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1. EL REFORMISMO DINÁSTICO
(El desastre de 1898 mostró las deficiencias del régimen de la
Restauración y dio lugar a un reformismo político, basado en las ideas
regeneracionistas. Poco después, la mayoría de edad del monarca
Alfonso XIII (1902) marcó el inicio de la segunda etapa de la
Restauración)
1.1. EL FRACASO DEL PRIMER GOBIERNO REGENERACIONISTA
En 1899, la reina regente María Cristina otorgó su confianza para formar gobierno a un
nuevo líder conservador, Francisco Silvela, quien convocó elecciones.
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El gobierno de Maura también adoptó medidas económicas para reactivar la industria y
promulgó la Ley de Colonización Interior para estimular la agricultura. Pero la defensa del
equilibrio social conllevó una actitud muy intransigente en el mantenimiento del orden público,.
La brutal represión que siguió a la revuelta fue la causa principal de la caída del gobierno
conservador.
En 1910, José Canalejas formó un nuevo gobierno liberal. Su programa proponía, una
vez más, la modernización de la política a partir de un mayor reformismo social y de limitar el
poder de la Iglesia y profundizó en la separación de la Iglesia y el Estado. La negativa de la
Santa Sede a cualquier proceso de reforma comportó la promulgación de la Ley del Candado,
que limitaba el establecimiento de nuevas órdenes religiosas. Uno de los elementos básicos de la
política social fue la sustitución del impuesto de consumos por un impuesto progresivo sobre la
renta, que comportó la protesta de las clases acomodadas. Finalmente, se promulgaron una serie
de leyes encaminadas a mejorar las condiciones laborales, como la normativa sobre el trabajo
de la mujer.
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3.2. LA SEMANA TRÁGICA DE BARCELONA
La movilización contra la guerra se inició en Barcelona el día 18 de julio, durante el
embarque de tropas hacia Marruecos. El día 24 se constituyó un comité de huelga, con la
participación de, socialistas y anarquistas, que hizo un llamamiento a la huelga general para el día
26. Pero esa huelga derivó en una revuelta popular que desbordó el objetivo inicial de protesta
contra la guerra de Marruecos y acabó siendo un estallido espontáneo de todas las tensiones
sociales acumuladas.
Los incidentes en la calle se multiplicaron, se levantaron barricadas, se produjeron
enfrentamientos con las fuerzas del orden público y explotó un fuerte sentimiento anticlerical que
desembocó en el ataque e incendio de más de 80 centros religiosos. Las autoridades
respondieron declarando el Estado de guerra. El elevado número de heridos radicalizó el
movimiento insurreccional, pero la falta de dirección y coordinación políticas derivó hacia la acción
incontrolada.
La represión posterior fue muy dura por parte del gobierno de Maura. Se celebraron
Consejos de Guerra que afectaron a 1700 personas y se dictaron 17 condenas a muerte, de las
cuales sólo se ejecutaron cinco. Entre éstas figuraba la de Francisco Ferrer Guardia, un pedagogo
anarquista fundador de la Escuela Moderna, institución pedagógica laica e innovadora. Ferrer no
había intervenido en la revuelta, pero debía ejercerse un castigo ejemplar, a juicio de las clases
altas y de la Iglesia, contra aquellos que ponían en duda su dominio.
La represión de la Semana Trágica levantó una oleada de protestas. El gobierno conservador de
Maura tuvo que enfrentarse a duras críticas y los liberales y los republicanos se unieron para
exigir su dimisión. La oposición a Maura consiguió que Alfonso XIII disolviera las Cortes y
traspasara el gobierno a los liberales.
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● La protesta militar
El ejército español, como consecuencia de las guerras coloniales, presentaba un número
excesivo de oficiales en relación al de soldados. El hecho de que los ascensos se obtuvieran
mayoritariamente por méritos de guerra, lo cual beneficiaba a los militares africanistas en
detrimento de los peninsulares, agravaba la situación. Además, la inflación había hecho disminuir
el valor real de los ya bajos salarios militares.
El fuerte descontento entre los oficiales de baja y media graduación desembocó en la
formación de las llamadas Juntas de Defensa, asociaciones de militares, la primera nacida en
Barcelona, que se extendieron por la mayoría de las guarniciones peninsulares. Las Juntas
reclamaban un aumento salarial y se oponían a los ascensos por méritos de guerra, reivindicando
la antigüedad como único criterio. El manifiesto de junio de 1917 culpaba al gobierno de los
males del ejército y del país, y hacía un llamamiento a la renovación política. Ante la situación, el
gobierno cedió a las demandas de las Juntas.
El manifiesto hizo crecer en ciertos sectores de la oposición las esperanzas de que el ejército
podría sumarse a un movimiento que exigiera una renovación de la política nacional. Pero los
acontecimientos demostraron que éstas eran básicamente un grupo de presión al servicio de sus
intereses profesionales.
● La crisis política
El gobierno conservador de Dato había sido sustituido, en 1916, por un gabinete liberal
presidido por el conde de Romanones, que continuó con las viejas prácticas de corrupción
política: y, ante las quejas, decidió cerrar las Cortes. En abril de 1917, Dato volvió a asumir la
jefatura del gobierno y, a mediados del mes de junio, una representación de diputados de la
oposición (nacionalistas, republicanos, etc) reclamó enérgicamente al gobierno la reapertura de
las Cortes. El gobierno se negó y, además, declaró el Estado de excepción y aumentó la censura
de prensa.
Como reacción, y aprovechando la situación de crisis creada por la protesta r militar, a
iniciativa de la Lliga Regionalista se organizó en Barcelona una ti Asamblea de Parlamentarios
catalanes (5 de julio de 1917), que exigió la formación de un gobierno provisional que convocara
Cortes constituyentes para reformar el sistema político y, descentralizar el Estado.
El gobierno prohibió la convocatoria, pero acabó celebrándose el 19 de julio, y fue disuelta
finalmente por la Guardia Civil.
El movimiento parlamentario no tuvo continuidad y desapareció sin haber conseguido la
reforma constitucional. Además, el movimiento huelguístico que se desató en agosto inhibió a las
fuerzas burguesas, ante el temor de un estallido revolucionario.
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La huelga tuvo una incidencia muy desigual, porque apenas contó con la participación de
los sectores campesinos. La reacción del gobierno fue represiva: se declaró la Ley Marcial y
se envió al ejército a aplacar el movimiento. La huelga general fracasó, pero tuvo unas enormes
Consecuencias: debilitó aún más al régimen, que demostró su brutalidad, y radicalizó a la
oposición. En los años siguientes, el sistema político de la Restauración entró en su crisis
definitiva.
Los partidos dinásticos, sin líderes claros, se fragmentaron en grupos encabezados por
diferentes políticos, con lo cual no era posible reunir mayorías parlamentarias suficientes para
constituir gobiernos estables. Desde 1917 se recurrió con frecuencia a la solución de los
gobiernos de concentración. El más relevante fue el llamado Gobierno Nacional, impulsado
por Maura con la participación de los líderes dinásticos (conservadores y liberales) y de los
regionalistas catalanes. Las diferencias entre los coaligados imposibilitó al gobierno llevar a cabo
reformas, contener la inflación y restablecer el orden social.
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En Andalucía, la situación de miseria del campesinado paso al trienio bolchevique
(1918-1921). Los anarquistas y los socialistas, impulsaron revueltas campesinas motivadas tanto
por el "hambre de tierras” como por el deterioro de los salarios y las condiciones -de vida.
Córdoba, con 23 huelgas agrarias y más de 30.000 trabajadores involucrados en ellas, se convirtió
en la punta de lanza de un movimiento campesino que se extendió a otras provincias. La
declaración del Estado de guerra y la detención de sus líderes pusieron fin a la rebelión.
La conflictividad laboral degeneró en una radicalización de las posiciones de los
sindicatos y de la patronal, sobre todo en Cataluña. Para detener la fuerza sindical, los patronos
instituyeron la Federación Patronal, contrataron a pistoleros a sueldo para asesinar a los
dirigentes obreros y recurrieron al lockout (cierre de empresas). Además, fundaron el Sindicato
Libre para fomentar las acciones violentas contra el sindicalismo anarquista. Algunos grupos
vinculados a la CNT respondieron a esta situación practicando también un activismo violento
(Los Solidarios).
En 1923, con gobiernos inestables y una grave tensión social, el anuncio de que sería
discutido en el Parlamento el caso de Annual y de que se iban a pedir responsabilidades que
podrían implicar al propio monarca movilizó a sectores del ejército y de la derecha, que desde
hacía tiempo veían la solución a la crisis en una dictadura militar.
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La derrota de las tropas españolas en Annual (1921) originó un intenso debate sobre la
deficiente organización y preparación del ejército español (soldados sin preparación militar,
que desconocían el terreno y no estaban interesados en la expansión colonial). El propio general
Silvestre dirigió las operaciones con desconocimiento. El debate se trasladó al Parlamento, y el
ejército fue acusado de negligencia y corrupción. La investigación sobre las responsabilidades
por la derrota de Annual fue encargada a una comisión parlamentaria cuyo informe (Expediente
Picasso) revelaba cuestiones de especial gravedad. El informe apenas fue discutido en las
Cortes. Se oponían a ello el ejército, el sector conservador y el monarca. El intento de impedir que
ese informe se difundiera y debatiera fue el detonante de que Primo de Rivera encabezara un
golpe de Estado.
Algunos historiadores apuntan que Primo de Rivera no pretendía poner fin a un régimen
caduco y anquilosado, sino más bien evitar que el régimen político acabara por democratizarse.
La dictadura fue una solución anticonstitucional para frenar la posible reforma del sistema, que
podía resultar amenazadora para ciertos sectores e intereses sociales.
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Eduardo Aunós en el Ministerio de Trabajo. Se pasó entonces al Directorio Civil, aunque el peso
de los militares continuó siendo importante.
Las primeras medidas del Directorio Militar mostraron su carácter dictatorial: suspensión
del régimen constitucional, disolución de las cámaras legislativas, cese de las autoridades civiles,
prohibición las actividades de los partidos políticos y de los sindicatos, etc. Todo ello fue
acompañado por la militarización del orden público y por una represión del obrerismo más radical
cenetistas y comunistas). Asimismo, corno una de las intenciones del dictador era eliminar el
caciquismo, se elaboró un Estatuto Municipal y otro Provincial. También se disolvieron los
ayuntamientos. La regeneración prometida quedó en una gran farsa, ya que se suspendieron
todos los mecanismos electorales y la renovación política se limitó a sustituir unos caciques por
otros.
Para promover la adhesión al nuevo sistema se creó un partido único, que se llamó Unión
Patriótica. Se trataba de un partido gubernamental, sin un programa ideológico definido y cuya
misión primordial era proporcionar apoyo social a la dictadura y seguir las directrices del Poder.
Los afiliados al nuevo partido procedían del catolicismo, de los funcionarios de las
administraciones y de los caciques rurales. También se reactivó la antigua institución del Somatén
'ciudadanos armados voluntarios) para colaborar en el mantenimiento del orden público.
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En el terreno social, la dictadura puso en marcha un modelo de regulación del trabajo que
pretendía eliminar los conflictos laborales mediante la intervención del Estado. Con este fin se
creó la Organización Corporativa Nacional, que agrupaba a patronos y obreros en grandes
corporaciones y regulaba los conflictos laborales. Su misión era la reglamentación de los salarios
y las condiciones de trabajo, así como la mediación en caso de conflicto. El sistema fue bien visto
por la UGT; mientras, los anarcosindicalistas y comunistas eran perseguidos.
El conflicto político más persistente se produjo, sin embargo, con el republicanismo y los
nacionalismos, especialmente el catalán. La oposición de los republicanos organizó la llamada
Alianza Republicana, que logró unir a las diversas facciones del movimiento y desarrollar una
amplia campaña propagandística en el exterior.
Por último, la CNT se mostró contraria al régimen y fue intensamente perseguida, lo que
agravó el enfrentamiento entre los partidarios de posturas radicales y violentas y los que
defendían posiciones más posibilistas (Ángel Pestaña). En julio de 1927, los primeros crearon la
Federación Anarquista Ibérica (FAI). También el PSOE cambió su posición hacia 1929, cuando
rechazó abiertamente los intentos continuistas del régimen y se pronunció a favor de la República.
El general Berenguer le sustituyó, con la misión de celebrar unas elecciones que retornaran
a la normalidad constitucional (dictablanda). La oposición comenzó a organizarse y acordaron la
firma conjunta del Pacto de San Sebastián. Berenguer fue incapaz de preparar las elecciones y,
en febrero de 1931 fue sustituído por un gobierno presidido por el almirante Aznar, que puso en
marcha unos comicios en los tres niveles establecidos: municipales, provinciales (diputaciones) y
legislativos. El gobierno decidió convocar en primer lugar las elecciones municipales. Se
intentaba volver a la normalidad, pero Alfonso XIII se había comprometido excesivamente con la
dictadura y las elecciones se presentaron como un plebiscito a favor o en contra de la monarquía.