormes problemas a los terratenientes, quienes, de pronto, dejaron de
alimentar a un sector importante de la población.

47
La decadencia del régimen esclavista se agravó aún más con la llegada del siglo IV.
Las principales víctimas fueron las provincias occidentales del Imperio, donde dicho
modo de producción había echado raíces más profundas que en Oriente. Por
grandes territorios empezaron a surgir nuevas organizaciones campesinas como los
colonos. Pronto el sistema del colonato, como forma de explotación, vino a desplazar
a la esclavitud a un papel secundario. Tuvo mucho que ver en ello la actitud del
latifundio que, en un acto reflejo, demostró tener un celo especial por incrementar el
número de colonos sometidos a servidumbre, como paliativo ante el descenso del
“inventario” de esclavos

b) Burocracia, Aumento de Impuestos y Barbarización del Ejército

A partir de la muerte de Constantino I comenzaron a surgir nuevas dificultades cuyo


efecto combinado puso nuevamente en jaque la estabilidad del estado romano. La
duplicación de los cuadros del ejército y el desmesurado crecimiento del número de
burócratas que tuvieron lugar a principios del siglo IV, consumieron la mayor parte
de los recursos imperiales. Muy pronto, el número de contribuyentes resultó
insuficiente para cubrir las necesidades de la tesorería. El gasto público superaba
con creces los ingresos fiscales y las arcas pronto manifestaron los síntomas de la
acuciante realidad cuando comenzaron a vaciarse.

La reforma fiscal de Diocleciano había determinado que el grueso del peso


impositivo recayese sobre la tierra. Por esto, a fin de reducir el déficit de tesorería, el
poder central incrementó el monto del impuesto que debía pagarse por unidad de
tierra, siempre en proporción directa al incremento de los gastos. Los contribuyentes
no tuvieron más remedio que aceptar las nuevas reglas, y aunque el latifundio alzó
su voz en señal de protesta, pronto se allanó y acabó cumpliendo con su parte en las
obligaciones con el fisco. En cambio los pequeños propietarios no pudieron soportar
las nuevas cargas y muchos se vieron forzados a vender sus fincas. Como la
inversión en el campo era la principal fuente de riqueza, las tierras fueron
rápidamente adquiridas por los poderosos terratenientes. Desde entonces el
crecimiento de las grandes propiedades y la acumulación de la renta en manos de
unos pocos adoptaron un ritmo vertiginoso. El drástico incremento de la carga
tributaria elevó entretanto el número de deudores del estado. La gran mayoría,
perseguidos y hostigados por los recaudadores de impuestos, buscaron refugio en
la Iglesia y los monasterios dejando abandonadas sus tierras.

La política persecutoria del fisco romano no hizo otra cosa que exacerbar la evasión. Para
evitar las pesadas cargas tributarias, los latifundistas recurrieron pronto al soborno,
corrompiendo a altos funcionarios que, en suma, procedían del mismo estrato social que
ellos. Con lo que muchas veces llegó a darse el caso de agentes fiscales que al mismo
tiempo eran propietarios de grandes latifundios. Entretanto, el estado se ensañaba con los

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contribuyentes no morosos para compensar la porción no pagada de tributos, devenida
del abandono de tierras o de la evasión que generaba la misma corrupción.

En su intento por esquivar la voracidad fiscal, los terratenientes se volcaron masivamente


a la contratación de buccellarii, soldados privados en su gran mayoría de origen bárbaro.
Gracias a ello no solo consiguieron su propósito al lograr inmunidad fiscal sino que,
pronto acabaron desempeñándose ellos mismos como agentes fiscales. Y, a la vez que
disponían de sus protegidos como siervos y se quedaban con sus tierras, los patronus
empezaron a perfilarse como el antecesor directo de los señores feudales del medioevo.

En la decadencia del ejército tuvo mucho que ver también la creciente barbarización
sufrida por sus filas, que se incrementó desde principios del siglo IV. El alistamiento de
cuadros completos de mercenarios extranjeros fue adoptado por primera vez por
Constantino I en respuesta a la escasez de soldados de sangre romana. Su ejemplo sirvió
como fuente de inspiración para sus sucesores quienes también optaron por otras
alternativas como levantar verdaderos regimientos integrados exclusivamente por
bárbaros. A la larga ello determinaría el empleo del termino barbari como sinónimo de
soldado. La disminución en la calidad de la fuerza obligaría a los romanos, en tiempos de
Teodosio I, a transferir grandes subsidios a los jefes bárbaros para comprar su ayuda
militar y, de paso, lograr tranquilidad en las fronteras.

c) La Influencia de Teodosio el Grande

Después del concilio de Calcedonia y de luchar contra los herejes Teodosio no dejaba de
tomar medidas decisivas contra los paganos. Con una serie de decretos prohibió sacrificar,
buscar presagios en las entrañas de los animales y frecuentar los templos paganos. Como
consecuencia de tales medidas, los templos paganos se cerraron. Los edificios sirvieron a
veces para menesteres del Estado. Otras, los templos paganos, con todas las riquezas y
tesoros artísticos que contenían, fueron demolidos por los fanáticos. Nos consta la
destrucción, en Alejandría, del famoso templo de Serapis, centro del culto pagano en
aquella ciudad. El último edicto de Teodosio contra los paganos, emitido el 392, prohibía
de manera definitiva los sacrificios, las libaciones, las ofrendas de perfumes, las
suspensiones de coronas, los presagios. Allí se trataba a la antigua religión de
“superstición gentilicia”. Todos los violadores del edicto eran declarados culpables de lesa
majestad y de sacrilegio, amenazándoseles con penas severas. Un historiador llamó al
edicto de 392, “el canto fúnebre del paganismo”.

Con este edicto terminó la lucha sostenida por Teodosio contra el paganismo en Oriente.
En Occidente, el episodio más célebre de la lucha entablada contra el paganismo por los
emperadores Graciano, Valentiniano II y Teodosio se produjo al ser quitado del Senado
romano el altar de la Victoria. Retirado dicho altar ya una vez, por Constantino, como
hemos visto, había sido reintegrado por Juliano. Los senadores, que seguían siendo

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semipaganos, vieron en aquello el fin de la pasada grandeza de Roma. Se envió al
emperador un orador pagano, el famoso Símaco, para pedir la restitución del altar al
Senado. Como dice Uspenski, aquel fue “el último canto del paganismo moribundo que,
tímida y plañideramente, pedía gracia al joven emperador (Valentiniano II) para la
religión a la que sus antepasados debían su gloria y Roma su grandeza”. La misión de
Símaco no triunfó. El obispo de Milán, Ambrosio, se mezcló en el asunto y obtuvo la
victoria.

En 393 se celebraron por última vez los Juegos Olímpicos. Se transportaron a


Constantinopla desde Olimpia diversos monumentos antiguos, entre ellos la famosa
estatua de Zeus ejecutada por Fidias.

Con Teodosio, se vio en el trono romano a un emperador que consideraba la Iglesia y las
opiniones religiosas de sus súbditos como asunto de su competencia. No obstante,
Teodosio no consiguió dar a la cuestión religiosa la solución que deseaba, esto es, crear
una Iglesia niceísta y única. No sólo continuaron las disputas religiosas, sino que se
multiplicaron y ramificaron, dando, en el siglo V, origen a una actividad religiosa
desbordada y ferviente. Pero sobre el paganismo sí consiguió Teodosio una victoria
completa. Su reinado presenció la solidificación institucional del cristianismo. El
paganismo, perdió la facultad de manifestarse abiertamente y dejó de existir como entidad
organizada.

En 395, Teodosio murió en Milán. Su cuerpo, embalsamado, fue conducido a


Constantinopla y enterrado en la iglesia de los Santos Apóstoles. Teodosio dejaba dos
hijos, muy jóvenes todavía, que fueron reconocidos como sus sucesores: Arcadio y
Honorio.

Arcadio recibió el Oriente; Honorio, el Occidente. Teodosio no había conseguido los


resultados buscados en la doble tarea que se había propuesto. El segundo concilio
ecuménico, que proclamó la preeminencia del niceísmo en el cristianismo, no logró
restablecer la unidad de la Iglesia. El arrianismo, en sus diferentes manifestaciones, siguió
subsistiendo y su desarrollo creó nuevas corrientes religiosas que habían de alimentar en
el siglo V la vida religiosa y la social (ésta íntimamente ligada a aquélla), sobre todo en las
provincias orientales, en Siria y en Egipto, lo que debía tener consecuencias de la más alta
importancia para el Imperio. Teodosio mismo, al dejar penetrar el elemento germánico en
su ejército, al permitir a aquel elemento arriano adquirir preponderancia, tuvo que hacer
concesiones al arrianismo, abandonando así el niceismo integral. Por otra parte, su política
germanófila, que entregaba a los bárbaros la defensa del país y los cargos más importantes
de la administración, dando predominio a los germanos, provocó un profundo
descontento e irritación indígena grecorromana. Los focos principales de la
preponderancia germana fueron la capital la península balcánica y cierta parte del Asia
Menor. Las provincias de Oriente, Siria, Palestina y Egipto no sintieron aquel yugo. Desde

50
fines del siglo IV, la influencia de los bárbaros empezó a amenazar seriamente la capital y,
con ella, toda la zona oriental del Imperio. De este modo, Teodosio, que se había
propuesto establecer la paz entre el Imperio y los bárbaros y crear una Iglesia unida y
uniforme, fracasó en ambas cosas, dejando a sus sucesores la misión de resolver aquellos
dos complejísimos problemas.

d) 410 la Invasión de Roma

“Es cierto que Alarico y sus soldados no permanecieron más que tres días en la Ciudad
eterna, después de haberla saqueado a ciencia y conciencia; es cierto que se instituyó una
fiesta conmemorativa para celebrar el aniversario de su liberación. Con todo la caída de la
capital tuvo una resonancia inmensa y durable por todo el Imperio. Puede resultarnos hoy
a nosotros un tanto difícil de comprender: contemplada de lejos, la entrada de los bárbaros
en la Ciudad eterna quizá no nos parezca más que un incidente banal. La administración
del Imperio, y el emperador Honorio mismo, hacía varios años que ya no residían ahí.
Retirados a Ravena, donde vivían seguros desde el 404, y dispuestos a proseguir con las
intrigas que constituían lo esencial de sus preocupaciones cotidianas. Por lo demás, al cabo
de pocos años los mismos contemporáneos se dieron cuenta de que nada había cambiado
en sus costumbres, de que el Imperio sobrevivía a todas las catástrofes y de que no había
lugar para inquietarse por un desastre tan rápidamente reparado. Pero de momento no fue
así.

Tremendamente sacudidos en sus ánimos paganos y cristianos se pusieron por una vez de
acuerdo para expresar juntos las calamidades que les afectaban igualmente. Hacía largo
tiempo que venían, atribuyendo los primeros todas las desventuras de Roma al hecho de
que los cristianos hubiesen abandonado a sus antiguos dioses. Pero también estos
empezaron a repetir con otras palabras y en diferente sentido la misma cantinela: ¿"Dónde
están ahora las memorias de los apóstoles?", oía decir el obispo a sus gentes. "¿De qué le ha
valido a Roma poseer a Pedro y a Pablo? Antes estaba en pie la ciudad, ahora ha caído".
Los que así murmuraban eran cristianos y no podía replicarles el obispo de Hipona, como
a los no cristianos, que un pagano como Radagaiso, que ofrecía puntualmente cada día
sacrificios a los dioses, fue vencido, y Alarico, que era cristiano, fue vencedor. Difícilmente
podía alegar esto ante cristianos descontentos. ¿No era Alarico arriano? ¿Y tenía que caer
la Ciudad eterna precisamente ahora cuando estaba llena de sepulcros de mártires?”
(Introducción al Libro La Ciudad de Dios de San Agustín por Francisco Montes de Oca)

e) El Contexto de la Esperanza Cristiana

Romanos 5:1-11

En consecuencia, ya que hemos sido *justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de
nuestro Señor Jesucristo. 2 También por medio de él, y mediante la fe, tenemos acceso a esta gracia

51
en la cual nos mantenemos firmes. Así que nos *regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de
Dios. 3 Y no sólo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento
produce perseverancia; 4 la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza.
5 Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el

Espíritu Santo que nos ha dado.

1 Pedro 1:3-7

¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer
de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva 4 y
recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Tal herencia está reservada
en el cielo para ustedes, 5 a quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la
salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos. 6 Esto es para ustedes motivo de gran alegría,
a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir diversas *pruebas por un tiempo. 7 El oro, aunque
perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser
acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo
se revele.

52
San Agustín

Aurelio Agustín nació en Tagaste (Actual - Argelia), en el África romana, el 13 de noviembre


de 354. Su padre, llamado Patricio, era un funcionario pagano al servicio del Imperio. Su
madre, la famosa Mónica, educó a su hijo en la religión cristiana, aunque no llegó a
bautizarlo. El niño, según él mismo cuenta en sus Confesiones, era irascible, soberbio y
díscolo, aunque excepcionalmente inteligente. Romaniano, mecenas y notable de la ciudad,
se hizo cargo de sus estudios.

A los dieciocho años, Agustín tuvo su primera concubina, con la que tuvo un hijo al que
pusieron por nombre Adeodato. Los excesos de ese "periodo de maldades" continuaron y
se incrementaron con una gran afición por el teatro y otros espectáculos públicos y la
comisión de algunos robos; esta vida le hizo renegar de la religión de su madre. Su primera
lectura de las Escrituras le decepcionó y acentuó su desconfianza hacia una fe impuesta y
no fundada en la razón. Sus intereses le inclinaban hacia la filosofía, y en este territorio
encontró acomodo durante algún tiempo en el escepticismo moderado, doctrina que
obviamente no podía satisfacer sus exigencias de verdad.

Sin embargo, el hecho fundamental en la vida de San Agustín de Hipona en estos años es
su adhesión al pensamiento maniqueo; su preocupación por el problema del mal, que lo
acompañaría toda su vida, fue determinante en su adhesión al maniqueísmo, la religión de
moda en aquella época. Los maniqueos presentaban dos sustancias opuestas, una buena (la
luz) y otra mala (las tinieblas), eternas e irreductibles. Era preciso conocer el aspecto bueno
y luminoso que cada hombre posee y vivir de acuerdo con él para alcanzar la salvación.

A San Agustín le interesaba este dualismo y la fácil explicación del mal y de las pasiones
que comportaba, pues ya por aquel entonces eran estos los temas centrales de su
pensamiento. La doctrina de Manes, aún más que el escepticismo, se asentaba en un
pesimismo radical, pero denunciaba inequívocamente al monstruo de la materia tenebrosa
enemiga del espíritu, justamente aquella materia, "origen de todas las maldades", que
Agustín quería conjurar en sí mismo.

Dedicado a la difusión de esa doctrina, profesó la elocuencia - retórica en Cartago (374-383),


Roma (383) y Milán (384). Durante diez años, a partir del 374, vivió Agustín en esta religión.
Fue colmado de atenciones por los altos cargos de la jerarquía maniquea y no dudó en hacer
proselitismo entre sus amigos. Se entregó a los himnos ardientes, los ayunos y las variadas
abstinencias y complementó todas estas prácticas con estudios de astrología que le
mantuvieron en la ilusión de haber encontrado la buena senda. A partir del año 379 se apartó
de sus correligionarios lentamente, primero en secreto y después denunciando sus errores
en público.

En 384 encontramos a San Agustín de Hipona en Milán ejerciendo de profesor de oratoria.


Allí lee sin descanso a los clásicos, profundiza en los antiguos pensadores y devora algunos
textos de filosofía neoplatónica. La lectura de los neoplatónicos, probablemente de Plotino,
debilitó las convicciones maniqueístas de San Agustín y modificó su concepción de la

53
esencia divina y de la naturaleza del mal; igualmente decisivo en la nueva orientación de su
pensamiento serían los sermones de San Ambrosio, arzobispo de Milán, que partía de
Plotino para demostrar los dogmas y a quien San Agustín escuchaba con atención,
quedando "maravillado y con el corazón ardiendo". A partir de la idea de que «Dios es luz,
sustancia espiritual de la que todo depende y que no depende de nada», San Agustín
comprendió que las cosas, estando necesariamente subordinadas a Dios, derivan todo su
ser de Él, de manera que el mal sólo puede ser entendido como pérdida de un bien, como
ausencia o no-ser, en ningún caso como sustancia.

Dos años después, la convicción de haber recibido una señal divina (relatada en el libro
octavo de las Confesiones) lo decidió a retirarse con su madre, su hijo y sus discípulos a la
casa de su amigo Verecundo, en Lombardía, donde San Agustín escribió sus primeras obras.
En 387 se hizo bautizar por San Ambrosio y se consagró definitivamente al servicio de Dios.
En Roma experimentó un éxtasis compartido con su madre, Mónica, que murió poco
después.

En 388 regresó definitivamente a África. En el 391 fue ordenado sacerdote en Hipona por el
anciano obispo Valerio, quien le encomendó la misión de predicar entre los fieles la palabra
de Dios, tarea que San Agustín cumplió con fervor y le valió gran renombre; al propio
tiempo, sostenía enconado combate contra las herejías y los cismas que amenazaban a la
ortodoxia católica, reflejado en las controversias que mantuvo con maniqueos, pelagianos,
donatistas y paganos.

Tras la muerte de Valerio, hacia finales del 395, San Agustín fue nombrado obispo de
Hipona; desde este pequeño pueblo de pescadores proyectaría su pensamiento a todo el
mundo occidental. Sus antiguos correligionarios maniqueos, y también los donatistas, los
arrianos, los priscilianistas y otros muchos sectarios vieron combatidos sus errores por el
nuevo campeón de la Cristiandad. Dedicó numerosos sermones a la instrucción de su
pueblo, escribió sus célebres Cartas a amigos, adversarios, extranjeros, fieles y paganos, y ejerció
a la vez de pastor, administrador, orador y juez. Al mismo tiempo elaboraba una ingente
obra filosófica, moral y dogmática; entre sus libros destacan los Soliloquios, las Confesiones y
La ciudad de Dios, extraordinarios testimonios de su fe y de su sabiduría teológica.

Al caer Roma en manos de los godos de Alarico (410), se acusó al cristianismo de ser
responsable de las desgracias del imperio, lo que suscitó una encendida respuesta de San
Agustín, recogida en La ciudad de Dios, que contiene una verdadera filosofía de la historia
cristiana. Durante los últimos años de su vida presenció las invasiones bárbaras del norte
de África (iniciadas en el 429), a las que no escapó su ciudad episcopal. Al tercer mes del
asedio de Hipona por Genserico, cayó enfermo y murió.

La filosofía de San Agustín

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El tema central del pensamiento de San Agustín de Hipona es la relación del alma, perdida
por el pecado y salvada por la gracia divina, con Dios, relación en la que el mundo exterior
no cumple otra función que la de mediador entre ambas partes. De ahí su carácter
esencialmente espiritualista, frente a la tendencia cosmológica de la filosofía griega. La obra
del santo se plantea como un largo y ardiente diálogo entre la criatura y su Creador,
esquema que desarrollan explícitamente sus Confesiones (400). Pero su visión pesimista del
hombre contribuyó a reforzar el papel que, a sus ojos, desempeña la gracia divina, por
encima del que tiene la libertad humana, en la salvación del alma. Este problema es el que
más controversias ha suscitado, pues entronca con la cuestión de la predestinación, y la
postura de San Agustín, la cual no es aceptada en la iglesia católica de Roma.

Agustín: Deseo conocer a Dios y el alma


Razón: ¿Nada más?
Agustín: Nada más

Para muchos, Agustín es la mayor influencia en la teología del mundo occidental. Durante
toda la edad media su pensamiento estuvo solo detrás de la autoridad de la escritura.

Los historiadores de la iglesia describen el movimiento de la Reforma como una lucha entre
dos aspectos de la enseñanza de Agustín donde el protestantismo comienza por su doctrina
de la gracia y la iglesia católica por su doctrina de la iglesia.

Descartes inicia el pensamiento de la filosofía moderna con una serie de argumentos que
parafrasean a Agustín. Mucho de lo que Freud escribe parece un comentario de las
Confesiones de San Agustín. Para bien o para mal el pensamiento moderno acerca de Dios,
el sexo, la historia y muchos personajes son deudores de Agustín.

Entre las muchas batallas doctrinales que Agustin enfrentó, su controversia contra el monje
inglés Pelagio, tiene una gran relevancia para el desarrollo de su pensamiento sobre la
salvación del ser humano. Pelagio llegó a Roma a finales del siglo IV y vio la forma
decadente en la que los cristianos vivían y cuando leyó las Confesiones de Agustín percibió
en ellas una justificación de la inmoralidad y la indiferencia de los cristianos al afirmar que
él no había podido luchar contra su pecado hasta que Dios intervino en su vida.

Pelagio argumentaba que el ser humano tiene la capacidad para dejar de pecar, aunque
reconocía que se necesitaba la ayuda de Dios para hacerlo pero el hombre debe intentar
dejar el pecado y afirmaba: “Dios ayuda a los que se ayudan”.

Agustín respondía: Dios ayuda a aquellos que no pueden ayudarse. Para Agustín el pecado
inicia como una decisión y se convierte en una esclavitud. Además, pensaba, si el hombre
puede dejar de pecar entonces para que murió Cristo. A partir de estas reflexiones Agustín
formuló sus ideas sobre la predestinación: Por gracia, Dios salva a algunos a pesar de que
ellos son incapaces de salvarse a sí mismos. Nada de lo que han hecho merece la salvación.
Aún la biblia enseña que esa gracia no se extiende a todos los hombres. Hay ovejas y hay
cabras y algunos están destinados al fuego eterno. Entonces vemos que Dios decide salvar
a algunos y dejar a otros, aunque no sean peores en su carácter, para enfrentar las
consecuencias de su pecado.

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¿Es esto injusto? Agustín afirma que todos hemos pecado y todos merecemos el castigo. Sin
embargo, Dios les da a algunos más de lo que merecen pero a nadie le da menos.

Para Agustín el pecado cometido por Adán y Eva es transmitido a todas las generaciones
de la humanidad y aún los bebés deben ser considerados como culpables. La forma de
reproducción humana a través del sexo es para Agustín el medio por el cual se trasmite la
concupiscencia y todas las otras corrupciones del deseo humano. Aunque reconocía que
Adán y Eva habían experimentado la sexualidad sin la corrupción de la lujuria. También
afirmaba que no solo la sexualidad humana estaba corrompida sino todos nuestros deseos:
“En el estado de corrupción el sexo está manchado por la codicia, el hambre por la
glotonería, los logros por el orgullo y el descanso por la pereza”.

Agustín estaba convencido de que su propia salvación no estaba basada en ningún mérito.
Dios le había salvado cuando él era incapaz de cambiar su conducta pecaminosa. No todos
son tan afortunados. Dios salva a quienes quiere a pesar de su falta de méritos y deja a otros
a merced de su pecado. A muchas personas les parece que Dios debería rescatar a la gente
buena. Sin embargo es posible que Dios vea las cosas de una forma distinta:
“La forma en la que Dios escoge a sus elegidos esta oculta para nosotros….aún cuando
algunos la pueda percibir para mí no es posible conocerla. No puedo saber cuál es el criterio
para tal elección. Si yo tuviera que hacer esta elección escogería a los más inteligentes o a
los que han pecado menos. Pero aún queriendo ser justo en esa elección mi criterio sería
risible para Dios.”

Confesión de Fe de Westminster

CAPITULO 10: DEL LLAMAMIENTO EFICAZ

I. A todos aquellos a quienes Dios ha predestinado para vida, y a ellos solamente, le agrada
en su tiempo señalado y aceptado, llamar eficazmente (1) por su palabra y Espíritu, (2)
fuera del estado de pecado y muerte en que están por naturaleza, a la gracia y salvación por
Jesucristo; (3) iluminando espiritual y salvadoramente su entendimiento, a fin de que
comprendan las cosas de Dios; (4) quitándoles el corazón de piedra y dándoles uno de
carne; (5) renovando sus voluntades y por su potencia todopoderoso, induciéndoles hacia
aquello que es bueno, (6) y trayéndoles eficazmente a Jesucristo; (7) de tal manera que ellos
vienen con absoluta libertad, habiendo recibido por la gracia de Dios la voluntad de
hacerlo. (8)

1. Romanos 8:30 y 11:7; Efesios 1:10,11.


2. 2 Tesalonicenses 2:13,14; 2 Corintios 3:3,6.
3. Romanos 8:2; 2 Timoteo 1:9,10; Efesios 2:1-5.
4. Hechos 26:18; 1 Corintios 2:10,12; Efesios 1:17,18.
5. Ezequiel 36:26.
6. Ezequiel 11:19; Filipenses 2:13; Deuteronomio 30:6; Ezequiel 36:27.
7. Efesios 1:19; Juan 6:44,45.
8. Cantares 1:4; Salmos 110:3; Juan 6:37; Romanos 6:16-18.

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II. Este llamamiento eficaz es solamente de la libre y especial gracia de Dios y de ninguna
otra cosa prevista en el hombre; (1) el cual es en esto enteramente pasivo, hasta que siendo
vivificado y renovado por el Espíritu Santo, (2), es capacitado por medio de esto para
responder a este llamamiento y para recibir la gracia ofrecida y trasmitida en él. (3)
1. 2 Timoteo 1:9; Tito 3:4,5; Romanos 9:11; Efesios 2:4,5,8,9.
2. 1 Corintios 2:14; Romanos 8:7; Efesios 2:5.
3. Juan 6:37; Ezequiel 36:27; Juan 5:25.

III. Los niños elegidos que mueren en la infancia, son regenerados y salvados por Cristo
por medio del Espíritu, (1) quien obra cuando, donde y como quiere. (2) En la misma
condición están todas las personas elegidas que sean incapaces de ser llamadas
externamente por el ministerio de la palabra. (3)

1. Lucas 18:15,16; Hechos 2:38,39; Juan 3:3,5; 1 Juan 5:12; Romanos 8:9 (comparados).
2. Juan 3:8.
3. 1 Juan 5:12; Hechos 4:12.

IV. Los otros no elegidos, aunque sean llamados por el ministerio de la palabra (1) y tengan
algunas de las operaciones comunes del Espíritu, (2) sin embargo nunca vienen
verdaderamente a Cristo, y por lo tanto no pueden ser salvos; (3) mucho menos pueden los
hombres que no profesan la religión cristiana ser salvos de otra manera, aun cuando sean
diligentes en ajustar sus vidas a la luz de la naturaleza y a la ley de la religión que profesan;
(4) y el afirmar y sostener que lo pueden lograr así, es muy pernicioso y detestable. (5)

1. Mateo 22:14.
2. Mateo 7:22 y 13:20,21; Hebreos 6:4,5.
3. Juan 6:64-66 y 8::24.
4. Hechos 4:12; Juan 14:6; Efesios 2:12; Juan 4:22 y 17:3.

La Ciudad de Dios y La Cosmovisión de San Agustín

57
“¡Qué vergüenza que anden los cristianos lamentándose de que Roma ha ardido en época
cristiana. Roma ha ardido ya tres, veces: bajo los galos, bajo Nerón y ahora con Alarico.
¿Qué sacamos de irritarnos? ¿Para qué rechinar de dientes contra Dios, porque arde lo que
tiene costumbre de arder? Arde la Roma de Rómulo, ¿hay algo de extraño en ello? Todo el
mundo creado por Dios arderá un día. ¡Pero es que la ciudad perece cuando en ella se ofrece
el sacrificio cristiano? ¿Y por qué fue arrasada su madre Troya, cuando se ofrecían los
sacrificios a |1|los dioses? Lo sucedido ha sucedido porque el mundo tiene que meditar y,
además, después de la predicación del Evangelio, es mucho más culpable que antes.”

En esta obra es interesante ver a Agustín con sentimientos ambivalentes hacia Roma.
Por un lado admira su historia de valor y sacrificio y reconoce lo que él mismo le
debe a su riqueza intelectual. Sin embargo no podía negar la crueldad y sangre
derramadas para lograr semejante grandeza.

“¿Es razonable y sabio gloriarse en la grandeza del imperio cuando no se puede demostrar
que los hombre puedan ser felices viviendo perpetuamente entre los horrores de la guerra y el
derramamiento de sangre? ¿Qué importa si es la sangre de los conciudadanos o la de los
enemigos? Sigue siendo sangre humana de hombres perseguidos por el sangriento espectro
del temor y de las pasiones asesinas. La felicidad que surge de un estado así es como un objeto
de cristal, que brilla y deslumbra pero que siempre se espera que en un momento, por
cualquier circunstancia, salte en pedazos.”(Placher)

Para Agustín, la prosperidad y el incremento del Imperio romano no pueden haber


sido obra de los dioses venerados por los romanos: basta examinar la mitología para
comprobar su incoherencia y puerilidad. No son los falsos dioses, sino el Dios único
y verdadero quien distribuye los reinos según sus designios, que no por estar ocultos
para nosotros son menos verdaderos. El celebrado celo de los romanos por su patria
terrena ha de ser aviso y ejemplo para los cristianos al aspirar a la patria celestial.
No basta demostrar la incoherencia y lo infundado del culto politeísta; es necesario
probar que, en efecto, toda la verdad se encuentra en el cristianismo, y cómo él
satisface a un mismo tiempo al corazón y a la inteligencia, y es verdaderamente el
camino de liberación del mal y de la infelicidad.

He aquí, pues, la descripción cristiana del mundo, no tanto del físico como del moral,
basado en la aspiración a la felicidad. Esta descripción se desarrolla en tres fases.

Primero se discute el origen de la sociedad en general, de la "ciudad", principiando


por examinar el comienzo absoluto de lo que no es Dios, es decir, la creación, y
aclarando así que con ella ha tenido origen el tiempo, que es el surco señalado por
la mutabilidad de las criaturas; de aquí viene la consideración del origen y de las
características de las dos ciudades del culto; la creación de los ángeles (Ciudad de
Dios) y el origen de la de los malvados, con la rebelión de los ángeles soberbios y
sus consecuencias en la vida humana y su destino, ya que la historia de las dos
ciudades entre los hombres tiene como preámbulo necesario la de las dos ciudades
58
ultraterrenas: de los ángeles felices sujetos a Dios con sumisión y amor y de los
demonios desventurados y rebeldes.

En la caracterización de la ciudad terrena tienen extensa parte tres cuestiones: la del


mal, que se explica como una deficiencia de perfección y cuya causa se achaca a un
desvío de la voluntad respecto al bien supremo, que es Dios, hacia el individuo; la
cuestión de la muerte en su sentido relativo (separación del alma del cuerpo: primera
muerte) y en su sentido absoluto (muerte del alma: segunda muerte), con su
separación sin remedio de Dios; y la cuestión del pecado original, de su naturaleza
(desobediencia y orgullo), de sus manifestaciones (rebelión de la carne,
concupiscencia, debilitamiento de la voluntad), y de sus efectos principales. Estos
efectos pueden advertirse en toda la vida psíquica, que se muestra trastornada y
perturbada por el predominio de las pasiones.

La segunda fase es la que considera los desarrollos de las dos ciudades: de la carnal,
fundada en el amor de sí mismo, y de la espiritual, fundada en el amor de Dios. Cada
una posee su propia manera de vivir y de gozar. La ciudad terrena finca su
residencia y su felicidad relativa aquí abajo; la ciudad de Dios está sobre la tierra
meramente de paso, en espera de la felicidad celeste. La ciudad terrena procede del
fratricidio de Caín, mientras que la de Dios remonta sus comienzos hasta Abel. Cada
una continúa en la serie de las generaciones que enumera la Biblia desde el Diluvio,
pasando por Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, los Jueces, mientras se afirman las
grandes monarquías de Babilonia y de Asiria. Y ello con un permanente significado
simbólico, ya que las vicisitudes de Noé, de los Patriarcas, de Moisés y de otros
personajes bíblicos semejantes prefiguran místicamente la ciudad de Dios en su
peregrinación. Lo mismo vale para la época de los profetas, que señala el momento
culminante y la crisis irreparable de Israel, realidad y
símbolo al mismo tiempo de la ciudad de Dios.

También aquí el significado simbólico - profético predomina sobre el histórico. Aquí


queda subrayado el carácter mixto de la historia humana, la imposibilidad de
distinguir en ella la ciudad terrena de la ciudad celeste, que siguen siendo dos
realidades metafísicas, cuya separación definitiva, queda reservada al juicio final de
Dios. Esto se manifiesta de manara muy clara, para los primeros siglos de la era
cristiana, en que la Iglesia, la Ciudad de Dios, vive mezclada con la ciudad del
mundo, hasta el punto de albergar en ella también hombres carnales, aunque tal vez
deseosos de redención. De ahí las persecuciones, las herejías, los escándalos que, con
todo, tienen su función beneficiosa sobre la ciudad de Dios metafísica: La
santificación.

La tercera fase se refiere al resultado final de las dos ciudades: felicidad eterna para
la una, infelicidad también eterna para la otra. Aquí se vuelve a tratar extensamente
la cuestión de la verdadera naturaleza de la felicidad y de su carácter necesariamente

59
transcendental y divino. De aquí la refutación de los estoicos, que presumían arribar
a ella por sus propios medios: la vida humana, vista con ojos realistas es desorden,
apasionamiento, violencia. La racionalidad y la paz no son de este mundo, ni es aquí
donde las cosas reciben su valoración definitiva. Esta depende del juicio futuro de
Dios. A su luz, la maldad se revelará como tal, aunque aquí abajo se presente con el
aspecto engañoso de la virtud y de la felicidad. Nada seguro se sabe acerca de
cuándo vendrá ni cómo se desarrollará. Desde luego, el juez será el Cristo glorioso,
y la última fase de la historia humana estará muy agitada por luchas espirituales y
acontecimientos físicos gigantescos; y ciertamente el fin y el juicio representaran una
regeneración, una palingenesia del mundo.

Entonces tendrá lugar también la distinción real de las dos ciudades. A la ciudad del
mundo tocará una eternidad de dolor, a la vez moral y físico; eternidad de pena
contra la cual no valen ni las objeciones físicas derivadas de la pretendida
imposibilidad de un fuego que no se consume, ni las morales, que dependen de una
presunta desproporción entre un pecado temporal y un castigo eterno: la gravedad
del cual será, no obstante, proporcionada en intensidad a la naturaleza de la culpa.
En cambio, a los santos quedará reservada la bienaventuranza eterna; no sólo para
las almas en la contemplación de Dios, sino para los propios cuerpos que resucitarán
a una vida real, aunque diversa de la terrena. La forma de la resurrección no está
clara; pero, el hecho, a pesar de las objeciones de los platónicos, es cierto; como es
seguro que, aun siendo la Ciudad de Dios en primer lugar obra de la predestinación
divina, no es indiferente para ella la orientación del libre albedrío humano.

La observación de la psicología humana podrá explicar cuál ha de ser la


bienaventuranza eterna como satisfacción de las necesidades emocionales del
hombre. Ella será, por lo tanto, el gran sábado, la paz suprema en el reino de Dios.

Tal es, en resumen, La Ciudad de Dios, esta gran obra de la antigüedad cristiana,
síntesis amplísima que abarca la historia de toda la raza humana y sus destinos, en
términos de tiempo y eternidad, y en la que se plantea decididamente, la cuestión
de las relaciones entre el Estado y la sociedad humana en general, según los
principios cristianos.

(La Ciudad de Dios – Introducción de Francisco Montes de Oca. PDF)

INP El Redentor
“El Evangelio y La Historia de la Iglesia”/La Defensa del Evangelio

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Sesión XI

476-1400 D.C. La Iglesia Medieval/El Evangelio Olvidado

I.- Agustín y Pelagio sobre el Libre Albedrio

Al final del siglo V la Iglesia cristiana creía en general que la salvación era obra de Dio y
de la voluntad humana. En el oriente y el occidente había una tendencia sincretista que se
manifestaba en el occidente a poner más énfasis en la gracia y en el oriente más énfasis en
el libre albedrio.

La controversia pelagiana no termino con el debate entre gracia y libre albedrio sino que
fue el inicio de una controversia que perdura hasta nuestro días. Erasmo de Rotterdam era
pelagiano, los arminianos del siglo XVIII. Los Janseistas de la Iglesia Católica (Pascal)

El origen de la controversia pelagiana se encontraba en la pregunta ¿Es la salvación obra


de Dios solamamente o el hombre contribuye en alguna medida?

Pelagio estaba en Roma y el predicador cita a Agustín y afirma que en la salvación lo


importante es la voluntad de Dios y no el libre albedrio. Esto enoja mucha a Pelagio.

Pelagio era un monje de origen británico que llego a Roma y critico la decadencia moral de
los cristianos romanos. Pertenecía también a un movimiento asceta.

Las creencias pelagianas

A) Antes de la caída el hombre era bueno y tenía libre albedrio. La habilidad absoluta de
hacer bien o mal.

B) Adán era un hombre solamente, no era el representante de la raza humana por lo tanto
sus acciones no tienen relevancia para sus descendientes. Pelagio también afirmaba que la
caída no tiene consecuencias para el cuerpo o para el alma. Por lo tanto el hombre caído
tiene libertad para hacer el bien y el mal. Negaban el pecado original y decían que Adán
solo puso el mal ejemplo y que el hombre nace en un estado de Tabula Rasa.

C) Redención y gracia. El libre albedrio es igual para Adán y para el hombre caído. Creían
que la gracia es iluminación para el hombre ya que hay hombres que no tienen pecado y
no necesitan la gracia. Para Pelagio la gracia está disponible solo para el que la necesite y
la salvación es una combinación de esfuerzo humano y gracia divina

Las creencias de Agustín sobre la salvación

A) El estado original del hombre consistía en que Adán tenía la capacidad de hacer el bien
o el mal. Poseía “non peccare”. Agustín afirmaba que Adán no moriría si no pecaba.

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B) La Caída. Agustín enfatiza la doctrina del pecado original. La humanidad está unida a
Adán el cual la representaba y trayendo con su desobediencia consecuencias negativas
para todos sus descendientes. La condición del hombre es “non posse non peccare”. Para
Agustín el pecado trae muerte física y espiritual.

Las consecuencias del pecado

1. Pérdida del libre albedrio


2.- Propensión a la sensualidad – concupiscencia – la sexualidad es mala
3.- Muerte física

Agustín afirma que la condición del hombre es “massa perditionis” que significa
corrupción masiva.

C) redención y gracia. Agiustin enfatiza la gracia y dice que esta es indispensable para la
salvación, que la gracia es inmerecida y que la gracia es irresistible.

Después de la condena del pelagianismo en los concilios de Cartago, Milevi y finalmente


en el concilio de Efeso en el año 431

Después de esto, surge el semipelagianismo que afirma la existencia del pecado original
pero no acepta el nivel de corrupción que Agustín ve en el hombre. (Depravación total)

Revisemos el texto de la Confesión de Fe de Westminster

Capítulo IX: Del Libre Albedrío

I. Dios ha dotado a la voluntad del hombre con aquella libertad natural, que no
es forzada ni determinada hacia el bien o hacia el mal, por ninguna necesidad
absoluta de la naturaleza. (1)

1. Mateo 17:12; Santiago 1:14; Deuteronomio 30:19.

II. El hombre en su estado de inocencia, tenía libertad y poder para querer y


hacer lo que es bueno y agradable a Dios, (1) sin embargo era mutable y podía
caer de dicho estado. (2)

1. Eclesiastés 7:29; Génesis 1:26.


2. Génesis 2:16,17 y 3:6.

III. El hombre, por su caída a un estado de pecado, ha perdido absolutamente


toda capacidad para querer algún bien espiritual que acompañe a la salvación;
(1) por tanto como hombre natural, que está enteramente opuesto a ese bien (2) y
muerto en el pecado, (3) no puede por su propia fuerza convertirse a si mismo o
prepararse para la conversión. (4)

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1. Romanos 5:6 y 8:7; Juan 15:5.
2. Romanos 3:10,12.
3. Efesios 2:1,5; Colosenses 2:13.
4. Juan 6:44,65; 1 Corintios 2:14; Efesios 2:2-5; Tito 3:3-5.

IV. Cuando Dios convierte a un pecador y le traslada al estado de gracia, le libra


de su estado de servidumbre natural bajo el pecado, (1) y por su sola gracia lo
capacita para querer y obrar libremente lo que es espiritualmente bueno; (2) a
pesar de eso, sin embargo, por razón de su corrupción que aún queda, el
converso no sola ni perfectamente quiere lo que es bueno, sino quiere también
lo que es malo. (3)

1. Colosenses 1:13; Juan 8:34,36.


2. Filipenses 2:13; Romanos 6:18,22.
3. Gálatas 5:17; Romanos 7:15,18,19,21,23.
V. La voluntad del hombre es hecha perfecta e inmutablemente libre para hacer tan
solo lo que es bueno, únicamente en el estado de la gloria. (1)
1. Efesios 4:13; Judas 24; Hebreos 12:23; 1 Juan 3:2

II.- Monasticismo

Antonio el Ermitaño de Egipto es considerado el padre del movimiento ascético


para practicar la auto negación y apartarse de la corrupción.

Entre los siglos III al VI hay una transición en la que el monasticismo toma el lugar
del martirio como la mejor forma de seguir a Cristo. Los monjes son
consideradosmás santos y puros. Este movimiento crea una diferencia entre el
hombre laico y el clérigo.

Cuando Antonio tenía 20 años leyó la historia del joven rico y se sintió llamado a
dejar sus posesiones a irse a vivir a una cueva. Pronto tuvo seguidores que se
llamaron los “padres del desierto.” Nunca tuvieron una organización oficial pero
son conocidos como los “Ermitaños”.

Hay varios casos de monjes que llevaron su ideal a grados como Simón el Estilita
quién pensó que para adorar mejor a Dios debería enterrase en la tierra y después
de 3 meses decidió subir a una columna y vivir ahí. Otro monje llamado Bosci,
decidió adorar a Dios comiendo solo pasto y Ammon, decidió no bañarse.

Tiempo después surgió un movimiento llamado “monasticismo comunal” o


cenobita, el cual surge también en Egipto.

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El primer hombre en organizar un monasterio fue Pacomio el Grande quien había
sido soldado y organizo un grupo de 300 hombres bajo una estricta disciplina.

Basilio el Grande es más moderado que Pacomio en cuanto a la disciplina y decidió


dejar el aspecto ermitaño y dedicarse a hacer labores sociales como cuidar
huérfanos, ancianos, viudas y pobres.

El Monasticismo se extendió en el occidente cuando Atanasio (296-373) escribió un


libro sobre Antonio. Martin de Tours es otro de los precursores de este
movimiento. San Jerónimo y Agustín fueron monásticos.

Benedicto de Nusia (489-547) fue el gran organizador del monasticismo en Europa.


Estableció un monasterio en Monte Cassino donde impuso la regla de pobreza,
castida y obediencia.

El monasticismo beneficio de muchas maneras la cultura occidental y a la iglesia.


En ellos se hicieron las copias de la biblia y de los escritos de los padres de la
iglesia. Otra contribución fue su labor misionera y el incio de las universidades
modernas. Hacia el año 1100 los monasterios empezaron a decaer por haberse
convertido en lugares de extrema riqueza.

Como reacción a los excesos del manosticismo hubo movimientos como el


cistercience fundado por Roberto de Moleme, sin embargo quien llevo este
movimiento a su máxima influencia fue Bernardo de Claravaux. Estos monastarios
fueron fundados en su mayoría en zonas rurales en los cuales se enfatizaba el
silencio y la frugalidad en la comida.

También las ordenes mendicantes o frailes pensaban que podían servir mejor a
Dios si mendigaban. Los principales grupos mendicantes fueron los Franciscanos y
Dominicos que llegaron a ser los más numerosos en el siglo XII. También estaban
los Agustinos y los Carmelitas.

Martin Lutero pertenecía a la orden de los agustinos, los cuales estaban dedicados
a la enseñanza y a la predicación.

Del movimiento monástico surgieron las universidades de Paris, Bolonia, Oxford,


y Cambridge.

En la búsqueda de santidad y de renovación en la iglesia los creyentes siempre se


han inclinado en dos direcciones la primera es buscar apartarse del mundo y
dedicarse a la adoración como muestra de compromiso con Dios y la segunda es
servir a los necesitados e involucrarse en actividades de ayuda social para
demostrar también su compromiso con Dios. Sin embargo, vemos en el

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monasticismo que el ideal era apartarse del mundo y al mismo tiempo atender
necesidades de la comunidad.

En nuestro tiempo la iglesia busca renovarse y al igual que en el pasado la iglesia


sucumbe ante la tentación de aislarse de la cultura o convertirse en un elemento de
mejoramiento social. Sin embargo es muy posible que la iglesia en ambas
posiciones se olvide que su principal misión es salvaguardar la verdad del
evangelio y que el evangelio sea confundido con sus implicaciones.

Confesión de Fe de Westminster

De las buenas obras

I. Las buenas obras son solamente las que Dios ha ordenado en su Santa Palabra (1) y
no las que, sin ninguna autoridad para ello, han imaginado los hombres por un fervor
ciego o con cualquier pretexto de buena intención. (2)

1. Miqueas 6:8; Romanos 12:2; Hebreos 13:21.


2. Mateo 15:9; Isaías 29:13; 1 Pedro 1:18; Romanos 10:2; Juan 16:2; 1 Samuel 15:21-23.

II. Estas buenas obras, hechas en obediencia a los mandamientos de Dios, son los
frutos y evidencias de una fe viva y verdadera; (1) y por ellas manifiestan los creyentes
su gratitud, (2) fortalecen su seguridad, (3) edifican a sus hermanos, (4) adoran la
profesión del evangelio, (5) tapan la boca de los adversarios, (6) y glorifican a Dios; (7)
pues los creyentes hechura de él, creados en Cristo Jesús para buenas obras, (8) para
que teniendo por fruto la santificación, tengan como fin la vida eterna. (9)

1. Santiago 2:18,22.
2, Salmos 116:12,13; 1 Pedro 2:9.
3. 1 Juan 2:3,5; 2 Pedro 1:5-10.
4. 2 Corintios 9:2; Mateo 5:16.
5. Tito 2:5; 1 Timoteo 6:1; Tito 2:5, 9-12.
6. 1 Pedro 2:15.
7. 1 Pedro 2:12; Filipenses 1:11; Juan 15:8.
8. Efesios 2:10.
9. Romanos 6:22

IV. Esta iglesia católica ha sido más visible en unos tiempos que en otros. (1) Y las
iglesias específicas que son parte de ella, son más puras o menos puras, de acuerdo
como se enseñe y se abrace la doctrina del Evangelio, se administren los sacramentos y
se celebre con mayor o menor pureza el culto público en ellas. (2)

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1. Romanos 11:3,4; Apocalipsis 12:6,14.
2. 1 Corintios 5:6,7; Apocalipsis 2 y 3.

V. Las más puras iglesias bajo el cielo están expuestas tanto a la impureza como al
error, (1) y algunas han degenerado tanto que han llegado a ser, no iglesias de Cristo,
sino sinagogas de Satanás. (2) Sin embargo, siempre habrá una iglesia en la tierra
para adorar a Dios conforme a su voluntad. (3)

1. 1 Corintios 13:12; Mateo 13:24-30,47; Apocalipsis 2 y 3.


2. Apocalipsis 18:2; Romanos 11:18-22.
3. Mateo 16:18; 28:19-20; Salmos 72:17; 102:28

El Evangelio y sus Implicaciones no Deben ser Confundidos ni Separados

Las buenas noticias de lo que ha sido hecho por Cristo a nuestro favor debe
necesariamente traducirse en buenas obras. Lutero decía que “somos salvos por la
fe solamente pero no por la fe que permanece sola”. Lo que él quería decir es que
la fe verdadera en el evangelio se manifiesta en buenas obras aunque estas jamás
pueden ser la base de la salvación. La fe y las obras no deben ser confundidas ni
separadas, ambas son fundamentales. La fe en el evangelio trae reconciliación con
Dios pero también debe traer reconciliación con nuestros semejantes. No es posible
lo primero sin lo segundo. Las personas que han sido transformadas por el
evangelio sentirán inevitablemente deseos de servir a su prójimo y usar sus dones
para aliviar el sufrimiento psicológico, social y físico del mundo. Esta es la
esperanza que trae el evangelio.

Sin embargo, algunos cristianos tienden e a ver el evangelio y la misión de la


iglesia principalmente como un programa de rehabilitación de la sociedad y del
mundo, es decir, una lucha por la justicia social. Esta forma de entender el
evangelio es una perversión de las buenas noticias ya que se olvida que el principal
problema del hombre es espiritual, no social. J.I. Packer dice “que el evangelio
tiene solución para los problemas de la sociedad pero esto se logra resolviendo el
problema fundamental del hombre: Su relación rota con Dios. Mientras no
tengamos claro que la solución a los problemas sociales depende de la solución del
problema personal con Dios estaremos representando equivocadamente el mensaje
del evangelio y seremos falsos testigos de Cristo.”

El Evangelio nos Ayuda a Mantener un Ministerio Balanceado

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En la historia de la iglesia ha existido siempre un peligro, este es, que los líderes y
predicadores vean el evangelio como la expresión mínima de la doctrina cristiana y
que se sientan motivados a “enseñar doctrina más avanzada”, profundizar en
discipulado, buscar la sanidad emocional, o luchar por la justicia social y la
renovación cultural. Cuando estas cosas no se ven como el resultado directo del
evangelio (porque el evangelio se ve como algo muy elemental) o si se confunden
con el evangelio, entonces estas cosas son las que se enseñan desde el pulpito y el
evangelio es hecho a un lado. El resultado es que no se ven conversiones con
regularidad en la iglesia, no hay una presentación del evangelio que ayude a los
creyentes y no creyentes a revelar lo que hay en sus corazones y a experimentar la
realidad de Dios, aún en contra de su voluntad (1 Corintios 14:24-25). El evangelio
debe ser presentado desde las diferentes historias, principios y temas de la biblia
pero si se confunde o se separa de estos elementos bíblicos la predicación se reduce
a una exhortación (que ayuda a cumplir con el programa de la iglesia o un
llamado moralista), o instrucción para compartir información (para inculcar los
valores o credos de la iglesia).

El Desarrollo del Papado

A partir del año 590 D.C. se da el surgimiento del papado romano como una institución
aglutinadora de la iglesia cristiana católica. Durante los dos primeros siglos de la iglesia

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todos los obispos eran considerados iguales pero en el siglo tercero el obispo de Roma
empezó a tomar cierta importancia sobre los demás obispos y a ser considerado el primero
entre iguales. Después del año 590 se dan una serie de reclamos acerca de la preeminencia
de los obispos de Roma. El argumento más importante acerca de la razón para dar al
obispo de Roma la preeminencia era la idea de que Pedro había muerto en esa ciudad.

Durante 500 años la ciudad de Roma había sido el centro político y económico del mundo
pero en el 330 cuando Constantino mueve la capital a Constantinopla se crea un vacío de
autoridad que es tomado por el obispo de Roma el cual empieza a tomar acciones políticas
y militares. Por ejemplo en el 410 cuando Alarico toma Roma, el Papa lo persuade de no
destruir la ciudad. De este hecho el Papa surge como una figura protectora.

En el siglo IV había 5 obispados de gran importancia Jerusalén, Antioquía, Alejandría,


Roma y Constantinopla. Para el siglo VI solo había dos obispados que permanecían en
desarrollo Roma y Constantinopla. Finalmente en el siglo VII con las invasiones
musulmanas prácticamente desaparece la iglesia en el oriente. Hasta el siglo XI los obispos
de Roma y Constantinopla luchan por el poder y finalmente se separan.

El Concilio I de Constantinopla elevó la sede de esta ciudad al rango patriarcal y atribuyó


a sus obispos la primacía de honor dentro de la Iglesia después del obispo de Roma, «en
razón —dijo— de que la ciudad es la nueva Roma». Sobre este fundamento de índole no
eclesiástica, sino política —la capital del imperio—, se instituyó un nuevo Patriarcado —el
de Constantinopla—, que tuvo la preeminencia entre todos los Patriarcados orientales, a
partir, sobre todo, del Concilio de Calcedonia (451).

Los pontífices de los siglos IV y V —Dámaso, León Magno, Gelasio— se esforzaron por
definir con precisión el fundamento dogmático del Primado romano: la primacía
concedida por Cristo a Pedro, de quien los papas eran los autoproclamados legítimos y
exclusivos sucesores. A partir del siglo IV, el ejercicio del Primado romano sobre las
iglesias occidentales fue muy intenso: los papas intervinieron en multitud de ocasiones
mediante epístolas decretales o por intermedio de legados y vicarios.

En Oriente, el concilio de Sárdica (343-344)— sancionó el derecho de cualquier obispo del


orbe a recurrir, como instancia suprema, al Pontífice romano. Pero prevaleció, en
definitiva, una tendencia favorable a la autonomía jurisdiccional, favorecida por el
desarrollo de los Patriarcados, especialmente el de Constantinopla. La postura del Oriente
cristiano ante Roma, después del Concilio de Calcedonia, puede resumirse así: atribución
al obispo de Roma de la primacía de honor en toda la Iglesia; reconocimiento de su
autoridad en el terreno doctrinal; pero desconocimiento de cualquier potestad disciplinar
y jurisdiccional de los papas sobre las iglesias orientales.

En el año 445 el emperador Valentino que residía en Ravena, emite un edicto en el


cual reconoce la supremacía del obispo de Roma. Se dice que este reconocimiento
fue fruto de una gran insistencia y presión política por parte del Papa León I.
Existe un debate sobre si León I fue el primer papa pero si es indudable su esfuerzo
por ser reconocido como tal. El episodio más conocido de su pontificado fue su
encuentro, en 452 en la ciudad de Mantua, con Atila, el rey de los hunos, quien había

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invadido el norte de Italia obligando al emperador Valentiniano III a abandonar la corte de
Rávena y refugiarse en Roma. León convence a Atila para que no marche sobre Roma
logrando la retirada de su ejército tras la firma de un tratado de paz con el Imperio
Romano a cambio del pago de un tributo. Otra teoría es que Atila se retiró de Italia debido
a la hambruna y epidemias que sufría su ejército. Este hecho tuvo una gran importancia
simbólica ya que, aunque el Imperio romano seguiría existiendo hasta 476, situaba como
principal fuerza política de Europa a la Iglesia y no el Imperio.

Unos años más tarde, en 455, en una situación similar, los vándalos de Genserico
saquearon Roma, pero el papa consiguió que se respetara la vida de sus habitantes y que
no fuera incendiada.

El Papa, Gelasio (muerto en el 496), afirmaba que hay dos autoridades en el mundo, la
autoridad del Papa y la del emperador, el cual, debe someterse al juicio del Papa. Nunca se
cansó de repetir que Roma no debe su Principado eclesiástico a ningún Sínodo ecuménico
ni a cualquier importancia temporal que ella misma pueda poseer, sino a la Divina
institución de Cristo mismo, quien confirió esa supremacía sobre la Iglesia universal a
Pedro y sus sucesores.

El siguiente gran Papa fue Gregorio I (540-604) Antes de ser Papa había sido gobernador
de Roma se convirtió al cristianismo en el año 575 y es ordenado papa en el 590. Cuando
los Lombardos iban a invadir Roma Gregorio toma un ejército y los vence pero también
aprovecha la oportunidad para obligarlos a convertirse al cristianismo. Gregorio es
también un personaje muy relevante en el desarrollo de la iglesia de Roma ya que
promueve doctrinas como la penitencia que incluía acciones como la contricción,
confesión, y satisfacción. También apoya el desarrollo de ideas como la transubstanciación,
el purgatorio y las oraciones a los santos.

La libertad de la Iglesia y la conversión del mundo antiguo trajo consigo, finalmente, la


entrada en escena de un nuevo factor de notable importancia para los tiempos futuros: el
emperador cristiano. Este personaje —un simple laico en el orden de la jerarquía— creía que
le correspondía la misión de ser el defensor de la Iglesia y promotor del orden cristiano en
la sociedad: era la función que se atribuía ya Constantino cuando tomaba para sí el
significativo título de «obispo exterior».

Los emperadores cristianos prestaron muchos servicios a la Iglesia, pero sus injerencias en
la vida eclesiástica produjeron también numerosos abusos, cuya máxima expresión fue el
llamado «Cesaropapismo». Estos abusos fueron particularmente graves en las iglesias de
Oriente. En Occidente, la autoridad del papado, la debilidad de los emperadores
occidentales o la lejanía geográfica de los orientales contribuyeron a la salvaguardia de la
independencia eclesiástica. Las relaciones entre poder espiritual y temporal, su armónica
conjunción y la misión del emperador cristiano fueron tratados por diversos Padres de la
Iglesia y en especial por el papa Gelasio, en una carta al emperador Anastasio.

Pero el papel del emperador cristiano como protector de la Iglesia se juzgaba tan
indispensable en los siglos entre la Antigüedad al Medievo que, cuando los emperadores

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bizantinos dejaron de cumplir esa misión hacia el Pontificado romano, los papas buscaron
en el rey de los francos el auxilio del poder secular que ya no podían esperar del emperador
oriental. Así en el año 800 por primera vez un Papa (León III) corona al Emperador Romano,
Carlomagno rey de los francos.

En el siglo XI podemos ver en el conflicto de las investiduras como el Papa de Roma llegó
a su máximo poder político en Europa.

En 1073 después de la muerte del Papa Nicolás II, Gregorio VII, es elegido papa por
aclamación popular. El pueblo gritó por las calles: << ¡Hildebrando papa! >> y los
cardenales ratificaron inmediatamente la elección popular. Hildebrando tomó el nombre
de Gregorio VII.

Después de su elección emprendió inmediatamente la reforma del clero. Declarándose


contra la simonía y los obispos y curas: casados. Declaró excluidos de la iglesia a los que
habían comprado Su cargo y excluidos igualmente de la misma a los que no se separaran
de sus esposas. Prohibió que los cristianos oyeran la misa y recibieran los sacramentos de
un cura casado.

La resistencia fue muy grande entre los excluidos. Pero casi por todas partes la gente del
pueblo tomando partido contra ellos expulsó de la localidad a los que un reformador
llamaba en un discurso « vacas gordas y bueyes revoltosos, » y se referían a las mujeres de
los sacerdotes como « lobas y sanguijuelas insaciables »

En 1075, Gregorio VII publicó el Dictatus Papae, veintisiete axiomas donde Gregorio
expresa sus ideas sobre cuál ha de ser el papel del pontífice en su relación con los poderes
temporales, especialmente con el emperador del Sacro Imperio. Estas ideas pueden
resumirse en tres puntos:

1. El papa es señor absoluto de la Iglesia, estando por encima de los fieles, los clérigos y los
obispos, pero también de las Iglesias locales, regionales y nacionales, y por encima
también de los concilios.

2. El papa es señor supremo del mundo, todos le deben sometimiento, incluidos los
príncipes, los reyes y el propio emperador.

3. La Iglesia romana no erró ni errará jamás.

El Conflicto de las Investiduras

Sin embargo, no bastaba excluir a los simoniacos, más allá de eso a Gregorio le importaba
extirpar de raíz la simonía, y para ello había necesidad de quitar a los príncipes la
posibilidad de nombrar obispos. En 1075, Gregorio VII declaró excluido de la iglesia al

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cura que recibiese de un laico un obispado o una abadía; excomulgaba a << todo
emperador, rey, duque, marqués, conde o cualquiera persona poderosa o laica que tuviera
la pretensión de dar investidura a los obispos o una dignidad eclesiástica. >>

La decisión de Gregorio VII era muy grave, porque siendo feudos los obispados y las
abadías, obispos y abades eran al mismo tiempo señores, vasallos del soberano. Por
ejemplo, el obispo de León en Francia, jefe espiritual de los habitantes de León, era
asimismo su conde; daba los sacramentos, y también administraba justicia, recibía los
censos, sostenía soldados y rendía vasallaje al rey de Francia.

Los nobles no podían consentir de buen grado el desentenderse absolutamente de la


elección de los hombres que disponían de una parte de sus estados y además que
administraban la gran riqueza financiera de los diezmos y ofrendas. No podían someterse
sin resistencia a una decisión cuyo resultado final seria librar de su influencia las tierras
que en sus reinos eran bienes pertenecientes a los obispados y abadías. Debían pues surgir
conflictos entre los soberanos y el papa, conflictos que no tardaron en presentarse. Esa
lucha se ha llamado históricamente “Querella de las Investiduras.” El primer conflicto
estalló entre el emperador Enrique IV y Gregorio VII, y duró desde 1076 hasta 1122.

Enrique IV de Alemania, haciendo caso omiso de las prohibiciones de Gregorio VII,


nombró dos nuevos obispos y puso en venta la dignidad de abad de Fulda. Finalmente
reunió un consejo en Worms, compuesto principalmente de obispos simoníacos, que
declaró a Gregorio VII indigno del pontificado. El emperador, con ese motivo, escribió al
papa: << Enrique, rey no por usurpación, sino por la voluntad de Dios, a Hildebrando en
adelante monje falso y no papa. Condenado por la sentencia de nuestros obispos y la
nuestra, desciende y abandona el puesto que has usurpado. ¡Que la silla de San Pedro la
ocupe otro! ¡Desciende de tu trono; desciende! >>

La carta del emperador fue entregada al Papa en medio de un concilio reunido en la iglesia
de San Juan de Letrán. Cuando Gregorio VII acabó de leerla, se levantó invocando a San
Pedro con estas palabras: <<¡Bienaventurado San Pedro, como representante tuyo, he
recibido de Dios el poder de atar y desatar en el cielo y en la tierra!

Por el honor y la defensa de tu iglesia, en nombre de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y


Espíritu Santo; por tu poder y tu autoridad, prohíbo al rey Enrique, que se ha rebelado con
orgullo inaudito contra tu iglesia, que gobierne en Alemania y en Italia. Desligo a todos los
cristianos del juramento de fidelidad que le han prestado o le prestaren, y prohíbo que
nadie le sirva como se sirve a un rey.

Le anatematizo, para que los pueblos sepan, ¡Oh príncipe de los apóstoles! que tú eres
Pedro y que sobre esta piedra ha edificado el Hijo, de Dios vivo su iglesia, y que las
puertas del infierno no prevalecerán jamás contra ella. >> La cuestión de las investiduras
había ido, pues, singularmente mucho más allá de lo que se esperaba.

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El emperador pretendía ser superior al Papa, y se arrogaba el derecho de deponer al jefe
de la iglesia. A esa pretensión insostenible, el Sumo Pontífice oponía pretensiones
parecidas y tan insostenibles como las del monarca alemán. Depuesto por el emperador,
respondía deponiendo al Emperador, como si tuviera el derecho de disponer de las
coronas.

La excomunión lanzada por Gregorio sobre Enrique significaba que sus súbditos
quedaban libres de prestarle vasallaje y obediencia, por lo que el Emperador, temiendo un
levantamiento de los príncipes alemanes, que habían acudido a Augsburgo para reunirse
en una dieta con el Papa, decide ir al encuentro de Gregorio y pedirle la absolución

El encuentro entre Papa y Emperador tuvo lugar en el Castillo de Canossa, concretamente


en el castillo Stammburg de la condesa Matilde de Canossa. Enrique no se presentó como
rey, sino como penitente sabiendo que con ello, el Pontífice en su calidad de sacerdote no
podría negarle el perdón. El 28 de enero de 1077, Gregorio VII absolvió a Enrique IV de la
excomunión a cambio de que se celebrara una Dieta en la que se debatiría la problemática
de las investiduras eclesiásticas.

Sin embargo Enrique dilata el tiempo de la celebración de la prometida Dieta por lo que
Gregorio VII lanza contra el emperador una segunda condena de excomunión, lo depone y
procede a reconocer como nuevo rey a Rodolfo, duque de Suabia.

Esta segunda excomunión no obtuvo los efectos de la primera ya que los obispos alemanes
y lombardos apoyaron a Enrique quien, en un sínodo celebrado en Brixen en 1080,
proclama nuevo papa a Clemente III y marcha al frente de su ejército sobre Roma que le
abre sus puertas en 1084. Se celebra entonces un sínodo en el que se decreta la deposición
y excomunión de Gregorio VII y se confirma al antipapa Clemente III, quien procedió a
coronar como emperadores a Enrique IV y a su esposa Berta.

Gregorio VII se refugió en el Castillo Sant'Angelo esperando la ayuda de sus aliados


normandos capitaneados por Roberto Guiscardo. La llegada de los normandos obliga a
Enrique IV a abandonar Roma, que es sometida a saqueo e incendiada por los ejércitos
normandos, acción que desencadenó el levantamiento de los romanos contra Gregorio,
que se vio obligado a retirarse a la ciudad de Salerno donde fallecería el 25 de mayo de
1085.

El Celibato

Breve Historia

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Siglo I
Pedro (el primer Papa según los católico-Romanos), y los apóstoles escogidos por Jesús eran
en su gran mayoría hombres casados. El Nuevo Testamento sugiere que las mujeres
presidían la comida eucarística en la Iglesia primitiva.
Siglos II y III
Una persona no puede estar casada y ser perfecta (idea gnóstica y platónica). No obstante
ello, la mayoría de los sacerdotes eran hombres casados.
Siglo IV
Concilio de Elvira del año 306, España, Decreto 43: todo sacerdote que duerma con su
esposa la noche antes de dar misa perderá su trabajo.
Concilio de Nicea, año 325: se decreta que una vez ordenados, los sacerdotes no pueden
casarse. Se proclama el Credo de Nicea.
Concilio de Laodicea, año 325: las mujeres no pueden ser ordenadas. Esto sugiere que antes
de esta fecha se realizaba la ordenación de mujeres.
Año 385: el Papa Siricio abandona a su esposa para convertirse en Papa. Se decreta que los
sacerdotes ya no pueden dormir con sus esposas.
Siglo V
Año 401: San Agustín escribe que "Nada hay tan poderoso para envilecer el espíritu de un
hombre como las caricias de una mujer"
Siglo VI
Año 567: El Concilio de Tours II establece que todo clérigo que sea hallado en la cama con su
esposa será excomulgado por un año y reducido al estado laico.
Año 580, Papa Pelagio II: Su política fue no meterse con sacerdotes casados en tanto no
pasaran la propiedad de la iglesia a sus esposas o hijos.
Año 590 a 604: El Papa Gregorio, llamado "el Grande" dice que todo deseo sexual es malo en
sí mismo (¿quiere decir que el deseo sexual es intrínsecamente diabólico?).
Siglo VII
Francia: los documentos demuestran que la mayoría de los sacerdotes eran hombres
casados.
Siglo VIII
San Bonifacio informa al Papa que en Alemania casi ningún obispo o sacerdote es célibe.
Siglo IX
Año 836: El Concilio de Aix-la-Chapelle admite abiertamente que en los conventos y
monasterios se han realizado abortos e infanticidio para encubrir las actividades de clérigos
que no practican el celibato.

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San Ulrico, un obispo, argumenta que basándose en el sentido común y la escritura, la única
manera de purificar a la Iglesia de los peores excesos del celibato es permitir a los sacerdotes
que se casen.
Siglo XI
Año 1045: El Papa Bonifacio IX se dispensa a sí mismo del celibato y renuncia al papado para
poder casarse.
Año 1074: El Papa Gregorio VII dice que toda persona que desea ser ordenada debe hacer
primero un voto de celibato: "Los sacerdotes [deben] primero escapar de las garras de sus
esposas".
Año 1095: El Papa Urbano II hace vender a las esposas de los sacerdotes como esclavas y
sus hijos son abandonados.
Siglo XII
Año 1123: Papa Calixto II: El Concilio de Letrán I decreta que los matrimonios clericales no
son válidos.
Año 1139: Papa Inocencio II: El Concilio de Letrán II confirma el decreto del anterior Concilio.
Siglo XIV
El Obispo Pelagio se queja de que las mujeres son aún ordenadas y administran confesiones.
Siglo XV
Transición; 50% de los sacerdotes son hombres casados y como tal, aceptados por la gente.

"El celibato no es esencial para el sacerdocio; no es una ley promulgada por


Jesucristo." Declaración del Papa Juan Pablo lI en julio de 1993.

Siglo XVI
1545 a 1563: El Concilio de Trento establece que el celibato y la virginidad son superiores al
matrimonio.

Si bien es probable que las iglesias locales hayan legislado sobre esta materia (el celibato) con
anterioridad, lo que nos ha llegado de más antiguo son las decisiones del Concilio de Elvira (entre
los años 295 y 302), que fue un concilio de obispos de las tierras que hoy son España. Dicho
Concilio manda que los obispos, sacerdotes y diáconos admitidos a las órdenes sean célibes, o bien
dejen a sus legítimas mujeres si quieren recibir las sagradas ordenes. Esta práctica no fue
reglamentada de igual modo en las iglesias del mundo oriental (Asia Menor), que no impedían a
los obispos y sacerdotes ordenados seguir en comunión con sus respectivas esposas. En occidente,
por el contrario, la predicación de los grandes pastores del siglo IV y V testimonia decididamente
una clara preferencia por el sacerdocio celibatario. Se pueden encontrar testimonios históricos de
la existencia en occidente de sacerdotes que vivían con sus esposas, pero eran los que se
encontraban "en el campo", lejos de sus obispos, o por otras razones.

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También tenemos un testimonio del año 386: el concilio romano convocado por el Papa Siricio,
que prohibía a los sacerdotes continuar relaciones con sus ex-mujeres.

En realidad las leyes variaban de un lugar a otro; no olvidemos las grandes distancias que había
que recorrer en aquellos tiempos para comunicarse, de modo que las decisiones de una iglesia
local tardaban tal vez años en llegar a oídos de las otras iglesias. No era raro que, a pesar de las
indicaciones de los concilios y de la preferencia popular del pueblo por los sacerdotes célibes,
algunos tomasen mujer; en muchas de las iglesias esto era motivo suficiente para impedir que un
diácono o sacerdote fuera ordenado obispo u ocupara un puesto de cierta importancia.

Concilios del siglo VI y VII reglamentan explícitamente que los obispos "deben" dejar a sus esposas
una vez ordenados, mientras que para los sacerdotes y diáconos parecería no "exigirse" la
separación.

Aún en el siglo VIII encontramos que el Papa Zacarías no quería aplicar a todas las iglesias locales
las costumbres más propias de algunas, de modo que cada una podía legislar como le parecía más
oportuno (respuesta al Rey Pepino).

Y hubo tiempos de particular decadencia en la historia, cultura y religiosidad del mundo cristiano
europeo (la que dio en llamarse "Edad de Hierro"), cuando muchos obispos, sacerdotes y diáconos
tomaban mujeres y engendraban hijos, a los cuales podían heredar sus posesiones. Curiosamente,
a pesar de estas "costumbres" poco admirables, el celibato nunca dejó de tener, a veces más a
veces menos, su lugar privilegiado en la enseñanza y en la legislación de la Iglesia de occidente.

Lo que nunca se aceptó en ningún lado fue que un ordenado pudiese casarse. El casado podía
ordenarse, pero el ordenado no podía casarse.

Recién en el año 1123, con el primer concilio Laterano, se reglamentó que el candidato a las
órdenes debe abstenerse de mujer, y que el matrimonio de una persona ordenada era inválido, de
modo que todo trato con mujer una vez recibida la ordenación pasaba a ser simple concubinato.
En este espíritu reglamentarían todos los Concilios posteriores. Es claro que no inmediatamente la
ley se puso en práctica en todos lados, pero poco a poco fue cobrando fuerza de costumbre en
todas las iglesias de occidente.

CFW CAPITULO 25: DE LA IGLESIA

I. La iglesia católica o universal, que es invisible, se compone del número de los elegidos
que han sido, son o serán reunidos en uno, bajo Cristo la cabeza de ella; y es la esposa, el
cuerpo, la plenitud de Aquel que llena todo en todo. (1)

1. Efesios 1:10,22,23; 5:23,27,32; Colosenses 1:18.

II. La iglesia visible, que también es católica o universal bajo el evangelio (no está limitada
a una nación como anteriormente en el tiempo de la ley), se compone de todos aquellos
que en todo el mundo profesan la religión verdadera, (1) juntamente con sus hijos, (2) y es
el reino del Señor Jesucristo, (3) la casa y familia de Dios, (4) fuera de la cual no hay
posibilidad ordinaria de salvación. (5)

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1. 1 Corintios 1:2; 12:12,13; Salmos 2:8; Apocalipsis 7:9; Romanos 15:9-12.
2. 1 Corintios 7:14; Hechos 2:39; Ezequiel 16:20-21; Romanos 11:16; Génesis 3:15; 17:7.
3. Mateo 13:47; Isaías 9:7.
4. Efesios 2:19; 3:15.
5. Hechos 2:47.

III. A esta iglesia católica visible ha dado Cristo el ministerio, los oráculos y los
sacramentos de Dios, para reunir y perfeccionar a los santos en esta vida y hasta el
fin del mundo; y por su propia presencia y espíritu, de acuerdo con su promesa los
hace eficientes para ello. (1)

1. 1 Corintios 12:28; Efesios 4:11-13; Isaías 59:21; Mateo 28:19,20.

VI. No hay otra cabeza de la Iglesia sino el Señor Jesucristo; (1) ni puede en
ningún sentido el Papa de Roma ser cabeza de ella. (2)

1. Colosenses 1:18; Efesios 1:22.


2. Mateo 23:8-10; 2 Tesalonicenses 2:3,4,8,9; Apocalipsis 13:6.

Los Sacramentos y Los Santos

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En la primera parte de la Edad Media, el concepto de sacramento seguía siendo
algo vago para los cristianos. El término se aplicaba a diferentes cosas, desde decir
Padre Nuestro hasta las referencias al cruce del Jordán por el pueblo de Israel,
pasando por el bautismo y otras prácticas. La idea católico-romana de que existen 7
sacramentos proviene del concilio de Florencia del año 1438. Con respecto a la
eucaristía, la iglesia la consideraba un sacramento desde mucho tiempo antes, sin
embargo no se había establecido claramente que es lo que ocurría en los elementos
de la cena. Durante un concilio en Nicea en el año 787, se estableció que la
presencia de Cristo en el pan y el vino era real, sin embargo esta idea no era del
todo del agrado de los representantes de la iglesia en el occidente. Sin embargo en
el año 831 un teólogo llamado Pascasio Radoberto afirmó que en la comunión, el
pan y el vino dejan de ser solo eso y se convierten en el cuerpo de Cristo de manera
física, el mismo cuerpo que nación de María y que murió en la cruz. La precaución
con la que esta idea se tomó en el occidente se debía a que Agustín había dejado
muy en claro que las palabras de Jesús sobre el pan y el vino no deberían tomarse
literalmente. Agustín afirmaba que Cristo hablaba de cosas espirituales y que
aunque el pan y el vino nos imparten una gracia espiritual, no se debe considerar
que esa gracia está en la naturaleza de los elementos. Varios teólogos de la época
como Ratramus y Berengeo de Tours se manifestaron contra la idea de Radoberto
pero finalmente la visión física del cuerpo de Cristo en los elementos de la
comunión ganó el corazón del imaginario popular. Con el tiempo, el escolasticismo
y su influencia aristotélica llamaron a este fenómeno “transubstanciación”.

Aristóteles afirmaba que en el orden natural, la substancia de las cosas permanece


igual aunque cambien sus propiedades. Como el agua que pasa de líquido a sólido
pero sigue siendo agua. Los teólogos escolásticos afirmaban que en la eucaristía las
propiedades del pan y el vino permanecían iguales pero la substancia cambiaba.
Lo que comemos en la comunión parece pan y sabe a pan pero en realidad es el
cuerpo de Cristo. El cuarto concilio de Letrán declaró la transubstanciación como
doctrina de la iglesia en el 1215

En la búsqueda de más manifestaciones de la gracia de Dios se siguió el mismo


razonamiento para el desarrollo del culto a los santos. Aunque la eucaristía
proporcionaba al pueblo creyente una cercanía con Cristo, la mayoría de los
creyentes sentían muy lejos al Salvador y esta idea motivó que el pueblo empezara
a orar más a María y a los Santos que se percibían como algo más cercano.

Desde el siglo II los cristianos habían puesto mucho interés en los restos de los
mártires como héroes de la fe. Especialmente si consideramos que en ese tiempo la
gente daba por hecho los milagros como algo cotidiano. En el año 386 Ambrosio de
Milán, quién tuvo tanta influencia en Agustín descubrió la tumba de dos mártires
en la propiedad de su capilla y esto provocó un gran interés en las reliquias de los
santos. Sin embargo no toda la gente veía con buenos ojos este interés en los

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objetos sagrados un tal Vigilantus afirmaba que este culto a los mártires tenía un
carácter idolátrico y afirmaba que los santos después de morir estaban en un
estado de sueño esperando el regreso de Cristo y por lo tanto no podían escuchar
las oraciones que se les hacían. Además advertía que el poner atención a pedazos
de ropa y huesos de mártires era una superstición. Jerónimo lanzó una serie de
razonamientos e insultos contra Vigilantus pero la realidad es que la religión
popular siguió la inercia de las costumbres más que de los argumentos teológicos.

El culto a María tuvo también un desarrollo muy temprano en la práctica popular.


Nestorio urgió a los creyentes a dejar de llamar a María, madre de Dios. Con el
tiempo la idea de Jesús como salvador pasó a segundo término y muchas personas
lo veían ahora más como un juez que viene a hacer justicia. En el siglo VIII algunos
teólogos animaban a la gente a orar a María por no existir nadie más poderoso que
ella para interceder delante del gran juez (Cristo). En el año 1320 un monje
franciscano declaraba esto:

Debemos imitar a aquel hombre que ha ofendido a un rey. ¿Que haría para
ser perdonado? Iría secretamente con la reina y le prometería un regalo. Así
que cuando nosotros ofendemos a Cristo debemos ir primero con la reina del
cielo y ofrecerle en lugar de un regalo, oraciones, ayunos, ofrendas, vigilias y
así como una madre, ella intercederá entre su hijo y nosotros, entre el padre
que desea golpearnos y ella nos cubrirá con su manto de misericordia que nos
protegerá de la vara y así se mitigará la ira del rey.

Otros debates sobre María aparecieron en la iglesia. El nuevo testamento


declaraba que María era virgen y Ambrosio y Agustín creían que ella había
permanecido así toda su vida. En un concilio en Letrán declaraba esto en el
año 649. Pascasio Radoberto, afirmaba que Cristo nació sin afectar la
virginidad de María y Ratramus decía que un nacimiento así era una
monstruosidad que ponía en riesgo la idea de que Cristo era un verdadero
ser humano. También se discutió desde aquel tiempo si María había pecado
o si su cuerpo fue llevado al cielo al momento de su muerte, es más se
cuestionaba si había muerto o no. No fue sino hasta el siglo XIX y el XX que
la iglesia de Roma promulgó la doctrina de la inmaculada concepción de
María y de su asunción.

El Escolasticismo

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Es un movimiento medieval que abarca más o menos del 1200 al 1500 y que pone énfasis en la
racionalidad del conocimiento religioso y la presentación sistemática de las creencias. Es un método
de organización de la teología con el fin de crear un sistema teológico y filosófico completo.

El período que se extiende desde el tiempo de la iglesia primitiva al tiempo de San Agustín,
inclusive, se conoce como la era patrística en filosofía y teología. En general, esa época se inclinó al
platonismo y subestimó la importancia de Aristóteles. Los Padres se esforzaron en construir en
principios platónicos un sistema de filosofía cristiana.

Con el resurgimiento carolingio del aprendizaje en el siglo noveno empezó un período de actividad
educacional que resultó en una nueva fase del pensamiento cristiano que después se conoció cómo
escolasticismo.

En los siglos onceavo y doceavo el escolasticismo llegó a su pleno desarrollo y enfrentó un período
de tensión entre los intelectuales, partidarios de la razón en la teología como Roscelin, Abelardo,
Pedro Lombardo y los místicos como Anselmo de Canterbury, Pedro Damián y San Bernardo. Los
racionalistas fueron demasiado lejos al principio, y sólo gradualmente trajeron su método a las
líneas de la ortodoxia y lo armonizaron a la tradición cristiana. Por otro lado los místicos primero
condenaron el uso y abuso de la razón para explicar la fe. Finalmente fue el racionalismo el que
triunfó en el pensamiento de la iglesia, sin acabar nunca con los movimientos místicos.

El representante más influyente de este movimiento fue Tomás de Aquino

Tomás de Aquino nace en el castillo de Roccaseca (Italia) el año 1225. Hijo de los condes de
Aquino recibe la primera educación religiosa y científica en la abadía de Montecasino, para pasar
después a la universidad de Nápoles. Allí el contacto con fray Juan de San Juliano fue causa de que,
a sus dieciséis años, frecuentase la comunidad de los hermanos predicadores, siendo el principio de
su vocación a la vida apostólica. A los diecinueve años ingresa en la Orden de Predicadores. Esta
opción juvenil de Sto. Tomás deberá ratificarla más de una vez; primero, frente a su aristocrática
familia que, de novicio, le secuestra y le pone en calabozo durante seis meses en el castillo de
Roccaseca; y, posteriormente, frente a los maestros de París, que no le permiten la docencia en la
universidad por su condición de fraile mendicante.

Por indicación de Fray Juan Teutónico, Maestro de la Orden, termina sus estudios en París y
Colonia, bajo la guía de Fray Alberto Magno, quien le convence de la necesidad de profundizar en
Aristóteles, el filósofo de la razón,” la razón es don de Dios y a él debe ordenarse”.

A los treinta y dos años Tomás de Aquino es maestro de la cátedra de teología de París. En Tomás,
la Palabra de Dios en la Escritura tiene la primacía sobre las otras ciencias, y hace de la oración la
fuente más fecunda de sus investigaciones. Mientras permanece en París, Tomás y los hermanos
Predicadores elaboran en comunidad filosofía y teología, para después hacerla presente en la
universidad. Escribe muchas obras que destacan por su profundidad, admirando a maestros y
estudiantes por la claridad, la distinción, la sutileza y la verdad con que procedía en la explicación
de tantas y tan distintas materias, como son de ver en los cuatro grandes libros que escribió sobre el
Maestro de las Sentencias. Después de París, impartiría docencia en Roma y en Nápoles, dejando
entre otras muchas obras la Suma Teológica.

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Con respecto a la existencia de Dios, Aquino ofrece una famosa explicación a través de las
así llamadas "Cinco Vías."

La Primera Vía se deduce del movimiento de los objetos. Tomás explica mediante la
distinción de acto y potencia, que un mismo ente no puede mover y ser movido al
momento, luego todo aquello que se mueve lo hace en virtud de otro. Se inicia, pues, una
serie de motores, y esta serie no puede llevarse al infinito, porque no habría un primer
motor, ni segundo (es decir, no habría comunicación de movimiento) por lo tanto debe
haber un Primer Motor Inmóvil que se identifica con Dios, principio de todo.

La Segunda Vía se deduce de la causa eficiente (pues todo objeto sensible está limitado
por la forma, de ahí que no sea eterno y sí causado). Se inicia, por lo tanto, una serie de
causas análoga a los motores que termina en una Causa Incausada, identificada con Dios,
creador de todo.

La Tercera Vía se deduce a partir de lo posible. Encontramos que las cosas pueden existir
o no, que pueden pensarse como no existentes y por lo tanto son contingentes. Es imposible
que las cosas sometidas a la posibilidad de no existir lleven existiendo eternamente pues en
algún momento habrían de no existir. Por lo tanto debe haber un Ser Necesario que se
identifica con Dios, donde esencia y existencia son una realidad.

La Cuarta Vía se deduce de la jerarquía de valores de las cosas. Encontramos que las cosas
son más o menos bondadosas, nobles o veraces. Y este "más o menos" se dice en cuanto
que se aproxima a lo máximo y (ya que los grados inferiores tienen su causa en algo
genéricamente más perfecto) lo máximo ha de ser causa de todo lo que pertenece a tal
género. La causa de la bondad y la veracidad se identifica con Dios, el Ser máximamente
bueno.

La Quinta Vía se deduce a partir del ordenamiento de las cosas. Tomás recuerda como los
cuerpos naturales, siempre o a menudo, obran intencionadamente con el fín de lo mejor,
muchos incluso sin conocimiento. Llegó a decir, fiel a Aristóteles, que cada ente, como
causado, debe tener un orden dado, tanto por razón de su forma (esencia) como de su
existencia y, remontándonos en la serie de causas finales, esto sólo es posible si hay un Ser
supremamente inteligente, que es Dios.

La Summa Teológica

La "Suma de la Teología" escrita por Tomás de Aquino durante los últimos años de su vida
—la tercera parte quedó inconclusa por una visión que Aquino tuvo de Dios. La
explicación que dio a este cese en su producción literaria fue la siguiente: "Después de lo
que el Señor se dignó a revelarme el día de San Nicolás, todo lo que he escrito parece como
paja para mí, y por eso no puedo escribir ya nada más." La obra fue completada
póstumamente por sus discípulos (entre ellos, por su secretario, amigo y confesor, fray
Reginaldo de Piperno). Es la obra más famosa de la teología medieval, y su influencia
sobre la filosofía posterior, sobre todo en el catolicismo romano, es muy amplia. Concebida
como un manual para la educación teológica, más que como obra apologética destinada a
polemizar contra los no católicos, ejemplifica el estilo intelectual de la escolástica en la
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estructura de sus artículos. Se relaciona en parte con una obra anterior, la Summa Contra
Gentiles, de contenido más apologético, estructurada para refutar una a una las herejías
conocidas o las otras religiones.

Además de las fuentes propiamente religiosas (las Escrituras y las definiciones dogmáticas
de la Iglesia Católica), Santo Tomás se apoya en la obra de algunos autores: Aristóteles en
filosofía y Agustín de Hipona en teología. También son citados frecuentemente Pedro
Lombardo, teólogo y autor del manual más usado en la época (aunque la obra de Pedro
Lombardo es, sobre todo, una recolección de textos de otros autores), los escritos del siglo
V atribuidos al Pseudo Dionisio Areopagita, y Maimónides, estudioso judío no muy
anterior, del que admiraba su aplicación del método.

Anselmo

Anselmo es un monje benedictino considerado por muchos el más grande pensador de esa
orden y una gran influencia en el pensamiento de Tomás de Aquino. Tres lugares marcan la
vida de Anselmo: Aosta, Italia el lugar de su nacimiento en el 1033; Bec el monasterio
benedictino en Normandía que lo acogió y donde profesó como monje en el 1059 y
Canterbury, la sede episcopal a la que ascendió en 1093, lugar donde murió en 1109 y que
le dio su nombre más popular y tradicional: Anselmo de Canterbury.

El método que desarrolló Anselmo para describir su fe y explicarla de forma racional está
basada en la presuposición de que todos los seres humanos entienden la idea de Dios.
Algunos estudiosos opinan que Anselmo es un racionalista que invade el ámbito de la fe y
que intenta describir el misterio inefable de Dios. Sin embargo, las dos tendencias mayores
de la hermenéutica (sistema de interpretación) anselmiana lo sitúan en la tradición
agustiniana. Hay un acuerdo general en afirmar que, en este teólogo, la fe no sólo está
siempre presente, sino que también es antecedente a cualquier razonamiento. Para Anselmo
la fe lleva siempre aparejada la pregunta intelectual, es decir, la necesidad de comprender lo
que se cree, y esta compresión produce un mayor placer en el creyente.

Cuando Anselmo se propone demostrar la racionabilidad de la fe, se toma muy en serio la


capacidad de la razón y llega a las llamadas razones necesarias, concepto que puede
entenderse si tenemos en cuenta que nunca razona de modo puramente filosófico. Por
razones necesarias no entiende Anselmo argumentos racionales necesarios que puedan
prescindir de la fe para llegar a Dios y mucho menos para comprenderlo, sino argumentos
que demuestran la racionabilidad de la fe. Estos argumentos, sin embargo, pueden ser
usados en el diálogo con los no creyentes, ya que habiendo prescindido de la Escritura,
suponen un camino más fácil para la comunicación con éstos.

El argumento de Anselmo para probar la racionalidad de la fe se conoce como el


argumento ontológico – es decir, el argumento sobre la existencia del ser.

Anselmo comienza su argumento con la idea de que aún los que niegan la existencia de
Dios deben de tener una idea de lo que están negando. Si los ateos y los escépticos saben
lo que significa Dios quiere decir que Dios existe en su razonamiento.

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Dios es lo más trascendente que se puede imaginar y no hay nada más grande que se
pueda concebir. Es más grandioso existir en la realidad que solo existir en la mente.

Siguiendo este orden de ideas el argumento de Anselmo se desarrolla de la siguiente


manera:

a) Concebimos a Dios como aquello mayor que lo cual nada puede pensarse, y esa idea de
Dios es comprendida por cualquiera.

b) Pero aquello mayor que lo cual nada puede pensarse debe existir no sólo mentalmente,
en la idea, sino también extra mentalmente, en la realidad, pues siendo la existencia real
una perfección, será más perfecto ("mayor que..".) el ser existente en la realidad que otro
que posea los mismos atributos pero que sólo exista mentalmente; de otro modo caeríamos
en una flagrante contradicción, lo que no puede ser aceptado por la razón.

c) En consecuencia, Dios existe no sólo en la mente (como idea) sino también extra
mentalmente, en la realidad

La teología de Anselmo es el resultado de la aplicación de su método a tres grandes temas:


la existencia y la esencia de Dios, la Trinidad y la redención. Lo que él intenta es encontrar
en el interior de estas verdades de fe las razones necesarias para creer, es decir, la
racionabilidad.

Desde el punto de vista dogmático, Anselmo está directamente relacionado con la tradición
agustiniana, común en su tiempo, aunque presenta algunas correcciones. Su teoría de la
creación es radicalmente fiel a la idea de la creatio ex nihil, y se separa de cualquier rastro
de preexistencia de la materia o de principio autónomo y negativo del mal. El mal es
ausencia de bien. Toda la creación aparece como una expresión de la vida trinitaria, de la
acción de la Palabra creadora. Anselmo es en la evolución de la doctrina trinitaria el
eslabón entre Agustín de Hipona y Tomás de Aquino puesto que asume la analogía
psicológica de la Trinidad en Agustín, que se limitaba a presentar una metáfora de la
Trinidad, pero la transforma en analogía metafísica, es decir, en un argumento a través del
cual se responden a las preguntas más importantes de la vida humana.

La antropología teológica anselmiana parte de la primacía de la libre voluntad y de la


afirmación de la libertad. En el orden natural creado por Dios, la criatura ejercía el bien en
respuesta al designio creador de Dios. La libertad, como don crece con el ejercicio de la
justicia y disminuye con el comportamiento injusto, pero no es jamás anulada puesto que
hasta las acciones malas dependen de la libre voluntad. Dios tampoco cambia jamás su plan
sobre el hombre, sino que es el hombre el que se aleja de este comportamiento justo
diseñado por el Creador. La adecuación del libre arbitrio de la libertad y de la voluntad al
plan creador de Dios es para Anselmo la mayor de las bendiciones. El problema llega con
el pecado de Adán, del cual todos somos participes, y del cual no nos podremos liberar
solos.

82
Cristología

Todo lo dicho anteriormente deja preparada la cristología pensada en Anselmo desde el


punto de vista de la redención. Cristo es, por encima de todo, el redentor. La gran obra
cristológica de Anselmo de Canterbury es, por lo tanto, su tratado, Cur Deus homo- Por
qué Dios se hizo hombre, centrado en el tema de la redención. El esquema lógico de la
exposición es el siguiente:

Un problema: Dios creó al hombre para la felicidad, pero esta felicidad requiere una
obediencia que el hombre no cumplió y que ahora es irreparable por las solas fuerzas
humanas. – Si el propósito de Dios era la felicidad del hombre, y Dios es omnipotente,
dicho propósito no puede quedar frustrado. Por lo tanto se requiere un medio de redención.
– Para restaurar el estado original es necesaria una ofrenda de obediencia que sea igual o
mayor que la ofensa. La ofrenda debe ser hecha por un hombre, ya que también él fue el
autor de la desobediencia. Sin embargo, el hombre no puede ofrecer nada a Dios porque
todo lo que tiene se lo debe; por lo tanto la ofrenda solo puede venir de Dios. En conclusión
es necesario alguien que sea Dios y que sea hombre nos salve del pecado.

Esta idea de que Dios mismo paga el precio del pecado a través de la muerte vicaria de
Jesús, quien no tiene pecado no era fácil de aceptar en la época medieval. Pedro Abelardo
un teólogo de la universidad de Paris escribió esto:

Que cruel y perverso sería que alguien demandara la sangre de una persona inocente
como precio de algo. Mucho más sería el pensar que Dios estuviera de acuerdo en la
muerte de su hijo para la reconciliación del mundo. ¿Qué clase de sádico brutal sería Dios
al complacerse en la muerte de su propio hijo?

Abelardo prefería pensar en Cristo como la expresión del amor de Dios que nos inspira a
responder a Dios con amor.

A través de este acto de gracia que se nos ha manifestado – que su hijo ha tomado nuestra
naturaleza y que en esa condición nos ha enseñado con su palabra y su ejemplo hasta llegar a la
muerte – él nos ha hecho suyos por amor y el resultado de ese amor es que nuestros corazones sean
conmovidos por ese acto de gracia podemos soportar cualquier cosa por él.

Esta idea hace que Cristo sea solo un ejemplo inspirador, dejando la obra de salvación en
nuestras manos, en nuestra respuesta a ese amor.

83
Institución de la religión Cristiana

EL CONOCIMIENTO DE DIOS Y EL DE NOSOTROS SE RELACIONAN ENTRE SÍ.


MANERA EN QUE CONVIENEN MUTUAMENTE

1. Relación de estos dos conocimientos

Casi toda la suma de nuestra sabiduría, que de veras se deba tener por verdadera y sólida
sabiduría, consiste en dos puntos: a saber, en el conocimiento que el hombre debe tener de
Dios, y en el conocimiento que debe tener de sí mismo.

Por otra parte, es cosa evidente, que el hombre nunca jamás llega al conocimiento de sí mismo, si
primero no contempla el rostro de Dios y, después de haberlo contemplado, desciende a
considerarse a sí mismo.

Por tanto, aunque entre el conocimiento de Dios y de nosotros mismos haya una gran unión y
relación, el orden para la recta enseñanza requiere que tratemos primero del conocimiento que de
Dios debemos tener, y luego del que debemos tener de nosotros.

2.- No basta conocer que hay un Dios, sino quién es Dios, y lo que es para nosotros

Por tanto, los que quieren disputar qué cosa es Dios, no hacen más que fantasear con vanas
especulaciones, porque más nos conviene saber cómo es, y lo que pertenece a su naturaleza. Porque
¿qué aprovecha confesar, como Epicuro, que hay un Dios que, dejando a un lado el cuidado del
mundo, vive en el ocio y el 'placer? ¿Y de qué sirve conocer a un Dios con el que no tuviéramos que
ver? Más bien, el conocimiento que de Él tenemos nos debe primeramente instruir en su temor y
reverencia', y después nos debe enseñar y encaminar a obtener de Él todos los bienes, y darle las
gracias por ellos. Porque ¿cómo podremos pensar en Dios sin que al mismo tiempo pensemos que,
pues somos hechura de sus manos, por derecho natural y de creación estamos sometidos a su
imperio; que le debemos nuestra vida, que todo cuanto emprendemos o hacemos lo debemos referir
a Él?

3.- La religión, hecho universal

Nosotros, sin discusión alguna, afirmamos que los hombres tienen un cierto sentimiento de la
divinidad en sí mismos; y esto, por un instinto natural. Porque, a fin de que nadie se excusase so
pretexto de ignorancia, el mismo Dios imprimió en todos un cierto conocimiento de su divinidad,
cuyo recuerdo renueva, cual si lo destilara gota a gota, para que cuando todos, desde el más
pequeño hasta el mayor, entiendan que hay Dios y que es su Creador, con su propio testimonio sean
condenados por no haberle honrado y por no haber consagrado ni dedicado su vida a su obediencia.
Ciertamente, si se busca ignorancia de Dios en alguna parte, seguramente jamás se podrá hallar
ejemplo más propio que entre los salvajes, que casi no saben ni lo que es humanidad. Pero - como
dice Cicerón, el cual fue pagano - no hay pueblo tan bárbaro, no hay gente tan brutal y salvaje, que
no tenga arraigada en sí la convicción de que hay Dios.

4.- La Escritura nos muestra al verdadero Dios

Por tanto, aunque la claridad que se presenta y pone ante los ojos de los hombres, así arriba como
abajo, así en el cielo como en la tierra, es suficiente para quitarles toda excusa y pretexto a su

84
ingratitud (pues de hecho Dios ha querido de esta manera manifestar su majestad y deidad a todas
las criaturas sin excepción alguna, para condenar al linaje humano haciéndolo inexcusable), sin
embargo, es necesario que haya otro medio, y más apto, que derechamente nos encamine y haga
conocer a quien es Creador del universo. Por lo cual, no sin causa, Dios añadió la luz de su Palabra,
a fin de que para nuestra salvación le conociéramos.

85
Frailes y Herejes en el Siglo XIII
La Orden de los Dominicos

Esta orden fue fundada en 1214 por santo Domingo, un hombre creyente, en Toulouse
(Francia). Su finalidad era la de contrarrestar las herejías de aquel entonces (los cátaros por
ejemplo), por medio de la predicación, la enseñanza y los ejemplos de austeridad. La
orden fue reconocida con carácter formal en 1216, cuando el papa Honorio III les otorgó la
confirmación papal. También les otorgó toda una serie de privilegios, tales como el
derecho a predicar y a escuchar confesiones en cualquier sitio, sin tener que solicitar una
autorización al obispo de la diócesis local. Ya en 1205, Domingo había notado la necesidad
que había de que existiera una orden como ésta, para poder así convertir a los albigenses
(cátaros). La misión de su vida fue dedicarse a la evangelización de los heréticos y los
analfabetos.

Los Albigenses fueron una herética de los siglos XII y XIII, extendida principalmente por
el sur y centro de Francia que se inició en la ciudad de Albi, de la cual tomó su nombre.

Considerada como un rebrote del maniqueísmo, la herejía se extendió con rapidez por
Europa, ganando seguidores por todos lados, quienes tomaron nombres diversos, como el
de cátaros. Al igual que los maniqueos, creían en un dualismo entre el principio del bien y
el principio del mal, y entre el espíritu y la materia. Sostenían además que Cristo fue en
verdad un ángel, y que su muerte y resurrección tenían un sentido meramente alegórico.
En consecuencia, consideraban que la Iglesia Católica, con su realidad terrena y la difusión
de la fe en la Encarnación de Cristo, era una herramienta de corrupción.

Algunos albigenses practicaban un ascetismo excesivamente riguroso, que llegaba a la


muerte por inanición y al llamado suicidio de liberación. Estos eran llamados "perfectos",
mientras que los seguidores regulares de la secta eran llamados "creyentes". Muchos de los
"creyentes" ayudaban a los "perfectos" en su camino a la tierra del espíritu asesinándolos.
No obstante estos extremos, el movimiento llego a convertirse en una fuerza política muy
influyente bajo la protección de Pedro II de Aragón y de Raimundo VI de Toulousse.

Los Franciscanos

Los Franciscanos, son una orden fundada, alrededor del 1208, por San Francisco de Asís y
aprobada por el Papa Inocencio III en 1209. Después de dedicarse a una vida de
predicación, el servicio y la pobreza, Francisco reunió a su alrededor un grupo de 12
discípulos. Los condujo desde Asís a Roma para pedir la bendición del Papa, quien expresó
dudas sobre la viabilidad del modo de vida que el grupo se proponía adoptar. Inocencio les
dio su bendición, sin embargo, con la condición de que se conviertan en clérigos y elegir a
un superior. Francisco fue elegido superior y el grupo regresó a Asís, donde obtuvo de la
abadía benedictina de Monte Subasio el uso de la pequeña capilla de Santa Maria degli

86
Angeli, en torno al cual se construyeron chozas de ramas. Luego, a imitación de Cristo,
comenzó una vida de predicación itinerante y la pobreza voluntaria.

Al principio la orden carecía de organización formal y un noviciado, pero como los


discípulos aumentado y su propagación en la enseñanza, se hizo evidente que el ejemplo de
Francisco no sería suficiente para imponer la disciplina entre los frailes. En 1223 el Papa
Honorio III emitió una bula que los constituían en Frailes Menores una orden formal y
estableció un noviciado de un año.

Tras la muerte de Francisco en 1226, se construyeron el convento y la basílica de Asís. Su


magnificencia fue interpretada por muchos de sus seguidores como incompatible con los
ideales de Francisco de la pobreza. Después de mucha disensión, el Papa Gregorio IX
decretó que el dinero podría tener lugar elegido por los fideicomisarios de la orden y que la
construcción de conventos no era contraria a las intenciones del fundador.

Además de su predicación y obras de caridad, los franciscanos se distinguieron por su


dedicación al aprendizaje. Antes de la Reforma en Inglaterra tenían muchas posiciones en
las universidades. Prominentes entre sus representantes fueron Juan Duns Scoto, Guillermo
de Ockham y Roger Bacon.

Como miembro de la orden dominica, Aquino se dedico a la vida intelectual como un


servicio a Dios que le permitiría compartir la fe cristiana y refutar las herejías de su
tiempo.

Sobre su sistema epistemológico – aristótelico podemos afirmar que Aquino creía que
existían dos campos del conocimiento, el primero era lo que podemos conocer por la razón
y el segundo, lo que podemos conocer porque ha sido revelado por Dios.

“Estudiar los hábitos de los peces no requiere de la oración o de la lectura de la biblia, uno puede
consultar los tratados de Aristóteles o puede hacer una investigación. La razón humana es suficiente
para lograr este conocimiento. Por otro lado si quiero saber algo sobre la trinidad o los sacramentos,
ni la razón ni el pensamiento de Aristóteles pueden darme la respuesta. Si sabemos sobre estas cosas
es porque Dios nos la ha revelado”

Algunas implicaciones políticas del pensamiento de Aquino.

La Ley Natural
"Todo ser inteligente conoce a Dios implícitamente en cualquier cosa conocida. Del mismo modo
que no hay nada apetecible sino por semejanza con la bondad por excelencia, así también nada es
conocible más que por semejanza con la verdad primera" (De Veritate, q. XXII, a. 2, ad 1m).

Aquino disertó sobre la naturaleza de Dios llegando a la conclusión de que todo lo que
digamos acerca de Dios es incompleto, es solo una analogía. Nuestro conocimiento de
Dios es cierto pero no exhaustivo. Dios creó el universo y todas sus creaturas reflejan algo
de él. Aunque se usen palabras para definir a Dios como sabiduría, bondad y ser, las

87
cuales tomamos de la observación de las creaturas de Dios nuestro conocimiento de Dios
es analógico.

Pero sí es evidente que Tomás afirma que en cualquier conocimiento, tenemos


conocimiento -... implícito- de Dios.

¿Y cómo es eso? Porque conocer es tener presente de alguna manera, lo conocido; y


cualquier cosa es inteligible en la medida en que se asemeja (todo lo de lejos que se quiera)
a Dios Sumo Inteligible; y por poco que se asemeje, la semejanza es suficiente para
contener en alguna medida el Modelo según el cual ha sido creado.

En otras palabras, conocer cualquier cosa es conocer, aunque sea muy poco, pero
realmente, a Dios. Por eso, no es tan difícil reconocerlo en cualquiera de sus obras. Y una
vez más, el ateísmo se manifiesta como una violencia obstructora del pensamiento: una
actitud contra natura.

De acuerdo a Tomas de Aquino la ley natural es “nada más que la participación de la


criatura racional en la ley eterna”. La ley eterna es la sabiduría de Dios, puesto que ella es
la norma directiva de todo movimiento y acción. Cuando Dios decidió darle existencia a
las criaturas, deseó ordenarlas y dirigirlas a un fin. En el caso de las cosas inanimadas, esta
dirección divina se le provee en la naturaleza que Dios le dio a cada una; en ellas reina el
determinismo. Como todo el resto de la creación, Dios destinó al hombre para un fin, y
recibe de Él la dirección hacia ese fin. Esta ordenación es de un carácter en armonía con su
naturaleza inteligente libre. En virtud de su inteligencia y libre albedrío, el hombre es amo
de su conducta. A diferencia de las cosas del mero mundo material, él puede variar su
acción, actuar, o abstenerse de actuar, como le plazca. Aun así él no es un ser sin ley en un
universo ordenado. En la misma constitución de su naturaleza, él también tiene una ley
establecida para él, que refleja esa ordenación y dirección de todas las cosas, la cual es la
ley eterna. Entonces, la regla que Dios ha prescrito para nuestra conducta se encuentra en
nuestra naturaleza misma. Esas acciones que se conforman con sus tendencias, nos llevan
a nuestro fin destinado, y son de ese modo constituidas correctas y moralmente buenas;
aquellas en desacuerdo con nuestra naturaleza son erróneas e inmorales.

La idea que surgió de este pensamiento con respecto a la ley es que si una ley humana
contradice la ley natural no debe ser obedecida.

Basados en este orden natural, algunos papas trataron de establecer su autoridad sobre los
reyes con el argumento de que la Iglesia era la suprema autoridad que impartía la ley
natural y que podía juzgar las acciones de todos. El Papa Inocente III intentó aprovechar
políticamente el pensamiento de Aquino.

A mí se me ha dicho como profeta: “Mira, hoy te doy autoridad sobre naciones y


reinos,» para arrancar y derribar, para destruir y demoler, para construir y
plantar..” Jer 1:10 ….Ven quien es el siervo al que se la da autoridad, el vicario de
Cristo, sucesor de Pedro, el ungido de Dios puesto entre Dios y los hombres,
menor que Dios pero mayor que los hombres quien juzga pero ni puede ser
juzgado por nadie.
88
Por otra parte, las ideas de Aquino contribuyeron también a cambiar algunas percepciones
sobre el Papa. Para los pensadores agustinianos que habían dominado el campo teológico
por casi mil años todo el conocimiento procede de la fe. Asís mismo se consideraba que el
Papa era el principio de la autoridad social. Sin embargo, Aquino declaraba que la razón
tiene un campo independiente de la fe y de este hecho se podía derivar la conclusión de
que también el estado tiene un campo de acción independiente de la autoridad de la
iglesia. La iglesia busca la salvación del alma y el estado busca el bienestar social, el
objetivo de la primera es superior al segundo pero el estado puede ser independiente de la
iglesia. Uno de los discípulos de Aquino Juan de Paris declaraba “Hubo reyes en Francia
antes de que hubiera cristianos. Así es que la autoridad del rey y si ejercicio no dependen
del Papa sino de Dios y de la gente que escogió al rey o a una familia para que
gobernaran.”

La monarquía y el papado como la razón y la revelación pueden encontrar si origen en


Dios y de manera independiente.

Los defensores de Aquino y sus detractores ven en él la culminación del pensamiento de la


Edad Media quien logra hacer una síntesis en donde la contemplación monástica y el
debate universitario son perfectamente legítimos. Sin embargo su síntesis tuvo un precio.
Durante mil años los cristianos habían percibido su mundo ordenado bajo la jerarquía de
la iglesia. Todo conocimiento empezaba con la fe, toda autoridad necesitaba la bendición
de la iglesia. Para Aquino toda la verdad y autoridad provienen de Dios pero en este
mundo él separó los reinos de la razón y la revelación, el estado y la iglesia. Al hacer de
esta separación un principio la consecuencia fue que esta división se hizo cada vez más
profunda y antagónica.

CAPITULO 23: DEL MAGISTRADO CIVIL

I. Dios, el Supremo Señor y Rey de todo el mundo, ha instituido a los magistrados civiles para
estar sujetos a Él, gobernando al pueblo para la gloria de Dios y el bien público; y con este fin
les ha armado con el poder de la espada, para la defensa y aliento de los que son buenos, para
el castigo de los malhechores. (1)

1. Romanos 13:1-4; 1 Pedro 2:13,14.

II. Es lícito para los cristianos aceptar y desempeñar el cargo de magistrado cuando sean
llamados para ello; (1) en el desempeño de su cargo, deben mantener especialmente la piedad,
la justicia y la paz, según las leyes sanas de cada estado, (2) así con este fin, bajo el Nuevo
Testamento, pueden legalmente ahora hacer la guerra en ocasiones justas y necesarias. (3)

1. Proverbios 8:15,16; Romanos 13:1,2,4.


2. Salmos 2:10-12; 1 Timoteo 2:2; Salmos 82:3,4; 2 Samuel 23:3; 1 Pedro 2:13.
3. Lucas 3:14; Mateo 8:9,10; Hechos 10:1,2; Romanos 13:4; Apocalipsis 17:14,16.

III. Los magistrados civiles no deben tomar para sí la administración de la palabra y de los
sacramentos; (1) o el poder de las llaves del reino de los cielos; (2) ni se entremeterán en lo más

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mínimo en asuntos de la fe. (3) Sin embargo, como padres cuidadosos es el deber de los
magistrados civiles proteger la Iglesia de nuestro Señor común, sin dar preferencia a alguna
denominación de cristianos sobre las demás, de tal modo, que todas las personas eclesiásticas,
cualesquiera que sean, gocen de completa, gratuita e incuestionable libertad, para desempeñar
cada parte de sus funciones sagradas, sin violencia ni peligro. (4) Y como Jesucristo ha
designado un gobierno regular y una disciplina en su Iglesia, ninguna ley de estado alguno
debe interferir con ella, estorbar o limitar los ejercicios debidos entre los miembros voluntarios
de alguna denominación de cristianos conforme a su propia confesión y creencia. (5) Es el
deber de los magistrados civiles proteger a la persona y buen nombre de todo su pueblo, de
una manera tan efectiva que no se permita que ninguna persona, sobre pretexto de religión o
por incredulidad cometa alguna indignidad, violencia, abuso o injuria a otra persona
cualquiera; debiendo procurar además que todas las reuniones eclesiásticas y religiosas se
lleven a cabo sin molestia o disturbio. (6)

1. 2 Crónicas 26:18.
2. Mateo 16:19.
3. Juan 18:36.
4. Isaías 49:23.
5. Salmos 105:15.
6. 2 Samuel 23:2; 1 Timoteo 2:1; Romanos 13:4.

IV. Es el deber del pueblo orar por los magistrados, (1) honrar sus personas, (2) pagarles
tributo y otros derechos, (3) obedecer sus mandatos legales y estar sujetos a su autoridad por
causa de la conciencia. (4) La infidelidad o la diferencia de religión no invalida la autoridad
legal y justa del magistrado, ni exime al pueblo de la debida obediencia a él; (5) de la cual las
personas eclesiásticas no están exentas; (6) mucho menos tiene el Papa algún poder o
jurisdicción sobre los magistrados en sus dominios, ni sobre alguno de los de su pueblo; y
mucho menos tiene poder para quitarles sus propiedades o la vida, si les juzgara herejes, o por
cualquier otro pretexto. (7)

1. 1 Timoteo 2:1,2.
2. 1 Pedro 2:17.
3. Romanos 13:6,7.
4. Romanos 13:5; Tito 3:1.
5. 1 Pedro 2:13,14,16.
6. Romanos 13:1; 1 Reyes 2:35; Hechos 25:9-11; 2 Pedro 2:1,10,11; Judas 8-11.
7. 2 Tesalonicenses 2:4; Apocalipsis 13:15-17

90
El Nominalismo del Siglo XIV

El Camino Hacia el Empiricismo

El "nominalismo» es un movimiento filosófico según el cual los universales o conceptos


generales son simples términos abstractos que designan (son afirmados de común
acuerdo) conjuntos más o menos vastos de realidades individuales.

El nominalismo niega, por consiguiente, que los universales puedan subsistir como
realidades anteriores o independientes, puestas en las cosas o fuera de ellas, y -en la
medida en que tiende a considerar como reales únicamente a las individualidades
concretas- pone en duda la misma posibilidad de conceptos universales.

La esencia del nominalismo es siempre la negación de la realidad de lo universal


(lo que existe aunque no lo veamos ni lo experimentemos) y lo común a muchos
individuos (su experiencia de algo). Es decir, según el nominalismo, existen
solamente los individuos singulares, lo común, lo universal, no existen fuera de
nuestra mente.
El término nominalismo fue utilizado por los historiadores de la filosofía para indicar una
solución particular a la disputa sobre los universales, que se mantuvo durante el siglo XII
entre los pensadores escolásticos; sin embargo, el problema de los universales (¿existe una
realidad y valores absolutos fuera de nuestra percepción?) representa una de las
cuestiones constantes en la historia de la filosofía.

Este pensamiento provocó fuertes reacciones por parte de las autoridades eclesiásticas,
que temían las consecuencias negativas que estas ideas podían suscitar en los contenidos
teológicos.

En efecto, se intuía el riesgo de que las doctrinas nominalistas vaciaran de densidad


ontológica (de significado) los términos claves de la teología y de la metafísica cristiana;
como salvación, gracia, infierno, vida eterna, etc.

Los aspectos positivos de las diversas posiciones sobre los universales encontraron una
armoniosa síntesis en el realismo moderado de santo Tomás, pero luego, en la Escolástica
tardía, el nominalismo volvió a cobrar vigor con la lógica de los términos de Ockham. La
unión entre las tendencias nominalistas y empiristas en el pensamiento de Ockham tuvo
como consecuencia una acentuación de la separación entre el pensamiento lógico-filosófico
y los contenidos de la fe. Por ejemplo en cuanto a la salvación algunos pensadores
influidos por Ockham afirmaban que la salvación solo puede ser obtenida por aquellos
que la desean, por aquellos que buscan la gracia. Gabriel Biel, un seguidor del
nominalismo explicaba la salvación de esta manera: Aunque la pasión de Cristo es el
principal merito para recibir la gracia y ver el reino abierto para disfrutar la gloria, no es

91
la única y suficiente causa meritoria. Si no añadimos nuestros méritos a los de Cristo, los
méritos de Cristo no serán solo insuficientes sino inexistentes.

Este pensamiento tuvo serías consecuencias en el pensamiento de un monje agustino del


siglo XVI que fue instruido en el nominalismo. Martin Lutero.

Las Protestas Contra la Iglesia en el siglo XIV


La Semilla de la Reforma

John Wycliff

En el siglo XIV la mayoría de los ingleses eran analfabetas, y los que podían leer lo hacían
en latín, la lengua de la clase intelectual y de la iglesia. La Biblia también estaba en latín.
Pero siendo que todavía no existía la imprenta (todas las biblias eran copiadas a mano), el
costo las hacía inaccesibles a todos menos a los muy ricos. Casi nadie había considerado la
herética idea de una traducción al inglés.

Aunque había muchos clérigos responsables en la Inglaterra de Wycliff, la mayoría eran


holgazanes e inmorales. El alcoholismo era un problema muy extendido para muchos
hombres de la iglesia. Pocos podían leer. Aprendían historias bíblicas de sus superiores,
trataban de memorizárselas, y los pocos que eran fieles las repetían a sus rebaños los
domingos. El sacerdote hasta podía comprar una licencia al obispo para poder tener una
concubina – una manera fácil de ganar un poco de dinero adicional.

La superstición reinaba en la generación de Wycliff. La adoración de reliquias, la oración a


los santos, y la compra del perdón de Dios con indulgencias y peregrinajes eran la norma.
La gente creía que el papa podía excomulgar a los individuos, o hasta a ciudades enteras,
mandándolos al infierno sin esperanza. Por mucho tiempo perdida bajo siglos de tradición
y desconocimiento de la biblia, estaba la doctrina de la justificación por la fe solamente.

En estos años también dos papas contendían por la supremacía. Uno reinaba en Francia
mientras que otro clamaba supremacía desde Roma. Esto confundía en gran manera a la
gente; no sabían cuál podía perdonar los pecados o excomulgar a los malos.

En este ambiente —cerca de 1330— nació Wycliff. Sabemos muy poco de su niñez pero si
sabemos que ingresó en Oxford en 1346, aproximadamente a la edad de 16 años, para
comenzar 12 años de estudio para su doctorado en teología.

En 1371 Oxford lo reconoció como su principal teólogo y para 1374 la corona le otorgó la
“vivienda” de la iglesia en Lutterworth. Esto quería decir que los diezmos de esta iglesia lo
sostendrían mientras enseñaba en Oxford.

El clero católico, que componía sólo el 2 por ciento de la población, controlaba el 50 por
ciento de la riqueza nacional en Inglaterra. Para contrarrestar el abuso por los clérigos,

92
Wyclif enseñaba que el estado tenía el derecho y la obligación de disciplinar a la iglesia,
hasta de confiscar su riqueza si era necesario. Esto le ganó el aprecio del jefe del estado,
Juan de Gante, quien tenía interés en los vastos tesoros de la iglesia nacional.

Con la ayuda de sus amigos en Oxford, Wycliff tradujo la Biblia, las 750.000 palabras del
latín al inglés. Su revolucionaria convicción de que el hombre inglés común debía poder
leer la Biblia en el lenguaje común amenazaba el poder de la iglesia. Quería decir que la
Biblia, y no el consejo de un sacerdote controlado por el estado, mediaría ante Cristo por la
conciencia del creyente. Por lo tanto, su traducción amenazaba el pegamento que unía a la
civilización medieval, el poder de la iglesia para atar la consciencia de los hombres.

Wycliff preparaba y enviaba predicadores, animándolos a predicar sermones expositivos


de fragmentos de la Biblia copiados a mano. La gente los llamaba “sacerdotes pobres”.
Algunos eran muy bien educados discípulos de Wycliff de Oxford. Otros eran hombres
analfabetas, pero sinceros, dedicados a la diseminación del evangelio.

Cerca de este tiempo Wyclif perdió favor con Juan de Gante y sin su protección se vio
expuesto a la venganza del clero establecido. Pero antes de que pudiera ser arrestado,
enjuiciado, y quemado en la hoguera, murió víctima de un ataque apoplético mientras
conducía una misa en 1384.5

Con la muerte de John Wycliff se pensó que la iglesia podría restablecer el dominio que
tenía sobre la gente en el pasado y contener el efecto de los escritos de Wycliff y su
traducción de la Biblia al inglés. A sus seguidores se les dio el nombre de Lolardos.

El sobrenombre “lolardo” proviene de los Países Bajos. Sin embargo, este nombre
realmente ganó fama después de la muerte de Wycliff. Este apodo se tomó del término
holandés de aquella época lullen (del cual proviene la palabra inglesa “lull,” que en el
inglés arcaico significa cantar, tararear o salmodiar), y por lo tanto denota a ‘un alabador
de Dios.’

El Lolardismo, se puede resumir en las doce “Conclusiones” que se presentaron al


Parlamento y se clavaron en las puertas de la abadía Westminster y la iglesia de San Pablo
en 1395. Se acusa a Roma de ser una madrastra; atacan el celibato de los clérigos y de las
órdenes religiosas, el fingido “milagro sacramental”, el fingido poder de la absolución, las
falsas indulgencias, llaman a los sacramentos juegos fraudulentos y declaran que las
peregrinaciones no están muy lejos de la idolatría. Las oraciones por los muertos no
debieran ser una ocasión para dar limosna y los clérigos que tienen beneficios no debieran
ocupar puestos seglares o públicos.

El movimiento de los “lolardos” continuó hasta que fue aplastada por la extensa
persecución de la iglesia por el estado inglés. El estado ahorcó a la mayoría de los líderes
o los quemó en la hoguera. Obligados a ocultarse, los que sobrevivieron continuaron en
grupos pequeños por varias generaciones hasta cuando llegó la Reforma a Inglaterra en
los 1530.

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Juan Huss
Juan Huss (Bohemia, 1369 - Constanza, 1415) fue el impulsor de la reforma eclesiástica en
Checoslovaquia, que en el siglo XIV pertenecía al Sacro Imperio Romano Germánico. Nació
en una familia campesina pobre del suroeste de Bohemia. Sin embargo, consiguió estudiar
Teología y Artes en la Universidad de Praga y ordenarse sacerdote en 1400.

Bajo la influencia de John Wycliffe, Huss empezó desde 1405 a predicar contra la excesiva
riqueza de la Iglesia y la inmoralidad del clero, reclamando la vuelta a la pureza del mensaje
evangélico, la predicación en la lengua checa que podía entender el pueblo y la comunión
bajo la impartición del pan y el vino. Su influencia se vio acrecentada por la crisis en que se
hallaba sumida la Iglesia de Roma por el «Cisma de Occidente».

Desde 1378 la Iglesia se encontraba dividida en dos obediencias, una al papa de Roma y
otra al antipapa de Aviñón. Desde el púlpito, Huss, criticaba esa división, la corrupción
moral de la Iglesia, los abusos que cometía y la riqueza que estaba acumulando. En un
intento de solucionar el cisma, en 1409 un grupo de cardenales convocó un concilio en
Pisa, donde depusieron a los papas Gregorio XII de Roma y Benedicto XIII de Aviñón y
eligieron un tercero, Alejandro V de Pisa. Los dos primeros no dieron marcha atrás y se
mantuvieron firmes en sus cargos. Así que la Iglesia pasó a tener tres pretendientes al
papado. El rey Wenceslao de Checoslovaquia rindió obediencia al antipapa Alejandro V,
separándose con más fuerza de los llamados alemanes, que mantuvieron su obediencia al
papa romano.3

En este contexto, en 1409, Hus fue nombrado rector de la Universidad de Praga. A la luz
de las doctrinas de Wicliff, quería que la Iglesia católica fuera pobre, que todo lo que
hiciera estuviera claramente basado en el Evangelio; además, criticaba la venta de
indulgencias. Le decía a todo el pueblo que debía desobedecer a la Iglesia porque era
evidente que los sacerdotes vivían en el pecado. También quería que se prohibieran los
bailes. Participó en los grupos que surgieron en la escuela de predicadores de Milic de
Kromeriz, que querían volver a la pureza de los primeros años del cristianismo y se
oponían a los grandes dirigentes de la Iglesia.

Huss fue excomulgado por el papa en 1411, pero continuó su campaña y publicó sus tesis
en su libro principal, De Ecclesia. Fue llamado a justificarse al Concilio de Constanza donde
se resolvió el problema de los 3 papas en 1415, adonde acudió con un salvoconducto del
emperador Segismundo; una vez allí, se negó a retractarse de sus ideas y fue quemado en
la hoguera por orden del emperador.

94
La Reforma Protestante

Martín Lutero nació en Eisleben en 1483. En 1507, fue ordenado sacerdote y tres años más
tarde viajó a Roma, pero este viaje, lejos de ayudarle en su búsqueda espiritual, tuvo para
él el efecto contrario al percatarse de la frivolidad y mundanalidad en la que aquella
iglesia había caído. De vuelta en Alemania se doctoró en teología en 1512 comenzando a
dar clases en la universidad de Wittenberg.

Por mucho tiempo, Lutero había acudido a todos los recursos espirituales para encontrar
paz con Dios: la confesión, la comunión frecuente, la penitencia, las lecturas edificantes, la
meditación etc. Pero al tener que preparar sus clases sobre los Salmos y sobre la carta a los
Romanos, fue donde descubrió la fuente del perdón de los pecados y la paz de la
conciencia: la justificación gratuita del pecador a través de la fe en Jesucristo. Sobre la
frase: "el justo vivira por la fé" (Romanos 1:17) Lutero estaba llegando a un nuevo
razonamiento de su fe, una fe que enfatizaba la gracia de Dios. Después de ese primer
paso continuo con la crítica del dominio de la filosofía tomista (de Santo Tomas de
Aquino) en la teología de la Iglesia Católica. Lutero se dedico a estudiar los escritos de San
Agustin, Anselmo y Bernardo de Claraval, descubriendo en estos, la fe que comenzaba a
proclamar. Johann von Staupitz, teologo aleman, oriento a Lutero a que estudiase a los
misticos, en cuyos escritos halló consuelo. Martin Lutero luego afirmaría: «Si no llega a ser
por el Dr. Staupitz, me habría hundido en el infierno»

A la luz del nuevo entendimiento que Lutero desarrolló de la justificación por la fe, hizo
inevitable que percibiera muchas de las prácticas sostenidas por la Iglesia como inútiles y
dañinas para la salvación, porque alentaban a buscarla en cosas que no podían impartirla.
Esto significaba entonces que la Iglesia se había apartado del evangelio de la gracia de
Dios, sustituyéndolo por un sistema sacramental en el que el sacerdote suplantaba la
mediación única de Cristo. Es en esta época cuando se dedica a profundizar en el estudio
del griego y del hebreo con el objetivo de hacer una nieva traducción de la Biblia.

En 1517 llegó cerca de Wittenberg, un fraile dominico llamado Juan Tetzel recogiendo
dinero para acabar la construcción de la iglesia de San Pedro en Roma, vendiendo
indulgencias con autorización del Papa y del arzobispo de Mainz. Tetzel afirmaba que
cada vez que se oía sonar el dinero al caer en la caja de recaudación, se libraba un alma del
purgatorio. El pueblo entendió que no solo se compraba el perdón de los pecados pasados

95
sino aún el derecho de pecar en el futuro. El dinero obtenido por este medio sería
invertido, a partes iguales, en la construcción de la basílica de San Pedro en Roma y en la
compra por parte de Alberto de Hohenzollern del obispado de Mainz.

Lutero reconoció el desastroso efecto de la venta de las indulgencias por medio del
confesionario e indignado escribió sus famosas 95 tesis, clavando lo escrito en las puertas
de la iglesia del Castillo de Wittenberg el día antes del «de Todos los Santos» de 1517 para
que fueran leídas por los que llegaran a la celebración de este día.

En estas tesis sostuvo que el Papa no puede absolver sino de los castigos que el mismo
hubiera impuesto, y que estos no se extienden más allá de la muerte; que la absolución se
debe a todos los penitentes y que ésta no es indispensable. Pregunta por qué el Papa no
libra a todas las almas de una vez del purgatorio, si es que de veras tiene este poder,
movido de compasión por sus sufrimientos, en lugar de sacarlas poco a poco por dinero.

Estas tesis dieron inicio a una gran discusión que aumentó en intensidad durante los
siguientes tres años. En este tiempo Lutero se alejaba paulatinamente del dogma católico-
romano mientras su comprensión de las grandes verdades evangélicas se aclaraba cada
vez más. Vino a reconocer como verdaderos cristianos a algunos como Wycliffe y Huss
que la Iglesia había condenado por herejes y aún llegó al extremo de criticar severamente
unas resoluciones de papas y concilios alegando que estos como humanos podían errar.
Declaró finalmente que solo las Sagradas Escrituras y la razón convincente son las únicas
autoridades reconocidas por él.

El Papa León X después de tres años de discusión, vio que no era posible convencer a
Lutero y pensó en obligarlo a retractarse. En 1520 lanzó al mundo la bula de excomunión
condenando 41 de las tesis de Lutero y ordenando a todos los magistrados que si no se
retractaba dentro de sesenta días, que lo apresaran y lo entregaran a Roma.

Durante los tres años de discusión grandes masas del pueblo y muchos de los príncipes
alemanes habían reconocido en Lutero a aquel que podía liberarlos del domino de Roma.
Publicó un folleto contestando lo que él llamaba «la bula del anticristo» y el 10 de
Diciembre de 1520, en la plaza principal de Wittenberg, ante una asamblea compuesta de
profesores de la universidad, estudiantes y otras muchas personas, quemó la bula con el
libro de la ley canóniga entre otros.

El 23 de octubre de 1520 fue electo como emperador de Alemania, el rey español Carlos I,
con el título de Carlos V. Al subir al trono imperial vio con alarma que una gran parte de
sus súbditos habían aceptado la doctrina de Lutero y que el Imperio estaba en graves
dificultades con el Papa como consecuencia. En 1521 con la esperanza de arreglar algo,
convocó a Lutero a que compareciese ante la dieta de Worms, bajo su protección. Este
obedeció y durante su viaje que hizo en un carro abierto, fue predicando en todos los
pueblos que halló a su paso, siendo recibido por grandes muchedumbres que se llenaron

96
de entusiasmo por su causa. La víspera de su llegada a Worms un canciller del príncipe
Federico, su amigo, le recordó el fin trágico de Juan Huss quien también había confiado en
la palabra de honor de un emperador y sin embargo había sido quemado vivo. A esto
contestó Lutero «Huss ha sido quemado pero no la verdad con él. Iré aunque se dirigiesen
contra mí tantos demonios como tejas hay en los tejados.»

Al llegar a Worms se presentó ante la dieta, compuesta por el mismo emperador y sus
ministros, altos prelados, sacerdotes, nobles y príncipes del imperio y doctores de las
universidades. Le mostraron sus libros y le preguntaron si los reconocía como de su
propiedad. A esta pregunta les contestó que sí. En seguida le leyeron algunos pasajes de
estos mismos libros y le preguntaron si se retractaba de lo escrito. La presencia de tantas
altas personalidades en la asamblea, hizo desfallecer un tanto el carácter enérgico de
Lutero, quien al oír la pregunta que le hicieron, pidió un día de plazo para contestarla.
Este día lo pasó en oración en su cuarto pidiendo que Dios le diera poder para confesar su
error, si había error en él, o para mantenerse firme, si lo que había dicho era verdad. Al
comparecer nuevamente ante el tribunal al día siguiente y al repetírsela la pregunta,
contestó que no se retractaba mientras que no se probase con argumentos basados en las
Sagradas Escrituras o en rigurosa lógica, que sus doctrinas eran falsas. Al exigirse una
respuesta final y categórica, acerca de su retractación, dijo que su conciencia no le permitía
retractarse. «Aquí estoy, no puedo obrar de otra manera, ampáreme Dios, Amén.»

Salió en seguida de la asamblea sin que fuese molestado y luego emprendió camino para
Wittenberg bajo el mismo salvoconducto del emperador.. Mientras Lutero seguía su
camino para Wittenberg se encontró con un escuadrón de caballeros que le apresaron y le
llevaron a Wartburgo, castillo inexpugnable de la Turingia. Estos fueron de sus mismos
partidarios que se valieron de este acto para ponerlo en seguridad. Allí pasó un año,
tiempo que empleó en hacer una traducción del Nuevo Testamento al alemán. Ya en 1517
había comenzado con la traducción de los Salmos penitenciales (mejorados en 1525)
continuando con la oración del Señor y el Salmo 110 en 1518, la oración de Manasés y
Mateo 16:13-20 en 1519 y algunas otras porciones. A finales de 1521 comenzó con el Nuevo
Testamento. El 13 de enero de 1522 escribe a Amsdorff: 'Entre tanto estoy traduciendo la
Biblia, aunque he tomado una tarea más allá de mis fuerzas. El Antiguo Testamento no
puedo tocarlo a menos que me prestes tu ayuda.” La influencia del trabajo de Lutero
traspasó las fronteras de Alemania pues fue la base de las traducción danesa de 1524, de la
sueca y holandesa de 1528, de la islandesa de 1540 y, por medio de Tyndale, de la Versión
Autorizada inglesa de 1611.

Sin duda ésta fue la mayor de las grandes contribuciones del reformador alemán a su
patria. La primera edición en septiembre de 1521, en la que no se decía el año, ni el nombre
del impresor ni del traductor, fue de tres mil ejemplares y tal fue su éxito que tres meses
después hubo que hacer una reedición. Para el año 1553 las ediciones del Nuevo
Testamento de Lutero ya eran cincuenta y ocho.

97
"Todos los que conocían el alemán, nobles y plebeyos, los artesanos, las mujeres, - dice un
contemporáneo de Lutero - todos leían el Nuevo Testamento con el más ferviente deseo.
Lo llevaban consigo a todas partes; lo aprendían de memoria; y hasta gente sin instrucción
se atrevía, fundando en las Sagradas Escrituras su conocimiento, a disputar acerca de la fe
y del evangelio con sacerdotes y frailes, y hasta con profesores públicos y doctores en
teología." La terminación de toda la Biblia la llevó a cabo en 1534

Aún estando en Wartburgo, Lutero tuvo noticias de unos desórdenes promovidos por sus
mismos partidarios, quienes en su celo por la Reforma habían empezado a romper
imágenes y destruir altares. Al saber esto decidió salir del Wartburgo para ir a corregir
estos desmanes y predicar una reforma menos violenta. El tiempo que siguió, lo empleó en
escribir tratados en defensa de la fe evangélica. En menos de un año había escrito 183
folletos y obras religiosas.

Sus obras más representativas


Los tratados de 1520

A La Nobleza Alemana

Bajo circunstancias de crisis social y confrontando a los nobles alemanes, Lutero redactó el
ensayo “A la Nobleza Cristiana de la Nación Alemana” (agosto de 1520), donde habló a
favor del sacerdocio universal de los creyentes, la reforma requerida por Dios pero
abandonada por el Papa y el clero. Por primera vez, Lutero se refirió públicamente al Papa
como el Anticristo.[9] Las reformas que Lutero proponía no sólo se referían a cuestiones
doctrinales, sino también a abusos eclesiásticos: la disminución del número de cardenales
y demandas de la corte papal; la abolición de los ingresos del Papa; el reconocimiento del
gobierno secular; la renuncia del papado al poder temporal; la abolición de los interdictos
y abusos relacionados con la excomunión; la abolición del peregrinaje; la eliminación del
excesivo número de días santos; la supresión de los conventos de monjas, de la
mendicidad y de la suntuosidad; la reforma de las universidades; la abrogación del
celibato del clero; la reunificación con los bohemios y una reforma general de la moral
pública.

El Cautiverio Babilónico

Lutero escribió polémicas doctrinales en el Preludio en el Cautiverio Babilónico de la


Iglesia, especialmente con respecto a los sacramentos.

En lo que se refiere a la eucaristía, apoyaba que se impartiera la copa a los laicos; en la


cuestión del dogma de la transustanciación, afirmaba la presencia real del cuerpo y la
sangre de Cristo en la eucaristía.

98
Con respecto al bautismo, enseñó que este traía la justificación sólo si se combinaba con la
fe salvadora en el receptor.

Sobre la penitencia, afirmó que su esencia consiste en las palabras de la promesa de


exculpación recibidas por la fe. Para él, sólo estos tres sacramentos podían ser
considerados como tales, debido a su institución divina y a la promesa divina de salvación
conectada con ellos. Estrictamente hablando, sólo el bautismo y la eucaristía son
sacramentos, dado que sólo ellos tienen un "signo visible divinamente instituido": el agua
en el bautismo y el pan y el vino en la eucaristía. Lutero negó en su documento que la
confirmación, el matrimonio, la ordenación sacerdotal y la extrema unción fueran
sacramentos.

La libertad cristiana

De manera análoga, el completo desarrollo de la doctrina de Lutero sobre la salvación y la


vida cristiana se expuso en su ensayo “La libertad cristiana” (publicado el 20 de
noviembre de 1520), donde exigió una completa unión con Cristo mediante la Palabra a
través de la fe, la entera libertad de un cristiano como sacerdote y rey sobre todas las cosas
externas, y del amor así para con el prójimo

Confesión de Fe de Westminster

La Justificación

Desde la eternidad, Dios decreto justificar a todos los elegidos; (1) y en el cumplimiento
del tiempo, Cristo murió por sus pecados, y resucito para su justificación. (2) Sin embargo,
ellos no son justificados sino hasta que Cristo les es realmente aplicado, por el Espíritu
Santo, en el debido tiempo. (3)

1. Gálatas 3:8; 1 Pedro 1:2,19,20; Romanos 8:30.


2. Gálatas 4:4; 1 Timoteo 2:6; Romanos 4:25.
3. Colosenses 1:21,22; Gálatas 2:16; Tito 3:4-7

Dios continua perdonando los pecados de aquellos que son justificados; (1) y aunque ellos
nunca pueden caer del estado de justificación, (2) sin embargo pueden, por sus pecados,
caer bajo el desagrado paternal de Dios y no tener la luz de su rostro restaurada sobre ellos
hasta que se humillen, confiesen sus pecados, pidan perdón y renueven su fe y su
arrepentimiento. (3)

1. Mateo 6:12; 1 Juan 1:7,9 y 2:1,2.


2. Lucas 22:32; Juan 10:28; Hebreos 10:14.
3. Salmos 89:31-33; 51:7-12 y 32:5; Mateo 26:75; 1 Corintios 11:30,32; Lucas 1:20

99
Los Errores de Lutero

Sobre los Judíos


En 1543, treinta años antes de morir, Lutero publica un ensayo, Von den Juden und ihren Lügen,
publicado ahora en italiano con el título Degli ebrei e delle loro menzogne (De los judíos y sus
mentiras). El folleto, de cuyos contenidos las comunidades protestantes actuales se han disociado
resueltamente, es de una violencia incomparable: “Son estos judíos seres muy desesperados, malos,
venenosos y diabólicos hasta la médula, y en estos mil cuatrocientos años han sido nuestra
desgracia, peste y desventura, y siguen siéndolo... Son venenosas, duras, vengativas, pérfidas
serpientes, asesinos e hijos del demonio, que muerden y envenenan en secreto, no pudiéndolo hacer
abiertamente”.

La única terapia posible es una “áspera misericordia” (scharfe Barmherzigkeit), una dureza sin
piedad que se traduce, al final del folleto, en “sin misericordia alguna”. Las medidas drásticas que el
reformador solicita de las autoridades civiles y religiosas para limpiar Alemania de la “calamidad”
judía prevén una serie de puntos. “En primer lugar, hay que quemar sus sinagogas o escuelas; y lo
que no arda ha de ser cubierto con tierra y sepultado, de modo que nadie pueda ver jamás ni una
piedra ni un resto”. En segundo lugar, “hay que destruir y desmantelar de la misma manera sus
casas, porque en ellas hacen las mismas cosas que en sus sinagogas. Métaseles, pues, en un
cobertizo o en un establo, como a los gitanos”

En tercer lugar, “hay que quitarles todos sus libros de oraciones y los textos talmúdicos en los que
se enseñan tales idolatrías, mentiras, maldiciones y blasfemias”. En cuarto lugar, “hay que prohibir
a sus rabinos –so pena de muerte- que sigan enseñando”. En quinto lugar “no hay que concederles a
los judíos el salvoconducto para los caminos, porque no tienen nada que hacer en el campo, visto
que no son ni señores, ni funcionarios, ni mercaderes o semejantes. Deben quedarse en casa”. En
sexto lugar “hay que prohibirles la usura, confiscarles todo lo que poseen en dinero y en joyas de
plata y oro, y guardarlo”. En séptimo lugar “a los judíos y judías jóvenes y fuertes, se les ha de dar
trillo, hacha, azada, pala, rueca, huso, para que se ganen el pan con el sudor de la frente”.

A estas medidas Lutero añade la prohibición de pronunciar el nombre de Dios en presencia de


cristianos. Lutero insiste varias veces en el hecho de que no hay que ser misericordiosos con los
judíos. El objetivo, evidente, es hacerles la vida imposible para que se vayan. “Yo”, escribe Lutero,
“he hecho mi deber: ahora que otros hagan el suyo. Yo no tengo culpas”.

La Bigamia de Felipe de Hesse

En 1526 Felipe de Hesse, líder de la liga Protestante Esmascalda había comenzado a considerar la
posibilidad de casarse nuevamente. Escribió a Lutero para pedirle su opinión, alegando como
precedente la poligamia de los patriarcas; pero Lutero le replicó (28 de noviembre de 1526) que no
era suficiente para un cristiano considerar los actos de los patriarcas, sino que él, como los
patriarcas, debía tener especial sanción divina. Sin embargo, ya que tal sanción faltaba en el
presente caso, Lutero aconsejó contra tal matrimonio, especialmente para cristianos, a menos que
hubiera una necesidad extrema, por ejemplo, si la esposa fuera leprosa, o anormal en otros aspectos.

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Felipe, estaba afectado por la opinión de Melanchthon sobre el caso de Enrique VIII, donde el
reformador había propuesto que la dificultad del rey se podía solucionar tomando una segunda
esposa mejor que divorciarse de la primera. Para fortalecer su posición, estaban las propias
declaraciones de Lutero sobre sus sermones del Génesis en donde no se dice que Dios hubiera
castigado a los patriarcas por su poligamia, al contrario, en el Nuevo Testamento son tenidos como
modelos. Durante una enfermedad decidió finalmente tomar una segunda esposa, lo que le parecía
ser la única solución para su atormentada conciencia y la única esperanza de mejora moral
disponible. Por tanto planeó casarse con la hija de una de las damas de su hermana, Margarita von
der Saale. Aunque Felipe no tenía escrúpulos, Margarita no estaba dispuesta a dar el paso a menos
que tuvieran la aprobación de los teólogos y el consentimiento del príncipe elector de Sajonia.

Felipe fácilmente ganó el consentimiento de su primera esposa para el matrimonio. Bucero, quien
estaba fuertemente influenciado por argumentos políticos, fue ganado por la amenaza del landgrave
de aliarse con el emperador si los teólogos no le daban el consentimiento al matrimonio, trabajando
los teólogos de Wittenberg para la petición de la necesidad ética del príncipe. De modo que obtuvo
de Lutero y Melanchthon el "consejo secreto de un confesor" (10 de diciembre de 1539).

Bucero y Melanchthon fueron citados, sin ninguna razón, a Rotenburg-on-the-Fulda, donde, el 4 de


marzo de 1540, Felipe y Margarita se casaron. El momento era particularmente inapropiado para
cualquier escándalo que afectara a los protestantes, pues el emperador Carlos V, iba a invadir
Alemania. Sin embargo, unas pocas semanas más tarde todo el asunto fue revelado por la hermana
de Felipe y el escándalo se extendió por toda Alemania. Algunos de los aliados de Felipe
rechazaron servirle y Lutero, bajo la excusa de que era un asunto de consejo dado en el
confesionario, rehusó reconocer su parte en el matrimonio.

La respuesta de concesión que Felipe recibió de Bucero, Melanchthon y Lutero a su petición de un


segundo matrimonio fue la siguiente:

'Según el mandamiento original de Dios, el matrimonio se establece entre un hombre y una mujer y
los dos llegan a ser una sola carne, y este precepto original ha sido confirmado por nuestro Señor;
pero el pecado hizo que primeramente Lamec, después los paganos y luego Abraham tomaran más
de una esposa, y esto fue permitido por la ley. Pero ahora vivimos bajo el evangelio, que no
prescribe ordenanzas para la reglamentación de la vida exterior, y no ha prohibido expresamente la
bigamia. La ley en vigencia del país ha retrocedido al requisito original de Dios, y el deber claro del
pastorado es insistir en ese requisito original de Dios, y denunciar la bigamia en cualquiera de sus
formas. A pesar de ello, el pastorado, en casos individuales de necesidad absoluta, y para evitar
cosas peores, puede sancionar la bigamia únicamente bajo condiciones excepcionales; tal
matrimonio bígamo, es un matrimonio verdadero (habiendo sido comprobada la necesidad) a los
ojos de Dios y de la conciencia; pero no es un verdadero matrimonio en lo referente a la ley pública
y a las costumbres. Por lo tanto, tal matrimonio debiera mantenerse en secreto y la dispensa que se
concede debe guardarse bajo el sello de la confesión. De llegar a ser conocido, la dispensa queda
invalidada eo ipso y el matrimonio se convierte en mero concubinato.'

101
Martin Bucero

Nació en Schlettstadt, a 42 kilómetros al sudoeste de Estrasburgo, el 11 de noviembre de


1491 y murió en Cambridge el 28 de febrero de 1551.

En 1506 ingresó en los dominicos. En 1517 fue a Heidelberg, donde estudió a los
humanistas (Erasmo), la Biblia y también los escritos de Lutero, de quien tuvo
conocimiento personal en 1518 y con quien comenzó a escribirse en 1520. En 1520
tuvo que dejar el monasterio por apoyar la causa protestante. Durante un año
ejerció como predicador evangélico de Wissenburg, en Alsacia, respaldado por el
consejo y los ciudadanos, aunque fue atacado por los franciscanos. En 1523 fue a
Estrasburgo, donde la Reforma ya estaba progresando. Junto con Zell, Capito y
Hedio, dirigió la Reforma en Estrasburgo, ejerciendo una actividad reformadora y
organizadora, no sólo en Alsacia sino también en diversos países, por medio de la
predicación, cartas, viajes, escritos y relaciones personales con eclesiásticos y
hombres de Estado. Fue pastor de Santa Aurelia entre 1524 y 1531 y de Santo
Tomás entre 1531 y 1540, siendo en 1540 presidente del recién fundado consejo de
iglesia que era la autoridad eclesiástica suprema en Estrasburgo

La Reforma en Estrasburgo.
Como portavoz espiritual de los ciudadanos de Estrasburgo, que eran activos en la
Reforma, y como dirigente de los ministros evangélicos compareció ante el consejo.
Llevó a cabo la abolición de la misa el 20 de febrero de 1529, por un decreto de los
asesores laicos, lo que significaba la introducción de la Reforma en la ciudad
imperial de Estrasburgo de manera oficial. Pero mucho antes de esto ya había
comenzado la reorganización del servicio divino y la vida eclesiástica. Dedicó
especial atención a la catequesis y publicó tres catecismos entre 1524 y 1544, a la
vez que por la ordenanza de 1534 introducía el presbiterio laico en Estrasburgo,
inaugurando la confirmación en esa ciudad en 1539. Junto con su amigo Johannes
Sturm puso los fundamentos del sistema educativo protestante en Estrasburgo,
fundando el gymnasium en 1538 y el seminario en 1544. A causa de la disciplina
eclesiástica se opuso rotundamente a los anabaptistas y radicales tales como
Carlstadt, Hetzer, Denk, Sebastian Franck, Schwenckfeld, Melchior Hoffmann y
Clemens Ziegler. Aparte de Estrasburgo, Bucero introdujo la Reforma en Hanau-
Lichtenberg (1544) y Colonia.

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Ulrico Zwinglio
Reformador protestante suizo nacido en Wildhaus, Sankt-Gallen en 1484 y muerto
en Kappel, 1531. Procedía de una familia de labradores acomodados y estudió en las
universidades de Basilea y Viena, siguió la carrera eclesiástica y se hizo cura en 1506
y capellán castrense en1513. Por sus lecturas y contactos personales recibió la
influencia del humanismo renacentista (de Erasmo de Rotterdam, entre otros).
Desde que fue destinado como predicador a la catedral de Zúrich en 1518, pasó
gradualmente de defender la purificación de las tradiciones católicas a criticar al
papa y a la Iglesia romana, con la que rompió finalmente en 1523. Aunque conocía
los escritos de Lutero, Zwinglio inició su propia reforma de manera independiente
y se distanció del reformador alemán, adoptando posiciones más radicales.
Su programa político y religioso quedó plasmado en las 67 tesis de 1523 y su doctrina
teológica en la obra Comentario sobre la verdadera y la falsa religión (1525). Zwinglio
hizo de la Biblia la única autoridad en materia religiosa, rechazando el magisterio
de la Iglesia y la dependencia de Roma. Condenó el culto a las imágenes y las
reliquias, sustituyó el latín por el alemán en la liturgia, eliminó los sacramentos de
la eucaristía, la confirmación y la extremaunción, eliminó de los templos los órganos
y los altares.

Su reforma se inició en Zúrich, donde contó con el apoyo del magistrado que
gobernaba la ciudad; luego pretendió extenderla a toda Suiza y vincular el poder
religioso con el poder político, entrando así en conflicto con los fieles católicos y de
otras confesiones protestantes (como los anabaptistas). Consiguió extender sus
enseñanzas a los cantones de Berna, Sankt-Gall, Constanza y Basilea, que formaron
una liga de cantones protestantes y buscaron el apoyo de príncipes alemanes
opuestos a los Habsburgo (aliados, a su vez, de los cantones católicos de Suiza).
Tras una entrevista con Lutero (Coloquio de Marburgo, 1529), en la que ambos
líderes fracasaron en el intento de aunar posturas doctrinales para unificar sus
fuerzas político-militares, Huldrych Zwinglio lanzó a sus partidarios a la guerra
contra los cantones católicos. El enfrentamiento se produjo en la batalla de Kappel
(1531), que se saldó con el triunfo católico y la muerte de Zwinglio.

Ello significó un importante retroceso de la influencia protestante en Suiza, pero los


territorios ganados a la reforma por la acción de Zwinglio permanecieron a la larga
fieles a sus enseñanzas. Zwinglio fue el principal reformador protestante de la Suiza
de habla alemana, mientras que Calvino inspiraría -más tarde- la reforma en la zona
francófona. En 1539 los zwinglianos se unificaron con los calvinistas en la Confesión
Helvética.

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RESUMEN DE LA REFORMA

MARTIN LUTERO - Alemania Iglesia Luterana


JUAN CALVINO - Suiza, Francia Iglesias Reformadas
ULRICO ZWINGLIO - Suiza Iglesias Reformadas
MENNO SIMONS - Holanda Iglesia Menonita
JUAN KNOX - Escocia, Inglaterra Iglesias Presbiterianas

RESUMEN TEOLÓGICO

LOS 5 SOLOS DE LA REFORMA


Los líderes de la Reforma trabajaron separados de la Iglesia Romana, rehusaron la
autoridad humana del Papa aferrándose al santo Evangelio. Se propusieron
obedecer a Dios antes que a los hombres. Al no poder corregir la a iglesia de sus
errores, la opción fue el retiro. Muy a pesar de las distancias entre ellos, no fueron
100% afines; pero les unió en la fe para enfrentar lo difícil de ese momento en la
historia, ellos concuerdan en los “5- Solos”.

1. SOLO LA PALABRA (SOLA SCRIPTURA)

a) Los Reformadores afirmaban que todo lo que se cree y practica debe tener como
fundamento la SOLA PALABRA DE DIOS; el Papa, la Iglesia, la Tradición, los
Concilios NO pueden estar por sobre la autoridad de la Palabra. Los
Reformadores creyeron un peligro de muerte no tener una regla autorizada, la
cual solo fue hallada en la sola Escritura.

b) (II Tm. 3:16) “Toda Escritura es inspirada por DIOS y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia. INSPIRAR: significa que “tiene
el soplo de DIOS”; (Gn. 2:7) DIOS dio vida a Adán con su soplo; (Jn. 6:63) su
Palabra es Vida para el hombre.

c) LA PALABRA ES VIDA, VIGENTE Y VIVIFICANTE: (Hb.4: 12) “La Palabra de


Dios es viva y eficaz y más cortante que toda espada de dos filos: penetra hasta
partir el alma y espíritu, las coyunturas, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón”. LA PALABRA DE DIOS ES LO UNICO QUE PUEDE
REGIR LA CONCIENCIA DEL HOMBRE.

d) (Jn. 5:39) “Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas
tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mi”.

e) LA PALABRA:
(1) es la regla inerrante, la infalible Palabra de D (no debe cambiarse por un
“hombre infalible” se debe confiar en la revelación de D)
(2) Atentos a no permitir fuentes de autoridad extraña y peligrosas
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(liderazgos, falsos profetas y apóstoles, el razonamiento, etc.)
(3) No cambiar la Palabra: por técnicas terapéuticas, la psicología,
estrategias de mercadeo, entretenimiento barato, medios de comunicación, etc.
(4) La Biblia correctamente interpretada debe ser expuesta y predicada,
enseñada en la Iglesia de Cristo.

2. SOLO LA GRACIA (SOLA GRATIA)

a) LA GRACIA DE DIOS: “La Gracia es un favor de parte de Dios que no


merecemos, es otorgada al hombre sólo por Dios y por su sola misericordia e
impartida a quien Él desea darla”.

b) LA SALVACION EN MANO DE LOS HOMBRES: El tema de la salvación era


algo que solo puede estar en control y administración de Dios y no de la Iglesia, la
Iglesia Católica enseña que el hombre debe ganarse el favor de Dios, luego añadir
algo de obras para la consumación de su salvación; este debía cumplir con:
(1) Los Sacramentos
(2) Las Penitencias
(3) Participar en rituales vanos, etc.

c) POSICION DE LOS REFORMADORES: Los Reformadores concluyeron que el


pecado del hombre es tan grande que nada puede pagar por ello; por tal causa,
Dios es el único administrador de la Salvación del hombre; no es necesaria la
mediación de la iglesia, de los hombres, de las instituciones, ya que LA SOLA
GRACIA es suficiente.

d) LOS REFORMADORES APELAN A LA AUTORIDAD DE LA PALABRA:


(1) (Is. 48:11) “Por mí, por amor de mí mismo lo haré, para que no sea
profanado mi nombre, y mi honra no la daré a otro”
(2) (Ef. 2: 1) “El os dio vida, cuando estabais muertos en vuestros delitos y
pecados” (vr.8) “Por gracia sois salvos por medio de la fe, esto no de
vosotros, pues es don de Dios”
(3) (Ef. 2:9) “No es por obras para que nadie se gloríe”.
(4) (Rm. 8:29-30) “A los que antes conoció, también los predestinó para que
fueran hechos conforme a la imagen de su hijo… y a los que predestinó,
a estos también llamó y a los que llamó, a estos también justificó, y a los que
justificó, a estos también glorificó.”

3. SOLO LA FE (SOLA FIDE)

a) Los Reformadores predicaron que la parte del hombre es responder a la


misericordia de Dios (su Gracia), esta respuesta es traducida por SU SOLA FE, y
para efectos de la salvación no debía estar adornada con obras que le

105
condujeran a ser salvo; la fe es el paso responsorial del hombre a su Creador.

LAS PRUEBAS BIBLICAS:


(1) (Hch. 16:30- 31) “…Señores ¿Qué debo hacer para ser salvo? Cree en el
Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa”.
(2) (Rm. 5:1-2) Justificados pues por la fe, tenemos paz para con D por
medio de nuestro Señor Jesucristo”

b) EN ESTA EPOCA, LA IGLESIA ERA LA DISPENSADORA DE LA


SALVACION.
(1) La persona debía creer y obedecer lo que la Iglesia ordenaba
(2) Era necesario “mantener la salvación” a través de los Sacramentos, los
ritos penitenciales y las obras.

c) POSICION DE LOS REFORMADORES


(1) Los Reformadores rehusaron creer que una Iglesia se atribuyera y
repartiera la salvación a su conveniencia, de nuevo ACUDEN A LA
PALABRA DE D. (Jn. 6:40) “Y esta es la voluntad del que me ha enviado;
que todo aquel que ve al Hijo y cree en Él (LA FE) tenga vida eterna y yo
le resucitaré en el día final”.
(2) LA PARTE DEL HOMBRE, SU FE. (Rm. 1:17) “Porque en el Evangelio la
justicia de D se revela por la fe y para fe, como está escrito: El justo por
la fe vivirá”.
(3) LAS OBRAS, PRODUCTO DE SU FE. (Stg. 2:18-19) “Así también la fe, si
no tiene obras, es muerta en si misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y
yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe
por las obras”.

4. SOLO CRISTO (SOLUS CHRISTUS)

a. JESUCRISTO, es la figura central del Evangelio, La Segunda Persona de la


Santísima Trinidad, es Dios mismo; Él y sólo Él es la única puerta de acceso a Dios;
su mediación es exclusiva, única, sin intermediaciones. (Jn. 14:6) “Jesús les
contestó: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede
llegar al Padre”

b. LA BIBLIA REITERA LA CENTRALIDAD DE CRISTO EN LA SALVACION. (I


Tm.
2:5) “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres,
Jesucristo hombre”.

COMO EL UNICO MEDIADOR DE ESTA SALVACION ETERNA.


(1) “Es el autor y consumador de nuestra fe”

106
(2) “Yo soy la puerta, el que por mí entrare será salvo” (Jn. 10:9)
(3) “Yo soy la Luz”

e. LA PREVENSION DE LA CONFESION DE CAMBRIDGE. (suscrita el 20 de


abril de 1996). NOS ADVIERTE HOY DIA:
(1) Nada puede usurpar el lugar de Cristo.
(2) Ante las amenazas de este siglo, no hay que poner la confianza en si mismo
como un mecanismo de sustitución de Cristo, en un mal llamado “Evangelio
de auto-estima” o “Evangelio de auto-suficiencia”, de salud y de
prosperidad, todo ello es contrario a la pureza del Evangelio de Jesucristo.
(3) Que Cristo prevalezca ante la angustia actual por los resultados, por
proyectos y las estadísticas… ¡ES REQUERIDO CON URGENCIA VOLVER
ACRISTO A SU LUGAR Y REMOVER AL HOMBRE!

5. SOLO A DIOS LA GLORIA (SOLI DEO GLORIA)

a) Reafirmamos que la salvación procede sólo de DIOS, para su gloria, y que la


finalidad es que el hombre le sirva y le honre.

b) LA CONFESION DE WESTMINSTER reafirma esta posición: “DIOS, único,


viviente, verdadero, perfecto, Espíritu purísimo, invisible, inmutable, inmenso,
Eterno, todopoderoso, sabio, santo, libre, absoluto, amoroso, benigno,
misericordioso, paciente, verdadero, perdonador, glorioso, bondadoso…”

c) A la Iglesia, es preciso retornar al centro de todo, a DIOS. (I Tm. 1:17) “Por tanto,
al Rey de los siglos, Inmortal, Invisible, al único y sabio DIOS, sea honor y gloria
por todos los siglos de los siglos. Amén”.

107
El Calvinismo

El calvinismo es un sistema de pensamiento desarrollado por Juan Calvino en su


libro Institución de la Religión Cristiana. Dentro de sus ideas más relevantes se
incluyen la creencia de la soberanía absoluta de Dios y la doctrina de la
justificación solo por medio de la fe. El calvinismo enseña la salvación por medio
de la gracia, no por obras, para lo que es necesario creer o confiar en Jesús Cristo
como único y suficiente salvador.

A los 25 años, en el año 1534, Calvino comenzó la primera edición de su obra


“Institución de la Religión Cristiana”, que se publico en el año 1536 y que fue
dedicada al Rey francés Francisco I. Esta obra constituye la base de la influencia que
ha tenido sobre todas las denominaciones del Protestantismo a lo largo de su
historia.

El crecimiento de las Iglesias reformadas y calvinistas es parte de la segunda fase de


la Reforma Protestante. Tras la excomunión de Martín Lutero por la Iglesia Católica
Romana, Calvino busco refugio en Suiza. Calvino había firmado la confesión
luterana de Augsburgo en el año 1540, pero su influencia fue más notable en Suiza,
la cual no era luterana, sino que estaba más influida por las enseñanzas de Zwinglio.

Aunque el calvinismo puede referirse principalmente a la doctrina de las Iglesias


calvinistas, comenzó de manera sustancial bajo las bases de la doctrina protestante
e influyó en numerosos teólogos no relacionados con la Iglesia calvinista per se,
como Francisco Gomarus, John Bunyan y Jonathan Edwards quien protagonizó el
resurgimiento espiritual denominado Primer Gran Despertar en los Estados Unidos.

El sistema teológico y las teorías prácticas de la Iglesia, familia y vida política, son
llamadas en su conjunto “calvinismo”. La conciencia religiosa fundamental
calvinista está centrada en la doctrina de la soberanía de Dios. La doctrina de Dios
tiene un lugar predominante en cada categoría teológica, incluyendo el
entendimiento calvinista de cómo debe ser la totalidad de vida de una persona. El
calvinismo presupone que la bondad y el poder de Dios tienen un libre e ilimitado
alcance de actividad, y esto produce una profunda convicción de que Dios está
obrando en todos los aspectos de la existencia humana, tanto en los aspectos
espirituales, físicos e intelectuales, así como en lo público y lo privado, en la Tierra
y en el cielo.

Según este punto de vista, el plan de Dios se cumple en cada evento. Dios es visto
como el creador, preservador y gobernador de todo. Esto produce una actitud de
dependencia absoluta ante Él, la cual no se identifica solamente con actos temporales
de piedad, sino que es un amplio patrón de vida que, aplica tanto a cada obra

108
cotidiana como a participar en la comunión. Para el cristiano calvinista toda la vida
es religión.

La teología calvinista es más conocida por los “cinco puntos del calvinismo”, que
son un resumen de los juicios presentados por el Sínodo de Dort y que fueron
publicados como una respuesta detallada a los cinco puntos de la Protesta
Arminiana. Estos puntos, funcionan como un resumen de la diferencias entre el
Calvinismo y el Arminianismo, pero no como una suma completa de los escritos de
Calvino o de la teología de las Iglesias reformadas en general. La manifestación
principal de estos cánones es que Dios es capaz de salvar a cada persona por quien
Él tenga misericordia y que sus esfuerzos no son frustrados por la injusticia o la
inhabilidad del hombre.

Los cinco puntos del calvinismo son:

La depravación total del hombre: Como consecuencia de la Caída del hombre, cada
persona que nace en este mundo esta esclavizada al servicio del pecado. Según este
punto, las personas, por naturaleza, no están inclinadas a amar a Dios con todo su
corazón, mente o fuerza, sino que están inclinadas a fijarse en sus propios intereses
sobre los de su prójimo, y rechazan el señorío de Dios. Por eso, todas las personas,
por sus propias capacidades, son incapaces de escoger el seguir a Dios y ser
salvados.

Elección incondicional: La elección de Dios de a quienes salvará no está basada en


virtud prevista, merito, o fe en dichas personas. Sino en que está incondicionalmente
fundada en la misericordia de Dios.

Expiación limitada: La muerte de Cristo tuvo como propósito quitar la culpa de los
pecados solamente a aquellos a quienes Dios escogió en su misericordia antes de la
fundación del mundo y que posteriormente atraería a sí mismo. Se “limita” así
mismo en remover los pecados de los elegidos, mas no de los de la humanidad, y es
“definida” y “particular” porque la purificación es segura para estas personas
particulares.

Gracia irresistible: La salvación de un ser humano se realiza a través de las tres


personas de la Trinidad, el Padre eligió a quienes habrían de ser salvados, El Hijo
llevo a cabo la salvación y propiciación, el Espíritu Santo, llama y preserva a los
santos, lo cual no puede ser resistido por la persona, que necesariamente llegara a la
Fe en la obra Salvadora de Jesús.

Preservación de los Santos (Perseverancia de los Santos): Aquella persona que


haya sido llamada por el Espíritu Santo y que por ello es un verdadero creyente,
nunca podrá abandonar la Fe. Esta doctrina es un resultado de la persistencia del
carácter de Dios y de su omnipotencia, que al proponerse la salvación de una
109
persona desde antes de la fundación del mundo, él realizará su propósito sin falla.
Por lo tanto un verdadero creyente no puede caer de la gracia, no puede perder la
salvación.

Las Guerras de Religión en Francia

Las Guerras de Religión fueron ocho conflictos civiles que se desarrollaron en Francia entre
1562 y 1598. Estos enfrentamientos comenzaron debido a los conflictos entre católicos y
hugonotes, quienes recibieron el apoyo de distintas familias nobles como los Borbón y los
Guisa, así como de países extranjeros

La Primera Guerra de Religión sucedió entre 1562 y 1563. Los hugonotes contaban
con la ayuda de Suiza, Inglaterra y los protestantes del Sacro Imperio Germánico,
mientras que los católicos fueron apoyados por España y los estados italianos. Fue
un enfrentamiento cruento que acabó por descabezar ambos ejércitos. El duque de
Guisa murió y el Príncipe de Condé fue capturado por los católicos, lo que propició
el inicio de las conversaciones de paz, que se culminarían con el Edicto de Amboise
el 19 de marzo de 1563.

Pero el fracaso de la aplicación del edicto en las provincias, sumado a las tensiones
internacionales y a la rivalidad entre el Príncipe de Condé con el duque de Anjou,
provocó el estallido de la Segunda Guerra de Religión el 28 de septiembre de 1567.
Ese día, los hugonotes, encabezados por Condé, intentaron apoderarse de la familia
real y del cardenal de Lorena, lo que desató una ola de venganza y batallas por toda
Francia. El debilitamiento de los dos bandos hizo que se firmara la Paz de
Longjumeau el 22 de marzo de 1568, en la cual los hugonotes se comprometían a
devolver todo lo conquistado, a cambio de imponer sin restricciones el Edicto de
Amboise.

De nuevo, la paz no fue suficiente, ya que muchos protestantes se negaban a


abandonar los lugares conquistados. Viendo que iba a estallar otra guerra, la reina
ordenó la captura del Príncipe de Condé, quien huyo del país. Además, la monarca
revocó el Edicto de Amboise mediante la Declaración de Saint-Maur, lo que reanudó
los conflictos y desató la Tercera Guerra de Religión. Los enfrentamientos se
volvieron a suceder hasta la firma del Edicto de Saint-Germain el 8 de agosto de
1570, por el cual se reinstauraba la libertad de conciencia y de culto en Francia.

Las partes no estuvieron conformes con esta nueva organización territorial y


administrativa, por lo que pronto se retomaron las distintas conspiraciones hasta
desembocar en la Cuarta Guerra de Religión. El 22 de agosto de 1572, uno de los
líderes hugonotes fue víctima de un atentado, lo que encendió los ánimos de sus
seguidores. Pero la noche del 23 de agosto tuvo lugar la llamada “Matanza de San
Bartolomé”, en la que la mayoría de los protestantes fueron asesinados por las tropas

110
católicas. Finalmente, en julio de 1573 se firmó un nuevo tratado que debía
garantizar de nuevo la libertad de conciencia en todo el reino.

La Quinta Guerra de Religión se produjo en 1574, cuando Condé abandonó la Corte


e invadió el país desde la frontera con el Sacro Imperio, al mando de un ejército
mercenario. Enrique III, recién coronado rey, tuvo que firmar el Edicto de Beaulieu
el 6 de mayo de 1576 para evitar la desintegración del país. El edicto fue un avance
incalculable para los hugonotes: se repartieron títulos para algunos desertores y
protestantes; la Matanza de San Bartolomé fue condenada; y las viudas y los
huérfanos fueron indemnizados por la corona.

La humillación del nuevo tratado provocó que los católicos formaran la Liga
Católica y que forzaran al rey a actuar en la Sexta Guerra de Religión. El Duque de
Anjou destacó por las matanzas que realizó y condenó a los hugonotes de nuevo.
Esta vez, los católicos consiguieron un pacto mucho más favorable con el Edicto de
Poitiers el 8 de octubre de 1577, donde se restringieron las condiciones del culto
protestante y se daban por finiquitadas las humillaciones del Edicto de Beaulieu.

La Séptima Guerra de Religión estalló en 1579. Fue de menor intensidad y se debió


a los escándalos personales de Enrique de Navarra, que llegaron a oídos del rey
Enrique III. Fue un conflicto que acabó por prolongar durante 6 años las concesiones
a los protestantes y cuya paz se firmó en Fleix el 26 de noviembre de 1580.

La octava y última de las Guerras de Religión fue la más larga y encarnizada de


todas ellas. Empezó en 1585 con el sobrenombre de “Guerra de los tres Enriques”, a
raíz de los combatientes Enrique III, Enrique de Navarra y Enrique de Guisa. Tras
gran cantidad de conflictos y muerte, Enrique de Navarra, líder de los hugonotes, se
convirtió en el nuevo rey de Francia. Aunque hubo reticencias por parte de la Liga
Católica, el recién nombrado Enrique IV que era protestante se convirtió al
catolicismo en julio de 1593, lo que le otorgó el reconocimiento de los católicos. El 13
de abril de 1598 se firmó el Edicto de Nantes, que puso fin al problema religioso y
otorgaba la libertad de culto a los hugonotes.

Las Guerras de Religión terminaron con la dinastía Valois-Angulema y reforzaron


el ascenso al poder de Enrique IV de Borbón. No obstante, los conflictos
reaparecieron periódicamente hasta la llegada de Luis XIV, quien sustituyó la orden
de Enrique IV por el Edicto de Fontainebleau en 1685.

La Contrarreforma

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La Contrarreforma, es el nombre dado al movimiento creado en la Iglesia Católica
en respuesta a la Reforma Protestante. En 1545 , la Iglesia Católica romana convocó
al Concilio de Trento estableciendo entre otras cosas, la reanudación del Tribunal
del Santo Oficio ( Inquisición ), la creación del "Index Librorum Prohibitorum",
lista de libros prohibidos por la Iglesia y incentivar la catequizacion de la gente del
Nuevo Mundo (América) con la creación de nuevas órdenes religiosas dedicadas a
este objetivo, como la creación de Compañía de Jesús "Jesuitas". Otras medidas
incluyen la reafirmación de la autoridad papal, continuación del celibato, la
creación de catecismos y seminarios y la prohibición de la venta de Indulgencias.

El concilio de Trento fue convocado por el Papa Paulo III y las principales
decisiones del concilio son las siguientes:

- Reorganización de obispados y parroquias.


- Fortalecimiento del Tribunal de la Inquisición y creación del índice de libros
prohibidos (INDEX).
- Afirmación de que la Sagrada Escritura y la Tradición son fuentes de revelación o
criterios de fe.
- Reafirmación de los siete sacramentos y de la superioridad de la autoridad del
Papa sobre el concilio.

La Compañía de Jesús (Los Jesuitas): La compañía de Jesús fue fundada por


Ignacio de Loyola (1491 - 1556 d.c.) y enfocó en la defensa y difusión de la
espiritualidad y de la doctrina del Concilio de Trento. San Ignacio de Loyola
escribió los Ejercicios espirituales, para motivar al creyente católico a una relación
más personal con Dios.

Los Jesuitas se convirtieron en un firme soporte de la Iglesia de la Contrarreforma.


Se caracterizaron por su rígida disciplina, su solida preparación intelectual, su
espíritu de lucha contra la “herejía”, su profunda vida espiritual (practica de los
ejercicios espirituales), su influencia social a través de la enseñanza a las clases
altas y su expansión misionera por América (Colegio de San Ildefonso) y Asia
(misión de San Francisco Javier de la India) y de Mateo Ricci en China.

La Reforma en Inglaterra

112
Hacia 1531 los libros de Lutero comenzaron a llegar a Inglaterra, siendo bien recibidos por
los seguidores de Juan Wycliffe, los Lolardos, quienes continuaban activos predicando el
evangelio. Luego que Lutero fuera condenado por el papa, sus libros fueron quemados en
Cambridge y en Oxford, pero eso más bien contribuyó a aumentar su popularidad.

Un poco antes, en el oeste de Inglaterra, un joven erudito llamado Guillermo Tyndale


también había comenzado a leer el NT publicado por Erasmo, e inspirado por él decidió
dedicar su vida a la traducción del AT y el NT del hebreo y el griego al inglés. Con esta
idea en mente viajó a Alemania, y estando en la ciudad de Worms, donde cinco años antes
Lutero se había enfrentado a Carlos V y a la Iglesia de Roma, Tyndale publicó su
traducción del NT. Se publicaron miles de ejemplares, muchos de los cuales fueron
introducidos de contrabando en Inglaterra. Luego de haber traducido una buena parte del
AT, Tyndale fue apresado y quemado en la hoguera en Octubre de 1535, cerca de la ciudad
de Bruselas. Antes de morir, se le escuchó pedir en oración: “Señor, abre los ojos del rey de
Inglaterra”. Ese rey no era otro que Enrique VIII.

El Reinado de Enrique VIII

Durante el siglo XVI, Gran Bretaña estaba dividida en dos reinos, el de Inglaterra bajo el
régimen de los Tudor, y el de Escocia bajo el régimen de los Estuardo.

Debido a que Escocia estaba aliada con Francia a principios del siglo XVI, el rey de
Inglaterra, Enrique VII, decidió fortalecer su alianza con España casando a su hijo Arturo
con Catalina de Aragón, hija de los reyes católicos, Fernando e Isabel. Pero cuatro meses
después de la boda Arturo murió y los reyes católicos propusieron casar a Catalina con el
otro hijo de Enrique, del mismo nombre que su padre, que ahora pasaba a ser el heredero
del trono (Catalina había testificado que, debido a la salud de Arturo, el matrimonio nunca
había sido consumado).

Esta unión matrimonial tenía el inconveniente de que las leyes canónicas prohibían que un
hombre se casara con la viuda de su hermano. Pero el rey de Inglaterra no estaba dispuesto
a perder la amistad con los reyes de España, ni la dote de la princesa. Así que pidió una
dispensa papal para celebrar el matrimonio, la cual le fue otorgada por el Papa Julio II.

Cuando Enrique VII murió, su hijo ascendió al trono de Inglaterra en 1509 con el nombre
de Enrique VIII. Dos meses después se casó con Catalina; él tenía casi 18 años y ella 23.
Enrique era un monarca muy religioso. De hecho, cuando supo de las obras de Lutero en
contra del papado y la iglesia católica Enrique escribió un tratado titulado “Una Defensa de
los Siete Sacramentos”; lo que hizo que el papa le concediera el título de “Defensor de la
Fe”.

Su matrimonio con Catalina comenzó a tener dificultades debido a los diversos abortos que
ella sufrió, así como los hijos que murieron inmediatamente después de nacer. Sólo logró
sobrevivir una niña a la que llamaron María.

Cuando Catalina cumplió 41 años Enrique había perdido toda esperanza de que le diera un
heredero varón, por lo que decidió divorciarse de ella alegando que su matrimonio con la
113
viuda de su hermano no había sido válido, a pesar de la dispensa papal, ya que en Levítico
20:21 dice: “Y el que tomare a la mujer de su hermano, comete inmundicia; la desnudez de
su hermano descubrió; sin hijos serán.” Para Enrique, los abortos de Catalina eran una
prueba de la ilegitimidad del matrimonio.

Al pedir a Roma la anulación de su matrimonio para casarse con Ana Bolena, el Papa
Clemente VII se negó a concedérsela por cuanto Catalina era tía de Carlos V, el emperador
del Sacro Imperio Romano Germánico.

Enrique comenzó a presionar diplomáticamente al papa y a la iglesia de Inglaterra. Al


mismo tiempo, se rodeó de eruditos que tenían la encomienda de buscar argumentos para
legitimar su divorcio con Catalina.

Estos eruditos argumentaron que la primera Iglesia cristiana en Inglaterra fue plantada por
el mismo José de Arimatea; por lo que la Iglesia inglesa era más antigua que la de Roma,
fundada por Pedro, y no tenía por qué depender de Roma; su cabeza no debía ser el papa,
sino el rey. A partir de ese momento, 1532, comenzaron a promulgarse una serie de leyes
con miras a independizar cada vez más la Iglesia inglesa de la iglesia en Roma.

Es en este punto de la historia que entra en escena Tomás Cranmer. Éste había entrado a
formar parte del círculo de personas cercanas a Enrique VIII (entre ellas la familia de Ana
Bolena, considerada una de las familias más respetables de la aristocracia inglesa). Cuando
se suscitó el problema del divorcio del rey, Cranmer presentó un caso bastante convincente,
por lo que Enrique le pidió que se trasladara a Londres.

En 1531 Cranmer fue enviado a la Europa continental con el propósito de encontrar apoyo
para el divorcio de Enrique y aunque no tuvo éxito en su empresa, dos cosas importantes
ocurrieron en este viaje. Por un lado, Cranmer entró en contacto con el luteranismo alemán
a través de su amistad con el erudito luterano Andreas Osiander.

Ese mismo año, Ana Bolena quedó embarazada, lo que hizo más urgente la anulación del
matrimonio de Enrique con Catalina para poder casarse públicamente con Ana y asegurar
que el niño que habría de nacer fuese un sucesor legítimo del trono inglés. Para tales fines,
el rey depuso al cardenal Tomás Wolsey, acusándolo de traición por cuanto este no había
logrado la anulación del matrimonio, y designó en su lugar a Tomás Cranmer como
Arzobispo de Canterbury.

Luego convocó el gran “Parlamento de la Reforma”, al cual se le dio la tarea de separar a la


Iglesia de Inglaterra del Papa y colocarla bajo la autoridad del rey. El próximo paso fue
anular el casamiento de Enrique con Catalina (el 23 de Mayo de 1533) y, dos días más tarde
legitimar su matrimonio con Ana Bolena (ya se habían casado en secreto el 25 de Enero).
También se proclamó que los hijos que nacieran de esa unión serían los herederos legítimos
del trono.

Ahora, como cabeza de la iglesia, Enrique llevó a cabo algunos pequeños cambios en la
Iglesia de Inglaterra, pero era obvio que no estaba interesado en una verdadera reforma
teológica ni institucional, sino más bien en fortalecerse políticamente; aparte de que
114
Enrique tampoco veía al protestantismo con buenos ojos. Así que la iglesia anglicana
seguía siendo muy parecida a la católica, solo que sin reconocer al papa.

El paso que había dado Enrique enviaba una señal al pueblo inglés de que la Biblia tenía
más autoridad que el papa. También el arzobispo Cranmer estaba cada vez más cerca de las
convicciones protestantes. Algunos años más tarde Enrique decidió apropiarse de los
monasterios (una medida que le ganó mucha popularidad, por cuanto muchos ingleses
resentían las riquezas que ostentaba el clero inglés), y comenzó a promover que la gente del
pueblo leyera la Biblia (debido a esa orden, promulgada en 1538, se colocaron seis Biblias
en inglés en la Catedral de San Pablo, que algunos leían en voz alta para beneficio de las
multitudes que se congregaban a escuchar). Todo eso contribuyó a avanzar la Reforma en
Inglaterra, más allá de lo que el rey hubiera querido.

El 7 de Septiembre Ana Bolena dio a luz a una niña a la que llamaron Isabel. En Enero de
1536 Catalina de Aragón muere, y el mismo día de su entierro Ana sufrió un aborto de su
segundo hijo. A partir de ese momento, su matrimonio con Enrique comenzó a peligrar,
hasta que finalmente fue acusada de adulterio, algo que probablemente no ocurrió, y fue
ejecutada por decapitación.

Al día siguiente de la ejecución de Ana Bolena, Enrique se comprometió con Jane


Seymour, con quien se casó diez días más tarde. El 12 de Octubre de 1537, nació el hijo
varón que Enrique había estado esperando y al que llamaron Eduardo. Pero Jane murió
luego del parto. Para fortalecer su alianza con Alemania, Enrique se casó entonces con Ana
de Cleves, cuñada del príncipe Juan Federico de Sajonia (elector del Sacro Imperio
Romano Germánico y protector de Lutero).

Cuando Enrique la conoció, poco antes del matrimonio, le desagradó tanto que anuló el
matrimonio sin haberlo consumado. Entonces se casó con Catherine Howard, 30 años más
joven que Enrique pero se descubrió que había cometido adulterio, por lo que también fue
decapitada. Libre de nuevo, Enrique se casó con Catalina Parr, su última esposa y la cual le
sobrevivió (fue reina de 1543 a 1547).

A la muerte de Enrique VIII, en 1547, fue sucedido en el trono por sus tres hijos, bajo
cuyos respectivos reinados Inglaterra vivió permanentes cambios religiosos. Durante el
gobierno de Eduardo VI (entre 1547 y 1553), la iglesia Calvinista fue oficializada. Entre
1553 y 1558 gobernó María I, bajo cuya autoridad se restableció el catolicismo y se
persiguió cruelmente a los protestantes (por lo cual esta reina recibió el apelativo de bloody
Mary- “la sanguinaria”).

Desde 1559 y hasta 1603 gobernó Isabel I, quien dio forma definitiva a la Iglesia
Anglicana. Interesada en conciliar la presión de católicos y protestantes, la reina adoptó una
serie de medidas que reunían elementos del culto católico y la doctrina calvinista.

La reina Isabel fue llevando a cabo reformas a la iglesia de manera muy lenta, pero en
1559, con considerable oposición, el Parlamento aprobó la legislación que reconocía a
Isabel como suprema gobernadora de la iglesia, y aun con mayor poder eclesiástico que el
que su padre había conocido. Ella trabajo cuidadosamente para terminar con la estructura
115
que María había erigido a favor de la iglesia católica. En 1559, mediante un Acta de
Uniformidad, Isabel ordenó nuevamente el uso del segundo libro de oraciones (Book of
Common Prayer) de Eduardo VI, con unas pocas enmiendas.

En 1563 los Cuarenta y Dos Artículos que se habían convertido en la Confesión Anglicana
durante el reinado de Eduardo VI fueron revisados y publicados como los Treinta y Nueve
Artículos y estos artículos se han convertido en la declaración doctrinal oficial de la iglesia
Anglicana, los cuales muestran tendencia a la teología calvinista.

En 1570 Isabel fue excomulgada y depuesta por la Iglesia Romana, que declaró su reino
una meta adecuada para cruzadas de los fieles. En 1587, María Estuardo (católica), reina de
los escoceses, fue ejecutada por una pretendida complicidad en una conspiración para
derrocar a Isabel. Como resultado de estos sucesos, Felipe II, ahora soberano de España,
reunió una flota de barcos, y el 12 de julio de 1588 la Armada Española fue enviada para
para capturar Inglaterra. Fue derrotada por la superioridad de los marinos y el equipo de la
marina inglesa, aunque las tormentas ayudaron después a destruir muchos de los barcos
invasores.

Cuando murió Isabel en 1603, Inglaterra tenía un fuerte gobierno protestante. Esto no
significaba, sin embargo, que se permitía la disensión, porque la disensión religiosa no era
diferente de la rebelión civil en un ambiente en que la iglesia y el estado estaban unidos en
el soberano.

LOS PURITANOS

Hacia 1550 los obispos Hooper y Ridley (ambos quemados después por María Tudor)
revelaron su rechazo por las supersticiones papales y las prácticas no bíblicas de la iglesia
Anglicana. El gobierno católico de María Tudor (1553-58) hizo huir a muchos líderes
protestantes en busca de seguridad hacia el continente. Muchos de ellos entraron en
contacto con el sistema de Calvino en Suiza. Por esta doctrina se convencieron de que la
adoración debe contener sólo esos elementos que fueron distintivamente enunciados en las
Escrituras. Tal principio socavaba las numerosas prácticas católicas romanas que
descansaban sencillamente en la tradición, y en muchos casos hacía caso omiso de las cosas
que los luteranos habían retenido, porque Lutero había decidido seguir con las prácticas y
galas tradicionales en la adoración a menos que fueran prohibidas expresamente en las
Escrituras. Así que cuando Isabel I que era favorable a los protestantes, subió al trono en
1558, muchos de los exiliados regresaron para favorecer un protestantismo más radical que
la “tibia” reforma inglesa.

Los Puritanos demandaban la eliminación de los elementos papales en el culto, tales como
la adoración de la hostia, al arrodillarse en la Cena, la retención del sacerdote en vez del
ministro, y otras de las adherencias que la tradición había añadido a las enseñas biblicas.

Para 1564 estos reformadores eran conocidos como Puritanos en el vocabulario popular,
por su deseo de purificar la reforma inglesa. Fueron alentados por varios de los arzobispos
de Canterbury, que eran puritanos de hecho, aunque no de nombre. Uno de los maestros de
Cambridge, Tomás Cartwright, habló sin ambages declarando que el sistema de Calvino era
116
de origen y autoridad divinos, y aunque fue echado de su puesto por el arzobispo Whitgift,
fue muy influyente en el desarrollo del movimiento puritano.

Desde este tiempo hasta que muchos de ellos se unieron en el movimiento wesleyano del
siglo XVIII, los puritanos tuvieron una parte muy importante en la vida religiosa inglesa.

Algunos puritanos no estaban satisfechos con los esfuerzos hechos hasta ese momento para
purificar la iglesia establecida. Al otro lado del canal, en el Continente, los luteranos se
habían separado de la Iglesia Romana, y por el tratado de Augsburgo de 1555, había sido
reconocida oficialmente su separación. Los radicales, los zwinglianos, los calvinistas, y
muchos otros en el continente, habían rechazado las pretensiones de autoridad de la Iglesia
Romana, y habían apelado a las Escrituras como su única guía.

Jaime I reino en Inglaterra a la muerte de Isabel I (1603-1625). Tanto católicos romanos


como los puritanos se animaron ante la perspectiva de la sucesión de un rey escocés. El era
hijo de María Estuardo, reina de los escoceses, y había mostrado su rencor hacia el
presbiterianismo dominante de su tierra nativa. Puesto que se había casado con una católica
romana, y dado que su madre había sido ejecutada por Isabel, los católicos razonaban que
la causa sería apoyada por el nuevo rey. Los puritanos, por su parte, pensaban que la
experiencia de Jaime con los presbiterianos escoceses lo había condicionado en favor de
ellos en el nuevo reino. Mientras tanto, los dirigentes de la Iglesia Anglicana pensaban que
el carácter sumiso de su iglesia a la supremacía real los recomendaría ante el nuevo rey. La
Iglesia de Inglaterra ganó la lucha.

Los puritanos se enfrentaron con Jaime I haciéndole la petición de purificar el cristianismo


inglés de las supersticiones católicas (con la adopción de las doctrinas calvinistas), pero el
rey se negó. El siguiente año en la Conferencia de Hampton Court, Jaime rechazó otra vez
el calvinismo, pero sí accedió a la petición de adiciones al catecismo y a la revisión de la
Biblia inglesa. Del último permiso surgió en 1611 la famosa versión del rey Jaime de la
Biblia inglesa.

Cuando muere Jaime I en 1625, lo sucedió en el trono su hijo Carlos quien trató de
continuar la política de su padre, pero el resentimiento acumulado durante el reinado de su
padre provocó una crisis contra los puritanos porque resentía sus costumbres rigurosas.
Carlos despidió el Parlamento en 1629 y gobernó sin su ayuda hasta 1640. El convocaba a
sesiones entonces, sólo por una crisis que él no pudiera manejar sin su cooperación.

La crisis se extendió a Escocia. Los escoceses resintieron la interferencia real con su


presbiterianismo. Desde 1603 (cuando Jaime se convirtió en soberano de ambos países) la
Iglesia de Inglaterra y la corona habían deseado extender el establecimiento del episcopado
a Escocia. Mediante astuta diplomacia, Jaime había podido hacer considerables progresos
en esa dirección. En 1637, sin embargo, el arzobispo Laud intentó forzar en Escocia una
réplica del sistema inglés, incluyendo una revisión drástica de la liturgia. La oposición fue
inmediata. La lucha de los escoceses por mantener el presbiterianismo contra la política real
se convirtió en rebelión, pero el rey tenía suficiente dinero y hombres para hacer la guerra
contra los escoceses. Así, en abril de 1640, Carlos fue obligado a convocar al parlamento
para sesionar. Sin embargo, estos hombres ingleses no estaban en disposición de consentir
117
ante la ostentación real de la ley y la equidad inglesas. Cuando el Parlamento demandó
reformas religiosas y políticas, Carlos disolvió el cuerpo. Sólo se había reunido por tres
semanas, y es conocido como el Parlamento Breve.

Mientras tanto, los escoceses habían invadido Inglaterra, y Carlos no había tenido otra
alternativa que convocar otra vez al Parlamento para conseguir fondos y hombres. En
noviembre de 1640 se reunió el Parlamento y rápidamente evidenció que el puritanismo
estaba en mayoría. Se empezaron reformas políticas y religiosas. Cuando en enero de 1642
Carlos intentó apresar a varios miembros de la Casa de los Comunes, estalló una guerra
civil entre el rey y el Parlamento. Algunas reformas drásticas se llevaron a cabo como el
hecho de abolir el libro de la Oración Común y se convocó una asamblea (La Asamblea de
Westminster), compuesta principalmente de puritanos para aconsejar al Parlamento sobre el
credo y gobierno de la nueva Iglesia Inglesa. El Parlamento necesitaba mucha ayuda
escocesa en su lucha con Carlos y consintió en trabajar por la uniformidad en doctrina y
organización eclesiástica en Inglaterra, Escocia e Irlanda, y oponerse a la Iglesia Episcopal.
La Asamblea de Westminster, primordialmente puritana, recomendó un tipo presbiteriano
de gobierno eclesiástico, que fue establecido en 1646 y que proveyó una liturgia
presbiteriana para el culto público en vez del libro de oración. La famosa Confesión de
Westminster fue adoptada por Escocia en 1647 y por Inglaterra en 1648.

Mientras tanto, los ejércitos del Parlamento estaban ganando substanciales victorias,
haciendo prominente a un nuevo dirigente, Oliverio Cromwell. Cromwell y la mayoría de
sus dirigentes eran independientes y no favorecían un gobierno intolerante, fuera
presbiteriano o episcopal. En diciembre de 1648. insatisfecho con el Parlamento
presbiteriano, el ejército purgó al Parlamento de los miembros que se negaban a cumplir
con los deseos del ejército. El rey Carlos, mientras tanto, había sido derrotado en el campo
y se había rendido a los escoceses. Sin embargo, él los convenció de que si tomaban su
lado, él a su vez favorecería el presbiterianismo en Inglaterra. Los dirigentes escoceses,
notando que el ejército de Cromwell estaba opuesto al Parlamento presbiteriano, y con el
temor de que Cromwell aboliera las reformas presbiterianas que se habían hecho,
consintieron en apoyar a Carlos.

Sin embargo, en agosto de 1648 el ejército escocés, esforzándose por invadir Inglaterra, fue
derrotado por Cromwell. Después de la purga del Parlamento, bajo la influencia del
ejército, Carlos fue juzgado por traición y decapitado. El período se cierra con la derrota
temporal del poder real en Inglaterra; con las reformas de los Tudor, con la obra de los
primeros Estuardos, y con la revolución presbiteriana arrollada por el poder militar de
Oliverio Cromwell y su ejército de independientes, y con considerable incertidumbre en
cuanto al éxito de la lucha eclesiástica y política de la vida de Inglaterra.

La Reforma en Escocia
Al principio, la Reforma en Escocia ganó terreno muy lentamente. Algunas escrituras
aisladas de Lutero fueron introducidas en el país de contrabando. En 1528, Patrick

118
Hamilton de San Andrés sufrió el martirio en la hoguera por haber predicado ideas
reformadas, pero en general, al comienzo la Reforma no avanzaba. Una razón es que
algunos de los pensadores reformados esperaban unirse a la Iglesia anglicana que se había
separado de Roma bajo el rey Enrique VIII. La política escocesa, sin embargo, era hostil
hacia Inglaterra, y por ende, pro católica. Después de la muerte del rey escocés Jacobo V en
1542, su hija María Estuardo es coronada reina a los pocos días de nacer, por lo que su
madre María de Guisa asume la regencia.
Juan Knox (1514-1572) era un predicador muy conocido. Después de su conversión al
protestantismo, trabajó como notario. En 1547 fue condenado a las galeras por su fe. Pasó
un año y medio en las galeras, y después fue clérigo en las ciudades inglesas de Berwick y
Newcastle. Cuando María Tudor ascendió al trono inglés en 1554, Knox fue a Ginebra
como colaborador de Calvino. Volvió definitivamente a su patria en 1559 para introducir la
Reforma. En Escocia había estallado un profundo conflicto entre la soberana María de
Guisa y algunos lores proclives al protestantismo. Accediendo a peticiones francesas a la
reina inglesa Isabel I, que gobernaba desde 1558, Inglaterra suspendió el movimiento de
barcos entre Escocia y Francia, porque Francia buscaba impedir la Reforma en Escocia.
Este hecho originó la victoria de la Reforma, la que fue ratificada por el parlamento escocés
en el Contrato de Edimburgo en 1560. En el mismo año, el sínodo general de la Iglesia
escocesa ratificó la Confesión Escocesa, redactada, entre otros, por Juan Knox. También
fue ratificado el “Primer Libro de la Disciplina”, que tenía como objetivo una reforma
integral, incluyendo la vida cotidiana de los ciudadanos. Este libro nunca fue ratificado por
el parlamento, y, por ende, no entró en vigor. En 1561, María Estuardo asumió el gobierno
en Escocia. Trató en vano de abolir la Reforma. En 1568, huyó a Inglaterra.
Después de la muerte de Juan Knox en 1572, fue Andrew Melville quien ganó influencia en
la Iglesia escocesa. Fue el autor del “Second Book of Discipline (Segundo Libro de la
Disciplina, 1578) que promueve una Iglesia independiente del Estado. En este libro se
aborda un tema que marca a la Iglesia escocesa por cerca de un siglo: ¿A qué distancia del
Estado debería ubicarse la Iglesia? Melville opina que la Iglesia debería ser independiente.

En el año 1662, cuando el rey Carlos II logró instaurar el sistema episcopal con él a la
cabeza y el modelo anglicano de liturgia, la resistencia en escocesa fue muy radical, más de
300 pastores se negaron a aceptar las nuevas reglas, siendo destituidos. La consecuencia fue
que hubo reuniones al aire libre o en graneros. Sólo seis años más tarde, este periodo negro
de la iglesia en Escocia termino cuando Guillermo de Orange, sustituyó en el trono inglés a
Jacobo II en la famosa revolución gloriosa de 1668.

La Guerra de Los 30 Años y La Nueva Europa

Causas Religiosas

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1. El Emperador Fernando II de Alemania deseaba unificar sus Estados, imponiendo el
Catolicismo.
2. Las luchas religiosas en el territorio de Bohemia.

Causas Políticas
1. El deseo del emperador Fernando II de transformar el Imperio Alemán, que era electivo,
en Imperio hereditario.
2. La rivalidad entre el emperador y los príncipes que gobernaban sus propios territorios.

Causas de Política Internacional


1. El deseo de Francia para debilitar a los Habsburgo, restableciendo el equilibrio europeo
roto por el dominio de Carlos V y sus sucesores.
2. La rivalidad comercial de Alemania con Dinamarca y Suecia en el Mar Báltico.

El inicio del conflicto se da a partir de las tensiones crecientes entre católicos y protestantes
desde la paz de Augsburgo, la cual, era un acuerdo firmado por el emperador Carlos V de
Alemania (Carlos I de España) y los príncipes luteranos alemanes en 1555. En este acuerdo
se establecía lo siguiente:

 Los príncipes alemanes (alrededor de 360 de ellos) podían elegir la religión


(luteranismo o catolicismo) en sus señoríos de acuerdo con su conciencia. Era el
principio de la fe del rey es la fe del pueblo.
 Los luteranos que vivieran en un Estado (bajo el control de un obispo) podían
continuar siendo luteranos.
 Los luteranos podían conservar el territorio que habían tomado a la Iglesia católica.
 Los obispos de la Iglesia católica que se convirtiesen al luteranismo tenían que
entregar su diócesis.

En muchos lugares de Alemania se destruían iglesias protestantes y había limitaciones y


obstáculos al culto protestante. Las tensiones se incrementaron también con el avance del
calvinismo, mientras que los católicos de Europa central (los Habsburgo de Austria o los
reyes de Polonia) estaban tratando de restaurar el poder del catolicismo. Los Habsburgo
estaban principalmente interesados en extender su poder, así que estaban a veces
dispuestos a transigir y permitir el protestantismo. Suecia y Dinamarca, que querían
dominar los Estados alemanes del Mar Báltico, eran países de confesión luterana.

Las tensiones estallaron finalmente en la ciudad alemana de Donauwörth en 1606. La


mayoría luterana obstaculizó los intentos de los residentes católicos de hacer una procesión
y provocaron así una revuelta violenta. Los católicos de la ciudad solicitaron la intervención
del duque Maximiliano I de Baviera. Los calvinistas sintiéndose amenazados se agruparon
en la Liga de la Unión Evangélica (también conocida como Liga Protestante), creada en 1608,
bajo el liderazgo de Federico IV. Este príncipe tenía en su poder el Palatinado de Renania,
uno de los Estados que España deseaba para sí a fin de proteger la influencia española en
Alemania. Este hecho provocó que los católicos también formaran la Liga Católica, dirigida
por el duque Maximiliano I de Austria.

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Los periodos de la guerra de 30 años fueron:

1.- Periodo Palatino

La guerra comenzó en Bohemia que estaba dividida por la liga católica y la protestante. Los
católicos destruyeron una iglesia protestante y los protestantes atacaron el local donde
trabajaban los funcionarios reales, que eran católicos, tomando a los secretarios y
arrojándolos por las ventanas. A este hecho histórico se le llama la defenestracion de Praga (23
de mayo de 1618). Los insurrectos se adueñaron de la ciudad y establecieron un gobierno
provisional, declarando que el Emperador Fernando II no tenía derecho para gobernar en
Bohemia. Llamaron, pues, a Federico V, elector del Palatinado, para que se hiciera cargo del
trono.

Como dicho elector aceptó la designación, se trasladó a Praga y asumió el poder. De este
modo la revolución que al principio fue religiosa, se transformo en revolución política
contra el emperador. Fernando II envió un ejército a Bohemia, dirigido por el General Von
Tilly, quien se apoderó de varias ciudades hasta llegar a Praga. Para castigar a Bohemia,
Fernando II prohibió la libertad de cultos, y Federico V perdió todos sus dominios del
Palatino.

2.- Periodo Danés

Cuando los electores alemanes vieron que el Emperador se apropiaba del Palatinado y de
Bohemia, se alarmaron grandemente, porque en adelante los electores protestantes de
Alemania, quedaban reducidos a 2 (Brandenburgo y Sajonia), siendo católicos todos los
electores restantes. Así es que tratándose de elegir Emperador los católicos estarían en
mayoría y esto no podían permitirlo. Entonces llamaron a Cristian IV Rey de Dinamarca,
que era rival de Alemania en el comercio del Mar Báltico y, junto con Suecia, trataba de
arruinar económicamente al Emperador. Para esta guerra, el Emperador contó con el hábil
general alemán Wallenstein que se había distinguido en las guerras religiosas anteriores,
Cristian IV resolvió invadir del Norte de Alemania, pero el General Von Tilly, primero, y
Wallenstein, después, lo derrotaron.

Cristian IV se apresuró a firmar la Paz de Lubeck, en las siguientes condiciones:

1. Dinamarca se comprometía a no prestar ayuda a los protestantes alemanes.


2. En cambio, Dinamarca conseguía que se le garantizara la integridad de su territorio.

El Emperador Fernando, para vengarse de los príncipes que habían provocado esta segunda
guerra, publicó el Edicto de Restitución, por el cual obligaba a dichos príncipes devolver a
la iglesia todos los bienes que le habían sido confiscados durante las guerras de la Reforma

3.- Periodo Sueco

Para que Suecia interviniera en la Guerra ocurrieron 2 cosas:

1. La rivalidad comercial entre Suecia y Alemania.

121
2. La diplomacia de Richelieu, ministro de Francia que provocó a Suecia contra Alemania a
fin de debilitar el poderío del Emperador Habsburgo.

El Rey de Suecia Gustavo Adolfo, era un experto guerrero y hábil general quien había
equipado a su ejército con el mejor armamento de su época.

La campaña de Gustavo Adolfo en el Norte y en el Centro de Alemania, fue brillante.


Primero derrotó al ejercito de Tilly cerca de Leipzig, usando una nueva táctica, a base de
movimientos rápidos de la infantería; después al famoso Wallenstein en la batalla de Lutzen
donde el rey sueco, enró a la línea de fuego y pereció acribillando.

Los suecos, después de la victoria, no pudieron conservar sus posiciones, sin la presencia
del rey Gustavo Adolfo, y de esto se aprovecho Wallenstein para alcanzar algunos triunfos;
pero debido a su prestigio militar, el Emperador Fernando creyó que aspiraba a la corona y
lo hizo asesinar. La guerra terminó con la Paz de Praga de 1635 en condiciones ventajosas
para el Emperador y desastrosas para los suecos.

4.- Periodo Francés

El Ministro de Luis XIII, el Cardenal Richelieu, con gran visión, integró a su país al conflicto,
seguro de la victoria final. Firmó alianzas con Bernardo de Sajonia, con los Países Bajos y
con algunos Príncipes de Italia y lanzó sus ejércitos contra Alemania y España, que también
estaban unidas. Al principio de la guerra, el Emperador Fernando II invadió Francia y
obtuvo algunas victorias; pero Richelieu puso al frente de sus ejércitos a Bernardo de Sajonia
y al general Chatillón. El primero venció a los alemanes en Alsacia. El segundo derrotó a los
españoles en Arras y les quitó la provincia francesa de Artois.

Durante varios años la guerra estuvo muy balanceada hasta que hubo un cambio de
gobierno en los países participantes. En Alemania ocupo el trono Fernando III, y en Francia
subió al poder Luis XIV. Entonces la guerra llego a su fin. Los generales franceses Turena y
Conde, después de sensacionales victorias, llevaron a sus ejércitos hasta el corazón de
Alemania, y amenazaron con tomar Viena, que era la capital del Imperio. El nuevo
Emperador Fernando III prefirió firmar la paz.

Tratado de Westfalia (1648)

Fue el tratado de paz más importante de Europa hasta la Primera y Segunda Guerras
Mundiales. Estos fueron los términos de la paz:

1. El Emperador de Alemania reconoció que los príncipes de su país eran soberanos en cada
uno de sus respectivos Estados.
2. Se estableció una completa libertad religiosa en Alemania.
3. Alemania devolvió a Francia las provincias de Alsacia y Lorena.

Tratado de los Pirineos (1658)

122
Como la guerra había sido también contra España, fue necesario firmar con esta nación un
tratado aparte y esta fue la Paz de los Pirineos. Según ella, España devolvía a Francia las
provincias de Rosellón y Artois, situadas en la frontera con los Países Bajos. Así terminó la
Guerra de los 30 años.

Así termina también un periodo de casi cien años de guerras de religión en toda Europa.
Inglaterra termina este periodo con la Revolución gloriosa de 1688 y Francia con el Edicto
de Fountainbleu de 1685.

Las consecuencias de estas guerras llevarían a Europa en el siglo XVIII a una nueva era para
la iglesia, para la ciencia y para la filosofía que se manifestará en avivamientos religiosos,
en movimientos misioneros y en la ilustración.

El Pietismo Alemán

En el siglo XVII se inició un movimiento en Alemania en contra de la tendencia hacia una


teología dogmática (un cristianismo basado en declaraciones doctrinales) y un ritualismo
formalista (un cristianismo basado en formas litúrgicas tradicionales). Aunque fue un
movimiento desorganizado, fue al mismo tiempo muy eficaz. Este movimiento fue
conocido como el pietismo, cuyo principal propósito era revivir la religión crsitiana
personal y experimental.

Su principal dirigente en Alemania fue Felipe Spener. En 1660 Spener conoció a Jean de
Labadie, ex sacerdote jesuita que más tarde se convirtió en pastor de la Iglesia Reformada.
Labadie insistía en que se organizaran, donde fuera posible, pequeños grupos de estudio.

Felipe Spener (1635-1705) nació en Ribeauville, en Alsacia. Estudió teología en Ginebra y


fue escogido como ministro en Francfort, en 1666. Aprendió de Sebastián Schmidt, en
Estrasburgo, que un estudio detallado de la Confesión de Fe debía ser reemplazado por un
estudio exegético de la Biblia.

El prefacio de Spener en el libro de Arndt, Wahres Christentum, llegó a ser la parte


importante del libro, y se publicó por separado en 1675 con el título de Pia Desideria.
Alcanzó una circulación mucho más amplia que el libro del cual originalmente era sólo el
prefacio.

Pia Desideria contiene los principios básicos del pietismo. Spener recomendaba un estudio
continuo de la Biblia en reuniones de hogar (en grupos privados) y pequeñas reuniones de
edificación y estímulo mutuo llamadas collegia pietatis. Insistía en que hubiera una
participación más directa de los laicos en los asuntos de la iglesia.

Pedía que hubiera métodos más sencillos en la enseñanza de la Biblia, e instaba a los
pastores a que fueran menos ritualistas y dogmáticos y siguieran más de cerca las
Escrituras en sus sermones. Ponía mucho énfasis en el estudio de las profecías y
despertaba un nuevo interés en la escatología, especialmente en el segundo advenimiento
de Jesucristo.

123
Spener fue llamado para ser pastor de varias iglesias grandes, especialmente las de
Dresden y Berlín. Pero el verdadero centro del pietismo en Alemania fue Halle, donde él
llegó a ser administrador de la universidad e insistía en que la Biblia debía ser enseñada y
estudiada mediante principios exegéticos. De esa universidad salieron los primeros
misioneros luteranos en 1695.

Uno de los más importantes resultados del pietismo fue la formación de la iglesia conocida
como Unitas Fratrum, o Unidad de los Hermanos, que fue fundada por el ahijado de
Spener, el conde Zinzendorf (1700-1760).

Zinzendorf era aún muy joven cuando entregó su corazón al Señor; así lo escribió en su
diario después de sentirse impresionado por un cuadro de Doménico Fetti, que
representaba al Salvador coronado de espinas. El cuadro tenía esta leyenda: "Esto es lo que
he hecho por ti. ¿Qué has hecho tú por mí?"

En su propiedad de Herrnhut, en Sajonia, recibía a protestantes moravos refugiados de la


persecución. Zinzendorf tuvo el don de conseguir que hombres de diferentes orígenes
vivieran juntos armoniosamente en una iglesia que él llamaba "Unidad".

De los husitas (seguidores de Juan Huss) tomó la forma episcopal de liturgia, de los
pietistas una confesión de fe conservadora, de los calvinistas una estricta disciplina moral,
de los presbiterianos la organización eclesiástica y de los luteranos la enseñanza central de
la justificación por la fe. Combinó todos estos elementos en una forma morava (Bohemia)
de cristianismo que se expresó en los bellos himnos moravos que han sido un consuelo
para la iglesia en todo el mundo.

Zinzendorf tenía una notable inclinación evangelística y misionera. Los laicos debían
trabajar diligentemente en diversos aspectos de la obra misionera local, en evangelismo y
aun en las misiones extranjeras como en el sur de la India. El pietismo tuvo
desgraciadamente una tendencia exclusivista, y entre algunos de sus miembros surgió una
forma de orgullo religioso en los "colegios de piedad".

A veces los pietistas recomendaban métodos artificiales para inducir a los hombres al
arrepentimiento; pero a pesar de estas faltas, el pietismo fue un movimiento de reforma
digno dentro de la Iglesia Luterana y ejerció una gran influencia en los primeros
metodistas ingleses.

El Metodismo
Es un movimiento reformador de la iglesia fundado por John Wesley quien nació en
Epworth, Lincolnshire, Inglaterra en 1703 y murió en Londres en 1791. Era hijo de un pastor

124
anglicano. Se ordenó como pastor en 1728 y obtuvo un puesto de profesor en la Universidad
de Oxford en donde formó (junto con su hermano Charles y otros amigos) un pequeño
círculo dedicado «metódicamente» a la oración, al culto y al estudio religioso. Pronto fueron
conocidos burlonamente como los metodistas. Se caracterizaban por la frecuencia con que
comulgaban y ayunaban, visitaban a los presos y prestaban asistencia social a los pobres.

Tras una mala experiencia como misionero en Norteamérica (Georgia, 1735-37), entró en
contacto con la obra de Lutero por influencia de protestantes moravos y comenzó a predicar
la salvación por la fe y la renovación de la Iglesia Anglicana. La Iglesia de Inglaterra lo
consideró un hereje y lo expulsó en 1738.

A partir de 1739 asumió el liderazgo de varias comunidades inglesas y norteamericanas, a


las que dio reglas de comportamiento “metodistas” que consistían principalmente en el rigor
de la oración y las prácticas religiosas, la realización de obras de caridad y la importancia
de la experiencia espiritual de la conversión personal. En 1784 completó la ruptura con la
Iglesia Anglicana, al ordenar por sí mismo los sacerdotes que se negaba a ordenar el obispo
de Londres.

Hacia 1739 el movimiento metodista era clara y agresivamente evangelístico y


tremendamente disciplinado, se extendió rápidamente mediante la predicación directa de
laicos y sociedades ( grupos pequeños de estudio y oración). Las "reglas para esas
sociedades" exigían una vida muy disciplinada, un riguroso programa de reuniones en las
que se esperaba que los miembros de la sociedad compartieran detalles íntimos de sus
vidas diarias, confesaran entre sí sus pecados, oraran unos por otros, y exhortaran a
miembros de su grupo a las prácticas de santidad íntima y las buenas obras.

Este movimiento provocó grandes avivamientos espirituales que se fomentaron por las
reuniones de oraciones semanales; el uso de un sistema predicadores itinerantes;
conferencias anuales; el establecimiento de capillas; la emisión de miles de ensayos, cartas,
sermones e himnos; y la superintendencia general de John Wesley. Todo esto se convirtió
en el sello de lo que emergería como movimiento metodista mundial.

El despertar renovador se extendió pronto de Inglaterra a Irlanda, Escocia y Gales, donde


en 1764 se estableció formalmente una minoría de orientación calvinista. Pronto hubo
también predicadores laicos en Estados Unidos, estableciendo circuitos a lo largo de los
Estados medios del Atlántico bajo la supervisión de Francis Asbury, enviado por Wesley
en 1771. En 1744 se efectuó una conferencia en Londres y se adoptaron criterios para la
doctrina, liturgia y disciplina. El movimiento Metodista fue controlado autocráticamente
por John Wesley hasta su muerte.

El movimiento metodista se extendió mayormente en los Estados Unidos donde hay


muchas organizaciones de inspiración metodista. Algunas surgieron de divisiones por
asuntos doctrinales; otras, a partir de intereses sociales. La Iglesia Metodista Wesleyana,
fundada en la década de 1840, se inspiró en Orange Scott, nativo de Nueva Inglaterra, que

125
carecía de educación formal pero que estaba comprometido con el movimiento
abolicionista. La Iglesia Metodista Protestante, que se oponía a las tendencias episcopales,
se separó en 1828. Hacia 1860 las tensiones doctrinales y sociales eran intensas, y se fundó
la Iglesia Metodista Libre, bajo la dirección de B T Roberts. En 1844 se formó la Iglesia
Metodista Episcopal, del sur, a raíz del problema de la esclavitud.

Otras denominaciones metodistas importantes en los Estados Unidos son la Metodista


Episcopal Africana (1816) y la Metodista Cristiana Episcopal (1870), denominaciones de
raza negra que suman más de 2,5 millones de miembros. En el año 1939 se fusionaron las
Iglesia Metodista Episcopal, la Metodista Protestante, y Metodista Episcopal, formando así
La Iglesia Metodista.

Un grupo de pietistas alemanes bajo la dirección de Jacob Albright fue atraído al


Metodismo y en 1807 organizaron la Recién Formada Conferencia Metodista, o
Conferencia Metodista Alemana. Durante este mismo período Phillip Otterbein, amigo de
Asbury, junto con Martin Boehm fundaron en 1815 los Hermanos Unidos en Cristo entre
inmigrantes germanoparlantes. En 1946 estas dos iglesias de inmigrantes alemanes se
combinaron para formar la Iglesia de los Hermanos Evangélicos Unidos. Con su carácter
étnico en declinación, y claramente metodista en procedimientos y teología, la EUB se
fusionó en 1968 con La Iglesia Metodista para formar La Iglesia Metodista Unida.

Jorge Whitfield: Nació en Inglaterra en 1714 y se convirtió al cristianismo en 1736.


Inicialmente trabajó junto a John Wesley, pero se separaron a causa de los ataques de
Wesley contra la doctrina de la predestinación. Aunque esto los dividió, nunca dejaron de
ser amigos. A su muerte, Whitefield pidió que el predicador de su funeral fuera el mismo
Wesley. Whitefield fue el predicador más popular y exitoso de su tiempo y según muchos,
el mejor que ha producido Inglaterra.

A finales de la década de 1730 provocó con sus sermones un movimiento religioso


denominado el Gran Avivamiento. En la pensión de su madre él hacia la limpieza de los
cuartos, lavaba la ropa y vendía bebidas en el bar. A pesar de no ser aún salvo, Whitfield
se interesaba en la lectura de las Escrituras, leyendo la Biblia hasta altas horas de la noche
y preparando sermones. En la Escuela se le conocía por su capacidad de oratoria, su
elocuencia era natural y espontánea.

Estudió en Pembroke College, Universidad de Oxford, donde se costeo sus propios


estudios, sirviendo como mesero en un hotel. Durante sus días de estudiante universitario
conoció a John y Charles Wesley e ingresó en el Holy Club. En 1736 fue ordenado diácono
de la Iglesia anglicana y dos años después acompañó como misionero a los hermanos
Wesley a Savannah, Georgia, en Estados Unidos. Al poco tiempo volvió a Inglaterra y se
ordenó ministro, pero le fueron prohibidos muchos púlpitos de la Iglesia anglicana por su
forma poco convencional de predicar y dirigir los servicios religiosos. Comenzó entonces
su predicación al aire libre y atrajo con su elocuencia enormes muchedumbres. En 1739
volvió a América y participó con el clérigo congregacionalista estadounidense Jonathan
Edwards en la fundación del movimiento evangelista que daría lugar al Gran
Avivamiento.

126
Aunque John Wesley es conocido como el fundador del Metodismo, en realidad
Whitefield fue el pionero de la mayoría de métodos usados en el “Gran Avivamiento” del
siglo XVIII— predicaciones evangelísticas al aire libre, conferencias de pastores,
establecimiento de escuelas y de orfanatos y publicación de revistas. Predicó por lo menos
18,000 veces y se estima que le oyeron unas 10 millones de personas.

Algunas de sus frases más famosas son:

“…¡Obras! ¡Obras! Un hombre podrá entrar al Cielo por obras tan pronto como yo descubra que se
puede escalar a la luna con una soga de arena…”

“Es una indudable verdad que toda doctrina que viene de Dios, lleva a Dios; y esa que no tiende a
promover la santidad no es de Dios.”

Jonathan Edwards

Nació en 1703, en la colonia norteamericana de Connecticut. Su padre, Timothy, era pastor


congregacionalista. Al ser el único varón, el joven Jonathan parecía destinado a seguir los
pasos de su padre en el ministerio. La sociedad de Nueva Inglaterra era nominalmente e
institucionalmente protestante ya que sus orígenes se remontaban al siglo XVII, cuando los
“padres peregrinos” cruzaron el Atlántico para establecerse en una tierra donde poder
instaurar una teocracia basada en la Palabra de Dios. En una sociedad como esta, la figura
del pastor era muy respetada y el ministerio era, por tanto, algo deseable desde un punto
de vista humano, además de espiritual.
Siendo sólo adolescente, fue encaminando sus estudios hacia la teología. En 1718
ingresó en la recientemente fundada universidad de Yale. Aunque podrían destacarse
muchas cosas del intelecto y capacidades de Edwards, lo más importante en su vida fue la
convicción de que Dios quiso usarle como instrumento para la conversión de muchos y
para la defensa de la verdad.

Aunque Jonathan Edwards estuvo influido desde que nació por la predicación de la
Palabra de Dios, los devocionales familiares, y cultos de domingo y entre semana, más
tarde explicaría que su interés por la religión durante su niñez había estado impregnado
de sentimientos de autosuficiencia y justicia propia. En su adolescencia padeció una grave
enfermedad que le acercó a la muerte y fue ahí donde cuestionó su fe. Edwards no estaba
seguro de que fuera cristiano realmente. Por este tiempo y de manera gradual, fue
entendiendo que sólo la gracia soberana de Dios podía salvarle y no sus obras o esfuerzos.
Durante sus años de estudiante había cuestionado las doctrinas de la gracia, y muy
particularmente la enseñanza bíblica de que Dios salva a quien quiere “según el puro
afecto de su voluntad” y es totalmente libre en su elección. Sin saber cómo, Edwards
aceptó que Dios era perfectamente justo al obrar de esta manera, y no sólo eso, sino que
era una razón más para adorarle y deleitarse en Él.

La experiencia espiritual verdadera, como explicaría más adelante en sus sermones y


escritos, no consiste en estar seguro de que uno es salvo y deleitarse en que es amado por
Dios; más bien, el creyente se fija en Dios mismo y aprecia que es perfecto en todos sus
atributos y hermoso y majestuoso en sí mismo. Un espíritu de adoración consiste en

127
desprenderse de uno mismo y acercarse contrito y humillado ante la presencia de un Dios
santo. La santidad de Dios era para Jonathan Edwards lo que hacía deseable conocerle y
estar en Su presencia por toda la eternidad.

Después de un breve período como ayudante de pastor, finalmente Edwards se estableció


como pastor en Northampton (Massachusetts). Era un pueblo pequeño de unos 1.200
habitantes pero conocido por su fervor religioso, aunque los que eran formalmente
miembros de la iglesia y tomaban la santa cena eran menos del 50% de la población. Su
abuelo materno, que fue pastor de esta iglesia hasta su muerte en 1729, había sido un gran
predicador y había visto varios avivamientos durante su ministerio. Durante los años
1734-35, siendo Edwards pastor, hubo un avivamiento espiritual en Northampton y otros
pueblos cercanos. Más de 300 personas se convirtieron al Señor en unos seis meses en
Northampton. Edwards describiría más tarde este avivamiento como un “derramamiento
del Espíritu de Dios” y un tiempo de “conversiones sorprendentes”. Leyendo los sermones
que Edwards predicó durante este período, podemos constatar que este “avivamiento” no
fue un mero entusiasmo pasajero o un desvarío emocional (como afirmaban los críticos),
sino que estuvo motivado por la predicación del evangelio y por la comprensión por parte
de la gente de que el arrepentimiento era urgente, el infierno era real y que Cristo era el
único camino de salvación. Cada sermón estaba encaminado a que la gente pusiera su
confianza solamente en el sacrificio de Cristo para perdón de los pecados y para ser
justificados ante Dios.

El Primer Gran Avivamiento

El primer Gran avivamiento fue un movimiento espiritual que se produjo en las colonias
británicas americanas entre 1720 y 1740. La situación espiritual común en Nueva Inglaterra
(las colonias británicas de New Hampshire, Massachusetts, Rhode Island y Connecticut)
tenía una marcada tendencia hacia el racionalismo y el formalismo litúrgico sobre todo
entre los reformados holandeses de las colonias del centro (Nueva York y Pennsylvania).
Aunado a esto, el descuido de la supervisión pastoral en las congregaciones del sur de las
colonias (Las Carolinas y Virginia) hacia más profundo el decaimiento espiritual y el
nominalismo. El avivamiento tuvo lugar principalmente entre los calvinistas, ya fueran
reformados holandeses, congregacionales, presbiterianos, bautistas y algunos anglicanos.
Los predicadores enfatizaban el terror de la ley para los pecadores, la gracia inmerecida de
Dios y el nuevo nacimiento en Jesucristo.

Uno de los resultados del primer avivamiento fue la división de las iglesias en dos bandos:
las denominadas Nuevas Luces, que favorecían los avivamientos y las denominadas
Antiguas Luces, que se oponían a ellos. Muchas de las iglesias Nuevas Luces afirmaban
que solo un ministerio celoso y una membresía regenerada reproducían fielmente la
Iglesia cristiana de los días del Nuevo Testamento. Un gran número de las nuevas iglesias
se afiliaron a la denominación bautista, convirtiéndola en la denominación más numerosa
de los Estados Unidos.

128
Otra consecuencia de este avivamiento fue la aparición y crecimiento de varias
instituciones educativas, como las universidades de Princeton, Brown y Rutgers, así como
el Dartmouth College.

La Iglesia Moderna-El evangelio al Mundo

129
La Ilustración

Se dice que una mañana de 1774 Voltaire, el filósofo francés, invitó a un amigo a
contemplar el amanecer y en la presencia de un paisaje muy hermoso exclamó “Creo, creo
en ti gran Dios todopoderoso… en cuanto a usted el hijo y usted, la madre, esa es otra
historia.” Este tipo de fe representa el cambio que empezaba a ocurrir en el mundo
cristiano occidental, en medio de avivamientos como los pietistas en Alemania, los
Metodistas en Inglaterra y los grandes avivamientos de Estados Unidos la fe en un Dios
impersonal daba paso a las ideas deístas.

Los Platonistas de Cambridge

Fue un grupo interesado en aclarar cuáles son las características esenciales de la fe


cristiana y evitar los conflictos religiosos a causa de los dogmas secundarios de las
denominaciones cristianas. Los más importantes de ellos fueron Benjamin Whichcote, John
Smith, Ralph Cudworth y Henry More. Partiendo de muchas de las ideas de sus
inmediatos predecesores, Hales y Chillingworth, en el desarrollo del pensamiento liberal o
racionalista, no era su propósito la comprensión eclesiástica; sino luchar contra los excesos
dogmáticos dentro de la Iglesia y contra las extravagancias filosóficas fuera de ella. La
principal fuente de su inspiración fue el estudio de la filosofía platónica, no solo en Platón
mismo sino en sus discípulos alejandrinos y modernos. Este avivamiento platónico fue
importante para evocar la única fuerza adecuada que se enfrentara al naturalismo, en una
dirección que amenazaba los principios distintivos de la religión. De sus logros
permanentes, podemos decir que fue su impulso de la doctrina de la tolerancia, en ese
tiempo tan novedosa e impopular. Intentaron resolver el problema religioso no
abandonándolo, sino llevándolo a sus legítimas conclusiones, elaborando la distinción
esencial entre dogma y religión, que es una de sus contribuciones principales al
pensamiento moderno. Contra el materialismo de su tiempo trabajaron para demostrar
que la religión es una realidad trascendente, un poder que liga el alma a Dios y revela a
Dios al alma. Los exponentes y defensores de una Iglesia incluyente, los purificadores de
la teología popular, fueron al mismo tiempo los grandes campeones de la realidad de la
religión en un tiempo cuando los excesos de sus partidarios estaban llevando a muchos de
sus contemporáneos a la incredulidad. Este grupo fue una gran influencia para Newton.

El Deísmo

Newton

Isaac Newton creía que, tanto la Biblia, como el Universo mismo, eran un criptograma
establecido por el Todopoderoso, y varios de sus manuscritos, que fueron principalmente
narrados en latín, estaban firmados con la frase Jehová Sanctus Unus, que significa "Jehová
Dios Único".

La prioridad que él le daba a las Escrituras por encima de cualquier otro libro secular fue
expresada claramente a sus contemporáneos, de tal forma que el matemático Robert Smith
reportó al profesor Richard Watson que en una ocasión Newton dijo:

130
"Consideramos que las Escrituras de Dios son la más sublime filosofía. Encuentro más indicios de
autenticidad en la Biblia que en cualquier historia profana.”

Sin embargo la fe de Newton no creía en la deidad de Cristo ni que Dios se hubiera


revelado en Cristo de forma única. El creía en un dios de la naturaleza y del universo que
estableció las leyes de la física y de la geometría. Sin embargo, deseaba que sus
investigaciones científicas pudieran llegar a comprobar la existencia de Dios.

Los deístas junto con algunos cristianos racionalistas hicieron gran énfasis en la idea de
que una persona que vive una vida de acuerdo a los principios de Dios es salvo y
rechazaron obviamente la doctrina de la predestinación que les parecía contraria a la
gracia y al amor de Dios.

John Locke

John Locke nació en Wrington, cerca de Bristol, el 29 de Agosto de 1632, en el seno de una
familia de pequeños nobles rurales, y falleció en 1704. Se educó en la universidad de
Oxford. Obtuvo el grado de maestro en artes en el año 1658. También se interesó por la
medicina y la política, en la cual comenzó a militar desde los 35 años. Recibió la influencia
del pensamiento de John Owen (partidario de una política de tolerancia para con todas las
religiones)

En 1667 conoce a Anthony Ashley Cooper, posteriormente nombrado conde de


Shaftesbury, uno de los líderes de la oposición a la monarquía y a partir de este momento
Locke cambiará de postura. Afirmará con tenacidad que los magistrados no tienen
autoridad para interferir con las decisiones individuales de las personas quienes eligen sus
propios caminos a la salvación eterna. Niega por tanto que la libertad de culto degenere en
libertinaje y rebelión, mucho peores son las consecuencias nefastas que conlleva la
persecución religiosa.

En 1670 la Iglesia Anglicana lanza una intensa represión contra los disidentes religiosos,
desatando una verdadera caza de brujas que culminará con una quema y censura de
libros, cientos de prisioneros y muchos rebeldes enjuiciados, torturados y asesinados. Para
la monarquía gobernante era intolerable pensar que los individuos podían ser vistos a los
ojos de Dios como libres y responsables y, por lo tanto, que podían actuar según su libre
albedrío. Aquí comienza la lucha de John Locke: en la fundamentación del principio de
libre credo religioso como derecho natural del individuo, el cual precedía y era
independiente a la instauración de todo gobierno. El Estado, según Locke, tenía como fin,
únicamente, proteger los intereses civiles de los ciudadanos y no interferir en sus creencias
religiosas. Otro de los postulados que defendían los Disidentes eran que Dios creó a los
individuos iguales y libres respecto a otros; que los individuos son parte de una
comunidad que se funda en lo moral y es gobernada por leyes naturales, conduciendo sus
actos por los dictados de la razón; que las disputas deberán ser resueltas bajo provisión de
evidencia, argumentación y discusión; y que, a pesar de ser seres corrompidos, los
individuos son capaces de vivir en paz entre ellos, gracias al consenso y el acuerdo.

131
La Ciudad sobre un Monte (City on a Hill)

La Formación de los Estado Unidos y la fe calvinista

Los Padres Peregrinos es el nombre dado a uno de los primeros grupos ingleses que en el
siglo XVII, se establecieron en el territorio de los que luego serían los Estados Unidos para
crear una "Nueva Jerusalén". Se encontraban reunidos por la iglesia puritana de influencia
calvinista. La denominación "Pilgrim Fathers" para designar a estos colonos surge en el
siglo XIX asociándoles con un pasaje bíblico.

Los Peregrinos comenzaron su viaje el 5 de agosto de 1620 del puerto de Southampton a


bordo del navío Mayflower, luego de atravesar el Atlántico Norte arribaron a las costas
americanas de Nueva Inglaterra en noviembre de ese mismo año en la zona donde se
emplaza la actual ciudad de Provincetown prácticamente en el Cabo Cod de
Massachusetts. Estos viajeros deseaban establecerse en la colonia inglesa de Jamestown
(Virginia) que había sido fundada en 1607, pero errores de navegación les llevaron más al
norte.

El 21 de noviembre de 1620 (11 de noviembre según el calendario juliano que era entonces
vigente entre los británicos) algunos días antes de desembarcar -lo que ocurrió el 26 de
noviembre de 1620- el centenar de pasajeros del Mayflower juró un pacto propuesto por 35
de ellos contra las persecuciones del rey Jacobo I de Inglaterra, tal pacto es conocido como
el Mayflower Compact y por éste se hacia un edicto que establecía reglas para la vida en
común y para los principios que regirían el futuro establecimiento a fundar en el Nuevo
Mundo, establecimiento que resultó ser la Colonia de Plymouth. El Pacto del Mayflower
(Mayflower Compact) incluía criterios democráticos y de respeto para las creencias religiosas
personales. Un mes más tarde, el 21 de diciembre los Peregrinos fundaron la ciudad de
Plymouth.

El primer año en la colonia resultó muy duro debido a un clima más frío del esperado que
les ocasionó hambruna y epidemias, lograron sobrevivir en gran medida a las ayudas que
les dieron los indígenas Wampanoag.

En noviembre de 1621, al notarse una recuperación, la comunidad organizó una jornada


de acción de gracias por el cual -según la tradición- fueron agasajados los indígenas que
les habían ayudado esto resultaría el origen del actual Día de acción de gracias.

En el evangelio de Mateo, se encuentra el versículo bíblico que fue la visión de los


peregrinos fundadores, cuando habla de la ¨ciudad brillante montada sobre una colina¨
que será luz para el mundo. Esta fue la visión de John Winthrop.

Winthrop es se ha hecho famoso por su sermón " ciudad sobre una colina " ( ser un modelo
de caridad cristiana) en el que declaró que los colonos puritanos que emigraran al Nuevo
Mundo eran parte de un pacto especial con Dios para crear una comunidad santa. El
discurso de Winthrop es visto como un precursor al concepto de destino manifiesto de
Estados Unidos.

132
Sin embargo, después de los grandes avivamientos espirituales del siglo XVIII, la
influencia del deísmo en los Estados Unidos creció cada vez más como una forma de
reaccionar en contra de lo excesos de los fundadores puritanos.

Uno de los principales movimientos inspirados en el deísmo, fue el movimiento unitario,


que afirmaba principalmente la creencia en un Dios creador y la hermandad de todos los
hombres. Las buenas acciones son las que se manifiestan en las grande reiligiones y eso es
suficiente para agradar a Dios.

Uno de los más influyentes promotores del movimiento unitario fue William, E. Channing.
Su padre fue un juez y moderado calvinista; su madre una mujer de clase alta y creyente.
Bajo tales influencias manifestó pronto una profunda naturaleza religiosa y escogió la
profesión clerical. Esta decisión la tomó durante la época de la muerte de su padre y de un
avivamiento religioso que recorrió Nueva Inglaterra. En su hogar conoció al reverendo
Samuel Hopkins, el famoso calvinista y discípulo de Jonathan Edwards, por cuyo carácter
sintió profunda reverencia. En 1802 regresó a Harvard porque había sido elegido regente.
El 1 de junio de 1803 fue ordenado e instalado como pastor de la iglesia congregacional en
Federal Street, Boston, su única posición pastoral. Aquí inauguró una nueva era en la
predicación y avivó el púlpito con temas de filantropía cristiana y reforma social.

No mucho después de ese tiempo se hizo evidente que muchas iglesias congregacionales
de Nueva Inglaterra, especialmente en Boston y sus alrededores, se habían convertido, por
diversas influencias, en antitrinitarias y anticalvinistas. En la separación que siguió,
Channing se puso del lado de la denominada facción "liberal", siendo su dirigente
reconocido. En un famoso sermón en la instalación del reverendo Jared Sparks como
pastor de la Sociedad Unitaria Baltimore en 1819, presentó una clara declaración de los
puntos por los que divergía de las iglesias ortodoxas del tiempo. Él es considerado
comúnmente unitario, pero, en su propio lenguaje, deseaba considerarse a sí mismo
"perteneciente no a una secta, sino a la comunidad de mentes libres, amantes de la verdad
y seguidores de Cristo, tanto en la tierra como en el cielo. Deseo escapar de los muros
estrechos de una iglesia particular." Estas ideas le ganaron la estima de hombres de todas
las escuelas y tendencias. En una carta del 8 de mayo de 1841 declaró: "Tengo poco o
ningún interés en el unitarismo como secta. No puedo soportar los límites sectarios. En
una carta del 29 de agosto de 1841 dirigida a un inglés, expresó este sentimiento: "Según
me hago viejo... desconfío de la influencia sectaria más y más. Me siento distante de una
denominación y lucho para que mi relación sea más con la Iglesia universal y con todos los
hombres buenos y santos. Tengo poco de unitario, poca simpatía con el sistema de
Priestley y Belsham y estoy distante de todos, salvo de los que luchan y oran por mayor
claridad y buscan una manifestación más pura y eficaz de la verdad cristiana." (Memoir, ii.
106). De esta confesión algunos han deducido que hacia el final de su vida se inclinó más
hacia la ortodoxia, lo que niegan enfáticamente su sobrino y biógrafo y E. S. Gannett, su
colega y sucesor. En otra carta escrita tres meses más tarde (noviembre de 1841) dice:
"Estimo el unitarismo, no porque yo lo valore como un sistema perfecto, sino por estar
liberado de muchos grandes y perniciosos errores de los sistemas antiguos, estimulando la
libertad de pensamiento, elevándolo por encima del despotismo de la Iglesia y
promoviendo un espíritu manso y tolerante a todos los miembros del cuerpo cristiano."
(Memoir, ii. 121).

133
Bajo la influencia de esta perspectiva universalista que enfatizaba la bondad natural
humana se desarrollaron junto con los avivamientos evangélicos del siglo XIX otros
movimientos que negaban la idea del pecado original y la predestinación. Los más
conocidos fueron, los mormones de José Smith y la Ciencia Cristiana.

CFW
La Caída del Ser Humano, el Pecado y su Castigo

Nuestros primeros padres, seducidos por la sutileza y tentación de Satanás, pecaron al comer del
fruto prohibido. (1) Quiso Dios, conforme a su sabio y santo propósito, permitir este pecado
habiendo propuesto ordenarlo para su propia gloria. (2)
1. Génesis 3:13; 2 Corintios 11:3.
2. Romanos 11:32.

II. Por este pecado cayeron de su rectitud original y perdieron la comunión con Dios, (1) y por tanto
quedaron muertos en el pecado, (2) y totalmente corrompidos en todas las facultades y partes del
alma y del cuerpo. (3)
1. Génesis 3:6-8; Eclesiastés 7:29; Romanos 3:23.
2. Génesis 2:17; Efesios 2:1.
3. Tito 1:15; Génesis 6:5; Jeremías 17:9; Romanos 3:10-18.

III. Siendo ellos el tronco de la raza humana, la culpa de este pecado les fue imputada, (1) y la
misma muerte en el pecado y la naturaleza corrompida se transmitieron a la posteridad que
desciende de ellos según la generación ordinaria. (2)
1. Hechos 17:26 con Romanos 5:12, 15-19 y 1 Corintios 15:21,22,49; Génesis 1:27,28; Génesis 2:16,17.
2. Salmos 51:5; Génesis 5:3; Job 14:4 y 15:14.

IV. De esta corrupción original, por la cual estamos completamente impedidos, incapaces y
opuestos a todo bien, (1) y enteramente inclinados a todo mal, (2) proceden todas nuestras
transgresiones actuales. (3)
1. Romanos 5:6, 8:7 y 7:18; Colosenses 1:21.
2. Génesis 6:5; Génesis 8:21; Romanos 3:10-12.
3. Santiago 1:14,15; Mateo 15:19; Efesios 2:2,3.

V. Esta corrupción de naturaleza permanece durante esta vida en aquellos que son regenerados; (1)
y, aun cuando sea perdonada y amortiguada por medio de la fe en Cristo, sin embargo, ella, y todos
los efectos de ella, son verdadera y propiamente pecado. (2)
1. 1 Juan 1:8,10; Romanos 7:14,17,18,23; Santiago 3:2; Proverbios 20:9; Eclesiastés 7:20.
2. Romanos 7:5,7,8,25; Gálatas 5:17.

VI. Todo pecado, ya sea original o actual, siendo una transgresión de la justa ley de Dios y contrario
a ella, (1) por su propia naturaleza trae culpabilidad sobre el pecador, (2) por lo que este queda bajo
la ira de Dios, (3) y de la maldición de la ley, (4) y por lo tanto sujeto a la muerte, (5) con todas las
miserias espirituales, (6) temporales (7) y eternas. (8)

Los Filósofos de la Teología Moderna

Schleiermacher y Hegel

134
Friedrich Daniel Ernst Schleiermacher nació en Breslau en 1768 y murió en Berlín en 1834.
Fue teólogo y filósofo, profesor y predicador. En 1804 la Universidad de Halle lo llamó a
ocupar un profesorado de categoria secundario, dedicándose con ahínco a sus tareas
docentes. Su campo de acción era extensísimo pues parece haber enseñado casi todas las
materias del currículo excepto Antiguo Testamento, que era su punto débil.

En 1807 regresa a Berlín y allí dio conferencias públicas acerca de la filosofía griega.
Cuando fue abierta la nueva Universidad en el 1810, Schleiermacher pasó a formar parte
de su cuerpo docente. Poco meses después, comenzó a predicar desde el púlpito de la
Iglesia Reformada de Santa Trinidad y desde allí, fue durante años el más influyente
predicador del país. Entre sus obras, aparte de sus famosas traducciones y comentarios a
Platón figuran: Sobre la religión, discursos dirigidos a los instruidos entre aquellos que los
desprecian, 1799, tras cuya publicación inmediatamente fue animado por Schlegel a
empezar con la traducción de los textos de Platón, Fundamentos de una crítica de la
doctrina ética vigente hasta la actualidad, Teologia Dogmática.

La obra teológica de éste autor tiene un interés metafísico y religioso; en ella encontramos
una concepción metafísica del mundo y de la vida, mediante el cual el autor procura
justificar la religión en general y en especial al cristianismo. Su teología giró alrededor de
dos preguntas claves: ¿Qué es la religión? y ¿Qué es el cristianismo?

La concepción filosófica de Schleiermacher tiene como fundamento el idealismo


romántico. El romanticismo reaccionaba contra la aridez del intelectualismo.
Schleiremacher piensa que no podemos conocer nada respecto a Dios teóricamente. Para
conocer – dice El – se necesita el sentimiento de la experiencia. A pesar de esta nueva
perspectiva teológica mantiene la tradición radicalmente teocéntrica de los reformadores,
en especial Lutero y Calvino.

¿A Que Ideas Reaccionaba Schleiermacher?

El autor vuelve su mirada a los sistemas teológicos de los escolásticos protestantes, con su
excesiva preocupación por la precisión y la claridad del pensamiento, según él, habían
caído en descrédito por esta actitud tan cerrada. A esto se abona, el gradual
encasillamiento de los teólogos reformadores en una rígida doctrina que debería ser
creída. Esto, según él, había significado un estancamiento del pensamiento cristiano. La
sustitución de la aceptación sincera del Dios vivo por la creencia en ciertas normas de fe. Frente a
ese escolasticismo se levantaba un racionalismo no religioso que insistía en que la razón
humana era capaz de resolver todos los problemas y ofrecerle al hombre una dirección
efectiva en la vida. A Schleiermacher le interesaba llamar a los hombres a una experiencia

135
personal, inmediata, de la obra de Dios por medio de su hijo.

Schleiermacher quiere liberar la religión no sólo de la ciencia sino también de la moral,


para celebrar una religiosidad estética. Piensa él que el absoluto es comprendido mediante
la intuición estética a que Schleiermacher juzga poder dar un específico valor religioso.
Finaliza diciendo la religión no es ni metafísica ni ética, ni una combinación de ambas
cosas. La religión es algo más profundo, único, especial, sólo cuando advertimos esto
podemos explicarnos la expresión universal de la religión.

Schleiermacher afirma que la religión pertenece al terreno del sentimiento con esto quiere
decir, que la religión es una especie de conciencia primaria, un elemento único de la
experiencia humana que es realmente más fundamental que el conocimiento intelectual o
la acción ordinaria. Tanto el conocimiento como la acción, diría él, me enfrento con el
mundo con el objeto de mi conocimiento y la acción. Pero, en la religión tengo conciencia
inmediata de la profunda unidad del todo. Conozco a Dios no indirectamente por
inferencias tomadas del mundo de los sentidos o morales; sino directamente, mediante mi
experiencia que es completamente diferente del conocer o el actuar.

¿A Que Crisis Filosófica Responde Schleiermacher?

La ilustración constituye un movimiento cultural que ocupa el siglo XVIII, y se caracteriza


por el afán de explicar la realidad valiéndose exclusivamente de la razón. Entendida ésta
como la capacidad de adquisición de conocimiento a través de la experiencia. El
pensamiento de la ilustración va a girar en torno al tema de la naturaleza, de Dios, del
hombre y la sociedad. Esto también repercutió en el terreno religioso con el desarrollo del
deísmo.

Otra corriente que acompaña esta crisis de fe y razón, fue como la última respuesta al
problema medieval, mencionado con anterioridad en este párrafo. La fe se alza sobre la
razón con predominio absoluto. Para los racionalistas, nuestras ideas no se derivan de la
experiencia, sino de ciertos principios que conocemos de nuestra razón.

¿Cuál era Su Método Teológico?

En 1821 Schleiermacher publicó su Teología dogmática, que era una descripción


sistemática de su teología. Al mismo nivel de las Instituciones de Calvino, su obra
dogmática es la de mayor influencia dentro del protestantismo académico y ha
contribuido a la formación teológica de más de tres generaciones. Sería tan difícil a un
teólogo fundamentalista, conservador u otro, comprender el pensamiento teológico y
filosófico contemporáneo sin haber leído la dogmática de Schleiermacher, tanto en sus
virtudes como en sus defectos.

136
A través de los años, en la academia, en la lectura y en la investigación Schleiermacher
había llegado a conocer que cosas eran el trabajo arduo y el sufrimiento. Había sido pastor
durante varios años en una zona marginada de Alemania. Era ahora profesor universitario
y se había preparado para su tarea mediante un profundo estudio exegético y filosófico.
Había enseñado acerca de todos los temas teológicos excepto el Antiguo Testamento.

El método teológico de Schleiermacher parte de la experiencia cristiana y sostuvo que las


críticas de los racionalistas y los románticos estaban mal dirigidos. Las afirmaciones de la
fe no dependen de las construcciones de la teología natural o la ética, ni son deducidas de
una escritura o un credo infalible. La Biblia y los credos son importantes pero el creyente
no tiene fe en Cristo por causa de la Biblia. Más bien, la biblia adquiere autoridad debido a
que el creyente tiene fe en Cristo. El corazón del cristianismo según lo había aprendido,
éste autor de los moravos, no es la doctrina (dogmática, aseveraciones teológicas) o la
ética, sino una vida nueva en Cristo. Para él, las doctrinas cristianas son sólo explicaciones
expresadas en palabras de los sentimientos religiosos cristianos. Es decir, la doctrina es
para Schleiermacher una aserción acerca de nuestro sentimiento acerca de Dios. Entonces
¿Las doctrinas cristianas reflejan los sentimientos subjetivos de aquellos que la idearon? O
¿Realmente las doctrinas cristianas son el resultado de lo revelado al hombre en la biblia?

Hasta aquí hemos podido valorar su teología dogmática, pero antes de concluir es
necesario reconocer algunos de los muchos defectos teológicos en su discusión acerca del
cristianismo como “religión del Nuevo Testamento”. Este concepto surge de su falta de
comprensión del Antiguo Testamento. Schleiermacher no tiene ninguna reserva en afirmar
que “las relaciones del cristianismo con la antigua dispensación son las mismas que
guarda con el paganismo. De modo, que el Antiguo Testamento ha de ser colocado en el
mismo plano que la filosofía griega”. La razón de su perspectiva es que le parece que la
religión que presenta el Antiguo Testamento es la de un dios violento, por lo tanto no es el
Dios del cristianismo.

Según El, Jesús simplemente constituía una nueva fase en el plano evolutivo del ser
humano. Cristo conserva su conciencia de Dios y eso lo hace un ser divino, en cambio el
hombre siempre esta distraído de Dios (no está consciente). Su pensamiento refleja el
pensar teológico científico influido por las ciencias, entre ellas la física, la astronomía, la
biología, la filosofía entre otras.

En su dogmática afirma que para él, el cristianismo es por lo menos la más alta fe de todas
las que se conocen y en su centro se encuentra la perfecta redención y hace notar que ser
cristiano es ser miembro de un organismo viviente cuya vida le viene de Cristo. Es el
constante y mutuo dar y recibir de los “hermanos” de la iglesia lo que hace de la religión
cristiana lo que ella es.

137
En resumen, Schleiermacher marca un nuevo camino para la teología moderna con
consecuencias desastrosas en su mayoría. Su influencia se manifestará en el pensamiento
de los teólogos liberales alemanes que dejarán de creer en la biblia como la palabra de
Dios, abriendo la puerta a la creencia de que tal vez no sea necesario aceptar la totalidad
de la biblia como palabra de Dios para ser cristiano. Es más, la biblia se puede interpretar
de varias maneras, lo importante es la experiencia del amor y perdón de Dios que se nos
ofrecen en Cristo. Schleiermacher coloca a la conciencia religiosa en el sitio de la Palabra
de Dios.

Institución de la Religión Cristiana


CAPÍTULO PRIMERO
EL CONOCIMIENTO DE DIOS Y EL DE NOSOTROS
SE RELACIONAN ENTRE SI.
MANERA EN QUE CONVIENEN MUTUAMENTE

1. Relación de estos dos conocimientos

Casi toda la suma de nuestra sabiduría, que de veras se deba tener por verdadera y sólida
sabiduría, consiste en dos puntos: a saber, en el conocimiento que el hombre debe tener de
Dios, y en el conocimiento que debe tener de sí mismo.

Mas como esos dos conocimientos están muy unidos y enlazados entre sí, no es cosa fácil
distinguir cuál precede y origina al otro, pues en primer lugar, nadie se puede contemplar
a sí mismo sin que al momento se sienta impulsado a la consideración de Dios, en el cual
vive y se mueve; porque no hay quien dude que los dones, en los que toda nuestra
dignidad consiste, no sean en manera alguna nuestros. Y aún más: el mismo ser que
tenemos y lo que somos no consiste en otra cosa sino en subsistir y estar apoyados en Dios.
Además, estos bienes, que como gota a gota descienden sobre nosotros del cielo, nos
encaminan como de arroyuelos a la fuente. Así mismo, por nuestra pobreza se muestra
todavía mejor aquella inmensidad de bienes que en Dios reside; y principalmente esta
miserable caída, en que por la trasgresión del hombre caímos, nos obliga a levantar los
ojos arriba, no solo para que, ayunos y hambrientos, pidamos de allí lo que nos haga falta,
sino también para que, despertados por el miedo, aprendamos humildad. Porque como en
el hombre se halla todo un mundo de miserias, después de haber sido despojados de los
dones del cielo, nuestra desnudez, para grande vergüenza nuestra, descubre una infinidad
de oprobios; y por otra parte no puede por menos que ser tocado cada cual de la
conciencia de su propia desventura, para poder, por lo menos, alcanzar algún
conocimiento de Dios. Así, por el sentimiento de nuestra ignorancia, vanidad, pobreza,
enfermedad, y finalmente perversidad y corrupción propia, reconocemos que en ninguna
otra parte, sino en Díos, hay verdadera sabiduría, firme virtud, perfecta abundancia de
todos los bienes y pureza de justicia; por lo cual, ciertamente nos vemos impulsados por
nuestra miseria a considerar los tesoros que hay en Dios. Y no podemos de veras tender a
Él, antes de comenzar a sentir descontento de nosotros.
Porque ¿qué hombre hay que no sienta contento descansando en sí mismo? ¿Y quién no
descansa en sí mientras no se conoce a sí mismo, es decir, cuando está contento con los
dones que ve en sí, ignorando su miseria y olvidándola? Por lo cual el conocimiento de

138
nosotros mismos, no solamente nos aguijonea para que busquemos a Dios, sino que nos
lleva como de la mano para que lo hallemos.

CAPÍTULO VI
ES NECESARIO PARA CONOCER A DIOS EN CUANTO CREADOR,
QUE LA ESCRITURA NOS GUÍE Y ENCAMINE

1. La Escritura nos muestra al verdadero Dios


Por tanto, aunque la claridad que se presenta y pone ante los ojos de los hombres, así
arriba como abajo, así en el cielo como en la tierra, es suficiente para quitarles toda excusa
y pretexto a su ingratitud (pues de hecho Dios ha querido de esta manera manifestar su
majestad y deidad a todas las criaturas sin excepción alguna, para condenar al linaje
humano haciéndolo inexcusable), sin embargo, es necesario que haya otro medio, y más
apto, que derechamente nos encamine y haga conocer a quien es Creador del universo. Por
lo cual, no sin causa, Dios añadió la luz de su Palabra, a fin de que para nuestra salvación
le conociéramos. Es verdad que este privilegio lo concedió Él a los que quiso atraer a sí
más familiarmente. Pues como veía que el entendimiento de cada uno de los hombres
andaba vacilando y yendo de un lado para otro, después de haber escogido a los judíos
por pueblo particular y suyo propio, los encerró como en un coto para que no se
extraviasen como los demás. Y no sin razón hoy nos mantiene con el mismo remedio en el
verdadero conocimiento de su majestad, porque de no ser así, aun aquellos que parecen
ser más firmes y constantes que otros, se deslizarían al momento. Porque como los viejos o
los lacrimosos o los que tienen cualquier otra enfermedad de los ojos, si les ponen delante
un hermoso libro de bonita letra, aunque vean que hay algo escrito no pueden leer dos
palabras, mas poniéndose anteojos comienzan a leer claramente, de la misma manera la
Escritura, recogiendo en nuestro entendimiento el conocimiento de Dios, que de otra
manera sería confuso, y deshaciendo la oscuridad, nos muestra muy a las claras al
verdadero Dios. Por tanto es singular don de Dios que, para enseñar a la Iglesia, no
solamente se sirva El de maestros mudos, como son sus obras, de las que hemos hablado,
sino que también tenga a bien abrir su sagrada boca, y no solamente haga saber y publique
que se debe adorar algún Dios, sino también que es El Dios que debe ser adorado; y no
solamente enseña a sus escogidos que fijen sus ojos en Dios, sino que Él mismo se les
presenta ante los ojos para que lo vean. Él ha observado desde el principio este orden con
su Iglesia, a saber: además de aquellas maneras generales de enseñar, ha añadido también
su Palabra, que es una nota y señal mucho más cierta para conocerlo. Y no hay duda de
que Adán, Noé, Abraham y todos los demás patriarcas, habiéndoseles otorgado este don
de la Palabra, han llegado a un conocimiento mucho más cierto e íntimo, que en cierta
manera los ha diferenciado de los incrédulos. Y no hablo de la verdadera doctrina de la fe
con que fueron iluminados para esperar la vida eterna. Porque fue necesario para pasar de
muerte a vida, no sólo que conocieran a Dios como su Creador, sino también como su
Redentor; y lo uno y lo otro lo alcanzaron por la Palabra.

139
Hegel
Hegel critica a la teología tradicional por no haber sido congruente con su intención y con
el mensaje cristiano: si realmente el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios,
si la razón humana está ordenada para conocerle, si en Cristo, Dios se ha manifestado
definitivamente, entonces hay que llevar hasta sus últimas consecuencias las exigencias de
la razón para hacer transparentes los contenidos de la fe.

Hay que tener en cuenta, por otro lado, que la Razón tal como la entiende Hegel es algo
más que la mera capacidad reflexiva: Es el Espíritu que se capta a sí mismo como
momento del Absoluto; el conocimiento del Absoluto-Dios por la autoconciencia finita es
producto de la actividad del Absoluto mismo.

Casi toda la suma de nuestra sabiduría, que de veras se deba tener por verdadera y sólida
sabiduría, consiste en dos puntos: a saber, en el conocimiento que el hombre debe tener de Dios, y en
el conocimiento que debe tener de sí mismo.

Mas como esos dos conocimientos están muy unidos y enlazados entre sí, no es cosa fácil
distinguir cuál precede y origina al otro, pues en primer lugar, nadie se puede contemplar a sí
mismo sin que al momento se sienta impulsado a la consideración de Dios, en el cual vive y se
mueve; porque no hay quien dude que los dones, en los que toda nuestra dignidad consiste, no sean
en manera alguna nuestros. Y aún más: el mismo ser que tenemos y lo que somos no consiste en
otra cosa sino en subsistir y estar apoyados en Dios.

Juan Calvino

El concepto hegeliano de «saber absoluto» es la racionalización del concepto cristiano de fe


como acceso a Dios que, en última instancia, es un don divino (Efesios 2:8). Sin embargo,
esta racionalización no tiene lugar sin una grave transformación en la interpretación de la
fe cristiana en su conjunto, que aleja a Hegel del espíritu teológico acorde con la
Revelación (La biblia) y la Tradición (El Pensamiento de la Iglesia).

Hegel reconoce la autenticidad del Nuevo Testamento cuando se opone firmemente a la


“imposibilidad absoluta” de conciliar la fe y el saber.

Hegel piensa que la fe se profundiza por el conocimiento racional, pero en buena tradición
cristiana no es lícito contraponer fe y saber como principio y final de un proceso cognitivo.
En principio la intención hegeliana de luchar contra el positivismo teológico
(intelectualismo), contra el biblicismo y el tratamiento puramente histórico-exegético de la
verdad teológica; la cuestión de la verdad última de la religión no se resuelve con
argumentos históricos o de autoridad, sino con la auto explicación del espíritu que se
reconoce a sí mismo (Romanos 8:16).

140
En definitiva, Hegel quiere realizar la síntesis plena entre la fe y el saber en el plano del
saber, no en el seno de la fe, como la teología cristiana. La revelación definitiva del Dios
uno y trino en el mundo y la historia que anuncia el cristianismo significa que ya no
debería haber nada secreto en Dios.

La interpretación hegeliana del cristianismo como manifestación exhaustiva de la Trinidad


divina en el mundo, no deja lugar al Misterio infinito, y es congruente con su pretensión
de ofrecer un saber absoluto de Dios, totalmente transparente.

Hegel nunca ocultó su intención de entender a fondo y de forma renovadora la religión


cristiana para lograr la gran liberación de la humanidad. La «infinitud» que está inscrita en
el hombre como anhelo permanente y tensión hacia la trascendencia absoluta deriva en el
sistema hegeliano hacia la infinitización del espíritu humano llegado a un cierto estado,
más allá del cual no necesita ir.

Para Hegel no cabe la idea de “cielos nuevos y tierra nueva”, más allá de la razón que
accede a la eternidad a través de su auto captación. Lo real está aquí en nuestra razón y en
el conocimiento de Dios. No necesitamos más.

La Teología Liberal

“La teología liberal es definida por su apertura a los veredictos de los intereses intelectuales de la época
moderna, especialmente la ciencias sociales y naturales; y su compromiso con la autoridad de la razón y
la experiencia individual y a su compromiso de hacer del cristianismo creíble y socialmente relevante
para la gente moderna..” (Gary Dorrien, The Making of American Liberal Theology:ImaginingProgressive
Religion 1805-1900, p. xxiii.)

“Los cristianos liberales han tratado de entender su fe en referencia a su experiencia en la cultura


contemporánea…los cristianos liberales han visto el adaptarse a la cultura como algo necesario y
positivo…tratan de entender a Dios y su responsabilidad moral en terminos de el mejor análisis y
conocimiento científico disponible.” (Donald E. Miller, The Case for Liberal Christianity, p. 33)

“Claude Welch ( de la Univresidad de Yale) define la teología liberal como “el aprovechamiento máximo
del pensamiento moderno en teología” (Protestant Thought in the Nineteenth Century, I, 1799-1870, p.
142)

¿Podemos ser mejores cristianos amando a Cristo y dejando a un lado nuestros dogmas?

¿No es mejor para un cristiano vivir cerca de Cristo y experimentar su amor sin darle
mucha importancia a lo que dice la biblia?

¿La biblia tiene un significado secreto, un kerigma, que debemos descubrir?

¿Para ser cristiano es necesario creer que solamente hay una interpretación de la biblia?

141
¿Qué importancia tiene para el cristiano creer en la autoridad de la biblia?

¿No deberíamos ser más abiertos en lo teológico para poder relacionarnos mejor con los
que no creen?

¿No deberíamos adaptar nuestras creencias a la cultura que nos rodea para alcanzar a más
personas con el evangelio?

¿Realmente tiene algún propósito creen en conceptos como la predestinación? ¿Nos hace
ser mejores cristianos?

Los Teólogos Liberales del siglo XIX

La teología liberal es un intento de conciliar el cristianismo con la filosofía, la ciencia y el


conocimiento modernos. Para ello hace una reinterpretación totalmente nueva de la fe
cristiana. Se podría hablar de tres movimientos de liberalismo teológico en el siglo XIX:

 El que surge de la filosofía alemana y tiene como representante a Schleiermacher.


 El que surge de la filosofía de Kant.
 El que surge de la filosofía de Hegel.

En esta etapa del liberalismo se usan los métodos críticos literarios, históricos y
sociológicos para interpretar las Escrituras. En general su concepto de Jesús es que fue un
hombre especial lleno de lo divino. Rechazan lo sobrenatural.

Tres ideas características de este liberalismo son:

 El principio de continuidad, que borra la distinción entre lo sobrenatural y lo


natural.
 El principio de autonomía, por el que la razón humana tiene autonomía propia en
materia de fe.
 El principio dinámico, por el que en teología todo está abierto.

Una segunda fase del liberalismo sería el denominado neo-liberalismo, representado por
Bultmann y que tiene como principales características:

 La metodología histórico-crítica para interpretar la Escritura.


 Teología antropocéntrica, porque nada se puede decir de Dios si no se puede
traducir en términos existenciales para el ser humano.
 La filosofía existencialista – la verdad está en la experiencia- otorga la pre
comprensión para la interpretación del Nuevo Testamento.

Una reacción hacia el viejo liberalismo vino por medio de Karl Barth y Brunner, siendo
denominada la nueva postura neo-ortodoxa, aunque también teología de crisis y teología
dialéctica. Las principales característica de esta postura serían:

 Los neo-ortodoxos se consideran los verdaderos herederos de la Reforma, que


quedó acartonada por la ortodoxia protestante.

142
 Consideran que la ortodoxia, el catolicismo y el liberalismo son callejones sin salida
para la teología.
 La Biblia no es la revelación de Dios sino un testigo de la misma. La ortodoxia se
equivoca al identificar las palabras de la Biblia con la Palabra de Dios y la
revelación con las palabras de la Biblia.
 Ciertos acontecimientos especiales de la Biblia no son literalmente históricos sino
que las realidades que significan son realidades ciertas. Por eso Brunner usa la
palabra mito para describirlos y Barth leyenda.
 La filosofía existencialista es el punto de partida para la teología.

Génesis 3 se vuelve a repetir una y otra vez en la vida de cada ser humano. La ortodoxia
estaba en lo cierto al extraer la enseñanza de la caída, pero equivocada al interpretarla
como algo histórico.

Ferdinand Christian Baur

Aplica la dialéctica de Hegel al Nuevo Testamento, postulando que las antítesis de


Pedro y de Pablo, conducen a la antigua síntesis católica. Negó la autenticidad de
la mayor parte del Nuevo Testamento

Adolf von Harnack

Promulgó el Evangelio Social (Paternidad de Dios y hermandad de los hombres).


Enseñó en la universidad de Berlín.

“La historia del dogma es una disciplina de la historia general de la iglesia que tiene como su objeto
los dogmas de la iglesia. Esos dogmas son las doctrinas de la fe cristiana, lógicamente formuladas y
expresadas con propósitos científicos y apologéticos y cuyo contenido es el conocimiento de Dios, del
mundo y de las provisiones hechas por Dios para la salvación del hombre. La iglesia cristiana las
enseña como las verdades reveladas en las Sagradas Escrituras, cuyo reconocimiento es la condición
de la salvación que la religión promete. Pero como los adherentes de la religión cristiana no tuvieron
esos dogmas desde el principio, al menos de una manera sistemática, la tarea de la historia del
dogma es, en primer lugar, establecer el origen de los dogmas (del dogma) y en segundo lugar
describir su desarrollo sus variantes.”
(Historia del dogma)

Albert Schweitzer

Creía que Jesús enseñó erróneamente que el fin del mundo estaba cerca. “Ser bueno es
preservar la vida, promover la vida, exaltar la vida al nivel más alto que pueda alcanzar.
Ser malo es destruir la vida, dañar la vida, suprimir la vida que puede alcanzar un nivel
más elevado.”

“Pero el hecho es que quien es importante para nuestro tiempo y puede ayudarle no es el
Jesús que se conoce históricamente, sino el Jesús que se levanta espiritualmente entre los
seres humanos. No el Jesús histórico, sino el espíritu que surge de él y que busca influir y

143
gobernar en los espíritus humanos, eso es lo que vence al mundo.”
(La búsqueda del Jesús histórico)

Karl Barth

Génesis 3 es una leyenda bíblica más que un mito. Adán no es un hombre, sino un símbolo
de toda la raza humana en estado de transgresión. El pecado del primer hombre no afectó
a toda la raza humana en el pecado. La Biblia no es la revelación de Dios, sino un testigo
de esa revelación

“¿Quién es Adán? ¿El gran desconocido primer padre de la raza? No puede haber duda alguna de
que esta es la forma en que la tradición bíblica intentó que él fuese visto y comprendido... No nos ha
envenenado ni contagiado de una enfermedad. Lo que nosotros hagamos después de él no es hecho de
acuerdo a un patrón que irresistiblemente nos domina o a una imitación de su acción ordenada para
todos sus sucesores. Ninguno tiene que ser Adán. Somos así de libres y bajo nuestra propia
responsabilidad.” (Church Dogmatics, IV,1)

“Si Dios habla al hombre, habla realmente el idioma de esta palabra humana, concreta del hombre.
Esta es la verdad correcta y necesaria en el concepto de inspiración verbal... La inspiración verbal no
significa la infalibilidad de la palabra bíblica en su carácter lingüístico, histórico y teológico como
palabra humana. Significa que la palabra humana, falible y defectuosa es, como tal, usada por Dios
y ha de ser recibida y oída a pesar de su falibilidad humana.”

Rudolf Bultmann

El Nuevo Testamento está escrito en una forma de pensamiento mitológico: mitos


apocalípticos judíos y mitos gnósticos de redención. De lo que se trata es de
desmitologizar o desnudar del mito al Nuevo Testamento para descubrir el kerigma-
mensaje original.

...¿incorpora el Nuevo Testamento una verdad que es tan independiente de su trasfondo mítico? Si
lo hace, la teología debe emprender la tarea de desnudar el kerygma de su marco mítico, de
desmitologizarlo.

El orden cósmico del Nuevo Testamento es de naturaleza esencialmente mítica. El mundo se ve


como una estructura de tres pisos, con la tierra en el centro, el cielo por encima, y el infierno por
debajo. El cielo es la residencia de Dios y de los seres celestiales, los ángeles. El lugar inferior es el
infierno, el lugar de tormento. Hasta la misma tierra es más que la escena adonde tienen lugar
acontecimientos naturales y cotidianos, de lo rutinario y de la tarea ordinaria. Es el escenario en que
tienen lugar por una parte la actividad sobrenatural de Dios y los ángeles y por otra la de Satanás y
sus demonios. Estos poderes sobrenaturales intervienen en el curso de la naturaleza y en todo lo que
los humanos piensan, desean y hacen. Los milagros no escasean. El ser humano no controla su
propia vida...(Kerygma y Mito)

144
Paul Tillich

Concibe a Dios como 'el Fundamento del Ser' y a la fe como 'la preocupación última' del ser
humano. Esa profundidad es lo que significa la palabra Dios. Y si esta palabra no tiene mucho
sentido para usted, tradúzcala y hable de las profundidades de su vida, del origen de su ser, de su
última preocupación, de aquello que se toma en serio sin reservas. Quizá, para poderlo hacerlo,
deberá usted olvidar todo lo tradicional que ha aprendido acerca de Dios, quizás incluso la misma
palabra.'
(Paul Tillich, The Shaking of the Foundations)

145
Las Misiones Modernas
El Evangelio al Mundo

Al considerar el estudio de las misiones protestantes en su conjunto, uno no puede dejar


de sorprenderse por dos hechos que parecen contradictorios. Por una parte, estas misiones
presentan rasgos muy notorios y únicos pero que se manifiestan muchos años después del
inicio del protestantismo. Este fenómeno tiene múltiples causas. Por ejemplo, aunque
Lutero y Zwinglio eran conscientes de la necesidad de anunciar el Evangelio, tanto por
razones doctrinales como histórico-políticas, no se ocuparon mucho de la difusión
misionera del cristianismo. Las voces que se levantaron desde el principio en favor de un
esfuerzo específicamente misionero -Bucero, Biliander (m. 1564), Saravia (m. 1613)- apenas
encontraron eco, y las tentativas misioneras emprendidas entonces entre los judíos, los
musulmanes, los eslavos, los brasileños y los indonesios no tuvieron resultados duraderos.

1. Los inicios de la acción misionera protestante.

Las primeras misiones verdaderamente organizadas tuvieron lugar casi un siglo después
del inicio de la Reforma y partiendo de las comunidades protestantes más establecidas: la
luterana de Suecia y de Noruega en Laponia desde el siglo XVI y en América del Norte
desde el siglo XVII; la calvinista de Holanda en las posesiones holandesas desde 1624; la
luterana de Dinamarca en Groenlandia y en la India desde 1706; y sobre todo, la anglicana
en América del Norte, y después en la mayor parte de los países de Ultramar. Así en 1649
el Parlamento inglés crea la Corporation for the Propagation of the Gospel in Nueva
Inglaterra, que fue la primera sociedad protestante destinada a sostener financieramente la
obra comenzada por Eliot (1604-90); en 1698 la Society for Promoting Christian Knowlege;
y en 1701, la Society for the Propagation of the Gospel in Foreign Parts.

Estas primeras misiones tienen como característica común la de no ser sino extensiones de
las comunidades eclesiásticas protestantes estatales que las han creado y a cuya autoridad
están sometidas. A lo largo del siglo XVIII y comienzos del XIX, la estructura de las
misiones se modifica considerablemente. Esta modificación tiene su origen en el pietismo
alemán, más bien reservado con respecto al carácter institucional de las «iglesias estatales»
y más inclinado a considerar la Iglesia como la reunión de los fieles. Ya a principios del
siglo XVIII los misioneros alemanes B. Ziegenbalg (1682-1719) y H. Plütschau (1677-1746),
enviados a Tranquebar (India del Sur) por el rey de Dinamarca Federico IV, habían
entrado en conflicto con las autoridades políticas y religiosas que les habían asignado su
misión. Habiendo sufrido en Halle la influencia del teólogo pietista A. H. Francke (1663-
1727) no querían limitarse a erigir comunidades en las posesiones danesas, sino que
querían desplegar su actividad también en las posesiones inglesas. Además, su esfuerzo
iba orientado a constituir comunidades específicamente indígenas. Las misiones de la
comunidad de hermanos moravos, renovada por el conde N. de Zinzendorf (1760), se
inspiraron en los mismos principios; tenían un dinamismo sorprendente y unían una
visión ecuménica de la cristiandad con una concentración sobre la espiritualidad cristiana
(fundaciones moravas del siglo XVIII son: Antillas 1732, Groenlandia 1733, Surinam 1735,
África del Sur 1737, América del Norte 1740, Labrador 1771).

146
2. Las misiones desde la época de la Ilustración.

La Ilustración influyó de manera positiva y negativa en la vida de las misiones. Atacó


frecuentemente la vida y el pensamiento cristianos, pero, por otra parte, al subrayar la
multiplicidad de las civilizaciones y de las religiones humanas, forzó a los cristianos a
poner de relieve las presuposiciones que permitían discernir mejor las características
distintivas de la fe cristiana. Todos estos elementos están presentes en el comienzo nuevo
y explosivo que tuvieron las misiones protestantes desde el último tercio del siglo XVIII.
Esta vez el impulso no vino tanto de Alemania sino de Inglaterra, en donde la aparición
del metodismo puede ser considerada como la primera manifestación del nuevo pietismo
que debía marcar después, bajo la forma de los grandes avivamientos, el final del siglo
XVIII y la primera mitad del XIX. Se pueden distinguir en este nuevo comienzo los tres
motivos principales que siguen:

a) Las comunidades tradicionales, de tipo claramente confesional, extenuadas por sus


disputas teológicas y, todavía más, por los ataques de la Ilustración, tenían dificultad en
encontrar en sí mismas las fuerzas necesarias para responder a los desafíos de las
circunstancias históricas. Con frecuencia hasta se mostraron hostiles a toda renovación, de
modo que el impulso misionero general de esta época, orientado a la evangelización de
todos los hombres, se desarrolló en general independiente a todo lazo orgánico con las
confesiones establecidas (iglesias estatales – Luteranas y Episcopales). Este impulso se
produjo tanto en denominaciones antiguas (congregacionalistas o bautistas), como a las
nuevas (metodistas) o bien a iniciativas privadas que se iniciaron bajo la influencia de los
avivamientos. Ciertamente las confesiones establecidas particularmente en Inglaterra, país
de la flexibilidad por excelencia, se dejaron ganar, al menos en algunos medios, por el
nuevo impulso misionero (ej., la fundación en 1799 de la Church Missionary Society for
Africa and the East) pero en general, sobre todo en el continente, se puede decir que
permanecieron durante largo tiempo sin mucha acción. La situación en América del Norte
se presenta de una manera totalmente diferente: como allí no había religión oficial del
Estado, el lazo entre las misiones y las comunidades-madres fue desde el principio mucho
más fuerte.

b) Habiendo mostrado las teologías confesionales protestantes su ineficacia frente a la


Ilustración, el pietismo, que daba a la experiencia más importancia que a la doctrina, se
mostró como la expresión más eficaz del testimonio protestante. Insistía menos en la
adhesión a la doctrina que en la conversión del corazón, en la comprensión espiritual de la
biblia y en el anuncio del Reino de Dios a toda criatura humana. Lo importante era la
llamada desde la perdición a la conversión y a la salvación, independientemente de su
pertenencia confesional.

c) Aunque las misiones se inspiraban en un pensamiento contrario al de la Ilustración,


estas nuevas formas de misión también dependen parcialmente de ella. En efecto, su
desconfianza con respecto a la reflexión teológica iba acompañada de una confianza a
veces excesiva en la civilización europea. Para ellas, hacer avanzar el Reino de Dios
implicaba también la creación de las condiciones de vida que permitiesen a los indígenas

147
vivir dignamente. Por medio de esta visión del mundo, la misión se conjugaba con la
colonización y con sus aspectos contradictorios de progreso y de imperialismo. A pesar de
todo, no se puede desconocer el extraordinario dinamismo de este impulso misionero, de
su radiación universal y de su acción moral, pedagógica, social, económica, hospitalaria y
médica.

Entre los misioneros que marcaron de una manera particular esta etapa de las misiones
protestantes, hay que mencionar al bautista inglés William Carey (1761-1834), que dio
origen a la primera misión baptista en la India. El congregacionalista estadounidense R.
Anderson (1796-1880) que actuó en favor de la independencia de las comunidades
fundadas con respecto a sus fundadores; el inglés D. Livingstone (1813-73; v.) quien,
después de haber colaborado con la London Missionary Society (congregacionalista,
fundada en 1795) partió solo como evangelista y explorador al África negra y llegó a la
conclusión de que sólo los negros podían evangelizar a los negros; el inglés J. Hudson
Taylor (1832-1905), de origen metodista, que creó la China Inland Mission (1865) y practicó
el método itinerante de misiones al que consideraba como el más apropiado.

Es importante señalar las diversas sociedades misioneras protestantes que nacieron bajo la
influencia del despertar religioso. Entre las más importantes, por el número de sus
misioneros, de sus pastores y laicos, hay que recordar, en Gran Bretaña, la Wesleyan
Methodist Missionary Society (1813), las Sociedades presbiterianas de Escocia (1829), de
Irlanda (1840) y de Inglaterra (1847); en América del Norte, La American Board of
Comissioners for Foreign Missions (congregacionalista 1810), las diversas Sociedades
bautistas, metodistas, anglicanas, presbiterianas y luteranas. En Alemania, la Basler
Mission (1815, de tendencia pietista), la Berliner Mission (1824, luterana), la Rheinische
Missionsgesellschaf (1828, luterano-calvinista); en los países escandinavos, las misiones
danesa (1821), noruega (1842), finlandesa (1959) y sueca (1874, 1881), todas ellas luteranas;
en Holanda, varias sociedades inter confesionales, pero predominantemente calvinistas
(1797, 1858, 1859); en Suiza, la misión suiza en África del Sur (1875, calvinista); hay que
añadir, además, las comunidades coloniales de África del Sur (1824), del Canadá (1824) y
de Australia (1849, 1855).

3. Evolución contemporánea.

A mediados del siglo XIX las relaciones entre las misiones y las comunidades eclesiásticas
establecidas comenzaron a modificarse. Esta evolución presenta dos características
aparentemente contradictorias.

a) Por una parte, el desarrollo de la teología liberal y ortodoxa influyeron en las misiones
de tal manera que el objetico no era solo ganar almas para Cristo sino también convertir a
los nuevos cristianos en seguidores de cierta corriente doctrinal. Las misiones que crearon
fueron más intencionales en establecer nuevos grupos confesionales. Así, se crearon
algunas misiones del tipo de la High Church (1844, 1858). En Alemania, bajo la influencia
de K. Graul (1814-61), la poderosa Leipziger evangelisch-lutherische Missionsgeselleschaft,
de influencia claramente luterana, se hizo cargo en 1836 de la antigua misión germano-
danesa. Bajo el influjo de algunos luteranos radicales, tales como L. Harms (1808-65) y W.

148
Lóhe (1808-72), se constituyeron algunas misiones específicamente luteranas (1841, 1849,
1885). En Holanda, la fundación por parte de Abraham Kuyper (1837-1920) de la
Gereformeede Kerken, de tendencia muy calvinista, suscitó una misión de tipo muy
confesional (1892).

b) Por otra parte, a medida que se multiplicaban las Sociedades misioneras y a medida que
su actividad, cada vez más intensa, se ejercía en los mismos campos de misión, las
misiones protestantes, reunidas por un fin común a pesar de sus orígenes confesionales
diversos, se encontraban en la necesidad de coordinar sus esfuerzos. De este punto
histórico se desarrolló en el siglo XIX una aspiración creciente a la colaboración en los
países de origen con algunos esfuerzos de acción común. Con el mismo espíritu de las
Alianzas evangélicas, inauguradas en Liverpool en 1846 bajo el impulso de T. Chalmers
(1770-1847), se sucedieron entre 1854 y 1900 algunas conferencias destinadas a coordinar a
diversos niveles la acción misionera (1854: Nueva York y Londres; 1860: Liverpool; 1878 y
1888: Londres, en donde se celebraron las primeras conferencias verdaderamente
internacionales y en donde, bajo el impulso de G. Warneck, 1834-1910, pionero de la
misionología, se prestó una atención particular a la autonomía de las nuevas
comunidades; 1900: Nueva York). De este impulso hacia la unidad surgieron algunas
Sociedades misioneras unidas, tales como la Regions beyond Missionary Union (1899), la
Christian and Missionary Alliance (1897) en América del Norte, la Neukischener
Missionsgesellschaf t (1882) en Alemania y las ramificaciones alemanas de la China Inland
Mission (1890, 1899).

Durante este mismo periodo, la forma del testimonio cristiano dado por las misiones
protestantes evolucionó sensiblemente. El vínculo entre Evangelio y civilización europea y
la unión a veces excesiva entre misión y colonización, que habían caracterizado a las
misiones del principio de siglo, aparecían cada vez más debilitadas. Se comenzó a tomar
conciencia de la relatividad de las formas cultuales e intelectuales que los misioneros
habían impuesto, con frecuencia inconscientemente, a las poblaciones que evangelizaban.

Entonces se comenzó a sentir la necesidad, aunque todavía tímidamente, de hacer una


distinción más clara entre el Evangelio y las tradiciones europeas culturales en las que se
había expresado la fe cristiana hasta entonces. Algunas misiones como la Ostasien
Mission, (1884) pusieron el acento en el respeto debido a las antiguas culturas de la India,
de China y Japón. Por otra parte, sobre todo en Estados Unidos, la herencia de la
Ilustración tomó un nuevo y considerable impulso, muy diferente del uso que de ella
habían hecho los grandes avivamientos . Para los defensores del Evangelio Social (Social
Gospel), tales como el bautista americano W. Ranschenbusch (1861-1918), se entendía la
misión esencialmente coma una manifestación del amor. Con ello corría el riesgo de
identificar la ética social con la misma salvación. Este pensamiento se conjugaba de
manera sorprendente con la idea del American Way of Life. Ciertamente los protestantes
de América de todas las denominaciones reaccionaron contra estas tendencias que ponían
en peligro el testimonio cristiano auténtico. Pero a veces la reacción, insuficientemente
fundada teológicamente, cayó en los excesos contrarios de un fundamentalismo simple,
preocupado únicamente por salvar las almas de la perdición y por promover ciertas
posiciones doctrinales sin preocuparse por las consecuencia (implicaciones) sociales del
Evangelio.

149
El Movimiento Protestante en México y La Iglesia Presbiteriana

El desarrollo de la fe reformada y en general del protestantismo en México no se habría


desarrollado como lo hizo sin los disidentes del catolicismo que hicieron suyas las
doctrinas evangélicas. Como sucedió en Europa en el siglo XVI dentro de la Iglesia católica
hubo también clérigos disidentes de la ortodoxia religiosa defendida por las autoridades
eclesiásticas. En este sentido, es muy común encontrar a ex curas en las primitivas Iglesias
protestantes que se establecieron en Latinoamérica. Clérigos y laicos católicos inconformes
con las prácticas o la teología de su Iglesia, a la par del contacto con la literatura y con los
portadores de las ideas protestantes que llegaban de otros países promoviendo las nuevas
doctrinas entre la población.

En México, durante la segunda mitad del siglo XIX el gobierno de Benito Juárez
implementó las Leyes de Reforma que separaban al Estado de la Iglesia. Sacerdotes
católicos identificados con la política religiosa del gobierno liberal juarista intentaron crear
una Iglesia Católica Mexicana separada de Roma. Este movimiento fue promovido
principalmente por sacerdotes, los cuales fueron conocidos como “Padres
constitucionalistas” por su defensa de la Constitución liberal de 1857. Un manifiesto de
esta nueva Iglesia nacional fue reproducido en el periódico liberal Monitor Republicano el
5 de octubre de 1861, en el cual se afirmaba:

“En la ciudad de México, a los quince días del mes de agosto del año de mil ochocientos cincuenta y
nueve, deseando la observación verdadera de la sana y justa doctrina de Jesucristo que tantos bienes
ha dado y dará al universo, y que por la costumbre del clero y su disciplina parece más bien una
secta errónea; reunidos bajo la protección del Espíritu Santo, los presbíteros cristianos católicos,
Rafael Díaz, Juan Nepomuceno Enríquez, Juan Francisco Domínguez, Manuel Aguilar, Manuel
Estrada, Cristóbal González Ríos; a nombre de los demás hermanos que están fuera de la capital:
Considerando, que los abusos de los prelados y alto clero de la nación, que no respetan ni las
Santas Escrituras, ni los Cánones, ni los Concilios, que por su sórdido interés [en] los bienes
temporales son la causa del desorden y revolución social.
Considerando, que el arzobispo ha sido el primero en desprestigiar al clero mexicano,
introduciendo en él la división y provocando así el desafecto de los fieles a los ministros, sin que
haya sabido ni corregirlo, ni defenderlo...
Considerando, que las farisaicas e incendiarias pastorales del Sr. Garza y demás obispos de
la nación han engendrado odio al clero, que debía haber reformado ya con medidas sabias y
canónicas.
Considerando, en fin, que estos desaciertos son el origen de tanta desmoralización y
desenfreno que perjudican a toda la sociedad, convencidos de que estos males se calmarán con la
reforma civil y religiosa, hemos acordado nombrar por nuestro representante ante el gobierno
legítimo de Veracruz, con todas las facultades necesarias, al presbítero D. Rafael Díaz, a fin de que,
manifestándole nuestros sentimientos y deseos al supremo gobierno, tenga a bien apoyarnos y
autorizarnos con su consentimiento, para promover las reformas y convocar sacerdotes pacíficos,

150
que reconociendo en todo al supremo gobierno, sometiéndose a la constitución y leyes que de ella
emanen, nos ayudan alarmadas por las predicaciones sediciosas de los falsos ministros, y de esta
manera cooperemos al reconocimiento del gobierno nacional, al establecimiento de la paz y a
Jesucristo, que fue pobre, humilde, indulgente y amable, no cruel, tirano, rico y vengativo como lo
representan los prelados de México.
Encargamos muy particularmente a nuestro comisionado, le presente al Exmo. Sr.
Presidente nuestros cordiales respetos y consideraciones y que hay otros muchos eclesiásticos de
nuestras mismas ideas, que no se declaran por no perder sus destinos y por no sufrir la persecución
de los prelados; pero que lo harán luego que se establezca la reforma y haya seguridad.
Juan Nepomuceno Enríquez, Juan Francisco Domínguez, Manuel Aguilar, Manuel
Estrada, Cristóbal González Ríos”.

El apoyo del régimen liberal juarista a este movimiento no se hizo esperar, principalmente
después de que se cerrara la posibilidad de llegar a un acuerdo con la jerarquía católica
sobre las Leyes de Reforma que el gobierno impulsaba. En una carta del 25 de octubre de
1859 dirigida a uno de los líderes de los padres constitucionalistas, el sacerdote Rafael Díaz
Martínez, Melchor Ocampo transmitía un mensaje del presidente Benito Juárez en el que
le manifestaba la simpatía del gobierno por el grupo de clérigos que intentaban formar
una Iglesia católica nacional anteponiendo los intereses de la República.

“Secretaría de Estado y del Despacho de Gobernación.


El Excelentísimo Sr. Presidente, que desea no sólo que nadie sea perseguido ni molestado, ni mucho
menos el clero de la República, ...sino que además quiere que persona que conozca su buena
voluntad y rectas intenciones, y que tenga al mismo tiempo facilidad de ponerse en contacto con las
personas que componen dicho clero, se ocupe de esto, nombra a usted su agente general...
Para personas de miras tan elevadas como las de usted, no creo deba ofrecerse mejor
recompensa que la satisfacción de la propia conciencia, la consideración y apoyo de las personas
sensatas y el buen nombre dejado a una posteridad que lo bendecirá por el beneficio que en esto haga
al desgraciado México. Se cuidará, sin embargo, de auxiliar los trabajos de usted cuando la ocasión
se presente. Acepte usted las consideraciones de mi aprecio y atenta consideración.
Dios y Libertad. H. Veracruz, octubre de 1859.- OCAMPO.- Sr. Presbítero Díaz Martínez.
Presente”.

El proyecto de formar una Iglesia Católica Mexicana no prosperó debido a varios factores;
aun así, es un antecedente importante para nuestro estudio, ya que varios de sus líderes se
pondrán en contacto con algunas denominaciones protestantes de Norteamérica para
buscar apoyos que permitieran fundar Iglesias protestantes al amparo de las Leyes de
Reforma. La denominación que fue vista con más simpatía por los padres
constitucionalistas fue la Iglesia Episcopal, de tradición anglicana. A través del
representante de esta Iglesia, el misionero Henry Riley, la Iglesia Episcopal compró
algunos de los templos que habían sido nacionalizados por el gobierno a la Iglesia católica

151
para ser usados por esta nueva Iglesia mexicana, entre ellos el templo de San Francisco, al
que según algunas fuentes históricas protestantes acostumbraba acudir los domingos con
su familia el presidente Benito Juárez. En este sentido, es conocida su simpatía por el
protestantismo, según lo había dejado registrado Justo Sierra en su obra Evolución política
del pueblo mexicano. Cuenta Sierra que Juárez le había comentado en una ocasión:
“Desearía que el protestantismo se mexicanizara conquistando a los indios; éstos necesitan
una religión que los obligue a leer y no les obligue a gastar sus ahorros en cirios para los
santos”. Otro comentario de Juárez en el mismo sentido aparecía testimoniado en una
historia del metodismo en México escrita por el misionero John Wesley Butler: “Del
desarrollo del protestantismo —decía Juárez— depende la futura felicidad y prosperidad
de mi nación”.

Junto al movimiento que lideraban los padres constitucionalistas, existían otros grupos
cristianos no católicos dirigidos por laicos como Arcadio Morales y Sostenes Juárez. El
primero se integrará junto con sus seguidores a la Iglesia presbiteriana, llegando Morales a
ser ordenado pastor de esta Iglesia en 1874. Arcadio Morales será una figura clave para la
consolidación de la posterior Iglesia Nacional Presbiteriana; lo que significa también que el
presbiterianismo se estableció en México a partir de que logró atraer a algunos de los
pequeños grupos religiosos no católicos que ya existían antes de la llegada de los
misioneros extranjeros de esta denominación.

Por otro lado, Sostenes Juárez, un liberal masón simpatizante de las doctrinas protestantes,
había promovido en 1885 un movimiento de laicos conocido como Sociedad de Amigos
Cristianos, o también como Comité de la Sociedad Evangélica. Al iniciar la difusión de sus
nuevas convicciones religiosas Sostenes Juárez promovía reuniones en el número 21 de la
calle de San José del Real. “Lo primero que hizo fue mandar unas tarjetas a los «liberales
rojos» invitándoles a su culto. Llegaron cuatro o cinco y después de un tiempo asistían
quince o dieciocho personas al culto de los martes y unos cincuenta o sesenta los
domingos”. Sostenes Juárez se haría posteriormente miembro de la Iglesia metodista junto
con el grupo evangélico que había formado. El Historiador Rubén Guerra afirma:

“Todos, o casi todos, estos intentos coincidieron con tentativas de los grupos liberales por
establecer la tolerancia religiosa en México. A esos grupos se dirigieron los misioneros.
Cuando John W. Butler evaluó el trabajo misionero de nuestro país señaló que «muchas
congregaciones protestantes encuentran su origen» en estos trabajos. Es más, del grupo de
sacerdotes «constitucionalistas» surgieron los primeros predicadores protestantes
mexicanos”.

Otros grupos de cristianos no católicos se desarrollaron también en varios estados de la


República mexicana; a los nombres de Arcadio Morales y Sostenes Juárez habría que
agregar el de otros líderes de grupos no católicos como Marcelino Guerrero, Juan Amador,

152
Brígido A. Sepúlveda y Felipe de Jesús Pedroza. Varios de esos grupos se convertirían
posteriormente en las primeras Iglesias denominacionales del protestantismo mexicano:
presbiterianas, metodistas, bautistas, congregacionales, etc. Esto explicaría en parte la
existencia de una gran cantidad de Iglesias protestantes a los pocos años de que los
representantes de las diversas juntas misioneras se establecieran en México. La mayoría de
los primeros misioneros extranjeros llegaron alrededor de 1872 bajo la protección de las
Leyes de Reforma, muchos de ellos sin hablar español. Como se puede ver en la siguiente
tabla, a los tres años de su llegada ya reportaban 125 congregaciones, siete años después el
número casi se duplica.

Congregaciones protestantes en México, 1875-1910


Año 1875 1882 1888 1892 1897 1903 1910
Número 125 239 393 469 600 550 700

Fuente: Jean-Pierre Bastian, Los disidentes: Sociedades protestantes y revolución en México, 1872-
1911, México, Fondo de Cultura Económica, 1991, p. 320.

Dadas las características de cómo se estableció y difundió en México el protestantismo


denominacional, se puede decir que en algunos casos los misioneros extranjeros sólo
llegaron a darle nombre a Iglesias o grupos locales ya existentes fundados por mexicanos.
Para entender la particularidad del surgimiento del protestantismo en México es necesario
tomar en cuenta la Reforma liberal juarista que promovió las Leyes de Reforma, las cuales
fueron pronto elevadas a rango constitucional.

Entre 1872 y 1874 cinco sociedades misioneras protestantes entraron a México: La Iglesia
Presbiteriana del Norte, la Iglesia Presbiteriana del Sur, la Iglesia Metodista del Norte, a
Iglesia Metodista del Sur y la Iglesia Congregacionalista. Entre sus propósitos se
encontraban combatir a la iglesia católica ya que era vista como un obstáculo para la
democracia de la sociedad y para la educación del pueblo. Los protestantes promovían la
difusión de la Biblia, buscaban mejorar la sociedad a través de la moral, educar a la
población, la eliminación de dogmas y ritos.

El Presbiterianismo

El inicio del presbiterianismo en México, se da alrededor del año de 1827 con la llegada de
los primeros colportores como Diego Thompson, que vino como agente de la Sociedad
Bíblica Británica y Extranjera, y trajo un cargamento de Biblias descargándolo en el puerto
de Veracruz. Algunos de los precursores del presbiterianismo en México: Dr. Julio Mallet
Prevost, W. G. Allen, Melinda Rankin, Rev. A. J. Park, Arcadio Morales.

Se reconoce como fecha oficial del inicio de la Iglesia Presbiteriana en México, el año de
1872 que fue cuando llegaron los primeros misioneros presbiterianos a México, entre ellos

153
los Reverendos: Maxwell Phillips, H. C. Thomson, P.E. Pilkin, M.N. Hutchinson, Tomás F.
Wallace, Antonio T. Graybill y otros más que llegaron posteriormente. Mujeres que
trabajaron hombro con hombro en la evangelización en México, tal es el caso de: Ana
Virginia Greene, Wilma J Brawn, Elizabeth M. Wallace, Anita R. Boyce, Tabitha Petran, Z.
V. Myers. Juana Lorena Ross, J. O. Shelby e Isabella B. Brown, entre otras.

El día 28 de noviembre de 1947 se organiza la R. Asamblea General de la Iglesia Nacional


Presbiteriana en México, en la Iglesia “El Divino Salvador” de la Ciudad de México con
tres R. Sínodos los cuales estaban conformados por 9 Presbiterios en total. La primer
Directiva de la R. Asamblea General la integraron los siguientes elementos nacionales: Pte.
Pbro. José Coffin Sánchez, Vice Pte. Pbro. Asunción Blanco R., Secretario Permanente.
Pbro. Ezequiel Lango y Tesorero. Anciano Gobernante. Sr. Fernando R. Rodríguez. En la
actualidad la Asamblea General de la INPM, está conformada por 71 Presbiterios, 15
Sínodos, agrupados en alrededor de 6,0000 templos en el País y aproximadamente 2
millones de presbiterianos.

Melinda Rankin

El ministerio de Melinda Rankin tuvo fechas claves, en 1852 en Brownsville, Texas, 1863 en
Matamoros, Tamaulipas y 1865 en Monterrey, Nuevo León. Durante su ministerio se tuvo
que enfrentar a la reprensión de las iglesias americanas por haber iniciado una misión
entre los mexicanos, la oposición de los católicos y las varias guerrillas en el país, así como
las distintas enfermedades fiebre amarilla. En un principio ella era interdenominacional,
sin embargo cuando llegó a Monterrey cooperaba con los bautistas. En 1877 se convirtió en
presbiteriana y la iglesia fue organizada en 1884 en esta ciudad. En 1890 fundó una escuela
que llegó a ser el Colegio Normal Presbiteriano de Saltillo.

Brígido Sepúlveda

En 1865 trabajaba como colportor. En 1867 junto con Tomás M. Westrup, un bautista,
introdujeron el Evangelio en Villa de Cos, Zacatecas. Junto con otros tres colportores
recibía un sueldo otorgado por Melinda Rankin y hacían giras para vender biblias y
revistas cristianas. En 1869, él afirmaba no ser bautista, sino usaba el térmico evangélico.
En 1877 trabajó con el misionero presbiteriano Henry C. Thomson. En 1833 junto con Jesús
Martínez fueron ordenados como pastores del Presbiterio de Zacatecas.5

Grayson Mallet Prevost

Grayson Mallet era un médico militar norteamericano y en 1846 durante la invasión a


México vió que había grandes posibilidades para la minería en Sinaloa y Zacatecas. Llegó
a ser amigo de Severo Cosío, un político liberal que luego fue gobernador de Zacatecas. En
1868 junto con Westrup evangelizaron la Villa de Cos entre sus actividades como
colportores. Allí realizaron una campaña de tres semanas logrando bautizar a 40 personas
incluyendo a Elias Amador y su hijo Juan Amador.5

Entre 1869 y 1872, Elias Amador, Juan Amador y Severo Cosío publicaron la revista La
Antorcha Evangélica. En 1870 el templo fue dedicado e impulsado por Juan Amador y

154
Prevost. En 1872 la iglesia contaba con 175 miembros adultos. Prevost deseaba agregar la
iglesia a una organización cristiana, pero no quiso unirse a la Iglesia Evangélica de México
fundada por Sóstenes Juárez y Arcadio Morales en la Ciudad de México prefiriendo
escribirle a la Unión Cristiana Foránea Americana (una institución interdenominacional)
enviando ellos un misionero de la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos a aceptar dicha
responsabilidad. En 1871 la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos envía al misionero
Paul Pitkin a Zacatecas. Pero en 1872 vuelve a escribir una carta a los presbiterianos de
Estados Unidos y deciden enviar varias familias misioneras a México. En 1872 la iglesia de
Villa de Cos, Zacatecas llega a ser la Primera Iglesia Presbiteriana en México.

Arcadio Morales

En 1859 la madre de Arcadio Morales trabajaba en una casa donde se leía la Biblia. Ella
comenzó a influir sobre su hijo para la lectura de la misma. Morales adquirió una Biblia en
1863, siendo difícil de conseguir debido a que se tenía que tener permiso especial para
leerla. En 1869 su madre le invitó a que asistiera a una reunión cristiana que se efectuaría
en la Primera Iglesia Evangélica de la Ciudad de México, fundada por Sóstenes Juárez
(fundador de la Iglesia Metodista de México). Esta iglesia cabe mencionar tenía una liturgia
sencilla: Lectura de la Biblia, oración y meditación de un texto bíblico. En 1869 cuando el
misionero Riley llegó les enseñaron a cantar siete himnos. Posterioremtne Arcadio Morales
se interesa y acude a las reuniones de la iglesia evangélica. Arcadio Morales llega a ser
pastor de la Iglesia de Juárez y comienza a trabajar como colportor de la Sociedad Bíblica
Británica Extranjera.5

El misionero Riley deseaba que la iglesia de Morales se afiliara a la Iglesia Episcopal de


Estados Unidos, sin embargo Arcadio Morales y Agustín Palacios, un ex sacerdote, se
opusieron por lo que se dividió la iglesia. Los primeros misioneros que iban camino a
Zacatecas conocieron al grupo de Arcadio y Palacios. Ellos invitan a Arcadio a predicar y
pagándole un sueldo. En pocos meses Arcadio Morales se hizo presbiteriano por lo que
Agustín Palacios lo excomulgó de la iglesia evangélica (al final él llega a hacerse metodista
en 1878).5

En 1873, el misionero Merrill Nathanael Hutchinson comenzó a enseñar clases de


homilética para extender la palabra de Dios es una escuela. En 1878 tuvo once graduados
incluyendo a Arcadio Morales y Procopio Camilo Diaz. Estos a su vez extendieron el
Evangelio a Guerrero, Michoacán, Hidalgo, el Estado de México y Veracruz (entre 1878 y
1885). En 1876 el misionero Merrill compró un templo católico para crear la Iglesia Divino
Salvador en la ciudad de México. En Acapulco, Procopio Camilo Diaz funda el 24 de enero
de 1875 la primera iglesia presbiteriana con 53 miembros. Sin embargo el 26 de enero de
ese mismo año los católicos los atacaron y murieron 6 personas dejando herido al Procopio
y el misionero Merril salió huyendo a San Francisco.5

Arcadio Morales participó en la fundación de los seminarios presbiterianos, en un principio


en el D.F., Zacatecas, Monterrey, Saltillo, Matamoros, Linares. Ya en 1885 había un
seminario teológico en San Luis Potosí, cambiándose en 1887 a Tlalpan, en 1897 a
Coyoacán y en 1904 la iglesia presbiteriana Getsemaní llega a ser su capilla. Entre 1917 y
1930 el Plan de Cinncinati cierra el seminario presbiteriano creando un seminario inter
155
denominacional pero en 1931 se organiza el seminario presbiteriano en el anexo del templo
Getsemaní en Coyoacán. Arcadio Morales trabajó como fundador de la iglesia presbiteriana
en México. El fue el primer pastor de la iglesia Divino Salvador. Esta iglesia se organizó en
1881 y ya para 1882 tenía 551 miembros, además era la primera iglesia que sostenía a su
pastor económicamente. En las cárceles Arcadio visitaba a los presos y se le consideró el
“Moody de México” pues en 1895 cuando D.L. Moody vino a México Arcadio aprendió de
él y predicó en campañas de muchas iglesias. Arcadio Morales participó en la creación de
una Junta Misionera Mexicana con el propósito de establecer una obra misionera sostenida
por mexicanos. Fue presidente de esta junta de 1890 a 1904. La iglesia presbiteriana
levantó más congregaciones en Guerrero y México.

156
La Reacción en Contra del Liberalismo Teológico
B.B. Warfield

Nació el 5 de noviembre de 1851 en Lexington (Kentucky, EE.UU.). Fue descendiente de


puritanos ingleses y se educó bajo la enseñanza del Catecismo de Westminster y de la
Biblia; su abuelo fue un distinguido ministro presbiteriano. A la edad de dieciséis años
hizo confesión pública de su fe; sin embargo, en esos años, no expresó ningún deseo de
estudiar teología, pese al interés de su madre de verlo convertido en un predicador del
Evangelio.

Se graduó en el College de New Jersey (hoy Universidad de Princeton) con los más altos
honores. Era el año 1871. En septiembre de 1873 se inscribe en el Princeton Theological
Seminary, del que se graduará tres años más tarde. Tuvo por profesores a Charles Hodge,
entonces en sus 70 años, y al hijo de éste Caspar Wistar.

Warfield utilizó como libros de texto los tres volúmenes de la Teología Sistemática de
Hodge para el curso académico de tres años que enseñaba en el seminario. Esto le permitía
dedicar todas sus energías a los temas controversiales que en su época estaban dividiendo
a la iglesia protestante. Para darnos una idea de su obra debemos reconocer que la
colección de sus artículos aparecidos en diversas revistas religiosas y en diccionarios y
enciclopedias teológicas componen diez volúmenes de gran formato.

Como buen calvinista estaba plenamente convencido de que en la Confesión de Fe de


Westminster "poseemos la más completa, la más plenamente elaborada y cuidadosamente
guardada, la más perfecta, la expresión más vital que nunca haya realizado mano de
hombre, de todas las formulaciones de la religión evangélica, y de todo lo que ha de
salvaguardarse si la religión evangélica ha de continuar en el mundo."

Martyn Lloyd-Jones dijo que Warfield fue el primero de todos los defensores de la fe:
"Ningún escrito teológico es tan intelectualmente satisfactorio y tan fortalecedor de la fe
como los de Warfield".

Sobre todas la facetas de su ministerio como teológo destaca su papel como defensor de la
doctrina de la inspiración e inerrancia de las Escrituras. Dedicando su vida a refutar los
errores del liberalismo teológico, así como a las ideas perfeccionistas (que los cristianos no
pueden pecar si son verdaderamente nacidos de nuevo) de Finney y otros temas
importantes de su época.

157
Carlos Hodge

Nació en Filadelfia, su madre era descendiente de hugonotes franceses y presbiteriana


convencida. Educó a su familia en la Fe de Westminster, fe de la cual hijos y nietos nunca
llegaron a apartarse.

Hodge, se convirtió a la edad de 18 años, como resultado de un avivamiento mientras


estudiaba en el College de Princeton en 1815. Se matriculó en el seminario en 1816, junto a
otros veintiséis estudiantes, bajo la enseñanza de los dos únicos profesores de aquel
entonces, Alexander y Miller. Hodge llegó a ser un fiel discípulo de Alexander de quien se
puede decir que aprendió todo: un conocimiento sólido del calvinismo unido a una
ferviente espiritualidad evangélica. Se graduó el 28 de septiembre de 1819, un mes más
tarde, recibió la licencia para predicar el Evangelio. Su pasión era la salvación de almas y
la propagación de la sana doctrina. Así que cuando se le propuso como profesor asistente
de Literatura Bíblica y Exégesis, en el seminario del que acababa de graduarse, rechazó el
ofrecimiento, ya que para él no había privilegio mayor que la predicación del Evangelio.
Su merecida fama como teólogo sistemático tiende a anular sus muchos otros méritos
como hombre de Iglesia.

Tan pronto como en 1820 lo vemos enseñando en Princeton junto a sus dos antiguos
profesores, Alexander y Miller. Tal fue el efecto que produjo sobre ellos que éstos le
recomendaron a la Asamblea de la Iglesia como profesor regular. Hodge dedicó más de
medio siglo de su vida a la enseñanza y preparación de candidatos al ministerio cristiano.
Se calcula que unos 3000 estudiantes pasaron por sus clases durante esos cincuenta años.
El día que se conmemoró semejante acto todas las tiendas y negocios de Princeton
cerraron sus puertas para manifestar su admiración y respeto por el homenajeado. Hodge
solamente se ausentó de su cátedra de enseñanza durante un período de dos años, que
aprovechó para estudiar en instituciones de Europa. La motivación de este paso surgió de
su sincero convencimiento de lo inadecuado de su preparación en lenguas bíblicas y
orientales y en crítica bíblica, propia de la erudición teológica germana. Así que, en 1826,
por el nombre y la buena reputación del seminario y en interés de su propia formación
teológica, decidió marchar a Francia y Alemania para estudiar con los mejores profesores
en el campo de las ciencias bíblicas. En Alemania estudió el idioma con el joven George
Müller, sin que aún pudiera adivinarse el futuro líder de los Hermanos y fundador de los
célebres orfelinatos. También tuvo ocasión de oír predicar a F.D.E. Schleiermacher, el
padre del liberalismo religioso moderno.

Hodge dio una orientación definitivamente científica a su labor teológica, en el sentido de


estudio riguroso y bien articulado, en la mejor tradición de la teología cristiana de todos
los tiempos. No fue sólo un teólogo sistemático preocupado por poner en orden la
multitud de textos bíblicos respecto a las diversas verdades doctrinales de la fe cristiana,
fue también un insuperable comentarista. De ello dan fe sus admirables comentarios a
Romanos, Efesios, 1ª y 2ª Corintios. En ellos se revela el erudito minucioso, el conocedor
de los idiomas originales, el teólogo capaz de traer los detalles a la luz de su plan general,
el pastor de almas, siempre a la escucha de la voz del Maestro.

158
Consumó la gran obra de su vida con la publicación en tres volúmenes de su Teología
Sistemática (1872), justamente seis años antes de su muerte. Permanece como la más
efectiva presentación americana del calvinismo evangélico, de modo que aún hoy continúa
utilizándose.

La Doctrina de la Inerrancia

Vivimos en una época en la que hay una tendencia ignorar lo que es verdad y mentira. El
hombre posmoderno dice, “Nada es verdad” o quizá “La verdad existe, pero no podemos
saberla.” Hemos crecido acostumbrados a dudar y mucha gente parece cómoda con la
noción de que la Biblia también contiene errores.

En este contexto, la doctrina de la inerrancia bíblica es extremadamente importante,


porque la verdad importa para la fe cristiana. Este hecho se refleja en el carácter de Dios y
es fundamental para nuestro entendimiento de todo lo que enseña la Biblia.

Como consecuencia del nuevo enfoque que la teología liberal europea había impuesto
sobre el estudio de la doctrina cristiana y a causa del incremento de adherentes a sus filas,
algunos destacados líderes presbiterianos de los Estados Unidos rompieron con sus
iglesias para formar otras de carácter conservador (Ortodoxo).

Algunas denominaciones intentaron reforzar la ortodoxia contra las nuevas ideas


mediante la maquinaria eclesiástica, particularmente examinando los conceptos de los que
habían de ser ordenados y encausando a ministros ya ordenados ante tribunales
eclesiásticos por enseñar herejías. Por ejemplo, Lyman Beecher fue llevado ante el
presbiterio en Cincinnati en 1835 por negar el pecado original, la culpa imputada, la
incapacidad de la humanidad para salvarse a sí misma, siendo absuelto finalmente. Pero el
caso más notorio fue el de Charles A. Briggs, profesor de teología bíblica en el Union
Theological Seminary de Nueva York. Briggs se había ido desplazando desde el concepto
tradicional de inspiración hasta ser un exponente de la alta crítica y seguidor de la teología
alemana. Al oponerse a una serie de artículos sobre la autoría mosaica del Pentateuco y de
la inspiración verbal de las Escrituras, escritos por Archibald A. Hodge (1823-1886 hijo de
Carlos Hodge)) y Benjamin B. Warfield en Princeton, en los que se recalcaban que la Biblia
era sin error en sus documentos originales, Briggs fue acusado de herejía ante el
presbiterio de Nueva York. Cuando este órgano le absolvió se apeló a la Asamblea General
de 1892 y 1893, siendo suspendido de su ministerio. Tal Asamblea General adoptó la
posición sobre la inerrancia bíblica de Princeton como la postura oficial de la
denominación.

La doctrina de la inerrancia enseña que cada una de las palabras originales de la Escritura,
cuando se interpreta correctamente, es absolutamente veraz. Esta definición está siendo atacada
en muchos seminarios modernos. Si se pierde tan solo una palabra de la escritura por ser
considerada un error, se pierde la voz de Dios. Tristemente, muchos creen que Dios
solamente inspiró a los autores humanos. Esto deja lugar para que la gente piense que los
autores, aunque ‘inspirados’, pudieron introducir errores a la hora de escribir.

159
Sin embargo, es imposible que haya entrado un error durante el proceso de escribir la
Biblia, ya que Dios habla de la inspiración no solo a nivel de los autores (2 Pedro 2:20-21),
sino también a nivel del texto mismo. El apóstol Pablo escribió: “toda la Escritura es
inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16). Se puede observar que Pablo no dice que todos los
autores fueron inspirados por Dios, sino todo el texto. Puesto que cada palabra fue escrita
por Dios, sin interferencia humana (2 Pedro 1:20-21), cualquier error constituiría una
mentira. Si Dios afirma que Él mismo exhaló todo el texto, entonces debemos afirmar que
cada palabra es tan inspirada como los mismos Diez Mandamientos que fueron escritos
directamente por Dios (Éxodo 31:18).

Podemos decir entonces que la Biblia fue escrita por hombres, en sus propias palabras,
pero fueron guiados por el Espíritu Santo de tal forma que las palabras que escribieron
eran las palabras de Dios, como si Dios mismo las hubiera escrito con su dedo. El
resultado es un texto 100% humano y 100% divino.

La Inerrancia y la Predicación

En Hechos 20:26 leemos que Pablo declaró delante de los ancianos de Éfeso: “Yo soy
inocente de la sangre de todos”. Su conciencia estaba limpia. La pregunta es: ¿cómo podría
haber llegado a tal condición? El versículo 27 explica: “…porque no he rehuido anunciaros
todo el consejo de Dios”¿Osaría alguien que niega la inerrancia declarar estas mismas
palabras? Si un predicador se da la libertad de no creer en ciertas partes de la Biblia, es
obvio que no predicará aquellas secciones que considera falsas. Esto conduce a sermones
que contienen solo porciones de la verdad, y no la exposición de todo el consejo de Dios.

Los creyentes evangélicos creemos que todo predicador debe predicar fielmente cada
palabra de la Biblia con el fin de que sus oyentes sean conformados a la imagen completa
de Cristo que se revela en toda la Escritura. Cada palabra es inspirada, así que cada
palabra debe ser estudiada, obedecida y proclamada.

El verdadero creyente anhela ser transformado a la imagen de Cristo en cada área de su


vida, sabiendo que Dios es glorificado cuando refleja a Cristo. Ahora bien, aquel que no
cree en la inerrancia de la Biblia, ¿qué instrumento utilizará para confrontar el pecado? Si
la Palabra es la espada del Espíritu (Efesios 6:17), una Biblia con errores entonces es un
instrumento defectuoso. Aquellos que niegan la inerrancia creen que su intelecto tiene
autoridad sobre la palabra de Dios.

160
La Alta Crítica

Para definir el método de estudio literario conocido como Alta Crítica debemos explicar a
que se refiere el término. La palabra crítica cuando se aplica a la literatura no se refiere a
censura. Se define el rol del crítico así: “investigar en cuanto a la paternidad literaria,
fecha, lugar, fuentes, etc. de cualquier obra antigua.
Un ejemplo de investigación literaria que utiliza la alta crítica puede ser el llevado a cabo
por dos eruditos italianos en 1440 que examinaron el documento conocido como
“Donación de Constantino”, que por tanto tiempo había servido para basar ciertas
pretensiones de los papas, que finalmente se demostró que era espurio. Se había dado a
entender que este documento fue escrito por el primer emperador romano que era
cristiano, otorgando al obispo de Roma soberanía sobre los otros obispos de la Iglesia y
sobre ciertos territorios italianos. Nicolás de Cusa y Lorenzo Valla emplearon evidencias
lingüísticas e históricas para demostrar que el documento se refería a varios
acontecimientos que habían sucedido siglos después de la muerte de Constantino.
Durante los siglos 18 y 19 en las universidades alemanas se aplicaron a la Biblia métodos
de investigación y análisis de la crítica que los historiadores habían desarrollado para
reconstruir el pasado. Trataron de descubrir la fecha de cada libro, su autor, su propósito,
las características del estilo, el lenguaje y las palabras originales. Se preguntaron, ¿Cuáles
son las fuentes originarias de los documentos bíblicos? ¿Son dignas de confianza? ¿Cuál es
el significado y el fondo histórico de cada uno de ellos? Para muchos de los investigadores,
la Biblia no era un libro inspirado sino un libro más como cualquier otro.
La crítica bíblica puede arrojar mucha luz sobre las Escrituras si se aplica con reverencia y
erudición. Los Padres de la Iglesia, los reformadores, y eruditos evangélicos conservadores
han realizado tales estudios con gran beneficio. Los teólogos la consideran una ayuda
indispensable para interpretar la Biblia. Sin embargo, los críticos liberales, bajo la
influencia del racionalismo moderno, han llegado a conclusiones que son capaces de
destruir toda confianza en la inspiración de la Biblia si pudieran demostrarse. Con esto,
sería imposible creer en Cristo como Salvador.
Las seis disciplinas principales de la crítica bíblica moderna son textual, histórica, literaria,
de fuentes, de formas, y de redacción. Todas estas ramas, salvo la histórica, se tratan
primordialmente de las estructuras literarias y de las diversas formas en que un escritor se
expresa. La crítica histórica averigua más del significado y veracidad de lo que dice el
autor, pero incluye casi todas las otras disciplinas. Por cuestiones de tiempo solo
explicaremos la crítica textual, la crítica de fuentes y la crítica de fuentes.

CRÍTICA TEXTUAL
La crítica textual procura recuperar y restaurar el texto original de documentos, los cuales
han sido copiados repetidamente a través de muchos siglos. Es obvia la posibilidad de que

161
los copistas, por más cuidadosos que fueran, hubieran omitido, añadido o cambiado
algunos detalles en el proceso de copiar. Puesto que es imposible consultar los autógrafos
(manuscritos originales), porque ya no existen, es necesario que los eruditos comparen
esmeradamente los manuscritos existentes para identificar los errores y, en lo posible,
corregirlos.
El crítico del texto bíblico trabaja no sólo con los manuscritos del Antiguo y Nuevo
Testamentos en los idiomas originales, sino también con versiones antiguas en otros
idiomas, tales como el siríaco, el copto, y el latín, y con citas bíblicas de obras antiguas.
Puesto que el texto del Antiguo Testamento que tenemos actualmente fue redactado por
los masoretas, eruditos judíos, entre el séptimo y undécimo siglos d. C., muchos
estudiosos de la Biblia pensaban que la Septuaginta o Versión de los Setenta, era más
correcta. Esta versión fue traducida en el idioma griego en Alejandría durante el tercero y
el segundo siglos a. C. Sin embargo, el descubrimiento de los rollos del Mar Muerto, los
cuales incluyen manuscritos de algunos libros del Antiguo Testamento mil años más
antiguos que el Texto Masorético, demuestra que este texto es muy preciso y digno de
confianza.
Podemos confiar también que los copistas hebreos del período del Antiguo Testamento
transmitieron con mucha exactitud el contenido de los documentos bíblicos. Gordon
Wenham observa: “En su mayor parte los escribas que copiaron el Pentateuco fueron muy
cuidadosos, y pareciera que en el texto hebreo hay muy pocos errores”.
Referente al texto del Nuevo Testamento, hay millares de manuscritos, algunos de los
cuales se remontan al segundo siglo d.C. La crítica textual ha establecido un texto muy
aproximado al original. Aunque se pueden poner en tela de juicio algunos detalles
insignificantes, estos no afectan nada de importancia. Leon y Morris afirman:
Ahora podemos tener plena confianza de que tenemos el texto del Nuevo Testamento
esencialmente en la forma en que fue escrito.
Es necesario que se establezca un texto fidedigno a fin de poder llevar a cabo otros
estudios críticos y exegéticos. La crítica textual solía llamarse “baja crítica” por ser
considerada la base del edificio del estudio bíblico. Y se denominó “alta crítica” la
investigación de fechas, paternidad literaria, y la estructura de antiguos documentos.
Ahora casi no se emplean estos nombres.

CRÍTICA DE FUENTES
La crítica de fuentes es un intento de descubrir y comprender la naturaleza de los
materiales que los escritores bíblicos empleaban para desarrollar sus obras. Por ejemplo, el
autor del libro de Crónicas a menudo hace referencia a los libros de Samuel, Reyes, y otros
anales. Dice en 1 Crónicas 29:29, 30:

162
Y los hechos del rey David, primeros y postreros, están escritos en el libro de las crónicas
de Samuel vidente, en las crónicas del profeta Natán y en las crónicas de Gad vidente, con
todo lo relativo a su reino.
Aparentemente mucho de su obra se basaba en estas fuentes. Al comparar las Crónicas
con los libros de Samuel y Reyes, el crítico puede llegar a conclusiones referentes a su
método literario e histórico.
En unos pocos casos existe todavía una fuente empleada por el escritor inspirado. Por
ejemplo, arqueólogos han descubierto el decreto de Ciro, el cual anunció que los pueblos
cautivos podían volver a sus patrias. Es citado en parte por Esdras, 1:2-4. En casos en que
las fuentes no han sobrevivido, es casi imposible distinguirlas en el mismo documento. Su
reconstrucción tiene que ser muy especulativa. Críticos liberales a menudo suponen que
hayan encontrado fuentes cuya identificación basan en pruebas poco objetivas, tales como
cambios en estilo o vocabulario. Así ha ocurrido en el desarrollo de la teoría documentaria
de Wellhausen-Graf.
Hace tiempo que la cuestión sinóptica ha intrigado a los críticos. Un fenómeno fácil de
observar a la simple lectura de los Evangelios Sinópticos es la uniformidad con que relatan
los tres evangelistas el mismo acontecimiento. Presentan entre sí tales semejanzas que
pueden ponerse en columnas paralelas y leerlos simultáneamente. A menudo emplean el
mismo orden y palabras idénticas o muy poco diferentes. Existen sí divergencias
marcadas. Cada autor agrega ciertos episodios y omite otros; pero por regla general los
tres Evangelios Sinópticos presentan el mismo material y siguen el mismo bosquejo
general. Si fuera sólo un asunto de emplear las mismas palabras cuando relatan el mismo
discurso, se explicaría señalando la exactitud con que se registró lo que dijo Jesús. Pero
también abarca la semejanza en la narración.
Surgen algunas preguntas. Si los primeros tres Evangelios son independientes uno del otro
en cuanto a su origen, ¿por qué existe tanta similitud entre ellos? ¿Copió uno del otro?
¿Tenían los tres una fuente común o se ayudaron el uno al otro?
Muchos de los críticos creen que Marcos debe haber sido el primer Evangelio en escribirse,
y tanto Mateo como Lucas son basados en este. Se aducen dos razones. Primero: casi todo
el material que se encuentra en Marcos se halla también en los otros dos Sinópticos.
La segunda razón se ve en el hecho de que tanto Mateo como Lucas en general siguen el
orden de los sucesos que se encuentra en Marcos.
Sin embargo, ¿de dónde vienen los discursos de Jesús que ambos, Mateo y Lucas, cuentan
en común pero son omitidos o reducidos en Marcos? Se supone que el primero y tercer
Evangelios empleaban otra fuente, la cual se denomina Q (inicial del vocablo alemán
Quelle o fuente).
Se observa, sin embargo, que tanto Lucas como Mateo contienen respectivamente
materiales particulares que, no obstante el parecido en las secciones comunes de los dos

163
Evangelios, estos varían grandemente. ¿Cómo se explican las divergencias entre ellos? Se
supone que existían otros documentos que servían de fuentes o que había dos documentos
además de “Q”. Así es posible que los escritores de Mateo y Lucas emplearan un
documento en común y además cada uno tuviera una fuente propia.
Muchos evangélicos prefieren la teoría de la tradición oral a las especulaciones de la crítica
moderna. Según los Padres de la Iglesia (los más distinguidos escritores eclesiásticos de los
primeros siglos de la Era Cristiana), había un evangelio oral original. Papías, obispo de
Hierápolis, escribió alrededor del año 140 d.C. En un escrito suyo sostiene que Mateo
compiló los dichos (logia) de Jesús en “hebreo” (probablemente arameo) y que cada uno
los tradujo como pudo. También afirmó que Marcos había sido el escribano de Pedro y
que después de la muerte de éste escribió todo lo que había recordado, pero no en orden.
Ireneo alrededor del 170 d.C. compartió la opinión de Papías, pero agregó que Lucas
transmitió la predicación del apóstol Pablo y que el cuarto Evangelio fue escrito por Juan,
el discípulo de Jesús.
La teoría de la tradición oral sostiene que cada evangelista conocía personalmente las
obras y enseñanzas de Jesús o había escuchado repetidamente la predicación de algún
personaje de autoridad apostólica. Es decir, coleccionaron los relatos acerca de Jesús, luego
estos fueron memorizados y finalmente escritos por los evangelistas. No había
dependencia literaria entre ellos. Se atribuye cualquier semejanza entre un Evangelio y
otro a la extraordinaria memoria de los predicadores testigos y al hecho de que con el
transcurso del tiempo las enseñanzas de Jesús llegaron a tomar una forma estereotipada.
El gran erudito evangélico, J. Merrill Tenney, acepta la teoría oral común, pero sugiere otra
solución al problema de la gran semejanza entre los Evangelios Sinópticos. Cree que los
tres evangelistas se conocieron y se ayudaron unos a otros además de tener una tradición
oral en común.
Es muy probable que al principio se transmitieron oralmente las enseñanzas apostólicas,
pero que estas fueron escritas por los maestros cristianos que las empleaban para
adoctrinar a sus adeptos. Es casi cierto que los tres evangelistas tuvieron en común una
tradición escrita y que cada uno empleó fuentes propias. Lucas insinúa la existencia de
tales documentos cuando afirma que “muchos han tratado de escribir la historia de los
hechos sucedidos entre nosotros”, Lucas 1:11 Versión Popular. Los rollos del Mar Muerto
corroboran lo que dice Lucas, pues demuestran que los judíos doctos del período de la
Iglesia primitiva solían escribir los hechos y enseñanzas de sus líderes religiosos.
Sobra decir que como quiera que fueran escritos los Evangelios Sinópticos, los evangelistas
presentan un cuadro fidedigno de la vida y ministerio de Jesucristo. No cabe duda de que
consiguieron y recogieron esmeradamente sus materiales, como bien lo demuestran la
sencillez y objetividad de sus composiciones. Asimismo registraron el testimonio de los
testigos oculares y ministros de la palabra, Lucas 1:2. Sobre todo, contaron con la ayuda

164
del Espíritu Santo, el cual guió a los apóstoles a “toda la verdad” e hizo recordar todo lo
que Jesús les había enseñado, Juan 16:13; 14:26.
La prueba contundente de la veracidad de los Evangelios, sin embargo, se encuentra en los
relatos mismos. ¿Quién podría idear dichos y enseñanzas tan maravillosos como los que
están registrados en los Evangelios? Tienen que haber procedido de la boca del Señor
mismo y haber sido fielmente transmitidos a las páginas de los Evangelios. No queda otra
explicación digna de ser considerada.

CRÍTICA HISTÓRICA
La crítica histórica intenta relacionar los documentos con su contexto histórico. Esto
comprende tanto las evidencias internas como las externas (arqueología e historia). El
crítico histórico pregunta: ¿Cuándo fue escrito el documento? ¿Cuánto tiempo transcurrió
entre la fecha de los eventos descritos y la de escribir el relato? ¿Cómo se sabe cuándo fue
escrito? ¿Cuál es la fecha de la copia actual?
Existen ciertas claves para determinar la respuesta de estas preguntas. En algunos
documentos como los libros proféticos, el escritor se menciona. Otra clave para fijar la
fecha se halla en los acontecimientos narrados en el documento. Gordon Wenham explica
que la fecha de composición debe ser posterior al último suceso mencionado (en el caso de
Éxodo, la erección del tabernáculo).
Muchas veces no hay afirmaciones explícitas en el documento que indican la fecha de
composición. Entonces el crítico busca pruebas indirectas, tales como aseveraciones del
escritor. Por ejemplo, el autor del libro de Jueces repite varias veces la observación: “En
estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía” (17:6, 18:1, 21:25).
Esto sugiere que él vivía bajo la anarquía.
Nos parece que el crítico moderno no lee la Biblia a fin de escuchar lo que Dios dice a su
pueblo a través de los profetas y apóstoles. Más bien, la analiza y estudia de manera
académica y supuestamente objetiva. La considera como literatura antigua de poca
relevancia moderna. Se acerca al estudio con presuposiciones racionalistas y llega a
conclusiones las cuales, si fueran comprobadas, destruirían las bases mismas de la fe
cristiana.
En contraste con el liberal, el erudito conservador reverencia el texto bíblico porque por
medio de él se puede escuchar la voz de Dios. Emplea la sana crítica de la Biblia para
enriquecer su entendimiento de la Palabra, pero rechaza las especulaciones radicales de
críticos racionalistas, las cuales pondrían en duda la inspiración divina de las Sagradas
Escrituras. En asuntos dudosos, prefiere emplear el método gramático-histórico tradicional
para extraer el significado del texto que aceptar el escepticismo de los liberales. También
depende del Espíritu Santo para iluminar la verdad. Sobre todo, se somete a la Palabra
divina en vez de hacerse juez sobre ella.

165
A través de los siglos, los creyentes han leído la Palabra de Dios sin la luz de la crítica
moderna y han sido edificados. Aunque la crítica debidamente usada puede ayudar
grandemente al lector, no es algo indispensable para entender el mensaje divino, pues éste
es patente, algo al alcance de todos, no obstante su ignorancia de la crítica moderna.

166
El Movimiento Carismático

El movimiento carismático es un movimiento de renovación cristiana interdenominacional


y es una de las fuerzas más populares y de más rápido crecimiento dentro del mundo
cristiano actual. El movimiento tuvo su origen en 1906 en la misión de la Calle Azusa en
Los Ángeles, California, un avivamiento que surgió dentro de la iglesia Metodista. Fue ahí
donde la gente declaró haber sido “bautizada por el Espíritu Santo” de la manera
registrada en el capítulo 2 del libro de los Hechos durante la celebración de Pentecostés. La
gente que asistió a esas reuniones propagó su entusiasmo a través de todos los Estados
Unidos, y así se inició el movimiento Carismático/Pentecostal.

Para principios de los años 70’s, el movimiento se había extendido a Europa, y durante los
80’s el movimiento se expandió, con un número de nuevas denominaciones que se
desprendieron de él. No es inusual ver su influencia en muchas otras denominaciones
tales como los Bautistas, Episcopales y Luteranos, así como en iglesias no
denominacionales.

El movimiento tomó su nombre de las palabras griegas charis, que es una transliteración
de la palabra griega para “gracia,” y mata, que es la palabra griega para “dones.”
Carismática entonces, significa “dones de la gracia.” Enfatiza las manifestaciones de los
dones del Espíritu Santo como señal de la presencia del Espíritu Santo. Estos dones
también son conocidos como “carismas” bíblicos, o dones espirituales que supuestamente
otorgan una influencia individual o autoridad sobre un gran número de gente. Los dones
prominentes entre estos “carismas” son el hablar en lenguas y profetizar. Los carismáticos
sostienen que las manifestaciones del Espíritu Santo dadas a aquellos en la iglesia del
primer siglo, pueden ser aún experimentadas y practicadas en la actualidad.

El movimiento carismático es más conocido por su aceptación de hablar en lenguas


(también conocido como glosolalia), sanidad divina, y profecías como evidencias del
Espíritu Santo. La mayoría de las reuniones son para oración y cantos espirituales, danza,
gritos “en el espíritu,” y levantamiento de manos y brazos en oración. También la unción
de los enfermos con aceite es a menudo parte del servicio de adoración. Estas son las
razones principales para el crecimiento y popularidad del movimiento. Mientras que el
crecimiento y la popularidad ciertamente son deseables, éstos no pueden ser usados como
prueba de la verdad.

La Cesación de Los Dones Extraordinarios

Confesión de Fe Westminster

Capítulo 1 De las Santas Escrituras

I. Aunque la luz de la naturaleza y las obras de creación y de providencia manifiestan la


bondad, sabiduría, y poder de Dios de tal manera que los hombres quedan sin excusa, (1)
sin embargo, no son suficientes para dar aquel conocimiento de Dios y de su voluntad que
es necesario para la salvación; (2) por lo que le agradó a Dios en varios tiempos y de
diversas maneras revelarse a sí mismo y declarar su voluntad a su Iglesia; (3) y además,

167
para conservar y propagar mejor la verdad y para el mayor consuelo y establecimiento de
la Iglesia contra la corrupción de la carne, malicia de Satanás y del mundo, le agradó dejar
esa revelación por escrito, (4) por todo lo cual las Santas Escrituras son muy necesarias, (5)
y tanto más cuanto que han cesado ya los modos anteriores por los cuales Dios reveló su
voluntad a su Iglesia. (6).

1. Romanos 2:14,15; Romanos 1:19,20; Salmos 19:1-3; Romanos 1:32 y 2:1


2. 1 Corintios 1:21 y 2:13,14.
3. Hebreos 1:1.
4. Lucas 1:3,4; Romanos 15:4; Mateo 4:4,7,10; Isaías 8:19,20; Proverbios 22:14-21.
5. 2 Timoteo 3:15; 2 Pedro 1:19.
6. Hebreos 1:1,2

VI. El consejo completo de Dios tocante a todas las cosas necesarias para su propia gloria y
para la salvación, fe y vida del hombre, está expresamente expuesto en las Escrituras, o se
puede deducir de ellas por buena y necesaria consecuencia, y, a esta revelación de su
voluntad, nada ha de añadirse, ni por nuevas relaciones del Espíritu, ni por las tradiciones
de los hombres. (1) Sin embargo, confesamos que la iluminación interna del Espíritu de
Dios es necesaria para que se entiendan de una manera salvadora las cosas reveladas en la
Palabra, (2) y que hay algunas circunstancias tocantes a la adoración de Dios y al gobierno
de la iglesia, comunes a las acciones y sociedades humanas, que deben arreglarse
conforme a la luz de la naturaleza y de la prudencia cristiana, pero guardando siempre las
reglas generales de la Palabra que han de observarse siempre. (3)

1. 2 Timoteo 3:15-17; Gálatas 1:8,9; 2 Tes. 2:2.


2. Juan 6:45; 1 Corintios 2:9-12.
3. 1 Corintios 11:13,14, y 14:26,40
.
Benjamin Warfield (1887- 1921)
Estos dones… eran parte de las credenciales de los Apóstoles como los agentes
autorizados de Dios en la fundación de la iglesia. Su función por lo tanto se limita
distintivamente a la iglesia apostólica y ellos necesariamente terminaron con ella.
(Milagros Falsos, 6)

Arthur Pink (1886-1952)


Así como hubo oficios extraordinarios (apóstoles y profetas) en el comienzo de nuestra
dispensación, también hubo dones extraordinarios; y como no hubo sucesores designados
para estos oficios extraordinarios, tampoco hubo intención de continuar esos dones
extraordinarios. Los dones dependían de los oficios. No tenemos más a los apóstoles con
nosotros, y por consiguiente los dones sobrenaturales, la comunicación de los cuales
constituyó parte esencial de las señales de un apóstol (2 Cor. 12:12), están ausentes.
(Estudios en las Escrituras, 9:319)

Martyn Lloyd Jones (1899-1981)


Pero una vez que estos documentos del Nuevo Testamento fueron escritos el oficio de
profeta ya no era necesario. De ahí que en las epístolas pastorales que se aplican a una
etapa posterior en la historia de la Iglesia, cuando las cosas se habían vuelto más

168
establecidas y fijas, no hay ninguna mención de profetas. Está claro que incluso para
entonces el oficio de profeta ya no era necesario, y el llamado era para los maestros y
pastores y otros, para exponer las Escrituras y transmitir el conocimiento de la verdad.

Una vez más, debemos señalar que a menudo en la historia de la Iglesia el problema había
surgido porque la gente pensaba que eran profetas en el sentido del Nuevo Testamento, y
que habían recibido revelaciones especiales de la verdad. La respuesta a eso es que en
vista de las Escrituras del Nuevo Testamento no hay necesidad de verdad adicional. Esa es
una proposición absoluta. Tenemos toda la verdad en el Nuevo Testamento, y no hay
necesidad de revelaciones adicionales. Todo ha sido dado, todo lo que es necesario para
nosotros está disponible. Por lo tanto, si un hombre asegura haber recibido una revelación
de una verdad nueva debemos sospechar de él de inmediato…
La respuesta a todo esto es que la necesidad de profetas termina una vez que tenemos el
canon del Nuevo Testamento. Ya no necesitamos revelaciones directas de la verdad, la
verdad está en la Biblia. Nunca debemos separar el Espíritu y la Palabra. El Espíritu nos
habla a través de la Palabra, de modo que siempre hay que poner en dudar y cuestionar
cualquier supuesta revelación que no es totalmente coherente con la Palabra de Dios. De
hecho, la esencia de la sabiduría es rechazar por completo el término “revelación” en la
medida que a nosotros respecta, y hablar sólo de “iluminación.” La revelación ha sido
dada una vez por todas, y lo que necesitamos y lo que por la gracia de Dios podemos
tener, y tenemos, es la iluminación por el Espíritu para entender la Palabra.
(La Unidad Cristiana, 189-91

Abraham Kuyper (1837-1920)


Por tanto, los carismas deben ser considerados en un sentido económico. La Iglesia es una
gran familia con muchas necesidades, una institución que se ha hecho eficiente por medio
de muchas cosas. Ellos son a la Iglesia lo que la luz y el combustible son al hogar, no
existen para sí mismos, sino para la familia, y para ser puestos a un lado cuando los días
son largos y cálidos. Esto se aplica directamente a los carismas, muchos de los cuales,
dados a la Iglesia apostólica, no están al servicio de la Iglesia de nuestros días.
(La Obra del Espíritu Santo, 182)

Charles Spurgeon (1834-1892)


Querido hermano, honra al Espíritu de Dios como honrarías a Jesucristo si Él estuviera
presente. Si Jesucristo morara en tu casa tú no le ignorarías, no seguirías con tus asuntos
como si no estuviera allí. No ignores la presencia del Espíritu Santo en tu alma. Te ruego,
no vivas como si no hubieras oído si hay un Espíritu Santo. A Él dale tus adoraciones
constantes. Da reverencia al prestigioso Huésped que ha tenido a bien hacer de tu cuerpo
su morada sagrada. Amalo, obedécele, adórale!

Ten cuidado de no imputar las vanas imaginaciones de tus fantasías a Él. He visto al
Espíritu de Dios vergonzosamente deshonrado por personas – espero que estaban locos –
que han dicho que han tenido esto y aquello revelado a ellos. No ha pasado sobre mi

169
cabeza, desde hace algunos años, una sola semana en la que no me han molestado con las
revelaciones de hipócritas o maniacos. Semi-lunáticos son muy aficionados a venir con los
mensajes del Señor para mí y puede salvarles de algunos problemas si les digo de una vez
por todas que no voy a poner atención a ninguno de sus mensajes estúpidos.

… Nunca sueñes que eventos se revelan a ti desde el Cielo, o puedes llegar a ser como esos
idiotas que se atreven a imputar sus locuras flagrantes al Espíritu Santo. Si sientes que tu
lengua te pica para decir tonterías, sígueles su rastro al diablo, no al Espíritu de Dios. Lo
que ha de ser revelado por el Espíritu para que cualquiera de nosotros ya está en la
Palabra de Dios – Él no añade nada a la Biblia, y nunca lo hará. Que las personas que
tienen revelaciones de esto, aquello y lo otro, vayan a la cama y vuelvan en sí. Sólo me
gustaría que sigan el consejo y ya no insulten al Espíritu Santo colocando sus tonterías
ante Su puerta.

(Sermón titulado, “El Paracleto,” El Púlpito del Tabernáculo Metropolitano, 1872, 18:563)

Aquellas obras del Espíritu Santo que son concedidas en nuestra época a la Iglesia de Dios,
son en todo sentido tan valiosas como los dones milagrosos iniciales que ya no están con
nosotros. La obra del Espíritu Santo, por medio de la cual los hombres son resucitados de
su muerte en el pecado, no es inferior al poder que llevó a los hombres a hablar en
lenguas.”
(Sermón titulado, “Recibiendo el Espíritu Santo,” El Púlpito del Tabernáculo
Metropolitano, 1884, 30:386)

Como resultado de la ascensión de Cristo al cielo, la iglesia recibió apóstoles, los hombres
que fueron seleccionados como testigos porque habían visto personalmente al Salvador,
un oficio que necesariamente se extinguió, y con razón, porque el poder milagroso
también es retirado. Fueron necesarios de manera temporal, y fueron dados por el Señor
ascendido como opción legada. Profetas, también, estaban en la iglesia primitiva.

(Sermón titulado, “La Ascensión de Cristo,” El Púlpito del Tabernáculo Metropolitano,


1871, 17:178)

Jonathan Edwards (1703–1758)


En el día de su [de Jesús] encarnación, sus discípulos tenían una medida de los dones
milagrosos del Espíritu, y por lo tanto habilitados para enseñar y hacer milagros. Pero
después de la resurrección y ascensión, fue el derramamiento más completo y
extraordinario del Espíritu en sus dones milagrosos como nunca se llevó a cabo, a partir
del día de Pentecostés, después de que Cristo había resucitado y ascendido al cielo. Y en
consecuencia de esto, no sólo aquí y allá, una persona extraordinaria fue dotada con los
dones extraordinarios, pero que eran comunes en la iglesia, y así continuaron durante toda
la vida de los apóstoles, o hasta la muerte del último de ellos, aun el apóstol Juan, que

170
tomó lugar unos cien años desde el nacimiento de Cristo, para que los primeros cien años
de la era cristiana, o el primer siglo, fuese la época de los milagros.

Pero poco después de que el canon de las Escrituras se completó cuando el apóstol Juan
escribió el libro del Apocalipsis, que él no escribió mucho antes de su muerte, estos dones
milagrosos ya no continuaron en la iglesia. Porque ahora estaba completa una revelación
establecida por escrito de la mente y la voluntad de Dios, donde Dios había grabado
totalmente una norma permanente y suficiente para Su iglesia en todas las edades. Y la
iglesia y la nación judía siendo derrocada, y la iglesia cristiana y la última dispensación de
la iglesia de Dios siendo establecida, los dones milagrosos del Espíritu ya no eran
necesarios, y por lo tanto cesaron, porque a pesar de que habían continuado en la iglesia
durante tantos siglos, sin embargo terminaron y Dios hizo que terminaran, porque no
había más motivo para ellos. Y así se cumplió lo que dice el texto, “pero las profecías se
acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.” Y ahora parece que hay un fin a tales
frutos del Espíritu como estos, y no tenemos ninguna razón en esperarlos nunca más.
(La Caridad y sus Frutos, 447-49)

Los dones extraordinarios del Espíritu, como el don de lenguas, de milagros, de profecía,
etc., son llamados extraordinarios, debido a que tales no se dan en el curso ordinario de la
providencia de Dios. No se otorgan en las forma de la providencia ordinaria de Dios con
sus hijos, pero sólo en ocasiones extraordinarias, ya que fueron otorgados a los profetas y
apóstoles para capacitarlos para revelar la mente y la voluntad de Dios antes de que el
canon de las Escrituras fuera completado, y así en la Iglesia primitiva, con el fin de la
creación y el establecimiento de la misma en el mundo. Pero ya que el canon de la
Escritura ha sido completado, y la Iglesia Cristiana plenamente fundada y establecida,
estos dones extraordinarios cesaron.
(La Caridad y sus Frutos, 42-43)

George Whitefield (1714-1770)


Los carismas, los dones milagrosos conferidos a la iglesia primitiva…desde hace mucho
tiempo que cesaron.
(Segunda Carta al Obispo de Londres, Obras, 4:167)

¿Qué necesidad hay de milagros, tales como sanar cuerpos enfermos y devolver la vista a
los ciegos, cuando vemos más milagros hacerse cada día por el poder de la Palabra de
Dios?
(George Whitefield: La Vida y los Tiempos del Gran Evangelista del Avivamiento del Siglo
18, 1:348)

James Buchanan (1804-1870)


Los dones milagrosos del Espíritu hace mucho que fueron retirados. Fueron usados para
cumplir con un propósito temporal. Fueron usados como un andamiaje que Dios empleó
para la construcción de un templo espiritual. Cuando el andamio no se necesitó más, fue

171
removido pero el templo permanece en pie aún, y es habitado por el Espíritu; porque“¿No
sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? (1 Cor. 3:16).”
(El Oficio y la Obra del Espíritu Santo, 67)

Martín Lutero (1483–1546)


En la Iglesia primitiva, el Espíritu Santo fue enviado en forma visible. Él descendió sobre
Cristo en la forma de una paloma (Mateo 3:16), y en semejanza de fuego sobre los
apóstoles y otros creyentes. (Hechos 2:3). Este derramamiento visible del Espíritu Santo
era necesario para el establecimiento de la iglesia primitiva, como lo fueron también los
milagros que acompañaron el don del Espíritu Santo. Pablo explicó el propósito de estos
dones milagrosos del Espíritu en 1 de Corintios 14:22, “Las lenguas son por señal, no a los
creyentes, sino a los incrédulos.” Una vez que la iglesia se había establecido y anunciado
debidamente por estos milagros, el aspecto visible del Espíritu Santo cesó.

(Comentario de Gálatas 4, 150-172. Extraído de los comentarios de Lutero sobre Gal. 4:6)

Cada vez que escuches a alguien presumir que tiene algo por inspiración del Espíritu
Santo, y que no tiene ningún fundamento en la Palabra de Dios, no importa lo que sea, dile
que es obra del diablo.
(Obras de Lutero, 23:173-74)

Juan Calvino (1509–1564)


Aunque Cristo no dice expresamente si tiene la intención de que este don [de los milagros]
sea temporal, o que permanezca perpetuamente en la iglesia, sin embargo, es más
probable que los milagros fueron prometidos sólo por un tiempo, a fin de dar realce al
evangelio mientras que era nuevo o estaba en un estado de oscuridad.

(Comentario sobre los Evangelios Sinópticos, 3:389)

El don de sanidad, al igual que el resto de los milagros, que el Señor quiso producir por un
tiempo, se ha desvanecido con el fin de hacer maravillosa la predicación del Evangelio
para siempre.

(Institutos de la Religión Cristiana, 159)

John Owen (1616–1683)


Los dones que en su propia naturaleza exceden la plenitud del poder de todas nuestras
facultades, esa dispensación del Espíritu hace ya mucho tiempo cesó y dondequiera que
alguien hoy tenga pretensión a lo mismo, tal pretensión justamente puede ser sospechada
como un engaño farsante.
(Obras, 4:518)

Matthew Henry (1662–1714)


Lo que estos dones fueron en general es contado en el cuerpo del capítulo [1 Corintios 12],

172
a saber, los oficios y los poderes extraordinarios, otorgados a los ministros y cristianos en
las primeras épocas para la convicción de los incrédulos, y la propagación del evangelio.
(Comentario Completo de Matthew Henry, en referencia a 1 Corintios 12)

El don de lenguas fue un nuevo producto del espíritu de profecía y era otorgado por una
razón particular, para que, la empalizada judía habiendo sido removida, todas las
naciones pudieran ser incluidas en la iglesia. Estos y otros dones de profecía, siendo una
señal, hace mucho cesaron y han sido puestos a un lado, y no tenemos motivo alguno para
esperar que resurjan; sino al contrario se nos manda llamar a las Escrituras la palabra
profética más segura, más segura que voces del cielo; y a ellas es que se nos exhorta a estar
atentos, escudriñarlas y retenerlas, 2 Pedro 1:19.

(Matthew Henry, Prefacio del Vol. IV de su Exposición del AT & NT, vii)

Bibliografía

1.- Los padres apostólicos, loa padres latinos, los apologistas de Alejandría etc.

http://www.holytrinitymission.org/books/spanish/padres_iglesia_j_vives.htm#_Toc938
7964

2.- Los apologistas y las acusaciones paganas contra los cristianos:

http://cienciarazonyfe.com/assets/archivos/articulos1384987550.pdf

3.- Placher A HIstory of Christian Theology

4.- Justo L. Gonzalez Historia del Cristianismo

5.- Early Jewish Wrtings

http://www.earlyjewishwritings.com/philo.html

6.- Marción y el surgimiento del Canon

173
http://www.claiweb.org/ribla/ribla42-
43/marcion%20y%20el%20surgimiento%20del%20canon.html

7.- Apologistas Cristianos

http://www.mercaba.org/TESORO/apologistas.htm

8.- Concilio de Nicea

http://www.cristianismo-primitivo.com/siglo-iv/el-concilio-de-nicea

9.- Donatismo

http://www.miapic.com/donatismo

10.- Video de Constantino y El Concilio de Nicea

https://www.youtube.com/watch?v=F93djJ8IgBA

11.- Los concilios ecuménicos

http://www.holytrinitymission.org/books/spanish/concilios_ecumenicos.htm#_Toc5512
8708

12.- Decadencia del Imperio Romano

http://imperiobizantino.wordpress.com/2012/02/13/la-crisis-del-imperio-romano-en-el-
siglo-iv/

13.- La Ciudad de Dios con Introducción de Francisco Montes de Oca.

http://efrueda.com/wp-content/uploads/2011/12/L-a-ciudad-de-Dios.pdf

14.- Historia del Imperio Bizantino – Alexander Vasiliev

http://sitb.aulainstitucional.com.ar/file.php/115/historiaimperiobizantino.pdf

15.- La alta crítica

http://conozca.org/?p=2422

174
175

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