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REALIZO:
19 DE OCTUBRE DE 2019
INTRODUCCIÓN
AGUA
Muchas prisiones no disponían del vital líquido. Este era el caso de la mayor parte
de las casas correccionales y de las prisiones de la ciudad. En los lugares reservados para
paseo de los prisioneros de derecho común de algunas prisiones del condado no había agua
y cuando había dependían de los carceleros y sus sirvientes para su entrega, se observo una
prisión en la que los detenidos sólo tenían derecho a tres pintas de agua por día, volumen
insuficiente para apagar la sed y permitir a un prisionero permanecer limpio.
AIRE
El aire es tan necesario para la vida como el pan y el agua, pero es un don de la
Providencia que no exige mucho esfuerzo para tener derecho a él. Debemos creer que las
bendiciones del Cielo excitan nuestro celo, porque hemos encontrado el medio para privar a
los prisioneros de ese «reconfortante natural de la vida», como lo llamaba justamente el
Dr. Hales, impidiendo la circulación y la renovación de ese fluido saludable, sin el cual los
animales no podrían vivir y prosperar. Nadie ignora que el aire alojado en los pulmones es
fétido y peligroso. Los especialistas demostraron que no se puede sobrevivir en una
atmósfera semejante. Sin embargo no hace falta recurrir a la autoridad de los sabios, un
solo ejemplo es suficiente para convencer de esta amenaza: en 1776, ciento setenta
personas se encontraron atrapadas en una cavidad en Calcuta, en Bengala; ciento cincuenta
y cuatro murieron por falta de aire, los rescatados describieron el lugar donde sufrieron
como «¡Un Infierno en miniatura!». El aire que se respira, es aún más tóxico cuando sale
de los pulmones de un enfermo, y nada es más nocivo en el interior de las prisiones.
LETRINAS
Algunas prisiones, no tenían letrinas; lo que constituía un mal menor, ya que letrinas
de los sitios que sí tenían, están en tan malas condiciones de higiene que emana un olor
insoportable para el visitante, y son una amenaza para la vida de las personas que se
encontraban allí recluidas.
VENTANAS
ROPA DE CAMA
Una buena prisión debe construirse próxima a un Río o Afluente hídrico, esto va a
permitir entre otras cosas, primero que durante todo el año obtendrá agua para sus
quehaceres, higiene y salud mental, segundo tener sumo cuidado al construir la prisión que
el agua del río no alcance en su nivel más alto los muros de protección de dicho recinto
carcelario, tercer gracias a estar cerca de un tributario le va a permitir gozar de bondades de
buen aireación y fertilidad adecuada para los trabajos del agro dentro del recinto carcelario.
Si no se puede construir la prisión cerca de un río, se elegirá hacerla sobre un
terreno alto; así será salvado el obstáculo de muros demasiado elevados que impiden la
libre circulación de aire. Será importante que la prisión no esté rodeada de otras
construcciones, como es el caso de las prisiones que se construyeron en el medio de una
ciudad.
Plano
Disciplina
Comenta el autor que nada sirve en una prisión si no existe una buena disciplina,
gestión y una buena dirección clara. El primer elemento en este eslabón debe ser el guardia
una persona noble, honesto, serio, de buena estatura al pretender luchar contra esta gran
familia de prisioneros que día a día colmaran la paciencia de los mismos para tratar de
persuadir su integridad física y emocional.
El salario de los guardias debería ser proporcional a su trabajo y a su experiencia;
una profesión tal merece ser convenientemente retribuida para los que cumplen su deber de
manera escrupulosa y humana; pero es necesario detenerse en límites razonables, porque
nada debe distraer al guardia de su trabajo y de la inspección cotidiana de su prisión.
Diría, para concluir sobre este punto, que la dirección de una prisión es algo
demasiado importante para que quede, enteramente supeditada, en las manos de un guardia.
Este sería un asalariado, expuesto a muchas tentaciones para cumplir con su deber, víctima
de sus propias pasiones o tentado por el lucro. Un inspector, designado entre sus colegas,
magistrados o parlamentarios, debería permanecer en cada prisión. Los sheriffs y los
magistrados tienen ya poder de inspección y las prisiones están bajo su responsabilidad
inmediata. Pero algunos sheriffs se excusan de ejercer esta parte de su trabajo, con los
pretextos más diversos: su trabajo es de corta duración, el gasto es demasiado importante,
tienen misiones más importantes para cumplir, etc. Además nadie dudaba, hasta una fecha
reciente, que los sheriffs y jueces estaban espantados con la idea de poner los pies en las
prisiones pestilentas. Si se descarta este último peligro, se puede esperar que los sheriffs se
interesarán por las prisiones y que se encontrará entre los jueces y los magistrados
municipales hombres lo bastante generosos para cumplir con esta importante tarea. Si el
trabajo es demasiado pesado para un sólo hombre, el inspector podría reemplazarlo una vez
por mes, trimestre o año. La inspección debe realizarse una vez por semana, o al menos una
vez cada quince días, en días determinados. El inspector tendrá un libro con todos los
reglamentos aplicables en la prisión, vigilará los que deban aplicarse, inspeccionará cada
rincón (como se hace en ciertos hospitales) asegurándose la limpieza, etc. Entrevistará a
todos los prisioneros, escuchará atentamente sus quejas, corregirá inmediatamente los
abusos más temidos. En caso de duda sobre algún punto de la inspección, (para él la
opinión de sus colegas podría ser útil), remitirá la decisión a sus superiores. Un buen
guardia, sólo tendría que alegrarse al cabo de una inspección: ya que encontrará allí mismo
estímulos. Si el guardia no cumple convenientemente con sus deberes, la inspección es
absolutamente necesaria, y si el guardia es malo, el inspector exigirá su despido. El trabajo
de inspector debe ser gratuito, porque es ampliamente recompensado, ya que realiza un
trabajo con los más nobles motivos: ser justo con los prisioneros y prestar un servicio a su
país. El ilustre Dr. Young escribe: «Si solamente la mitad de la miseria, que es el destino
de algunos, fuese conocido por los otros, éstos últimos estarían completamente
horrorizados». Y el autor de «Telemachus» acota delicadamente: «La gente que prospera
cierra los ojos a los miserables, no por falta de sensibilidad, sino porque es un espectáculo
que interrumpe su felicidad». Si tales motivaciones animan a los que estiman que no tienen
ninguna obligación con los pobres prisioneros, nadie duda que los magistrados procuraran
obligar legalmente a esa gente a hacer acto de legítima solidaridad.
Casas de Corrección
FRANCIA.
Durante mi visita realizada en el año 1783, las dos prisiones más vetustas y
horribles a causa de las celdas, el Petit Châtelet y For-l’Évêque, fueron demolidas. Los
deudores son enviados actualmente a una prisión nueva, el Hôtel de la Force, los criminales
fueron encarcelados en la Conserjería y en el Grand Châtelet. La declaración real del 30 de
agosto de 1780, que previó esos cierres, contiene las disposiciones más humanas y más
claras que puedan existir en materia de organización de las prisiones. Prevé la construcción
de enfermerías grandes y aireadas, celdas individuales, así como la separación de
prisioneros según el sexo y en diferentes clases, un patio reservado a cada una de las clases;
además ordena la desaparición total de celdas subterráneas, basándose en el principio de
que los hombres presumidos inocentes no deben sufrir un castigo riguroso.
A la pregunta que hice, casi permanentemente: ¿el guardia o el conserje viven en el lugar?,
siempre me respondieron afirmativamente. Para poder acceder a la mayoría de las prisiones
de la capital francesa, es necesario pasar tres o cuatro puertas o rejas que miden de cuatro a
cuatro y medios pies de alto, separadas entre sí por un pequeño patio. La última reja está,
algunas veces, equipada con un molinete. El número de rejas, los pasajes angostos y los
molinetes que tuve que atravesar, después de haber demostrado que tenía carta blanca, son
los mejores medios para evitar evasiones.
Fue para mí una gran sorpresa, no encontrar prisioneros con grilletes Ninguno de los
prisioneros se encontraba en el patio con grilletes. El guardia debe, para poder hacerlo, y de
acuerdo con lo que me dijeron, obtener la autorización de un juez. Sin embargo, algunas
prisiones ocultan más criminales que cualquier prisión londinense. Durante mi primer viaje,
la cantidad de prisioneros había crecido después de los motines por hambre. Los patios de
recreo están casi en su mayoría adoquinados y se los lava tres o cuatro veces por día. Es
difícil concebir hasta qué punto esta simple operación contribuye a refrescar la atmósfera
de las piezas superiores, hecho que noté más de una vez al visitar las habitaciones, y un
inglés, que tenía la desgracia de estar encerrado, me dijo que compartía esta misma
sensación. Sólo muy pocas veces respiré en una prisión francesa ese olor insoportable que
se extiende en la atmósfera de casi todas las prisiones inglesas. A veces me sorprendí al ver
que los patios eran los lugares más limpios de la capital francesa. Esto se explica por la
gran cantidad de carceleros empleados y la proximidad con el río en que se encontraban la
mayoría de los establecimientos. La separación entre las distintas categorías de prisioneros
no está siempre asegurada, a veces, se alojan unos con otros. El guardia del Petit Châtelet
debió abrir una celda separada para recibirlos. Los prisioneros, especialmente los de
derecho común, asisten diariamente a misa, en compañía del guardia y de carceleros.
Para evitar que los criminales condenados, de los cuales la mayoría perdió todo
pudor, se conviertan en preceptores del crimen jactándose de sus fechorías ante los
prisioneros más jóvenes o menos sumergidos en el vicio, a los condenados a las galeras se
los envía a una prisión reservada para ellos, a la prisión de la Tournelle, cerca del Puerto de
San Bernardo, allí se los encierra hasta el momento en que sean bastante numerosos como
para formar una cadena. Durante ese tiempo, se los marca con un hierro candente. Algunos
de ellos permanecen allí muchos meses, pero la pena comienza a contarse a partir de los
dos días posteriores a su condena.
Con el propósito de evitar un acto desesperado, el criminal condenado a muerte por
una jurisdicción inferior no pierde todas las esperanzas: su apelación es sistemáticamente
recibida por el Parlamento, que puede confirmar o impugnar la primera sentencia; en el
primer caso al prisionero no se le informa sino hasta la mañana misma de la ejecución, casi
al mismo tiempo en que se imprime y se vende en las calles la decisión judicial. Las
ejecuciones se llevan a cabo durante la tarde, la última a la que asistí tuvo lugar bajo la luz
de antorchas, pero el criminal fue llevado hasta el cadalso cuando estaba moribundo a causa
de las torturas recibidas. Las celdas y los dormitorios permanecen abiertos del primero de
noviembre hasta Pascuas, desde las siete de la mañana hasta las seis de la tarde, a partir de
la noche de Pascuas y hasta el primero de noviembre desde las seis de la mañana hasta las
siete de la tarde. Las puertas de los deudores permanecen abiertas una hora más, con el fin
de que esos prisioneros puedan permanecer en los patios sin mezclarse con los prisioneros
de derecho común. Entre las prisiones francesas encontramos las siguientes:
SUIZA
BEIRUT
PRAGA
Las dos prisiones de Praga no tienen nada especial. Los prisioneros de la «cárcel»
trabajan fuera de la misma, vigilados por un carcelero: cortan madera, etc. Por un salario
de doce kreutzers diarios, salario inferior al de los jornaleros. De los doce kreutzers los
prisioneros sólo reciben cuatro, el resto queda para la prisión. Los prisioneros llevan
cadenas en una o las dos piernas, teniendo en cuenta la fecha de liberación.
VIENA
En el año 1778, visité todas las prisiones de Viena y la mayor parte de los
hospitales. Las prisiones son viejas construcciones que no presentan ningún interés en
especial. El frontón de la gran prisión, «La casa del Verdugo» está ornamentada con una
representación importante de la verdad de la crucifixión de nuestro Salvador, rodeada por
dos ladrones sobre el Calvario. La prisión es además importante por el número de celdas
subterráneas que posee.
Me sentí preocupado, aquí como en otros lados, por saber si la fiebre de las
prisiones hacía estragos entre los prisioneros, a mi pregunta me respondieron
negativamente. Creo, sin embargo, que uno de los prisioneros que encontré en el fondo de
una celda oscura, a la que accedí descendiendo una escalera de veinticuatro escalones,
estaba atacado por la fiebre. Se encontraba con hierros pesados y atado a la pared con una
cadena: la miseria y la angustia se reflejaban en su rostro maculado por lágrimas secas. Fue
incapaz de hablarme; examiné su pecho y sus pies buscando bubones y manchas, su pulso
era intermitente pero firme, me convencí de que no tenía la fiebre de las prisiones. Un
prisionero, de una celda vecina, me dijo que la pobre criatura le pidió que reclamara ayuda,
lo había hecho pero nadie escuchó: esto refleja una de las más lamentables consecuencias
de las celdas subterráneas.
ROMA
La gran prisión romana, llamada la Prisión Nueva, fue edificada a orillas de Tíber. En la
puerta, en su parte superior, se encuentra la siguiente inscripción:
«JUSTITIAE ET CLÉMENTIAE
SECURIORI AC MELIORI REORUM CUSTODIAE
NOVUM CARCEREM
INNOCENTIUS X. PONT. MAX.
POSUIT
ANNO DOMINI
MDCLV».
«Justicia y Clemencia,
Para asegurar el más seguro encierro a los criminales,
El Papa Inocencio X inauguró esta Nueva Prisión
En el año del Señor 1655»
La prisión del Capitolio tiene dos grades salas para los deudores menores y para los
criminales cuyos delitos no impliquen incomunicación. Los prisioneros de una de esas
habitaciones tienen autorización para pedir limosna a los transeúntes. Cinco deudores
ocupaban celdas de pago y dos criminales estaban incomunicados. La prisión no es
insalubre, una de las grandes salas tenía permanentemente un hilo de agua.
Los prisioneros del Estado están encerrados en el castillo de San Angelo. Sólo
encontré allí un prisionero, un obispo, que estaba de hacía veinte años y había enloquecido
completamente. Dieciocho presidiarios (« condannati ») portaban una pequeña cadena y
parecían en buen estado de salud, trabajaban en la fortaleza. Cuando ocurrió la muerte del
Papa, los prisioneros de la gran prisión fueron transferidos al castillo, porque en esa
oportunidad, se lavaron completamente todas las prisiones.
Tengo muy pocos detalles de la prisión de la Inquisición. Está ubicada cerca de la
Basílica de St. Pierre. Está construida sobre el patio que da al palacio Inquisidor general. En
la puerta está montada la siguiente inscripción: « esta construcción fue erigida por el Papa
Pío V en el año 1659 ». Las ventanas tienen postigo de madera que las convierte en ciegas
y dan sobre una pared alta. Pude acceder hasta las celdas silenciosas y melancólicas como
tumbas de esos desdichados y mi presencia, de casi dos horas, en el patio o cerca de los
departamentos de los padres, comenzaba a convertirme en sospechoso.