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LOS CORISTAS
El niño, ente de importancia magna para que el desarrollo de una sociedad sea
óptimo; alguna vez lo fuimos o todavía lo somos, pero de algo no hay duda: es y
debe ser la mejor etapa de la vida. La mejor época para aprender a creer, a
crear, a valorar, a comportarse adecuadamente, a reír, a escuchar, a hablar, a
ser personas, a vivir… Contrapuesto a este esquema que debe guiar el
crecimiento y desarrollo de un menor, están quienes ven a los niños como una
caja de Pandora: con todos los vicios y aspectos negativos por haber; incluso
llegan a exclamar: “es que a mi no me gustan los niños”…”yo no tengo
paciencia“…”es que son una plaga”… Respetable opinión, pero he de decir que
es cuestionable desde todo punto de vista: Tú fuiste niño y aunque no te hayan
tenido paciencia no se supone que debas transmitir ése sentimiento. Me
explico: cuando un niño se comporta indisciplinadamente, hace berrinches,
roba, dice malas palabras, no hace sus tareas, es desordenado, etc. es porque
algo pasa.
Hay tanto para analizar de esta película que olvidamos la extensión del
discurso. Por ejemplo, el director del reformatorio (en todo el sentido de la
palabra), una oscura persona que juzgamos por su mal comportamiento con las
personas que lo rodean, deja entrever algo clave: él no quería ser director, las
circunstancias lo obligaron. Todos sabemos que no hay nada peor que hacer
algo que no nos gusta, lo hacemos mal, con deseos frustrados y reprimidos
porque se quiere ser otra persona, quizás un médico, un abogado. El asunto
es que verlo en ocasiones jugando fútbol con los niños y que algún momento
haga aviones, revela que no vivió una infancia adecuada, que tiene sueños
reprimidos, que desea con todas su ansias ser un niño, y esto es lógico si
miramos a la niñez como la etapa más importante de nuestra existencia, él se
comporta de forma egoísta y descarga su rencor en los menores.
El joven que llega de último al lugar y desde ya clasificado por una errónea
escala en dudoso, da cuenta de un menor con serios problemas, que si nos
remitimos a su hogar y a sus pasados y vivencias, estoy segura de que
haremos descubrimientos asombrosos y entenderemos el porqué se su mal
comportamiento. Y es que toda persona esconde un pasado que deja huellas
en su vida y cada niño es el reflejo de un determinado hogar; y aunque el chico
demuestre ser el más maduro, el que más puede, el que no puede ser
derribado, su vida es tan sensible y su existencia ha de ser una tortura y sus
recuerdos una gran cruz que lo conducen a llamar la atención y hacerse
respetar y sentirse importante.
“¡Gran película la que deja una enseñanza que traspasa las fronteras del tiempo
y que es tan significativa como llena de elocuencia y misterio!”