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"Se buscan trabajadores: Dos familias numerosas, especialmente con hijos que
pueden trabajar, serán bienvenidas en una fábrica de hilados finos”.
Con este anuncio en el ‘Anzeiger von Uster’ (un diario de Uster en el cantón de
Zúrich, a 13 km. de la ciudad de Zúrich), el propietario de una fábrica buscaba
mano de obra en la década de 1870. Entonces era normal que los niños de
la familia participaran en las labores. El trabajo infantil, como tal, no se
introdujo con la llegada de las fábricas, pero era una práctica ordinaria que
empezó a tocar la frontera de la explotación.
No había alternativa a este destino de los hijos e hijas de una familia trabajadora
en esta industria textil. Los chicos no tenían prácticamente ninguna forma de
evitar ese trabajo monótono, sin poder jugar y solo pocos podían ir a la escuela.
Tomó un tiempo, pero poco a poco el trabajo infantil desapareció de las fábricas.
La situación era diferente en la agricultura, donde sobrevivió hasta el siglo XX.