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Exhortaciones a la Iglesia Presbiteriana

La falta de confesionalidad

Hace unos días hablaba con un grupo de estudiantes en un seminario. Les decía que
aunque soy presbiteriano, constantemente me veo en la necesidad de añadir algunas
etiquetas extra a mi identidad teológica para delinear bien los contornos de mi fe.

Decir “soy presbiteriano”, ya no es garantía de nada. No desde que hay


presbiterianos liberales, presbiterianos arminianos, presbiterianos dispensacionalistas,
etc. Antiguamente, decir “soy presbiteriano” implicaba un sistema doctrinal muy
bien definido, convicciones muy precisas. Pero en la actualidad, al parecer, sólo implica
una forma de gobierno por presbíteros (ancianos). Es por eso que hay que especificar
qué tipo de presbiterianismo es el que uno profesa. Uno de los seminaristas me
preguntó “¿no sería suficiente con decir ‘Presbiteriano Reformado’?”. Con
tristeza le respondí: “Debería serlo, pero no lo es. Ya no es suficiente, pues aún el
término ‘Reformado’ ha sido devaluado”.

En la actualidad, decir “soy reformado”, parece implicar, simplemente, adhesión a


los “Cinco Puntos del Calvinismo”. Eso no es todo lo que ser Reformado significa.
Los Reformados de otras épocas, probablemente, reprobarían a los Reformados de la
nuestra en decenas de puntos ¡aunque claro! estarían de acuerdo con ellos en cinco
puntos. Nuestra época ha limitado el significado de ese precioso término de esa triste
manera.

Algunos otros espíritus, aún más perturbados, toman el término “reformado”, e


ignorando su desarrollo histórico, alegan que ser reformado significa, simplemente,
continuar con la misión de los reformadores del siglo XVI y reformar continuamente a
nuestra iglesia ¿Qué hay de malo con eso? Primero, que ellos toman eso como una
excusa para innovar tontamente en doctrinas y prácticas opuestas a aquella fe
Reformada enraizada en la Biblia y en la historia, diciendo: “somos reformados,
estamos reformando a la iglesia”. Y segundo, que ese no es el significado histórico
del término.

Es como si tomásemos el término “protestante” y dijésemos que todo aquel que


haya ido a una marcha para protestar contra el gobierno de nuestra ciudad debe ser
llamado “protestante”. Es cierto, hay relación entre la actividad realizada y el
significado del término. Hay cierta lógica en llamar protestante al individuo que
constantemente está en protestas. Sin embargo, el término “protestante” tiene un
pasado, fue acuñado en un momento histórico en específico, para identificar a ciertas
personas con convicciones específicas. No podemos usar el término caprichosamente.
No podemos llamar reformado a todo aquel que está “reformando” a la iglesia, así
como no llamamos “protestante” a todo aquel que protesta.

Pero entonces ¿qué etiqueta podríamos adoptar para delinear con precisión los
contornos de una fe más ortodoxa, y realmente reformada? ¡Confesional!
¡Presbiteriano Confesional! De hecho, ser Confesional, es el sentido original de lo que
significa ser Reformado. Todo buen creyente Reformado es y ha sido Confesional.

Pero ¿qué significa ser un Presbiteriano Confesional? Significa ser ese tipo de
presbiteriano que se adhiere a aquellos documentos históricos a los que las Iglesias
Reformadas se han suscrito a lo largo de su historia. Algunos de estos documentos
son: Los Cánones de Dort, La Confesión Belga, El Catecismo de Heidelberg, La
Confesión Escocesa, La Segunda Confesión Helvética, etc.

De entre nuestros documentos históricos reformados, probablemente, los más


representativos, son los redactados en Westminster entre 1646 y 1647: La Confesión
de Fe de Westminster, y el Catecismo Mayor y Menor de Westminster.

En estos documentos, no sólo encontramos un montón de ideas académicas frías y sin


vida. En ellos encontramos la historia del pensamiento de nuestras iglesias.
Encontramos la mentalidad de nuestros antecesores presbiterianos. De modo que, al
haber descuidado estos documentos, hemos olvidado de dónde venimos, y esto ha
provocado una pérdida de identidad denominacional tremenda.

Si un individuo, repentinamente perdiera la memoria, eso influiría en su personalidad.


Tal persona sería radicalmente distinta. Porque nuestro pasado, nuestras experiencias,
el camino que hemos recorrido, en gran medida nos hace ser lo que actualmente
somos. La Iglesia Presbiteriana, en términos generales, no sabe lo que significa ser
presbiteriano, no sabe cómo se ve, ni cómo se oye un presbiteriano genuino ¿Por qué?
porque no tiene memoria. Debemos recordar, fijarnos del camino que hemos
recorrido, fijarnos en nuestros documentos históricos Reformados, eso nos hará
recobrar nuestra identidad propia, vibrante y gloriosa.

Rechazar los Catecismos y Confesiones, por otro lado, es una gran muestra de
arrogancia. Si un médico llegase a decir “olviden todo lo que se ha dicho hasta ahora,
olviden todas las formulas y los hallazgos, olviden a todos los demás médicos, con sus
trabajos y esfuerzos. La medicina comienza a partir de mis propios estudios personales,
voy a hacerlo todo desde cero”. Aquello sería una iniciativa muy arrogante ¿Tirar a la
basura todo el desarrollo que se ha dado a lo largo de la historia de la medicina para
actuar como si todo lo bueno comenzase a partir de uno mismo? ¡Qué gran arrogancia!

La Biblia es nuestra norma máxima de fe y práctica, y de ella debemos extraer nuestras


convicciones más profundas. Sin embargo, los Catecismo y Confesiones son el
desarrollo histórico de esa fe, una fe que busca basarse más y más en la Biblia; son el
fruto del trabajo del Espíritu Santo sobre las mentes y corazones de cientos de
hermanos mucho más capaces y piadoso que nosotros. ¿Desecharemos ese trabajo
para actuar como si la fe cristiana genuina iniciase a partir de nosotros mismos? No
seamos tan soberbios, por favor.

Por supuesto, debemos aclarar que, no creemos que estos documentos reformados
tengan la misma autoridad que la Biblia. La Biblia tiene autoridad “en sí misma”, no
necesita que nada ni nadie le confiera autoridad o veracidad. La Biblia, por ser la
infalible Palabra de Dios, debe ser creída y obedecida por todo hombre. Sin embargo,
aunque los Catecismos y Confesiones, no tienen esa misma autoridad, si tienen una
autoridad derivada de la autoridad de las Escrituras. ¿Qué significa eso? que en
cualquier punto donde estos documentos nuestros sean fieles a la Biblia, tendrán la
misma autoridad de la Biblia respaldándolos. Sí, la misma autoridad de la Biblia,
aunque derivada de ella. Así mismo, en donde no estén en armonía con las Escrituras,
deben ser desechados como doctrinas de hombres.

El asunto es que, hasta ahora, nadie ha logrado probar contundentemente, que estos
documentos difieran de la Biblia en algún punto. Estos documentos, han pasado la
prueba de la historia y han prevalecido por sobre cientos de errores y desvíos
teológicos. Su autoridad sobre nuestra fe y práctica, debe ser tomada en cuenta.

La triste realidad, es que en muchas iglesias Presbiterianas, ni siquiera se conoce de la


existencia de estos documentos. Hermanos, si verdaderamente somos Presbiterianos,
debemos ser también Reformados, y si somos Reformados, debemos ser
Confesionales. No hay otra manera. Nunca ha sido de otro modo. ¡Regresemos
hermanos! ¡Regresemos a las verdades que nuestros antecesores, encontraron,
defendieron, redactaron y nos legaron, con tanto esfuerzo, en estos Credos,
Catecismos y Confesiones! No por amor a los textos antiguos o las viejas formas, sino
por amor a las Escrituras que jamás han sido tan honradas por algún grupo de
documentos como lo han sido por éstos documentos. El Señor nos asista.

L.S.T. Alejandro Gonzáles Viveros


I xic’bentel jiñi Iglesia Presbiteriana:
Che’b mach yujilic baqui b i ñopbal

Max to weñ añic ora woli yon ti t`añ yic’ot jun mojt xq’el juñob ti jump’el seminário.
Wolic su’beñob anquese presbiterianojoñ, pero añ tajol mu’to csclañ yantac b
jc’aba’ cha’añ mic weñ cjñel chuqi mic ñop.

Che’b mi yjel “presbiterianojon” mach weñ añix i c’jñi’bal. Tsa’ tejchi che b tsa’
caji jiñi presbiterianos liberales i c’aba’, presbiterianos arminianos, presbiterianos
dispensacionalistas, añ yañ tac b. Ti wajali che’b mi yjlel “presbiterianojoñ”
yomch i yl jump’el weñ b cntesa, weñ uts’at b melbil. Pero wle, mi laj q’el,
cojachix yom i yl cha’añ bajche mi i mel i ye’tel, añob ti wenta presbíteros
(ancianojob). Jiñi cha’añ yomch mi i weñ ajlel baqui b jiñi lac ñop bal añonla che’
bajche presbiterianos. Juntiquil jiñi seminarista tsa’ i c’aj ti’beyoñ ¿mach ba jaslic che
mi la cl cha’añ presbiteriano Reformadojonla? Yic’otix c ch’ijiyemlel tsa’ c jac’be:
che’ch yom, pero mach che’ic mi yujtel. Mach jaslix, come jiñi i c’aba’ Reformado
tsa’ix jiñi i c’jñi’bal.

wle che mi la cl “joñon Reformadojoñ” yom jax i yl yilal cha’añ mi i ñop jiñi “jo’p’el
i cntesa jiñi Calvinismo”. Mach cojic jach iliyi che’ mi la cl cha’añ Reformadojonla.
Jiñi Reformadojob ti wajali, i tajol muq’ix i q’elob ti lecoj come ca’blix puntoj tac
melbilb ¡pero i sujm! Acuerdojob jiñi jo’p’el puntos am b wle. Tsa’ix weñ q’extyi i
sumlel jiñi i c’aba’ wale.

Añob lamit’al ñumen asiyemo’b i ña’t’bal, mi i ña’tañob jiñi t’añ “Reformado” che b
mach yulilo’bic bajche tsa’ ujti wajali, mi ylob cha’añ cojach yom i yl cha’añ mi lac
mel majlel i ye’telob jiñi reformadores tsa’ b ajñiyob ti siglo XVI yic’ot mi lac chn toj
esañ majlel jiñi iglesia. ¿chuqui mach b weñic ilayi? ñaxamb, mi i q’elob iliyi che’
bajche jump’el to’ol t’añ cha’añ mi i laj tsijib tesañob cntesa yic’ot bajche i ñusaq’iñob
pero mach lajalic che’ bajche’ ñop blel Reformadab añ b i sumlel ti i t’añ lac Yum
yic’ot ti historia, mi ylob: “joñon lojoñ reformadojon lojon, wolic tsijib tesañ lojon jiñi
iglesia”. I cha’ p’ejlel, mach jiñi mero i sujmlelb jiñi t’añ Reformado ti wajali.

Lajal bajche mi lac mel lajiya jiñi t’añ “protestante” mi la cl pejtelel ajñemb ti marcha
cha’añ mi i letojiñ yuml baqui añonla yom mi i yochel i c’aba’ ti protestante. I sujm,
lajalch chuqui tsa’b i mele yic’ot i c’aba’. Añch i wenlel cha’añ mi i pejcntel ti
protestante jiñi ñmlb i contrajiñ yuml. Pero, jiñi t’añ “Protestante” añch bajche
tsa’ ujti, tsa ochi jiñi i c’aba’ cha’añ mi i cjñel wiñicob x ixicob año’b wem b i ñop
balob. Ma’añic mi i mejlel ti c’jñel jiñi t’añ che’ bajche jach la com. Mach mejlic lac
pejcan ti reformado pejtelel woli b i “tsiji’ tesañ” iglesia, che’ bajche ma’añic mi i mejlel
lac pejcañ ti protestante pejtelel muc’o’ b ti leto yic’ot yuml.

Pero wle ¿baqui b mero i c’aba’ yom mi lac ch’m cha’añ cñl baqui b jiñi toj
b cntesa yic’ot mero reformado b? ¡Confesional i c’aba’! ¡Presbiteriano
Confesional i c’aba’! Che’b mi lac pejcntel ti confesional jiñch mero i sujmlel b
cha’añ Reformadojonla. Pejtelel weñ b xñop t’añ Reformado b añch wle yic’ot
c’l ti wajali jiñi wem b i ñop bal.
¿chuqui yom i yl che b presbiteriano confesionalonla? Yom i yl cha’añ jiñch
juntiquil presbiteriano mu’b i ñop jiñi jun tac melbil b ti wajali (documentos
históricos) baqui ochemob pejtelel iglesias Reformadas c’l ti wajali. Jiñi jun tac woli
b la cl jiñch iliyi: los Cánones de Dort, la Confesión Belga, el Catecismo de
Hidelberg, la Confesión Escocesa, la Segunda Confesión Helvética, añ to yan tac b.

Jiñi lac jun tac melbil b añ ñumen añ b i c’jñi’bal, jiñch melbil b ya’ ti
Westminster che’ ti 1646 yic’ot ti 1647: jiñch Confesion de Fe de Wstminster yic’ot
Catecismo Mayor y Menor de Westminster.

Ili jun tac, macg cojic jach mi lac taj ña’t’ball mach b añic i c’jñi’bal. Ilayi mi lac
taj che bajche tsa’ tili i ña’t’bal jiñi Iglesias tac. Ya’i mi lac taj beñob i ña’t’bal jiñi
ñaxamb presbiterianojob. Jiñi cha’añ, che’b cybil ili jun tac lac cha’añ, ñajyemix
baqui tilemonla jiñi cha’añ tsa’ix p’ojli che’b mach la cujilix baqui tilemonla.

Mi añ juntiquil mi i wa’ st i ña’ti’bl mi i laj asi’beñ i cuxtlel. Muq’ix i sujtel ti yamb
come jiñi laj cuxtlel ti wajali, pejteel lac ñusaq’iñ xmbil b lac cha’añ jiñch mu’ b
i yq’eñonla i sujmlel laj cuxtlel. Jiñi Iglesia Presbiteriana, mach yujilic chuqi i sujmlel
cheb presbiteriano i c’aba’, mach yujilic bajche yilal mi i q’ejlel mi jiñic bajche mi i
yu’bin juntil weñ b Presbiteriano ¿chucoch? Come ma’añic i ña’ti’bañ. Yom mi lac
ña’tañ, mi laj cñ jiñi bij xmbilb lac cha’añ, ma lac cha’ q’el jiñi jun tac lac cha’añ
Reformado b, jiñch mu’b caj i cha’ su’beñonla majqiyonla, xuxulb yic’ot pejtelel
i ñuclel.

Mi muq’ix lac choc jiñi Catecismos y Confesiones, yom i yl cha’añ cha’añ woli lac
bajñel q’el lac b ti ñuc. Añic jax juntiquil doctor mi i yl “laj ñajtesanla pejtelel chuqui
albilb wle, pejtelel chuqui melbiltaquix tajbiltaqix. Ñajtesanla pejtelel yantac b
doctorob, pejtelel ye’telob. Jiñi pejtelel ts’ac tac mi’ cajel ti tejchel tic bajñel ña’tbal,
mi i cajel c tech ti ye’bal”. Iliyi woli jach i chan esañ i b. Che mi laj choc ti basura
pejtelel tsa’ix b mejli ti wajali cha’añ jiñi ts’ac cha’añ mi i tejchel tsiji’b jiñch yom i
yal ¡chan esa b!

Jiñi i T’añ lac Yum jiñch ñumen ñuc b cha’añ mi i su’beñonla chuqui mi lac ñop
yic’ot bajche mi lac cha’leñ chumtl, jiñi cha’añ ya’ch baqui yom mi lac loc’ pejtelel
lac xuc’tlel. Che’ ja’el jiñi Catecismo yic’ot Confesiones jiñch bajche mi i ps i b ili
xuc’ tlel c’l ti wajali, jump’el xuc’tlel yomb chñ ajñel ti i T’añ Lac Yum; jiñch i
wut i ye’tel jiñi Chujul b i Ch’ujlel lac Yum ti’ ña’ti’bl yic’ot ti’ pusic’al bajc’l x ñop
t’añob ñumen uts’at b tsa’ i ñopoyob lac Yum bajche’ onla. ¿jiñi cha’añ mu ba cajel
lac choc ili e’tel cha’añ mi lac cajñel che bajche i ñopol lac mi i bajñel tejchel ti lac tojlel
wle? Mach yomic weñ ñuc mi laj q’el lac b ¡la’ wocolic!

Yom mi lac ña’tañ ja’el cha’añ ili jun tac woli b la cl mach lajalic i ñuclel che’ bajche
jiñi i T’añ lac Yum. Jiñi i T’añ lac Yuma ñ i bajñel ñuclel, mach wersa jic añ majqi mi
yq’eñ i ñuclel o i sumlel. Come jiñch mach b añic i falla yom mi i ñojpel yic’ot mi i
jajq’el ti pejtelel pañimil. Pero jiñi Catecismos y Confesiones anquese ma’añic i bajñel
ñuclel, pero añch i ñuclel come loq’em ya’ ti i T’añ lac Yum. ¿chuqi yom i y¨l iliyi?
Cha’añ ti i pejtelel ili jun tac baqui uts’at mi i ps chuqi an ti Biblia, añ i ñuclel come
ya’ch loq’em ti i T’añ lac Yum. Añch i ñuclel che’ bajche lac Biblia pero ya loq’em i
ñuclel ti i t’añ lac Yum. Che’ jael baqui mach tojic añ che bajche an ti i t’añ lac Yum,
yom mi i chojquel come i cntesajach wiñic.

Pero c`l wle ma’añic majqi albil i cha’añ ti i sujm cha’añ pejtelel iliyi mach lajalic
yic’ot i T’añ lac Yum. Come ñumenix i cha’añ ca’bl prueba ti wajali i tsa’ laj Ñumi i
cha’añ pejtelel yan tac b mach b weñic cntesa. Jiñi cha’añ yom mi i q’ejlel ti ñuc
come añ i c’jñi’bal cha’añ i ñopol lac Yum yic’ot bajche mi la cajñel.

Pero jiñi ch’ijiyemb añ ca’bl Iglesias Presbiterianas mach b junya yujilic mi an tañ
jun melbil tac b. Quermañujob, mi ti i sujm mero Presbiteriano jonla yic’ot
Reformadojonla yomch añ weñ b lac ñopbal. Come ma’añic yamb bajche yom.
¡la’ cha’ sujticonla! ¡la’ cha’ sujticonla ti sujmlel tsa’ b i tajayob ñaxamb x ñop t’añob,
tsa’ i yc’yob ti cjñel, tsa’ i ts’ijbayob yic’ot tsa’ i cybeyonla che ca’bl tsa’yu’biyob
i wocolel ya’ ti Credos, Confesiones y Catecismo! Mach cha’añic mi ac weñ c’uxbiñ ili
ñoxixb jun tac melbil bcha’añch mi laj c’uxbiñ i T’añ lac Yum che’ bajche tsa’ weñ
q’ejli ti ñuc baqui ora tsa’ mejli ili jun tac. La’ i weñ coltañonla lac Yum.

Traducción al Ch’ol: Pbro. Eulalio Gómez López

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