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DE
Años atras un sacerdote mexicano tuvo que convertirse en estrella de lucha libre para
obtener dinero. Tenia que mantener un albergue para niños de la calle. Con el tiempo
ganó fama y hendas. Ahora, en el retiro, enseña secretos del combate a sus pupilos y
> de vez en cuando celebra una misa con la máscara. ¿Puede un hombre acostumbrado a
golpear a su prójimo ser un buen sirviente de Dios?
L SACERDOTE
SERGIO
-Es cierto, la Biblia dice que si te pegan en una mejilla debes dar la
Gutiérrez todavía siente otra - razona GutiélTez con una voz que parece de personaje del Chavo
el mismo dolor agudo del 8- , pero luego no dice nada más.
En los años setenta Fray TOl1nellta se había convertido en otro
cada vez que sostiene el subproducto de este mundo pantagruélico de las mallas y las muecas
exageradas. Un mundo que en las últimas dos décadas ha gozado de
cáliz en el aire durante unos segundos: un apogeo que coloca a la lucha libre como la mercancía mexicana más
tres costillas quebradas, un brazo roto exportada después de los tacos. Él dej ó de ser el sacerdote de una pa-
rroquia de barrio para conveltirse en un luchador, en un personaje. En
y los dedos de las manos torcidos pa- una figura de ficción. Detrás de la máscar a de F,·ay Tormenta - dorada,
roja y blillosa- , el sacerdote representaba lo que la fotógrafa Lom-des
recen ser la penitencia que le ha de- Grobet llamó «el juego de las dualidades». Ella pasó casi treinta años
jado varias décadas de obstinación retratando el mundo de la lucha libre y entendió que, tras un pedazo de
tela, todos podemos ser luchadores, que cualquiera puede convertirse
por la lucha libre. Ahora que ya es un en un héroe aunque no le gane a nadie. Poco después de] terremoto que
destrozó parte del Distrito Federal en '985, apareció un luchador que se
anciano y sigue haciendo misas en la hacía llamar Superbarrio Gómez y peleaba - decía él- por los que se ha-
bían quedado sin casa. Se conviltió en un héroe urbano de un momento
iglesia de la colonia Texcoco, en las a otro aunque sobre el ring fuera un sparring promedio.
afueras de México DF, estas lesiones Años después de su época de esplendor, el viejo y retirado Fray
Tormenta todavía es capaz de imponer algunas co ndiciones a los
conforman el registro vivo de cuando que osan buscarlo en su refugi o del barrio La Trinidad. Por ejemplo,
no le gusta que le tomen fotografías sin la máscara puesta. Pero si
desde el estrado del coliseo los faná- esa condición no existiera se podría ver a un hombre de sesenta y
ticos gritaban su alias, Fray Tormenta, cinco años con el tabique desviado, peinado de lado y miope: un tipo
cualquiera, con deudas, várices y gastritis. En su parroquia, cerca del
y él se agarraba a golpes con otros jardín interior, hay una tumba de comienzos del siglo xx. AlIado de
ella sobrevive un cuadrilátero de lucha gastado por sus cuatro cos-
enmascarados los domingos des- tados; las cuerdas son perfectas para colgar sotanas mojadas en el
pués de oficiar la sagrada eucaristía. verano. Fray Tormenta divide sus días entre las misas y las clases de
lu cha libre que imparte a sus cachorros, como él llama a los niños y
o
o
Con ello debía reunir suficiente dinero para man- jóvenes que pasan por el albergue.
tener un hospicio para niños de la calle que años atrás - Lo impOltante es saber caer -dice el sacerdote y esa frase no es
había creado y que apenas podía sostener - porque una metáfora de la miseria de la que trata de rescatar a los niños.
>
para eso dice que inventó al personaje-, el único en su
género en la historia de la lucha libre. Ahora aquellos
episodios de su época de luchador fonnan un rosario
de victorias ínfimas y de dolores inoportunos que él no La lucha libre tiene al menos tres requisitos tácitos. Uno de ellos
duda en compartir con los visitantes y feligreses como es inventar un nombre lo suficientemente atractivo para que, apelando
la última posibilidad de exhibirse para que lo admiren. a los estereotipos del wrestling, el público pueda ubicar sin dificultad
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al luchador en el bando de los malos o de los buenos: libre y cuando no está oficiando misas -y cuando se lo piden-, Fray
el Santo siempre iba a enfrentarse a Blue Demon, Tormenta canta en un conjunto de mariachis. No es un oficio ligado
Místico suele ser rival de sujetos como Mephisto y El precisamente al virtuosismo físico y a la adrenalina de la lucha libre,
Valiente se ha dado de manotazos con Mr. Niebla en pero así se gana casi el mismo dineroyno se expone a lesiones. Esta ma-
varios escenarios. En los anales de la lucha libre mexi- ñana el sacerdote ya terminó la misa de las once. Ahora camina por los
cana o cachascán, a secas, hay nombres más elabora- pasadizos de la parroquia mientras espera las siguientes ceremonias,
dos, como Médico Asesino o Semental. Aquí escasean una de acción de gracias y un bautizo.
los antihéroes ambiguos (escasean también las peleas -Yo no quería fama -dice-, sólo necesitaba el dinero.
con resultados impredecibles o los guionistas con sen- Pero en verdad lo único que consiguió fue fama. Ganó su prime-
tido del suspenso, pero ése es otro tema). ra pelea en septiembre de 1974 y cuando regresó a casa y reunió a sus
El segundo requisito es que el luchador, en la me- cachorros y abrieron el sobre con el pago por las peleas había menos
elida de lo posible, no debe mostrar el rostro. La más- de cincuenta dólares, Con un pasado callejero, de drogas y pandillas
cara es una mercancía sobre la lona. De hecho, hay pe- y mala vida, él sabía lo que era la necesidad de un ídolo popular.
leas en las que se apuesta la máscara y el que la pierde Cuando Fray Tormenta peleaba y el público gritaba: «¡Asesínalo,
jamás volverá a usarla, como si se tratara de un código padrecito y mándalo al infiernob~, él seguía pensando en esa gesta
de honor (aunque luego el luchador se invente otra y heroica del sacerdote que cambia los hábitos por el disfraz para liar-
siga peleando), El Santo, por ejemplo, pocas veces dejó se con otros de su talla y defender a sus cachorros. El público sólo
ver su rostro. Cuando la fotógrafa Grobet lo entrevis- pensaba en uno de los tantos personajes curiosos que han llegado a
tó, él exigió ir a una oficina privada para evitar que las buscarse una vida en la lona, a eso que Carlos Monsiváis llama «una
empleadas de su casa lo vieran sin máscara: se habría genuina comedia humana, donde los matices de la pasión hallan el
tenninado el mito, habría muerto el personaje. signo que los aloja, los expresa y los conduce al triunfo». Un triunfo
El tercer requisito es tener un empleo de verdad. que los convierte en objetos de culto pasajero, incluso con imágenes
Cuando no participa en alguna exhibición de lucha que adorar, como el Fray Tormenta de juguete -musculoso, alto,
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imponente, casi divino- que hay sobre el escritorio - La película es divertida, pero ése no es Fray Tormenta -aclara
del sacerdote Gutiérrez. tiempo después-o Yo no ando persiguiendo monjas.
A pesar del retiro, Fray Tormenta todavía ca- Es hora de celebrar un bautiw. GutiélTez pide permiso a los padres
ITÚna muy rápido y se mueve muy rápido. Mientras del niño para usar la máscara durante el bautizo. Es extraño ver a Fray
descuelga fotografias de una pared (las que le toma- Tormenta oficiando misa: ya casi no lo hace por temor a que algún feligrés
ron cuando lo ordenaron sacerdote, o cuando peleó en conservador lo tome como una falta de respeto. Años atrás conoció al papa
Japón, o cuando visitó a su madre en el hospital con el Juan Pablo TI cuando éste visitó México. Al estrecharle la mano, le contó
disfraz), recita de memoria sus logros, como si el olvi- que existía un sacerdote luchador. El papa le dijo que deberla haber otros
do lo amenazara con quitarle incluso eso. Perder el re- curas luchadores. Haber obtenido esa venia suprema cerró una fractura.
cuerdo significaría perder los derechos del personaje: Fray Tormenta, a fin de cuentas, es el resultado del violento adolescente
que se hizo conocido por la llave La Confesora, inven- criado en las calles y el sacerdote que busca dinero para los pobres.
tada por pura casualidad durante una pelea y que lue- Después de tres misas, Gutiérrez se sienta en su oficina, con la agen-
go le costó recrear. Que le temían. Que siempre logró da en la mano, y repasa los borarios de las otras dos. A ratos bebe a gran-
llevar sobre la espalda, él solo, la casa-hogar, aunque des sorbos una bebida energizante de nombre Gladiator, que en la lata
para ello tuviera que manejar veinte horas para una lleva impresa la imagen del Místico. Es el márketing. Es el México del
librar una pelea y ahorrarse así el pasaje de avión. nuevo siglo. Ahora el Místico vive de la lucha libre y del éxito recargado
-De aquí han salido tres médicos, dieciséis que supone. Algunos luchadores pueden ganar tanto como un futbolista.
maestros, un contador auditor, un contador privado, Es decir, mucho dinero. En la época en la que debutó Fray Tormenta, la
veinte técnicos en computación, siete abogados, un lucha libre era poco más que un pasatiempo de fin de semana mal remu-
sacerdote y uno que otro luchador. nerado. Tener una bebida con su nombre era un sueño que él jamás tuvo,
Es éste, en todo caso, el logro palpable. Haberse aunque ahora parece un éxito bastante corriente en el oficio.
convertido en un luchador con cierto arraigo popular Un día un representante de la Organización Mundial de Boxeo vi-
y un talento respetable es cosa del pasado. La verda- sitó a Fray Tormenta en su parroquia y le entregó un cheque de cinco
dera hazaña sería poder seguir manteniendo a sus ca- mil dólares por su esfuerzo por alejar a los jóvenes del consumo de dro-
chorros, con o sin la máscara puesta, ya en el retiro. gas. El sacerdote agradeció con un discurso. «Antes yo decía que la casa
hogar vivía de la lucha libre -dice-o Hoy digo que vive de milagro».
La siguiente misa ha tenninado. Ninguno de los asistentes se atrevía
a reírse de la situación: el sacerdote se había colocado la máscara y en la
Un día a Fray Tormenta lo invitaron a ver la homilía habló del alcoholismo, de los errores, de los caminos. La familia
película NACHO LIBRE, la que supuestamente se basa que pagó por la misa de gracias se toma fotos con Fray Tormenta. Le
en su vida, yen la que un aspirante a sacerdote con piden que no se quite la máscara. La fotógrafa Lourdes Grobet contó que
exceso de peso se involucra en el mundo del cachas- en una convención más O mellOS clandestina, el Subcomandante Marcos
cán para dar de comer a un grupo de niños huérla- les preguntó a los asistentes si querian que se sacara el pasamontañas:
nos y, en el fondo, para atraer miradas de la hermana todos le pidieron que no lo hiciera. Esa búsqueda del anonimato es lo que
Encarnación, una religiosa hermosa y más o menos permite a GutiélTez seguir siendo ese personaje a pesar del retiro. Como
inocente. Pensaron que a Gutiérrez le gustaría verse si la gente estuviera cansada de la gente y hubiera aprendido a celebrar a
retratado en el cine. los que tienen el valor de convertirse en otra cosa. Héroes. Fantasías .•