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Microsoft Office, como siempre decimos, es la suite ofimática por excelencia.

Por ello,
siempre ha marcado los estándares por los que las mayorías de empresas se mueven, es
decir, si utilizamos un procesador de textos, los documentos se guardarán en formato
DOCX para que los demás trabajadores y usuarios puedan seguir abriendo y editando el
documento fácilmente en prácticamente cualquier lugar.

No obstante, el formato actual –que como hemos dicho, es DOCX- no ha sido el que
siempre ha estado presente en la suite. Hace unos años, antes de la llegada de la generación
de Microsoft Office 2013, los documentos normalmente se guardaban en DOC, un
formato muy similar al actual (de hecho, éste último es casi retrocompatible) pero con
ciertas diferencias fundamentales que provocan que, efectivamente, si queremos mantener
el formato de forma correcta, el documento se deba guardar con su propio formato.

Teniendo esto en cuenta, ¿no te ha ocurrido alguna vez que, al subir un documento a algún
servicio de ciertas compañías, se indicaba que el formato no era correcto? Normalmente,
los propios mensajes indican que debe tratarse de un formato creado con Microsoft Word y,
precisamente, el que acabas de subir también está creado en Word. ¿Cuál es el problema?

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