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Grupo CL1
La fuente más importante de señales nerviosas sensitivas para la iniciación del acto sexual
masculino es el glande del pene. El glande contiene un órgano sensitivo muy sensible que
transmite al sistema nervioso central una modalidad especial de sensación denominada sensación
sexual. La acción de masaje del glande en la relación sexual estimula los órganos sensitivos
terminales y las señales sexuales, a su vez, se propagan a través del nervio pudendo y después,
por el plexo sacro, a la porción sacra de la médula espinal y por último ascienden a través de la
médula hasta proyectarse en áreas no definidas del encéfalo.
Los impulsos también pueden penetrar en la médula espinal procedentes de áreas próximas al
pene para ayudar a estimular el acto sexual. Por ejemplo, la estimulación del epitelio anal, el
escroto y las estructuras perineales en general puede enviar señales a la médula que contribuyen
a la sensación sexual. Las sensaciones sexuales pueden originarse incluso en estructuras
internas, como en zonas de la uretra, la vejiga, la próstata, las vesículas seminales, los testículos y
el conducto deferente. De hecho, una de las causas del «impulso sexual» es que los órganos
sexuales estén llenos de secreciones. La infección y la inflamación leves de estos órganos
sexuales pueden provocar en ocasiones un deseo sexual casi ininterrumpido y algunos
«afrodisíacos», como las cantáridas, irritan las mucosas vesical y uretral lo que induce inflamación
y congestión vascular.
La erección del pene es el primer efecto de la estimulación sexual masculina y el grado de erección
es proporcional al grado de estimulación, sea psíquica o física. La erección se debe a los impulsos
parasimpáticos que alcanzan el pene desde la porción sacra de la médula espinal a través de los
nervios pélvicos. Se cree que, a diferencia de la mayoría de fibras parasimpáticas, estas secretan
óxido nítrico, péptido intestinal vasoactivo o ambos, además de acetilcolina. El óxido nítrico activa
la enzima guanililo ciclasa, lo que provoca el aumento de la formación de monofosfato de
guanosina cíclico (GMPc). El GMPc relaja especialmente las arterias del pene, así como la red
trabecular de fibras musculares lisas del tejido eréctil de los cuerpos cavernosos y del cuerpo
esponjoso del cuerpo del pene. Cuando los músculos lisos vasculares se relajan, el flujo sanguíneo
en el pene aumenta, lo que provoca la liberación de óxido nítrico desde las células endoteliales
vasculares y ulterior vasodilatación.
Como en el caso del acto sexual masculino, el éxito de la realización del acto sexual femenino
depende tanto de la estimulación psicológica como de la estimulación sexual local.
Gilberto Hiram Acosta Gutierrez 171579. Fisiología Humana II. Grupo CL1
Asimismo, al igual que en varón, los pensamientos eróticos pueden provocar el deseo sexual en la
mujer, lo que supone una ayuda notable para la realización del acto sexual femenino. Este deseo
depende del impulso psicológico y fisiológico, aunque el deseo sexual aumenta en proporción con
el grado de secreción de hormonas sexuales. El deseo también varía según el ciclo sexual,
alcanzando un máximo cuando se aproxima la ovulación, lo que podría deberse a la elevada
secreción de estrógenos durante el período preovulatorio.
La estimulación sexual local de la mujer es más o menos igual que la del varón, pues el masaje y
otros tipos de estimulación de la vulva, la vagina y otras regiones del periné crean sensaciones
sexuales. El glande del clítoris es especialmente sensible para la iniciación de las sensaciones
sexuales.
Como en el varón, las sensaciones sexuales se transmiten a los segmentos sacros de la médula
espinal a través del nervio pudendo y del plexo sacro. Una vez que estas señales han penetrado
en la médula espinal, se transmiten al cerebro. También los reflejos locales integrados en la
médula espinal sacra y lumbar son, al menos en parte, responsables de algunas reacciones de los
órganos sexuales femeninos.
La fisiología del acto sexual ha sido un tema de interés el cual se ha tratado de explicar a través de
dos modelos: el modelo de respuesta sexual humana de Master y Johnson (1965- Excitación,
Meseta, Orgasmo, Resolución) y el modelo trifásico de la sexualidad de Kaplan (1980-Deseo.
Excitación, Orgasmo). Para entender de una manera más correcta este acto es necesario saber
que para la respuesta sexual masculina se necesita de una menor cantidad de tiempo, ya que los
hombres tienen la capacidad de llegar a la meseta después de un menor tiempo de excitación que
las mujeres. El modelo actual se divide en 5 fases.
Se conoce como la fase en donde la persona tiene la sensación física de estar sexualmente
necesitado; este impulso está mediado por hormonas tales como la testosterona, algunos
neuropéptidos y feromonas. En el caso de los hombres esta fase será proporcional al estado de
llenado por secreciones de los órganos sexuales, mientras que para las mujeres esta fase
dependerá de cuán cerca esté la fecha de ovulación.
Fase de Excitación
Tiene una duración variable ya sea de minutos o hasta horas, la cual dependerá de factores como
estímulos visuale, contacto físico, tacto, atractivo físico, olor, incentivos verbales o besos en zonas
determinadas. Esta fase, en los hombres, es caracterizada por la erección del pene. Dicha
erección se debe a los impulsos parasimpáticos que alcanzan el pene desde la porción sacra de la
médula espinal a través de los nervios pélvicos. Para que estos impulsos tengan inicio debe ser
estimulada la zona de iniciación de señales nerviosas para la erección, la cual es el glande. Ahora,
el grado de erección es proporcional al grado de estimulación sea psíquica o física.
Es aquella fase que se mantiene hasta que el orgasmo sea logrado y en la cual se observa un
aumento de la presión arterial, la frecuencia cardiaca puede llegar hasta 160 lpm y hay
hiperventilación. En la mujer genera una vasodilatación del 1/3 externo de la vagina así como la
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coloración de los labios menores de rojo a vinoso. El hombre durante esta fase experimenta
contracciones peristálticas de los conductos testiculares así como el llenado a su máxima plétora
sanguínea de los cuerpos cavernosos.
Durante esta fase el tono sexual parasimpático cambia a ser simpático. Los cambios fisiológicos
que experimenta la mujer son contracciones rítmicas del útero, mientras que en el hombre los
fluidos seminales se acumulan en el bulbo uretral de la glándula prostática seguido de
contracciones del músculo bulbo e isquiocavernoso, llevando a la salida del líquido seminal
(eyaculación). El orgasmo masculino se alcanza cuando sucede la eyaculación del semen.
Para que la eyaculación se lleve a cabo lo primero que debe suceder es que los centros reflejos
empiecen a emitir impulsos simpáticos lo cual generará la contracción del conducto deferente y de
la ámpula. A continuación se inicia la contracción de la glándula prostática generando de esta
manera que el líquido seminal llegue a la uretra. Una vez en la uretra, éste se mezcla con otros
líquidos y espermatozoides, formando así el semen. Por último, contracciones musculares
provocan la eyaculación del semen desde la uretra hacia el exterior.
Fase de Resolución
Fase donde culmina el ciclo y todo vuelve a la normalidad, por lo que los sistemas y órganos que
se vieron afectados vuelven a su estado inicial. Debido a la hiperventilación ocasionada al
principio de la meseta, durante esta fase se puede padecer de sudoración, además de que hay una
disminución de la presión arterial, frecuencia cardiaca y frecuencia respiratoria. Los hombres
durante esta etapa entran en un periodo refractario absoluto que en la juventud dura de 1 a 2
minutos, pero que conforme la edad sea mayor también lo será este periodo.
La intensidad de los orgasmos femeninos depende del número de contracciones pélvicas que se
tengan (promedio de 5-7 contracciones = 7 segundos). Existen 3 tipos de orgasmos femeninos, el
clitoriano, vaginal o mixto. Durante el clitoriano la vagina se constriñe y se forma la plataforma
orgásmica, aunque éste se presenta sólo en la zona inervada por el nervio pudendo. En el caso del
orgasmo vaginal, la musculatura vaginal se relaja y la entrada vaginal se abre, siendo esto
fomentado por el punto G, ocurriendo así en la zona inervada por el nervio pélvico. Por último el
orgasmo mixto se enfoca en el músculo pubocoxígeo y genera una respuesta en todo el útero
(nervios pélvico, hipogástrico y vago).
Si bien, existen otro tipo de orgasmos, los cuales pueden ser iniciados en los labios, el cuello, cara
interna de los muslos, nuca, orejas, glúteos, pechos y pezones en el caso específico de las
mujeres y en los testículos en el caso de los hombres. Además, existen los orgasmos atípicos,
mayormente producidos durante el sueño y que son producidos con independencia sensitiva
genital.
Punto G
Femenino- Descrito por primera vez en 1940 por Ernst Gräfenberg como la zona erótica del sexo
femenino el cual se encuentra en la zona de la pared anterior de la vagina; al estimularse ese
punto se genera la salida de la uretra de un líquido semejante a la del líquido seminal de los
hombres.
Masculino- Denominado como punto P, se encuentra dentro del ano y está conectado con la
próstata, siendo inervado por el nervio pélvico.
Disfunciones Sexuales
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Además de la disfunción sexual vista como el acto sexual completo, existe la disfunción orgásmica
que es cuando el orgasmo no se produce o se retrasa excesivamente. Esto se presenta de una
manera más frecuente en mujeres y es generada por causas psicológicas.
Vaginismo- Es el espasmo muscular de la pared pelviana que rodea la vagina, lo que causa una
oclusión de la abertura vaginal. Puede ser generado por dolor físico que la mujer está tratando de
evitar o por medio al coito.
Algunas personas presentan un impulso sexual excesivo, el cual es una preocupación excesiva por
fantasías, impulsos o conductas sexuales que es difícil de controlar. Tanto el desajuste hormonal,
un estado de ansiedad grave o el efecto secundario de un medicamento, pueden ser causas de
esta condición.
No se conoce del todo la razón por la cual la administración de estrógenos o de progesterona evita
el pico preovulatorio de secreción de LH. Sin embargo, los estudios experimentales indican que,
inmediatamente antes del pico, podría producirse una depresión repentina de la secreción de
estrógenos por los folículos ováricos y que esta podría ser la señal necesaria para causar el
posterior efecto de retroalimentación sobre la adenohipófisis que provoca el pico de secreción de
LH. La administración de hormonas sexuales (estrógenos o progesterona) evitaría la depresión
inicial de las hormonas ováricas que quizá sea la señal de inicio de la ovulación.
Dos de los estrógenos sintéticos más utilizados son el etinilo estradiol y el mestranol. Entre los
gestágenos más comunes figuran la noretindrona, el noretinodrel, el etinodiol y el norgestrel. Esta
medicación se inicia en las primeras fases del ciclo mensual y se continúa más allá del momento
en que, en condiciones normales, se habría producido la ovulación. Después se suspende, para
permitir que ocurra la menstruación y se inicie un nuevo ciclo.