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¿Porque los niños trabajaban durante el siglo XIX?

Durante la industrialización, en las fábricas suizas trabajaban niños hasta


el agotamiento para apoyar a sus familias. Esta práctica se prohibió
relativamente pronto gracias a un político marginal.

"Se buscan trabajadores: Dos familias numerosas, especialmente con hijos que
pueden trabajar, serán bienvenidas en una fábrica de hilados finos”.

Con este anuncio en el ‘Anzeiger von Uster’ (un diario de Uster en el cantón de
Zúrich, a 13 km. de la ciudad de Zúrich), el propietario de una fábrica buscaba
mano de obra en la década de 1870. Entonces era normal que los niños de
la familia participaran en las labores. El trabajo infantil, como tal, no se
introdujo con la llegada de las fábricas, pero era una práctica ordinaria que
empezó a tocar la frontera de la explotación.

Antes de la Revolución Industrial, las familias que trabajaban en el campo o


en oficios de la época, veían a sus hijos como mano de obra. La familia era
vista como una comunidad en la que todos debían aportar su esfuerzo en el
trabajo: la participación de los jóvenes era existencial. Tan pronto como un
niño tenía la edad suficiente para dar una mano, ayudaba en la granja o en
el taller. No solía realizar las tareas extenuantes de los adultos, pero hacía el
trabajo que correspondía a su fuerza física. Los niños no eran considerados
como fuerza laboral en su totalidad.

En el siglo XIX, el concepto de los niños como mano de obra sobrevivió en


esa evolución laboral de la granja a la fábrica. Fue entonces cuando comenzó
la verdadera explotación: a diferencia del trabajo en casa, en la fábrica no
importaba que la tarea la realizara un adulto o un menor de edad. No se requería
de mucha fuerza muscular para guiar los hilos en la máquina de tejer.
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Muchos de estos niños se sentaban frente a los telares y máquinas de bordar


para trabajar. La mayoría de las fábricas textiles se encontraban en la parte
oriental de Suiza y en el cantón de Zúrich. A lo largo del río Aabach, entre
Pfäffikon y el Lago Greifen, se creó una verdadera aglomeración de la industria
textil y del trabajo infantil. Casi un tercio de los trabajadores de estas fábricas
eran menores de 16 años.

Algunas familias poseían sus propias máquinas de tejer o bordar en casa y


trabajaban así para grandes empresas textiles. Los niños también fueron
utilizados para estas tareas.

No había alternativa a este destino de los hijos e hijas de una familia trabajadora
en esta industria textil. Los chicos no tenían prácticamente ninguna forma de
evitar ese trabajo monótono, sin poder jugar y solo pocos podían ir a la escuela.

La explotación de los hijos era sistemática, pero no se hacía por malicia o


ignorancia. Debido a los bajos salarios, las familias a menudo dependían
de ingresos adicionales. Además, el hijo de una familia de obreros, artesanos
o campesinos tenía una posición completamente diferente a lo que hoy
conocemos. Para los padres, el menor seguía siendo principalmente una
ayuda en las labores de la familia.

Los empresarios encontraron esto conveniente, Con este argumento


económico, muchos ciudadanos liberales defendieron el trabajo infantil.
Así, Victor Böhmert, un destacado economista de la época, escribió que las
hiladoras “con bajos salarios tenían que hacerse ayudar, preferiblemente
con trabajo infantil y de otras mujeres, debido a la competencia del
extranjero"

Tomó un tiempo, pero poco a poco el trabajo infantil desapareció de las fábricas.
La situación era diferente en la agricultura, donde sobrevivió hasta el siglo XX.

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