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Karen Reséndiz Altamirano

Comentario sobre Vida y hechos del famoso caballero don Catrín de la

Fachenda.

Don Catrín de la Fachenda llegó a la vida de Lizardi cuando él ya había quizá

"abusado" de su libertad de expresión al ser demasiado sincero y perfilarse como El

pensador Mexican; cuando ya se había convertido en una persona no grata para la

gente en el poder, lo cual dificultó la impresión y circulación, de lo que pudo haber

sido, su mejor obra.

Sin embargo, el hecho de que esta obra literaria haya surgido justamente en este

marco da cuenta de su peculiaridad y se vuelve coherente, ya que ante el peligro

que representaba la expresión de sus ideas de manera directa optó por la ficción. La

ficción fue el vehículo adecuado para el proyecto literario que Fernández de Lizardi

parece plantear en su obra.

En la época en que fue escrita dicha obra, el país era agobiado por pugnas

constantes debidas en su mayoría al deseo de la obtención o mantenimiento del

poder; es por ello que cabe, más que nunca, la elección de la ficción como modo de

expresión, crítica y forma de divulgación ideológica. Por tanto es muy probable que

el hecho de que Fernández de Lizardi se haya erigido como el primer novelista

mexicano no esté peleado con una necesidad de divulgación periodística encubierta

frente a la necesidad de poner en evidencia las formas caducas que venían

arrastrándose desde siglos atrás.

Ejemplo de lo anterior, es decir, de la necesidad de divulgación (o exposición de los

vicios de las supuestas clases altas) es que la obra se perfila para un lector. En la
forma en la que está escrita se deja ver la intención de que esta fuera escenificada,

esto gracias a la abundancia de diálogos. Si bien no llega a ser una obra de teatro,

sí reproduce algunos de los mecanismos de estas para facilitar la labor de

divulgación, casi didáctica, que llega a presentar este tipo de literatura que

comenzaba a conformarse a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX.

A partir del vocabulario, el manejo de la ironía y los juegos que hace al momento de

construir personajes (obviamente caricaturizados como Tremendo, Justo,

Moderado) se nota el afán de burla que hay hacia las clases altas al mismo tiempo

que perfila al lector (el pueblo que escucha las lecturas y que compartirá ese cierto

desprecio a las clases privilegiadas). Más que nunca está obra de Fernández de

Lizardi fue muy adecuada para su contexto, pues frente a los movimientos

independentistas y la necesidad de un nuevo concepto de nación, parecía ridículo

(como Don Catrín) seguir perpetuando figuras como los hidalgos de rancio

abolengo.

Don Catrín, a partir de esta ironía y su forma altiva, desfachatada y absurda pone en

evidencia a una clase social llena de vicios que debe ser extirpada antes de

conformar una nueva nación, mucho de esto pudo haberlo expresado de manera

directa Fernández pero dado sus antecedentes era poco probable que llegara a la

gente a la cuál él quería divulgar sus ideas; de hecho su anhelo pudo cumplirse

hasta después de su muerte debido a que como mencioné al inicio, Fernández de

Lizardi había perdido el agrado de la gente poderosa (y con esta obra además se

habría ganado su desprecio) ya que al obra se editó hasta cinco años después de

su muerte.

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