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El acoso laboral, que debe ser entendido como el sistemático e injustificado proceso de

persecución en el ambiente de trabajo, afronta la integridad moral del trabajador, así como
afecta la dimensión social del derecho a la salud y, además, pone en grave riesgo la perspectiva
psíquica de este bien jurídico, que se verá efectivamente afectada cuando se concretan daños
psíquicos. Por ello, dicho problema laboral debe ser tratado como un riesgo social y colectivo,
a fin de imponer al empresario una responsabilidad preventiva de naturaleza contractual que
sólo se elude cuando demuestre que actuó adecuadamente en la prevención del acoso laboral.
Una eficaz tutela del hostigamiento en el trabajo exige también la reparación de las
consecuencias morales y/o materiales derivadas de este fenómeno laboral. Esto impone,
teniendo en cuenta que el acoso laboral siempre supone una violación de la dimensión social
del derecho a la salud, una reparación de los daños morales independientemente de la existencia
de daños psíquicos, lo que deberá ser hecho o a través del procedimiento de tutela de los
derechos de la libertad sindical y demás derechos fundamentales o por medio de la modalidad
procesal correspondiente en las situaciones de extinción del contrato de trabajo a instancia del
trabajador o de nulidad del despido violador de derechos fundamentales

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