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Dpto.

de Arquitectura – Universidad de Nariño


DERECHO A LA CIUDAD

MAS ALLÁ DE LA RETÓRICA DEL DERECHO A LA VIVIENDA


Basado en lectura: PISARELLO (2003). Vivienda para Todos
Por: Oswaldo Mesías Rosas

La lectura de Vivienda para todos: un derecho en (de) construcción (PISARELLO 2003), nos
invita a realizar un análisis a todas las implicaciones que tiene el concepto de derecho que
con sus principios de indivisibilidad, igualdad de género, no discriminación y no regresividad,
nos lleva a entender el derecho a la vivienda como un derecho humano y la interrelación con
derechos más amplios como el “derecho habitacional” y el “derecho a la ciudad”. El
propósito de este ensayo le apunta a destacar algunos de esos tópicos que permitan
entender la trascendencia de la vivienda, los compromisos del Estado y las dificultades que
le trasfieren la crisis global comparándola con nuestra situación colombiana.

Si la categoría de los “sin hogar” va más allá de no poseer una vivienda propia, y se extiende
a los habitantes de los tugurios, a los que habitan en viviendas inseguras, en albergues
temporales, en campos de refugiados, si implica también los que carecen de infraestructura
y servicios básicos, la cantidad va a superar con creces las estadísticas oficiales deficitarias de
vivienda que nos suministran los gobiernos y veríamos la verdadera magnitud del problema
social de la vivienda, fiel reflejo de la inequidad del sistema que nos rige.

Desde el punto de vista de los clamores de los organismos multinacionales que se reflejan en
las constituciones nacionales, de las que Colombia (1991) se muestran como ejemplo, es
mucho lo que se ha avanzado en lo referente al derecho a una vivienda digna, pero
lastimosamente, es más lo que se queda en retórica, en los documentos normativos y de
planificación, que lo que trasciende al campo de lo real, lo práctico y lo concreto. “A pesar
de los importantes avances en el plano jurídico-formal, la especulación creciente, la
mercantilización y la concentración de recursos habitacionales han dado el tono dominante
en materia de vivienda (…) a pesar de las previsiones acerca de su exigibilidad, sigue siendo
un auténtico privilegio al alcance de unos pocos.” (PISARELLO, 2003: 30). “Una porción entre
un tercio y la mitad de los habitantes de nuestras grandes ciudades latinoamericanas viven
con alguna parte de su derecho a la vivienda insatisfecho “(FLORES, 2002: 65).

El estudio de las políticas y las cifras de los últimos años en Colombia, similar a la de los
países empobrecidos y la que nos son ajenas los países desarrollados, que acomodándose a
las políticas neoliberales globales cada día se desentienden más de sus responsabilidades,
dejándolas en manos de los intereses privados, regulados por la ley del mercado; nos
reflejan la cruda realidad, que en contra al precepto constitucional de “hacer efectivo el
derecho que todos los colombianos tienen a una vivienda digna” (art. 51) en el que el Estado
asume el papel de “promover planes de vivienda de interés social, sistemas adecuados de
financiación a largo plazo y formas asociativas de ejecución de estos programas de vivienda”.
Al relegarse la responsabilidad estatal a manos de terceros, como nueva política “implica el
fomento de la actividad productiva privada en el sector y la reducción de la actividad estatal,
corresponde con las tendencias internacionales hacia la conformación de Estados
autoritarios neo-reguladores, que garanticen la apertura de las economías y los poderes
nacionales a los mercados y poderes globales” (FIQUE, 2008: 9). La producción de la vivienda
asumida ahora generalmente por los constructores privados, motivados por el claro interés
de rentabilidad, su objetivo se convierte en colocar un producto en el mercado, en
detrimento sustancial de la calidad de la vivienda, en está lógica tan solo y de una manera
muy diezmada como responsabilidad del Estado se está cumpliendo con la promoción de
vivienda, pero dejando de lado la calidad y el concepto promulgado de vivienda digna.

Al cambiar el Estado colombiano de estrategia en las ultimas décadas hacia una política
Subsidio Familiar de Vivienda (SFV), financia no ya la producción sino las condiciones para el
acceso de los beneficiarios, financia la demanda para adquirir una solución de vivienda de
interés social producida por el mercado, política que finalmente, se traduce en un manejo
diezmado de la cobertura, que deja tan solo al mercado el ofrecimiento de la calidad, el que
ante un bien escaso como la VIS, por su bajo valor financiado y al permanecer este
relativamente constante ante la inflación del los precios de los materiales de construcción y
especialmente del suelo urbano, no ve otra alternativa que la de reducir cada vez más sus
especificaciones espaciales y constructivas. El sector de la Vivienda de Interés social se
precipitó en un proceso de deterioro.

Desde el punto de vista de la construcción de indicadores y promulgación de reglamentos y


normativas tanto a nivel nacional como local, debería avanzarse consensuadamente en que
se entiende por vivienda adecuada, para no dejarle esa definición a las leyes del mercado, de
los operadores inmobiliarios, que con el aval del Estado terminan definiendo que una familia
puede vivir en 25 m2 de construcción, porque enceguecidamente esa es la última
determinación que se obtiene vía oferta de mercado. “contar con condiciones elementales
de habitabilidad y salubridad e higiene, con un diseño, una distribución y una superficie que
permitan salvaguardar la intimidad personal y garantizar el normal desarrollo de las
relaciones familiares, con unas características de calidad, seguridad y durabilidad”
(PISARELLO, 2003: 100).

Más allá del derecho a un vivienda, de acceder a cuatro paredes donde se cobija una familia,
se busca una vivienda adecuada, lo que implica, trascender hacia los derechos habitacionales
y de estos como prolongación a los derechos a la ciudad, lo cual compromete al menos tres
niveles: Las características implícitas de la vivienda como unidad, dignidad, seguridad y
salubridad; su entorno inmediato con su equipamiento barrial, infraestructura de servicios y
accesibilidad vial y su medio urbano como marco de ejercicio pleno de la ciudadanía.

La experiencia de la arquitectura y del urbanismo, entendidas como la vivencia consciente


de los lugares habitados en la que intervienen, de manera definitiva la representación del
mundo, no solo en el plano de lo físico, sino también en los psicológico y lo cultural. Existe
una relación directa entre la forma de habitar el espacio y la imagen del mundo que posee
el sujeto como habitante. Toda propuesta tendiente a plantear soluciones con criterios
acertados en torno a la problemática de la vivienda, que vaya más allá del producto físico
espacial, para convertirse en la espacialidad que interprete el significado del hábitat social,
debe necesariamente incluir elementos deducidos de la interpretación de los imaginarios
urbanos ya que el hábitat tiene mucho de real y de imaginario. “Lo que constituye un hogar
o una vivienda segura, asequible, habitable, razonablemente situada, adecuada en suma,
está en última instancia supeditado a lo que se considere aceptable en un ámbito espacial y
temporal determinado… socialmente determinados.” (PISARELLO, 2003: 23)

No parece posible que a futuro cercano, la provisión formal de vivienda destinada para la
población de bajos ingresos, cambie de paradigma de producción y distribución en el
mercado inmobiliario, que en su incapacidad por resolver la demanda no hace más que
seguir reproduciendo desequilibrios, una situación de exclusión social, que en la ciudad
física se traduce en segregación espacial. Ante tal situación son los movimientos sociales
desde sus distintas manifestaciones como viviendistas, ONGs, academia, grupos de interés,
de género, etc., los que tienen que actuar para “reorientar y/o reconstruir las trayectorias
de los requerimientos sociales relacionados con el hábitat y, específicamente con la
vivienda. Recuperar, actualizar y consolidar su relevancia social… donde la transformación de
la toma de decisiones hacia la regulación del mercado –y porqué no, la autorregulación- se
construye como política pública” (FIQUE, 2008: 33). “Sólo una satisfacción igualitaria y
razonable de las necesidades habitacionales permitirán salvar la enorme brecha que separa
las zonas empobrecidas del planeta de las opulentas, y las urbanas de las rurales, evitando
migraciones masivas y facilitando la existencia de ciudades habitables, sostenibles y
seguras.” (PISARELLO, 2003: 36).

Construir una imagen más profunda de la vivienda, de su entorno y de la ciudad, como una
parte que limita al todo y como un todo que contiene a la parte, exige de los requerimientos
sociales y de los imaginarios que un individuo y la sociedad desea de su espacio a habitar,
requiere de un balance adecuado entre vivencia y conocimiento. Conocer la ciudad implica
un acercarse a la visión de conjunto y tener clara la posición del individuo en esa unidad. El
urbanista y el arquitecto diseñador no pueden solo desde su escritorio, y a base de la
construcción de mapas mentales elaborados sobre información secundaria plantear la forma
y la función de los espacios a habitar, un compromiso con el habitar precisa de plantear
propuestas que corroboradas en las fuentes primarias de información interpreten la
necesidades de hábitat que corresponda tanto a la resolución de sus necesidades
individuales, familiares, colectivas que incluyen los imaginarios del ser como habitante.

INTERROGANTES FINALES

Como colofón de esta lectura siguen abiertas las siguientes cuestionamientos que serán
tema de discusión siempre pertinente:
 ¿Seguirá acudiéndose al pretexto de la falta de reserva de recursos por parte de los
Estados de los países en desarrollo, como el gran obstáculo que impide afrontar con
decidida energía el grave problema social de las enormes condiciones deficitarias de
habitabilidad de significativos grupos de sus poblaciones?

 ¿Serán los constructores privados con sus leyes del mercado los que terminan
imponiendo el modelo de vivienda social en nuestros países neoliberales, que más
que resolver la problemática del hábitat de la vivienda, al ser considerada como una
mercancía más, prima el concepto de rentabilidad?

Desde los espacios acacémicos está aún pendiente la tarea de conceptualizar frente a la
vivienda en aspectos como:

 Si hablar del derecho a la vivienda se trasciende a un concepto abstracto de vivienda


adecuada, o vivienda digna, que para su alcance están supeditados a sus ámbitos
espacio temporal determinados, de constextos culturales diferenciados, valdría la
pena entonces, para avanzar mínimamente en el campo del conocimiento, al que la
academia tiene mucho que aportar, poder definir para el caso específico de nuestro
país Colombia, que se entiende, y en que se a avanzado en construcción del concepto
vivienda adecuada.

BIBLIOGRAFIA:

 PISARELLO, Gerardo (2003). Vivienda para Todos: Un derecho en (de) construcción.


Barcelona: Icaria editorial, s.a.
 FIQUE PINTO, Luis Fernando (2008). La Política Pública de Vivienda en Colombia. Conflicto de
Objetivos. Bogotá: Universidad Nacional, Maestría en Hábitat
 ORTIZ FLORES, Enrique (2002). Vivitos y coleando: 40 años trabajando por el hábitat popular
en América Latina. México: Universidad autónoma metropolitana.

TAREA:
Fruto del trabajo en binas, en forma gráfica, sintética y comprensibles (sin textos extensos)
responder a las siguientes preguntas, como comprensión de la lectura anterior.

1. ¿Qué explica que el la problemática de la vivienda va más allá de su deficit cuantitativo?


2. ¿Por qué se afirma que es más la retórica construida en torno a la vivienda por nuestros
Estados que concreción de avances estructurales en torno al deficit de vivienda?
3. ¿Qué implicaciones tiene, y en qué consiste la nueva política de vivienda neoliberal de
nuestros Estados, de financiar la demanda de vivienda?
4. ¿Qué implicaciones alcanza la afirmación que el derecho a la vivienda va más allá de las
cuatro paredes?
5. ¿Qué alternativas y desde que actores sociales se debe y puede intervenir para avanzar en el
proceso por satisfacer el derecho a la vivienda digna y adecuada?

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