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MOTIN CARCELARIO O PENITENCIARIO

Concepto de motín

Desde el siglo XIV y derivada del francés “mutin” la palabra motín designaba un
acto de rebeldía e insubordinación individual o colectiva. En la actualidad se usa
también para denominar a los actos de desobediencia, pero siempre colectiva,
violenta y anárquica, conformada por muchas personas con
un sentimiento común, pero sin planificación ni orden, especialmente restringida
a ciertos ámbitos específicos, como a las tropas del ejército, a los marinos, a los
reclusos de las cárceles, a los alumnos de un colegio, a los trabajadores de un
determinado lugar, a los integrantes de un pueblo invadido por extranjeros,
etcétera. Si el acto trasciende el específico lugar donde se originó, por ejemplo
si los estudiantes salen a manifestar su rebeldía por las calles y se les suma
más gente, a la vez que cobran cierto carácter de organizativo, se convierte en
una rebelión.

Los motivos que impulsan los motines pueden ser justos o injustos
objetivamente considerados, pero para los amotinados representa su modo de
hacerse oír ante situaciones que ellos consideran indignas o inequitativas, por
parte de quienes tienen autoridad sobre ellos.

Entre los numerosos ejemplos que podríamos citar, el motín del té, ocurrió en
Boston, el 16 de diciembre del año 1773, donde norteamericanos en señal de
protesta contra los ingleses, de los que eran colonia, tiraron un cargamento de
té al mar, en represalia por un excesivo impuesto a la importación de té.
Un motín de trascendencia mundial, con características próximas a la rebelión
por su magnitud, ocurrió en Aranjuez (España) en los días 17 y 19 del mes de
marzo del año 1808, que marcó en buena medida el ocaso del Antiguo
Régimen. El motín, en vistas a lograr la abdicación de Carlos IV en el príncipe
de Asturias y futuro Fernando VII, tuvo como blanco principal al Primer Ministro
y Gran Almirante durante el reinado del rey Carlos IV, Manuel Godoy, al que se
responsabilizaba de una creciente crisis política y económica que acuciaba al
país, y de realizar alianzas perjudiciales con Inglaterra y Francia, y casi le costó
la vida.

DEFINICIÓN:

Motín, del francés mutin (“rebelde”), es el movimiento


desordenado de un grupo de gente que se subleva contra la autoridad
constituida o el orden establecido. A diferencia de conceptos
como rebelión o revuelta, el motín se desarrolla en un ámbito
acotado, como una cárcel o un cuartel militar.

Por ejemplo: “El motín en la cárcel de Sierra Chica ha dejado cuatro


muertos y una decena de heridos”, “El coronel Casablanca encabezó el
motín que, a las pocas horas, fue controlado gracias a la intervención
del gobernador”, “El sujeto condenado por el robo al Banco Vida
Nueva ha sido señalado como el impulsor del motín”.
Una de las acepciones del término, pues, se encuentra dentro del
ámbito de una prisión. El motín, este caso, se produce cuando los
presos comienzan a generar disturbios y se rebelan contra los guardia
cárceles, generalmente exigiendo mejoras en las condiciones de vida o
en la situación procesal.
En el contexto militar, el motín se produce dentro de un cuartel o, si se
trata de la Marina, en una embarcación. Esta sublevación supone la
desobediencia a la cadena de mando y al orden jerárquico, siendo
considerado un delito (amotinamiento).
Históricamente, tendríamos que decir que existen diversos motines que
se han convertido en episodios importantes de nuestro pasado. Así, por
ejemplo, entre ellos toma especialmente protagonismo el Motín de
Aranjuez, que tuvo lugar en marzo de 1808 en la localidad madrileña
que le da nombre.

El levantamiento de la ciudadanía, en este caso, se produjo como


consecuencia de una serie de situaciones que le estaban preocupando
de manera especial como las intrigas que estaban teniendo lugar en la
Corte, las consecuencias que en las clases bajas tuvo la derrota en la
famosa Batalla de Trafalgar o las tensiones en cuanto al trono.

El resultado de este motín no fue otro que la caída del ministro Manuel
Godoy, que ostentaba un gran poder y que se rumoreaba que mantenía
relaciones con la reina, pero también el fin de una época, el Antiguo
Régimen, y el inicio de una serie de lamentables consecuencias como
una guerra.

De la misma manera, tampoco hay que pasar por alto el conocido como
Motín de Esquilache, que se produjo en el Madrid de 1766 durante el
reinado de Carlos III. Se trató de una masiva revuelta popular con
contundentes reivindicaciones económicas, políticas y sociales que tuvo
como punto de partida dos hechos: la norma impuesta de que se
prohibían el uso de la capa larga, así como del sombrero llamado
chambergo, y, especialmente, el aumento de los precios de los
productos de primera necesidad. Una situación esta última que
propiciaba que la población estuviera pasando hambre.

Motín también puede ser la revuelta espontánea de las clases bajas


ante algún tipo de opresión. Un motín puede desatarse por el asesinato
de una persona en manos de la policía, lo que hace que parte de la
población tome las calles en señal de protesta para exigir justicia, con
una actitud más o menos violenta hacia las autoridades.

MOTÍN. PARA QUE SE CONFIGURE EL ELEMENTO RELATIVO A LA PERTURBACIÓN DEL


ORDEN PÚBLICO DE ESTE DELITO, PREVISTO EN EL ARTÍCULO 248 DEL CÓDIGO PENAL PARA
EL ESTADO DE QUERÉTARO, DEBE DEMOSTRARSE QUE CON LA CONDUCTA DE LOS SUJETOS
ACTIVOS SE AMENAZA LA ESTRUCTURA JURÍDICA O MATERIAL DEL ESTADO, O SU
ORGANIZACIÓN POLÍTICA, MEDIANTE EL EMPLEO DE LA VIOLENCIA EN LAS PERSONAS O
EN LAS COSAS.

Conforme al precepto mencionado, el delito de motín se configura con:

a) la actividad de diversas personas para hacer uso de un derecho o pretextando su ejercicio,


o para evitar el cumplimiento de una ley;

b) que se reúnan tumultuariamente y perturben el orden público;

c) empleen violencia en las personas o en las cosas;

d) o amenacen a la autoridad para intimidarla u obligarla a tomar alguna determinación. Así,


para que se configure el elemento de dicho ilícito, relativo a la perturbación del orden
público, debe demostrarse que con la conducta de los sujetos activos se amenaza la
estructura jurídica o material del Estado, o su organización política, mediante el empleo de
la violencia en las personas o en las cosas, pues dicho antijurídico se encuentra en el capítulo
II del título primero, denominado: "Delitos contra la seguridad interior del Estado", sección
cuarta, intitulada: "Delitos contra el Estado", de dicho código, entre los que se incluyen los
delitos de sedición, rebelión, terrorismo, sabotaje y conspiración, cuyo componente decisivo
o, por lo menos distintivo, es el aspecto político aumentado, al tipificarse en inmediata
conexión con el terrorismo y la conspiración; lo que permite colegir que se sanciona por
cuanto en cualquier momento puede ponerse en peligro no sólo la estructura jurídica, sino
también la material del Estado, es decir, con la perpetración de la conducta criminal de esa
naturaleza, se atenta contra la organización política del Estado, o contra su gobierno, al
participar una agrupación que pone en peligro la seguridad del Estado, por el uso de la
violencia con la que se expresa una inconformidad, cuyo único fin consiste en hacer -por
medio de actos violentos o de forma intimidatoria hacia la autoridad-, el uso de un derecho,
reconocido o no por las autoridades, pretextando su ejercicio o el cumplimiento de una ley,
u obligarla a tomar alguna determinación; de ahí que si no se acredita este elemento, que
implica una afectación grave a la seguridad del Estado, no puede tenerse por configurado el
elemento referido. TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIAS PENAL Y ADMINISTRATIVA DEL
VIGÉSIMO SEGUNDO CIRCUITO. Amparo en revisión 581/2016. 16 de marzo de 2017.
Unanimidad de votos. Ponente: Ma. del Pilar Núñez González. Secretaria: Ileana Guadalupe
Eng Niñ

Los motines más sangrientos de los


últimos 30 años en América Latina
El salvaje motín de este jueves en la cárcel mexicana de Topo Chico,
en Monterrey, con un total de 49 muertos, no figurará, pese a su
brutalidad, entre los motines más sangrientos de los últimos 30 años
en América Latina. Estas son las revueltas carcelarias más letales
ocurridas en prisiones latinoamericanas en las tres últimas décadas,
todas ellas, con más de 50 víctimas mortales:

Venezuela: 58 muertos (2013). El 25 de enero de 2013 al menos 58


presos y un centenar largo resultaron heridos tras el motín iniciado a
raíz de una requisa de los funcionarios en el Centro Penitenciario de
Uribana, en la región Centro Occidental de Venezuela. Otras fuentes
elevaron el número de víctimas mortales a 63.

Honduras: 361 muertos (2012). Entre el 14 y el 15 de febrero de 2012,


perecieron en un incendio en la hacinada Granja Penal de Comayagua
(Honduras) un total de 360 reos más la mujer de uno de ellos.
Expertos de Estados Unidos dictaminaron que el incendio fue por
causas accidentales, aunque otros barajaron la posibilidad de un
cortocircuito, un motín para encubrir una fuga masiva o la quema de
un colchón.

Chile: 81 muertos (2010). El 8 de diciembre de 2010, al menos 81


reclusos murieron y otros 14 resultaron heridos en la cárcel de San
Miguel, en Santiago de Chile, en un motín que comenzó como protesta
por el traslado de presos del penal.

Brasil: 133 muertos (2006). Entre el 12 y el 16 de mayo de 2006, una


oleada de ataques coordinados contra comisarías y motines
simultáneos en 80 prisiones en Brasil causó la muerte de 133
personas (41 policías, 4 civiles, 79 delincuentes y 9 presos). Los
ataques fueron ordenados por el Primer Comando de la Capital (PCC),
mafia que controlaba el crimen organizado en Brasil, para evitar el
traslado de centenares de reclusos a cárceles de máxima seguridad.

República Dominicana: 135 muertos (2005). El 7 de marzo de 2005, un


total de 135 reos murieron en un incendio durante un motín en la
prisión de Higüey, en la provincia de La Altagracia (República
Dominicana) tras un enfrentamiento entre bandas.

Honduras: 69 muertos (2003). La revuelta y posterior incendio en la


granja-penal El Porvenir, en Honduras, del 5 de abril de 2003 causó la
muerte de 61 pandilleros y de otros ocho presos.

Venezuela: 108 muertos (1994). El 4 de enero de 1994, 108 reclusos


murieron y otros 20 resultaron heridos en un motín seguido de un
incendio en la prisión de Sabaneta, en Maracaibo (Venezuela).

Venezuela: 60 muertos (1992). Un motín organizado como consecuencia


del frustrado golpe de Estado en Venezuela el 28 de noviembre de
1992 causó la muerte de 60 presos y heridas a otros 523 en una cárcel
de Caracas.
Brasil: 111 muertos (1992). El 2 de octubre de 1992, 111 presos
murieron y más de un centenar resultaron heridos en un motín ocurrido
en la Casa de Detención de São Paulo.

Perú: 250 muertos (1986). Un motín coordinado de presos que


pertenecían a las organizaciones terroristas Sendero Luminoso y
Tupac Amaru y realizado entre el 18 y el 19 de junio de 1986 en tres
prisiones de Lima (la isla El Frontón, Lurigancho y Santa Bárbara)
provocó la muerte de 250 personas. La revuelta se produjo
coincidiendo con una reunión de la Internacional Socialista y como
protesta por el traslado de reos a cárceles de máxima seguridad.

¿Por qué los motines en las


penitenciarías?
Un motín es una rebelión contra la autoridad del sistema de justicia,
es la expresión agitada y tumultuosa de las condiciones de vida que
le ofrece el penal.
Se producen como intentos de fuga, debido a la presencia de
reclusos narcotraficantes, que aprovechan las crisis periódicas de
las cárceles para utilizar el motín como medio de huida, de escape;
existen como la obra de los delincuentes comunes dispuestos a
usar la fuerza y aprovechar cualquier desorganización del penal y
fundamentalmente tiene por objetivo enfrentar a las autoridades del
penal con la masa de reclusos comunes, que en principio se
amotinan por creencias que buscan mejorar su situación legal y de
coexistencia; la causa suele ser lucha interna de los mismos
reclusos por defender el tráfico de drogas, que en nuestras cárceles
es una constante peligrosa, porque involucra a las autoridades
policiales, lamentablemente.
El por qué de los motines, más bien, guarda relación con la
represión judicial y policial, porque el preso siente que el sistema
carcelario lo sujeta más allá de la prisión legal y lo expone a
humillaciones francamente tiránicas.
En nuestras cárceles hay maltrato, la humillación, el odio de las
requisas. En el motín intervienen dos mundos porfiados y
antagónicos: los reclusos y los policías. Y cuando los mismos
reclusos se deciden por el motín, se queman colchas, ventanas;
ellos sienten que el fuego es su única arma en estos casos. Se
secuestran agentes de custodia, visitas; llega la policía, los gases
lacrimógenos, hay vómitos, diarreas, una gran agitación y el pánico
se generaliza. Cuando vemos el fuego salir por las ventanillas
enrejadas, el recluso espera con desesperación la llegada de la
prensa, su única defensa.
No hay motín sin público, menos aún sin testigos y el fuego es la
única forma de atraer la atención. Esto quiere decir, que los mismos
reclusos advierten a sus visitantes de la situación. La acción de
estos posibilita la llegada de fiscal, hombre importante en estos
casos. Al final del motín, el abatimiento que experimentan todos,
incluso los familiares, es verdaderamente grande.
Otras de las causas de los motines es debido simplemente al clima
emocional de una cárcel superpoblada, debido al reducido espacio
físico vital con que vive un recluso común en una de nuestras
cárceles. Como en casi todas las complicaciones de la vida de los
humanos, el motín carcelario es un problema de espacio, y el
hacinamiento crítico existente lo que hace es propiciarlo en forma
sostenida.
Los motines podrían evitarse incluyendo, en principio, un número
limitado de reclusos con un mejor y adecuado espacio individual, en
estos establecimientos. Se insiste en la vigilancia de los centros
penitenciarios por medios electrónicos para anteponerse a los
motines. En definitiva, existen los motines en las cárceles como una
forma de los reclusos poder controlar el penal.
Penal de Lurigancho:
controlaron motín de reos
Los prisioneros reclamaban mejores condiciones
carcelarias

Un motín en el penal de Lurigancho se registró durante la


madrugada. El levantamiento se habría dado alrededor de las 2 de la
madrugada y a las 4 se registró una balacera. Los reos exigían
mejoras en las condiciones de apresamiento.

Un grupo de alrededor de 200 internos fueron los que se levantaron y


subieron a los techos para hacer escuchar sus reclamos. Ellos
prendieron fuego a colchones haciendo arengas y reclamos contra el
nuevo director del INPE, Carlos Romero.

Según se supo, algunos de los internos estaban en contra del traslado


de algunos a penales de máxima seguridad en el interior del país. El
levantamiento fue en los pabellones 10 y 12. Agentes del INPE y
policías llegaron al lugar para restablecer el orden.

De acuerdo a familiares de los internos, habría al menos dos


fallecidos. Ellos cayeron del tercer piso de uno de los pabellones; sin
embargo, esto no pudo ser confirmado. Una ambulancia y una
camioneta del Ministerio Público llegaron y luego se retiraron del
lugar.

Tras controlar el motín, los agentes del INPE realizaron una requisa a
todos internos en busca de celulares y chips.
Las causas y el repertorio de la ira
El motín popular es utilizado como una forma eficaz y coherente de resistir a las demandas
externas, de articular las propias reivindicaciones

s, y hacerlo entender a quien tiene responsabilidad en ello. Atrás queda la visión del motín
como respuesta «gástrica» a las crisis alimentarias, irret1exiva, espasmódica, como un reflejo
directo de la miseria. y es que superado el análisis que relegaba estas «viejas» formas de
protesta a mero capítulo introductorio o preparatorio de otras «nuevas». las que aparecen
organizadas y canalizadas a través de sindicatos y partidos, superada entonces esta
dicotomía, debe avanzarse en positivo sobre la preparación, el contenido político y de ideas,
o el desarrollo que contenían aquellas «desordenadas» y «espontáneas» formas del
descontento. Los motivos argüidos por los protagonistas de estas acciones ofrecen algunas
valiosas pistas al respectos. El motín de subsistencias aparece relacionado con la carestía
alimentaria y con la subida del precio de artículos básicos. fundamentalmente del pan. Pero
lejos de ser una mera respuesta al ahogo económico, en el motín de subsistencias entran en
juego percepciones y convicciones colectivas que vienen de tiempo atrás. Todavía a finales
del XIX persiste la idea de que la población tiene derecho a ser protegida por las clases
instaladas, por los notables, los que mantienen y ejercen el poder. Protegida en primer lugar
frente a especuladores y comerciantes fraudulentos, contra abusos en precios y engaños en
los productos, y protegida en segundo lugar del hambre cuando mayores son las dificultades,
en forma de «pan o trabajo». Son éstas demandas que se repiten en las manifestaciones
públicas y actos que protagoniza «la clase jornalera», tanto en los ámbitos rurales como en
la capital Zaragoza. Unos actos que explicitan bien claramente el objetivo del descontento, y
en el caso de mediar violencia, resulta ser muy selectiva, casi siempre hacia propiedades, rara
vez contra las personas. Así, en la difícil coyuntura monetaria y de abastecimiento de mayo
del 98, los amotinados subrayaron con intensidad la parte de responsabilidad que para con
ellos debían tener los poderosos9. En los primeros días del mes, mientras a golpe de telégrafo
se abren paso los sucesos de Ultramar, el país arde en motines por la cuestión de las
subsistencias. Zaragoza no sería ajena a la crisis. En Tarazana se levantan las mujeres para
pedir pan de la Fundación Doz, un fondo póstumo donado por un filántropo, que la
Diputación Provincial inexplicablemente retiene. La autoridad, reunida con los principales
contribuyentes, tuvo que obedecer las exigencias populares y donar 6.000 pesetas al
«socorro» de las mismas. Simultáneamente a lo de Tarazana, tuvieron lugar en Zaragoza
sucesos similares.

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