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El mito de Pegaso

Para quienes aún no lo sepan, el nombre de Pegaso está relacionado con un caballo de color blanco
alado. Un dato que no debemos dejar de mencionar es que su nombre proviene directamente del vocablo
griego phgh, mismo que puede interpretarse como “manantial”, ya que este ser de la mitologia
griega nació del océano.

Sin embargo, como sucede en estas historias, hay varias versiones con respecto al nacimiento de este
corcel con alas. Por una parte, hay quienes afirmaban que su procedencia derivaba de la muerte de
la Gorgona a manos de Perseo, pues del cuello de esta había surgido Pegaso.

Otro relato parecido nos dice que no fue del cuello, sino de la sangre de la Gorgona que cayó sobre la
tierra.

En cuanto Pegaso llegó a la adultez, fue de inmediato al Olimpo, lugar en donde inmediatamente se
entrevistó con Zeus. La leyenda más importante en donde interviene este caballo es la de Belerofonte,
pues se cree que este lo recibió a manera de presente por parte de la diosa Atenea(también conocida
como una deidad vinculada fuertemente con la sabiduría).

De igual forma, otros tienen la creencia de que Belerofonte encontró a esta bestia mitológica, mientras el
caballo tomaba agua en la fuente de Pirene.

Lo verdaderamente trascendental es que Pegaso y Belerofonte se unieron para poder derrotar a


la Quimera y así vencer de una vez por todas a las Amazonas.

Luego tras la muerte de Belerofonte, Pegaso retornó al Olimpo en donde vivió tranquilo por mucho
tiempo, hasta que Zeus decidió convertirlo en una constelación, para que de esa manera alcanzara la
inmortalidad.

En el momento en el que esto sucedió, una pluma de una de sus alas cayó sobre Tarso y fue de ese
modo como la ciudad adoptó su nombre.

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