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FIESTA PRIVADA

Naruto Uzumaki era un joven muy agradable. Al menos sus amigos lo consideraban así.
Sonriente, amable, con una personalidad algo hiperactiva pero siempre poniendo a los demás
por delante. Lamentablemente, eso no le servía de mucho en sus relaciones amorosas: sus
exparejas resultaron siendo idiotas que solo buscaban divertirse. Por eso, había decidido que
lo suyo tal vez no era el amor y así lo declaró frente a sus mejores amigos, el día del
compromiso de Sakura y Lee.

Pero lo que nadie sabía era que, varios meses después de esa declaración, entre sus cuatro
paredes guardaba un secreto, una fantasía: una gigantesca colección pervertida —
prácticamente un altar— del hombre más atractivo y sexy que había conocido nunca: Sasuke
Uchiha.

¿Qué, quién era? Pues…

******FLASHBACK******

Sucedió en la Despedida de Soltera que las chicas habían organizado para Sakura. Al parecer
no había nada mejor para una novia a punto de casarse que regalarle un erótico y sexual
baile de hombres semi desnudos.

En fin, que mientras ellas festejaban de lo lindo, ellos habían salido a celebrar a Lee por su
lado. Bebidas, más bebidas y unas cuantas mujeres en el bar, pero el futuro casado
permanecía incólume a tocar siquiera a una de ellas a pesar de la gran borrachera que se
traía encima.

Pasadas las dos de la mañana, los chicos habían dejado al novio en su casa para que
descansara y los demás —luego de algunas escandalosas cavilaciones en plena calle—,
decidieron encontrar "in fraganti" a muchas de sus novias que andaban en el festejo de
Sakura..

Para cuándo llegaron, la fiesta estaba a punto de acabarse, pero se colaron entre todo el
alboroto de la fila de conga llegando a observar en el medio cuatro musculosos y seductores
hombres —vestidos únicamente con unas tangas— que se contorneaban alrededor de la
susodicha y sus amigas.

—¡Hinata! —exclama el primero, con el ceño muy fruncido.


—¡Neji! —responde la mencionada, extremadamente avergonzada.
—¿Ino? —grita el segundo con cara de poker.
—¡Sai! —contesta entre divertida y asustada.
—¡¿Sakura?! —pregunta el rubio avergonzado.
—Hooola Narutoooo… Veeeen, Veeennn… —le decía llamándolo con la mano, y una chillona
voz de borracha bastante notoria— Shhe que te gustaraaaa… Miraaa…

Sakura, riéndose, le señalaba a alguien que bailaba oculto entre los otros tres hombres. Era
alto, piel blanca y cabello azabache, que bailaba con unos movimientos de infarto. Su rostro
fino y mirada envolvente le inspiró un nosequé que prefirió ignorar.
Naruto —declarado gay a sus amigos desde mucho tiempo atrás—, quiso matar a Sakura en
ese momento ya que estaba empujando al sexy bailarín poniéndolo frente suyo.

—Shhhe shaamaa Sasssske —siseó mareada y se dirigió al azabache— Trátalo bieeennn


ehhh jijijiji…

Luego de dejarlos solos, algo arrinconados a la barra de bebidas, se dirigió a los otros varones
libres, riéndose tontamente.

—Hola… —susurró el rubio algo cohibido.


—Hola —respondió con frialdad—. ¿Tu amiga? —preguntó, señalando con el pulgar a la
pelirrosa que seguía bailando con los otros chicos.
—A veces lo dudo —respondió meneando la cabeza y cerrando los ojos con resignación.
—Y… ¿quieres un baile o qué? —preguntó burlón.
—¿QUÉ? ¡No! —exclamó moviendo las manos de un lado a otro—. No tengo idea de que
tenía Sakura en la cabeza para pensar que tenía que presentarnos o algo así. De todas
formas —añadió cruzando los brazos—, gracias por mantener su dignidad antes de la boda.

Ambos la miraron nuevamente, bailando y aplaudiendo a un joven muy alto de cabello naranja
que le ofrecía su trasero meneándolo como perrito.

—Si, tranquilo —respondió encogiéndose de hombros—. Que nos pagan por bailar —miró a
Naruto de arriba abajo, para luego posarse en sus azules ojos— y si quieren algo más pues…

Naruto se sintió invadido y casi desnudo. ¿Se le estaba ofreciendo? ¡Qué descaro! Era cierto
que ese joven, de ojos negros como la noche y cuerpo firme cuál roble joven, estaba más
bueno que el pan —incluso más que su amado ramen— pero jamás aceptaría estar con un
"bailarín exótico", por decirlo educadamente. Y menos si tenía esos aires de “cazador”.

—Entiendo —respondió con el ceño fruncido—. Bueno, nuevamente gracias, creo que la
fiesta se acaba aquí.

Y dirigiéndose a Sakura, la tomó suave pero firmemente del brazo. Miró alrededor notando
que casi todas sus amigas ya se estaban retirando con sus respectivas parejas.

—Sakura, ya vamos. Te dejo en tu casa —le susurró en el oído para que le escuchara
claramente.
—Uuusshhh Naruto… —agitó su mano en negación— Que malo ereshh… quería divertirme
un ratito massshh… —masculló, tambaleándose.
—Sakuraaaa… —insistió impaciente— Lee ya está en su casa y le dije que yo me encargaba
de que tú también llegarías sana y salva a la tuya.
—Shaaa… Okey… P-pero ashuuúdame a shhubir —pidió, señalando una mesa con botellas
encima.

Una vez arriba, pidió silencio haciendo ademanes y agitando los brazos.
—Grashiashh... Grashiaaahh… Shicasshh y sshicoooss… Grashiaashh por shelebrar
conmigo… Ahoraaa eshhhtoy masshh que ssheguraaa de amar a mi amoorshitooo yyyy de
cassshaaarme con él… Shalud!! —exclamó levantando un vaso sin contenido.
—Salud!! —respondieron los bailarines, las únicas personas que quedaban en el local.
—Ya bájate mujer!!

Naruto jaló a la ebria joven y la llevó hasta su auto, metiéndose ambos rápidamente. Estando
a punto de arrancar, el mismo joven que conociera antes, le estiró una tarjeta casi entre los
ojos.

—Toma. Por si quieres otra fiestecita —susurró en su oído antes de dejar caer la tarjeta sobre
sus piernas y hacerse para atrás.

Naruto sonrojado hasta el cabello, arrancó a toda velocidad, olvidando que Sakura estaba sin
el cinturón de seguridad puesto y haciendo que se golpeara la cabeza con la guantera.

Sin lamentarlo mucho —después de la vergüenza que había pasado por su culpa— se detuvo
unos segundos para reacomodarla, ponerle el cinturón y seguir su camino. Felizmente esa
noche ya se había terminado y todo volvería a la normalidad en su vida.

O eso creyó, hasta que empezó a tener cierta clase de “sueños” con aquél atractivo joven.

Durante semanas despertaba sudoroso y muy "mojado". Totalmente excitado y deseoso del
cuerpo que invadía su mente por las noches. No entendía el porqué le pasaba eso, ¡si esa
noche le había parecido un idiota!

Pero idiota o no, ya le era imposible negar lo mucho que le gustaba y cuánto anhelaba tenerlo.
Por eso, sin lograr reunir el valor de contactarlo prefirió aplacar sus anhelos obteniendo
cuanta foto pudiera de él, descubriendo que sería tarea sencilla. Sólo se dedicó a buscar un
poco sobre grupos de striptease en la ciudad y rápidamente llegó a él… Sasuke Uchiha, 25
años —mayor que él por unos meses—. Miembro de una importante familia dedicada a los
negocios, a la cual decidió dejar, por ser considerado la oveja negra y no aceptar que no le
gustaban "las niñas". Ahora, dedicado a ganarse la vida como bailarín erótico —a pesar de
tener educación universitaria—, por el simple hecho de darles donde más le dolía a esa
familia: el orgullo. Algo tonto, a su punto de vista. Valiente, decidido y firme, pero tonto.

Sin embargo, por muy interesante que fuese su vida, Naruto no quería involucrarse más de
lo necesario en su vida, así que prefirió dedicarse a buscar más de aquellas sugerentes fotos.
Tenía las de su perfil de Facebook, de los eventos dónde se presentaba, hasta las de su club
de fans, a la cuál ya había pensado unirse, en alguna trasnochada que soportó buscando
más fotos.

Al principio pensó que iba a ser suficiente para calmar sus deseos nocturnos, pero conforme
mas obtenía más deseaba y el internet cada vez le satisfacía menos. La pequeña colección
ahora era un altar oculto dentro de su viejo armario, el cual había estado en desuso desde
que mandó construir un ropero empotrado.
Ahora, dentro de ese armario lleno de "Sasuke" por todos lados, había tomado el valor que
por meses estuvo esquivo y marcó el dichoso numero, logrando obtener una "cita" con el
objeto de sus desvelos.

******FIN FLASHBACK******

El timbre de la puerta había sonado. Naruto algo nervioso respondió: "Adelante".

Sasuke ingresó lentamente, nervioso y asombrado. ¡Y no era para menos! Estaba ingresando
a una casa iluminada tenuemente por lámparas ubicadas en las esquinas de la casa. Luego
de cerrar la puerta principal se dirigió a la sala, encontrando que los muebles habían sido
empujados hacia las paredes dejando un centro bastante amplio. Aún así las luces seguían
siendo muy bajas, casi nulas. Y en la pared del fondo, cerca a un pasillo oscuro con destino
a quien sabe donde, un sillón había sido acomodado. Naruto, cubierto por la penumbra, yacía
expectante ahí sentado.

—Esto… es la fiesta privada?— preguntó desconfiado mirando a todos lados.

La voz de Sasuke rompió el silencio que protegía la inseguridad del rubio. Sacó un papel y lo
leyó.

—Fiesta privada. Urbanización Konoha, Chalet 2710.


—Es aquí —respondió con su mejor voz de tranquilidad—. Es mi fiesta privada. Es… muy
privada —recalcó.
—Si ya veo —respondió mirando la "decoración".

A Sasuke esa voz le sonaba más que conocida, aunque sospechaba que ya lo confirmaría
luego.

—¿Y bien? —preguntó sacándose la casaca de cuero negro.


—¡No! No te lo saques… —solicitó Naruto— Todavía.

Sasuke sonrió de lado, entendiendo el juego.

—Ohhh… ya veo.

Colocándose la casaca de nuevo, sacó todas sus cosas de los bolsillos dejándolas sobre uno
de los muebles y se colocó en medio de la "pista".

Unos segundos se estiró, mientras Naruto lo observaba algo intrigado. ¿Había entendido lo
que quería? Eso esperaba porque no podía seguir hablándole sin temer que se le escapara
un sonido nada decoroso. Ahora que lo tenía enfrente de nuevo, tuvo que admitir que ese
hombre le gustaba, demasiado.

De pronto una suave música con tonalidades sensuales empezó a inundar la estancia. Naruto
intrigado buscó el origen del sonido y se tranquilizó cuando confirmó que provenía del celular
de Sasuke. Si que había captado sus intenciones.
El azabache empezó a moverse con lentitud mientras se sostenía del borde del Jean azul
que usaba en ese momento. Meneaba la cintura elevando la pelvis con ritmo acompasado,
las piernas abiertas le sostenian mientras su cuerpo se contorsionaba ligeramente y la casaca
salía de sus brazos con elegancia. Miraba de frente al agasajado, con verdadero deseo. A
pesar de las sombras, ya había podido identificar la silueta y volvió a sonreír complacido.

Sabía quién era, Naruto Uzumaki. Huérfano, heredero de los bienes de sus padres. No
millonario como su familia pero lo suficiente para terminar su carrera universitaria y poner su
propio restaurante de ramen. Donde, de hecho, fue la primera vez dónde lo vio, tiempo antes
de la fiesta de la pelirrosa. Desde la primera vez tuvo una sensación especial respecto a él.
Su sonrisa, su amabilidad con los demás y el empeño que ponía en cada cosa que hacía,
terminaron por conquistarlo. Pero, a pesar de lo que cualquiera pudiera pensar, no tenía el
valor de acercarse, el temor a ser rechazado por su "trabajo" actual estaba muy presente. Así
que sólo lo veía a la distancia, averiguando lo importante —amigos, amantes o novios— y
descubriendo que el rubio o era muy bueno escondiendo parejas o no tenía a nadie en su
vida. Algo que le daba esperanzas, conforme pasaban los días. ¡Vaya sorpresa que tuvo
cuando esa clienta loca los presentara! Trató de parecer lo más normal y desinteresado
posible, pero no pudo evitar que se le escapara una inconsciente insinuación que pareció
disgustar al ojiazul. A punto de irse, solo atinó a dejarle su tarjeta con la escasa esperanza
de que algún día lo buscara. Y felizmente ese día llegó.

¡Y claro que lo aprovecharía!

Naruto, lo miraba moverse sensual y provocador. Sus ojos negros parecían llamarlo mientras
se soltaba el cinturón marrón y abría el botón del jean. Sus manos dejaban la camiseta negra
sin mangas en el suelo y recorrían su pecho y cuello, disfrutando las sensaciones con los ojos
cerrados y abriendo sus labios. Tragó saliva con fuerza.

La música empezaba a ponerse mas intensa. Naruto se mordía el labio. Separó un poco las
piernas, su entrepierna se sentía ajustada y Sasuke continuaba: con su mano izquierda
bajaba el cierre del pantalón y con la derecha se "peinaba" hacia atrás los cabellos. Su cintura
fibrosa y moldeada se movía deseosa de ser tocada. Las manos de Naruto se abrían y
cerraban con fuerza y sus dedos se movían como si estuviera tocando esa piel.

Sasuke se había sacado los zapatos y medias con habilidad increíble, y sin dejar el
movimiento rítmico. Ahora sus pies tocaban el tibio suelo de madera y el jean iba
descendiendo tortuosamente por sus largas piernas mientras él se acariciaba la cadera y
bajaba por las nalgas agarrándose con fuerza.

—Mmmm… —ronroneó el azabache elevando la mirada al techo, dejando a la vista su


apetecible cuello.

Naruto, semi acostado en el sillón, se sostuvo del reposabrazos y se aferró con fuerza,
mirando con algo de temor hacia el azabache.

Sasuke ya sin nada mas que el boxer cubriéndolo se acercaba a él como un depredador. Si,
era tímido pero cuando hacia su papel de striper se transformaba en alguien que el mismo
desconocía.
—¿Q-qué haces?
—¿Qué quieres que haga? —preguntó sin dejar de bailar y tomando las manos del rubio,
poniéndolas sobre su cuerpo en movimiento.
—Y-y-yo…

Naruto tenía su cerebro bloqueado. Era obvio que quería esto pero no pensó que Sasuke se
ofrecería con tanta facilidad. Eso le molestó un poco pero no podía reclamar nada. Era su
trabajo y él era sólo un cliente más.

—¿Y bien? —insistió el pelinegro bastante excitado.


—¿Qué más les ofreces a tus clientes? —"¡Bien hecho, estúpido!", pensó Naruto a los
segundos.

Sasuke un poco disgustado comprendió el concepto que tenía Naruto sobre él. Pero, no lo
podía culpar. Era la fama que se creaba entorno a ellos. Tal vez, algún día podría decirle que
nunca se había acostado con un cliente, sólo era baile. Pero ahora no podía dejar pasar la
oportunidad de tenerlo.

—Muchas cosas —respondió mirándolo de cerca—. Pero, ¿tu que quieres de mi?
—Quiero más que un baile —respondió con voz segura, a la vez que la música llegaba a su
final.
—Quizás… Quieres que baile dentro de tí —susurró en su oreja con excitación.

Naruto sentía derretirse por dentro pero aún tendría la dignidad de no demostrarlo. O al
menos, intentaría mantenerla.

—Tal vez —respondió retador, poniéndose de pie.

Estando muy cerca, con las miradas frente a frente, Naruto paseó sus manos por ese cuerpo
que tantos meses había soñado. Su miembro, atrapado entre sus prendas, dio un respingo y
sin aguantarlo mas lo besó apasionadamente.

Sasuke lo tomó de la cintura con ambas manos. Dejó que ese rubio hambriento se saciara de
su boca tanto como deseaba. Cuando el aire se hizo necesario, Naruto se alejó muy despacio,
relamiéndose con los ojos cerrados.

—¿Satisfecho?

Naruto negó lentamente con la cabeza, todavía sin abrir los ojos.

—¡Yo tampoco!

El azabache lo empujó contra la pared. Con una mano apresaba las trigueñas sobre la cabeza
y con la otra iba desabrochando el pantalón de drill negro del rubio. Una vez abierto —y
mientras se deleitaba con el sabor de la boca ajena—, metió la mano dentro, tocando la
hombría del ojiazul.
Naruto, separándose del beso, soltó un gemido hacia arriba dándole oportunidad a Sasuke
de probar la sensible piel trigueña de su cuello, dejando algunas marcas rojizas por la pasión
con la que su lengua lo saboreaba.

Mientras su mano acariciaba la entrepierna con algo de fuerza, soltó las manos del rubio.

—Te lo haré aquí mismo —susurró en su oreja, intentando sacarle la camisa blanca.
—Habitación… Al fondo… —pronunció el rubio con dificultad.
—Sostente

Sasuke, con ambas manos levantó a Naruto de su trasero, mientras éste —dejándose llevar
por las increibles sensaciones que le producía la presencia de Sasuke— enrolló las piernas
en la cintura del azabache y se aferró a su cuello aprovechando en besarlo nuevamente pero
esta vez paseaba su lengua y dientes sobre esa piel blanca y expuesta, haciendo que por
momentos el azabache se tambaleara.

—Cuidado, Naruto. Mmmm... N-n-nos vamos a caer.


—Derecha… Puerta… —pronunció, sin responderle, entre beso y beso que le seguía
proporcionando al cuello y clavículas de Sasuke.

Con el pie empujó bruscamente la puerta semi cerrada, terminando de abrirla e ingresando
con destino directo a la cama.

La habitación no tenía muchas cosas: un armario viejo en la esquina derecha, un ropero


empotrado al frente de una mesa de estudiar y la computadora, y una cama extensa que
estaba colocada justo en medio de todo el cuarto.

Ambos rebotaron sobre el colchón, al caer. Sasuke se levantó un poco y pudo apreciar mejor
el sonrojado rostro del rubio. Sabía que era él, pero confirmarlo aceleró sus latidos.

—Naruto… —susurró tomando su mejilla y lo beso con pasión. Esta vez era el quién tenía
hambre del rubio.

El ojiazul se dejaba hacer. Su boca, atrapada por los labios hinchados del azabache, no le
dejaban pensar con claridad… ¿Le había llamado por su nombre? No recordaba habérselo
dicho en la fiesta o ¿tal vez Sakura se lo había mencionado? Y de ser así, ¿acaso Sasuke…
también se había interesado en él?

Cuando regresó a la realidad, estaba sin camisa, sin pantalones y su boxer estaba siendo
retirado con… sus dientes.

—Mmm… Sasuke... —sus manos se apoderaron de la oscura cabellera que finalmente tuvo
que soltar.

Cuando el boxer salió de sus piernas, Sasuke tomó una de ellas y comenzó a besar y
mordisquear la pantorrilla subiendo hasta la parte interna del muslo y llegando a la zona V del
rubio.
—¡Ahhh! —exclamó cuando sintió su miembro ser devorado por la boca experta de Sasuke.

Tomó nuevamente de su cabello y dirigió el ritmo que cada vez aceleraba más.

Sasuke, con manos expertas, acariciaba sus piernas mientras con su boca succionaba y
lamía el pene a punto de explotar, aspirando el aroma tan íntimo que salía del pubis de Naruto.

—Sa-Sasuke… —advirtió el ojiazul intentando que Sasuke retirara su boca, sin éxito— M-me
voy a-a-angghgg…
—Mmm… Delicioso —afirmó Sasuke, luego de tragar la esencia del rubio.
—P-por qué… Tu… —preguntaba aún agitado y extrañado por esa actitud tan íntima, a pesar
de ser la primera vez que tenían sexo.
—Confío en tí —fue la simple respuesta antes de caer sobre él.

Una lucha de caricias y roces corporales había empezado. Con las manos escaneaban sus
cuerpos desnudos, con las bocas se marcaban el uno al otro. La calentura llegaba a la cúspide
y la necesidad de posesión no podía seguir esperando.

—Naruto… —pronunció roncamente, a la vez que bajaba por su pecho besando y oliendo,
deteniéndose en su vientre y mirándolo con decisión— No voy a detenerme.
—¡I-idiota! —refutó el rubio indignado por la “amorosa” consideración—. No tienes que
advertirme como si fuera una quinceañera virginal. Además —agregó sonrojado y desviando
la mirada—, no te he pedido que lo hagas, ¿o sí?

Luego de la pregunta, se alejó un poco para sacar de la mesa de noche un frasco pequeño,
que a todas luces era lubricante.

Sasuke recibió el frasco y sonrió casi imperceptible, mitad enternecido y mitad divertido. Ese
rubio era una cajita de sorpresas.

Naruto, aun con las mejillas sonrosadas, lo miró decidido. Entregarse a ese hombre era algo
que había deseado por meses, pero ahora no solo su cuerpo se lo pedía. También el
palpitante músculo interno en su pecho parecía hablarle y le daba a entender que a quien
tenía enfrente era el hombre detrás del bailarín. Sexy hasta el último cabello, ardiente, brusco
y apasionado pero increíblemente tierno.

—Nnnngg… Ahhh… —se retorció ligeramente el rubio al sentir la intromisión de unos dedos
largos y juguetones en su entrada.

El azabache, que había cubierto sus dedos con el viscoso contenido, empezó unos intensos
movimientos circulares intentando dilatar la estrecha abertura de Naruto. Cuando observó el
rostro compungido del rubio, decidió suavizar el momento: tomó el miembro de éste —todavía
un poco flácido— y comenzó a masturbarlo, consiguiendo que se relajase y disfrutase tanto
como él lo hacia, viendo su rostro y cuerpo envolviéndose de placer.

—Sasuke… Si tu… Ahhh…


—Si, yo también… ¡no aguanto más!
Diciendo esto se acomodó en el cabecero metálico de la cama —arrodillado sobre el
colchón— y sentándose sobre sus piernas dobladas, atrajo el cuerpo del rubio hacia él.

Naruto le rodeó la cintura con sus piernas y respiró profundo, sintiendo como el miembro del
mayor empezaba a abrirse paso en su interior. El dolor fue casi imperceptible, el lubricante
estaba haciendo su trabajo.

—Mmmm… Sasuke… —gimió aferrándose a las sábanas desordenadas, con los ojos
entrecerrados.
—Que estrecho eres… —comentó moviéndose lenta y tortuosamente— Ahhh… Me
encantas… Ohhh… Mmmm… Narutoooo… —gimió al sentir como el rubio cerraba aún más
sus paredes.

Los gemidos y jadeos de ambos invadieron tanto la habitación como la sala, el comedor y
hasta podía escucharse desde la entrada. El golpeteo de la cabecera contra la pared y de la
presión continua sobre el colchón, eran el acompañamiento perfecto.

Naruto no conforme con el placer de sentirse invadido por el de ojos brunos, le llamó con sus
brazos abiertos invitándolo a aferrarse a su cuerpo. Sasuke, aceptando la invitación, se inclinó
hacia él empujando su miembro con más fuerza, profundizando la deliciosa penetración. El
cuerpo trigueño se arqueó de placer y Sasuke aprovechó para sostener su cintura y
levantarlo, sentándolo a horcajadas sobre él.

Ahora era Naruto quien controlaba la situación, subiendo y bajando sobre el miembro de
Sasuke, acompañando los movimientos con entrecortados jadeos y fuertes gemidos cada vez
que su próstata era golpeada.

Sasuke, complaciente, ayudaba al ojiazul a elevarse y caer sobre él con mas y mas fuerza,
mientras Naruto se sostenía cruzando los brazos tras su blanco cuello. El azabache
aprovechaba para mordisquear levemente la curva de sus hombros y chupar la piel cada vez
más caliente y sudorosa.

—Ah-Ah… Sa-Sasuke… —gemía acelerando las acometidas— Me-me.. Voy… Ahh… Sas…
Nnnhh… Yo...
—Sigue… Naruto… —respondió aferrándose con más fuerza a su cintura— Yo… También…

Con algunas estocadas más potentes, el anhelado orgasmo llegó. Primero en Sasuke, que
derramó su esencia en el interior de Naruto, mojando todo y generando unos sonidos tan
obscenos como excitantes, provocando que el rubio terminara de explotar sobre el vientre del
azabache, al sentir la hombría hinchada y palpitante dentro de él, llenándolo.

Sasuke y Naruto, aún abrazados, cayeron sobre las almohadas. Las respiraciones aceleradas
no se hicieron esperar. Intentaban recuperar el aliento perdido durante su apasionada
entrega.

Poco a poco se fueron colocando boca arriba, mirando al techo. Naruto —asombrado de
confesar mentalmente de haber tenido el sexo más increíble de su vida— se mantenía en
silencio y miraba de reojo el extraño semblante de Sasuke: serio, algo tenso y… sonrojado.
—Q-qui-quieres…

Naruto se recostó sobre su lado derecho, apoyando su rostro en su palma, prestando atención
a sus palabras. Sasuke volteó su rostro al lado contrario para no cruzar miradas con el rubio.

—Te parece… —continuó el pelinegro— si vamos a… tomar un café o algo.

Naruto con los ojos muy abiertos, volvió a su posición boca arriba. No esperaba que aquel
joven le invitara a salir… porque… eso era, ¿cierto?

—¿Estás… invitándome a salir? —preguntó sin mirarlo, con voz sorprendida.


—Olvídalo. No dije nada —respondió Sasuke, sentándose en la cama.
—¡Eh! ¡Espera! —exclamó tomándolo de la muñeca, evitando que se levantara— ¿Es… una
cita?

Sasuke no respondió, esperaba que el mismo Naruto respondiera su pregunta. El rubio sonrió
amablemente —algo que el azabache no pudo observar— y se sentó con las piernas
cruzadas tapando su intimidad con una almohada.

Realmente no sabía si era sincera su invitación o lo hacía con todos sus "clientes". Frunció
un poco el ceño, pero decidió alejar esos pensamientos celosos y crueles sacudiendo su
cabeza con fuerza. Tantas decepciones lo tenían "traumado", tal vez ya era hora de intentarlo
nuevamente.

—No me gusta el café —respondió, apreciando la anchura de su espalda blanca, sonriendo


con autosuficiencia.

Sasuke, que estaba tenso desde que Naruto soltara su muñeca, sonrió de lado al escuchar
su respuesta burlona.

Eran casi las doce, cuando salieron de la casa de Naruto. El clima nocturno era agradable e
invitaba a disfrutarlo en libertad. Ambos jóvenes se fueron por el camino iluminado por los
postes de luz, conversando de sus vidas, sonriendo con sinceridad, conociéndose un poco
más.

Ambos presintieron que la noche les quedaría muy corta.

*****

Con Copyright a DarkTenshita.


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