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Alumna: Stephanie Alessandra Carpio Velásquez

Resumen Crítico del texto: Vínculo entre el cambio climático y el


desarrollo

En los últimos años, el problema del cambio climático ha captado un nivel de


atención sin precedentes y ello se tradujo en una movilización internacional
para concertar acciones destinadas a mitigarlo, en un dinamismo en materia
de innovación tecnológica para contar con las herramientas que permitan
paliar sus causas y en una preocupación creciente por sus posibles
consecuencias negativas sobre el desarrollo de los países.

La preocupación dominante a nivel mundial está correctamente enfocada a


mitigar el origen del problema: las emisiones de gases de efecto invernadero.
El flujo de estas emisiones hacia la atmósfera y su acumulación a lo largo de los
últimos siglos han terminado por elevar las concentraciones a un grado que
amenaza con llevar la temperatura atmosférica a niveles peligrosos para todos
los sistemas del planeta.

El cambio climático es uno de los desafíos más complejos de comienzos de


nuestro siglo. Ningún país está inmune. Ningún país puede, por sí solo, afrontar
los desafíos interconectados que plantea el cambio climático, entre los que se
incluyen decisiones políticas controvertidas, un cambio tecnológico
impresionante y consecuencias mundiales de gran alcance. A medida que se
calienta el planeta, cambian las pautas de las precipitaciones y se multiplican
los episodios extremos, como sequías, inundaciones e incendios forestales.
Millones de personas de las zonas costeras densamente pobladas y de los
países insulares perderán sus hogares a medida que se eleve el nivel del mar.
La población pobre de África, Asia y otros lugares se enfrenta con la
perspectiva de pérdidas de cosechas de consecuencias trágicas, descenso
de la productividad agrícola, y aumento del hambre, la malnutrición y las
enfermedades.

Las sociedades siempre han dependido del clima, pero solo ahora están
comenzando a comprender que el clima depende de sus acciones. El drástico
incremento de los gases de efecto invernadero que se produjo desde la
Revolución Industrial ha transformado la relación entre las personas y el medio
ambiente. Es decir, que no solo el clima afecta al desarrollo, sino que el
desarrollo también afecta el clima; por eso es necesario tomar medidas
enérgicas e inmediatas. A pesar de que el dilema sobre los costos y los
beneficios de la mitigación del cambio climático continúa, existen argumentos
sólidos que respaldan la acción inmediata para evitar aumentos inmanejables
en la temperatura.

El desarrollo social, económico y ambientalmente sostenible constituye todo un


desarrollo, aun si no hubiera calentamiento de la tierra. El crecimiento
económico es necesario pero por si solo no basta si no contribuye a reducir la
pobreza y lograr la igualdad de oportunidades. Así mismo, si no se protege el
medio ambiente, se puede poner en peligro los logros económicos y sociales;
d esta manera, se demuestra que el cambio climático sin mitigación es
incompatible con un desarrollo sostenible.

En los últimos 50 años, el empleo de los recursos naturales ha servido para


mejorar el bienestar de las personas, pero ese uso no es sostenible cuando va
acompañado de degradación y cambio climático. Al descuidar el medio
ambiente en la búsqueda del crecimiento, la humanidad se ha colocado en
una posición más vulnerable frente a los desastres naturales. Y son los más
pobres los que a menudo dependen más directamente de los recursos
naturales para obtener sus medios de subsistencia.

El cambio climático afectara a numerosos sectores y entornos productivos,


incluida la agricultura, la silvicultura, la energía y las zonas costeras, tanto en
países desarrollados como en desarrollo. Las economías en desarrollo se verán
más afectadas por el cambio climático, en parte debido a su mayor grado de
exposición a las crisis climáticas y en parte a causa de su escasa capacidad
de adaptación. Por otro lado, los desastres climáticos también pueden afectar
la salud y la educación de las personas de manera permanente.

El documento nos dice que ara 2050, gran parte de la población de los países
en desarrollo actuales tendrá un estilo de vida de clase media. Sin embargo, el
planeta no podrá soportar a una población cuya huella de carbono sea
equivalente a la del ciudadano promedio de clase media actual.
Los desastres climáticos pueden ejercer gran presión sobre una infraestructura
que en condiciones normales resulta adecuada o revelar deficiencias
institucionales que hasta el momento no se habían puesto a prueba, aun en
países de crecimiento rápido e ingresos altos.

Se puede mejorar el bienestar de las comunidades antes, durante y después


de los fenómenos climáticos extremos si se incluyen a las mujeres en las
actividades de preparación y en la rehabilitación. Por otro lado, la
participación de las mujeres impulsa la biodiversidad y mejora el manejo del
agua, la seguridad alimentaria y promueve los bosques, además fomenta la
salud pública.

Si bien son pocos los que cuestionan la necesidad de tomar medidas para
mitigar el cambio climático, aún hay controversias respecto de cuanto y
cuando se debe mitigar. La justificación para poner en práctica medidas de
mitigación inmediatas y significativas es aún más sólida cuando se tienen en
cuenta la inercia del sistema climático, la inercia de las zonas edificables y el
beneficio de reducir la mayor incertidumbre y el mayor riesgo de que se
produzcan resultados catastróficos. Cualquier respuesta al cambio climático
conlleva algún tipo de ponderación de los pros y los contras, las ventajas y
desventajas, los costos y los beneficios.

El análisis de costos-beneficios es una herramienta crucial para evaluar


políticas en el contexto ineludible de prioridades contrapuestas y recursos
escasos. Pero con la monetización de costos y beneficios se pueden omitir
fácilmente los bienes y servicios ambientales ajenos a los mercados; además,
este procedimiento se vuelve imposible cuando los riesgos futuros son
sumamente inciertos. De esta manera, es necesario contar con herramientas
de decisión adicionales que complementen este análisis para establecer
objetivos generales y riesgos aceptables.

Los enfoques con múltiples criterios pueden permitir comprender las soluciones
de compromiso que no se expresan del todo en términos monetarios. En el
contexto de la aversión al riesgo y la incertidumbre respecto de los futuros
riesgos climáticos, el enfoque de márgenes tolerables puede identificar las
trayectorias de emisiones que se mantiene dentro de los limites elegidos de
riesgo aceptable y luego evaluar el costo que implican. Un proceso solido de
toma de decisiones puede poner de relieve políticas que brinden una
protección eficaz contra los resultados futuros no deseados.

Probablemente, el tema más controvertido sea el de quien debe soportar la


carga que conlleva resolver el problema del cambio climático. La respuesta
más ética está relacionada con el principio de que “el que contamina paga”,
se debería asignar las responsabilidades según la contribución de cada grupo
o país al cambio climático. Una dimensión adicional de la responsabilidad se
refiere al modo en que las personas se han beneficiado en el pasado de las
emisiones de gases de efecto invernadero.

Finalmente, la adaptación y la mitigación del cambio climático deben


integrarse en una estrategia climática inteligente que permita incrementar la
capacidad de adaptación, reduzca la amenaza de un mayor calentamiento
y mejore lso resultados en términos de desarrollo. Estas medidas pueden
fomentar el desarrollo, y la prosperidad puede generar mayores ingresos y
propiciar instituciones mejores. Es necesario promover políticas solidas de
desarrollo resistente al clima que fomenten la adaptación, puesto que los
cambios en el clima, que ya ha n comenzado, se incrementarán incluso en el
corto plazo. Pero las políticas de mitigación también pueden resultar
perjudiciales y reducir el bienestar si, a la hora de diseñarlas y ponerlas en
práctica, n ose tienen en cuenta los efectos secundarios.

La respuesta al cambio climático podría generar el impulso para mejorar el


proceso del desarrollo y alentar reformas que propicien el bienestar y que de
todas maneras son necesarias. Dentro de todo esto, los ciudadanos formamos
parte fundamental en el debate público y la puesta en práctica de las
soluciones. Hacer frente al cambio climático es un trabajo conjunto.

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