Está en la página 1de 26

Tema 5.

Cultura de masas y cultura popular frente a la gestión


cultural
Tema 5. Cultura de masas y cultura popular frente a la gestión
cultural

En la práctica narrativa, el Pueblo es aquello que


no puede evitar serlo, la suma de multitudes sin
futuro concebible, el acervo de sentimentalismo,
indefensión esencial y candor que hace las veces
de sentido de la historia y del arte. El
nacionalismo es el patrimonio ideológico y el
repertorio de vítores y maldiciones de los pobres,
su contacto más entrañable con la nación. En los
relatos, el pueblo es por lo común la furia del mar
en movimiento, y su huella notoria es el
recomenzar infinito, adelantarse sin llegar nunca,
evolucionar sin modificarse en lo mínimo (Carlos
Monsiváis, Aires de Familia. Cultura y sociedad
en América Latina, Barcelona, Anagrama, 2000:
19).

5.1. Presentación

Una de las cuestiones más interesantes de las ciencias sociales es el proceso de


producción de herramientas conceptuales que les permitan dar cuenta de los
problemas sociales que trata de comprender. Se trata de un proceso complejo y
su estudio forma parte de la historia de las mismas disciplinas. La “realidad”
-queremos decir, los procesos sociales- está ahí presente siempre, pero para
poder aprehenderla e interpretarla los estudiosos deben realizar un proceso
cognitivo complejo. Esto lo realizamos todos los seres humanos y no es exclusivo
de unos cuantos individuos dotados de especial inteligencia, pero sí supone un
trabajo de reflexión fino y cuidadoso. Aristóteles dio cuenta de ello al proponer que
si bien todo conocimiento proviene de la experiencia, no basta la simple
exposición al mundo sensible para conocer verdaderamente. Hay que hacer una
actividad intelectual para que esto suceda, porque si entendemos por conocer,
como él lo hacía, aprehender las cosas por sus causas, entonces hay que aplicar

2
a la experiencia sensible la imaginación y la memoria para producir una imagen
del objeto y de ella extraer los elementos fundamentales que la constituyen de
modo que podamos dar cuenta de su “forma” (es decir, desvestir las cosas de sus
“accidentes”); entender lo que hace que una cosa es lo que es 1. Esto hace del
conocimiento, en el más profundo sentido de la palabra, una contemplación
creativa que culmina en una noción universal.

Pero volvamos a los problemas de cultura. El estudio de la cultura trata de


procesos sociales que tienen que ver con todo lo relacionado con la significación
pero los conceptos que producimos para dar cuenta de ellos cambian en la
medida en que cambian estos procesos o por la necesidad de dar una mejor
explicación de los mismos.

Conviene tener en cuenta esta idea porque los conceptos cultura de masas y
cultura popular tuvieron una época dorada hace unas décadas que parece haber
quedado atrás. Si bien no han dejado de estar presentes en la literatura
especializada sobre la teoría de la cultura, hoy esos conceptos están
entremezclados con otros, de manera que su sentido original parece haber sido
envuelto por una bruma que ahora los hace lejanos. Más aún, los procesos de
comunicación y globalización han hecho de la cultura de masas y de la cultura
popular dos nociones que apenas se distinguen. Todavía hay quienes denuncian
la cultura de masas como una especie de espejismo que quiere impedir a los
seres humanos acceder a la cultura verdadera oscurecida e incluso degradada por
el lustre del espectáculo, en cambio sostienen la posibilidad de preservar una
cultura popular inmaculada, sin contaminaciones. La cultura de masas, por otra
parte, nos conduce al terreno del consumo y eso, según algunos, convierte a
quienes lo practican en simples agentes pasivos o, en el mejor de los casos, en
“público”. La globalización, finalmente, ha convertido la cultura popular en un
atractivo más del proceso incesante que convierte todo en mercancía enajenando
a sus creadores de su propia obra sea ésta tangible, como un monumento o una

1
Aristóteles pensaba que había cuatro tipos de causas: material (de lo que está hecha una cosa), formal (lo
que es una cosa), eficiente (lo que produjo la cosa) y final (para lo que existe una cosa a lo cual tiende o
quiere llegar a ser).

3
artesanía, o intangible como una narración, un mito o un saber antiguo, un ritmo
musical o un carnaval.

En este tema vamos a adentrarnos a los conceptos de cultura de masas y cultura


popular con la precaución de saber que se trata de terrenos movedizos, que no
hay nada más cierto que la incertidumbre de su conocimiento, que se trata de
nociones que aunque relativamente próximas en el tiempo han pasado por rápidas
transformaciones, pero también con el convencimiento de que este debate es
ineludible para entender los procesos culturales modernos y que los gestores
culturales no pueden emprender su labor de acompañamiento, apoyo o fomento
de la actividad creativa sin tener presente lo que estas nociones significan o han
significado.

5.2. Condiciones de existencia de la cultura de masas y de la cultura popular


Normalmente se ha asignado a la cultura popular el sentido de remitirnos a un
saber ancestral o primigenio. Eso es más notable en México y en general en
América Latina. Se entiende como popular lo que pensamos que está fundado en
prácticas antiguas de las que pretendemos conservar precisamente su pureza o
evitar su contaminación. La cultura de masas en cambio se asocia con el periodo
de la historia de la humanidad en que se ha hecho posible la reproducción
industrial de todos los recursos de supervivencia desde la alimentación y el vestido
hasta la educación, el conocimiento, la diversión, el arte y la cultura. Desde luego
que estas impresiones generales no son fruto de la casualidad y están llenas de
sentido, pero tal vez nos sea más fácil comprender su surgimiento si atendemos a
los procesos sociales que les dieron origen.

No habría ninguna posibilidad de pensar lo popular como lo hacemos en la


actualidad sin considerar el factor al que comúnmente se opone: lo culto. Ambos
forman un entramado indisoluble que incluso para muchos investigadores
constituye una par dialéctico que está en constante animación. Hay de por medio
en esta división la constitución de la categoría de pueblo y la distinción de un
pequeño grupo de individuos que ocupan funciones de poder político, económico,
religioso e intelectual que tiende tanto a escindirse como a establecer lazos que
mantengan unida esta relación. Tanto la cultura popular como la cultura de élite se

4
alimentan mutuamente, al menos en cuanto a su necesidad permanente de
distinguirse.

Un concepto clave asociado a esta idea de cultura popular es el de tradición o


costumbre entendida como una práctica consolidada y estructurada. Ahora bien, la
tradición y la costumbre son flujo, por lo que podemos preguntarnos si siempre
son idénticas. Esta sencilla pregunta es uno de los aspectos centrales en los
debates sobre cultura popular porque la cultura, sea popular o no, es un lugar de
tráfico, de intercambio. Aunque se trasmite por la tradición y se puede convertir en
costumbre, la cultura popular es inmutable. Por otra parte, el mismo terreno de la
cultura popular es un campo de lucha en el sentido de que las élites seleccionan lo
que consideran adecuado de la tradición. Edward P. Thompson (1999) nos habla
de una cultura plebeya/rebelde que es la propia del pueblo y que no es idéntica a
la proclamada por la autoridad o la iglesia, sino que se distingue por la expresión
de una picaresca propia del pueblo. En un sentido parecido, Michel De Certau se
interesa en la cultura popular porque observó que ésta estuvo marcada por una
negación de lo popular. La búsqueda de “lo popular” se liga frecuentemente al mito
del origen perdido que se buscará en la tradición oral, en la unidad de la cultura,
en su existencia como algo natural. Pero en esto hay una selección como lo ha
sido en México y en algunos países que contaron con grandes civilizaciones en su
pasado donde lo que se ofrece en el análisis de lo original o lo prístino implica la
desaparición del pueblo o se nos ofrece éste como una ruina.

Por otra parte, a la cultura de masas se la relaciona con el surgimiento de bienes


simbólicos que requieren de un soporte tecnológico complejo, lo que permite
reproducirlos en forma amplia y casi infinita. Se asocia pues a un sistema
industrial que apenas aparece en Occidente hacia fines el siglo XVIII y que se va
extendiendo poco a poco a lo largo y ancho del planeta. Sin embargo, hay que
observar que a ningún creador se le hubiera ocurrido la industrialización de los
bienes culturales sin que existieran condiciones para difusión, compra y consumo,
es decir, sin la generalización de ciertos capitales simbólicos como la
alfabetización, la educación popular y el consumo de bienes industrializados.

Así, la literatura de masas requirió una sociedad letrada como la música, difundida
por la radio o por sistemas de soporte analógicos y luego digitales, supuso una
sociedad que veía en esos recursos una forma de incorporarse no sólo al
consumo, sino al conjunto de la sociedad. En otros términos la cultura de masas

5
no pudo nacer sin que previamente hubiera una sociedad de masas, es decir, una
sociedad organizada básicamente para promover una cierta forma de integración
de los que hasta hacía no poco tiempo estaban excluidos. Esto se dio a partir de
los procesos de constitución de los estados nacionales y de las revoluciones
burguesas, que hicieron del pueblo su aliado y factor fundamental. Tomemos el
caso de los ejércitos. Hasta el siglo XVIII las sociedades occidentales no
conocieron un ejército nacional, permanente, profesional. Lo común era que las
casas reales se hicieran de una guardia de mercenarios que les protegieran
precisamente de la insurrección del pueblo. Hasta la fecha queda un vestigio
viviente de este modo de protección de los soberanos que es la famosa guardia
suiza del Vaticano, que fue un ejército mercenario de la época en que los papas
tenían que velar por su seguridad contra otras monarquías europeas 2. Sin
embargo, la revolución francesa, acechada por los estados europeos que veían en
ella una ignominia contra la casa real y contra otras monarquías, al enfrentar la
coalición que se formó para acabar con la república jacobina creó el primer ejército
popular del nuestro tiempo, luego hizo obligatorio el servicio de las armas y
promovió una nueva oficialidad sustentada en el mérito y no en el origen social.
Napoleón y sus ejércitos son fruto de la revolución francesa y de su interés de
incorporación de las masas como soporte del nuevo Estado 3.

Los movimientos sociales que se inauguran con el surgimiento del capitalismo son
consecuencia de este nuevo estado de cosas. La incorporación de las masas a la
sociedad burguesa es el fenómeno más importante de la modernidad y rebasa las
condiciones originales del desarrollo capitalista avanzadas por Marx y Engels. Así
lo pensaron autores prominentes de la llamada Escuela de Frankfurt:

Las condiciones de vida de los obreros y empleados, que en la


época del Manifiesto Comunista eran el resultado de una extrema
opresión, en el presente constituyen motivos de organización

2
La Guardia Suiza fue creada a principio del siglo XVI por Julio II, el papa mecenas que ordenó los murales
de la Capilla Sixtina y su fiesta se realiza el 6 de mayo para conmemorar la defensa del Papa Clemente VII
durante el famoso Saco de Roma a manos de las tropas de catolicísimo emperador Carlos V. Otros monarcas
tuvieron también su guardia suiza, entre ellos el depuesto rey borbón Luis XVI por los revolucionarios
franceses.
3
Semejante proceso puede compararse con el seguido por los campesinos y obreros agrícolas incorporados
a los ejércitos revolucionarios en México. De hecho, como señala Carlos Monsiváis, la revolución mexicana
fue un espacio de reconocimiento de las masas populares como miembros de este país.

6
sindical, de discusión y de confrontación entre los grupos
conductores de la economía y la política. Hace mucho que la
voluntad revolucionaria del proletariado se ha convertido en una
actividad inmanente a la sociedad, ajustada a lo real. Por lo menos,
según la conciencia subjetiva, el proletariado se ha integrado
(Horkheimer 1974:10).

Es importante tener en cuenta estos “orígenes” de la cultura popular y la cultura de


masas, pues nos previene del simplismo de remontar la cultura popular a una
época pre-capitalista y preindustrial. La cultura popular no “existiría” sin el
despliegue de un “proceso civilizatorio” entendido, como hizo Norbert Elias 4, como
el comportamiento practicado por los cortesanos en las sociedades alemana,
francesa e inglesa a partir del siglo XVI (en una sucesión de nobleza caballeresca,
aristocracia cortesana absolutista y elitismo burgués) empeñados en mostrar el
refinamiento de sus costumbres sociales frente a la conducta de aquellos que
consideraban personas más primitivas y sencillas. La sociedad de masas forma un
entramado con la sociedad y su valoración depende de cómo entendamos su
relación con las élites. En la famosa polémica Le Bon-Freud, analizada por Adorno
y Horkheimer (1973) en los años cincuenta, se entiende por masas a las
multitudes en comunicación irreflexiva. Otro sentido de este concepto es el que
propuso Ortega y Gasset (1986) al asignar las cualidades de la masa al individuo
dando lugar al llamado hombre masa, incapaz de ejercer en su aislamiento
cualquier capacidad crítica.

5.3. Cultura popular y cultura de masas en la modernidad


Hay una vena romántica en la emergencia de las masas como sujeto. La
Ilustración elevó la noción de pueblo a fuente de soberanía y el romanticismo lo
convirtió en origen de la cultura. Ambos movimientos constituyeron los dos
vértices que seguirían distintas tradiciones intelectuales y políticas para encontrar

4
Entre las obras fundamentales de Elías están La sociedad cortesana y El proceso civilizatorio, ambas
escritas en los años treinta pero publicadas mucho tiempo después.

7
en las masas o pueblo5 la fuente legitimadora de la acción cultural. Y sin embargo,
se prefería una noción de pueblo idealizado, no movilizado, un élan vital (impulso
vital, como diría el filósofo Bergson) que animaba la acción de los sujetos
individuales pero que a la vez estaba alejado de ellos. La paradoja resulta curiosa
porque al tiempo que se reivindicaba al pueblo a partir de una noción abstracta del
mismo, se le veía como algo a ser superado o rechazado, y esto porque, como
señaló Martín Barbero (1987), para los sectores dominantes el pueblo –en el
sentido de clases o grupos subordinados- es también, en última instancia,
superstición, ignorancia e inestabilidad6.

Los movimientos reformadores han visto en el pueblo una fuerza, un héroe que se
levanta contra el mal. La multitud es Prometeo, nuevo protagonista que el
romanticismo colocó en el centro de la historia. Rotas las cadenas que lo sujetan,
los anhelos libertarios del pueblo transformarán la sociedad. Comunismo,
nacionalismo o fascismo han encontrado en los pueblos o masas un sustrato
cultural, un alma. El amplio desarrollo de estas visiones ha ido acompañado de
profundas transformaciones en la organización de la cultura.

La cultura de masas refiere, como hemos dicho, a la sociedad de masas, es decir,


a aquel complejo socio-histórico cuyas instituciones se encuentran dispuestas en
función de la integración de las masas (Kornhauser, 1979). Así, antes de referirnos
a la cuantía de una población o de un grupo como el rasgo básico que lo
caracterizaría como masivo, debemos observar la “escala” de sus actividades en
donde las clases o sectores populares, despojados económica y jurídicamente de
cualquier género de participación en el pasado, son ahora incorporados al sistema
político o social, aunque con diversos grados de participación 7.

5
Es posible sostener que existió una identidad en los conceptos de pueblo y masa hasta que se distinguieron
con mayor precisión en el siglo XX. En relación con la historia de ambos conceptos puede verse Bolleme
(1990) y Giner (1979).
6
La desconfianza en la capacidad reflexiva de las masas es tanto de intelectuales de derecha como de
izquierda. La idea del partido en Lenin, como una agrupación disciplinada de revolucionarios profesionales,
suponía una dirección cuyas cualidades sólo eran poseídas por las clases medias de su tiempo, capaces, eso
sí, de “proletarizarse”, es decir de abandonar sus prejuicios y conductas pequeñoburgueses.
7
Pensemos un momento en el reciente proceso de selección para el bachillerato en México (2013). La
política educativa al respecto ha definido que éste es obligatorio por lo que no cabe hacer una selección. Lo
que se realiza –se dice- es un proceso para “distribuir” a los candidatos entre las diversas opciones, sin que
ello implique la negación de una plaza en este nivel educativo. Hay pues una política de incorporación de

8
La cultura de masas constituye entonces un fenómeno relativamente reciente.
Aunque no remite a un lugar específico, tuvo asiento primordial en las ciudades y
con las tecnologías de comunicación se expandió al campo. En la tradición
anglosajona ha sido frecuente oponer un tipo de cultura popular folk o tradicional a
la “nueva cultura popular” masiva o moderna. Se diferencian por el carácter
comunal de la primera, en la que es imprecisa la distinción entre productores y
consumidores de cultura, en tanto que la nueva cultura popular es consecuencia
de una sociedad diferenciada y secular, y su sentido principal radica en el
entretenimiento. En ella el productor y el consumidor de cultura se hallan casi
siempre diferenciados. La cultura folk es preindustrial y pre-literaria; la cultura de
masas es tecnológica, constituyó un modo diferente de leer 8 y en nuestro tiempo
es plenamente visual.

En el medio latinoamericano es común otro uso del concepto cultura popular. Éste
en general refiere a la tradición y a un origen genuino. Se considera que las
creaciones culturales de los grupos subalternos o marginados rurales o urbanos
de amplia tradición, son expresiones de estructuras simbólicas que dan
coherencia a la estructura social, económica y familiar de tales grupos. Bajo esta
concepción lo popular no puede ser algo único y universal. Por el contrario, se dan
una gran cantidad de expresiones de cultura popular que obliga siempre a hablar
de ellas en plural. Con todo, no deja de reconocerse la permanente confrontación
de lo popular con lo masivo, término este último que por lo general se supone
siempre derivado de instituciones especializadas llamadas industrias culturales.

Ha sido también muy frecuente que la cultura de masas sea analizada a partir de
oposiciones como erudito/no erudito, docto/no docto/, elitista/masivo,

todos los jóvenes a este nivel de estudio, pero ello no nos dice nada de la calidad de estas opciones que es
la más desigual de todos los niveles educativos.
8
Los historiadores culturales ingleses hicieron un gran trabajo por desentrañar los recursos de la cultura
popular de las clases trabajadoras británicas. Señalaron la emergencia de los periódicos de masas, el folletín
(espacios en la prensa donde se publicaban novelas) y las novelas por entregas (aquellas que se vendían por
capítulos que iban haciéndose sobre la marcha como las telenovelas actuales) como un modo nuevo de
producir bienes culturales, esta vez adaptados a las habilidades y educación de la clase obrera. Jean Francois
Benoit señala que en España se publicaron entre 1840 y 1900 entre 2 mil y 3 mil novelas por entregas con
tirajes medios de alrededor de trece mil ejemplares. Este proceso sólo fue posible porque en ese mismo
tiempo hubo una masiva incorporación de entre 55 mil a 90 mil personas alfabetizadas cada año.

9
dominante/hegemónico… Pueden ampliarse las dicotomías pero lo interesante es
el carácter opuesto y valorativo que tales clasificaciones proponen en relación con
la cultura de masas. De acuerdo con el hilo de estas oposiciones resulta posible
destacar tres rasgos sobresalientes de la cultura de masas donde se ponen en
ejecución el carácter diferenciador y jerárquico que se le supone: la relación clase
cultura, la del creador y su obra y la del mercado y la producción cultural.
La relación clase-cultura. La dicotomía entre la cultura de élite y la cultura de
masas representa una oposición que cruza por la división de clases. La cultura
superior corresponde a los sectores de mayor jerarquía en la escala social y la de
masas a ese conjunto generalizado de sectores sociales dominados. Este punto
de vista llega a ser tan relevante que para algunos sociólogos de la cultura la
correspondencia entre los distintos niveles culturales y las clases es directa; como
la presenta Bourdieu al analizar el gusto y dividirlo en “gusto legítimo”, “gusto
medio” y “gusto popular”, correspondientes a las élites, las clases medias y los
sectores populares, estos últimos prácticamente incapaces de producir cultura.

Investigación sobre los gustos en la cultura

(Pierre Bourdieu)

Gusto Ejemplo Tipo de profesión Deseo


musical

Gusto Clavecín bien Personas de “buena Compromiso


legítimo Temperado cuna”. intelectual

(Bach) Profesionales que


trabajan en la educación
y el arte

Gusto medio Rapsodia en Técnicos y ejecutivos Su deseo apela


azul junior directamente a la
(Gershwin) experiencia cotidiana

10
Gusto Danubio azul Trabajadores manuales. Placer a través de la
popular (Strauss) Trabajadores en experiencia sensorial
instituciones religiosas

Dependientes.

Fuente: El cuadro se ha elaborado a partir de las observaciones de Pierre Bourdieu sobre el gusto
de diversas categorías de trabajadores. Ver Capítulo I “Títulos y cuarteles de nobleza cultural” del
libro La distinción, 2002.

La experiencia estética de la distinción

(Pierre Bourdieu)

Experiencia burguesa Experiencia pequeño Experiencia de las clases


burguesa trabajadoras

Lejanía de la necesidad Necesidad de Cercanía a las necesidades


material inmediata distinguirse de las materiales inmediatas
clases trabajadoras

Estética desinteresada. Determinada por experiencias


colectivas de necesidad material y
Contempla una obra de arte se expresan en sí mismas en una
sobre el nivel exclusivo de la estética realista, en la preferencia
forma, sin tomar en cuenta su de la función sobre la forma, de la
función o utilidad práctica. cantidad sobre la calidad, de la
Representa un rompimiento, sencillez o el placer inmediato
ruptura o “epoxé” del mundo sobre lo refinado o diferido.
ordinario que en sí mismo es Tampoco tiene sus orígenes en la
una “ruptura social”. educación formal o en su ausencia

11
Funciona como una “fórmula sino en las estructuras incorporadas
generativa” que determina del hábitus.
gustos y prácticas no sólo en
El ethos de las clases trabajadoras
el exclusivo dominio estético
sino en áreas mundanas como está basado en experiencias
la ropa, la comida, la colectivas de necesidad material y
hacen virtud de la necesidad.
decoración de interiores, el
deporte y el ocio. Su código ético valora la honestidad
Es un sentido práctico. y la sencillez sobre la simpatía y las
formalidades de las convenciones
Es menos un producto formal burguesas de sociedad.
de la educación que un
conjunto estructurado de Favorecen la fuerza física del
disposiciones un hábitus trabajo manual. El levantamiento de
inculcado en el nivel peso o la lucha, sobre la grandiosa
predicativo destreza del jugador de tenis.

Fuente: El cuadro se ha elaborado a partir de las observaciones de Pierre Bourdieu sobre la


experiencia estética de las tres categorías sociales. Ver Capítulo I “Títulos y cuarteles de nobleza
cultural” del libro La distinción, 2002.

La relación del creador y su obra creativa. Otra dicotomía se ha construido por


el carácter escindido de la producción cultural. En las culturas populares
tradicionales la producción cultural constituye un todo integrado donde la
separación del productor con respecto a su obra y de aquél con el público no
existe. En la moderna cultura de masas la relación del creador con el público y su
obra resulta siempre una relación mediada por mecanismos psicológicos,
valorativos, comerciales, etcétera: se requiere ganar el favor del pueblo. Los
productores de cultura no consideran la existencia de éste sino en la medida en
que se genera tal relación con ellos. La popularidad es una relación ambigua,
precaria e insegura, y precisamente por ello requiere que quien desea ganarse al
pueblo asuma una conducta que rebase la producción cultural. En la moderna
cultura de masas, la oferta cultural se entrega con su propio creador, su ropa,
valores, actitudes y vida privada para poder ser agraciada con el favor de las
masas.

12
Una constante está presente en la eficacia de la relación del autor con el público.
Consiste en la capacidad de la obra para proyectar pautas de conducta.
Estructuras de experiencia y fantasías compartidas por las masas. Sexo, violencia
y entretenimiento son por lo general, las situaciones preferidas para ganar el favor
popular El melodrama como experiencia comunicativa es la base de la cultura de
masas, hecho que se prueba cada día en muy distintos campos culturales, sea el
de la canción, el teatro, la literatura o los espectáculos televisados. Semejantes
estrategias no son nuevas en la historia de la cultura, pero sí el que ahora no se
remitan a un contexto exterior a los sujetos. La modernidad cultural popular o de
masas no evoca, como la cultura popular tradicional, situaciones míticas futuras o
pasadas de la humanidad, sino que les propone las suyas propias; la cultura
popular moderna o de masas es secular, es decir, busca reflejar su vida cotidiana
como principal estrategia comunicativa a fin de vincular la creación artística con el
pueblo.

La relación del mercado y la producción cultural. La última e importante


interrelación proviene del carácter mercantil de la cultura masiva. La relación del
mercado con la cultura de masas no es mecánica. Como se ha comentado, la
cultura de masas proviene de una nueva disposición de la organización social que
incorpora distintos sectores sociales al sistema de dominio y producción
capitalista. El alfabetismo y la educación básica, la iglesia, instituciones de la
sociedad civil, así como los sindicatos y partidos políticos fraguaron y fraguan sus
propias estrategias para hacer sus mensajes accesibles a las masas.

La denuncia global de la industria cultural ha sido lugar de confluencia tanto de


posiciones radicales críticas como aristocráticas que tienen en común su mismo
origen elitista y despreciativo de las masas. Es una generalización abusiva
identificar industria cultural con cultura de masas. A la larga el concepto industria
cultural se volvió un obstáculo para comprensión de la cultura masiva, pues colocó
viseras en los investigadores que fácilmente los llevaron a generalizaciones vacías
y a críticas fáciles en el campo de la cultura. En gran medida la visión
unidimensional de la cultura moderna ha salido del excesivo énfasis en la industria
cultural como sinónimo de cultura de masas, y que ahora es necesario superar.

13
Las fotos muestran un momento del solemne traslado de los restos de
Alejandro Dumas al Panteón francés. En el cortejo iban cuatro jinetes
caracterizados de mosqueteros y el féretro estaba cubierto por un paño con
la divisa “todos para uno y uno para todos”. El suceso ocurrió el 30 de
noviembre de 2002, en el bicentenario de su nacimiento y más de 130 años
después de su muerte. Sus cenizas pasaron por varios lugares donde
discurrió la vida de Dumas o las aventuras imaginadas de alguno de sus
personajes. Lo relevante es que siendo un autor tan venerado, las élites
intelectuales francesas le negaron durante tanto tiempo el honor de reposar
donde están los restos de escritores como Hugo y Zolá quienes también
hicieron uso del sistema de novelas por entregas. Tal vez esto se haya
debido a que su literatura, si bien abundante y muy difundida en todo el
mundo, consistió en historias dirigidas a las masas. Un político francés no
desperdició la ocasión de convertir el suceso en un signo de igualdad al
señalar que el descendiente de esclavos reposara en el famoso Panteón.
http://www.live2times.com/2002-alexandre-dumas-entre-au-pantheon-e--
5016/

14
5.4. Tendencias en el estudio de la cultura popular

Hay algunas disciplinas o propuestas teóricas que se han distinguido por el


estudio de la cultura popular. Tal vez la más antigua y notable, así como una de
las más olvidadas e incluso despreciadas, es el folclore. El término proviene del
inglés folk (pueblo) y lore (tradición, saber)9. En el espíritu de los primeros
estudiosos había un interés por encontrar en las tradiciones populares las fuentes
de la cultura de las sociedades modernas, movimiento que se asocia con el
movimiento romántico. Antes de Thoms, el creador del concepto, muchos
estudiosos como Herder en Prusia, los hermanos Grimm en Hesse (Alemania), o
Chagal en Rusia, ya se habían interesado en encontrar las fuentes la cultura en
las tradiciones rurales o campesinas y se habían desplegado en toda Europa
partidas de investigadores, muchos de ellos artistas que se interesaban en las
tradiciones y leyendas populares para crear sus obras tanto plásticas, musicales
como literarias.

Había sin duda un proceso de selección en estos trabajos. Se buscaba lo que se


consideraba valioso y se rechazaba lo que pudiera parecer bárbaro o primitivo. Sin
embargo el deseo por encontrar las fuentes de la originalidad nacional tenía un
sentido instrumental. La Alemania unificada tras la derrota de Francia en 1871, se
hizo abrevando del espíritu romántico de la naturaleza como fuente de formación
del espíritu. El paso de la gimnasia como una disciplina militar a la educación
física como estrategia de educación de masas ocurre en la Alemania de fines del
siglo XIX con un movimiento en que se invitaba a los jóvenes a ir a la naturaleza.
Del mismo modo el alpinismo surgió en el último tercio del siglo XIX como una
práctica de acercamiento a la naturaleza y de fortalecimiento del espíritu. Estos
ejemplos permiten observar como el anhelo por lo tradicional no era sólo un
interés de especialistas sino estaba afianzado en amplios sectores sociales.

La apelación a los orígenes podía basarse en la recuperación de un pasado


histórico o mítico. Uno de los padres de la antropología en los Estados Unidos,

9
Este término se adjudica a William Thoms, estudioso inglés quien lo acuñó a mediados del siglo XIX.
Ver Emrich, 1946. El autor escribe el texto en el centenario de la primera ocasión que Thoms empleó
este término, un 22 de agosto de 1846. En 1960, la UNESCO decretó esa fecha para celebrar el día
mundial del folclore.

15
famoso por el ser el primero que hizo estudios sistemáticos sobre el parentesco,
Lewis Morgan, creó en los años cuarenta del siglo XIX un grupo de corte cultural
que se denominó Liga de los Iroqueses, inspirado en la Confederación iroquesa de
cinco tribus de los grandes lagos que más tarde estudió en forma sistemática 10. Y
obviamente Morgan no podía apelar a los Iroqueses como sus ancestros. El uso
que las diversas sociedades dieron a estas búsquedas fue variado, pero sin duda
estuvo vinculado a trazar una ruta real o imaginaria del desarrollo propio de una
sociedad haciendo de ésta una experiencia particular e irrepetible y, en algunos
casos, superior.

En el siglo XX tuvieron lugar a las políticas desarrollistas que no confiaron en las


tradiciones culturales del mismo modo para la consolidación de los estados
nacionales. Las élites educadas de las sociedades que querían emular el
desarrollo de los países de Europa Occidental y los Estados Unidos y Canadá
consideraban que había en sus sociedades factores que les impedían
modernizarse. Algunos antropólogos norteamericanos hablaron de los “obstáculos
del cambio cultural” como tradiciones curativas que les impedían aceptar la
medicina moderna o técnicas agrícolas que obstaculizaban los nuevos desarrollos
agro-industriales. La modernización era pensada como resultado de un proceso
que debía parecerse al seguido por los países de Europa occidental y los Estados
Unidos quienes habían construido naciones homogéneas e instituciones
democráticas sostenidas en la igualdad y la democracia. Hace casi cien años,
Manuel Gamio hablaba de “nacionalidades definidas e integradas” las cuales eran
según él, los casos de Francia, Alemania o Japón (Gamio, 1983). Más tarde,
instalada ya la época del desarrollismo, se generalizó la confianza de que
“intervenciones decididas podrían conducir a los países pobres al logro, en el
lapso de una generación, de los estándares materiales de vida que el Occidente
industrializado logró en tres generaciones o más, y sin incurrir en el pesado costo
social que ellos tuvieron que pagar o que se infringió a otros (principalmente a
través del colonialismo)” (Sagasti: 20). Para ello el precio que habrían de pagar los
países en desarrollo era cerrar todas las vías para que las fuerzas de la tradición
impidieran el progreso. En 1951, un grupo de expertos de las Naciones Unidas

10
El primer trabajo propiamente antropológico de Morgan fue precisamente The League of the Ho-de-no-
sau-nee or Iroquois de 1851. Éste lo escribió después de un encuentro con los miembros de la tribu para la
confirmación de un Jefe. Ver Tooker, 1983.

16
señalaba que el progreso económico era imposible sin ajustes dolorosos (sobre
todo de las sociedades tradicionales) y que, por tanto:

Las filosofías ancestrales deben ser erradicadas; las viejas instituciones


sociales tienen que desintegrarse; los lazos de casta, credo y raza deben
romperse; y grandes masas de personas incapaces de seguir el ritmo del
progreso deberán ver frustradas sus expectativas de una vida cómoda.
Muy pocas comunidades están dispuestas a pagar el precio del progreso
11
económico .

En el último tercio del siglo XX hubo en los movimientos políticos de carácter


progresista un rastreo semejante a los que buscaban la originalidad nacional. El
aliento de esta búsqueda venía de lejos. Tras el triunfo de la revolución de
octubre, en los años veinte del siglo XX tuvo lugar en la Rusia soviética un
movimiento educativo y cultural denominado Proletkult en el que participaron
varios intelectuales socialdemócratas derrotados en las duras luchas internas por
la dirección del partido y que prepararon un modelo de educación y de práctica
cultural para cuando llegara el momento12. Años más tarde, cuando se dieron a

11
La cita aparece en el documento “La cultura como finalidad del desarrollo” del Seminario de Expertos en
Políticas Culturales, OEA, Vancouver, Canadá, 2002.
12
Al inicio de la revolución los principales intelectuales que asumen la conducción de la política educativa y
cultural formaron parte de una fracción bolchevique que había disputado a Lenin la conducción del partido.
El más notable de ellos fue Alexander Bogdanov, un hombre con muy amplios intereses intelectuales que
iban de la economía, la medicina, la física y la filosofía. Bogdaniv era sólo tres años menor que Lenin (1873-
1929) y también fue perseguido y exiliado por las fuerzas represivas zaristas a fines del siglo XIX. Tras verse
derrotado en la lucha política interna del partido, Bogdanov se integró a un grupo próximo al bolchevismo
pero con actitudes radicales en cuanto a la táctica de lucha. En 1909 Bogdanov fue expulsado del partido y
decidió unirse a algunos exiliados como Maximo Gorki y Anatoli Lunacharski (su cuñado y más tarde uno de
los inspiradores de la política educativa de Vasconcelos en México) y otros miembros de la fracción otzovista
(revocadores) que se oponía a participar en las organizaciones legales y el parlamento exigía revocar el
mandato a los diputados socialdemócratas en la Duma.
El grupo de exiliados en Italia fundó en Capri una escuela para trabajadores rusos y tal vez a causa de su
lejanía del partido hizo de esa actividad de formación un proyecto más claramente vinculado con una idea
del papel de la cultura en la creación de una sociedad comunista.
A triunfo de la revolución Bogdanov fundó y dirigió el movimiento artístico proletario llamado Proletkult. Se
trató de un proyecto radical, en cuanto su concepción de la cultura en el que propuso la destrucción total de
la “vieja cultura burguesa” a favor de una “cultura proletaria pura” del futuro. Al principio el Proletkult,
como otros movimientos culturales de corte radical de la época, tuvo apoyo financiero del gobierno
bolchevique, pero a partir de 1919-1920 la dirección bolchevique se volvió hostil. Los máximos líderes
políticos de la revolución, Lenin y Trotski, no compartieron tal visión de la nueva cultura proletaria. (Puede
verse Walsh, 2006).

17
conocer los Cuadernos de la Cárcel de Antonio Gramsci fue posible apreciar la
enorme capacidad de reflexión de este militante comunista represaliado por el
fascismo quien mostró un interés por la cultura popular como espacio de
construcción de la hegemonía. El tardío descubrimiento de sus trabajos dio pie a
una reinterpretación de las tesis de Marx sobre la Ideología y permitió pensar el
espacio de la cultura y de la cultura popular como un terreno de lucha. La cuestión
estaba en cómo se aceptaba la hegemonía y cómo se podrían construir las bases
para un cambio revolucionario en que debía participar también el frente cultural.
En gran parte el redescubrimiento de la cultura popular por parte de los sectores
progresistas fue debido a Gramsci quien observó que las prácticas que
desarrollaban los sectores populares no eran una simple imposición de las clases
dominantes. A partir de él el interés de historiadores, antropólogos y militantes
hizo de la cultura popular un terreno de estudio y de lucha a veces demasiado
entusiasta. Un texto de García Canclini de 1984 ofrece una perspectiva
interesante para mirar con mayor objetividad los aportes de Gramsci:

En la década de los setenta, los estudios encarados desde el modelo


anterior mostraron su unilateralidad, su fatalismo, sus deficiencias para
explicar muchos aspectos de la cultura popular. Bajo la influencia
gramsciana, se prestó atención a la capacidad de réplica y autonomía
de las clases subalternas. El avance de movimientos políticos
alternativos y la inserción esperanzada de intelectuales en ellos
fomentaron una exageración opuesta a la del decenio anterior: se
insistió tanto en la contraposición de la cultura subalterna y la
hegemónica, y en la necesidad política de defender la independencia
de la primera, que ambas fueron pensadas como exteriores entre sí.
Con el supuesto de que la tarea de la cultura hegemónica es dominar y
la de la cultura subalterna es resistir, muchas investigaciones no
parecen tener otra cosa que averiguar fuera de los modos en que una y
otra cultura desempeñan sus papeles en ese libreto.

En los últimos años, al volverse rutinarias las denuncias sobre el


"imperialismo cultural", vemos multiplicarse los trabajos que descubren
por todas partes la resistencia popular, basándose más en aspiraciones
políticas que en las escasas descripciones científicas (o
confundiéndolas). Se atribuye propiedades de resistencia contra el
poder a fenómenos que son simples recursos populares para resolver

18
sus problemas u organizar su vida al margen del sistema hegemónico,
(solidaridad barrial, fiestas tradicionales). En otros casos, las
manifestaciones de pretendida "impugnación" o "contrahegemonía"
representan más bien la ambigüedad, el carácter irresuelto de las
contradicciones en las clases subalternas (por ejemplo, defensas de
intereses localistas que no cuestionan los resortes básicos del
capitalismo). Para saber si estos hechos pueden pasar de la mera
autoafirmación conservadora a la resistencia revolucionaria hay que
empezar reconociendo en ellos componentes que mezclan lo
autónomo con la reproducción del orden impuesto, que por tanto no
son ubicables en una polarización extrema sólo interesada en registrar
enfrentamientos entre lo hegemónico y lo subalterno (García Canclini,
1984).

El mismo García Canclini tratará de aportar a romper con la polarización extrema


que sólo registra lo hegemónico y lo subalterno a partir de su análisis de la
producción artesanal, una de las expresiones que normalmente se han tomado
como una expresión privilegiada de las culturas populares. En su investigación
mostró que esta producción cultural es objeto permanente y cambiante de
significación. De un producto utilitario en el taller del artesano, a una mercancía
cuando pasa a manos de los intermediarios, a un objeto de prestigio cuando es
colocado por un comprador en un lugar privilegiado de su casa. Esta
transformación permanente de los objetos artesanales y el cambio constante de
significados por parte de los distintos sujetos que tienen contacto con ellos
permiten observar que las culturas populares son espacios de permanente
contradicción.

Esto último hace posible comprender su señalamiento de que en la actualidad no


se puede comprender lo popular sin lo masivo y que la tradicional oposición entre
cultura de élites-cultura popular se ve relevada por la dinámica de la hibridación
cultural13.

13
Dos libros importantes en la trayectoria de García Canclini exponen estos planteamientos: Las culturas
populares en el capitalismo (2002, [1981]) y Culturas Híbridas. Estrategias para entrar y salir de la
modernidad (1989).

19
Esta rápida revisión de los estudios sobre cultura popular permite sintetizar las
tendencias en “tres vectores”:

- Valores: los que asignan a la cultura popular un carácter bárbaro,


supersticioso, pre-científico y los que aprecian en ellas el origen de las
culturas nacionales o bien encuentran en ellas elementos de resistencia
contra la hegemonía cultural.

- Objetos: Los que al analizar la cultura popular se preocupan principalmente


en los objetos materiales e inmateriales que la constituyen o quienes se
enfocan al análisis de prácticas político culturales sustentadas en la idea de
autonomía o libertad cultural.

- Agencia: quienes analizan la cultura popular como creaciones exclusivas


de los grupos culturales o los que también toman en cuenta los fenómenos
actuales de la cultura de masas que ha distanciado el proceso de
producción cultural del de consumo incluso pensándolo a nivel global.

El siguiente cuadro intenta expresar gráficamente estos “vectores”.

20
Vectores dominantes en el análisis y gestión de la cultura popular

VALORES

Agencia Autónoma OBJETO Valoración Positiva


Cultura Popular:
Auténtica, buena
Inmanencia
Sustentable, natural
de la cultura
Genuina. Sentido identitario,
popular
Defensa de la revolucionario o de resistencia
producción La cultura popular se Lugar de enunciación:
autónoma y expresa en prácticas Las élites románticas,
las decisiones definidas en forma proyectos sociales
propias autónoma por los grupos emancipadores
populares. Sólo se entiende genuina
AGENCIA en clave de libertad

Cultura Popular:
Creaciones para las masas
Pre-científica,
sostenidas en el
primitiva,
entretenimiento.
bárbara,
Escisión entre el creador y el
supersticiosa, La cultura popular
consumidor; incorporación al
vulgar se expresa en
consumo cultural global.
objetos tangibles e
La cultura popular vista
Lugar de enunciación: intangibles
como cultura impuesta y no
Las élites ilustradas, preservados por la
propia.
proyectos sociales tradición y la
modernizadores a partir costumbre

Valoración Negativa de la educación el trabajo


Agencia Impuesta
industrial y la
Externalidad
urbanización; Las culturas
de la cultura
populares deben ser
superadas para lograr la
popular 21
Fuente: Elaboración propia. integración social
5.5. Los múltiples sentidos de la cultura de masas

En 1965, Umberto Eco dio a conocer un texto ahora clásico en el que propuso
diversas maneras de comprender la cultura de masas 14. Según Eco, las
características que se asignaban a la cultura de masas era la difusión de modos
de vida homogéneos y estereotipados que evitaban soluciones originales,
adaptadas al gusto medio al que halagan. Es producida desde el exterior de ellas
y por ello se la piensa como instrumento de dominio e imposición. La cultura de
masas busca agradar con desenfado y sin provocación, y los medios promueven
una visión pasiva y acrítica diferente a la de las élites intelectuales. Más radicales
algunos críticos señalan que la cultura de masas embota su conciencia histórica
pues producen conformismo a partir de estrategias cuidadas y persuasivas de
comunicación. En fin, la cultura de masas produce conformismo. Salvador Giner
sigue precisamente las ideas centrales de esta crítica en su libro la Sociedad
Masa y resume las opiniones de diversos autores sobre la cultura de masas en los
siguientes puntos:

- La cultura popular ha dejado de existir: la cultura de masas ha ocupado su


lugar.
- La cultura de masas existe en virtud de los medios de comunicación de
masas, y éstos determinan su contenido.
- La estandarización exigida por los medios de comunicación impone la
homogeneización del contenido de la cultura de masas.
- La cultura de masas es esencialmente comercializable.
- La cultura de masas es mediocre y vulgar.
- La cultura de masas es inmoral (encierra una brutalidad interna, carece de
valores y favorece el caos y el relativismo ético).
- La cultura de masas es psicológicamente nociva.
- La cultura de masas es manipulativa.
- La cultura de masas ha escindido el mundo de la cultura.
- La cultura de masas no es cultura.

14
Apocalípticos e Integrados.

22
- La cultura de masas es inherente a la sociedad masa (Giner 1979: 263-
280).

Los “padres” de esta concepción negativa de la cultura de masas los podríamos


rastrear muy atrás, pero son dos representantes notables de la escuela de
Frankfurt, Theodor Adorno y Max Horkheimer quienes no sólo pensaron la cultura
de masas sino explicaron el modo como se produce e instrumentaliza: la industria
cultural. En su libro Dialéctica del Iluminismo realizan una crítica profunda a la
cultura contemporánea señalando esos rasgos negativos y pesimistas que son
propios del cuestionamiento a la cultura de masas.

Sin embargo, otro frankfurtiano, Walter Benjamin sugiere otro modo de analizar la
cultura de masas. En su célebre texto “La obra de arte en la época de la
reproducción técnica” nos presenta no sólo una manera de analizar la obra de arte
-a partir del “aura”, que indica la unicidad de la obra arte y su carácter específico y
diferente a cualquier otro producto humano- sino lo que sucede con ésta cuando
ésta es susceptible de ser reproducida mecánicamente hasta el infinito. En este
caso la pérdida del aura es evidente al triturar su irreproductibilidad pero más
sobresaliente aún es su efecto en la sociedad de masas pues éstas pueden
adueñarse de la obra de arte antes encerrada en las galerías, los museos o las
residencias de las élites y en cambio se hace accesible al gran público generando
un proceso de igualación. La reproducción mecánica altera también las formas de
recepción. Mientras las élites reclaman de la obra de arte recogimiento y
solemnidad, las masas aprecian su accesibilidad y su sentido de entretenimiento.
Con todo, podemos preguntarnos si es cierto tal proceso de democratización del
arte a partir de la accesibilidad creada por la industria cultural. La cuestión está en
el aire. Muchos aún niegan el carácter artístico de la obra de arte caracterizándola
de vulgar y chabacana. Otros reconocen que a través de la industria cultual se
hace accesible a la mayoría de la sociedad, así sea que ésta no esté madura ni
sea exigente.

Los críticos de la cultura de masas pueden ser criticados de pesimistas y elitistas.


También que muchas de sus afirmaciones carecen de fundamento empírico. El
señalamiento del carácter manipulador y engatusante de la cultura de masas es
antiguo. Werther, el protagonista de la famosa novela de Goethe (1774) quien
acaba suicidándose, se convirtió ciertamente en un modelo para muchos jóvenes
de la época, algunos de los cuales decidieron vestir con las prendas y colores que
imaginó Goethe, e incluso, algunos se quitaron la vida al modo de Werther. Esto

23
hizo que varias familias rogaran al poeta alemán que modificara el final de su
novela para evitar tales actos de imitación. Más de doscientos años después, la
democrática y educada Noruega decidió sacar del mercado los video-juegos a los
que era aficionado el asesino de decenas de jóvenes socialistas en la Isla de
Utoya en 201115. Sin embargo, la relación entre la violencia presentada en
novelas, películas y videojuegos con la que practican algunos asesinos no ha sido
claramente explicada por los científicos. Por el contrario, las investigaciones han
avanzado en dos direcciones diferentes:

Estudio de las audiencias activas. Este tipo de estudios supone que los públicos
no son entes pasivos sino intérpretes de los mensajes que les son presentados
por los media. Más aún, hay en ellos una capacidad de agencia que traduce los
mensajes a su experiencia e incluso que les permite fraguar estrategias de
resistencia y apropiación de los mismos. Estos estudios han llevado a proponer el
campo de la comunicación y de las nuevas tecnologías como un terreno
conflictivo, donde existe el conflicto y la capacidad para dar a conocer mensajes
muy distintos. Desde el punto de vista de los receptores es importante el
conocimiento del proceso de interpretación de los medios.

Para observar un ejemplo del uso alternativo de los recursos de la cultura


de masas, puede leerse el artículo “El Burka animado con polémica” El País
31-07-2013.
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/07/30/actualidad/1375200161_260780
.html

Estudios de la internacionalización de la producción cultural. Con todo, no


basta aceptar el papel activo de las audiencias. Es también indispensable
reconocer los desplazamientos que la globalización ha producido en el modo de
producir, difundir y consumir la cultura de masas. El libro, el teatro, la ópera o la
radio y la televisión en sus inicios tenían un profundo sentido nacional. Hoy la
producción cinematográfica y audiovisual se hace con un sentido global. Las
novelas no tendrán éxito de ventas si están ancladas en territorio poco atractivo a
los grandes públicos lectores. Incluso la música “étnica” ha tendido a
internacionalizarse. Con las nuevas tecnologías de la comunicación, incluso la
televisión ha entrado en crisis y ahora es posible que a través de YouTube puedan

15
http://blogocio.net/noruega-retira-mas-de-50-videojuegos-violentos-tras-la-tragedia-de-utoya-no-42450/

24
producirse audiovisuales para grandes audiencias más allá de las fronteras
nacionales. ¿Es esto una muestra de la democratización de la cultura de masas o
más bien es una nueva forma de imperialismo cultural?

Para observar un ejemplo de las nuevas tendencias globales de la


producción audiovisual puede leerse el artículo “Hitler contra Dark Vader” El
País 30-07-2013.
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/07/21/actualidad/1374425573_8618
29.html

Bibliografía

Benjamin, Walter (1989) “La obra de arte en la época de su reproductibilidad


técnica” [1936] en Discursos Interrumpidos I, Bs As, Taurus.
Bolleme, Genevieve (1990) El pueblo por escrito. Significados culturales de lo
“popular”, México, Grijalbo/CNCA.
De Certeau, Michele (1999) “La belleza del muerto”, en La cultura en plural
[1974], Bs As., Nueva Visión, 47-70.
Eco, Umberto (1985) Apocalípticos e integrados [1965], Barcelona, Lumen.
Elias, Norbert (1982) La sociedad cortesana, [1933] México, Fondo de Cultura
Económica.
Elias, Norbert (1987) El proceso de la civilización:investigaciones sociogenéticas y
psicogenéticas. [1939] Traducción de Ramón García Cotarelo. México,
Fondo de Cultura Económica.
Emrich, Duncan (1946) "’Folk-Lore’: William John Thoms", California Folklore
Quarterly 5 (4), Oct., 355-374, http://www.jstor.org/stable/1495929.
Gamio, Manuel (1982) Forjando Patria [1916] México, Porrúa.
García Canclini, Néstor (2002) Las culturas populares en el capitalismo [1980]
México, Grijalbo.
García Canclini, Néstor (1984) “Cultura y organización popular Gramsci con
Bourdieu” Cuadernos Políticos, número 38, México, Era, enero-marzo, 75-
82.
García Canclini, Néstor (1989) Culturas Híbridas. Estrategias para entrar y salir de
la modernidad. México, CNCA/Grijalbo.

25
Giner, salvador (1979) Sociedad de masas. Crítica del ´pensamiento conservador,
Barcelona, Península.
Horkheimer Max y Theodor Adorno (1969) Dialéctica del Iluminismo [1947] Bs. As.
Sur.
Horkheimer Max y Theodor Adorno (1973) “Masses” [1953-1954] en Aspects of
Sociology, London, Heinemann.
Horkheimer, Max (1974) “Prefacio a la nueva publicación” [1968] en Teoría Crítica,
Bs. As., Amorrortu, 9-14.
Kornhauser, William, (1979) “Masas (sociedad de), Enciclopedia Internacional de
las Ciencias Sociales, Madrid, Aguilar.
Martín-Barbero, Jesús (1987). De los medios a las mediaciones. México: Gustavo
Gili.
Ortega y Gasset, José (1986) “La rebelión de las masas” [1929] México, Origen
Planeta.
Sagasti, Francisco (1999) “The Shape of things to come. Development
Cooperation in the 21st Century”, Cooperation South, (2), 20-44.
Thompson, Edward Palmer (1999) Costumbres en común. Barcelona.
Crítica/Mondadori.
Tooker, Elisabeth (1983) “The Structure of the Iroquois League: Lewis H. Morgan’s
Research and Observations” 30 (3), Summer, 141-154.
http://www.jstor.org/discover/10.2307/481022?uid=3738664&uid=2129&uid=
2&uid=70&uid=4&sid=21102528074543
Walsh, David (2006) “El marxismo, el arte y el debate soviético sobre la ‘cultura
proletaria’" [2005] http://www.wsws.org/es/articles/2006/may2006/span-
m25_prn.shtml

26

También podría gustarte