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Módulo 5

Fundamentos del delito y los delitos en particular


Unidad 2
Características y elementos del delito
Sesión 3
Características de delito
Nociones del delito

Los estudiosos del Derecho han tratado infructuosamente de crear una definición universal de delito, algo que ha sido
complicado ya que, conforme a las circunstancias propias de cada región y momento histórico, las necesidades de la
sociedad y las finalidades del Derecho van evolucionando, por lo que existen definiciones que han quedado obsoletas.

Es necesario hacer precisión sobre la creencia de que delito y crimen son sinónimos, aunque en la terminología
técnico-jurídica se utilicen indistintamente. Inclusive se tiene la idea errónea de que un crimen es más grave que
un delito. Por ejemplo, en el Pequeño Larousse ilustrado por delito se entiende “violación de la ley, de importancia
menor que la del crimen”.

La realidad es que en México no existen los crímenes y, por lo tanto, solamente podemos hablar de delitos y faltas
administrativas. El primero es de carácter penal; las segundas, de carácter administrativo.

La distinción entre ambas palabras proviene de sus antecedentes. El sustantivo crimen constituyó una derivación
del verbo cernere, que significaba tamizar el grano; después se refirió a cualquier acción de distinguir.

En materia penal, en el Derecho Romano, el término crimen era utilizado por los jurisconsultos clásicos para
referirse a los delitos públicos, considerándose como tales a las infracciones que lesionaban las bases generales
de la convivencia.

El sustantivo delictum, por otro lado, constituía para los romanos un sinónimo de delito privado, reputándose como
tal a la conducta que afectaba intereses particulares.

El delito puede ser estudiado desde varios puntos de vista, en particular y atendiendo a la cuestión jurídica, se han creado
nociones de tipo formal y tipo sustancial.

Noción jurídico-formal

Esta noción encuentra su sustento en la norma penal. Al respecto, el Código Penal Federal, en su artículo 7 prescribe que:
“el delito es el acto u omisión que señalan las leyes penales”.

Es importante comentar que la ley penal de cada entidad determina lo que se comprende como delito, por lo que resulta
necesario remitirnos a la legislación, según nuestra ubicación geográfica, para identificar lo que en la entidad federativa ha
quedado plasmado al respecto.

Noción jurídico-sustancial

La noción jurídico-sustancial va más allá de algo práctico o sencillo establecido en la norma, ya que busca la naturaleza o
esencia del delito. A pesar de los criterios vertidos por los distintos exponentes del tema, cabe mencionar que para esta
noción el delito se refiere a una conducta humana, pues sólo los seres humanos son susceptibles de la aplicación del
Derecho Penal.

La conducta puede ser activa u omisiva, dolosa o culposa, típica, antijurídica, imputable, culpable y punible. Si bien, hay
quienes sostienen que la punibilidad no es un elemento del delito al considerarse consecuencia del mismo; así como
también hay quienes insisten en que, si el delito no tiene aparejada una pena, no puede jactarse de serlo, pues carecería
de uno de sus elementos.

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Diferentes teorías en materia penal

Además de las nociones anteriores, deben considerarse las definiciones doctrinarias del delito. Pero antes de revisar la
teoría que las contiene, es importante comprender la diferencia entre teoría del delito y otras teorías en materia penal.

 Teoría de la ley penal: Estudia las reglas de aplicación según los sujetos, la materia y el territorio donde se cometan los
delitos (validez de las normas penales).

 Teoría de la pena: Estudia la naturaleza de la consecución jurídica del delito, como un aspecto que socialmente debe
reconocerse y limitarse y que sólo es aplicable cuando una persona comete un delito, quien se hace acreedora a que el
Estado le imponga una sanción. Esta teoría trata el fenómeno criminal, el delito, el delincuente y la pena, encauzados a la
protección de los bienes jurídicos contra los ataques que los afectan y que lesionan la seguridad jurídica; señala que el
delito es un mal que se debe limitar y para lo cual se aplica la pena.

 Teoría del delito: Son especialmente debatidas las relaciones entre sus diversos elementos, así como los componentes
de cada uno de ellos, pues conforme al Derecho de cada Estado, esta teoría es variable.

Para que un delito exista, es necesario que cumpla con una serie de requisitos, llamados elementos del delito. Sin ellos,
o faltando alguno de ellos, no podrá considerarse una conducta como delictiva y no será materia del Derecho Penal.

Dichos elementos se refieren a las condiciones indispensables sin las cuales no se podrá considerar una conducta como
delito. Estos elementos deben coincidir exactamente con el caso en particular, ya que de otra manera no se estaría en la
posibilidad de afirmar que determinada acción u omisión corresponde a determinado delito.

Sistemas totalizadores del delito

Doctrinalmente no hay uniformidad de criterios respecto al número de elementos que debe revestir el delito, pues algunos
estudiosos señalan que sólo son dos, otros tres, otros cuatro, hasta integrarlo en siete elementos.

También podemos hablar de un sistema unitario o totalizador, al que hace referencia Castellanos (1997). Este autor, entre
otras cosas, dice que el delito no puede dividirse ni para fines didácticos, pues es considerado como unidad total,
monolítica.

Por otro lado, los analíticos (o atomizadores), sostienen que sin que exista uniformidad en cuanto al número y cualidad de
los elementos que lo integran, el delito debe estudiarse analizando cada uno de sus elementos constitutivos.

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 Conducta: Se refiere al comportamiento que despliegue el sujeto; podrá ser activa (hacer) u omisiva (no hacer), al
momento de la comisión del ilícito. Depende del tipo específico de delito, así como de las características que para la
comisión del mismo exige la ley.

Para el caso del robo, por ejemplo, se requiere que el sujeto se apodere de alguna cosa ajena, sin consentimiento
de su propietario (conducta activa).

Por el contrario, en el delito de abandono de persona en el caso de un herido en accidente, el sujeto activo tiene
la obligación de socorrerlo, pero si no lo hace y lo abandona, la conducta desplegada es omisiva.

 Tipicidad: Es la descripción de todas y cada una de las características que debe reunir una conducta para ser
considerada delito. Éstas se encuentran en el libro segundo del Código Penal estableciendo claramente la descripción del
mismo. Cuando dicha conducta no corresponde justamente con la descripción de la ley, estaremos ante el elemento
negativo.

 Antijuridicidad: Ocurre cuando la conducta típica contraría la norma jurídica. Refiere a la conducta que atenta contra
los bienes o valores establecidos, para el desenvolvimiento de una sociedad, mismos que son indispensables para
garantizar su bienestar; cuando el sujeto los pone en peligro o los daña, actúa de manera antijurídica.

La ley prevé las causas de justificación, donde no existe la responsabilidad, aunque se haya cometido la conducta
reprochable.

Como ejemplos, podemos mencionar la legítima defensa, el estado de necesidad, el cumplimiento de un deber, el
ejercicio de un derecho o el consentimiento del titular del bien jurídico.

 Responsabilidad: Es la consecuencia jurídica derivada de la comisión de un hecho tipificado en una ley penal por un
sujeto imputable, siempre que dicho hecho sea contrario al orden jurídico y punible conforme a la misma.

 Culpabilidad: Es el reproche penal; el reclamo social hecho al sujeto por comportarse contrariamente a la norma,
estando en posibilidad de conducirse conforme a la ley.

 Imputabilidad: Es la capacidad de entender y querer, estando en condiciones físicas y psíquicas que configuran el
comportamiento conforme a la norma. La imputabilidad reviste la capacidad condicionada por la madurez y salud mental
de comprender el carácter antijurídico de la propia acción u omisión y determinarse de acuerdo a esta comprensión. De la
imputabilidad depende la existencia de la responsabilidad y culpabilidad, como cuando un sujeto goza de la capacidad
para comprender que su conducta lesiona los intereses de sus semejantes y adecúa su actuación a esa comprensión.

 Punibilidad: Amenaza legal a una pena o una sanción que la propia ley establece y que está prevista en cada tipo penal.

 Condicionalidad objetiva: Circunstancias exigidas por la ley penal para la imposición de la pena. Son establecidas en
la legislación en algunos tipos penales, para que dicha pena tenga aplicación. No pertenecen al tipo del delito, ni a un
elemento de éste y no condicionan la antijuricidad. A veces tienen que ver con la intencionalidad del sujeto, otras con
aspectos referentes a su persecución, entre otros.

Para que las circunstancias atenuantes referidas en el artículo 310 del Código Penal Federal operen en beneficio
del sujeto activo, se requiere que llevar a cabo el homicidio o las lesiones en un estado de emoción violenta.

Los elementos negativos serán estudiados a detalle en las siguientes sesiones.

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Para conocer más acerca de teorías que constituyen la teoría del delito, consulta la siguiente liga: Facultad de
Derecho (s. a.). Teoría del delito: http://v880.derecho.unam.mx/papime/TeoriadelDelitoVol.II/uno.htm

Presupuestos del delito

Son las circunstancias jurídicas o hechos cuya existencia debe ser previa a la realización del ilícito y que necesariamente
deberán concurrir para la configuración de cualquier delito, pues su ausencia implica la imposibilidad de integrarlo.

Estos presupuestos pueden presentarse de forma general o especial. Será general conforme a la norma penal, los sujetos
activo y pasivo y el bien jurídico tutelado. Será especial las condicionantes de la existencia de un delito concreto, cuya
ausencia pudiera originar la no configuración del delito.

Estos presupuestos especiales se encuentran descritos en cada uno de los tipos penales que se describen en la ley y
serán las condiciones que deberán cumplir para encuadrar la conducta específica en el tipo. Por ejemplo, podemos: La
falta de preñez o estado de embarazo de una mujer no puede configurar el delito de aborto, ya que se requiere que la
mujer esté embarazada, para después poder abortar.

De no cumplirse cabalmente los presupuestos, se debe hacer una reclasificación para que los hechos y la conducta
desplegada encuadren en los presupuestos específicos de un delito.

En el caso de homicidio en razón de parentesco, si no se configura o es inexistente dicho parentesco, podría ser
reclasificado al delito de homicidio simple o calificado, pero nunca en razón de parentesco, ya que el presupuesto
del delito no coincide con la realidad del sujeto.

Elementos subjetivos y objetivos del delito

Sujetos del delito

En el Derecho Penal es necesario hablar de dos tipos de sujetos, los que cometen el ilícito (sujeto activo) y el que reciente
sus efectos (sujeto pasivo), pudiendo haber pluralidad en uno y otro.

En este tema, es importante hacer notar que solamente la conducta humana tiene relevancia para el Derecho Penal, ya
que la acción o la omisión sólo pueden corresponder al ser humano. Los animales solo pueden ser considerados
instrumentos de conducta punible de un humano.

Por otro lado, en los casos de aparente comisión de un delito por parte de una persona moral, se dice que la misma no
puede cometer los ilícitos por sí, sino por quienes actúan en su nombre, como pueden ser sus apoderados o
administradores.

Este principio carecía de validez en otras épocas, ya que encontramos etapas de la historia en las que se consideró a los
animales como delincuentes, distinguiéndose tres diferentes periodos: fetichismo en el que se humanizaba a los animales
equiparándolos a las personas; simbolismo en el que se entendía que los animales no delinquían, pero se les castigaba
para impresionar; por último, solamente se sancionaba al propietario del animal que causaba algún daño.

Sujeto activo

Por lo que se refiere al sujeto activo, encontramos la siguiente definición en el Diccionario de Derecho Penal, de
Amuchategui (2006): “Persona física que realiza la conducta típica descrita en la norma penal”. Así definida, solamente la
conducta humana es reprochable.

Podríamos mencionar el caso de un perro que muerde a una persona. Si el perro actúa por sí mismo sin la
intervención de ninguna persona, no se configura ningún delito y no hay sujeto activo. Pero en el caso de que el
perro muerda a una persona porque su dueño lo incitó, entonces sí se configura el delito de lesiones en contra de
quien provocó dicha conducta, pues el activo utilizó al perro como arma; asimismo, en caso de que el dueño del
perro omita alguna acción que evite que éste realice el ataque.

El Código Penal Federal establece, en su artículo 13, que son autores o partícipes del delito quienes:

 Acuerden o preparen su realización.

 Lo realicen por sí.

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 Lo realicen conjuntamente.

 Lo lleven a cabo sirviéndose de otro.

 Determinen dolosamente a otro a cometerlo.

 Dolosamente presten ayuda o auxilien a otro para su comisión.

 Con posterioridad a su ejecución auxilien al delincuente, en cumplimiento de una promesa anterior al delito.

 Sin acuerdo previo, intervengan con otros en su comisión, cuando no se pueda precisar el resultado que cada quien
produjo.

Como se puede apreciar por el artículo señalado, solamente una persona física podrá ser activo de una conducta delictiva.
Sin embargo, el artículo 11 bis del mismo código, haciendo referencia al título X, capítulo II del Código Nacional de
Procedimientos Penales, establece los casos y las condiciones por las cuales una persona moral puede ser penalmente
responsable de algunas conductas consideradas como delitos.

En ocasiones existen delitos que se realizan en nombre de una persona moral, por su cuenta, en su beneficio o a través
de los medios que ellas proporcionan y siempre que se acredite que existió inobservancia del debido control de la
organización, en cuyo caso estamos ante la figura de la comisión de un delito cometido por una persona jurídica.

Ciertamente, para que exista la comisión de un delito, se requiere de la participación de personas físicas que lo realicen,
por lo que, aunque se haya acreditado que una persona moral o jurídica es penalmente responsable de la comisión de un
delito, esto no excluye de la responsabilidad a la persona física que haya realizado o participado en la comisión del ilícito.

Por lo anterior, la autoridad persecutora del delito (Ministerio Público, Representación Social o Fiscalía, dependiendo como
se denomine en el estado en que se haya cometido el delito), podrá ejercer la acción penal en contra de la persona jurídica,
independientemente de la acción penal que se pudiere ejercer en contra de las personas físicas.

Siguiendo el mismo principio utilizado en el Derecho Mercantil y en el Derecho Laboral, el hecho de que una empresa se
fusione transforme, absorba, escinda, se disuelva, etcétera, no la exime de sus responsabilidades, por lo tanto a quien se
beneficie de dichas conductas se le deberán subrogar los derechos y deberá responder por las obligaciones de dicha
persona jurídica. Se recomienda consultar los artículos 421 del Código Nacional de Procedimientos Penales para su
análisis.

De acuerdo a las condiciones propias de ejecución de los delitos, una persona jurídica no podrá ser penalmente
responsable de cualquier delito, por lo que el Código Penal Federal ha establecido en su artículo 11 bis un catálogo
de delitos. Tal catálogo se encuentra dividido en dos grandes rubros: el apartado A correspondiente a los delitos
que se encuentran establecidos en el mismo código y el apartado B, en el que figuran los delitos especiales que
se encuentran tipificados en la diversa legislación como la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, Ley de
Migración, Ley General de Salud, etcétera, por lo que es importante que acudas al Código y analices la primera
parte de este artículo.

Dadas las condiciones especiales del sujeto activo en este tipo de delitos, se hizo necesario establecer en la
legislación sanciones especiales para las personas jurídicas, que son diferentes a las sanciones que pueden ser
impuestas a las personas físicas.

La regla general es que cualquier persona física podrá ser el sujeto activo de un delito, al desplegar sobre el sujeto
pasivo una conducta considerada delictiva. Sin embargo, la propia ley establece restricciones para determinadas
conductas, en las que para poder ser considerado como sujeto activo se requieren condiciones especiales.

Por ejemplo, para poder ser considerado como sujeto activo, el artículo 125 del Código Penal para el
Distrito Federal establece claramente que comete homicidio en razón de parentesco quien:

…prive de la vida a su ascendiente, descendiente consanguíneo en línea recta, hermano,


adoptante, adoptado, cónyuge, concubina o concubinario u otra relación de pareja permanente,
con conocimiento de esta relación.

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Como podemos ver, es necesario que la calidad del activo se deba cumplir conforme a lo establecido con
el artículo anterior. En caso contrario, no se podrá estar en el supuesto de dicha figura jurídica y, entonces,
será necesario analizar el caso del homicidio simple, ya que en ese no se requiere condición alguna.

Por otra parte, hay casos en los que se cometen actos tipificados por la ley como delitos, pero que quien los comete
no resulta penalmente responsable. Por ejemplo, cuando se comete la conducta en el cumplimiento de un deber o
se comete para mitigar un daño mayor.

Podemos mencionar el caso de un policía que recibe una orden legítima de un superior, para disparar
contra un secuestrador quien tiene en su poder a una persona y, como consecuencia del cumplimiento de
la orden, el secuestrador fallece. Si bien, es cierto que comete el delito de homicidio, en este caso no se
puede imputar al policía, ya que lo que hizo fue ejecutar la orden legítima de un superior. En todo caso,
será el superior quien deberá responder por la orden dada

En cuanto al sujeto pasivo, encontramos que será la persona física o moral sobre la que recae el daño o peligro, como
consecuencia directa o indirecta de la conducta desplegada por el activo en la comisión de un delito. En este caso, resulta
perfectamente claro que cualquier persona pueda resentir el daño, sin importar que se trate de un particular o una empresa,
inclusive del mismo Estado.

Es importante hacer notar que es posible diferenciar entre el sujeto pasivo de la conducta y el sujeto pasivo del delito,
quienes podrán ser o no la misma persona, dependiendo de las circunstancias propias del ilícito del que se trate.

De acuerdo con lo establecido en las definiciones anteriores, tenemos dos figuras diferentes en un mismo acto. Por una
parte, quien reciente en su persona la conducta del sujeto activo y, por otro, a quien reciente el daño en un bien
jurídicamente tutelado; esto es, quien se verá afectado por la conducta del sujeto activo, en sus bienes, etcétera,
considerando al mismo como el titular del interés jurídico lesionado o puesto en peligro.

Ambas calidades, pasivo de la conducta y pasivo del delito, pueden coincidir en una misma persona, si ésta es quien de
manera directa soporta la conducta del sujeto activo y, al mismo tiempo, es la titular del bien jurídico tutelado que se ve
afectado por la misma.

Si en el caso de un robo, se comete en la persona del propietario la sustracción del bien, coincidirán el sujeto
pasivo de la conducta, con el del delito, ya que en el dueño del bien es en quien se despliega la conducta del activo
y su patrimonio es el que resulta afectado. En el caso de un robo producido a un empleado que transporta valores,
propiedad de una empresa, quien resulta ser el sujeto pasivo de la conducta será el empleado porque fue en él en
quien el activo desplegó la conducta, pero el sujeto pasivo del delito será la empresa propietaria de los valores, por
ser su patrimonio el afectado.

Objetos del delito

En el caso del Derecho Penal, se distinguen dos clases de objetos del delito: el material y el jurídico. En este caso, no se
debe entender la palabra objeto como una cosa física. El objeto material será sobre el que recae el daño o peligro
ocasionado por la comisión de un delito. Éste podrá ser una persona o una cosa dependiendo del caso en particular. Al
tratarse de una persona, recaerán en ella misma las figuras del sujeto pasivo y del objeto material como en el caso del
homicidio, donde el objeto material es la persona misma, coincidiendo con el sujeto pasivo que es sobre quien recae la
conducta desplegada por el activo.

Cuando el daño recae en una cosa mueble, el objeto material será la cosa afectada, mientras que el sujeto pasivo será
quien resulte ser el propietario de la cosa. El objeto jurídico será el interés jurídicamente tutelado y que la acción o la
omisión del activo lesionen, como podrían ser la vida, la propiedad, el patrimonio, la libertad, etcétera.

Como se puede observar, las tres figuras (objeto material, objeto jurídico y ofendido) pueden recaer en una misma persona
o en varias al mismo tiempo, dependiendo de las condiciones propias del evento. Para el Derecho, es de suma importancia
tutelar los bienes jurídicos y en lo que respecta al Derecho Penal, los códigos se encuentran organizados de acuerdo a
una clasificación que atiende al objeto jurídico, de tal forma que en el libro segundo se encuentran agrupados los delitos,
con base en los bienes jurídicos que pretenden tutelar por grupos, de tal suerte que todos los concurrentes a un bien
jurídico tutelado se encuentran juntos.

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Desarrollo del delito

La comisión de los delitos tiene una vida más o menos larga desde que aparece como una simple idea en la mente del
futuro delincuente hasta que la lleva a la práctica. Esto es llamado iter criminis o camino del crimen o del delito. Los delitos
que siguen este proceso serán los delitos dolosos, ya que en ellos se requiere necesariamente la voluntad del activo para
delinquir.

Los delitos culposos no transitan por este camino de preparación, toda vez que para que un delito culposo se materialice,
no se requiere de la voluntad del activo, pues son producto de la falta de precaución, la imprudencia, impericia, efecto de
las condiciones adversas de la naturaleza, etcétera. Por lo tanto, el delito culposo nace a la vida jurídica en el momento
mismo de su ejecución.

El camino iter criminis presenta una variedad de supuestos, que resulta muy interesante analizar, así como las fases que
se presentan en el delincuente en potencia, hasta que aquéllas se exteriorizan y producen los elementos generados en el
proceso.

Iter criminis

La vida del delito tiene dos fases: una interna (que se da en la mente del futuro delincuente sin que haya externado nada,
pues inicia al momento en que se genera en su mente y termina en la toma de decisión de proseguir en la preparación
hacia la comisión del delito) y otra externa (en la que el futuro delincuente da inicio a los preparativos necesarios y concluye
con la ejecución del delito, ya sea con la consumación, o bien, con alguna otra posibilidad como el desistimiento o la
tentativa).

El reto para el Derecho es poder determinar en qué momento este desarrollo del delito se convierte realmente en un delito
y hasta qué momento es un acto que realmente no dañan a nadie y no transgrede la norma.

La realidad es que no existe una regla que indique en qué momento se transita de lo inofensivo a lo potencialmente
peligroso y realmente dañino, pues las circunstancias propias de la comisión o probable comisión de los delitos son
diferentes ya que dependen de infinidad de factores particulares y son inherentes a cada uno de ellos. Resulta
perfectamente claro que en la fase interna no hay nada que reprochar, debido a que no se está ante ninguna figura delictiva,
toda vez que no se ha exteriorizado nada y todo continúa en el interior de la mente del futuro delincuente.

En México se garantiza la libertad de pensamiento, por lo que nadie puede ser perseguido por la simple creación
de ideas, por muy malas, extravagantes o dañinas que éstas puedan ser, mientras se mantengan a ese nivel

La parte interesante es poder determinar en qué momento, al pasar a la fase externa, se está ante la presencia de un acto
delictivo, pues como se dijo, cada delito merece una preparación diferente y cada delincuente realiza ésta de una manera
particular.

Una persona tiene la idea de robar una tienda de conveniencia: Mientras se mantenga en la parte interna, no
hay delito que perseguir, así como tampoco al momento de tomar la decisión de realizar el robo, llevar a cabo los
preparativos, buscar a un amigo para ayudarlo o comenzar a vigilar la tienda para determinar el mejor momento
para el atraco, pues no han hecho nada reprochable. Si deciden que necesitan una pistola, sea que la consigan o
uno de ellos ya la posea en su domicilio, en este momento se podría estar en la comisión del primer delito, al no
estar debidamente registrada. Pero si lo estuviera, en ese caso aún no habría delito, sino hasta el día en el que se
ejecuta el plan, saquen el arma de su casa y realicen todos los actos que deriven en actos delictuosos.

Como se puede ver en ambos ejemplos, el momento en el que se da inicio a la cadena delictiva es muy diferente, ya que
en el primero inicia prácticamente al final de la fase externa y en el segundo ejemplo inicia al principio de la fase externa,
por lo que cada caso es diferente a los demás, según las condiciones del delito que se pretende cometer.

Fase interna

La fase interna, como ya dijimos, se desarrolla al interior de la mente del futuro delincuente y se integra por las siguientes
etapas

 Ideación: Es el origen de la idea delictiva en la mente del sujeto; generación de la tentación en la comisión del delito. Si
es acogida por la persona, puede dar inicio a la vida del delito, ya que poco después surgirá la deliberación.

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 Deliberación: En esta fase, el sujeto comienza a meditar en los pormenores de la acción que pretende realizar. Analiza
las posibilidades de éxito, los posibles riesgos, los pros y los contras de sus acciones. Se presentará una lucha entre la
idea delictiva y las fuerzas morales, religiosas, sociales y familiares.

 Resolución: En este momento el sujeto toma la determinación de continuar en la comisión del ilícito o desistir de sus
intenciones. Hasta este momento, no se ha exteriorizado el proceso, pues continúa solamente en la mente del sujeto.

Esta fase interna tiene más importancia para la criminología que para el Derecho Penal, ya que no hay nada que sancionar.

Posteriormente entraremos en la fase externa, que es en la que el sujeto exterioriza sus intenciones por medio de acciones
llevándolo a la comisión del ilícito. A partir de este momento se puede o no iniciar la comisión de actos tipificados como
delitos de manera individual. Esto es, cada acción que el sujeto realice, pudiera, en un momento dado, ser constitutiva de
delito pero no del delito principal que se está preparando.

Fase externa

 Manifestación: Ésta es la primera parte de la fase externa en la que el sujeto exterioriza por primera vez sus intenciones
y, por lo general, no es constitutiva de delito ya que se restringe a exteriorizar una idea, pero sin llevar a cabo ninguna
acción. Solamente será constitutiva de delito si transgrede los extremos del artículo sexto constitucional que a la letra
establece:

La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de
que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito o perturbe el orden público.

De esta manera, la primera parte de la fase externa, si bien es cierto, puede empezar a darse a conocer a las demás
personas las intenciones del sujeto; en lo general, aún no son acciones constitutivas de delito.

 Preparación: En esta etapa se dan por primera vez actos que llevan al sujeto a iniciar con la planeación del ilícito. No
revelan de manera evidente el propósito; son de aparente naturaleza inocente, estos actos no son constitutivos del delito
que se pretende cometer y, por tanto, normalmente son actos lícitos. Durante esta etapa el sujeto se dedica a planear el
acto ilícito que cometerá, conseguirá lo que vaya a requerir para la consumación (herramientas, autos planos, etc.), se
pondrá de acuerdo con sus cómplices, si le son necesarios, vigilará el lugar y a las personas, etcétera.

Todos estos actos no son constitutivos de delito, si bien la intención es eminentemente delictuosa, no se le puede fincar
ningún tipo de responsabilidad, ya que todos ellos son lícitos. Ciertamente, en la fase de preparación sí se pueden cometer
delitos, pero todos ellos serán diferentes al delito principal y, por lo tanto, serán punibles como delitos individuales,
desligados del delito principal. Como ejemplo, podemos mencionar el caso del sujeto que consigue un arma en el mercado
ilegal. Este acto será punible por sí mismo, pero no como parte del delito principal que se encuentre preparando.

Así, una vez consumado el delito que se prepara, el hecho de poseer un arma, sí influirá en la penalidad que se le impondrá
por la comisión del delito que se preparaba y, por lo tanto, ambos delitos se analizarán por el juzgador en el mismo momento
y ciertamente aumentarán la pena. Pero, en tanto no se cometa el delito principal, el caso del arma será un delito
independiente.

 Ejecución: Es en esta etapa cuando el sujeto, una vez concluida la preparación, ejecuta o trata de ejecutar el acto para
cometer el delito. Durante esta etapa de la vida del delito, pueden presentarse varias opciones, según las condiciones
propias del delito que se pretende ejecutar, así como a las condiciones propias del sujeto. En este momento encontramos
que puede ejecutarlo y el delito se consuma, pero también puede ocurrir que desista de su proceder y no concluirlo por
factores externos al sujeto. En este caso, podría quedar en grado de tentativa. O puede tratarse de un delito imposible de
cometer o realizar una conducta que el sujeto cree que es un delito, pero que en la realidad no lo es. A continuación,
analizaremos cada una de estas posibilidades.

 Tentativa: Una vez que el sujeto ha realizado todos los preparativos para la ejecución de la acción delictuosa y los pone
en marcha, podemos decir que se está ante la ejecución del delito. Sin embargo, en ocasiones éste no se consuma de la
manera en la que el sujeto lo planeó por causas ajenas a su voluntad. En estos casos estamos ante la figura de la tentativa.
El Código Penal para el Distrito Federal en su artículo 20 establece que

…existe tentativa punible, cuando la resolución de cometer un delito se exterioriza realizando, en parte o
totalmente, los actos ejecutivos que deberían producir el resultado, u omitiendo los que deberían evitarlo, si por

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causas ajenas a la voluntad del sujeto activo no se llega a la consumación, pero se pone en peligro el bien jurídico
tutelado.

Por otra parte, el Diccionario de Derecho Penal (Amuchategui), indica que la tentativa se da cuando “el sujeto activo realiza
dolosamente todos los actos encaminados a producir el delito, pero éste no se consuma por causas ajenas a su voluntad”.

En vista de que en la tentativa se encuentra inmersa la voluntad del sujeto para delinquir, se hace necesario que el
legislador establezca una penalidad, toda vez que exista la convicción plena para consumar el acto. Así, pues, el Código
Penal para el Distrito Federal establece la siguiente penalidad en su artículo 78: “La punibilidad aplicable a la tentativa,
será de entre una tercera parte de la mínima y dos terceras partes de la máxima, previstas para el correspondiente delito
doloso consumado que el agente quiso realizar”.

Es importante realizar una precisión. Todos los delitos establecidos en los diferentes códigos penales, tanto en el
federal como en los estatales, marcan una penalidad mínima y una máxima. Con base en ésta, el juzgador nunca
podrá establecer una pena inferior a la mínima o una superior a la máxima, pues queda entre una y otra un margen
en el que el juez podrá moverse, de acuerdo a las condiciones propias del sujeto y la forma y manera en cometerse
el acto delictivo a efecto de poder establecer la pena más adecuada al delito en cuestión.

Para la aplicación de la pena, el juzgador deberá tomar en cuenta una serie de factores propios del caso en particular y
que el artículo 79 del mismo cuerpo normativo establece: “el mayor o menor grado de aproximación a la consumación del
delito y la magnitud del peligro en que se puso al bien jurídico protegido”.

Es importante hacer notar que en ningún caso los delitos culposos podrán admitir la figura de tentativa. Asimismo, no
todos los delitos dolosos podrán presentar la tentativa, ya que en algunos casos no es posible que la consumación no se
llegue a frustrar, dado a que se consuma de manera inmediata. Como ejemplo podemos mencionar el caso del delito de
abandono de persona.

A efecto de analizar la figura de la tentativa, se pueden distinguir dos tipos diferentes, de acuerdo con las situaciones que
prevalezcan al momento del intento de ejecución del delito: tentativa acabada y tentativa inacabada.

Tentativa acabada, también llamada delito frustrado: Surge cuando el sujeto activo lleva a cabo todos los actos
necesarios e idóneos para consumar el delito y producir el resultado que él espera, pero por causas ajenas a su voluntad
éste no se materializa. En este caso el sujeto activo desplegó la conducta necesaria para la comisión del ilícito, empleó los
medios idóneos para la ejecución, exteriorizó su voluntad para delinquir y realizó el intento, pero por causas ajenas a su
voluntad no se materializó.

Como ejemplo podemos mencionar a quien pretende cometer un homicidio con un arma de fuego, pero al momento
de accionar el gatillo el arma falla y no se realiza el disparo. El sujeto hizo todo lo necesario para consumar el ilícito,
pero, al fallar el arma, su intento se frustra y no se cumple su voluntad delictiva.

Tentativa inacabada, también conocida como delito intentado: Éste se configura cuando el sujeto deja de realizar
algún acto, que resultaba necesario para obtener el resultado deseado, por lo que se presenta una ejecución incompleta.
Cuando el sujeto realiza una serie de preparativos y da inicio a la ejecución del ilícito, pero por alguna razón o no hace
todo lo que requería o alguno de los preparativos no fue el idóneo, el delito se frustra al no conseguir el resultado deseado;
es decir, el sujeto exterioriza su voluntad y realiza el intento, pero el delito no se concreta.

Como ejemplo podemos mencionar también el caso del homicidio mediante un arma de fuego, pero al intentar
accionarla, el sujeto descubre que olvidó poner balas en el cargador y el arma no dispara.

 Desistimiento: Se presenta cuando el sujeto activo decide voluntariamente interrumpir la ejecución del acto ilícito, antes
de que cause daños a los bienes jurídicos tutelados del sujeto a quien va dirigida la conducta antisocial o impide su
consumación. En estos casos, no se configura el delito y no hay penalidad alguna. El artículo 21 del Código Penal para el
Distrito Federal establece a la letra:

Si el sujeto desiste espontáneamente de la ejecución o impide la consumación del delito, no se le impondrá pena
o medida de seguridad alguna por lo que a éste se refiere, a no ser que los actos ejecutados constituyan por sí
mismos algún delito diferente.

 Delito imposible: Castellanos (1997:290) señala lo siguiente: “No se realiza la infracción de la norma por imposibilidad
material, por idoneidad de los medios empleados o por la inexistencia del objeto del delito”. De esta manera, en el caso del
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delito imposible, el sujeto realiza todos los actos necesarios para su preparación, pero al momento de intentar su ejecución,
éste no se materializa por causas ajenas al sujeto que pueden ser, por una parte, porque no utilizó los medios adecuados
y suficientes; y, por la otra, porque el bien jurídico tutelado no existe. En el primero de los casos, el sujeto intenta cometer
el delito utilizando los medios equivocados o insuficientes para lograr su objetivo y, por tanto, resulta que es imposible que
lo culmine. Ciertamente, el sujeto desplegó todas las conductas requeridas para la configuración del ilícito, externó su
voluntad de delinquir, pero ésta no se concretó.

Como ejemplo del primer tipo podemos mencionar el caso de quien pretende llevar a cabo el robo de una caja
fuerte, pero al momento de intentar robarla descubre que no tiene la herramienta necesaria para abrirla.

En el segundo de los casos, el delito resulta imposible cuando el bien jurídico tutelado no existe, por ejemplo,
cuando una persona que pretende cometer el delito de homicidio, al encontrar a su víctima, le dispara, pero
descubre que ésta ya había fallecido antes de recibir los disparos, es claro que el bien jurídico tutelado en este
caso es la vida. Sin embargo, al haber fallecido antes de que el sujeto realizara el acto, el bien jurídico de la vida
ya había desaparecido y no se configura el delito deseado.

 Delito putativo, también llamado delito imaginario: Consiste en el error de hecho o de derecho, en el que incurre el
sujeto, al intentar cometer un acto que considera delictivo, pero que en la realidad no se encuentra previsto como tal en la
ley. De esta manera tenemos que la conducta desplegada por el sujeto activo no es punible en sí y no puede ser
sancionado, ni siquiera en grado de tentativa, aunque la intención real y manifiesta del sujeto activo, sea cometer un acto
ilícito.

La diferencia entre el delito imposible y el delito putativo radica en que el primero existe una imposibilidad material de su
consumación, pero sus acciones sí se encuentran tipificadas por la ley como delito. En el segundo caso, la imposibilidad
es jurídica, debido a que las acciones desplegadas por el activo no se encuentran tipificadas como delictuosas.

Como ejemplo podríamos mencionar el caso de quien profiere insultos y ofensas a otro en el Distrito Federal
creyendo que está cometiendo el delito de injurias. A pesar de que en algunos estados esta figura jurídica existe,
en el Distrito Federal fue derogada desde hace algunos años por lo que en realidad no se está cometiendo ningún
delito.

 Consumación: Se traduce en la ejecución de la conducta típica antisocial, desplegada por el sujeto activo, reuniendo
todos los elementos genéricos y específicos del tipo penal.

Esta figura se caracteriza por ser la culminación de la vida del delito en la que se reúnen todos los elementos y todos los
presupuestos requeridos por la ley en la que la voluntad del activo concuerda con el resultado típico requerido por la norma
para que una conducta sea considerada delictuosa y, por tanto, el sujeto activo se haga acreedor a una sanción establecida
en la codificación penal.

Concurso de delitos

Para concluir con el análisis de las características del delito, es preciso señalar en qué consiste el concurso de delito, el
cual es el modo en el que puede aparecer el delito en relación con la conducta y su resultado. Consiste en la concurrencia
o pluralidad de conductas de resultados típicos, que pueden presentarse de forma ideal o real:

 Ideal o formal: Ocurre cuando en una sola conducta se producen varios resultados típicos, los cuales se encuentran
contemplados en el artículo 18 del Código Civil Federal y en el primer párrafo del artículo 28 del Código Penal para el
Distrito Federal.

Cuando un sujeto “A” al ir conduciendo un automóvil, pierde el control sobre éste y se impacta contra otro
ocasionado la pérdida de la vida del conductor “B”, se tiene en una misma conducta el daño en propiedad ajena y
el homicidio.

Por otra parte, para sancionar esta forma de concurso, se señala lo siguiente en el artículo 64 del CPF:

En caso de concurso ideal, se impondrán las sanciones correspondientes al delito que merezca la mayor
penalidad, las cuales podrán aumentarse sin rebasar la mitad del máximo de la duración de las penas
correspondientes de los delitos restantes, siempre que las sanciones aplicables sean de la misma naturaleza;
cuando sean de diversa naturaleza, podrán imponerse las consecuencias jurídicas señaladas para los restantes
delitos, con excepción de los casos en que uno de los delitos por los que exista concurso ideal sea de los
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contemplados en la Ley General para Prevenir y Sancionar los delitos en materia de Secuestro, y la Ley General
para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas y para la Protección y Asistencia
a las Víctimas de estos Delitos, ambas reglamentarias de la fracción XXI del artículo 73 de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, supuestos en los cuales se aplicarán las reglas de concurso real.

Asimismo, en el Código Penal para el Distrito Federal sobre la sanción se tiene señalado en el artículo 79.

 Real o material: Se presenta cuando con varias conductas se producen diversos resultados. En este caso existen
pluralidad de conductas y pluralidad de resultados.

Cuando una persona que conduce una bicicleta atropella a otra, y luego de ver que lo ha lesionado, decide huir del
lugar para no ser sancionado. En esta situación se presentan varias conductas en las que se incurren en varios
delitos, que en este caso son lesiones y abandono de lesionado.

Este tipo de concurso se encuentra previsto en los artículos 18 del CPF y 28 en el segundo párrafo del CPDF, mientras
que las reglas para sancionarlo se encuentran en el segundo párrafo del artículo 64 del CPF y el segundo párrafo del
artículo 79 en el CPDF que a la letra dice:

En caso de concurso real, se impondrá la pena del delito que merezca la mayor, la cual podrá aumentarse con las
penas que la ley contempla para cada uno de los delitos restantes, sin que exceda del máximo señalado en el
artículo 33 de este Código.

Módulo 5
Fundamentos del delito y los delitos en particular
Unidad 2
Características y elementos del delito
Sesión 4
Los elementos del injusto penal I
Teoría de delito aplicada al sistema de justicia penal acusatorio y adversarial

Con la reforma constitucional del 18 de junio de 2008 se implementó en nuestro país un nuevo sistema de justicia penal
acusatorio y oral, que sustituye al anterior sistema de justicia inquisitivo-mixto vigente por casi 100 años. En razón de este
nuevo sistema Penal los artículos 16 y 19 de la Constitución fueron modificados y disponen:

Artículo 16. Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de
mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento. En los
juicios y procedimientos seguidos en forma de juicio en los que se establezca como regla la oralidad, bastará con
que quede constancia de ellos en cualquier medio que dé certeza de su contenido y del cumplimiento de lo previsto
en este párrafo.

[…]

No podrá librarse orden de aprehensión sino por la autoridad judicial y sin que preceda denuncia o querella de un
hecho que la ley señale como delito, sancionado con pena privativa de libertad y obren datos que establezcan que
se ha cometido ese hecho y que exista la probabilidad de que el indiciado lo cometió o participó en su comisión.

Artículo 19. Ninguna detención ante autoridad judicial podrá exceder del plazo de setenta y dos horas, a partir de
que el indiciado sea puesto a su disposición, sin que se justifique con un auto de vinculación a proceso en el que
se expresará: el delito que se impute al acusado; el lugar, tiempo y circunstancias de ejecución, así como los datos
que establezcan que se ha cometido un hecho que la ley señale como delito y que exista la probabilidad de que el
indiciado lo cometió o participó en su comisión.

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Dichos artículos tienen su impacto particularmente en el Derecho Adjetivo Penal que, debido a las confusiones
conceptuales existentes respecto a las figuras sustantivas propias de la teoría del delito con el anterior sistema, se
resuelven con la implementación del nuevo sistema de justicia.

…con la nueva regulación se puso fin a un largo y confuso debate sobre el significado y los elementos del cuerpo
del delito y del tipo penal, para quedar simplemente como requisitos para el libramiento de la orden de aprehensión
y del auto de vinculación a proceso cuando existan elementos que establezcan la comisión de un hecho que la ley
sanciona como delito y la probable responsabilidad del inculpado por haberlo cometido o participado en su
comisión.

Los enunciados de los artículos 16 y 19 de la CPEUM se pueden dividir en tres aspectos: el suceso ocurrido, la ley
penal que lo contempla y la persona responsable. Por ejemplo, si vamos caminando por la calle y vemos a una
persona muerta, estaremos ante un suceso natural, por ejemplo, si su muerte ocurrió porque le cayó un rayo, o
bien, si los indicios apuntan hacía la comisión de un delito de homicidio y la muerte se puede imputar a otra persona,
supuesto en el cual debemos determinar quién lo cometió y procesarlo para hacerlo responder penalmente.

En este orden de ideas, en el primer nivel de análisis constatamos a través de los sentidos la existencia de un
hecho y realizaremos la labor de abstracción para determinar si los indicios o circunstancias que lo rodean nos
llevan a sospechas o deducir que ello está previsto como delito en la ley. En caso afirmativo, pasaremos al análisis
para determinar quién o quiénes lo cometieron y será durante el proceso penal cuando se compruebe plenamente
su responsabilidad para poderlos condenar (Díaz-Aranda, 2014: 37-38).

Ante ello, la teoría del delito resulta relevante al proporcionar un sistema de análisis para ordenar e interpretar la norma
penal, con el propósito de permitir la determinación de las responsabilidades en los sujetos entorno a la existencia o no de
delito

Para poder determinar si una conducta es delictiva o no es indispensable conocer sus elementos objetivos, subjetivos y
normativos, los cuales corresponden a los sujetos del proceso penal, como es: Fiscalía (Ministerio Público), asesor jurídico,
juez y defensor.

Asimismo, se puntualiza que la teoría del delito no cambia para este nuevo sistema de justicia penal acusatorio y
oral.

Concepto de Derecho Penal

El Derecho Penal “es el conjunto de normas jurídicas, de Derecho Público Interno, que definen los delitos y señalan las
penas o medidas de seguridad aplicables para lograr la permanencia del orden social” (Pavón, 1991:17). Para ello, el
estudio del Derecho Penal se divide en dos: la parte general y la parte especial.

1. Especial: Se ocupa del estudio de los delitos y las penas o medidas de seguridad que se determinan para los mismos.

2. General: Comprende la teoría de la ley, la teoría del delito, la teoría del delincuente y la teoría de las penas y medidas
de seguridad.

Por otra parte, la concepción del Derecho Penal puede partir de dos aspectos: uno objetivo y otro subjetivo. El primero
parte de los supuestos de la ley, mientras que el segundo se deposita en el ius puniendi ejercitado por el Estado, a través
de su facultad para prohibir los delitos e imponer las sanciones penales correspondiente.

El fundamento jurídico del Derecho Penal se encuentra constitucionalmente en la fracción XXI, del artículo 73:

XXI. Para expedir:

a) Las leyes generales que establezcan como mínimo, los tipos penales y sus sanciones en las materias de
secuestro, desaparición forzada de personas, otras formas de privación de la libertad contrarias a la ley, trata
de personas, tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, así como electoral.

Las leyes generales contemplarán también la distribución de competencias y las formas de coordinación entre la
federación, las entidades federativas y los municipios.

b) La legislación que establezca los delitos y las faltas contra la federación y las penas y sanciones que por ellos
deban imponerse; así como legislar en materia de delincuencia organizada.

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c) La legislación única en materia procedimental penal, de mecanismos alternativos de solución de controversias
en materia penal, de ejecución de penas y de justicia penal para adolescentes, que regirá en la República en el
orden federal y en el fuero común.

Conforme a la citación jurídica Díaz-Aranda expone lo siguiente:

De acuerdo con la concepción anterior, el ius puniendi del Estado mexicano se sostiene en un trípode consistente en la
emisión, aplicación y ejecución de las normas penales. Cuando el Estado ejerce la facultad de emitir normas penales da
origen al llamado Derecho Penal Objetivo, el cual podemos definir como el sistema de normas contenidas en las leyes
emitidas por el Estado para dar a conocer a los miembros de la sociedad las conductas prohibidas y establecer los
requisitos para sancionarlas como delitos con penas o como injustos con medidas.

El Derecho Penal es algo más que un conjunto o agrupación de normas, es un sistema que implica su interrelación
metodológica de forma jerárquica y congruente para determinar si una conducta es o no constitutiva de delito (2014:3-4).

Estructura del delito

La dogmática penal presenta diversos posicionamientos sobre la estructura del delito. Uno de ellos es la denominada
“teoría pentatómica” que define delito como una conducta o hecho, típico, antijurídico, culpable y punible con su respectivo
aspecto negativo.

La teoría pentatómica es la más utilizada, ya que ésta es la más acorde a la ley sustantiva penal.

Conducta

Como lo hemos visto en sesiones anteriores, el delito requiere para su existencia de una serie de elementos. Entre ellos,
podemos distinguir la conducta, que es el primero y el más importante. Sin ésta, el delito no puede iniciar su trayectoria de
vida, que va desde su concepción en la mente humana, hasta su consumación.

Desde el punto de vista jurídico, encontramos en el Diccionario de Derecho Penal (Amuchategui, 2006), que la conducta
“es el núcleo o verbo principal en que reside el actuar humano productor del ilícito penal”.

Por su parte, Fernando Castellanos (1997:149) menciona que se trata del “comportamiento humano voluntario, positivo o
negativo, encaminado a un propósito”. De acuerdo con estas definiciones, podemos concluir que la conducta es el
comportamiento humano voluntario (positivo o negativo), que provoca un resultado (el ilícito penal).

La conducta y el hecho parecieran ser muy similares, no obstante, el contenido mismo de sus acepciones representa para
el mundo del Derecho Penal una diferencia abismal. Por un lado, la conducta es el elemento objetivo del delito. Por otro,
el tipo penal requiere simplemente de la acción u omisión; el hecho será cuando el cuerpo normativo requiere, además de
la acción o la omisión, la producción de un resultado material unido por nexo causal. De esta manera, la sola conducta
configura el tipo penal cuando se trata de un delito de mera actividad, sea positiva (hacer) o negativa (no hacer). Igualmente,
la conducta será un elemento del hecho cuando el tipo penal requiera necesariamente un resultado material.

Acción

En el tema jurídico penal, la conducta en tanto elemento objetivo del delito puede manifestarse como acción, omisión o
comisión por omisión. Por acción se entenderá aquella actividad realizada por el sujeto activo, mediante diversos
movimientos corporales, tendientes a cometer una infracción a la ley y/o a través de diversos instrumentos, como animales
o incluso seres humanos, para el logro de su voluntad. En la acción se integran diversos elementos que le dan sentido, sin
ellos no se produciría efecto jurídico; aunque sí podría producir efectos materiales, pero penalmente no reprochables. Los
elementos que se incluyen en la acción son los siguientes:

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 Voluntad: Se traduce en el querer por parte del sujeto activo. Intención para cometer un delito.

 Actividad: Consiste en el “hacer”. Aquellos movimientos corporales efectivamente encaminados a la producción de un


delito.

 Resultado: Consecuencia directa de la voluntad a través de la actividad desplegada por el sujeto activo y que trae como
consecuencia la violación a la norma penal; el fin deseado por el sujeto activo.

 Relación de causalidad: También llamado nexo causal, consiste en la unión de la conducta con el resultado (que
necesariamente deberá ser material; toda vez que en los delitos que no producen un efecto material no existirá el nexo
causal). En otras palabras, la relación de causalidad o nexo causal es lo que une causa y efecto.

Para explicar la relación de causalidad o nexo causal se han elaborado diversas teorías.

 Teoría de la equivalencia de las condiciones: Según esta tesis generalizadora de Von Buri, también conocida como
teoría de la conditio sine qua non, todas las condiciones (conductas) productoras de resultados son equivalentes. Por lo
tanto, todas son su causa antes de que cualquiera de las condiciones sea asociada a las demás. Todas son ineficaces
para la producción del resultado; éste surge por la suma de ellas. Por lo tanto, cada una es causa de toda la consecuencia
y, por ende, con respecto a ésta tienen el mismo valor.

 Teoría de la última condición: También conocida como de la causa próxima o de la causa inmediata, su autor Ortmann
sostiene que entre las causas productoras del resultado (conductas), la más relevante es la última, es decir, la más cercana
al resultado.

 Teoría de la condición más eficaz: Creada por Brikmeyer, señala que sólo es causa del resultado aquella condición
que tenga una eficacia preponderante.

 Teoría de la adecuación: O teoría de la causalidad adecuada, únicamente considera como verdadera causa del
resultado a la condición normalmente adecuada para producirlo. Deberá ser lo normalmente adecuado cuando el resultado
surge según lo normal, ya que, si se aparta de lo común, no hay relación de causalidad entre él y la conducta.

De las teorías anteriormente analizadas, la generalmente aceptada en el Derecho Penal, es la teoría de la equivalencia de
las condiciones, pues de acuerdo a su carácter general reconoce las causas, la naturaleza de condiciones y resuelve
adecuadamente el problema de la participación.

En la práctica es necesario que la autoridad persecutoria del delito y posteriormente el órgano jurisdiccional que juzgue la
conducta, tengan en cuenta todas las condiciones y circunstancias en las que se manifiesta la conducta del activo y en la
que se produjo el resultado en cada caso particular, con la finalidad de acreditar indubitablemente el nexo causal.

Omisión

Se conoce como omisión a la realización de la conducta típica con abstención de actuar de manera voluntaria en cuanto a
lo que la ley obliga. En otras palabras, es no hacer o dejar de hacer la conducta que se encuentra marcada en la norma;
por lo que esta omisión es constitutiva de delito. De acuerdo con lo anterior, la omisión puede ser simple o comisión por
omisión.

Omisión simple

Conocida también como omisión propia, consiste en no hacer lo que se debe hacer, ya sea de manera voluntaria o de
manera culposa, para acreditar la conducta antisocial. En este caso, no existe un resultado material.

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La norma establece ciertas conductas que se deben restringir y, por lo tanto, no realizar por parte de las personas, a efecto
de evitar resultados materiales graves que también sean constitutivos de delitos. El hecho de no cumplir la norma y de no
evitar estos comportamientos o estas conductas ciertamente es constitutivo de delito.

La portación de armas de fuego por un particular es un buen ejemplo al respecto: La norma establece que ningún
particular podrá portar armas de fuego en la vía pública, a menos que cuente con un permiso especial otorgado
por la Secretaría de la Defensa Nacional.

Si el particular porta el arma sin el respectivo permiso, está violando la norma y ese hecho es constitutivo de delito,
aunque no cause perjuicio a nadie. Con ello, no se presenta un resultado material, pues estamos ante la comisión
de un delito de peligro, en el cual la norma intenta prevenir un daño mayor, como homicidio o lesiones.

Comisión por omisión

También conocido como omisión impropia. Se trata de un no hacer voluntario culposo, en el que efectivamente sí se
produce un resultado material y se está infringiendo una norma preceptiva y una norma prohibitiva.

A diferencia de la omisión simple, en la comisión por omisión se configura un resultado material, ya que se está ante la
violación de una norma que establece una conducta de hacer y el activo simplemente no la realiza, incumpliendo la
conducta, infringiendo así la norma penal.

Por ejemplo, un padre que tiene la obligación de proporcionar alimentos y cuidados a sus hijos menores y
simplemente no lo hace: no provee lo necesario para su subsistencia.

En este caso, la norma establece una conducta positiva: proveer los alimentos, pero el obligado (sujeto activo) la
desatiende y no hace lo que debe hacer, ocasionando una situación de peligro para sus hijos, quienes podrán
fallecer por la falta de los cuidados adecuados.

En conclusión, la diferencia básica entre la omisión simple y la comisión por omisión es que en la omisión simple no existe
un resultado material y el delito que se configura será de peligro. Mientras que en la comisión por omisión, se presentará
un resultado material al desatender una conducta de hacer, que establece la norma penal de manera voluntaria y culposa.

Elementos de la omisión

La voluntad, la inactividad, el resultado y el nexo causal son los elementos de la omisión. Los últimos dos son los mismos
señalados en el caso de la acción, con la única diferencia de que la inactividad es la parte negativa de la actividad que ya
fue mencionada.

Es importante resaltar que, en los delitos de omisión simple, por sus características particulares, en las que no se presenta
un resultado material, no se puede hablar de un nexo causal, ya que éste no se configura.

Por lo que se refiere a la comisión por omisión, en este caso sí se presenta un resultado material por lo que la acreditación
indubitable del nexo causal resulta indispensable para la configuración del delito.

Ausencia de conducta

Es la parte negativa de la conducta que surge en algunos casos, en los que por circunstancias excepcionales se presenta
el hecho constitutivo de delito, pero éste no puede ser considerado como tal, toda vez que le falta el elemento principal que
es la conducta.

Recuerda que, a falta de alguno de los elementos del delito, un acto cualquiera no puede ser considerado como
delito.

Existirá ausencia de la conducta en los siguientes casos: vis absoluta, vis maior, actos reflejos, sueño, sonambulismo e
hipnosis.

 Vis absoluta: Consiste en la fuerza física exterior irresistible que se ejerce en contra de la voluntad de una persona para
la comisión de un delito. La aparente conducta desarrollada como consecuencia de esta fuerza exterior irresistible no puede
de ninguna manera ser considerada como un acto constitutivo de delito por quien lo padece, toda vez que no existe la
manifestación de la voluntad y, por lo tanto, no es una acción en el sentido valorativo del Derecho. Quien así obra, es un
mero instrumento para la comisión de la conducta delictiva. Es indispensable que dichos actos sean cometidos mediante

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una fuerza física exterior, irresistible, plenamente acreditada. No simplemente amedrentado o cohibido, sino forzado de
hecho. De lo contrario, estaríamos ante la presencia de una conducta.

El caso de una persona a la que se le presiona la mano sobre el gatillo de un arma, para que ésta dispare y mate
a otra persona. Ciertamente no existe la voluntad de la persona y falta el elemento constitutivo del delito. Por ello,
no es posible fincar ningún tipo de responsabilidad penal en su contra, al haber servido exclusivamente como un
instrumento.

 Vis maior: Es la fuerza mayor que a diferencia de la vis absoluta proviene de la naturaleza y, por ello, no existe el
elemento volitivo indispensable para configurar el delito.

Una persona que se encuentra en un edificio al presentarse un terremoto y por causa del movimiento del terreno,
lanza a una persona que tiene cerca al vacío. Ciertamente no se le puede fincar ningún tipo de responsabilidad,
ya que la empujó por el movimiento mismo del piso y no porque lo haya deseado. Por lo tanto, no existe la voluntad
de delinquir.

 Actos reflejos: Son movimientos que, de manera involuntaria, realizan algunas personas que padecen trastornos
nerviosos, algunos son sutiles como los llamados popularmente “tics nerviosos”. Existen otros realmente violentos que
pueden provocar que quien los sufre o quien se encuentre cerca de él pudieran resultar lastimados. En este tipo de
situaciones nos encontramos ante la presencia de una conducta totalmente involuntaria por parte de la persona que padece
el trastorno, la cual, en un momento dado, podría llegar a causar lesiones a otra persona o a sí mismo. Ante la falta de
voluntad en el agente, no puede ser tipificado como delito.

 Sueño y sonambulismo: En este tipo de casos se presenta un estado de inconsciencia temporal por parte del sujeto
que lo padece, en la cual pudiera llegar a la comisión de un acto penalmente reprochable. Sin embargo, al igual que en el
caso anterior, nos encontramos ante la falta del elemento de la voluntad y no puede configurarse el delito. Resulta de
primordial importancia en este caso, el poder determinar si efectivamente se está ante una situación de sueño o de
sonambulismo real y sobre todo impredecible, ya que de no ser así, se pudiera dar lugar a una actio liberae in causa, la
cual se configura en el caso de que el activo pudiera predecir las consecuencias que se darían si se entrega al sueño y no
realiza ninguna acción para prevenir el posible resultado, a sabiendas de que en el sonambulismo no interviene la voluntad
y no se configura el delito.

 Hipnosis: En esta figura se presenta, al igual que en las anteriores, un estado alterado de conciencia temporal en donde
la voluntad del sujeto se subyuga a la voluntad de quien practica dicha hipnosis. Por ello, los actos realizados cuando se
encuentra en dicho estado no pueden ser considerados delitos. Encontramos que existen varias corrientes que tratan el
tema, en el que aseguran que una persona bajo hipnosis no realizaría una conducta a pesar de la influencia del hipnotizador
si en su estado consciente no fuera capaz de llevarla a cabo. No obstante, lo anterior, para el caso del Derecho Penal, las
personas en estado hipnótico no pueden manifestar su voluntad y se consideran inimputables.

Tipicidad y atipicidad

El tipo penal se refiere a la descripción que realiza la legislación en la materia de una conducta humana. Será pues la
abstracción de la conducta señalada por la legislación y plasmada en la misma; esta abstracción será además de manera
genérica e impersonal. En otras palabras, es la “descripción que el legislador hace de un delito. Es la abstracción legal de
un ilícito penal” (Amuchategui, 2006:164). Por otra parte:

La expresión tipo es usualmente utilizada por la doctrina para aludir a la descripción de una conducta prohibida
realizada por una norma jurídico-penal, en tanto que la tipicidad es entendida como la característica de una acción
de adecuarse a una disposición legislativa (IIJ, 1996).

De esta manera, en el Código (sea este federal o local) existen dos diferentes tipos penales. Los primeros contienen todos
los elementos del delito ya que hacen referencia clara a la culpabilidad y, por lo tanto, se trata de una descripción legal de
un delito. Los segundos se limitan a formular la conducta prohibida u ordenada; en este caso no se puede decir que se
esté haciendo una descripción del delito sino solamente se hará de una parte de éste, aunque siempre se hará la
descripción del comportamiento antijurídico. En resumen, el tipo a veces es la descripción legal del delito y, otras, la
descripción del elemento objetivo o comportamiento.

La tipicidad, por otro lado, es uno de los elementos esenciales del delito, sin la cual no es posible su configuración, a pesar
de que en la realidad alguien realice una conducta que afecte efectivamente a otra persona. En ese caso, no se podrá

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afirmar que se trata de un delito, ante la inexistencia de encuadramiento de la conducta de acuerdo a la descripción
realizada en la ley. Se estaría ante la presencia de una conducta atípica, asocial o antisocial, pero nunca ante un delito.

Lo anteriormente mencionado se sustenta constitucionalmente en el artículo 14, que a la letra establece:

En los juicios del orden criminal queda prohibido imponer, por simple analogía, y aún por mayoría de razón, pena
alguna que no esté decretada por una ley exactamente aplicable al delito de que se trata.

Es importante hacer notar que cada uno de los tipos penales descritos en la ley cuenta con sus propios elementos, llamados
elementos del tipo, los cuales deberán satisfacerse en su totalidad, de acuerdo a la abstracción realizada por la legislación,
para estar en la posibilidad de asegurar que determinada conducta concuerda fielmente con el tipo penal y se integre como
delito.

Clasificación de los tipos

La clasificación de los tipos penales reviste un interés relevante, en virtud de que es necesaria para la identificación de
sus rasgos característicos, para diferenciar un delito de otro e, incluso, para resolver problemas prácticos.

Resulta interesante el encuadrar la conducta del activo en los diferentes principios, ya que en la vida real existen delitos
que son muy fáciles de identificar por las características propias de las conductas en relación con la descripción que de
ellas hace la ley.

En el caso del homicidio: “Comete homicidio quien priva de la vida a otro”. El tipo es realmente muy claro,
pero existen otros en los que en las descripciones encontramos elementos normativos o subjetivos.

En el caso de robo, por ejemplo, se mencionan términos como, “cosa ajena mueble”. Aquí se requiere de
una valoración cultural y jurídica para determinar qué es una cosa mueble y qué quiere decir ajena,
etcétera.

Los estudiosos del Derecho han desarrollado una serie de clasificaciones de los tipos penales más o menos uniforme, tal
como se presenta a continuación:

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Para identificar cuáles delitos se persiguen de oficio y cuáles de querella, es necesario remitirse al código o ley
especial en materia penal.

En el caso de los delitos de querella, invariablemente el precepto legal lo indica en el mismo artículo en el que se
describe la conducta típica o en algún otro relacionado al mismo.

En el caso de los delitos que se persiguen de oficio, el Código es omiso en señalar su perseguibilidad, por lo que,
ante tal silencio, se entiende que son delitos perseguibles de oficio.

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La diferencia entre el delito especial y el complementado es que el especial se configura por una circunstancia
propia del activo o del ofendido, mientras que el complementado se configura por una circunstancia ajena al activo
o el ofendido y, por lo tanto, será por una circunstancia de lugar, tiempo, modo, etcétera, pero no personal de
ninguna de las partes.

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Es importante hacer notar que todos los delitos deben ser encuadrados en cada una de las categorías que se han descrito,
de tal suerte que podamos determinar de cada una cuál fue la que realmente sucedió al momento de la comisión.

Podemos determinar que el homicidio simple será un delito de acción, de daño, material, doloso, simple, unisubjetivo,
unisubsistente, instantáneo, de oficio, común, básico, normal, autónomo, causístico alternativo y descriptivo.

Aspecto negativo

El aspecto negativo de la tipicidad será la atipicidad, o bien, la ausencia del tipo que ocasiona que una conducta (sea cual
fuere) no puede de ninguna manera ser considerada como delito y, por ello, carecerá de sanción. Cuando hablamos de
atipicidad, estamos hablando de la no adecuación entre la conducta realizada por el sujeto y los elementos del tipo penal.

Esta falta de adecuación puede deberse a la falta de requisitos establecidos por la norma penal, ya sea respecto a los
medios de ejecución, el objeto material, las condiciones propias del activo o del pasivo, entre otros.

Como el caso del robo, en el que necesariamente debe recaer en cosa ajena mueble. En el caso de que la conducta
del activo recaiga sobre una cosa ajena inmueble se podrá considerar atípica con respecto al robo, pero típica
sobre el delito de despojo.

Cuando se trata de la ausencia del tipo, entonces, se tratará de la carencia de la descripción típica de la conducta en el
Código Penal y, por lo tanto, la conducta desplegada será lícita. De esta manera encontramos que si en la ley no existe
una descripción del tipo penal, no podrá nadie ser sancionado por esa conducta, aunque pareciera que fuera antisocial o
reprochable.

Antijuricidad

Los estudiosos del Derecho han intentado definir este concepto. A continuación, se presentan algunas de las definiciones
más aceptadas:

 “Calidad de ciertas conductas que no cumplen con lo prescrito por la norma jurídica que las regula” (IIJ, 1996).

 “Elemento del delito en el que la conducta típica contraría la norma jurídica. Es lo contrario a lo apegado a derecho o
juridicidad” (Amuchategui, 2006).

La antijuricidad, a decir del maestro Carrancá y Trujillo, no debe entenderse en estricto sentido etimológico como lo
contrario a derecho. Más bien, debe comprenderse como actuar en contra de los bienes o valores establecidos para el
desarrollo armónico de una sociedad. De tal manera que quien pone en peligro o daña un bien o valor (como la vida, el
patrimonio o la seguridad) está actuando antijurídicamente.

La antijuricidad se puede dividir en formal y material. Un acto será formalmente antijurídico cuando implique transgresión
a una norma establecida por el Estado. Será materialmente antijurídico en cuanto signifique contradicción a los intereses
colectivos.
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No obstante, lo anterior, existen algunas conductas consideradas delictivas que, por las circunstancias propias de la
comisión, no son punibles. Éstas se llaman causas de justificación.

Causas de justificación

Las causas de justificación también son conocidas en el medio como eximentes, causas de licitud, etcétera. No podrán ser
penalmente reprochables, atendiendo a las circunstancias propias en las que fueron ejecutadas.

Son eminentemente objetivas, ya que se configuran de la conducta desplegada por el agente y no de algún elemento
interno por lo que éstas anulan el delito y no la culpabilidad. Debido a lo anterior, todas las causas de justificación se
encuentran contempladas en la ley sin que se pueda admitir alguna otra.

Es importante no confundir las causas de justificación con otras eximentes, ya que existe una diferencia de fondo entre
ellas en función del elemento del delito que pretenden anular.

Por lo tanto, en las causas de justificación no hay delito, en las de inimputabilidad no hay delincuente, y en las de
inculpabilidad no hay pena.

Las causas de justificación encuentran fundamento en dos factores: el consentimiento y el interés preponderante.

 Consentimiento: En aspectos penales no es una tarea fácil poder determinar en qué casos es válido y en cuáles no es
admisible, ya que la norma penal protege al bien jurídico tutelado y, por ende, al bien social. Pero en determinados casos,
el interés social consiste en proteger intereses particulares, por lo que en estos casos es dable el consentimiento. La norma
penal persigue dos fines: el castigo al sujeto por la acción ejecutada y la reparación del daño. El primero previene la norma
en favor de la sociedad y la segunda protege los intereses propios del ofendido para que se le restituya en sus propiedades
o posesiones, o bien, se le restituyan gastos, cosas, etcétera. Por lo que el consentimiento podrá operar, por ejemplo, en
el caso de una persona que autoriza para que se destruya una construcción de su propiedad.

 Interés preponderante: Se presenta en los casos en los que existen dos bienes jurídicos tutelados, pero solamente es
posible salvar uno de ellos y se requerirá sacrificar el otro.

El aborto terapéutico en el que se decide sacrificar el producto para salvar la vida de la madre.

La legítima defensa

Se ha presentado en la humanidad desde tiempos inmemoriales, ya que al recibir una agresión es natural que el agredido
trate de defenderse. Para el caso del Derecho Penal, existen indicios de que esta figura se encuentra presente desde las
primeras codificaciones en donde se reglamentaba su uso y alcances. Es mal llamada defensa propia, ya que no se refiere
exclusivamente a la defensa del agredido o su familia, bienes y posesiones, sino a aquellos a los que tenga obligación de
salvaguardar.

En el caso de la legítima defensa, el Código Penal para el Distrito Federal establece en su artículo 29, fracción B, inciso I:

Se repela una agresión real, actual o inminente y sin derecho, en defensa de bienes jurídicos propios o ajenos,
siempre que exista necesidad de la defensa empleada y no medie provocación dolosa suficiente e inmediata por
parte del agredido o de su defensor.
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Es importante hacer notar que la norma establece “bienes propios o ajenos”, lo que da lugar a determinar cuáles son los
bienes ajenos que se encuentran comprendidos en esta permisibilidad que hace la norma penal; ciertamente se tratará de
aquellos bienes ajenos que han sido confiados a la responsabilidad del agredido y, por lo tanto, tenga la obligación de
proteger. Por ello, no todos los bienes ajenos se encuentran comprendidos en la descripción legal.

La legítima defensa cuenta con los siguientes elementos para poder configurarse:

 Repeler: Este elemento significa rechazar o evitar algo; implica que quien sufra la agresión podrá ejercer la fuerza
apropiada para impedir que el bien jurídico bajo su tutela no sufra menoscabo alguno siempre y cuando no haya mediado
provocación y, por tanto, quedará protegido por la figura de la legítima defensa.

 Agresión: Este segundo elemento consiste en atacar, acometer; es un acto mediante el cual se daña o se pretende
dañar a alguien. Es actuar en contra de alguien con la intención de lesionar sus bienes jurídicos. Debe ser real, actual e
inminente.

- Real: Que la agresión sea efectivamente cometida por un sujeto en contra del pasivo, que esta agresión no sea
presunta o producto de la imaginación.

- Actual: Significa que la repulsión a la agresión se dé en el mismo momento en el que está siendo producida la
agresión ya que de lo contrario no se podrá considerar legítima defensa y se configuraría un delito diverso en
contra del agredido.

- Inminente: Quiere decir que la agresión, si no es actual, sea muy próxima, que esté en vías de ejecución y que
definitivamente sea real.

 Sin derecho por parte del agresor: De lo contrario no se configura la legítima defensa. En este elemento es necesario
distinguir si efectivamente no existe ningún derecho por parte del agresor, ya que se presentan situaciones en las que no
es tal, sino más bien el ejercicio de un derecho.

Por ejemplo, el caso de un embargo, ordenado por un juez mercantil, en el que se secuestran bienes. La persona
a la que se pretende embargar, muy comúnmente lo considera agresión sin derecho, pero la orden del juez
configura el derecho del embargante para llevarse los bienes del embargado.

 Defensa de bienes jurídicos propios o ajenos: La norma penal no restringe los bienes a determinada categoría, sino
que lo deja abierto a cualquier bien jurídico, por lo que es permisible su defensa, ya mencionábamos en párrafos anteriores,
que se consideran bienes ajenos.

 Necesidad de defensa: Significa que, a falta de protección por parte del Estado al momento de la agresión, el agredido
podrá realizar la defensa de los bienes jurídicos de propia mano, utilizando la fuerza de manera proporcional a los posibles
daños que se pretenda causar.

 Racionalidad de los medios empleados: Deberán ser proporcionales al daño que se pretenda infringir en sus bienes
jurídicos, sin excederse. De ser así, la legítima defensa que lo protegería se volvería en su contra, configurándose un
exceso de legítima defensa.

 Sin mediar provocación: Es indispensable que no haya habido ningún tipo de provocación por parte del agredido o el
tercero a quien se defiende en contra del agresor, ya que de ser así no habría defensa sino ataque.

El caso de un sujeto que se introduce a un domicilio con el afán de robar. El propietario lo sorprende y persigue,
disparándole a media calle, provocándole la muerte. Realmente si el delincuente ya salió de la casa, deja de ser
un peligro real, actual o inminente y, por lo tanto, se está ante un exceso.

Estado de necesidad

La regla general establece que, si se tienen dos bienes jurídicos, pero solamente uno de ellos se puede conservar, será
necesario sacrificar el otro. El bien jurídico sacrificado deberá de ser de menor valor. En caso de que ambos tengan el
mismo valor, se escogerá de entre ellos el más conveniente o el que tenga mayor probabilidad de sobrevivir, considerando
que, al hablar de valor, no nos estamos refiriendo al valor económico.

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El caso de un barco en el que se hace necesario tirar carga al mar para salvar el barco o a la tripulación. El bien
jurídico de menor valor será la carga y el de mayor valor, la vida de los marineros. La figura jurídica con la que se
denomina esta acción se llama echazón.

El estado de necesidad contempla los siguientes elementos:

 Peligro: Debiendo existir amenaza de que alguno de los bienes jurídicos se encuentre en riesgo real, actual o inminente
de sufrir un daño o desaparecer. Éste no debe haberlo ocasionado dolosamente el agente: Ciertamente el peligro debe ser
exterior a los titulares de los bienes jurídicos que se encuentran en peligro y este peligro no puede haber sido ocasionado
por ninguno de ellos de manera premeditada. Asimismo, el peligro debe existir sobre bienes jurídicos propios o ajenos: La
legislación no precisa qué tipo o clase de bienes son los que deberán encontrarse en peligro ni específica condición alguna,
por lo que queda totalmente abierto a cualquier posibilidad.

 Causar un daño: El daño se causará a uno de los bienes con la finalidad de salvaguardar el otro bien, sea propio o
ajeno, por lo que el daño provocado carecerá de antijuricidad.

 Que el agente no tenga el deber jurídico de afrontar el peligro: Será preciso que el agente no tenga la obligación
legal de proteger o salvaguardar el bien jurídico que se encuentra en peligro. De ser así, se tratará de otra causa de
justificación, pero no de ésta.

 Que no exista otro medio practicable y menos perjudicial: Un requisito indispensable es que el agente no tenga otra
alternativa para solventar el peligro que el de causar un daño a otro bien jurídico, ya que de existir alguna otra forma de
proteger el bien que se afecte se estaría incurriendo en la comisión de un delito, toda vez que no se tendría que haber
afectado el segundo bien

Un caso de excepción a esta regla es el robo de indigente, también llamado robo del famélico.

La propia ley establece que una persona que se encuentre en estado de extrema necesidad podrá apoderarse sin
engaño ni violencia de lo que requiera para sobrevivir y no merecerá pena alguna. Este caso se entiende, por la
necesidad apremiante de alimentos o medicinas. Sin embargo, el Código no lo limita, por lo que queda abierto a
cualquier necesidad.

Ejercicio de un derecho

En este caso no se está ante una agresión o el peligro de sufrir un menoscabo en algún bien jurídico. Esta figura se refiere
a la acción realizada para cumplir con el ejercicio de un derecho, que la propia norma jurídica establece y en cuyo ejercicio
resulta dañado algún bien jurídico, sea propio o ajeno.

Cuando por mandato judicial se efectúa el embargo de bienes, sean muebles o inmuebles a un demandado, no se
comete ilícito en su apoderamiento, pues se está ejerciendo el derecho que la ley concede mediante orden judicial
para ser retirados, lo cual garantiza alguna obligación.

Como regla indispensable se requiere que quien realice la afectación al bien jurídico de un tercero, sea legítimamente
poseedor del derecho, o su legítimo representante. Por otra parte, se requiere que no sea posible ejercer este derecho de
alguna otra manera que no afecte bienes jurídicos de terceros.

Cumplimiento de un deber

Este caso encierra dificultades específicas diferentes a las anteriores causas de justificación, ya que es común que los
miembros de los cuerpos de seguridad o las fuerzas armadas en el ejercicio de sus funciones causen daños a bienes
jurídicos ajenos por causas propias de la función que desarrollan.

Para encuadrar esta causa de justificación, será necesario determinar exactamente cuáles eran los deberes que el agente
tenía que cumplir y cuáles los procedimientos o protocolos para hacerlo, a efecto de poder determinar si se está ante la
figura analizada o si existe un exceso.

Podemos mencionar un caso que sucedió hace algunos años en el Hospital Naval de la Ciudad de México. Una
noche, un grupo de marinos estaban resguardando la puerta de acceso al hospital, cuando en un momento dado,
un automóvil ingresa sin hacer alto en la puerta principal, pasando a toda velocidad hacia el interior, destrozando
la barrera de contención. El encargado de la seguridad ordena a uno de los marinos que lo detenga, por lo que
éste apunta su arma de cargo y efectúa una detonación matando a quien conducía.
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La orden recibida por el marino era la de detener al vehículo y de acuerdo a los protocolos militares, debe utilizar su arma
como último recurso. La realidad es que el marino que disparó no tiene responsabilidad al haber obedecido una orden
legítima de un superior, sino será quien emitió la orden quien deberá responder en caso de que se configure un delito.

Como en los casos anteriores, para la configuración del delito será necesario que la acción tomada resulte en el daño a un
bien jurídico ajeno, sea proporcional a las circunstancias para no caer en un exceso y no medie provocación dolosa.

Consentimiento del titular del bien jurídico

Esta causa de justificación se presenta cuando el titular del bien jurídico que sufrirá algún daño, o su legítimo
representante, autorizan expresa o tácitamente su menoscabo o destrucción, sin que exista responsabilidad para quien
realiza la acción.

Una persona que contrata un albañil para que realice una remodelación y se requiere la destrucción de una parte
de la construcción original. Al existir la autorización tácita de destruir una parte de la construcción, no es punible.

Como podemos observar, no todas las conductas que se encuentran descritas como delito en la norma penal, son punibles
en todos los casos. Esto siempre que existan causas razonables y sean éstas ajustadas a los elementos establecidos en
la legislación para la protección de los sujetos que las realicen.

Estas causas de justificación resultan indispensables para proteger bienes jurídicos, que de manera injustificada se
pretendan lesionar o destruir, permitiendo a sus legítimos titulares proteger en casos extraordinarios y de extrema urgencia,
atendiendo a que los medios utilizados en su protección sean razonables y no incurriendo en excesos

Módulo 5
Fundamentos del delito y los delitos en particular
Unidad 2
Características y elementos del delito
Sesión 5
Los elementos del injusto penal II

Imputabilidad

Es un presupuesto de la culpabilidad. Por lo tanto, para que un sujeto pueda ser considerado culpable de un acto cometido,
es necesario que éste sea imputable. De acuerdo con Pimentel (2009), la palabra imputar proviene del latín impotatum,
que significa “poner en cuenta, atribuir, imputar, dar, asignar”. El Instituto de Investigaciones Jurídicas (1996), plantea que
el término significa: “Capacidad, condicionada por la madurez y salud mentales, de comprender el carácter antijurídico de
la propia acción u omisión y de determinarse de acuerdo a esa comprensión”. Por otra parte, Castellanos (1997:218)
menciona que es la “capacidad de entender y querer en el campo del Derecho Penal”.

De acuerdo con las definiciones anteriores, podemos determinar que la imputabilidad será la capacidad de querer y
entender, que posee un sujeto de acuerdo a la madurez y a la salud mental con que cuenta al momento de desplegar cierta
conducta. Dicho de otra manera, es reunir las condiciones tanto físicas como psíquicas que permitan al sujeto comportarse
conforme a la norma.

La imputabilidad, como capacidad de comprensión y determinación, es un concepto esencialmente técnico susceptible de


verificación científica, para determinar si el sujeto se encuentra en plena capacidad de entender y querer y, por tanto, de
comprender y determinarse, dado que conciernen al mundo de valoraciones del Derecho y no de la ética.

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Acciones liberae in causa

La imputabilidad deberá existir al momento de cometer la acción sancionada por la norma penal para que ésta sea
reclamable al sujeto activo y, por tanto, le sea reprochable. No obstante, hay casos en los que el sujeto, de manera
voluntaria o culposamente, se coloca en un estado de inimputabilidad, a efecto de que al cometer el hecho no sea imputable
y, entonces, la conducta desplegada no le sea reprochable. Sin embargo, en estos casos subsiste la imputabilidad. Este
tipo de conductas se llaman acciones liberae in causa (libres en su causa) que, sin embargo, sí son determinadas en
cuanto a su efecto.

Una persona desea cometer homicidio, para lo cual decide ingerir pastillas psicotrópicas para no ser perseguido
por la norma penal, así, alega a su favor el no encontrarse lúcida en su comisión y, por lo tanto, no tener la
capacidad de entender y querer.

La norma penal, previniendo este tipo de actos de los sujetos activos, señala que, si el estado se procura involuntariamente
o por imprudencia, siendo previsible el resultado delictuoso, el activo será fundadamente imputable.

De esta manera, queda perfectamente claro que, si un sujeto pretende burlar la acción de la justicia, colocándose
premeditadamente en un estado mental que configure una inimputabilidad, ésta será descartada por el juzgador y se le
impondrá la penalidad marcada en el código. En algunas legislaciones, lejos de excluir la responsabilidad, se considera
como agravante en el delito realizado.

Inimputabilidad

Nuestros códigos realmente no brindan una descripción del concepto de imputabilidad, pero mencionan su parte negativa
que es la inimputabilidad. Sin embargo, de acuerdo a lo tratado sobre la imputabilidad como capacidad de querer y
entender, se tiene que la inimputabilidad será la falta de dicha capacidad. Por lo cual, las causas de inimputabilidad serán
las siguientes: trastorno mental, desarrollo intelectual retardado, miedo grave y la minoría de edad.

 Trastorno mental: Cualquier perturbación de las facultades psíquicas del sujeto, las cuales le impidan comprender la
ilicitud de un hecho o conducirse acorde con esa comprensión.

El trastorno mental deberá ser declarado judicialmente apoyado siempre mediante el dictamen de peritos ofertados
por las partes, acreditando el trastorno que el sujeto padece, la gravedad del mismo y si es suficiente para impedir
que el agente no pueda comprender la ilicitud de sus actos, en cuyo caso el sujeto quedará protegido por la norma
penal.

En el caso del Código Penal para el Distrito Federal, se prevén dichos casos en su artículo 62, señalando lo siguiente:

En el caso de que la inimputabilidad sea permanente [...] el juzgador dispondrá la medida de tratamiento aplicable,
ya sea en internamiento o en libertad, previo el procedimiento penal respectivo. En el primer caso, el inimputable
será internado en la institución correspondiente para su tratamiento, durante el tiempo que sea necesario para su
curación.

Por otro lado, “si se trata de trastorno mental transitorio se aplicará la medida a que se refiere el párrafo anterior si lo
requiere, en caso contrario, se le pondrá en absoluta libertad”.

Como se puede apreciar, en ambos casos existe previsión y en ninguno de ellos se aplicará pena alguna, sino que serán
enviados para su atención médica.

 Desarrollo intelectual retardado: Se refiere a la incapacidad para entender y querer. Se encuentran diferentes grados,
por lo que será necesario que peritos determinen si éste es a tal grado grave, que no le permita comprender el carácter
ilícito de sus acciones.

La sordomudez será causa de inimputabilidad solamente si el sujeto carece de capacidad de entender y querer,
de lo contrario será considerado imputable.

 Miedo grave: Se trata de una condición interna del sujeto que lo lleva a tal grado psicológico que le nubla la razón,
quedando momentáneamente perturbado de sus facultades de juicio y decisión. Es importante no confundir el miedo grave
con el temor fundado, ya que entre ambos existen diferencias de fondo: el primero es una causa de inimputabilidad,
mientras el segundo será causa de inculpabilidad.

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El miedo grave obedece a procesos causales psicológicos, se engendra en la imaginación, puede producir inconsciencia
y reacción de manera prácticamente automática. Asimismo, afecta la capacidad o aptitud psicológica. Por otro lado, el
temor fundado encuentra su origen en procesos materiales, es de carácter externo y el proceso de reacción es consciente.

 Minoría de edad: En la norma penal se establecen como penalmente responsables todos los mayores de 18 años. Esto
no quiere decir que una persona menor de edad no pueda cometer un acto tipificado por la ley como delito, así como
tampoco quiere decir que sean inimputables. Si bien es cierto que no son penadas sus conductas, también es cierto que
la consecuencia por la comisión de una conducta antisocial es la aplicación de una medida de tratamiento. Ejemplos de lo
anterior se presentan todos los días, con la diferencia en que el tratamiento dispensado a un menor de edad no es el mismo
que el de un adulto.

Entre los tratados internacionales de los que México es parte, se encuentran aquéllos en los que se establece la
atención a menores infractores en conflicto con la ley. De esta forma, se han establecido, tanto a nivel federal como
en los diferentes estados de la República, códigos especializados para aquellos adolescentes menores que
transgredan la norma penal.

En el caso de niños o niñas menores de doce años de edad que realicen alguna de las conductas tipificadas como
delito, se procederá a realizar la tutela judicial, quedando su caso bajo la supervisión de un juez de lo familiar,
quien dictará todas las medidas necesarias para su reintegración familiar, en caso de ser posible y no implique un
riesgo para el menor.

No obstante, nos encontramos con el problema de que alguien realice una conducta antisocial tipificada como delito siendo
adolescente, pero sea detenido una vez cumplida la mayoría de edad. En este caso, la misma Ley de Justicia para
Adolescentes prevé que ésta será aplicable a quienes hayan cumplido hasta veinticinco años, aunque la conducta antisocial
la hayan cometido siendo adolescentes. A éstos, la propia ley los identifica con el término adulto joven. Es decir, seguirán
siendo tratados legalmente como adolescentes, aunque ya no lo sean. Esto en razón del tiempo en que cometieron la
conducta antisocial.

En ningún caso un adolescente podrá ser procesado como adulto ni se le podrán aplicar las penas previstas para los
adultos, así como tampoco podrá cumplir la medida cautelar impuesta en lugares donde se encuentren internos adultos.
Los adolescentes deberán ser separados por edades y sexo.

Si bien es cierto, un adolescente que ha cometido una conducta antisocial no podrá ser tratado como un adulto y, también,
se le debe instruir un procedimiento judicial (dada la judicialización del sistema para adolescentes), en el que se resuelva
su responsabilidad o no en la conducta atribuida, pues existen instituciones especializadas, desde Ministerios Públicos
hasta Jueces de Ejecución y Vigilancia para ellos. Igualmente, el lugar donde cumplen la medida de tratamiento (que puede
ser en internamiento) será distinto al destinado para los adultos.

Por otra parte, a cualquier adolescente que por algún motivo haya permanecido retenido en un centro para adultos se le
deberá mantener separado de la población, dictándosele medidas de tratamiento psicológico especializadas, antes de
unirlo al resto de la población.

Como podemos apreciar, los menores de edad que han infringido la norma penal efectivamente podrán ser sujetos de
sanción diferenciada de los adultos, que garantice su reinserción al núcleo familiar y social.

Culpabilidad

El término deriva del latín, culpabilis; aplica a “quien se puede echar o echa la culpa. Delincuente responsable de un delito”
(IIJ, 1996).

De acuerdo con Vela (1985:337), “la culpabilidad es elemento subjetivo del delito y el eslabón que asocia lo material del
acontecimiento típico y antijurídico con la subjetividad del autor de la conducta”. Por lo tanto, encontramos que la
culpabilidad será el nexo intelectual y emocional que liga al sujeto con el acto. En otras palabras, es el nexo entre la
voluntad y el conocimiento (entender y querer) de un determinado hecho, con la conducta realizada.

Durante la historia del Derecho, el tema de la culpabilidad ha sido ampliamente estudiado por los doctrinistas y se han
desarrollado infinidad de teorías de las más diversas índoles. No fue sino hasta mediados del siglo XIX, con Merkel y
Blinding, que nacen teorías más o menos similares a las que actualmente nos rigen.

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La dogmática jurídico-penal moderna iniciada por Franz von Liszt alrededor del año 1881 es en donde encontramos dos
grandes planteamientos o teorías sobre la culpabilidad que han sobrevivido hasta nuestros días: la teoría psicológica y la
teoría normativa.

 La teoría psicológica: Centra su atención en el individuo y consiste en la relación intelectual-volitiva. En otras palabras,
es la relación psíquica entre el sujeto y el resultado objetivamente delictuoso lo que infiere la necesidad de dos elementos:
uno emocional y otro intelectual. Mientras el elemento emocional se integra por el querer de la conducta y el querer del
resultado, el intelectual consistirá en el conocimiento de la antijuricidad de la conducta desplegada, por lo que para
desentrañar el elemento psicológico, se requerirá conocer las razones psíquicas que llevan al agente a desplegar la
conducta antisocial y obtener el resultado esperado por él. Por otra parte, será necesario establecer el conocimiento que
de la antijuricidad del acto tenía el sujeto, o bien, la capacidad de entender la magnitud y efectos que su conducta acarrea.
En ello radica la importancia del querer y entender como elementos indispensables de la imputabilidad.

 Teoría normativa: La constituye un juicio de reproche. Una conducta será culpable si a un sujeto jurídicamente capaz
que ha obrado con dolo o culpa, le puede exigir el orden normativo una conducta distinta a la que realizó. Así pues, esta
teoría se encuentra basada en la imperatividad de la ley, a quienes se encuentran capacitados para obrar (imputables) de
acuerdo a lo establecido por la norma jurídico-penal, a efecto de poder establecer un juicio de reproche por conductas
desplegadas que transgredan la norma.

La imputabilidad es un presupuesto indispensable de la culpabilidad, por lo que la teoría de la culpabilidad excluye


definitivamente a los inimputables.

De acuerdo con el Código Penal, las conductas consideradas antisociales desplegadas por el agente solamente serán
punibles si se actúa con dolo o culpa. Sin embargo, el mismo código no aclara qué se entiende por estas figuras, por lo
que será necesario acudir al Código Penal Federal, que en su artículo 9º establece una descripción de ellas:

Obra dolosamente el que, conociendo los elementos del tipo penal, o previendo como posible el resultado típico,
quiere o acepta la realización del hecho descrito por la ley…

Obra culposamente el que produce el resultado típico, que no previó siendo previsible o previó confiando en que
no se produciría, en virtud de la violación a un deber de cuidado, que debía y podía observar según las
circunstancias y condiciones personales.

Dolo

Consiste en la voluntad consciente del agente hacia la ejecución de un hecho considerado delictuoso. También es
conocido como delito intencional o delito doloso. De éstos, existen diferentes clases o especies: directo, indirecto o
eventual, genérico, específico e indeterminado.

Si nos remitimos al Derecho Romano, podemos identificar al dolo como la astucia, engaño o maquinación realizada para
sorprender o defraudar a otro.

 Dolo directo: El sujeto desea la obtención de un resultado típico y lo consigue. Existe identidad entre la intención y el
resultado. Por ejemplo, cuando alguien quiere robar y lo consigue.

 Dolo indirecto o eventual: También conocido como dolo de consecuencia necesaria. En el cual el sujeto desea cometer
un acto delictivo, a sabiendas de que se podría provocar otro resultado también tipificado como delito, adicional al hecho
principal a conseguir.

El caso de un sujeto que para matar a una persona que viaja en automóvil, le descompone los frenos provocando
así un accidente, a sabiendas de que su víctima viaja con otras personas, siendo probable que éstas fallezcan o
resulten lesionadas y, no obstante, decide efectuar el hecho.

 Dolo genérico: Consiste en la intención de causar un daño o afectación. La voluntad encaminada a producir el delito.

 Dolo específico: Será la intención de causar un daño con la especial voluntad que la propia norma exige en cada caso,
de tal suerte que deberá ser motivo de prueba.

 Dolo indeterminado: En el cual el agente tiene la intención de delinquir de manera imprecisa, sin proponerse un
resultado delictivo en particular.

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El caso de una persona inconforme con el Estado por alguna causa política, que decide lanzar una bomba durante
una protesta a sabiendas del daño a provocar, pero que no tiene la intención de causar alguno en lo particular.

Culpa

En el Derecho Romano consistía en un hecho u omisión imputable al deudor, pero sin intención de dañar al acreedor. En
este sentido, la culpa se dividía en grave o lata y leve, siendo la grave equiparada por sus características con el dolo. En
relación con lo anterior, actualmente se señala como un resultado típico sancionado por la norma penal, pero habiéndose
producido sin la intención de delinquir del sujeto. No interviene la voluntad, aunque sí el resultado.

Los delitos culposos, también llamados imprudenciales o no intencionales, son el producto de la falta de precaución, la
imprudencia, la falta de pericia, entre otros factores, donde el resultado típico pudo haber sido previsto o, previéndolo el
sujeto, éste haya confiado en que no se produciría.

Una persona que manejando un automóvil se pasa un semáforo en señal de alto, confiando en que no hay otro
automóvil en la otra vialidad para producir un accidente y, sin embargo, se produce un choque.

Existen dos clases de culpa de acuerdo a las condiciones propias del sujeto que realiza la acción:

1. Culpa consciente: También llamada con previsión o con representación. Será en la que el agente pretende realizar una
conducta capaz de preverse, no teniendo la intención de alcanzarla, la cual, no obstante, decide realizar esperando que el
resultado no se produzca.

Para el caso de la imprudencia: un chofer que decide pasarse un semáforo en alto con la esperanza de no chocar.

En el caso de falta de pericia: una persona que decide manejar un automóvil, a sabiendas de no saber utilizarlo
correctamente.

En el caso de la falta de precaución: un chofer que cambia de carril intempestivamente.

2. Culpa inconsciente: También llamada culpa sin previsión o sin representación. Se presenta cuando el sujeto no prevé
el resultado de determinada acción realizada, ya que no piensa que se produzca algún resultado.

El caso de una persona que enciende un interruptor de energía eléctrica pensando que se va a encender la luz de
su oficina, sin saber que al interior un trabajador está componiendo los cables y sufre una lesión por electrocución.
En este caso, el resultado es imprevisible para el sujeto.

En el caso de los delitos culposos, ciertamente existe una penalidad aplicable a ellos, la cual será disminuida conforme a
la penalidad del mismo delito al cometerse con dolo. La razón de que sean penados, aunque no exista la voluntad de
delinquir radica en la obligación que marca la norma de conducirse con previsión y cuidado.

No todos los delitos admiten la figura de la culpa ya que, por la forma específica que establece la norma penal para
su configuración o ejecución, será necesaria la voluntad.

Como ejemplo podemos mencionar el caso del homicidio que se establece dentro del tipo penal: “comete homicidio quien
priva de la vida a otro”. En él se deja totalmente libre la forma de ejecución, por lo que será doloso si existe la intención de
cometerlo. Por ejemplo, cuando se atropella a una persona sin que medie la voluntad de quien conducía el automóvil.

En el caso del robo no puede presentarse la culpa, ya que el mismo tipo penal no lo permite, al exigir una conducta positiva
por parte del activo: “el que se apodere de una cosa ajena mueble sin derecho y sin autorización”. Se requiere que el activo
se apodere, es decir, realice una conducta. Por lo tanto, habrá voluntad de delinquir.

En los delitos culposos, sí se configura el tipo penal, ya que efectivamente existe un resultado típico. Sin embargo, falta un
elemento indispensable: la voluntad del agente, sin la cual no es posible la configuración del ilícito y, por lo tanto, la sanción.

No obstante, lo anterior, no se debe olvidar que la norma penal persigue dos fines: el primero será sancionar a quien
infrinja la ley penal y, el segundo, la reparación del daño causado. La reparación del daño como su nombre lo indica se
refiere a resarcir de manera económica al ofendido, el monto de los daños causados a su patrimonio o a su persona, de
tal suerte que pueda solventar los gastos de reparaciones, servicios médicos, medicinas, entre otros. Es importante hacer

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notar que la reparación del daño es preferente al pago de cualquier otra sanción u obligación contraída posterior a la
comisión del delito, a excepción de las pensiones alimenticias y compromisos laborales.

Resulta de primordial importancia no confundir la reparación del daño (materia penal) a los daños y perjuicios
(materia civil), toda vez que la reparación del daño se refiere exclusivamente a resarcir los daños causados, a
efecto de restablecer las cosas al estado en que se encontraban hasta antes de la comisión del delito. Mientras
que los daños y perjuicios que se reclaman por la vía civil tienen por objeto el resarcir a quien los reclama en las
pérdidas y daños que le causaron con motivo de algún ilícito y que, como consecuencia, perdió la oportunidad de
realizar.

Como ejemplo podemos mencionar el caso de un taxista que, con motivo de algún acontecimiento, deja de trabajar por
15 días. La reparación del daño le garantizará la reparación del vehículo, gastos médicos, entre otros. Por su parte, los
daños y perjuicios le resarcirán el dinero no ganado con el trabajo diario en el taxi por esos 15 días. La reparación del daño
se establecerá de oficio por el juez penal y los daños y perjuicios se resolverán a petición de parte por la vía civil.

Inculpabilidad

Es la parte negativa de la culpabilidad. Ésta se presenta en circunstancias extraordinarias, previstas por la norma penal,
en las que se protege al sujeto por no existir la voluntad o el conocimiento. El error es la falsa concepción de la realidad;
la falta de conformidad entre el sujeto cognoscente y el objeto conocido, tal y como éste es en la realidad. Tanto la
ignorancia como el error pueden constituir causas de inculpabilidad si producen en el autor desconocimiento o un
conocimiento equivocado sobre la antijuricidad de su conducta.

El error

Se divide en error de derecho y error de hecho. El error de derecho no produce efecto de eximente, toda vez que el
desconocimiento de la ley no implica su no cumplimiento o no dispensa su incumplimiento, por lo que el activo es
penalmente responsable, aunque no conozca el contenido de la ley.

Por cuanto a las clases de error se refiere, podemos distinguir:

3. Error de derecho penal: Recae en la norma penal en cuanto a su contenido y significado. Se refiere a la interpretación
que el sujeto realiza equivocadamente de la norma penal.

4. Error de derecho extrapenal: Versa sobre el mismo contenido, pero el error se refiere a un concepto jurídico
perteneciente a otra rama del Derecho. Como ejemplo, se puede mencionar el caso de la reparación del daño (materia
penal) con el de los daños y perjuicios (materia civil).

5. Error de hecho: Recae en condiciones propias del hecho, por lo que puede ser del tipo o de la prohibición: El primero
se refiere a un error en los elementos del tipo penal; en el segundo, el sujeto cree que no es antijurídico obrar.

6. Esencial: Recae sobre un elemento fáctico, cuyo desconocimiento afecta el elemento intelectual del dolo, al ser dicho
elemento requisito constitutivo del tipo, o bien, fundante de una conducta justificada.

7. Vencible: Cuando subsiste la culpa a pesar del error.

8. Invencible: Cuando no hay culpabilidad. Este error constituye una causa de inculpabilidad. Conforme a lo anterior,
encontramos causa de inculpabilidad únicamente cuando se presenta esta forma de error.

9. Error accidental: Se estará ante circunstancias accesorias y ciertamente secundarias al hecho, las cuales podrán ser:

- Aberratio ictus: Se configura cuando el resultado no es precisamente el deseado, pero es equivalente. Se puede
señalar, por ejemplo, cuando una persona quiere matar a Juan, pero al disparar debido a mala puntería, mata a Roberto,
no por confusión, sino por error en el acto.

- Aberratio in persona: Se presenta cuando existe un error en la persona objeto del delito. Un ejemplo de ello es cuando
una persona quiere matar a Juan, pero lo confunde con Roberto y debido a esta confusión, resulta muerto Roberto a quien
no se proponía matar. Es un suceso diferente al deseado, pero con la misma consecuencia.

- Aberratio delicti: Se configura cuando el error está en el delito, al producirse otro ilícito diferente al deseado.

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Eximentes putativas

Son presentadas cuando el sujeto cree, por un error esencial de hecho, que se encuentra amparado por una circunstancia
justificativa, cuando no es así.

 Legítima defensa putativa: Cuando un sujeto considera por un error esencial invencible de hecho que se encuentra
bajo peligro real, actual o inminente y reacciona de acuerdo a esta falsa creencia. Como, por ejemplo, el caso de una
persona que considera estar bajo amenaza de muerte porque otra persona le está apuntando con un arma de juguete, que
a simple vista se aprecia como real y el amenazado reacciona matando a su supuesto agresor.

 Legítima defensa putativa recíproca: Se configura cuando dos personas por un error esencial invencible de hecho se
encuentran ante la creencia de encontrarse ante una agresión injusta y cada uno de ellos reacciona defendiéndose cuando
la realidad es que ninguno de los dos estaba bajo ninguna amenaza.

 Legítima defensa real contra legítima defensa putativa: Conducta típica, resultante de obrar en legítima defensa real,
contra quien actúa en legítima defensa putativa. En este caso estaremos ante dos resultados típicos y dos excluyentes de
responsabilidad. El primero configura una causa de justificación y, el segundo, una de inculpabilidad.

 Estado de necesidad putativo: Se presenta cuando una persona por error esencial invencible de hecho considera que
se encuentra ante un estado de necesidad cuando realmente no es así.

 Cumplimiento de un deber putativo: El error esencial invencible de hecho se presenta por la falsa creencia de un
sujeto que considera estar obrando lícitamente en el cumplimiento de un deber que realmente no tiene.

 Ejercicio de un derecho putativo: Se configura cuando por un error esencial invencible de hecho, una persona considera
que se encuentra obrando bajo la protección de un derecho que la norma le otorga, cuando realmente por una mala
interpretación de la misma, no es titular de tal derecho, ante la inexistencia de tal derecho o por que el titular es alguien
más pero no la persona en cuestión.

Temor fundado

Obedece a una causa externa al sujeto. Encuentra su origen en procesos materiales y su reacción es de manera
consciente. El sujeto considera que se encuentra ante una situación de extremo peligro, por lo que entra en un estado tal
que le nubla el entendimiento y reacciona en consecuencia. Se considera en este caso la coacción de la voluntad por un
agente externo al sujeto.

Es importante no confundir el temor fundado con el miedo grave. El primero es de origen externo y el segundo es creado
al interior del sujeto. Mientras en el temor fundado la reacción es consciente, aunque cuestionablemente razonada, en el
miedo grave el nivel de frustración de la conciencia es tal que su reacción será prácticamente instintiva.

Por tanto, existen diferencias reales de fondo entre ambas ya que es común y muy factible que se le tenga temor fundado
al proceder de una persona, sin que exista miedo a esa conducta. Por ejemplo, se puede tener temor fundado de que la
esposa de un sujeto se moleste con sus amigos por llevárselo a un partido de futbol, pero los amigos no le tienen ningún
miedo a la esposa de su amigo.

Caso fortuito

Se presenta al causar un daño por mero accidente, es decir, sin tener el agente la voluntad ni intención de causarlo, al
realizar un acto totalmente lícito, con todas las precauciones que el caso amerita.

Queda claro que la culpabilidad obedece al factor de la voluntad desplegada del agente en la comisión de un acto
delictuoso, sin la cual resultará imposible considerar al sujeto penalmente responsable cuando la voluntad se
encuentre comprometida por los factores de inculpabilidad, toda vez que, para tipificarse una conducta como delito,
es requisito indispensable que el sujeto se encuentre en plena capacidad de querer y entender.

Punibilidad

Cuando se despliega una conducta considerada por el Código como delito, será necesario que el mismo establezca
condiciones a través de las cuales el Estado la reprima y establezca un castigo para el individuo penalmente responsable.

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Como se ha visto, para que un sujeto sea considerado penalmente responsable de una conducta típica, primero deberá
analizarse su capacidad de imputabilidad, es decir, “ser capaz ante el Derecho” y posteriormente establecer su culpabilidad,
mediante los elementos que componen o integran cada uno de estos conceptos. Como resultado de la conducta
desplegada y las condiciones propias del sujeto y la descripción que de dicha conducta realiza el código (tipicidad), se
obtiene la punibilidad de dicha conducta antisocial.

De acuerdo con Castellanos (1997), “la punibilidad consiste en el merecimiento de una pena en función de la realización
de cierta conducta”. Por otra parte, según Amuchategui (2006), es la “amenaza que el legislador dirige a los destinatarios
de la norma. Consiste en el señalamiento de una pena, derivada de la comisión de un delito previsto en la ley”. Por lo tanto,
un comportamiento es punible cuando se hace acreedor a la pena. El Estado, que se encuentra investido de poder de
imperio, en ejercicio del ius punendi tendrá la obligación de imponer las sanciones que la legislación penal señala. Incluso
mediante el uso de la fuerza de ser necesario, a efecto de garantizar el Estado de derecho.

De acuerdo con lo anterior, la punibilidad implica:

 El merecimiento de penas.

 La conminación estatal de imposición de sanciones si se acreditan los presupuestos legales.

 Aplicación fáctica de las penas señaladas en la ley.

En el tema de la punibilidad se manejan tres términos:

1. Punción: Determinación de la pena exacta al sujeto responsable por un delito concreto.

2. Pena: Restricción o privación de derechos impuesto al autor de un delito. Implica un castigo para el delincuente y una
protección para la sociedad.

3. Sanción: De manera genérica, se utiliza como sinónimo de pena, sin embargo, propiamente se refiere a otras ramas
del Derecho, llegando a ser castigo impuesto por haber quebrantado una disposición legal no penal, principalmente en
asuntos administrativos, civiles o mercantiles.

En la doctrina encontramos diversos criterios respecto a la punibilidad, en los que algunos autores la consideran elemento
del delito y, otros tantos, consecuencia del mismo. Consideramos que la punibilidad es un elemento del delito, pero también
una consecuencia del mismo, toda vez que se requiere que en cualquier conducta antisocial tipificada por la ley penal como
delito se imponga una pena directamente proporcional al daño causado. De lo contrario, la ley penal sería letra muerta,
libre al arbitrio del sujeto (si la respeta o no), pues no habría una pena implícita en el reproche social hacia el transgresor.

Variación de la pena

La Constitución, en su artículo 14, se establece que “en los juicios del orden criminal queda prohibido imponer, por simple
analogía, y aún por mayoría de razón, pena alguna que no esté decretada por una ley exactamente aplicable al delito de
que se trata”.

Este principio se puede interpretar desde dos posturas distintas. En primer lugar, que una pena solamente podrá ser
aplicada a un sujeto transgresor de la ley penal si se encuentra específicamente establecida en alguna ley, código,
reglamento, etcétera, exactamente aplicable al caso concreto de la conducta desplegada por el agente.

En segundo lugar, se debe interpretar que a cada justiciable se aplique dicha pena, tomando en cuenta las condiciones
específicas del sujeto y la forma, así como la manera de acontecer los hechos constitutivos de delito; por lo que el juzgador
deberá decidir la pena a aplicar individualmente y jamás de forma colectiva, aunque el delito se haya perpetrado de manera
similar

Como podemos observar, en la punibilidad de cada delito se menciona en el Código Penal un mínimo y un máximo de la
pena a aplicar, como por ejemplo en el artículo 123 para el caso de homicidio simple intencional: “Al que prive de la vida a
otro, se le impondrá de ocho a veinte años de prisión”, lo cual quiere decir que el juzgador no podrá imponer menos de
ocho años, pero tampoco más de veinte.

La razón por la que existe un mínimo y un máximo radica en brindar seguridad jurídica para que los jueces no actúen de
manera discrecional, imponiendo penas irrisorias o extremadamente estrictas, pues éstas se encontrarán dentro de un

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rango razonable que en la legislación se ha considerado prudente en la aplicación de cada delito. Con base en lo anterior,
el juzgador podrá decidir entre este rango de penas, de acuerdo a tres principios que la misma ley establece:

1. Arbitrio judicial: Las consideraciones que el juzgador deberá tomar en cuenta para la imposición más justa de la pena
serán, entre otras, la naturaleza de la acción u omisión empleadas para ejecutar el delito, la magnitud del daño causado al
bien jurídico tutelado o el peligro en el que éste fue colocado, las circunstancias de tiempo, lugar, modo y ocasión del hecho
realizado, la forma y grado de intervención del agente, los vínculos de parentesco, amistad o relación entre el activo y el
pasivo, la edad y nivel de educación, las costumbres, condiciones sociales, entre otras. Todo lo anterior será con la finalidad
de dar puntual cumplimiento al principio de individualización de la pena, como se encuentra en el artículo 14 constitucional.

2. Circunstancias atenuantes: Serán las establecidas en la ley penal que, de acuerdo a las condiciones propias de la
ejecución de la conducta y el resultado obtenido, puedan considerarse en la disminución de la pena, de manera tal que
hagan presumir que la peligrosidad del acto no fue sumamente dañino a la sociedad.

3. Circunstancias agravantes: Serán aquéllas en las que dentro de la legislación penal se considere que el daño social
es tal que requieren una penalidad mayor.

Es importante mencionar que tanto las circunstancias atenuantes como las agravantes se encuentran
expresamente establecidas por la ley penal, por lo que no es facultad del juzgador imponer alguna a su libre criterio.
Por otra parte, estas circunstancias son sujetas a acreditación al momento de juicio.

Excusas absolutorias

Son aquellos casos en los que efectivamente sí se ha cometido un delito, pero que, por razones señaladas en la legislación,
se considera de suma importancia permitir que se carezca de punibilidad. Ciertamente, en estos casos, sí se presenta una
conducta típica, antijurídica, imputable y culpable, existiendo un resultado y, por lo tanto, un nexo causal, pero que, por
mandato expreso de la legislación, no es punible.

Es importante mencionar que todas las excusas absolutorias se encuentran expresamente señaladas en la ley
penal y cada una de ellas establece las condiciones propias de ejecución, sin las cuales el delito sí adquiere el
elemento de la punibilidad y, por lo tanto, es penalmente reprochable.

Se presentan a continuación las excusas absolutorias que pueden existir:

 Temibilidad mínima: El caso de un sujeto que comete un ilícito que realmente no representa un peligro para la sociedad.
Como, por ejemplo, el caso del robo de uso, en el cual un hijo extrae sin autorización de sus padres el auto por la noche
para acudir a una fiesta, que, al terminar, regresa a la cochera sin daños.

 Ejercicio de un derecho: Cuando una persona tiene el derecho de realizar algo, que en otras condiciones sería un delito,
como en el caso del aborto, cuando el embarazo es producto de una violación.

 Por culpa o imprudencia: El caso en el que, por la falta de precaución, se comete un acto que en otras circunstancias
sería constitutivo de delito, como el caso de una mujer embarazada que, por imprudencia, carga un objeto pesado y se
provoca un aborto.

 Por no exigibilidad de otra conducta: Se configura cuando la propia norma penal no prevé una conducta diferente en
determinadas circunstancias, como en el caso de encubrimiento de parientes o ascendientes en la comisión de un delito.

 Por innecesariedad de la pena: Se presenta cuando la pena es notoriamente innecesaria por circunstancias propias de
agente, como el caso de las personas seniles o que padezcan una enfermedad contagiosa o terminal.

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