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Con Cariño,
CHRIS LOWNEY
EL LIDERAZGO AL ESTILO DE LOS JESUITAS
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CONCLUSIÓN - Parte I
También se puede afirmar con un alto grado de seguridad que ninguno de esos libros
destaca como rica fuente de liderazgo al puñado de amigos que hace unos 470 años se
reunieron para fundar una nueva compañía, para lo cual no parecían estar bien
preparados ya que no tenían ni un producto, ni capital, ni nombre para la compañía, ni
experiencia o plan de acción. Sus probabilidades de éxito eran bien escasas.
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Europa aprendió de los jesuitas, pero también aprendieron los países que los
recibían. Immanuel C. Y. Hsü en The Rise of The Modern China hace el inventario
de los aportes culturales y tecnológicos de los jesuitas: “De ellos aprendieron los
chinos los métodos europeos de fundir cañones, las maneras de elaborar
calendarios, la cartografía, las matemáticas, la astronomía, el álgebra, la
geometría, la geografía, el arte, la arquitectura y la música. Al mismo tiempo, los
jesuitas hicieron conocer en Europa la civilización China. Fue el primer encuentro
de ésta y Occidente en tiempos modernos y le dio a aquélla la oportunidad de
modernizarse”.
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la vida. Respondían a las oportunidades y a las crisis, no echando mano de las
tácticas de moda sino operando hoy de la misma manera que habían operado ayer
y que operarían mañana, en el hogar y en el trabajo, en los éxitos y en los fracasos.
No son las compañías sino las personas las que tienen conciencia de sí mismas, y
no son las organizaciones sino los seres humanos los que tienen amor. Liderar es
una elección personal. Cualesquiera que hayan sido los pasos en falso de los
jesuitas, ninguno olvidó que los líderes se desarrollan uno por uno, y ninguno
escatimó esfuerzos en el proceso de convertir a los jesuitas en líderes. Generación
tras generación, todo novicio hacía los ejercicios espirituales, basados en la
tortuosa vía que siguió el propio Loyola hacia el liderazgo personal efectivo. Loyola
atrajo a algunos de los mejores talentos de Europa, no por su inteligencia superior
y sus notables realizaciones, ni con un plan atractivo de negocios – ni ningún plan,
realmente. Su gran atractivo estaba en su habilidad para ayudar a los demás a
hacerse líderes. Su manera de dirigir a sus compañeros fundadores sirvió de
modelo para la compañía: todos tienen potencial de liderazgo y los verdaderos
líderes abren ese potencial en los demás.
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Podría sonar esto como fantástica retórica de los jefes, pero los jefes creían y vivían
lo que predicaban, y no sólo vivían movidos por el magis y les hablaban a los
novicios de él sino que les pedían considerar este ideal y dedicarse a vivirlo. Los
novicios aceptaron la invitación y en todo el mundo jesuitas impulsados por el
magis empezaron a creer y actuar como si lo que estaban haciendo fuera “la
empresa más grande del mundo”. Y cuando muchos miembros de un equipo
piensan así, eso se convierte en realidad. Héroes movidos por el magis aportan
energía, ambición y motivación al trabajo; los resultados vienen por si solos.
El heroísmo hace a una persona soñadora y pragmática a la vez. Javier fue enviado
a la India, pero concibió la idea totalmente irreal de abarcar toda el Asia
(totalmente irreal, salvo que sus colegas que lo siguieron la realizaron). Los
maestros jesuitas de escuela secundaria trabajaban dentro de un espacio más
limitado, como era el salón de clase, pero con no menos heroísmo. Ese heroísmo no
se medía por la escala de las oportunidades que se les presentaban sino por la
calidad de su respuesta a ellas. Los líderes heroicos no esperan hasta que llegue el
gran momento: se lanzan a captar la oportunidad que esté a su alcance y extraen
de ella la mayor riqueza posible. El heroísmo está en la nobleza de comprometerse
con una manera de vivir que se concentra en metas más grandes que uno mismo.
El Ingenio predispone a las personas no sólo para pensar de una manera original
sino para vivir de una manera original. Confiados en que la mayor parte de los
problemas tienen solución, hombres como Ricci y de Nobili exploraron tácticas y
estrategias que trascendían la estrecha mentalidad de sus contemporáneos
europeos. No era solo que Ricci y de Nobili fueran inteligentes y buenos
trabajadores sino que habían cultivado la actitud vital de la indiferencia -la falta de
apegos desordenados- y el espíritu de que todo el mundo sería su casa.
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Y mirando al futuro con optimismo, es más probable que encuentre esas
oportunidades y soluciones. Loyola llamaba a esto “vivir con un pie elevado”.
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debilidades y apegos insanos están creando la indiferencia esencial para el ingenio.
Los primeros novicios jesuitas descubrieron el poder de señalar explícitamente sus
valores: así soy yo, esto es lo que defiendo, esto es lo que quiero. Ese proceso de
denominación tiene dos consecuencias. Primera, la mayoría se sorprende
gratamente al comprobar cuánto es ya lo que defienden, y se comprometen con
más energía con sus valores sólo por el hecho de expresarlos. Segunda, con el
proceso viene inevitablemente la revaluación: ¿Estoy satisfecho con esto? ¿Es ésta
la declaración de liderazgo que quiero hacer en el mundo? ¿Es éste el legado que
quiero dejar?