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7/8/2019 Mecánica de Bohmian (Stanford Encyclopedia of Philosophy)

Enciclopedia de la filosofía de Stanford

Mecánica Bohmiana
Publicado por primera vez el viernes 26 de octubre de 2001; revisión sustantiva lun mar 27, 2017

La mecánica de Bohmian, que también se llama la teoría de Broglie-Bohm, el modelo de onda piloto y la interpretación causal de la mecánica cuántica, es una versión de
la teoría cuántica descubierta por Louis de Broglie en 1927 y redescubierta por David Bohm en 1952. Es es el ejemplo más simple de lo que a menudo se llama
interpretación de variables ocultas de la mecánica cuántica. En la mecánica de Bohmian, un sistema de partículas se describe en parte por su función de onda,
evolucionando, como de costumbre, de acuerdo con la ecuación de Schrödinger. Sin embargo, la función de onda proporciona solo una descripción parcial del sistema.
Esta descripción se completa con la especificación de las posiciones reales de las partículas. Estos últimos evolucionan de acuerdo con la " ecuación guía ".", Que expresa
las velocidades de las partículas en términos de la función de onda. Por lo tanto, en la mecánica de Bohmian, la configuración de un sistema de partículas evoluciona a
través de un movimiento determinista coreografiado por la función de onda. En particular, cuando una partícula se envía a un aparato de dos ranuras, la ranura a través de
la cual pasa y su ubicación al llegar a la placa fotográfica están completamente determinadas por su posición inicial y función de onda.

La mecánica bohmiana hereda y hace explícita la no localidad implícita en la noción, común a casi todas las formulaciones e interpretaciones de la teoría cuántica, de una
función de onda en el espacio de configuración de un sistema de muchas partículas. Da cuenta de todos los fenómenos regidos por la mecánica cuántica no relativista,
desde las líneas espectrales y la teoría de dispersión hasta la superconductividad, el efecto Hall cuántico y la computación cuántica. En particular, los postulados
habituales de medición de la teoría cuántica, incluido el colapso de la función de onda y las probabilidades dadas por el cuadrado absoluto de las amplitudes de
probabilidad, surgen de un análisis de las dos ecuaciones de movimiento: la ecuación de Schrödinger y la ecuación de guía. No se requiere la invocación de un estado
especial y algo oscuro para la observación.

1. La integridad de la descripción mecánica cuántica


2. La imposibilidad de las variables ocultas ... o la inevitabilidad de la no localidad?
3. Historia
4. Las ecuaciones definitorias de la mecánica de Bohmian
5. El potencial cuántico
6. El experimento de dos rendijas
7. El problema de medición
8. El colapso de la función de onda
9. Aleatoriedad cuántica
10. Observables cuánticos
11. Spin
12. Contextualidad
13. No localidad
14. Invarianza de Lorentz
15. Objeciones y respuestas
Bibliografía
Herramientas académicas
Otros recursos de internet
Entradas relacionadas

1. La integridad de la descripción mecánica cuántica


Las dificultades conceptuales han plagado la mecánica cuántica desde su inicio, a pesar de sus extraordinarios éxitos predictivos. El problema básico, en pocas palabras,
es este: no está del todo claro de qué se trata la mecánica cuántica. ¿Qué, de hecho, describe la mecánica cuántica?

Puede parecer, dado que está ampliamente aceptado que cualquier sistema de mecánica cuántica se describe completamente por su función de onda, que la mecánica
cuántica es fundamentalmente sobre el comportamiento de las funciones de onda. Naturalmente, ningún físico quería que esto fuera más cierto que Erwin Schrödinger, el
padre de la función de onda. No obstante, Schrödinger finalmente encontró esto imposible de creer. Su dificultad tuvo poco que ver con la novedad de la función de onda:

Que es una construcción matemática abstracta e intuitiva es un escrúpulo que casi siempre aparece en contra de nuevas ayudas al pensamiento y que no lleva
un gran mensaje. (Schrödinger [1935] 1980: 327)

Más bien, fue que el "desenfoque" que sugiere el carácter extendido de la función de onda "afecta a cosas tangibles y visibles macroscópicamente, para lo cual el término"
desenfoque "parece simplemente incorrecto".

Por ejemplo, en el mismo documento, Schrödinger señaló que puede ocurrir en la desintegración radiactiva que

la partícula emergente se describe ... como una onda esférica ... que incide continuamente en una pantalla luminiscente circundante en toda su extensión. Sin
embargo, la pantalla no muestra un brillo superficial uniforme más o menos constante, sino que se ilumina en un instante en un punto ... (Schrödinger [1935]
1980: 327–328)

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Y observó que uno puede organizar fácilmente, por ejemplo, al incluir un gato en el sistema, "casos bastante ridículos" con

el -función de todo el sistema que tiene el gato vivo y el gato muerto (perdón por la expresión) mezclados o manchados en partes iguales. (Schrödinger
[1935] 1980: 328)

Por lo tanto, debido al "problema de medición", de las superposiciones macroscópicas, a Schrödinger le resultó difícil considerar la función de onda como "que representa
la realidad". Pero entonces, ¿qué hace? Con evidente desaprobación, Schrödinger observa que

La doctrina reinante se rescata a sí misma oa nosotros recurriendo a la epistemología. Se nos dice que no se debe hacer una distinción entre el estado de un
objeto natural y lo que sé al respecto, o tal vez mejor, lo que puedo saber al respecto si tengo algún problema. En realidad, dicen, intrínsecamente solo hay
conciencia, observación, medición. (Schrödinger [1935] 1980: 328)

Muchos físicos rinden homenaje a la interpretación de Copenhague: la mecánica cuántica se basa fundamentalmente en la observación o los resultados de las mediciones.
Pero cada vez es más difícil encontrar a alguien que, cuando se lo presione, defienda esta interpretación. Parece claro que la mecánica cuántica se trata fundamentalmente
de átomos y electrones, quarks y cadenas, no esas regularidades macroscópicas particulares asociadas con lo que llamamos medidas de las propiedades de estas cosas.
Pero si estas entidades no se identifican de alguna manera con la función de onda en sí misma, y si hablar de ellas no es meramente una abreviatura de declaraciones
elaboradas sobre mediciones, ¿dónde se encuentran en la descripción cuántica?

Hay, quizás, una razón muy simple por la que es tan difícil discernir en la descripción cuántica los objetos que creemos que la mecánica cuántica debería describir. Quizás
la descripción de la mecánica cuántica no es toda la historia, una posibilidad asociada de manera prominente con Albert Einstein. (Para una discusión general de la
filosofía científica de Einstein, y en particular de su enfoque sobre las posiciones conflictivas del realismo y el positivismo, vea la entrada sobre la filosofía de la ciencia
de Einstein ).

En 1935, Einstein, Boris Podolsky y Nathan Rosen defendieron esta posibilidad en su famoso periódico EPR. Concluyeron con esta observación:

Si bien hemos demostrado que la función de onda no proporciona una descripción completa de la realidad física, dejamos abierta la cuestión de si dicha
descripción existe o no. Creemos, sin embargo, que tal teoría es posible. (Einstein et al. 1935: 780)

El argumento de que el documento de EPR avanza para apoyar esta conclusión invoca correlaciones cuánticas y una suposición de localidad. (Véanse las entradas sobre el
argumento de Einstein-Podolsky-Rosen en la teoría cuántica y sobre el entrelazamiento cuántico y la información ).

Más tarde, sobre la base de más o menos las mismas consideraciones que las de Schrödinger citadas anteriormente, Einstein concluyó nuevamente que la función de onda
no proporciona una descripción completa de los sistemas individuales, una idea que llamó "esta interpretación más obvia" (Einstein 1949 : 672). En relación con una
teoría que incorpora una descripción más completa, Einstein comentó que

la teoría cuántica estadística ... tomaría una posición aproximadamente análoga a la mecánica estadística en el marco de la mecánica clásica. (Einstein 1949:
672)

Observamos aquí, y mostramos a continuación, que la mecánica de Bohmian se ajusta exactamente a esta descripción.

2. La imposibilidad de las variables ocultas ... o la inevitabilidad de la no localidad?


John von Neumann, uno de los mejores matemáticos del siglo XX, afirmó que había demostrado que el sueño de Einstein de una terminación determinista o una
reinterpretación de la teoría cuántica era matemáticamente imposible. Él concluyó que

Por lo tanto, no se trata, como se supone a menudo, de una reinterpretación de la mecánica cuántica: el sistema actual de la mecánica cuántica tendría que ser
objetivamente falso, para que fuera posible otra descripción de los procesos elementales que la estadística. (von Neumann [1932] 1955: 325)

Los físicos y filósofos de la ciencia aceptaron casi universalmente la afirmación de von Neumann. Por ejemplo, Max Born, quien formuló la interpretación estadística de
la función de onda, nos aseguró que

No se pueden introducir parámetros ocultos con la ayuda de los cuales la descripción indeterminista podría transformarse en una determinista. Por lo tanto, si
una teoría futura debe ser determinista, no puede ser una modificación de la presente, sino que debe ser esencialmente diferente. (Nacido en 1949: 109)

La mecánica bohmiana es un contraejemplo a las afirmaciones de von Neumann. Así, el argumento de von Neumann debe estar equivocado. De hecho, según John Bell,
las suposiciones de von Neumann (sobre las relaciones entre los valores de los observables cuánticos que deben cumplirse en una teoría de variables ocultas) son tan
irracionales que “la prueba de von Neumann no es simplemente falsa sino tonta . "(Mermin 1993: 805, fn 8, citando una entrevista en Omni , mayo de 1988: 88). No
obstante, algunos físicos continúan confiando en la prueba de von Neumann.

Recientemente, sin embargo, los físicos citan más comúnmente el Teorema de Kochen-Specker y, con mayor frecuencia, la desigualdad de Bell en apoyo de la afirmación
de que es imposible una conclusión determinista de la teoría cuántica. Todavía encontramos, un cuarto de siglo después del redescubrimiento de la mecánica bohmiana en
1952, declaraciones como estas:

La prueba que él [von Neumann] publicó ..., aunque Kochen y Specker (1967) la hicieron mucho más convincente más tarde, todavía utiliza suposiciones
que, en mi opinión, pueden cuestionarse razonablemente. ... En mi opinión, el argumento más convincente contra la teoría de las variables ocultas fue
presentado por JS Bell (1964). (Wigner [1976] 1983: 291)

Ahora hay muchas más declaraciones de carácter similar que podríamos citar. Esta cita es significativa porque Wigner fue uno de los físicos líderes de su generación. A
diferencia de la mayoría de sus contemporáneos, además, estaba profundamente preocupado por los fundamentos conceptuales de la mecánica cuántica y escribió sobre el
tema con gran claridad y perspicacia.

Sin embargo, hubo un físico que escribió sobre este tema con mayor claridad y perspicacia que el propio Wigner: el mismísimo JS Bell a quien Wigner elogia por
demostrar la imposibilidad de una conclusión determinista de la teoría cuántica, como la mecánica de Bohmian. Así es como reaccionó el propio Bell al descubrimiento
de Bohm:

Pero en 1952 vi lo imposible hecho. Fue en documentos de David Bohm. Bohm mostró explícitamente cómo se podían introducir los parámetros en la
mecánica de onda no relativista, con la ayuda de la cual la descripción indeterminista podría transformarse en una determinista. Más importante, en mi
opinión, la subjetividad de la versión ortodoxa, la referencia necesaria al "observador", podría eliminarse. ...

¿Pero por qué entonces Born no me había contado sobre esta "ola piloto"? Si solo para señalar lo que estaba mal con eso? ¿Por qué von Neumann no lo
consideró? Más extraordinariamente, ¿por qué la gente siguió produciendo pruebas de "imposibilidad", después de 1952, y tan recientemente como 1978? ...
¿Por qué se ignora la imagen de la onda piloto en los libros de texto? ¿No debería enseñarse, no como la única forma, sino como un antídoto contra la

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complacencia prevaleciente? ¿Para mostrarnos que la vaguedad, la subjetividad y el indeterminismo no nos son forzados por hechos experimentales, sino por
una elección teórica deliberada? (Bell 1982, reimpreso en 1987c: 160)

A pesar de todo lo contrario, Bell no estableció la imposibilidad de una reformulación determinista de la teoría cuántica, ni afirmó nunca haberlo hecho. Por el contrario,
hasta su prematura muerte en 1990, Bell fue el principal defensor, y durante gran parte de este período casi el único defensor, de la teoría, la mecánica bohmiana, que
supuestamente demolió.

La mecánica de Bohmian es, por supuesto, un contraejemplo tanto para el argumento de Kochen-Specker para la imposibilidad de variables ocultas como lo es para el de
von Neumann. Obviamente es un contraejemplo a cualquier argumento de este tipo. Por razonables que sean los supuestos de tal argumento, algunos de ellos deben fallar
para la mecánica bohmiana.

Wigner tenía razón al sugerir que los supuestos de Kochen y Specker son más convincentes que los de von Neumann. Parecen, de hecho, bastante razonables. Sin
embargo, no lo son. La impresión de que surgen de un error generalizado, un realismo acrítico sobre los operadores, que analizamos a continuación en las secciones sobre
observables cuánticos , espín y contextualidad .

John Bell reemplazó los "axiomas arbitrarios" (Bell 1966, reimpreso 1987c: 11) de Kochen-Specker y otros por una asunción de localidad, de no acción a distancia. Sería
difícil argumentar en contra de la razonabilidad de tal suposición, incluso si uno fuera tan audaz como para dudar de su inevitabilidad. Bell demostró que cualquier
formulación de variables ocultas de la mecánica cuántica debe ser no local, como lo es, de hecho, la mecánica de Bohmian. Pero mostró mucho, mucho más. (Para más
detalles sobre el supuesto de localidad de Bell, ver Goldstein et al. 2011 y Norsen 2011).

En un artículo célebre que publicó en 1964, Bell demostró que la teoría cuántica en sí misma es irreductiblemente no local. (Más precisamente, el análisis de Bell se aplica
a cualquier versión de la teoría cuántica de un solo mundo, es decir, cualquier versión para la cual las mediciones tienen resultados que, aunque pueden ser aleatorios, no
son ambiguos y definitivos, en contraste con la situación con los muchos mundos de Everett versión de la teoría cuántica.) Este hecho sobre la mecánica cuántica, basado
en un análisis breve y matemáticamente simple, podría haberse reconocido poco después del descubrimiento de la teoría cuántica en la década de 1920. El hecho de que
esto no sucedió se debe en parte a la oscuridad de la teoría cuántica ortodoxa. y a la ambigüedad de sus compromisos. (Casi sucedió: Schrödinger 1935, en su famoso
artículo sobre gatos, estuvo muy cerca de descubrir un argumento tipo Bell para la no localidad cuántica. Para más detalles, ver Hemmick y Shakur 2012, capítulo 4). De
hecho, fue su examen de Mecánica bohmiana que condujo a Bell a su análisis de no localidad. En el curso de la investigación de la mecánica bohmiana, observó que:

en esta teoría existe un mecanismo causal explícito por el cual la disposición de una pieza del aparato afecta los resultados obtenidos con una pieza distante.
...

Bohm, por supuesto, era muy consciente de estas características de su esquema y les ha prestado mucha atención. Sin embargo, debe enfatizarse que, según el
conocimiento del escritor actual, no hay pruebas de que ninguna cuenta variable oculta de la mecánica cuántica deba tener este carácter extraordinario. Por lo
tanto, sería interesante, tal vez, buscar algunas "pruebas de imposibilidad" adicionales, reemplazando los axiomas arbitrarios objetados anteriormente por
alguna condición de localidad, o de separabilidad de sistemas distantes. (Bell 1966: 452; reimpreso 1987c: 11)

En una nota al pie, Bell agregó que "desde la finalización de este documento se ha encontrado tal prueba" (1966: 452, nota 19). Lo publicó en su artículo de 1964, "Sobre
la paradoja de Einstein-Podolsky-Rosen". En este artículo, deriva la desigualdad de Bell, la base de su conclusión de la no localidad cuántica. (Vea la entrada sobre el
Teorema de Bell . Para una discusión de cómo emerge la no localidad en la mecánica de Bohmian, vea la Sección 13 ).

Vale la pena subrayar que el análisis de Bell muestra que cualquier explicación (de un solo mundo) de los fenómenos cuánticos debe ser no local, no solo cualquier cuenta
de variables ocultas. Bell demostró que las predicciones de la teoría cuántica estándar en sí implican no localidad. Por lo tanto, si estas predicciones gobiernan la
naturaleza, entonces la naturaleza no es local. [Esa naturaleza está tan gobernada, incluso en los experimentos cruciales de correlación EPR, hasta ahora ha sido
establecida por muchos experimentos. El primer experimento bastante concluyente fue el de Aspect (Aspect, Dalibard y Zanghì 1982). Más concluyente aún es el
experimento de Weihs et al. 1998. Muy recientemente se han realizado varias pruebas de "desigualdad de bucles" de la desigualdad de Bell (Giustina et al. 2015; Hensen
et al. 2015; y Shalm et al. 2015).]

Bell también enfatizó este punto (por determinismo, Bell aquí significa variables ocultas):

Es importante tener en cuenta que, en la medida en que el determinismo desempeña un papel en el argumento EPR, no se supone sino que se infiere . Lo que
se considera sagrado es el principio de "causalidad local", o "ninguna acción a distancia" ...

Es notablemente difícil transmitir este punto, que el determinismo no es una presuposición del análisis. (Bell 1981a, reimpreso 1987c: 143)

A pesar de mi insistencia en que el determinismo fue inferido en lugar de asumido, aún podría sospechar de alguna manera que es una preocupación con el
determinismo lo que crea el problema. Note bien entonces que el siguiente argumento no menciona el determinismo. ... Finalmente, puede sospechar que la
noción misma de partícula y órbita de partículas ... de alguna manera nos ha llevado por mal camino. ... Entonces, el siguiente argumento no mencionará
partículas, ni campos, ni ninguna otra imagen particular de lo que sucede a nivel microscópico. Tampoco implicará el uso de las palabras "sistema mecánico
cuántico", lo que puede tener un efecto desafortunado en la discusión. La dificultad no es creada por ninguna imagen o terminología. Es creado por las
predicciones sobre las correlaciones en los resultados visibles de ciertas configuraciones experimentales concebibles.

El "problema" y la "dificultad" a los que se refiere Bell anteriormente es el conflicto entre las predicciones de la teoría cuántica y lo que se puede inferir, llámelo ,
desde un supuesto de localidad en la versión de Bohm del argumento EPR, un conflicto establecido por la desigualdad de Bell. Resulta preocuparse por la existencia
de un cierto tipo de variables ocultas, lo que podría llamarse variables ocultas locales, pero este hecho es de poca importancia sustantiva. Lo importante no es tanto la
identidad de como el hecho de que es incompatible con las predicciones de la teoría cuántica. La identidad de Sin embargo, es de gran importancia histórica:
es responsable de la idea errónea de que Bell demostró que las variables ocultas son imposibles, una creencia de que los físicos hasta hace poco compartían casi
universalmente, así como de la opinión, incluso ahora casi universalmente, de lo que Bell El resultado es descartar variables locales ocultas, una vista que es engañosa.

Aquí está nuevamente Bell, expresando la lógica de su demostración en dos partes de la no localidad cuántica, la primera parte de la cual es la versión de Bohm del
argumento EPR, en relación con las correlaciones EPRB:

Permítanme resumir una vez más la lógica que conduce al callejón sin salida. Las correlaciones EPRB son tales que el resultado del experimento en un lado
predice inmediatamente que en el otro, siempre que los analizadores sean paralelos. Si no aceptamos la intervención en un lado como una influencia causal en
el otro, parecemos obligados a admitir que los resultados en ambos lados se determinan de antemano de todos modos, independientemente de la intervención
en el otro lado, por señales de la fuente y por la configuración del imán local. Pero esto tiene implicaciones para entornos no paralelos que entran en conflicto
con los de la mecánica cuántica. Por lo tanto, no podemos descartar la intervención de un lado como una influencia causal del otro. (Bell 1981a, reimpreso
1987c: 149)

Al igual que con casi todo lo demás en los fundamentos de la mecánica cuántica, sigue habiendo una controversia considerable sobre lo que demuestra exactamente el
análisis de Bell. (Para más información sobre las diversas controversias, ver Maudlin 2014 y Goldstein et al. 2011.) Sin embargo, la opinión del propio Bell sobre lo que
mostró es perfectamente clara. Vea Norsen 2011 para una buena descripción de los puntos de vista de Bell sobre el asunto.

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3. Historia
El enfoque de onda piloto a la teoría cuántica fue iniciado por Einstein, incluso antes del descubrimiento de la mecánica cuántica. Einstein esperaba que los fenómenos de
interferencia que involucraban fotones en forma de partículas pudieran explicarse si el movimiento de los fotones estuviera de alguna manera guiado por el campo
electromagnético, lo que desempeñaría el papel de lo que él llamó un Führungsfeld o campo guía (ver Wigner [1976] 1983: 262 y Bacciagaluppi y Valentini 2009:
Capítulo 9). Si bien la noción del campo electromagnético como campo guía resultó ser bastante problemática, Max Born exploró la posibilidad de que la función de onda
pudiera desempeñar este papel, de campo guía u onda piloto, para un sistema de electrones en su primera publicación fundando la dispersión cuántica teoría (nacido en
1926). Heisenberg era profundamente antipático.

No mucho después del descubrimiento de Schrödinger de la mecánica de ondas en 1926, es decir, de la ecuación de Schrödinger, Louis de Broglie descubrió en efecto la
mecánica de Bohmian: en 1927, de Broglie encontró una ecuación de movimiento de partículas equivalente a la ecuación de guía para una función de onda escalar (de
Broglie 1928: 119), y explicó en el Congreso de Solvay de 1927 cómo esta moción podría explicar los fenómenos de interferencia cuántica. Sin embargo, a pesar de lo
sugerido por Bacciagaluppi y Valentini (2009), de Broglie respondió muy mal a una objeción de Wolfgang Pauli (Pauli 1928) sobre la dispersión inelástica, sin duda causó
una impresión bastante mala en la ilustre audiencia del congreso.

Born y De Broglie abandonaron muy rápidamente el enfoque de la onda piloto y se convirtieron en partidarios entusiastas del rápido desarrollo del consenso a favor de la
interpretación de Copenhague. David Bohm (1952) redescubrió la teoría de la onda piloto de De Broglie en 1952. Fue la primera persona en comprender realmente su
significado e implicaciones. John Bell se convirtió en su principal defensor durante los años sesenta, setenta y ochenta.

Para una muy buena discusión sobre la historia de la mecánica cuántica, los debates sobre sus fundamentos y sobre la recepción de la mecánica bohmiana en particular,
ver Bricmont 2016. Ver también Beller 1999.

4. Las ecuaciones definitorias de la mecánica de Bohmian


En la mecánica bohmiana, la función de onda, obedeciendo la ecuación de Schrödinger, no proporciona una descripción completa o representación de un sistema cuántico.
Más bien, gobierna el movimiento de las variables fundamentales, las posiciones de las partículas: en la versión mecánica bohmiana de la teoría cuántica no relativista, la
mecánica cuántica trata fundamentalmente sobre el comportamiento de las partículas; las partículas se describen por sus posiciones, y la mecánica de Bohmian prescribe
cómo cambian con el tiempo. En este sentido, para la mecánica de Bohmian, las partículas son primarias o primitivas, mientras que la función de onda es secundaria o
derivada.

Advertencia: son las posiciones de las partículas en la mecánica de Bohmian las que son sus "variables ocultas", un poco desafortunado de terminología. Como escribe
Bell, refiriéndose a la mecánica bohmiana y teorías similares,

Absurdamente, tales teorías se conocen como teorías de "variable oculta". Absurdamente, porque allí no es en la función de onda que se encuentra una
imagen del mundo visible y los resultados de los experimentos, sino en las variables complementarias "ocultas" (!). Por supuesto, las variables adicionales no
se limitan a la escala "macroscópica" visible. Porque no se puede hacer una definición precisa de tal escala. El aspecto "microscópico" de las variables
complementarias está realmente oculto para nosotros. Pero admitir cosas que no son visibles para las criaturas groseras que somos es, en mi opinión, mostrar
una humildad decente, y no solo una lamentable adicción a la metafísica. En cualquier caso, la más oculta de todas las variables, en la imagen de onda piloto,
es la función de onda, que se nos manifiesta solo por su influencia en las variables complementarias. (1987a, reimpreso 1987c: 201–202)

La mecánica de Bohmian es la finalización mínima de la ecuación de Schrödinger, para un sistema no relativista de partículas, a una teoría que describe un movimiento
genuino de partículas. Para la mecánica bohmiana, el estado de un sistema de partículas se describe por su función de onda
1
, ... , qnorte
) = ψ ( q)

una función compleja (o con valor de giro) en el espacio de posibles configuraciones del sistema, junto con su configuración real definido por las posiciones reales
1
, ... , Q de sus partículas. (La palabra "spinor" se refiere a un conjunto adecuado de números complejos en lugar de uno solo. Las funciones de onda
norte

valoradas por spinor se utilizan en la mecánica cuántica para describir electrones y otras partículas cuánticas que "tienen spin"). La teoría se define a continuación por dos
ecuaciones de evolución: la ecuación de Schrödinger

∂ψ
yo ℏ = Hψ
∂t

para , donde es el Hamiltoniano no relativista (Schrödinger), que contiene las masas de las partículas y un término de energía potencial, y
(escribiendo ] para la parte imaginaria de un número complejo = a + i b ) una ecuación de evolución de primer orden,

La ecuación guía

reQ k ℏ ψ ∂k ψ
= Soy ( Q 1 , ... , Q norte
)

ret metro
k
ψ ψ

para , la ecuación de evolución de primer orden más simple para las posiciones de las partículas que es compatible con la covarianza galileana (y
de inversión de tiempo) de la evolución de Schrödinger (Dürr, Goldstein y Zanghì 1992a: 852–854). Aquí es la constante de Planck dividida por , m es la masa
k

de la -th partícula, y k
= ( ∂ / ∂ X , ∂ / ∂ y , ∂ / ∂es
k k
z el
) gradiente con respecto a las coordenadas genéricas
k

k
= ( x , y , z de
k k
) la
k
-th partícula. Si está valorado en spinor, los dos productos que involucran en la ecuación deben entenderse como
productos escalares (que involucran sumas de productos de componentes de spinor). Cuando hay campos magnéticos externos, el gradiente debe entenderse como la
derivada covariante, que involucra el potencial del vector. (Dado que el denominador en el lado derecho de la ecuación guía desaparece en los nodos de , la existencia
global y la singularidad de la dinámica de Bohmian no es una cuestión trivial. Está probado en Berndl, Dürr, et al. 1995 y en Teufel y Tumulka 2005.)

Por una -particle system these two equations (together with the detailed specification of the Hamiltonian, including all interactions contributing to the potential
energy) completely define Bohmian mechanics. This deterministic theory of particles in motion accounts for all the phenomena of nonrelativistic quantum mechanics,
from interference effects to spectral lines (Bohm 1952: 175–178) to spin (Bell 1964: 10). It does so in an entirely ordinary manner, as we explain in the following sections.

For a scalar wave function, describing particles without spin, the form of the guiding equation above is a little more complicated than necessary, since the complex
conjugate of the wave function, which appears in the numerator and the denominator, cancels out. If one looks for an evolution equation for the configuration compatible
with the space-time symmetries of Schrödinger’s equation, one almost immediately arrives at the guiding equation in this simpler form as the simplest possibility.

However, the form above has two advantages: First, it makes sense for particles with spin—and, in fact, Bohmian mechanics without further ado accounts for all the
apparently paradoxical quantum phenomena associated with spin. Secondly, and this is crucial to the fact that Bohmian mechanics is empirically equivalent to orthodox
quantum theory, the right hand side of the guiding equation is J /ϱ, the ratio of the quantum probability current to the quantum probability density. This shows that it
should require no imagination whatsoever to guess the guiding equation from Schrödinger’s equation, provided one is looking for one, since the classical formula for
current is density times velocity. Moreover, it follows from the quantum continuity equation ∂ ϱ/∂ t + divJ = 0 , an immediate consequence of Schrödinger’s equation,

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that if at some time (say the initial time) the configuration Q of our system is random, with distribution given by |ψ| 2
= ψ∗ψ , this will always be true (provided the
system does not interact with its environment).

This demonstrates that it is wrong to claim that the predictions of quantum theory are incompatible with the existence of hidden variables, with an underlying
deterministic model in which quantum randomness arises from averaging over ignorance. Bohmian mechanics provides us with just such a model: For any quantum
experiment we merely take as the relevant Bohmian system the combined system, including the system upon which the experiment is performed as well as all the
measuring instruments and other devices used to perform the experiment (together with all other systems with which these have significant interaction over the course of
the experiment). We then obtain the “hidden variables” model by regarding the initial configuration of this big system as random in the usual quantum mechanical way,
with distribution given by |ψ| . The guiding equation for the big system then transforms the initial configuration into the final configuration at the conclusion of the
2

experiment. It then follows that this final configuration of the big system, including in particular the orientation of instrument pointers, will also be distributed in the
quantum mechanical way. Thus our deterministic Bohmian model yields the usual quantum predictions for the results of the experiment.

As the preceding paragraph suggests, and as we discuss in more detail later, Bohmian mechanics does not need any “measurement postulates” or axioms governing the
behavior of other “observables”. Any such axioms would be at best redundant and could be inconsistent.

Besides the guiding equation, there are other velocity formulas with nice properties, including Galilean symmetry, and yielding theories that are empirically equivalent to
orthodox quantum theory—and to Bohmian mechanics (Deotto & Ghirardi 1998). The Bohmian choice is arguably the simplest. Moreover, Wiseman (2007) has shown
that it is the Bohmian velocity formula, given by the guiding equation, that, according to orthodox quantum theory, would be found in a “weak measurement” of the
velocity of a particle. (Marian, Zanghì, and Oriols 2016 have recently proposed an explicit procedure for performing such a measurement.) And, somewhat paradoxically,
it can be shown (Dürr, Goldstein, & Zanghì 2009) that according to Bohmian mechanics such a measurement is indeed a genuine measurement of the particle’s velocity—
despite the existence of empirically equivalent velocity formulas! Similarly, weak measurements could be used to measure trajectories. In fact, quite recently Kocsis et al.
(2011) have used weak measurements to reconstruct the trajectories for single photons “as they undergo two-slit interference”, finding “those predicted in the Bohm-de
Broglie interpretation of quantum mechanics”. And Mahler et al. 2016 have experimentally found, using weak measurements, “Bohmian trajectories” for entangled
photons, illustrating quantum nonlocality and the phenomenon of “surreal Bohmian trajectories”.

For a single particle the guiding equation defines the motion of a particle guided by a wave in physical 3-dimensional space. One might expect that similar motions might
arise classically. Couder & Fort (2006) have shown, by investigating interference-like phenomena in the motion of bouncing oil droplets in a fluid, that this is indeed so.
Bush (2015) has further explored this sort of possibility for the emergence of a Bohmian version of quantum mechanics from something like classical fluid dynamics. A
serious obstacle to the success of such a program is the quantum entanglement and nonlocality characteristic of many-particle quantum systems.

The “many interacting worlds” approach of Hall, Deckert, & Wiseman (2014), independently advanced by Sebens (2015), retains particle trajectories but attempts to do
away with a wave-function at the level of fundamental ontology. What takes its place is a large number of trajectories of points in configuration space, each corresponding
to the motions of a finite number of particles in physical space regarded as describing a a world in its own right. These interact in such a way as to mimic trajectories
guided by a wave function: a coarse-grained density of worlds takes the place of |ψ| . The velocities of the world-particles are required to at least approximately be
2

related to their configurations via some smooth function on configuration space. This condition would be a rather surprising one for the sorts of large systems studied in
statistical mechanics. Even more unmotivated from a classical perspective, the velocity function must be the gradient of a multivalued function that obeys a Bohr-
Sommerfeld-like quantum condition.

We stress that Bohmian mechanics should be regarded as a theory in its own right. Its viability does not depend on its being derivable from some other theory, classical or
otherwise.

5. The Quantum Potential


Bohmian mechanics as presented here is a first-order theory, in which it is the velocity, the rate of change of position, that is fundamental. It is this quantity, given by the
guiding equation, that the theory specifies directly and simply. The second-order (Newtonian) concepts of acceleration and force, work and energy do not play any
fundamental role. Bohm, however, did not regard his theory in this way. He regarded it, fundamentally, as a second-order theory, describing particles moving under the
influence of forces, among which, however, is a force stemming from a “quantum potential”.

In his 1952 hidden-variables paper, Bohm arrived at his theory by writing the wave function in the polar form ψ = R exp(iS /ℏ), where S and R are real, with R
nonnegative, and rewriting Schrödinger’s equation in terms of these new variables to obtain a pair of coupled evolution equations: the continuity equation for ϱ = R and 2

a modified Hamilton-Jacobi equation for S . This differs from the usual classical Hamilton-Jacobi equation only by the appearance of an extra term, the quantum potential
2 2
U = − ∑ (ℏ /2mk )(∂ R/R),
k

alongside the classical potential energy term.

Bohm then used the modified Hamilton-Jacobi equation to define particle trajectories just as one does for the classical Hamilton-Jacobi equation, that is, by identifying
∂ S with m v , i.e., by setting
k k k

dQ k /dt = ∂k S /mk .

This is equivalent to the guiding equation for particles without spin. [In this form the (pre-Schrödinger equation) de Broglie relation p = ℏk , as well as by the eikonal
equation of classical optics, already suggest the guiding equation.] The resulting motion is precisely what would be obtained classically if the particles were acted upon by
the force generated by the quantum potential, in addition to the usual forces.

The quantum potential formulation of the de Broglie-Bohm theory is still fairly widely used. For example, the monographs by Bohm and Hiley and by Holland present the
theory in this way. And regardless of whether or not we regard the quantum potential as fundamental, it can in fact be quite useful. In order to see most clearly that
Newtonian mechanics should be expected to emerge from Bohmian mechanics in the classical limit, it is convenient to transform the theory into Bohm’s Hamilton-Jacobi
form. Then the (size of the) quantum potential provides a measure of the deviation of Bohmian mechanics from its classical approximation. Moreover, the quantum
potential is also useful for developing approximation schemes for solutions to Schrödinger’s equation (Nerukh & Frederick 2000).

However, Bohm’s rewriting of Schrödinger’s equation in terms of variables that seem interpretable in classical terms is not without a cost. The most obvious is an increase
in complexity: Schrödinger’s equation is rather simple, and it is linear, whereas the modified Hamilton-Jacobi equation is somewhat complicated, and highly nonlinear.
Moreover the latter, since it involves R , requires the continuity equation for its closure. The quantum potential itself is neither simple nor natural. Even to Bohm it seemed
“rather strange and arbitrary” (Bohm 1980: 80). And it is not very satisfying to think of the quantum revolution as amounting to the insight that nature is classical after all,
except that there is in nature what appears to be a rather ad hoc additional force term, the one arising from the quantum potential. The artificiality that the quantum
potential suggests is the price one pays for casting a highly nonclassical theory into a classical mold.

Moreover, the connection between classical mechanics and Bohmian mechanics that the quantum potential suggests is rather misleading. Bohmian mechanics is not
simply classical mechanics with an additional force term. In Bohmian mechanics the velocities are not independent of positions, as they are classically, but are constrained
by the guiding equation. (In classical Hamilton-Jacobi theory we also have this equation for the velocity, but there the Hamilton-Jacobi function S can be entirely
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eliminated and the description in terms of S simplified and reduced to a finite-dimensional description, with basic variables the positions and the (unconstrained)
momenta of all the particles, given by Hamilton’s or Newton’s equations.)

Arguably, the most serious flaw in the quantum potential formulation of Bohmian mechanics is that it gives a completely false impression of the lengths to which we must
go in order to convert orthodox quantum theory into something more rational. The quantum potential suggests, as has often been stated, that transforming Schrödinger’s
equation into a theory that can account in “realistic” terms for quantum phenomena, many of which are dramatically nonlocal, requires adding to the theory a complicated
quantum potential of a grossly nonlocal character. It should be clear that this view is inappropriate. After all, the quantum potential need not even be mentioned in the
formulation of Bohmian mechanics, and it in any case merely reflects the wave function, which Bohmian mechanics shares with orthodox quantum theory.

6. The Two-Slit Experiment


According to Richard Feynman, the two-slit experiment for electrons is

a phenomenon which is impossible, absolutely impossible, to explain in any classical way, and which has in it the heart of quantum mechanics. In reality it
contains the only mystery. (Feynman, Leighton, & Sands 1963: 37–2)

This experiment

has been designed to contain all of the mystery of quantum mechanics, to put you up against the paradoxes and mysteries and peculiarities of nature one
hundred per cent. (Feynman 1967: 130)

As to the question,

How does it really work? What machinery is actually producing this thing? Nobody knows any machinery. Nobody can give you a deeper explanation of this
phenomenon than I have given; that is, a description of it. (Feynman 1967: 145)

But Bohmian mechanics is just such a deeper explanation. It resolves in a rather straightforward manner the dilemma of the appearance of both particle and wave
properties in one and the same phenomenon: Bohmian mechanics is a theory of motion describing a particle (or particles) guided by a wave. Here we have a family of
Bohmian trajectories for the two-slit experiment.

F 1: An ensemble of trajectories for the two-slit experiment, uniform in the slits.


(adapted by Gernot Bauer from Philippidis, Dewdney, & Hiley 1979: 23, fig. 3)

While each trajectory passes through only one slit, the wave passes through both; the interference profile that therefore develops in the wave generates a similar pattern in
the trajectories guided by the wave.

Compare Feynman’s presentation with Bell’s:

Is it not clear from the smallness of the scintillation on the screen that we have to do with a particle? And is it not clear, from the diffraction and interference
patterns, that the motion of the particle is directed by a wave? De Broglie showed in detail how the motion of a particle, passing through just one of two holes
in screen, could be influenced by waves propagating through both holes. And so influenced that the particle does not go where the waves cancel out, but is
attracted to where they cooperate. This idea seems to me so natural and simple, to resolve the wave-particle dilemma in such a clear and ordinary way, that it
is a great mystery to me that it was so generally ignored. (Bell [1989] 1987c: 191)

Perhaps the most puzzling aspect of the two-slit experiment is the following: If, by any means whatsoever, it is possible to determine the slit through which the particle
passes, the interference pattern will be destroyed. This dramatic effect of observation is, in fact, a simple consequence of Bohmian mechanics. To see this, one must
consider the meaning of determining the slit through which the particle passes. This must involve interaction with another system that the Bohmian mechanical analysis
must include.

The destruction of interference is related, naturally enough, to the Bohmian mechanical analysis of quantum measurement (Bohm 1952). It occurs via the mechanism that
in Bohmian mechanics leads to the “collapse of the wave function”.

For an accessible presentation of the behavior of Bohmian trajectories in scattering and tunneling phenomena, see Norsen 2013.

7. The Measurement Problem


The measurement problem is the most commonly cited of the conceptual difficulties that plague quantum mechanics. (It amounts, more or less, to the paradox of
Schrödinger’s cat.) Indeed, for many physicists the measurement problem is not merely one conceptual difficulty of quantum mechanics; it is the conceptual difficulty.

The problem is as follows. Suppose that the wave function of any individual system provides a complete description of that system. When we analyze the process of
measurement in quantum mechanical terms, we find that the after-measurement wave function for system and apparatus that arises from Schrödinger’s equation for the
composite system typically involves a superposition over terms corresponding to what we would like to regard as the various possible results of the measurement—e.g.,
different pointer orientations. In this description of the after-measurement situation it is difficult to discern the actual result of the measurement—e.g., some specific
pointer orientation. But the whole point of quantum theory, and the reason we should believe in it, is that it is supposed to provide a compelling, or at least an efficient,
account of our observations, that is, of the outcomes of measurements. In short, the measurement problem is this: Quantum theory implies that measurements typically fail
to have outcomes of the sort the theory was created to explain.

In contrast, if we, like Einstein, regard the description provided by the wave function as incomplete, the measurement problem vanishes: There is no measurement
problem with a theory or interpretation in which, as in Bohmian mechanics, the description of the after-measurement situation includes, in addition to the wave function,
at least the values of the variables that register the result. In Bohmian mechanics pointers always point.

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Often, the measurement problem is expressed a little differently. Textbook quantum theory provides two rules for the evolution of the wave function of a quantum system:
A deterministic dynamics given by Schrödinger’s equation when the system is not being “measured” or observed, and a random collapse of the wave function to an
eigenstate of the “measured observable” when it is. However, the objection continues, textbook quantum theory does not explain how to reconcile these two apparently
incompatible rules.

That this formulation of the measurement problem and the preceding one are more or less equivalent should be reasonably clear: If a wave function provides a complete
description of the after-measurement situation, the outcome of the measurement must correspond to a wave function that describes the actual result, that is, a “collapsed”
wave function. Hence the collapse rule. But it is difficult to take seriously the idea that different laws than those governing all other interactions should govern those
interactions between system and apparatus that we happen to call measurements. Hence the apparent incompatibility of the two rules.

The second formulation of the measurement problem, though basically equivalent to the first, raises an important question: Can Bohmian mechanics itself reconcile these
two dynamical rules? How does Bohmian mechanics justify the use of the “collapsed” wave function instead of the original one? This question was answered in Bohm’s
first papers on Bohmian mechanics (Bohm 1952: Part I, Section 7 and Part II, Section 2). What would nowadays be called effects of decoherence, which interaction with
the environment (air molecules, cosmic rays, internal microscopic degrees of freedom, etc.) produces, make difficult the development of significant overlap between the
component of the after-measurement wave function corresponding to the actual result of the measurement and the other components of the after-measurement wave
function. (This overlap refers to the configuration space of the very large system that includes all systems with which the original system and apparatus come into
interaction.) But without such overlap that component all by itself generates to a high degree of accuracy the future evolution of the configuration of the system and
apparatus. The replacement is thus justified as a practical matter (see also Dürr, Goldstein & Zanghì 1992a: Section 5).

Many proponents of orthodox quantum theory believe that decoherence somehow resolves the measurement problem itself. It is not easy to understand this belief. In the
first formulation of the measurement problem, nothing prevents us from including in the apparatus all sources of decoherence. But then decoherence can no longer be in
any way relevant to the argument. Be that as it may, Bohm (1952) gave one of the best descriptions of the mechanisms of decoherence, though he did not use the word
itself. He recognized its importance several decades before it became fashionable. (See also the encyclopedia entry on The Role of Decoherence in Quantum Mechanics.)

8. The Collapse of the Wave Function


In the previous section we indicated that collapse of the wave function can be regarded in Bohmian mechanics as a pragmatic affair. However, there is a sense in which
the collapse of the wave function in Bohmian mechanics is more than a matter of convenience. If we focus on the appropriate notion of the wave function, not of the
composite of system and apparatus—which strictly speaking remains a superposition if the composite is treated as closed during the measurement process—but of the
system itself, we find that for Bohmian mechanics this does indeed collapse, precisely as the quantum formalism says. The key element here is the notion of the
conditional wave function of a subsystem of a larger system, which we describe briefly in this section and that Dürr, Goldstein, & Zanghì 1992a: Section 5, discuss in
some detail, together with the related notion of the effective wave function.

For the evolution of the wave function, Bohmian mechanics is formulated in terms of Schrödinger’s equation alone. Nonetheless the textbook collapse rule is a
consequence of the Bohmian dynamics. To appreciate this one should first note that, since observation implies interaction, a system under observation cannot be a closed
system but rather must be a subsystem of a larger closed system, which we may take to be the entire universe, or any smaller more or less closed system that contains the
system to be observed, the subsystem. The configuration Q of this larger system naturally splits into X , the configuration of the subsystem, and Y , the configuration of
the environment of the subsystem.

Suppose the larger system has wave function Ψ = Ψ(q) = Ψ(x, y) . According to Bohmian mechanics, the larger system is then completely described by Ψ, evolving
according to Schrödinger’s equation, together with X and Y . The question then arises—and it is a critical question—as to what should be meant by the wave function of
the subsystem.

There is a rather obvious answer for this, a natural function of x that suitably incorporates the objective structure at hand, namely the conditional wave function

ψ(x) = Ψ(x, Y )

obtained by plugging the actual configuration of the environment into the wave function of the larger system. (This definition is appropriate only for scalar wave
functions; for particles with spin the situation would be a little more complicated.) It then follows immediately that the configuration of the subsystem obeys the guiding
equation with the conditional wave function on its right-hand side.

Moreover, taking into account the way that the conditional wave function depends upon time t

ψt (x) = Ψt (x, Yt )

via the time dependence of Y as well as that of Ψ, it is not difficult to see (Dürr, Goldstein, & Zanghì 1992a) the following two things about the evolution of the
conditional wave: First, that it obeys Schrödinger’s equation for the subsystem when that system is suitably decoupled from its environment. Part of what is meant by this
decoupling is that Ψ has a special form, what might be called an effective product form (similar to but more general than the superposition produced in an “ideal quantum
measurement”), in which case the conditional wave function of the subsystem is also called its effective wave function. Second, using the quantum equilibrium hypothesis,
that it randomly collapses according to the usual quantum mechanical rules under precisely those conditions on the interaction between the subsystem and its environment
that define an ideal quantum measurement.

It is perhaps worth noting that orthodox quantum theory lacks the resources that make it possible to define the conditional wave function, namely, the actual configuration
Y of the environment. Indeed, from an orthodox point of view what should be meant by the wave function of a subsystem is entirely obscure.

9. Quantum Randomness
According to the quantum formalism, for a system with wave function ψ the probability density for finding its configuration to be q is |ψ(q)| . To the extent that the
2

results of measurement are registered configurationally, at least potentially, it follows that the predictions of Bohmian mechanics for the results of measurement must
agree with those of orthodox quantum theory (assuming the same Schrödinger equation for both) provided that it is somehow true for Bohmian mechanics that
configurations are random, with distribution given by the quantum equilibrium distribution |ψ(q)| . Now the status and justification of this quantum equilibrium
2

hypothesis is a rather delicate matter, one that has been explored in considerable detail (Dürr, Goldstein, & Zanghì 1992a). Here are a few relevant points.

It is nowadays a rather familiar fact that dynamical systems quite generally give rise to behavior of a statistical character, with the statistics given by the (or a) stationary
probability distribution for the dynamics. So it is with Bohmian mechanics, except that for the Bohmian system stationarity is not quite the right concept. Rather it is the
notion of equivariance that is relevant. A probability distribution on configuration space ϱ , depending upon the wave function ψ , is equivariant if
ψ

ψ ψ
(ϱ )t = ϱ t

where the dependence on t on the right arises from Schrödinger’s equation and on the left from the evolution on probability distributions arising from the flow that the
guiding equation induces. Thus equivariance expresses the mutual compatibility, relative to ϱ , of the Schrödinger evolution of the wave function and the Bohmian
ψ

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motion of the configuration. It is an immediate consequence of the guiding equation and the quantum continuity equation that ϱ ψ
= |ψ(q)|
2
is equivariant. (It can be
shown in fact that this is more or less the only equivariant possibility that is suitably local (Goldstein & Struyve 2007).)

In trying to understand the status in Bohmian mechanics of the quantum equilibrium distribution, it is perhaps helpful to think of

quantum equilibrium, ϱ = |ψ| 2

as roughly analogous to (classical)

thermodynamic equilibrium, ϱ = exp(−H /kT )/Z ,

the probability distribution of the phase-space point of a system in equilibrium at temperature T . (Z is a normalization constant called the partition function and k is
Boltzmann’s constant.) This analogy has several facets: In both cases the probability distributions are naturally associated with their respective dynamical systems. In
particular, these distributions are stationary or, what amounts to the same thing within the framework of Bohmian mechanics, equivariant. In both cases it seems natural to
try to justify these equilibrium distributions by means of mixing-type, convergence-to-equilibrium arguments (Bohm 1953; Valentini & Westman 2005). It has been
argued, however, that in both cases the ultimate justification for these probability distributions must be in terms of statistical patterns that ensembles of actual subsystems
within a typical individual universe exhibit (Bell 1981b, reprinted 1987c: 129; Dürr, Goldstein, & Zanghì 1992a). In both cases the status of, and justification for,
equilibrium distributions is still controversial. It is also perhaps worth noting that the typicality-grounded account of quantum randomness in Bohmian mechanics is
extremely similar to Everett’s account (Everett 1957) of quantum randomness for “many worlds”, despite the huge metaphysical differences that exist between these two
versions of quantum theory. It can be shown (Dürr, Goldstein, & Zanghì 1992a) that probabilities for positions given by the quantum equilibrium distribution emerge
naturally from an analysis of “equilibrium” for the deterministic dynamical system that Bohmian mechanics defines, much as the Maxwellian velocity distribution
emerges from an analysis of classical thermodynamic equilibrium. (For more on the thermodynamic side of the analogy see Goldstein 2001.) Thus with Bohmian
mechanics the statistical description in quantum theory indeed takes, as Einstein anticipated, “an approximately analogous position to the statistical mechanics within the
framework of classical mechanics”.

10. Quantum Observables


Orthodox quantum theory supplies us with probabilities not merely for positions but for a huge class of quantum observables. It might thus appear that it is a much richer
theory than Bohmian mechanics, which seems exclusively concerned with positions. Appearances are, however, misleading. In this regard, as with so much else in the
foundations of quantum mechanics, Bell made the crucial observation:

[I]n physics the only observations we must consider are position observations, if only the positions of instrument pointers. It is a great merit of the de Broglie-
Bohm picture to force us to consider this fact. If you make axioms, rather than definitions and theorems, about the “measurement” of anything else, then you
commit redundancy and risk inconsistency. (Bell 1982, reprinted 1987c: 166)

Consider classical mechanics first. The observables are functions on phase space, functions of the positions and momenta of the particles. The axioms governing the
behavior of the basic observables—Newton’s equations for the positions or Hamilton’s for positions and momenta—define the theory. What would be the point of making
additional axioms, for other observables? After all, the behavior of the basic observables entirely determines the behavior of any observable. For example, for classical
mechanics, the principle of the conservation of energy is a theorem, not an axiom.

The situation might seem to differ in quantum mechanics, as usually construed. Here there is no small set of basic observables having the property that all other
observables are functions of them. Moreover, no observables at all are taken seriously as describing objective properties, as actually having values whether or not they are
or have been measured. Rather, all talk of observables in quantum mechanics is supposed to be understood as talk about the measurement of the observables.

But if this is so, the situation with regard to other observables in quantum mechanics is not really that different from that in classical mechanics. Whatever quantum
mechanics means by the measurement of (the values of) observables—that, we are urged to believe, don’t actually have values—must at least refer to some experiment
involving interaction between the “measured” system and a “measuring” apparatus leading to a recognizable result, as given potentially by, say, a pointer orientation. But
then if some axioms suffice for the behavior of pointer orientations (at least when they are observed), rules about the measurement of other observables must be theorems,
following from those axioms, not additional axioms.

It should be clear from the discussion towards the end of Section 4 and at the beginning of Section 9 that, assuming the quantum equilibrium hypothesis, any analysis of
the measurement of a quantum observable for orthodox quantum theory—whatever it is taken to mean and however the corresponding experiment is performed—provides
ipso facto at least as adequate an account for Bohmian mechanics. The only part of orthodox quantum theory relevant to the analysis is the Schrödinger evolution, and it
shares this with Bohmian mechanics. The main difference between them is that orthodox quantum theory encounters the measurement problem before it reaches a
satisfactory conclusion while Bohmian mechanics does not. This difference stems of course from what Bohmian mechanics adds to orthodox quantum theory: actual
configurations.

The rest of this section will discuss the significance of quantum observables for Bohmian mechanics. (It follows from what has been said in the three preceding
paragraphs that what we conclude here about quantum observables for Bohmian mechanics holds for orthodox quantum theory as well.)

Bohmian mechanics yields a natural association between experiments and so-called generalized observables, given by positive-operator-valued measures (Davies 1976),
or POVMs, O(dz) , on the value spaces for the results of the experiments (Berndl, Daumer, et al. 1995). This association is such that the probability distribution of the
result Z of an experiment, when performed upon a system with wave function ψ , is given by ⟨ψ|O(dz)ψ⟩ (where ⟨|⟩ is the usual inner product between quantum state
vectors).

Moreover, this conclusion is follows immediately from the very meaning of an experiment from a Bohmian perspective: a coupling of system to apparatus leading to a
result Z that is a function of the final configuration of the total system, e.g., the orientation of a pointer. Analyzed in Bohmian mechanical terms, the experiment defines a
map from the initial wave function of the system to the distribution of the result. It follows directly from the structure of Bohmian mechanics, and from the fact that the
quantum equilibrium distribution is quadratic in the wave function, that this map is bilinear (or, more precisely, sesquilinear, in that its dependence on one factor of the
wave function is antilinear, involving complex conjugation, rather than linear). Such a map is equivalent to a POVM.

The simplest example of a POVM is a standard quantum observable, corresponding to a self-adjoint operator A on the Hilbert space of quantum states (i.e., wave
functions). For Bohmian mechanics, more or less every “measurement-like” experiment is associated with this special kind of POVM. The familiar quantum measurement
axiom that the distribution of the result of the “measurement of the observable A ” is given by the spectral measure for A relative to the wave function (in the very
simplest cases just the absolute squares of the so-called probability amplitudes) is thus obtained.

For various reasons, after the discovery of quantum mechanics it quickly became almost universal to speak of an experiment associated with an operator A in the manner
just sketched as a measurement of the observable A —as if the operator somehow corresponded to a property of the system that the experiment in some sense measures. It
has been argued that this assumption, which has been called naive realism about operators, has been a source of considerable confusion about the meaning and
implications of quantum theory (Daumer et al. 1997a).

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11. Spin
The case of spin illustrates nicely both the way Bohmian mechanics treats non-configurational quantum observables, and some of the difficulties that the naive realism
about operators mentioned above causes.

Spin es el observatorio cuántico canónico que no tiene una contraparte clásica, supuestamente imposible de comprender de una manera no cuántica. La dificultad no es
que el giro se cuantifique en el sentido de que sus valores permitidos forman un conjunto discreto (para una partícula spin-1/2, / 2 ) La energía también
puede cuantificarse en este sentido. Tampoco es precisamente que los componentes del giro en las diferentes direcciones no se conmuten y, por lo tanto, no pueden ser
discutidos, medidos, imaginados o lo que sea que nos aconsejen que no hagamos con observables que no viajan simultáneamente. El problema es que no existe una
cantidad ordinaria (no cuántica) que, como el espín observable, sea un vector 3 y que también sea tal que sus componentes en todas las direcciones posibles pertenezcan al
mismo conjunto discreto. El problema, en otras palabras, es que las relaciones de vector habituales entre los diversos componentes del vector de espín son incompatibles
con las condiciones de cuantificación de los valores de estos componentes.

Para una partícula de spin-1, el problema es aún más grave. Los componentes del giro en diferentes direcciones no son medibles simultáneamente. Por lo tanto, las
relaciones vectoriales imposibles para los componentes de espín de una partícula cuántica no son observables. Bell (1966) e, independientemente, Simon Kochen y Ernst
Specker (1967) mostraron que para una partícula spin-1 los cuadrados de los componentes del spin en las diversas direcciones satisfacen, según la teoría cuántica, una
colección de relaciones, cada una individualmente observable , en conjunto, son imposibles: las relaciones son incompatibles con la idea de que las mediciones de estos
observables simplemente revelan sus valores preexistentes en lugar de crearlos, como la teoría cuántica nos insta a creer. Muchos físicos y filósofos de la física siguen
considerando el teorema de Kochen-Specker. como excluyendo la posibilidad de variables ocultas.

Por lo tanto, podríamos preguntarnos naturalmente cómo la mecánica bohmiana hace frente al giro. Pero ya hemos respondido esta pregunta. La mecánica de Bohmian
tiene sentido para partículas con espín, es decir, para partículas cuyas funciones de onda tienen un valor de espín. Cuando tales partículas se dirigen adecuadamente hacia
los imanes Stern-Gerlach, emergen moviéndose en más o menos un conjunto discreto de direcciones: 2 direcciones posibles para una partícula spin-1/2, que tiene 2
componentes de spin, 3 para spin-1 con 3 spin componentes, etc. Esto ocurre porque los imanes Stern-Gerlach están tan diseñados y orientados que un paquete de ondas
(una función de onda localizada con una velocidad razonablemente bien definida) dirigida hacia el imán, en virtud de la evolución de Schrödinger, se separará en paquetes
distintos, correspondientes al giro componentes de la función de onda y movimiento en el conjunto discreto de direcciones.

La distribución de probabilidad para el resultado de tal experimento de Stern-Gerlach se puede expresar convenientemente en términos de los operadores de espín
mecánico cuántico, para una partícula de espín 1/2 dada por ciertas matrices 2 por 2 llamadas matrices de espín Pauli, de la manera aludido a lo anterior . Desde una
perspectiva bohmiana, no hay indicios de paradoja en nada de esto, a menos que supongamos que los operadores de espín corresponden a propiedades genuinas de las
partículas.

Para más discusión y ejemplos más detallados de la perspectiva bohmiana sobre spin, ver Norsen 2014.

12. Contextualidad
El teorema de Kochen-Specker , el teorema anterior de Gleason (Gleason 1957 y Bell 1966), y otros resultados de variables no ocultas, incluida la desigualdad de Bell
(Bell 1964), muestran que cualquier formulación de mecánica cuántica de variables ocultas debe ser contextual . Debe violar la suposición de no contexto "que la
medición de un observable debe producir el mismo valor independientemente de las otras mediciones que puedan realizarse simultáneamente" (1964, reimpreso 1987c: 9).
Para muchos físicos y filósofos de la ciencia, la contextualidad parece un precio demasiado alto para pagar los beneficios más bien modestos —en gran medida
psicológicos, por lo que dirían— que proporcionan las variables ocultas.

Incluso muchos bohmianos sugieren que la contextualidad se aparta significativamente de los principios clásicos. Por ejemplo, Bohm y Hiley escriben que

La dependencia del contexto de los resultados de las mediciones es una indicación adicional de cómo nuestra interpretación no implica un simple retorno a los
principios básicos de la física clásica. (1993: 100)

Sin embargo, para comprender la contextualidad en la mecánica bohmiana, casi nada necesita ser explicado. Considere un operador que conmuta con los operadores
y (que sin embargo no viajan entre sí). Lo que a menudo se llama el "resultado para "En un experimento para" medir junto con "Generalmente no está
de acuerdo con el" resultado para "En un experimento para" medir junto con ". Esto se debe a que estos experimentos difieren y los experimentos diferentes
generalmente tienen resultados diferentes. La referencia engañosa a la medición, que sugiere que un valor preexistente de se revela, hace que la contextualidad
parezca más de lo que es.

Visto correctamente, la contextualidad equivale a poco más que la observación bastante poco notable de que los resultados de los experimentos deberían depender de
cómo se realicen, incluso cuando los experimentos están asociados con el mismo operador de la manera mencionada anteriormente . David Albert (1992: 153) ha dado un
ejemplo particularmente simple y sorprendente de esta dependencia para los experimentos de Stern-Gerlach "midiendo" la -componente de giro. Invertir la polaridad en
un imán para "medir" la -componente de giro mientras se mantiene la misma geometría produce otro imán para "medir" la -componente de giro. El uso de uno u otro
de estos dos imanes a menudo llevará a conclusiones opuestas sobre el "valor de la -componente de giro "antes de la" medición "(para el mismo valor inicial de la
posición de la partícula).

Como Bell insiste:

Una moraleja final se refiere a la terminología. ¿Por qué personas tan serias tomaron tan en serio axiomas que ahora parecen tan arbitrarios? Sospecho que
fueron engañados por el mal uso pernicioso de la palabra "medición" en la teoría contemporánea. Esta palabra sugiere fuertemente la determinación de alguna
propiedad preexistente de alguna cosa, cualquier instrumento involucrado desempeñando un papel puramente pasivo. Los experimentos cuánticos
simplemente no son así, como aprendimos especialmente de Bohr. Los resultados deben considerarse como el producto conjunto de "sistema" y "aparato", la
configuración experimental completa. Pero el mal uso de la palabra "medición" hace que sea fácil olvidar esto y luego esperar que los "resultados de las
mediciones" obedezcan a una lógica simple en la que no se menciona el aparato. Las dificultades resultantes pronto muestran que tal lógica no es lógica
ordinaria. Tengo la impresión de que todo el vasto tema de la "lógica cuántica" ha surgido de esta manera por el mal uso de una palabra. Estoy convencido de
que ahora se ha abusado tanto de la palabra "medición" que el campo avanzaría significativamente al prohibir por completo su uso, a favor, por ejemplo, de la
palabra "experimento". (Bell 1982, reimpreso 1987c: 166)

13. No localidad
La mecánica de Bohmian es manifiestamente no local. La velocidad, como se expresa en la ecuación guía , de cualquier partícula de un sistema de muchas partículas
dependerá típicamente de las posiciones de las otras partículas, posiblemente distantes, siempre que la función de onda del sistema esté enredada, es decir, no sea un
producto de una sola -Funciones de onda de partículas. Esto es cierto, por ejemplo, para la función de onda EPR-Bohm, que describe un par de partículas spin-1/2 en el
estado singlete, que Bell y muchos otros analizaron. Así, la mecánica de Bohmian hace explícita la característica más dramática de la teoría cuántica: la no localidad
cuántica, como se discutió en la Sección 2.

https://plato.stanford.edu/entries/qm-bohm/#ObjeResp 9/15
7/8/2019 Mecánica de Bohmian (Stanford Encyclopedia of Philosophy)
Debe enfatizarse que la no localidad de la mecánica de Bohmian se deriva únicamente de la no localidad, discutida en la Sección 2 , integrada en la estructura de la teoría
cuántica estándar. Esta no localidad se origina en una función de onda en el espacio de configuración, una abstracción que, en términos generales, combina, o une,
partículas distantes en una única realidad irreducible. Como Bell ha enfatizado,

Que la onda guía, en el caso general, se propaga no en el espacio tridimensional ordinario sino en un espacio de configuración multidimensional es el origen
de la notoria "no localidad" de la mecánica cuántica. Es un mérito de la versión de Broglie-Bohm presentar esto de manera tan explícita que no puede
ignorarse. (Bell 1980, reimpreso 1987c: 115)

Así, la relación de velocidad no local en la ecuación guía no es más que un aspecto de la no localidad de la mecánica de Bohmian. También existe la no localidad, o la no
separabilidad, implícita en la función de onda misma, que está presente incluso sin la estructura —configuraciones reales— que la mecánica de Bohmian agrega a la teoría
cuántica ortodoxa. Como Bell ha demostrado, usando la conexión entre la función de onda y las predicciones de la teoría cuántica sobre los resultados experimentales,
esta no localidad no puede eliminarse fácilmente (ver Sección 2 ).

La no localidad de la mecánica bohmiana puede apreciarse quizás de la manera más eficiente, en todos sus aspectos, al enfocarse en la función de onda condicional .
Supongamos, por ejemplo, que en un experimento EPR-Bohm la partícula 1 pasa a través de su imán Stern-Gerlach antes de que la partícula 2 llegue a su imán. Entonces,
la orientación del imán de Stern-Gerlach para la partícula 1 afectará significativamente la función de onda condicional de la partícula 2: Si el imán de Stern-Gerlach para
la partícula 1 está orientado para "medir la -componente de giro ”, luego, después de que la partícula 1 ha pasado a través de su imán, la función de onda condicional de
la partícula 2 será un vector propio (o estado propio) de la -componente del espín (de hecho, pertenece al valor propio que es el negativo del que se "midió" para la
partícula 1), y lo mismo es cierto para cualquier otro componente del espín. Puede dictar el tipo de eigenstate spin producido para la partícula 2 eligiendo adecuadamente
la orientación de un imán arbitrariamente distante. En cuanto al comportamiento futuro de la partícula 2, en particular cómo lo afecta su imán, esto, por supuesto, depende
mucho del carácter de su función de onda condicional y, por lo tanto, la elección de la orientación del imán distante lo influye fuertemente.

Este efecto no local sobre la función de onda condicional de la partícula 2 resulta de combinar el análisis estándar de la evolución de la función de onda en el experimento
EPR-Bohm con la definición de la función de onda condicional. (Por simplicidad, ignoramos la simetría de permutación). Antes de alcanzar cualquier imán, la función de
onda EPR-Bohm es una suma de dos términos, que corresponde a valores no desaparecidos para dos de los cuatro componentes posibles de rotación conjunta para las dos
partículas. Cada término es un producto de un estado propio para un componente de giro en una dirección dada para la partícula 1 con el estado propio opuesto (es decir,
que pertenece al valor propio que es negativo del valor propio para la partícula 1) para el componente de giro en el mismo dirección para la partícula 2. Además, en virtud
de su simetría bajo rotaciones, La función de onda EPR-Bohm tiene la propiedad de que cualquier componente del giro, es decir, cualquier dirección, se puede utilizar en
esta descomposición. (Esta propiedad es muy interesante).

Al descomponer la función de onda EPR-Bohm usando el componente de giro en la dirección asociada con el imán para la partícula 1, la evolución de la función de onda
a medida que la partícula 1 pasa su imán se capta fácilmente: la evolución de la suma se determina (usando la linealidad de la ecuación de Schrödinger ) por la de sus
términos individuales, y la evolución de cada término por la de cada uno de sus factores. La evolución del factor de partícula 1 conduce a un desplazamiento a lo largo del
eje magnético en la dirección determinada por el (signo del) componente giratorio (es decir, el valor propio), como se describe en el cuarto párrafo de la Sección 11. Una
vez que se ha producido este desplazamiento (y es lo suficientemente grande), la función de onda condicional para la partícula 2 corresponderá al término en la suma
seleccionada por la posición real de la partícula 1. En particular, será un estado propio del componente del espín "medido por "el imán para la partícula 1. (Para una
discusión más explícita y detallada ver Norsen 2014.)

La no localidad de la mecánica de Bohmian tiene una característica notable: se filtra por el equilibrio cuántico. Es una consecuencia de la hipótesis del equilibrio cuántico.
que los efectos no locales en la mecánica de Bohmian no producen consecuencias observables que puedan controlarse; no podemos usarlos para enviar mensajes
instantáneos. Esto se deduce del hecho de que, dada la hipótesis del equilibrio cuántico, las consecuencias observables de la mecánica de Bohmian son las mismas que las
de la teoría cuántica ortodoxa, para la cual la comunicación instantánea basada en la no localidad cuántica es imposible (ver Eberhard 1978). Valentini (1991) enfatiza la
importancia del equilibrio cuántico para oscurecer la no localidad de la mecánica bohmiana. (Valentini [2010a] también ha sugerido la posibilidad de buscar y explotar el
no equilibrio cuántico. Sin embargo, en contraste con el no equilibrio termodinámico, en este momento no tenemos idea de cómo se vería el no equilibrio cuántico, si
existiera, a pesar de las afirmaciones y argumentos en contrario.)

14. Invarianza de Lorentz


Al igual que la teoría cuántica no relativista, de la cual es una versión, la mecánica bohmiana y la relatividad especial, un principio central de la física, no son compatibles:
la mecánica bohmiana no es invariante de Lorentz. Tampoco se puede modificar fácilmente para acomodar la invariancia de Lorentz. Las configuraciones, definidas por
las posiciones simultáneas de todas las partículas, juegan un papel crucial en su formulación, y la ecuación guía define una evolución en la configuración.espacio. (Las
extensiones invariantes de Lorentz de la mecánica de Bohmian para una sola partícula, descritas por la ecuación de Dirac (Bohm y Hiley 1993; Dürr et al. 1999) o la
ecuación de Klein-Gordon (Berndl et al. 1996; Nikolic 2005), se pueden lograr fácilmente , aunque para una partícula de Klein-Gordon hay algunas sutilezas interesantes,
correspondientes a lo que podría parecer una partícula que viaja hacia atrás en el tiempo).

Esta dificultad con la invariancia de Lorentz y la no localidad en la mecánica de Bohmian están estrechamente relacionadas. Dado que la teoría cuántica en sí misma, en
virtud del mero carácter de sus predicciones sobre las correlaciones EPR-Bohm, es irreductiblemente no local (ver Sección 2 ), uno podría esperar considerables
dificultades con la invariancia de Lorentz de la teoría cuántica ortodoxa, así como con la mecánica de Bohmian. Por ejemplo, la regla del colapso de la teoría cuántica de
los libros de texto viola descaradamente la invariancia de Lorentz. De hecho, la no localidad intrínseca de la teoría cuántica presenta dificultades formidables para el
desarrollo de cualquier formulación invariante de Lorentz (muchas partículas) que evite la vaguedad de la teoría cuántica ortodoxa (ver Maudlin 1994).

Bell hizo una evaluación algo sorprendente de la importancia del problema de la invariancia de Lorentz. En una entrevista con la filósofa Renée Weber, poco antes de
morir, se refirió a las paradojas de la mecánica cuántica y observó que

Esas paradojas son simplemente eliminadas por la teoría de Bohm de 1952, dejando como la pregunta, la cuestión de la invariancia de Lorentz. Entonces, una
de mis misiones en la vida es hacer que la gente vea que si quieren hablar sobre los problemas de la mecánica cuántica, los problemas reales de la mecánica
cuántica, deben estar hablando de la invariancia de Lorentz. (Entrevista con John Bell, en Weber 1989, Otros recursos de Internet)

La opinión más común sobre este tema es que una descripción detallada de los procesos cuánticos microscópicos, como los que proporcionaría una supuesta extensión de
la mecánica bohmiana al dominio relativista, debe violar la invariancia de Lorentz. Desde este punto de vista, la invariancia de Lorentz en tal teoría sería una simetría
emergente obedecida por nuestras observaciones: para la mecánica bohmiana, una consecuencia estadística del equilibrio cuántico que gobierna los resultados de los
experimentos cuánticos. Esta es la opinión de Bohm y Hiley (1993), de Holanda (1993) y de Valentini (1997).

Sin embargo, a diferencia de la no localidad, violar la invariancia de Lorentz no es inevitable. Al parecer, debería ser posible construir una teoría invariante de Lorentz que
proporcione una descripción detallada de los procesos cuánticos microscópicos. Una forma de hacerlo es mediante el uso de una estructura dinámica invariante de Lorentz
adicional, por ejemplo, un campo de 4 vectores similar al tiempo adecuado, que permite la definición de una foliación del espacio-tiempo en hiperesuperficies similares al
espacio, proporcionando una noción invariante de Lorentz de " configuración evolutiva "y a lo largo de la cual se transmiten los efectos no locales. Ver Dürr et al. 1999
para un modelo de juguete. Otra posibilidad es que se pueda lograr una descripción completamente invariante de Lorentz de la no localidad cuántica sin la invocación de
una estructura adicional, explotando solo lo que ya está disponible, por ejemplo, la función de onda del universo o la estructura del cono de luz. Para más información
sobre esta última posibilidad, ver el modelo de Goldstein y Tumulka (2003), en el que concilian la relatividad y la no localidad a través de la interacción de flechas de
tiempo opuestas. Para una discusión de la posibilidad anterior, ver Dürr et al. 2014. En el tipo de teoría discutida allí, la función de onda del universo proporciona una
prescripción covariante para la foliación deseada. Tal teoría sería claramente invariante de Lorentz. Pero no está tan claro que deba considerarse como relativista. La
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función de onda del universo proporciona una prescripción covariante para la foliación deseada. Tal teoría sería claramente invariante de Lorentz. Pero no está tan claro
que deba considerarse como relativista. La función de onda del universo proporciona una prescripción covariante para la foliación deseada. Tal teoría sería claramente
invariante de Lorentz. Pero no está tan claro que deba considerarse como relativista.

Sea como fuere, la no localidad invariante de Lorentz sigue siendo algo enigmática. Los problemas son extremadamente sutiles. Por ejemplo, Bell con razón encontraría

inquietante ... la imposibilidad de "mensajes" más rápidos que la luz, que se desprende de la mecánica cuántica relativista ordinaria en la medida en que es
inequívoca y adecuada para procedimientos [énfasis agregado] realmente puede realizar. La elucidación exacta de conceptos como "mensaje" y
"nosotros" sería un desafío formidable. (1981a, reimpreso 1987c: 155)

Si bien el equilibrio cuántico y la incertidumbre absoluta que conlleva (Dürr, Goldstein y Zanghì 1992a) pueden ser de alguna ayuda aquí, la situación sigue siendo
desconcertante.

15. Objeciones y respuestas


La mecánica bohmiana nunca ha sido ampliamente aceptada en la corriente principal de la comunidad de la física. Como no forma parte del plan de estudios de física
estándar, muchos físicos, probablemente la mayoría, simplemente no están familiarizados con la teoría y su funcionamiento. Algunas veces la teoría es rechazada sin una
discusión explícita de las razones del rechazo. También se encuentran objeciones que se basan en simples malentendidos; Entre estas se encuentran las afirmaciones de
que algunos teoremas de no ir, como el teorema de von Neumann, el teorema de Kochen-Specker o el teorema de Bell, muestran que la teoría no puede funcionar. Tales
objeciones no serán tratadas aquí, ya que la respuesta a ellas será obvia para aquellos que entienden la teoría. En lo que sigue, solo se discutirán las objeciones que no se
basan en malentendidos elementales.

Una objeción común es que la mecánica bohmiana es demasiado complicada o poco elegante. Para evaluar esta objeción, uno debe comparar los axiomas de la mecánica
bohmiana con los de la mecánica cuántica estándar. A la ecuación de Schrödinger, la mecánica de Bohmian agrega la ecuación guía ; en cambio, la mecánica cuántica
estándar requiere postulados sobre resultados experimentales que solo pueden formularse en términos de una distinción entre un sistema cuántico y el aparato
experimental. Y, como señaló Hilary Putnam,

En Putnam ([1965]), rechacé la interpretación de Bohm por varias razones que ya no me parecen buenas. Incluso hoy, si miras la enciclopedia de Wikipedia
en la Web, encontrarás que dice que la teoría de Bohm es matemáticamente poco elegante. Felizmente, no di esa razón en Putnam ([1965]), pero en cualquier
caso no es cierto. La fórmula para el campo de velocidad es extremadamente simple: de todos modos, tiene la corriente de probabilidad en la teoría, y
considera que el vector de velocidad es proporcional a la corriente. No hay nada particularmente poco elegante en eso; en todo caso, es notablemente
elegante! (2005: 262)

Una objeción frecuente es que la mecánica de Bohmian, ya que hace exactamente las mismas predicciones que la mecánica cuántica estándar (en la medida en que las
predicciones de la mecánica cuántica estándar no son ambiguas), no es una teoría distinta sino simplemente una reformulación de la teoría cuántica estándar. En este
sentido, Heisenberg escribió:

La interpretación de Bohm no puede ser refutada por el experimento, y esto es cierto para todas las contrapropuestas en el primer grupo. Desde el punto de
vista fundamentalmente "positivista" (tal vez sería mejor decir "puramente físico"), no nos interesan las contrapropuestas a la interpretación de Copenhague,
sino su repetición exacta en un idioma diferente. (Heisenberg 1955: 18)

Más recientemente, Sir Anthony Leggett se ha hecho eco de este cargo. Refiriéndose al problema de medición, dice que la mecánica de Bohmian proporciona "poco más
que un escaparate verbal de la paradoja básica" (Leggett 2005: 871). Y en relación con el experimento de la doble rendija, escribe:

No se extraen consecuencias experimentales de [la suposición de trayectorias de partículas definidas] que no sean las predicciones estándar del formalismo
QM, por lo que si uno lo considera como una resolución sustantiva de la paradoja aparente o como poco más que una reformulación del mismo es sin duda
una cuestión de gustos personales (el presente autor se inclina hacia el último punto de vista). (Leggett 2002: R419)

Ahora la mecánica de Bohmian y la mecánica cuántica estándar proporcionan descripciones claramente diferentes de lo que está sucediendo en el nivel cuántico
microscópico. Por lo tanto, es solo con una actitud puramente instrumental hacia las teorías científicas que la mecánica de Bohmian y la mecánica cuántica estándar
pueden considerarse como formulaciones diferentes de exactamente la misma teoría. Pero incluso si lo fueran, ¿por qué sería una objeción a la mecánica bohmiana?
Incluso si lo fueran, deberíamos preguntar cuál de las dos formulaciones es superior. Aquellos impresionados por la objeción de "teoría no distinta" presumiblemente
otorgan un peso considerable al hecho de que la mecánica cuántica estándar fue lo primero. Los partidarios de la mecánica de Bohmian le dan más peso a su mayor
simplicidad y claridad.

La posición de Leggett, sin embargo, es muy difícil de entender. No debería haber ningún problema de medición para un físico con una comprensión puramente
instrumentalista de la mecánica cuántica. Pero durante más de treinta años, Leggett ha argumentado con fuerza que la mecánica cuántica realmente sufre el problema de la
medición. Para Leggett, el problema es tan grave que lo ha llevado a sugerir que la mecánica cuántica podría fallar a nivel macroscópico. Por lo tanto, Leggett no es
instrumentalista, y es difícil de entender por qué rechaza tan cautelosamente una teoría como la mecánica de Bohmian que obviamente no sufre el problema de medición,
que tanto tiempo le ha preocupado.

Sir Roger Penrose también parece tener dudas sobre si la mecánica de Bohmian realmente resuelve el problema de medición. El escribe que

Me parece que realmente se necesita alguna medida de escala, para definir cuándo el comportamiento clásico comienza a tomar el control de la actividad
cuántica a pequeña escala. En común con las otras ontologías cuánticas en las que no se esperan desviaciones medibles de la mecánica cuántica estándar, el
punto de vista (e) [Mecánica de Bohmian] no posee una medida de escala, por lo que no veo que pueda abordar adecuadamente la paradoja del gato de
Schrödinger. (2005: 811)

Pero, al contrario de lo que escribe, su verdadera preocupación parece ser la aparición del comportamiento clásico, y no el problema de medición per se . Con respecto a
esto, observamos que la evolución bohmiana de las partículas, que siempre está gobernada por la función de onda y siempre es fundamentalmente cuántica, resulta ser
aproximadamente clásica cuando la longitud de onda relevante de De Broglie, determinada en parte por la función de onda, es mucho más pequeño que la escala en la que
varía el término de energía potencial en la ecuación de Schrödinger (ver Allori et al., 2002). En circunstancias normales, esta condición se satisfará para el centro de
movimiento de masa de un objeto macroscópico.

Quizás valga la pena mencionar que, a pesar de la equivalencia empírica entre la mecánica bohmiana y la teoría cuántica ortodoxa, hay una variedad de experimentos y
problemas experimentales que no se ajustan cómodamente al formalismo cuántico estándar, pero que son manejados fácilmente por la mecánica bohmiana. Entre estos se
encuentran los tiempos de permanencia y de túnel (Leavens 1996), tiempos de escape y posiciones de escape (Daumer et al. 1997b), teoría de la dispersión (Dürr et al.,
2000) y caos cuántico (Cushing 1994; Dürr, Goldstein y Zanghì 1992b ) Especialmente problemático desde una perspectiva ortodoxa es la cosmología cuántica, para la
cual el sistema cuántico relevante es el universo entero, y por lo tanto no hay un observador fuera del sistema que provoque el colapso de la función de onda tras la
medición. En este contexto, los modelos de Bohmian han aclarado el problema de la inevitabilidad de la presencia de singularidades en las teorías de la gravedad cuántica
(Falciano, Pinto-Neto y Struyve 2015). Además, los recursos adicionales presentes en la mecánica de Bohmian, en particular la noción de la función de onda condicional
definida en la Sección 8, han sido útiles para el desarrollo de esquemas de aproximación para tratar aplicaciones cuánticas prácticas (Oriols y Mompart 2012).

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Otra afirmación que se ha hecho popular en los últimos años es que la mecánica bohmiana es una interpretación everettiana, o "muchos mundos", disfrazada (ver la
entrada sobre la interpretación de la mecánica cuántica de muchos mundos para una visión general de tales interpretaciones). La idea es que los bohmianos, como los
Everettianos, deben tomar la función de onda como físicamente real. Además, dado que la mecánica de Bohmian no implica el colapso de la función de onda (para la
función de onda del universo), todas las ramas de la función de onda, y no solo la que está ocupada por la configuración de partículas real, persisten. Estas ramas son las
que los Everettianos consideran como mundos paralelos. Cuando David Deutsch expresa el cargo,

the “unoccupied grooves” must be physically real. Moreover they obey the same laws of physics as the “occupied groove” that is supposed to be “the”
universe. But that is just another way of saying that they are universes too. … In short, pilot-wave theories are parallel-universes theories in a state of chronic
denial. (Deutsch 1996: 225)

See Brown and Wallace (2005) for an extended version of this argument. Not surprisingly, Bohmians do not agree that the branches of the wave function should be
construed as representing worlds. For one Bohmian response, see Maudlin (2010). Other Bohmian responses have been given by Lewis (2007) and Valentini (2010b).

La afirmación de Deutsch, Brown y Wallace es de un personaje novedoso que quizás deberíamos hacer una pausa para examinar. Por un lado, para cualquiera que, como
Wallace, acepte la viabilidad de una comprensión funcionalista de la mecánica cuántica en muchos mundos, y en particular acepte que se trata de una cuestión de análisis
funcional y estructural que cuando la función de onda desarrolla patrones complejos adecuados estos ipso facto describen lo que deberíamos considerar mundos: la
afirmación debería ser convincente. Por otro lado, para aquellos que rechazan el análisis funcional y consideran muchos mundos como ontológicamente inadecuados (ver
Maudlin 2010), o quienes, como Vaidman (ver la entrada SEP sobre la interpretación de la mecánica cuántica en muchos mundos)), acepta muchos mundos por motivos
no funcionalistas, el reclamo debe parecer vacío. En otras palabras, uno básicamente debe haber aceptado una versión fuerte de muchos mundos y haber rechazado a
Bohm para sentir la fuerza del reclamo.

Otro aspecto interesante de la afirmación es este: parece que uno podría considerar, al menos como una posibilidad lógica, un mundo que consiste en partículas que se
mueven de acuerdo con algunas ecuaciones de movimiento bien definidas, y en particular de acuerdo con las ecuaciones de la mecánica de Bohmian. Parece
completamente inverosímil que haya un problema lógico al hacerlo. Deberíamos ser extremadamente escépticos ante cualquier argumento, como el reclamo de Deutsch,
Brown y Wallace, que sugiere que existe. Por lo tanto, lo que, en defensa de muchos mundos, Deutsch, Brown y Wallace presentan como una objeción a la mecánica
bohmiana, tal vez debería considerarse como una objeción a muchos mundos en sí.

Hay una característica llamativa de la mecánica de Bohmian que a menudo se presenta como una objeción: en la mecánica de Bohmian, la función de onda actúa sobre las
posiciones de las partículas pero, al evolucionar de manera autónoma a través de la ecuación de Schrödinger, las partículas no actúan sobre ella. Algunos bohmianos
consideran esto, no como una característica objetable de la teoría, sino como una pista importante sobre el significado de la función de onda mecánica cuántica. Dürr,
Goldstein y Zanghì (1997) y Goldstein y Teufel (2001) discuten este punto y sugieren que desde una perspectiva más profunda que la que ofrece la mecánica estándar de
Bohmian o la teoría cuántica, la función de onda debe considerarse como nomológica, como un objeto convenientemente expresando la ley del movimiento algo análogo
al hamiltoniano en la mecánica clásica,

La mecánica bohmiana no tiene en cuenta fenómenos como la creación de partículas y la aniquilación características de la teoría cuántica de campos. Esto no es una
objeción a la mecánica bohmiana, sino simplemente un reconocimiento de que la teoría cuántica de campos explica mucho más que la mecánica cuántica no relativista, ya
sea en forma ortodoxa o bohmiana. Sin embargo, subraya la necesidad de encontrar una versión bohmiana adecuada, si no convincente, de la teoría cuántica de campos, y
de las teorías de calibre en particular. Algunos pasos bastante tentativos en esta dirección se pueden encontrar en Bohm & Hiley 1993, Holland 1993, Bell 1987b), y en
algunos de los artículos en Cushing, Fine y Goldstein 1996. Una cuestión crucial es si una teoría de campo cuántico es fundamentalmente acerca de campos o partículas, o
algo completamente distinto. Si bien la opción más común son los campos (ver Struyve 2010 para una evaluación de una variedad de posibilidades), Bell es partículas. Su
propuesta es, de hecho, la base de una extensión canónica de la mecánica de Bohmian a las teorías generales de campo cuántico, y estas "teorías de campo cuántico tipo
Bell" (Dürr et al. 2004 y 2005) describen una evolución estocástica de partículas que implica la creación de partículas y aniquilación. (Para una discusión general de este
tema, y del punto y valor de la mecánica de Bohmian, vea el intercambio de cartas entre Goldstein y Weinberg siguiendo el enlace provisto en el 2004 y 2005) describen
una evolución estocástica de partículas que implica la creación y aniquilación de partículas. (Para una discusión general de este tema, y del punto y valor de la mecánica
de Bohmian, vea el intercambio de cartas entre Goldstein y Weinberg siguiendo el enlace provisto en el 2004 y 2005) describen una evolución estocástica de partículas
que implica la creación y aniquilación de partículas. (Para una discusión general de este tema, y del punto y valor de la mecánica de Bohmian, vea el intercambio de cartas
entre Goldstein y Weinberg siguiendo el enlace provisto en el Sección de otros recursos de Internet a continuación.)

Para una introducción accesible a la mecánica bohmiana, ver Bricmont 2016.

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Other Internet Resources


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The Mt. Rushmore of Quantum Foundations, at Foundations of Quantum (Douglas Hemmick).
Klaus von Bloh’s Bohmian mechanics demonstrations
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Expresiones de gratitud
Agradezco a Joanne Gowa, Paul Oppenheimer y a los editores de temas, Guido Bacciagaluppi y Wayne Myrvold, sus lecturas muy cuidadosas y sus valiosas sugerencias.

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