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Nacido en Sevilla en 1882 y fallecido en Madrid en 1949, Joaquín Turina fue uno de
los símbolos del nacionalismo español del siglo XX en la música. Sus primeros estudios
musicales los llevó a cabo en su ciudad natal y, posteriormente, en Madrid. Desde 1905
hasta 1914 residió en París, y fue alumno de Moszkowski y de Vincent d'Indy, en la Schola
Cantorum.
Con una gran técnica, su música se inspiró principalmente en el folclore andaluz el
cual demuestra con el uso de escalas y armonías modales, también viéndose mezclado con
elementos del impresionismo francés. En su obra abundan composiciones para piano,
orquesta, grupos de cámara e incluyendo canciones y lieds.
En 1930 compuso su Op.53, Rafaga, un desafío tanto al virtuosismo como a la
sensibilidad del intérprete. Corresponde ya a la producción de 1930, o sea -como en el caso
de la apenas posterior Sonata- en la plena madurez creadora de nuestro compositor. Esta
obra se nutre de elementos característicos del flamenco: de rasgueados, de golpeteos y de
escalas. Esta breve pieza dividida en tres partes se corresponden muy bien al título -una
ráfaga de viento- comienza con una introducción lenta seguida de una segunda parte
danzante y termina con la tercera parte, un auténtico torbellino de rasgueados.
A continuación analizaremos dos interpretaciones muy contrastantes, la de Julian
Bream y la de Sébastien Llinares.
del compás 76. En esta sección Bream parece ejecutar los rasguidos con un solo dedo y a
un ritmo inalterado de semicorcheas.
Más adelante entre los compases 90 a 95 ejecuta los acordes de cada compás en
plaqué y en el compás 96 el acorde lo hace arpegiado para articular hacia la sección
siguiente de rápidas escalas en semicorcheas, las cuales ejecuta con una métrica fija hasta
el compás 106, 107 y 108 donde realiza los rasgueos de manera simple y con rallentando
en la métrica.
En el compás 108 hasta el 114 hay una frase donde la melodía repite cada nota dos
veces lo que provoca un efecto de trémolo, y Bream lo ejecuta con una tímbrica sul
ponticello, y hasta el compás 119 la frase se repite en la octava superior y es ejecutada con
un timbre más grave, tocando cerca de la boca, terminando la frase en el compás 120 bien
articulada con un acorde arpegiado.
En los rasgueos entre los compases 124 y 136 Bream respeta una métrica fija,
enfatizando con un fuerte rasgueo el último acorde de esta sección para articularla con la
sección final ejecutando una melodía rápida y transpuesta con un timbre tocando cerca de
la boca y métrica fija, intensificando los rasgueos del compás 140, rallentando muy en el
final y ejecutando las últimas dos notas en sul ponticello antes del acorde final.
En resumen, Bream interpreta esta obra generalmente con una métrica fija, variando
constantemente la tímbrica y de una manera muy enérgica, respetando bastante la partitura.
Llinares empieza interpretando esta obra con las blancas de los primeros compases
con un vibrato muy lento y apenas marcado, e inmediatamente después algo que
caracteriza mucho esta interpretación es que en los compases 4 y 5 ejecuta las triadas con
un trémolo rasgueado con el dedo índice y con bastante rubato. Entre los compases 5 y 7
ejecuta la melodía sin ligar las notas indicadas en la partitura, de manera muy fraseada y
con un timbre dulce cerca de la boca, y arpegiando lentamente cada acorde entre esos
compases para articularlos, finalizando dicha sección en el compás 8 con una melodía
descendente la cual oímos con un timbre más sul ponticello, aumentando la métrica y la
dinámica a pesar de la indicación de la partitura.
Desde el compás 11 hasta el 14, rasguea los acordes con pulgar haciendo un rubato
hacia el final, y luego en el enlace que hay entre los compases 15 y 20 donde hay una línea
melódica en semicorcheas y corcheas, parece alargar un poco las corcheas oyendose como
corcheas con puntillo, todo ejecutado con una dinámica forte. Entre los compases 21 al 24
donde se repite un motivo, Llinares lo ejecuta con un timbre tocando cerca del puente y con
un pequeño staccato en la melodía y cambia instantáneamente el timbre tocando cerca de
la boca desde el compás 25 hasta el 32 donde cada dos acordes toca uno más arpegiado,
oyendose un acorde plaque y uno arpegiado intercalados y mínimamente disminuye la
dinámica. En el final de esa frase en los compases 31 y 32 ejecuta las notas de la melodía
alternando las cuerdas. Entre los compases 41 y 44 ejecuta algo diferente a lo que está
indicado en la partitura, las corcheas del compás 41 las toca forte y con un staccato en la
segunda nota, inmediatamente en el siguiente compás toca las mismas notas de la misma
manera pero en pizzicato y en los compases 43 y 44 toca el la de la octava inferior al
indicado y sin efecto de armónico, inmediatamente realiza un glissando ascendente
llegando al armónico del la de la octava superior. Ejecuta un trémolo rasgueado fortissimo
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en el primer acorde del compás 45 al empezar la frase que llega al compás 55 y repite el
mismo efecto en el compás 56 donde se repite una fracción de la misma frase.
Como indica la partitura en el compás 62, Llinares toca la sección con un carácter
dolcissimo y ejecuta el Re y Mi bemol de la melodía en diferentes cuerdas oyendose ese
choque o cluster de intervalo de 2da menor, disminuyendo la dinámica y llegando a los
compases 69, 70 y 71 donde disminuye aún más la dinámica, cambia la tímbrica a un toque
cerca del puente y aplicando un rallentando para cerrar y articular la frase.
Después del crescendo d e los compases 72 a 75, los rasgueos que duran hasta el
compás 84 Llinares los ejecuta con un ritmo particular en el qué notamos el uso de tres
dedos (índice, mayor y anular). Entre los compases 84 a 89 ejecuta dicho enlace con un
rubato bastante marcado y toca ejecuta la frase de los compases 90 a 96 de la misma
manera que en los compases 25 a 32, tocando el acorde del compás 96 con la yema del
pulgar. Luego Llinares parece alargar la primera semicorchea de los compases 100 y 104, y
ejecuta el tercero de los rasgueos que terminan en el compás 108 con tres dedos y
dinámica fortissimo.
En la frase con trémolos entre los compases 108 y 114 toca cerca de la boca de la
guitarra y aplica un rallentando al final de la frase, y en la repetición al transponer la frase
anterior a la octava superior, intercala rasguidos con el pulgar en cada compás, algo que no
está indicado en la partitura. Luego en los compases 120 a 123 vuelve a introducir otro
elemento que no está en la partitura qué es una segunda voz inferior o contramelodia que
acompaña a la melodía ascendente y ejecuta luego los rasgueos entre los compases 124 al
136 de la misma manera que anteriormente hizo, utilizando tres dedos. Finaliza Llinares
esta obra con la melodía transpuesta descendente alternando las cuerdas para que se
escuche el cluster de 2da menor, y en el compás 141 después de un glissando llega al Si
bemol de la octava superior al que está escrito en la partitura, para luego terminar
rasgueando el acorde final con tres dedos y durando menos de una corchea.
Llinares en esta interpretación suele tomarse bastantes libertades con respecto a las
indicaciones de la partitura, agregando muchos elementos lo qué lo hace una interpretación
muy característica de él, y a la vez es muy expresiva también de un modo particular.
Opinión
Bibliografía
- Partitura: http://www.el-atril.com/partituras/Turina/Rafaga.PDF
- Ráfaga: http://www.joaquinturina.com/criticas/criticas_op53.pdf