A esta altura corresponde explicar algunos aspectos de la teoría general de los
contratos, teniendo en cuenta que son de aplicación directa a cualquiera de su estirpe, pues ciertamente, varios de éstos los revisten de validez, sin importar que aparezcan tipificados o no en el ordenamiento. Como vertiente de derecho para quienes crean un contrato es la autonomía de la voluntad, al ser un poder originario y soberano que lo abriga de eficacia12, debe ser considerada como uno de los ejes principales de la teoría contractual (ya sean negocios civiles o comerciales), toda vez que a partir de su noción se desprenden los elementos más importantes del negocio jurídico, (etapa precontractual, contractual e incluso post contractual). Pero esta delegación de poder que el mismo ordenamiento le otorgó a los particulares para regular sus relaciones no puede ser absoluta, es finita, en razón a que el acuerdo en diversos eventos, ya sea de manera directa o indirecta, puede incidir negativamente en intereses y derechos de terceros o de los mismos contratantes, motivo que llevó a la misma legislación a prescribir que la independencia privada debe guardar el orden público13 y las buenas costumbres 14 , tal y como lo establece el artículo 16 del Estatuto Civil, el cual reza: “No podrán derogarse por convenios particulares las leyes en cuya observancia están interesados el orden y las buenas costumbres”, de ahí que en la actualidad se hable de la crisis de esta institución como se insinúa por doctrina nacional15autorizada. Al acudir a tan valiosa disposición, y compartir a cabalidad la tesis revisionista que esta predica, sin perjuicio de la naturaleza comercial que el contrato de Joint Venture posee, es vital acercar nuestro estudio a las disposiciones contenidas en el título II Libro cuarto del Código Civil, las que hacen parte integral de la legislación mercantil; allí se enuncian los elementos esenciales para la existencia y validez de cualquier contrato, los que son: capacidad, consentimiento, objeto y causa lícita.