El pasivo está compuesto por la financiación de la empresa y las obligaciones de
pago frente a terceros. A su vez, dentro del pasivo total, distinguimos entre el Patrimonio Neto y el Pasivo. Son deudas que tenemos en el presente pero que hemos contraído en el pasado. Un ejemplo de obligación es el préstamo con una entidad financiera. Al adquirir ese préstamo, estamos obligados a pagar el principal y los intereses al proveedor (documentado en una factura o en una letra de cambio).
Es muy importante mantener una buena administración de los pasivos y
clasificarlos adecuadamente. Si la empresa cuenta con elevadas obligaciones a corto plazo (un elevado pasivo corriente) y no cuenta con el suficiente flujo de efectivo o los suficientes activos corrientes para cubrir esos pasivos, con seguridad nadie querrá financiarle ya que el riesgo de impago de las nuevas obligaciones es alto.
El Pasivo se subdivide, dependiendo de cuando vence la deuda, en:
Pasivo no corriente o fijo: en este grupo se incluyen aquellas deudas y
obligaciones que tienen un vencimiento superior a un año. Un ejemplo de este tipo de pasivo no corriente sería un préstamos a diez años. Pasivo corriente o circulante: serían las deudas y obligaciones que tienen un vencimiento inferior a un año. Por ejemplo, el pago de una factura de un proveedor.
La distinción entre elementos del pasivo corriente y no corriente, no se encuentra
en su naturaleza, sino en función de la fecha de vencimiento de la deuda.