Está en la página 1de 4

El metano (CH4 ), el segundo gas de efecto invernadero (GHG) más importante producido

por el hombre después del dióxido de carbono (CO2 ), es responsable de más de un tercio del
forzamiento del cambio climático antropogénico. Es además el segundo GHG más
abundante, siendo responsable del 14 por ciento de las emisiones a nivel mundial. El metano
es considerado un “forzador climático a corto plazo”, lo que significa que tiene un tiempo de
vida relativamente corto en la atmósfera, aproximadamente 12 años. Aunque el metano
permanece en la atmósfera por un período de tiempo más corto y es emitido en cantidades
más pequeñas que el CO2 , su potencial para atrapar el calor en la atmósfera, llamado su
“potencial de calentamiento global”, es 21 veces mayor que el CO2 .

El metano es emitido durante la producción y transporte de carbón, gas natural y petróleo.


También se producen emisiones como resultado de la descomposición de materia orgánica
en los vertederos de desperdicios sólidos municipales, algunos sistemas de almacenamiento
de estiércol y ciertos sistemas para el tratamiento de aguas de desecho. El metano ofrece una
oportunidad única de mitigar el cambio climático y simultáneamente aumentar el suministro
de energía disponible. No obstante, sin medidas más rigurosas para reducir las fuentes, se
espera que las emisiones de metano aumenten aproximadamente en un 45% hasta alcanzar
las 8.522 millones de toneladas métricas de equivalente al dióxido de carbono (MMTCO2 E)
para el año 2030.1 Los Países Socios de la GMI representan aproximadamente el 70 por
ciento de las emisiones antropogénicas mundiales de metano estimadas y entre ellos se
encuentran incluidos los 10 países con más emisiones de metano. Las reducciones de las
emisiones de metano acumuladas atribuibles a la GMI suman prácticamente 128,3 MMTCO2
E

Antecedentes
La producción, procesamiento, transmisión y distribución del petróleo y del gas natural
conforman juntos la segunda fuente antropogénica (producida por el hombre) más grande de
metano en todo el mundo, liberando un estimado de 1.600 MMTCO2 E de metano hacia la
atmósfera en el año 2010.1 El metano es emitido durante operaciones normales,
mantenimiento de rutina, y trastornos en las industrias del petróleo y del gas natural. Las
emisiones varían entre las distintas instalaciones y son, en gran medida, un resultado del tipo
de procesos y equipos, procedimientos operativos y de mantenimiento, y condiciones de los
equipos. SI bien el gas natural es una fuente de energía relativamente limpia, las pérdidas de
metano de los sistemas de petróleo y gas son responsables del aproximadamente el 20 por
ciento del total de emisiones mundiales de metano. La figura 1 presenta las emisiones de
metano del sector de petróleo y gas en países de la GMI seleccionados.

El venteo operativo diseñado y las emisiones fugitivas accidentales a lo largo de la red de


suministro de la industria de gas natural representan pérdidas de producto que podrían
evitarse utilizando las económicas tecnologías y prácticas que ya se encuentran disponibles.
La reducción de las emisiones de metano de la industria del petróleo y del gas podría
resolverse realizando unos simples cambios en las prácticas operativas y mejoras en los
equipos; y pueden acarrear considerables beneficios económicos y ambientales. Los
proyectos de reducción de la emisión de metano conservan el gas natural, a menudo
recuperan sus costos en menos de un año y producen una productividad permanente y
mejoras en el desempeño ambiental.

Según un reciente estudio de la NASA, la industria del petróleo y el gas es, en gran parte,
responsable del aumento global de las emisiones de metano, un poderoso gas de efecto
invernadero.

Estas emisiones de metano (CH4) han aumentado en aproximadamente 25 teragramos por


año desde 2006. Un teragramo es una unidad de masa igual a un billón de gramos.

Los resultados subrayan la necesidad de que el mundo haga una transición rápida hacia
fuentes de energía renovables, especialmente energía eólica y solar, para alcanzar el objetivo
central del Acuerdo de París sobre el cambio climático, que es limitar el aumento de la
temperatura media global muy por debajo de 2 grados centígrados.

Un equipo de científicos del Jet Propulsion Laboratory (JPL por sus siglas en
inglés, Laboratorio de Propulsión a Reacción) de la NASA, dirigido por John Worden,
afirma que la explotación y el transporte de combustibles fósiles, es decir, petróleo, carbón y
gas natural, han contribuido en gran medida a la liberación de metano fósil en el subsuelo
mundial.

Cuando se explota un pozo de petróleo, el gas se libera inevitablemente al mismo tiempo que
el petróleo que se bombea. En menor medida, se emite metano, un gas combustible presente
en yacimientos subterráneos de gas natural. Estas fuentes de emisiones, nocivas para el clima,
han sido subestimadas hasta ahora.

Existen también otras fuentes naturales de metano, procedentes de los pantanos, los
humedales, manglares o de charcas de mareas de permafrost ártico, así como desde otras
fuentes geológicas que liberan metano fósil atrapado en el subsuelo.

Por otro lado, el metano también puede proceder de la agricultura y el procesamiento de


desechos, así como de la digestión de los rumiantes, la fermentación del estiércol o el cultivo
de arroz a partir de las parcelas de inundación.

Así, ¿cómo encontró el equipo de la NASA pruebas de un aumento en las emisiones de


metano de la exploración del petróleo y el gas? La reducción en el área mundial quemada
entre 2006 y 2014 dio como resultado una reducción en las emisiones de metano muy por
encima de lo predicho por los científicos. Por lo tanto, la contaminación por metano
relacionada con el fuego ha disminuido el doble de lo que se pensaba, según el estudio
publicado en Nature Communications.

Al combinar la evidencia isotópica de las mediciones de la superficie del suelo con las
emisiones de fuego recién calculadas, el equipo de la NASA mostró que alrededor de 17
teragramos por año del aumento se debe a combustibles fósiles, otros 12 provienen de
humedales o arrozales, mientras que los incendios disminuyen en alrededor de 4 teragramos
por año. Los tres números se traducen como 25 teragramos por año, lo mismo que el aumento
observado.

Worden y su equipo han aplicado nuevos análisis de datos satelitales basados en el suelo para
identificar con mayor precisión todos los intercambios de metano. Los resultados subrayan
la necesidad de que el mundo haga una transición rápida hacia fuentes de energía renovables,
especialmente energía eólica y solar, para alcanzar el objetivo central del Acuerdo de París
sobre el cambio climático, que es limitar el aumento de la temperatura media global muy por
debajo de 2 grados centígrados

References

S. Environmental Protection Agency, Inventory of U.S. Greenhouse Gas Emissions and Sinks:
1990-2017 (Links to an external site.), Table ES-2, April 2019

Joannes D. Maasakkers, Daniel J. Jacob, Melissa P. Sulprizio, Alexander J. Turner, Melissa Weitz,
Tom Wirth, Cate Hight, Mark DeFigueiredo, Mausami Desai, Rachel Schmeltz, Leif Hockstad,
Anthony A. Bloom, Kevin W. Bowman, Seongeun Jeong, and Marc L. Fischer. Gridded National
Inventory of U.S. Methane Emissions. Environmental Science & Technology2016, 50 (23), 13123-
13133, DOI: 10.1021/acs.est.6b02878.

Mitchell, A. L., Tkacik, D. S., Roscioli, J. R., Herndon, S. C., Yacovitch, T. I., Martinez, D. M., ...
& Omara, M. (2015). Measurements of methane emissions from natural gas gathering facilities and
processing plants: Measurement results. Environmental science & technology, 49(5), 3219-3227

Howarth, R. W. (2014). A bridge to nowhere: methane emissions and the greenhouse gas footprint
of natural gas. Energy Science & Engineering, 2(2), 47-60.

Alvarez, R. A., Pacala, S. W., Winebrake, J. J., Chameides, W. L., & Hamburg, S. P. (2012).
Greater focus needed on methane leakage from natural gas infrastructure. Proceedings of the
National Academy of Sciences, 109(17), 6435-6440.

Wang, J., Ryan, D., & Anthony, E. J. (2011). Reducing the greenhouse gas footprint of shale
gas. Energy Policy, 39(12), 8196-8199.

Rodhe, H. (1990). A comparison of the contribution of various gases to the greenhouse


effect. Science, 248(4960), 1217-1219.
Hughes, L. (2000). Biological consequences of global warming: is the signal already
apparent?. Trends in ecology & evolution, 15(2), 56-61.

Greenhouse Gas Inventory Data


Explorer; https://cfpub.epa.gov/ghgdata/inventoryexplorer/#energy/allgas/source/all

También podría gustarte