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Tp genocidio

Pichetto:bomba
Falta de insumos
Explosión de la escuela
Quita de remedios a los jubilados
Licuado a los salarios
Falta de empleo

EL NEOLIBERALISMO COMO FORMA PARTICULAR DE GENOCIDIO*


25 DE OCTUBRE DE 2016 · PÚBLICO
por Patricio Brodsky

“El resumen de esta pesadilla que ha vivido América, de un extremo a otro, es que en este
continente de casi 200 millones de seres humanos, formado en sus dos terceras partes por
los indios, los mestizos y los negros, por los “discriminados”, en este continente de
semicolonias, mueren de hambre, de enfermedades curables o vejez prematura, alrededor
de cuatro personas por minuto, de 5 500 al día, de 2 millones por año, de 10 millones cada
cinco años. Esas muertes podrían ser evitadas fácilmente, pero, sin embargo, se producen.
Las dos terceras partes de la población latinoamericana vive poco y vive bajo la permanente
amenaza de muerte. Holocausto de vidas que en 15 años ha ocasionado dos veces más
muertes que la guerra de 1914, y continúa. Mientras tanto, de América Latina fluye hacia
Estados Unidos un torrente continuo de dinero: unos 4 000 dólares por minuto, 5 millones
por día, 2 000 millones por año, 10 000 millones cada cinco años. Por cada 1 000 dólares
que se nos van, nos queda un muerto. ¡Mil dólares por muerto: ese es el precio de lo que
se llama imperialismo! ¡Mil dólares por muerto, cuatro veces por minuto!” Fidel Castro
“Hay millones de personas subnutridas y hambrientas. Cada cinco segundos un niño menor
de diez años muere de hambre. Son 57 000 personas las que mueren de hambre cada día.
Al menos 1 000 millones de personas son gravemente invalidados o sufren secuelas graves
por la desnutrición. Los informes que dan cifras, localización y edad de las víctimas dicen
que la agricultura mundial podría alimentar normalmente con 2 200 calorías diarias 12.000
millones de personas. Sólo somos 7.000 millones.
“Entonces no hay falta de alimentos, sino de acceso a la alimentación, de voluntad política y
gubernamental para hacerla llegar a los pobres que la necesitan. ¡Un crimen contra la
humanidad! ¿No? Por eso yo digo que un niño que muere de hambre es un niño asesinado”
Jean Ziegler
“Hemos llegado al punto en que, para abrir un nuevo sector a la expansión del capital (“la
modernización de la producción agrícola”), se debe destruir, en términos de personas,
sociedades completas: de una parte, veinte millones de nuevos productores eficientes
(cincuenta millones de personas, incluyendo a sus familias), tres mil millones de marginados
de la otra. La dimensión creadora de la operación representa solo una gota en el mar de la
destrucción que genera. Se puede concluir que el capitalismo entró ya en su fase senil
descendente, pues la lógica que rige este sistema ya no es capaz de asegurar la más
elemental supervivencia de la mitad de la humanidad. El capitalismo se convierte en
barbarie, invita directamente al genocidio. Por esta razón, es más necesario que nunca
sustituirlo por otras lógicas de desarrollo, con una racionalidad superior“. Samir Amin
Ya desde su nacimiento el modo de producción capitalista aparece como un régimen
criminal y violento. Su proceso de acumulación originaria, esto es el proceso que da origen
a las relaciones sociales en las que se asienta este modo de producción, tal como lo relata
Karl Marx en el capítulo XXIV del libro I de El Capital, [1] es un proceso violento que
podemos definir como genocida puesto que por un lado hay un proceso de concentración
económica que se produce a través de la expropiación, concentración y despojo de la tierra
y los medios de producción; mientras que, paralelamente, se crean las condiciones
materiales para la destrucción de ciertas clases sociales, básicamente los siervos de la
gleba quienes son forzados mediante la creación de dispositivos punitivos a “proletarizarse”,
es decir, a producir un profundo cambio cultural e identitario que los llevará a su disolución
como grupo.
Mientras, paralelamente a este proceso que se da en Europa, en el resto del orbe, se
producen la conquista y el pillaje coloniales, que son procesos plagados de crímenes de
masa y que darán las condiciones que sustentarán y harán factible el desarrollo de técnicas
punitivas y de control poblacional utilizando fuerzas militares en funciones penales y
punitivas, generando una doctrina ideológica basada en la tesis del “enemigo interno” y en
una forma de (des)trato al otro que se aplicará, primero entre los ciudadanos de las
metrópolis y los habitantes de las colonias pero que pronto se importará a las metrópolis y
serán utilizados por las clases hegemónicas para garantizar su dominación sobre las clases
subalternas, ese es el proceso descripto por Marx.
La conquista y el desarrollo de la etapa colonial reforzarán y vigorizarán esta tendencia
propia del capitalismo; una vez consolidada la dominación, se desarrollará una ideología
que naturalizará y le dará un carácter racional al Status Quo, una ideología que Aníbal
Quijano llamará Colonialidad del Saber-Colonialidad del Poder.
Mientras esto acontece aparecerán explicaciones justificadoras que operarán a modo de
velo ideológico, Marx las llama “robinsonadas”, que son explicaciones que buscan reforzar
lo individual por sobre lo colectivo, es el traslado a lo social de la fábula de la Cigarra y la
Hormiga; colocando la responsabilidad de la pobreza y la exclusión en las víctimas de estos
males ocultando el violento proceso de despojo y saqueo a la que son sometidas. Es un
virtual “pensamiento mágico” que funciona como justificador de las relaciones de
explotación de clase mediante la “naturalización” del prejuicio de la “ética” del trabajo y el
sacrificio.
La aparición de esta ideología y estas técnicas serán una constante durante toda la historia
del capitalismo pero en la etapa neoliberal estas se verán reforzadas. Particularmente, en
nuestro país la introducción del neoliberalismo en su faz financiera coincidió con el
desarrollo de la dictadura genocida.
La “objetivación” propia de la naturalización de las relaciones de producción capitalistas
cosifica a los sujetos y transfiere cualidades humanas a las cosas, de tal suerte que en el
discurso del capitalismo neoliberal aparecerá como más importante la “eliminación del
déficit fiscal” que, por ejemplo, la asistencia a sectores poblacionales en situación de
vulnerabilidad, de allí el carácter banalmente genocida del capitalismo neoliberal. No
importan las vidas humanas, importa “que cierren las cuentas”.
Detrás de conceptos aparentemente “asépticos” y fríos, como por ejemplo “déficit fiscal”, el
neoliberalismo encubre (y naturaliza) políticas deliberadas, pensadas, calculadas
racionalmente para provocar una transferencia de recursos de los sectores populares a los
sectores más concentrados de la economía, el déficit fiscal se puede “resolver” a la usanza
neoliberal (retirando al estado de las áreas de intervención más sensible, el bienestar social
y las políticas de asistencia a los sectores más vulnerables), o se puede pensar en formas
de intervención social estableciendo un régimen impositivo progresivo (impuestos a la
riqueza, retenciones a las exportaciones, a la producción minera, etc.) No es verdad que el
costo del “saneamiento fiscal” deba recaer, necesariamente sobre los sectores postergados,
en todo caso son decisiones del estado, no hy nada “natural” en la acción política y
económica.
La definición del concepto genocidio, en las definiciones de la mayoría de los especialistas,
está ligada a las formas de pensamiento hegemónico con lo cual muchas formas de
eliminación del otro quedan invisibilizadas y son objetivadas en las estadísticas estatales en
otras categorías que “naturalizan” efectos de políticas estatales, las estadísticas de los
muertos generados por las prácticas cotidianas del capitalismo neoliberal pueden ser
consideradas genocidio en un sentido amplio y decolonial, las políticas neoliberales van
dirigidas expresamente a licuar el poder de las clases trabajadoras y populares.
Pramono afirma que el neoliberalismo es genocida porque va expresamente dirigida a
atacar las bases culturales de existencia del proletariado industrial; de hecho, el
neoliberalismo genera desocupación estructural prolongada en el tiempo, lo que a la larga
provocará la destrucción de determinado tipo de relaciones sociales y la aparición y
consolidación de otras.
Analizando esta situación, vemos que realmente los estados modernos tienen como guía y
fundamento aquella lógica que le asigna Foucault al biopoder según el cual la biopolítica de
estos estados se resume en la frase “Hacer vivir y dejar morir” ya que la falta de control y
regulación por parte de los estados termina por generar muertes evitables, personas que
son abandonadas a su suerte, “dejadas morir” por estos estados cuya lógica, en última
instancia es la del darwinismo social, sobrevivirán sólo aquellos que tengan condiciones
para hacerlo, el resto es abandonado a su suerte. Una lógica genocida.
El genocidio es una tecnología de poder, una práctica del estado, por lo tanto siempre se
trata de un hecho político; siempre hay una decisión consciente de sujetos que deciden
voluntariamente, que eligen, optan por aplicar cierto tipo de políticas y no otras, el genocidio
no es una “fatalidad inevitable”, sino que es una decisión política tomada racionalmente por
sujetos que optan entre diversas alternativas. Son los sujetos perpetradores son quienes
tienen el poder para aplicar o evitar aplicar las políticas genocidas.
La violencia política, particularmente las persecuciones y genocidios por motivos políticos
son acontecimientos que se producen cuando hay una disputa por la hegemonía, en efecto,
el estado sirve a los intereses de las clases dominantes, de la hegemonía establecida.[2] El
ejercicio de la violencia está puesta al servicio de garantizar la reproducción social,
particularmente en el caso del capitalismo, el ejercicio de la violencia material como
coerción extraeconómica, busca posibilitar el régimen de acumulación y la propiedad
privada. La “rentabilidad” y la “valorización del valor”. En este sentido las pretensiones al
derecho del ejercicio monopólico de la violencia por parte de los poderes hegemónicos
(estatales o paraestatales), son una herramienta puesta al servicio del régimen de
acumulación y propiedad privada. El ejercicio de la violencia (tanto la material como la
simbólica) son un medio que se subsume y adecua a las necesidades de las clases
hegemónicas.[3]
Cuando la hegemonía es amenazada, o cuando una clase quiere establecer una
hegemonía, en esas coyunturas es cuando se producen los genocidios, originario o
reconfigurativo, en todo caso, el genocidio, como política hegemónica, es una política de
estado, recordemos que Lenin afirmó que: El Estado es una máquina para mantener la
dominación de una clase sobre otra.[4]
Stanley Moore analizando a Lenin afirma: La definición de Lenin se basa en este contraste
entre el gobierno dictatorial y el constitucional. “La dictadura”, escribe, “es un poder que se
apoya directamente en la fuerza y no está sometido a ley alguna”.
La dictadura es un método de gobierno: no es una forma de estado que pueda contrastarse,
por ejemplo, con la democracia…
La afirmación de que el dominio de clase es esencialmente dictatorial no significa que los
métodos dictatoriales se utilicen en forma invariable, sino que dichos métodos son
necesarios para el dominio de clase en un sentido en el que los métodos constitucionales
no lo son. Específicamente, esto implica la afirmación de que los métodos dictatoriales son
necesarios en el momento en que se establece el dominio de una clase y en todos los
momentos posteriores en los que el dominio este seriamente amenazado. [5]
La esencia del capitalismo es el darwinismo social, el principio de “no intervención” del
Estado en la economía o “Laissez Faire”, en la práctica, significa abandonar a los más
vulnerables y necesitados, aquellos violentados por la coerción económica y arrojados a los
márgenes de las relaciones capitalistas. La falacia liberal de la “igualdad de oportunidades”
se basa en este principio rector, dado que si hay “igualdad de oportunidades”, entonces
serán los “más capaces”, los “más aptos”, los “más esforzados” quienes logren alcanzar “el
éxito”. Lo que encubre esta falacia es la desigualdad de origen y la violencia material y
simbólica de la coerción económica de la sociedad capitalista.
La violencia física liminar, en la cual se basa el modo de producción capitalista, tiene su
correlato ideológico en el relato simbólico de la ideología “robinsoniana”, en ella se trata a
las víctimas como responsables de su propia situación y, apelando a la figura de la hormiga
y la cigarra, se refuerza la idea de su desapego al esfuerzo tratándolos de “vagos” a los
sectores más vulnerables, velando así el carácter injusto del régimen de apropiación
material.
Concibiendo al capitalismo de esta manera afirmamos que el neoliberalismo no es más que
una etapa del capitalismo, más despiadada pero igualmente salvaje. Es una etapa en la
cual, ideológicamente, se vuelve a formas ideológicas preKeynesianas, a la ideología del
“libremercado”, sólo en términos enunciativos porque en realidad no es que el estado
neoliberal “deja de intervenir” en economía sino que interviene en función de los intereses y
la acumulación de los sectores que más tienen y menos necesitan. El estado abandona a su
suerte a los sectores más vulnerables de la población y coloca todo el aparato burocrático al
servicio de los intereses materiales de acumulación de las fracciones más concentradas del
gran capital.
La filosofía tras el neoliberalismo es una forma sofisticada de racismo encubierto en un
lenguaje propio del darwinismo social, como se desprende de la cita de uno de sus teóricos,
Friedrich Von Hayek:
Si bien no existe una simple relación cuantitativa entre la preservación de las vidas
humanas y la acción económica, no debe de infravalorarse la importancia de los últimos
efectos del orden de mercado. Cuestión que merece algunos comentarios adicionales.
Cuando se trata de sacrificar unas pocas de vidas en aras de otras muchas, no debe
olvidarse, que por lo general aquellas corresponden a seres desconocidos.
Aunque nos desagrade enfrentarnos con los hechos, continuamente nos vemos obligados a
adoptar tales decisiones. En las decisiones públicas o privadas, las desconocidas vidas
individuales no constituyen valores absolutos.
Ahora bien la exigencia de salvar el mayor número de vidas no significa que todas las vidas
sean igualmente importantes. Puede ser importante salvar la vida de un médico que la de
un herido. De la vida de un sujeto altamente productivo puede ser más valiosa para la
comunidad que la de otros muchos. No es el número actual de vidas que la evaluación
tiende a maximizar, sino el potencial flujo de existencias futuras.[6]
Por otro lado, el neoliberalismo tiene una práctica genocida porque atenta contra las
condiciones de existencia individual y colectiva de los sectores más vulnerables de la
sociedad los cuales se ven puestos al límite de su existencia dado el abandono por parte
del estado que debería garantizarles el derecho a vivir, y, por otro lado, como nos alerta el
Dr. Zaffaroni, el estado neoliberal produce lo que podríamos llamar “genocidio por goteo”
que son prácticas invisibilizadas por las estadísticas estatales y que abarcan desde los
jóvenes asesinados por la violencia institucional, la estigmatización y la criminalización de la
pobreza y la protesta social, hasta los suicidios y las muertes generadas por decisiones
políticas (las muertes por inanición de los 90, los muertos de frío y gripe A de estos meses,
los muertos por muerte “súbita” por las condiciones y tensiones a las que se vieron
sometidos trabajadores que fueron desempleados estos meses, etc.).
El problema es la profunda desigualdad existente en una sociedad de clases, mientras
27.000 personas mueren de hambre diariamente, los más ricos de la humanidad son cada
vez menos, en los últimos 6 años se ha producido una drástica concentración de la riqueza,
quienes más tienen y acumulan un volumen de riqueza equivalente al que posee la mitad
más pobre de la humanidad, en sólo 4 años se ha reducido a un cuarto.
Tabla 1 Evolución de la Concentración de riqueza, cantidad de sujetos que tienen igual
fortuna que la mitad más pobre del humanidad
Año Cantidad de individuos
2010 388
2011 177
2012 159
2013 92
2014 80
2015 62
Fuente: Informe OXFAM: 62 Personas Posen La Misma Riqueza Que la Mitad de la
Población Mundial. (18/1/2016). En Internet:http://oxf.am/Znzm. Consultado el 15/8/2016
El capitalismo, las relaciones de apropiación privada y la desigualdad generada por las
relaciones sociales de producción capitalista son criminales porque generan anualmente
una media de 22.120.000 muertos por razones evitables que se producen por la pobreza.
Si calculamos los muertos en forma conservadora ya que todos los informes hablan de la
disminución en las estadísticas de muertes vemos que por cada muerto en un democidio
hay cuatro muertos por causas vinculadas a las condiciones generadas por la desigualdad
sostenida por el modo de producción capitalista, el hambre, enfermedades o accidentes
laborales, enfermedades producidas por la contaminación del aire y los muertos por
enfermedades curables maltratadas por sistemas de salud ineficientes o inexistentes
propias de situaciones de pobreza y abandono por parte de los estados neoliberales.
Tabla 2 Distribución de muertos por período según causales
Período Cantidad de Muertos Causas de los decesos
1991-2016 (25 años) 247.000.000 Hambre1
58.000.000 Enfermedades/Accidentes Laborales2
175.000.000 Contaminación del aire3
73.000.000 Enfermedades prevenibles4
553.000.000 TOTAL DEL PERIODO
1900-2000 (100 años) 262.000.000 Democidios5
262.000.000 TOTAL DEL PERÍODO
Fuentes:
1Informe del Hunger Project de la ONU citado en http://2014.kaosenlared.net/kaos-
tv/86705-aumenta-el-terror-en-ucrania-y-las-masacres-de-la-paz (Consultado el 6 de junio
de 2016)
2Informe de la OIT: La Prevención de las Enfermedades Profesionales, Ginebra 2013.
http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—ed_protect/—protrav/—
safework/documents/publication/wcms_209555.pdf
3Informe de la OMS: La ONU y el cambio climático.
http://www.un.org/climatechange/es/blog/2015/11/la-oms-alerta-de-las-decenas-de-miles-
de-muertes-causadas-por-el-cambio-climatico/
4Informe de Médicos Sin Fronteras
http://www.fundacionsauce.org/reikisinfronteras/dossier_prensa_enfermedades_olvidadas.p
df
De los datos del cuadro se nota con claridad que en el período que inicia con el derrumbe
del llamado “Socialismo Real” y que llega hasta la actualidad el funcionamiento regular del
capitalismo neoliberal ha provocado, en sólo 25 años, el doble de victimas que los estados
democidas en todo el siglo XX, Una tasa de mortandad 8 veces superior. Entonces se
aprecia con total claridad que la esencia del capitalismo, particularmente en su fase
neoliberal, tiene un carácter genocida.
El capitalismo en su funcionamiento cotidiano, por la sola coerción económica (sin contar
las muertes provocadas por la coerción extraeconómica, esto es, por el ejercicio directo de
la violencia física) genera una enorme cantidad de decesos que quedan ocultos tras
categorías “objetivadoras” que “naturalizan” las muertes provocadas por decisiones políticas
de los estados y por las relaciones sociales de producción dominantes. Como dice
Zaffaroni, estas muertes son invisibilizadas tras las estadísticas (estadísticas que son
construidas por esos mismos estados que sirven a los intereses de las clases
hegemónicas), estas muertes, como decimos arriba, suman poco más de 22 millones de
muertos por causas evitables. El capitalismo, como todo régimen de clases no sólo es
injusto sino que es criminal, es un sistema asesino que oculta sus crímenes tras la
“naturalización”.
El carácter genocida del capitalismo es velado por la naturalización de las muertes
provocadas por la desigualdad social producto de la apropiación privada de los medios de
producción y de decisiones tomadas por la hegemonía político-económica de la sociedad
global. Una de las flagrantes contradicciones del sistema hegemónico es el hecho que los 5
países con asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, países
que reservan para sí el poder de vetar resoluciones son, al mismo tiempo, los principales
responsables de la perpetuación de los conflictos bélicos dado que son los 5 principales
productores de armas del mundo: EE.UU, Rusia, China, Francia y el Reino Unido.
Los regímenes capitalistas liberales y sus ideólogos, que tan afectos son a señalar los
crímenes cometidos por regímenes postcapitalistas (el genocidio en Camboya, la hambruna
en Ucrania en 1932, las purgas estalinistas, etc.) y que valoran la democracia liberal como
un bien absoluto, oculta bajo eufemismos sus genocidios originarios (“Campaña al
Desierto”, “Conquista del Oeste”) o de reestructuración de la hegemonía de la sociedad
(“Guerra Sucia”, “Conflictos de Baja Intensidad”), mientras que sus principales crímenes, los
cotidianos, el genocidio “por goteo”, son naturalizados e invisibilizados. Pero se trata de
crímenes que son efecto indirecto de elecciones racionales y políticas aplicadas por los
Estados, y estas acciones pueden ser clasificadas como Genocidios de Tipo III en la escala
de Pramono:
…si el elemento mental[7] genocida y los actos de genocidio no son evidentes, pero debido
a la imprudencia y la negligencia, un grupo o más son inevitablemente destruidos en todo o
en parte, los actos correspondientes califican como genocidio de tercer grado. Esto
ayudaría a detectar el genocidio como un “subproducto” de políticas como el desarrollo
económico o el capitalismo global.[8]
Podríamos decir que es discutible que las políticas neoliberales puedan ser consideradas de
esta manera porque no se trata de imprudencia o negligencia sino políticas deliberadas.
Por otro lado, este mismo autor plantea que el neoliberalismo tiene un carácter genocida
porque ataca las bases de existencia de la clase obrera, un argumento análogo al que
aplicamos al comienzo de este artículo al propio capitalismo originario que destruyó las
bases de existencia de las clases de la sociedad feudal, dice Pramono:
Si el genocidio hace referencia a la política que efectiviza la destrucción de determinado(s)
grupo(s), provocando el hundimiento de sociedades enteras, entonces, un debate centrado
en cómo el neoliberalismo destruye a la clase obrera podría ayudar a revelar su mentalidad
genocida. El neoliberalismo es genocida por naturaleza (y suicida), ya que a fin de
sobrevivir, tiene que comer su propia cola. En otras palabras, por ‘matar’ a la clase obrera,
el capitalismo está cavando su propia tumba. Cuando la clase obrera está agonizando, la
sociedad está muriendo lo que, al final, conducirá a la muerte del propio capitalismo. Pero,
¿qué o quién es la clase obrera?
La clase obrera, que está condenada a la extinción por el neoliberalismo, debe ser vista
como sociocultural, y no solamente cómo una institución económica (Polanyi, 1944; y ver
también Block y Somers, 1984). La clase obrera, por lo tanto, es una institución socio-
cultural de los trabajadores –de cuello azul y cuello blanco- para quienes “el empleo es
mucho más que una medida de ingresos:… es la medida esencial de la autoestima” de los
individuos en una la sociedad basada en el trabajo (Rifkin, 1995: 195). El énfasis en la clase
es significativo ya que esta clase trabajadora representa un importante segmento de la
sociedad humana que se ve amenazada por el modo integrado de la producción global.[9]
El carácter genocida del neoliberalismo, según Pramono, no está en la devastación social
que genera con su práctica cotidiana, como mostramos arriba, sino más bien en su proyecto
de clase de liquidar a la clase obrera no sólo como un grupo económico, sino y básicamente
como un grupo sociocultural que tiene ciertas prácticas culturales e ideológicas
compartidas. La devastación social no es más que un “efecto práctico” de la puesta en
marcha de las formas de apropiación de la riqueza propias de esta sociedad de clases que
coloca en el límite de la subsistencia a enormes franjas de población.
Marx y Engels en La Ideología Alemana dicen:
Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros
términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo
tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición los medios para
la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción
espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de
quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente. Las ideas
dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales
dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas; por
tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante, o sea, las
ideas de su dominación. Los individuos que forman la clase dominante tienen también, entre
otras cosas, la conciencia de ello y piensan a tono con ello; por eso, en cuanto dominan
como clase y en cuanto determinan todo el ámbito de una época histórica, se comprende de
suyo que lo hagan en toda su extensión, y, por tanto, entre otras cosas, también como
pensadores, como productores de ideas, que regulan la producción y distribución de las
ideas de su tiempo; y que sus ideas sean; por ello mismo, las ideas dominantes de la
época… En efecto, cada nueva clase que pasa a ocupar el puesto de la que dominó antes
de ella se ve obligada, para poder sacar adelante los fines que persigue, a presentar su
propio interés como el interés común de todos los miembros de la sociedad, es decir,
expresando esto mismo en términos ideales, a imprimir a sus ideas la forma de la
universalidad, a presentar estas ideas como las únicas racionales y dotadas de vigencia
absoluta.[10] De esta manera es que la construcción de sentido, aún dentro de las ciencias
sociales, está fuertemente influenciada por el pensamiento de las clases dominantes. De
ahí que en la mayoría de las representaciones sociales del genocidio se restringen a los
límites, las condiciones del pensar desde los marcos impuestos por el pensamiento
dominante, de esta suerte, los genocidios aparecen allí donde la dominación se establece o
es puesta en entredicho, los momentos de “excepcionalidad” histórica, mientras que las
muertes provocadas por el funcionamiento cotidiano del modo de producción capitalista,
orden social injusto y criminal basado en la explotación del hombre por el hombre, queda
invisibilizado tras la naturalización del orden social y las justificaciones ideológicas de las
muertes por motivos “naturales” (hambre, epidemias prevenibles, contaminación,
enfermedades y accidentes laborales) que son provocados por el orden social injusto.
Si bien es cierto que existen diferencias profundas entre lo que es un plan sistemático de
exterminio y las muertes “naturales” generadas por la lógica de funcionamiento del
capitalismo, lo cierto es que el proceso de construcción de categorías analíticas y
definiciones conceptuales no es un proceso “natural” sino que involucra decisiones
racionales y la asunción de compromisos teórico-ideológicos, es por este motivo que la
mayoría de las muertes generadas por el modo de producción capitalista quedan ocultas e
invisibilizadas tras categorías que no rompen críticamente los moldes de “lo dado”. De allí el
rescate del sistema de clasificación de los genocidios que hace Pramono, en el cual los
procesos de exterminio serían genocidios de tipo 1 y 2, mientras que las muertes
provocadas por políticas de estado que Weber definiría como “acciones racionales con
arreglo a fines” serían genocidios de tipo 3.
…Por lo tanto, en primer lugar, si el elemento genocida consciente —sea la intención, sea el
conocimiento— es evidentemente claro, la promoción de acciones genocidas (tales como
matar y lesionar gravemente, degradar condiciones de vida, imponer medidas para prevenir
nacimientos) califica como genocidio de primer grado. Segundo, si el elemento genocida
consciente no es claro per se, mientras las acciones genocidas son evidentes, el crimen
califica como genocidio de segundo grado. Tercero, si el elemento genocida consciente no
es evidente pero tampoco se aprecian acciones genocidas, pero debido a la imprudencia y
negligencia, un grupo humano o más son inevitablemente destruidos total o parcialmente
los actos correspondientes califican como genocidio de tercer grado… El gradiente de
criminalidad genocida ayuda a evaluar el impacto genocida de toda política neoliberal. Un
detenido análisis a la agonizante clase obrera (como grupo sociocultural) podría ayudar a
una mejor comprensión del carácter genocida del neoliberalismo.[11]
* Definimos como Genocidio al proceso de reorganización del poder material y simbólico
que se realiza dentro de una sociedad (o entre sociedades) en un lugar y tiempo
determinados y que, necesariamente, se produce mediante la coerción. El resultado de este
proceso es la destrucción de lazos sociales. Las víctimas tienen una pertenencia identitaria
común, esta pertenencia puede no ser asumida subjetivamente en forma voluntaria y
conciente por los integrantes de ese grupo, pero, necesariamente, sufre un proceso de
objetivación dado que esa identidad les es asignada, y/o impuesta externamente por el
grupo perpetrador, un claro ejemplo es la asignación del mote de “subversivo” a diversos
sujetos sociales por parte de los perpetradores de la dictadura genocida.
La mayoría de las definiciones de genocidio son producidas en el contexto de la modernidad
y como tales pertenecen al registro del pensamiento hegemónico. Contienen elementos que
contribuyen a naturalizar las causas sociales de las muertes que genera el régimen de
producción y apropiación capitalista entre las clases populares.
[1] “…en la historia real [a diferencia del relato idílico de la economía política] desempeñan
un gran papel la conquista, la esclavización, el robo y el asesinato; la violencia, en una
palabra“. MARX, Karl (1946): “La llamada acumulación originaria”, en El capital, Libro 1.
México: Fondo de Cultura Económica. Pág. 607.
[2] “Como el estado nació de la necesidad de refrenar los antagonismos de clase, y como al
mismo tiempo, nació en medio del conflicto, es, por regla general, el estado de la clase más
poderosa, de la clase económicamente dominante, … adquiriendo con ello (esta clase)
nuevos medios para la represión y explotación de la clase oprimida” ENGELS, Friedrich
(S.F.): El Origen De La Familia. La Propiedad Privada Y El Estado. Moscú: Ed. Progreso.
Pág. 172.
[3] “El Estado no es más que una máquina para la opresión de una clase por otra, lo mismo
en la república democrática que bajo la monarquía” ENGELS, Friedrich (2007): Prólogo de
1891 a La Guerra Civil en Francia de Karl Marx. Madrid: Fundación Federico Engels. Pág.
22.
[4] LENIN, V.I.: Sobre El Estado (Conferencia Pronunciada En La Universidad Sverdlov, el
11 de julio de 1919). Publicado en Marxists Internet Archive el 1 enero 2001.
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/11071919.htm (Consultado el
14/9/2016)
[5] MOORE, Stanley (1971): Crítica de la Democracia Capitalista. Una Introducción a la
Teoría del Estado en Marx, Engels y Lenin. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. Págs. 30-1
[6] VOH HAYEK, Friedrich (1988): “La Mortèlle Vanité, Les Erreurs Du Socialisme”, Vol. I
Paris: Routledge. Pág. 327 (N.B.: El destacado es nuestro)
[7] Pramono define como Elemento Mental a la intención o el conocimiento del resultado de
las acciones para llevar a cabo una acción genocida, esto es el elemento consciente, la
premeditación…
[8] PRAMONO, Siswo (2002): An Account of the Theory of Genocide. Refereed paper
presented to the jubilee conference of the Australasian Political Studies Association.
Australian National University, Canberra
[9] PRAMONO, Siswo (2003): The Genocidal Global Politics And Neoliberalism. Journal of
Economic & Social Research. Vol. 5 Issue 1, Pags. 121-2
[10] MARX, Karl & ENGELS, Friedrich (1975): La Ideología Alemana. Montevideo: Ediciones
Pueblos Unidos. Pág. 50-52
[11] Pramono, S. (2003). The Genocidal Global Politics And Neoliberalism. Publicado en
Journal of Economic and Social Research, 4(2), School of Social Sciences, The Australian
National University, Canberra, Australia. Pág. 121.
http://www.paginapopular.net/neoliberalismo-como-genocidio/

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