Ensayo: Primer capítulo de sucesos de las islas Filipinas de Antonio Morga.

Juliana Chaparro

El primer capítulo de esta extensa y detallada obra nos relata todo lo que tuvo que ocurrir
para que la Corona de Castilla pudiese formalizar su presencia en el continente asiático, a
manera de un asentamiento estable en la bahía de Manila, describiendo el complejo proceso
de navegación, establecimiento, pacificación y dominación llevado a cabo por los múltiples
encargados, que dadas las buenas probabilidades de muerte que presentaba esta gran hazaña,
tuvieron que relevarse la misión una vez sus vidas llegaban a un, usualmente inesperado,
final y que en suma, seria completada por Miguel López de Legazpi y su tripulación.

Como buen capitulo introductorio, este ofrece una noción de origen, en este caso, del interés
por embarcarse en búsqueda de tierras isleñas cercanas al gran imperio chino, conocimiento
que, según Morga1, venía desde la antigüedad, acompañado de historias de metales, oro,
plata, piedras preciosas, un paraíso agrícola y ganadero, y de un comercio internacional de
especias. Pero con una lectura detenida, el relato ofrece mucho más que esto y a continuación
vamos a explorarlo bajo tres elementos.

En primer lugar, la dificultad que represento poder cumplir con el objetivo de asentarse en
Asia, y la cantidad de intentos que tomo poder llegar a hacerlo una vez Fernando de
Magallanes propusiera perseguir tal objetivo, es muestra de la gran magnitud que
representaba esta hazaña incluso a los pies de un imperio tan poderoso como el español. La
gran magnitud era geográfica, política y económica, pues tendrían que combatir las largas
distancias, la presencia portuguesa en el territorio y los grandes costos que tomaba poder
auspiciar estos intentos de conquista. Después de que Magallanes fue asesinado, su
tripulación no pudo contra los portugueses en Maluco y retornaron a España fallando en su
misión, para luego, señala Morga: “Intentose otras vezes la misma empresa y se puso en
execución, por Juan Sebastián de Caño, y por el comédador Loaisa y los Saoneses y el obispo
de Plasencia, sin tener el efecto que se pretendió”2, adicionalmente, en 1545 Ruy López de
Villalobos se aventura por el pacifico y parte de su tripulación consigue volver con
información valiosa, pero sin haber podido asentarse. Es eventualmente, hasta 1564, que

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Antonio de Morga, Sucesos de las Islas Filipinas (México: Casa de Geronymo Balli, 1609) 1
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Morga, 2
Miguel López de Legazpi y su tripulación de quinientos hombres acompañados del dotado
geógrafo Fray Andes de Urdaneta, que logran atravesar el pacifico y cumplir la misión
exitosamente.

En segundo lugar y en contraste con el gran reto que significaba la misión, nos encontramos
con la inagotable insistencia del Rey, que tras la poca información que lograba llegar a él
sobre estas tierras, persistía en enviar embarcaciones pues consideraba que “le convenía no
alçar mano dela misma empresa”3 lo que deja en visto cuan imprescindible resultaba
tremenda hazaña para la Corona Castellana. Por supuesto que tras testimonios y rumores de
todas las riquezas que poseían, estas islas iban a ser objeto de interés de un imperio que se
caracterizaba por la explotación minera y agrícola, pero el relato revela otras motivaciones.
La búsqueda de una mejor ruta hacia el continente asiático que la de rodear toda África o
atravesar toda Europa, había estado en los intereses de la Corona desde antes de que
desembarcaran en la, entonces desconocida, tierra americana, y aun mas, había sido la razón
por la cual se llegaran a chocar con este extenso continente, y no había dejado de ser una
misión pendiente por resolver. La ruta hacia Asia significaba intercambio y obtenerla
resultaba en poder monopolizar el comercio, sobretodo el de las especias asiáticas que eran
consumidas por toda Europa. Pero también residía en la misión el interés por aproximarse al
imperio chino, el más antiguo y fuerte del mundo y la idea de poder dominarlo había sido el
sueño de todo emperador desde antes de los tiempos de Alejandro Magno.

Finalmente, el texto revela, como tercer elemento, un paralelo interesante en el modus

operandi, al proceso de conquista que había empezado a ocurrir a comienzos del mismo siglo
al otro lado del mundo, en el continente americano. Se puede denotar una dinámica muy
similar, un hombre a cargo de toda una tripulación se aventura, atravesando un océano espera
encontrar una tierra valedera con riquezas y personas que poner bajo sumisión real para poder
gobernarla bajo la mano del soberano, cobrando tributo, repartiendo tierras entre su
tripulación, y ampliando las rutas y alcances comerciales del imperio. También encontramos
la fundamental presencia de la iglesia y la inclusión de la evangelización como requisito al
conquistar estas tierras y como herramienta de control e intento de homogenización de la
cultura. Morga rescata que la pacificación y sumisión de los pueblos nativos se logra a través

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Antonio de Morga, Sucesos de las Islas Filipinas (México: Casa de Geronymo Balli, 1609) 3
de las armas o con ayuda de “la industria de los religiosos que han sembrado por ellas el
santo evangelio”4.

Como se puede ver, entonces, todo este proceso de conquista y dominación, aunque alejado
espacialmente del continente americano, forma parte de la compleja realidad colonial hispana
pues al haber sido ejecutada por el mismo imperio, en el mismo siglo, están naturalmente,
entrelazadas. Se podría entender el devenir colonial de las Filipinas como una extensión de
la realidad colonial hispanoamericana pero que va a tener (y necesita ser entendida bajo) sus
propios caracteres y variables, como lo fueron la invasión y el comercio sostenido, al que
referencia Morga5 de Manila con el gran Imperio Chino. No se pueden entender por separado,
pero no se pueden homogenizar, tal como sucede en las múltiples realidades en las colonias
de Iberoamérica.

Bibliografía

Morga, Antonio de. Sucesos de las Islas Filipinas. México: Casa de Geronymo Balli, 1609.

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Antonio de Morga, Sucesos de las Islas Filipinas (México: Casa de Geronymo Balli, 1609) 5
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Morga, 5