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INTRODUCCIÓN
Sin embargo, el refrán de que los árboles no nos dejan ver el bosque, adquiere
en este caso un significado bastante diferente y en referencia a la reforma
introducida debería reformularse en sentido contrario, el bosque no nos deja
ver los árboles, porque si bien es cierto que efectivamente las novedades son
escasas respecto a los principios básicos del procedimiento administrativo, hay
determinados artículos de la ley que merecen ser leídos con el máximo
detenimiento ya que de ellos se pueden desprender nuevas e inexploradas
consecuencias.
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su estado originario, así como con la indemnización por los
daños y perjuicios causados, que será determinada y exigida por
el órgano al que corresponda el ejercicio de la potestad
sancionadora. De no satisfacerse la indemnización en el plazo
que al efecto se determine en función de su cuantía, se
procederá en la forma prevista en el artículo 101 de la Ley del
Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones
Públicas.”
Este artículo de la ley dio mucho que hablar en los primeros momentos de su
aprobación, llegándose a plantear su posible inconstitucionalidad por vulnerar
el artículo 117.3 de la CE ya que la posibilidad de que mediante un
procedimiento administrativo se pueda llegar a una restitución entre
particulares y por tanto su utilización para tutelar intereses contractuales entre
ellos, vulneraba dicho artículo que establece el ejercicio de las potestades
jurisdiccionales en exclusividad a jueces y tribunales. Sin embargo el Tribunal
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Constitucional no ha tenido, y obviamente ya no tendrá, posibilidad de
manifestarse sobre la constitucionalidad de esta norma.
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sanción, debiendo notificarse al infractor para que en el plazo de
un mes proceda a su satisfacción, quedando, de no hacerse así,
expedita la vía judicial.”
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LA REFORMA DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL DERIVADA DE LA SANCIÓN
ADMINISTRATIVA, INTRODUCIDA POR LA LEY 40/2015 DE REGIMEN JURÍDICO
DEL SECTOR PÚBLICO
El artículo se encuadra en el Capítulo III de la ley, que trata sobre los principios
generales de la potestad sancionadora de las administraciones públicas. La
interpretación literal de la nueva norma parece evidente, la resolución
sancionadora deberá pronunciarse sobre la responsabilidad civil del infractor,
en relación con la indemnización por daños y perjuicios con la que se debe
resarcir al perjudicado. Si bien esta posibilidad, tal como hemos comentado, ya
aparecía recogida en la anterior ley 30/1992, en la nueva redacción,
desaparece de su enunciado la palabra “podrá” y se sustituye por “será
determinada y exigida por el órgano al que corresponda el ejercicio de la
potestad sancionadora” con lo que parece que el pronunciamiento sobre la
indemnización que debe realizar la administración no es de carácter potestativo
sino que se erige en una obligación para el órgano resolutorio y que el inciso
establecido en la primera frase del artículo “serán compatibles” hace referencia
no al posible carácter no imperativo de la norma, sino a la aclaración de que las
posibles indemnizaciones que establezca el órgano administrativo no se
consideraran sanciones y por tanto no se vulnera el principio de non bis in
idem.
Las dudas y problemas que plantea esta interpretación son inabarcables. ¿No
rige el principio de autonomía en la defensa de los intereses privados? ¿El
particular no podrá acceder a la vía civil si esa es su elección? ¿Se le cierra el
paso a la jurisdicción civil una vez que la administración ha resuelto sobre la
indemnización? ¿La resolución administrativa tiene valor de cosa juzgada?
¿Cómo se armonizan los diferentes plazos de prescripción de la
responsabilidad civil y de la sanción administrativa?
Una de las cuestiones que más debate suscitó en su momento respecto del
artículo 130.2 de la derogada ley 30/1992, a la vista de la interpretación que
debía darse a la última frase del dicho artículo “quedando, de no hacerse así,
expedita la vía judicial correspondiente”, fue la posibilidad de que la resolución
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que estableciera la cuantía de la indemnización al perjudicado fuera
directamente ejecutiva por parte de la Administración. La doctrina
administrativista entendió que con la incorporación de esta expresión al texto
del articulado, se hacía referencia a la falta de ejecutoriedad del acto
administrativo por el cual se declaraba la indemnización por los daños y
perjuicios y que la reclamación, en su caso, podía remitirse a la jurisdicción
civil. De esta manera la administración podía determinar el importe de los
daños, pero sólo para orientar al perjudicado, que debería exigirlos ante los
juzgados y tribunales civiles. Por su parte la doctrina civilista centrada en el
derecho del consumo, propugnaba la ejecutoriedad del acto administrativo
análogamente a cualquier acto dictado por la administración.
Pues bien, en la nueva redacción del artículo 28.2 de la ley 40/2015 heredero
del 130.2 de la 30/1992, se elimina la controvertida expresión y se deja
meridianamente claro la ejecutoriedad del acto que estable la indemnización
civil:
Parece que el dogma por el cual son los tribunales civiles son los que deben
decidir sobre cuestiones entre particulares se rompe con el tenor literal de este
nuevo artículo.
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que trata sobre el Procedimiento administrativo, del cual el sancionador es uno
especial pero procedimiento al fin y al cabo.
El hecho que se haya incorporado a esta ley tiene una consecuencia de primer
orden en el sentido que no queda afectado por las excepciones que en materia
de procedimiento marca la Disposición Adicional 1ª de la ley 39/2015 la cual
deja fuera de su ámbito de actuación los procedimientos en materia tributaria,
orden social, tráfico y seguridad vial (importantísima materia respecto al tema
que nos ocupa, por la multitud de indemnizaciones civiles que pueden
generarse) y extranjería.
Sin lugar a dudas se abre con esta nueva regulación un horizonte incierto de
consecuencias imprevisibles. Las dudas que se plantean y que hemos
desglosado brevemente en estas líneas son solamente la punta del iceberg del
efecto que puede tener la puesta en marcha de esta nueva regulación.
Deberemos esperar al desarrollo reglamentario que efectúe el ejecutivo, al
grado de utilización por parte de la administración de esta nueva prerrogativa
que le atribuye la ley y a las decisiones judiciales que se generen como
consecuencia de las posibles controversias que se susciten en los tribunales,
para vislumbrar el verdadero calado de esta importante reforma legislativa.
BIBLIOGRAFÍA
PARADA VAZQUEZ, Derecho Administrativo II, Ed. Open ediciones universitarias, SL.
Madrid, 2015 (25ª Edición)
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PEÑA LÓPEZ, “La indemnización de los daños y perjuicios causados al consumidor en
el marco del procedimiento administrativo sancionador”, Revista Doctrinal Aranzadi
Civil-Mercantil, nº 17. 2007.