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Dos Dos
Pilares 1. Dios temas 1. Gloria y
Amor de
personal
Dios
2. Persona 2. Salvación
Creada del Hombre
-Sólo existe auténtica comunión personal cuando dos personas se toman seria y mutuamente
en consideración
Se acaba la verdadera religión cuando se suprime un polo
Realizar mediante nuestra respuesta nuestra imagen y semejanza a él
Religión vive de la oración
El hombre es religioso cuando entra en diálogo con Dios.
Las religión es sociedad y Comunión con Dios también fundamento de la sociedad
La vida moral debe fluir de nuestra vida religiosa de nuestra relación con Dios.
No basta que la religión ofrezca al hombre la certeza de una sanción a su vida moral:
la moralidad debe ser parte integrante de la religión.
El mayor peligro para la auténtica vida religiosa proviene de considerar los actos
religiosos y el trato con Dios como si su primera finalidad fuera de procurar alguna
ventaja al hombre.
Peligro de dividir la vida en dos: la oración y la participación al servicio divino conservan
su significado fundamental; serán actos de comunicación amorosa con Dios pero la vida
moral ya no ostentará ese carácter, sino que correrá más o menos paralela e
independientemente, tomando por meta al hombre y su salvación.
La vida religiosa y la moral marcharán separadas la una de la otra si no es que la
orientación antropocéntrica de la moral termina también por conducir a una
orientación antropocéntrica de la religión que en realidad la desintegra.
No es que tachemos de malo el esfuerzo del hombre por perfeccionarse, sino que no
puede ser lo primero.
La moral y la religión deben tener un mismo centro: la comunión amorosa con Dios en
la comunidad de salvación por el convocada: la Iglesia.
Los mandamientos y las leyes son y seguirán siendo ideas centrales de la moral cristiana.
La predicación de los mandamientos es por su esencia teocéntrica y al mismo
tiempo lleva el carácter de respuesta-diálogo, pues el mandamiento incluye
absolutamente una idea religiosa.
Dios mismo en la publicación de la ley en el Sinaí, ofrece el doble tema de la
religión: el de su gloria soberana y el de la revelación de su amor ilimitado (Éxodo
20, 2). Los mandamientos de Dios son la expresión del amor que nos profesa,
todos concluyen en el precepto del amor.
También la ética fundada sobre las leyes presenta plenamente el carácter dialogal de
respuesta religiosa.
Aunque la expresión de la ley natural, como expresión del orden de la creación,
procede originalmente de la filosofía moral estoica, la ética cristiana, en especial
la de San Agustín, la ha purificado de todo impersonalismo y fatalismo.
Para San Agustín, la ley significa expresión de la esencia y de la voluntad
santísima de Dios.
La ley está inscrita en el corazón de todo hombre y constituye un llamamiento
personalísimo de Dios a cada uno. También la ley de la esencia expresa la
voluntad que liga a una comunidad, como también la solidaridad en sus dones
recibidos y en los deberes.
La interpretación nominalista de los preceptos y el concepto racionalista kantiano de la
ley han influido, en cierto grado, hasta en la predicación de la moral cristiana.
Nominalismo: el precepto no se funda sobre la esencia Santa de Dios, sino sólo
sobre su voluntad soberana. No hay para que indagar sus fundamentos, ni su
intrínseca hermosura. Esto puede ser peligroso. Valdrá más la obediencia cuanto
menos aparezca el valor interno de los preceptos. No es comunión, sino
obediencia ciega.
Como signo característico de la moral contemporánea que parece marchar por los
derroteros de una ética de pura ley, aparece la exaltación de la rectitud subjetiva en las
aspiraciones, sobre la realización objetiva de lo mandado.
Ética de las aspiraciones y sentimientos y ética de los preceptos tienen que ir hermanados.
La pura ley:
se pasan por alto las exigencias que presenta cada momento individual.
La conciencia se degrada a una simple función lógica.
La ley se yergue contra Dios y la conciencia humana como una fuerza impersonal.
3. Moral de la responsabilidad
Palabra de Dios y respuesta del hombre: he ahí la religión. Con su Palabra, Dios se inclina
hacia nosotros a través de Cristo estamos en comunión con Dios.
Las tres virtudes teologales sólo pueden entenderse plenamente miradas en su aspecto
dialogal de Palabra de Dios y respuesta del Hombre.
o Por ellas no sólo tornamos hacia Dios, sino hacia su Palabra.
Así como Dios no se nos manifiesta cara a cara, sino sólo mediante su Verbo, así
nosotros tampoco subimos hasta Él, sino por la respuesta a su Palabra en Cristo; solo
así entramos en comunión con Él.
La virtud de la religión es nuestra respuesta a la gloria de Dios, que creó a la gloria
de la redención que por Cristo nos eleva a Dios.
o A diferencia de las virtudes teologales, la virtud de la religión impone actos
exteriores pero presuponiendo las virtudes teologales, pues la religión no
puede concebirse si no estamos orientados hacia Dios por la fe, esperanza y
caridad.
o La virtud de la religión roza también con las virtudes morales, pues la buena
conducta humana no depende únicamente del ejercicio de éstas, sino también
del de la religión, ya que a ella corresponde convertir toda la vida privada y
pública, siempre y en todas partes, en un servicio divino, encaminando todas
las obras a mayor gloria de Dios.