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Podremos vivir juntos.

Alain Touraine
El sujeto (Resumen).

1. Al analizar al Sujeto no podemos recurrir a una figura del sujeto definido como el servidor de
Dios, la Razón o la Historia. La imagen del militante como la del cruzado, nos inspira más
desconfianza que admiración. Abandonamos la idea del Yo; descubrimos que su unidad no era
más que la proyección en el individuo de la unidad y la autoridad del sistema social.
Las encuestas sobre la juventud muestran que la formación de los jóvenes es más y más caótica
dentro de un grupo primario; hacen todo tipo de experiencias que no se integran entre sí, que se
suceden o se yuxtaponen como si cada individuo estuviera habitado por varios personajes. Viven
varios tiempos en ausencia de un principio de integración de las diferentes experiencias. Se debilita
la idea de un sometimiento progresivo de las normas de la vida social, tanto las de la profesión
como las de la familia.
Algunos desean volver a dar vigor a la idea de ciudadanía; el individuo se hace libre al identificarse
con la comunidad de los ciudadanos libres. Hoy nos vemos cada vez más privados de espacio y
tiempo socialmente definidos, y la idea de una historia, que siempre era la de una nación o una
colectividad territorial es remplazada por la de una memoria, ya individual, ya comunitaria.
Nuestra sociedad se parece más a una gran tienda o un aeropuerto, que a una fábrica o un sistema
de normas jurídicas.
Lo que hoy amenaza más directamente al Sujeto es esta sociedad de masas en que el individuo
escapa de toda referencia a sí mismo, donde es un ser de deseo que rompe con todo principio de
realidad, a la búsqueda de una liberación pulsional.
El sujeto está tan amenazado en el mundo de hoy en día por la sociedad de consumo que nos
manipula o por la búsqueda de un placer que nos encierra en nuestras pasiones como lo estaba en
el pasado por la sumisión de la ley de Dios o de la sociedad.
2. La destrucción del Yo, al imponer su ley al cuerpo, a sus pulsiones y a su violencia, a su grito
en nombre de la sociedad, sus necesidades y convenciones, transformó nuestra vida y nuestro
pensamiento tanto como lo hizo la destrucción de los principios del orden social mismo.
El erotismo, en acuerdo con Bataille o Bacón, destruyó el orden social, del mismo modo que el
entorno de las identidades étnicas y religiosas destruyó la pretensión del hombre occidental de
identificar su historia y sus intereses con el universalismo.

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