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“Una de las cosas de que más se tiene envidia a estos señores es entender
cuan bien supieron conquistar tan grandes tierras y ponerlas, con su
prudencia, en tanta razón […] por manera que, cuando a esto, conocida está
la ventaja que nos hacen [...]”, (Cieza, [1553]1985: Cap. XVII, p. 70). L
as
aclaraciones en negrita nos corresponden.
“Tuvieron grandes mañas para sin guerra hacer de los enemigos amigos
[...]” (Cieza [1553]1984: Cap. XXXVIII, p. 182)
Sumario
Los mitimaes estaban inmersos en uno de los brazos (janansaya) de una “unidad de
producción” (saya). Esta división administrativa se ratifica en los nuevos significados de urin
que señala a los antiguos habitantes de un lugar; y el otro término janan circunscribe a los de
posterior incorporación al mismo lugar. En este ensayo apuntamos, de un modo directo y de
propia boca de los antiguos autores, textos que validan la función de los mitimaes como
“ampliadores territoriales”, que también podemos identificar como las “conquistas andinas”.
Palabras clave: Incas, mitimae, urinsaya, janansaya, “ampliadores territoriales” “¿conquista
andina?”.
Abstract
The mitimaes were immersed in one of the arms (janansaya) of a "production unit" (saya).
This administrative division is ratified in the new meanings of urin that points to the ancient
inhabitants of a place; and the other term janan circumscribes those of later incorporation to
the same place. In this essay we point out, in a direct way and from the mouths of the ancient
authors, texts that validate the function of the mitimaes as "territorial expanders", which we
can also identify as the "Andean conquests".
Keywords: Incas, mitimae, urinsaya, janansaya, "territorial expanders" "Andean conquest?".
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INTRODUCCIÓN
Entre una de las cuatro funciones del cuerpo de “Mitimaes” estaba la de intervenir en las
“expansiones territoriales”, que se planificaron a partir del gobierno de los Qhapaq Ingas del
noveno pachakuti (año 1438). Cambios de pachakuti (volveres del espacio-tiempo) que se
realizaban, en teoría, cada 500 años (Manga 1994a, 2014 y 2018) pero en realidad en los
últimos tiempos la duración de estos “volveres de tiempo” iban disminuyendo, como sucedió
con el noveno pachakuti, que apenas llegó al corto espacio de ochenta y nueve años (1438 a
1
1527) . En este período los andinos fueron capaces de organizar un territorio que se
aproximaba a los tres millones de kilómetros cuadrados y, a la llegada de los “invasores”,
estaban iniciando el traslado del centro administrativo y religioso, cumpliendo con el décimo
pachakuti a Tumipampa, actual Cuenca de Ecuador (Manga 2018).
En el mundo andino, de acuerdo a nuestras investigaciones, el sistema de las
“ampliaciones territoriales” fue un proyecto que les estaba sobrepasando, por la rapidez con la
que se efectuaba, acompañada de una filosofía que priorizaba el multiculturalismo, el respeto
a otras formas de espiritualidad, a la diversidad de costumbres, en lugar del monolitismo
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imperialista propio de otras civilizaciones. En el mundo andino el multiculturalismo se
legitimó en la propia forma de la creación de los humanos en el altiplano (Manga, 2002 y
Mss. en revisión). Con esta filosofía, los que decidieron formar parte del Tawantinsuyu se
confederaron de distintas formas, unos a través de matrimonios, otros en competencias en
juegos llamados los ayllis (entrelazar objetos en el aire, con el aylli (cuerda de tres ramales
que servía también para cazar pájaros y trabar los pies de las vicuñas), a base de regalos y
pactos de buena voluntad bebiendo en un vaso especial de oro (llamado akilla), los mismos
que eran guardados como símbolo de unión entre distintos pueblos y se hallaban ubicados en
el templo del Qurikancha. Aunque también hubo excepciones, como la etnia de los huarco
(que finalmente con una estratagema planteada por la esposa del Inga, cayeron en un engaño
y así evitaron más derramamiento de sangre) o los caranquis del norte, cuya “conquista” fue
más difícil, después de una cruenta lucha.
Como se ha traslucido en nuestro anterior ensayo (Manga, 2019a), la función más
importante de estos mitimaes itinerantes era la de consolidar a las etnias adheridas al
Tawantinsuyu al nuevo sistema. Por tanto, inmediatamente después de las adhesiones
deseadas y las no deseadas, los nuevos miembros necesitaban la demostración de la
benevolencia del sistema propuesto por los Ingas y saber sus derechos y obligaciones, su
forma de tributación al estado, la consideración de sus antiguos dioses y la categorización con
la que entrarían a formar parte de la gran coalición de naciones llamada Tawantinsuyu;
hecho que se manifiesta en la constitución política y religiosa del estado andino, que estaba
representado de forma práctica por la ubicación de sus dioses particulares alrededor de la casa
del qurikancha (328 wakas) alineados en 41 seq’es o línea; templo del qurikancha que
albergaba a un conjunto de dioses Sol, Luna, Illap’a, astros y estrellas especializadas más
otros (Manga, Ms. en revisión). La ubicación de estos adoratorios (capillas), llamados en
idioma quechua wakakuna alrededor del Cusco estaban distribuidos en líneas o seq’es
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Primera fecha de desembarco en Tumbes. Fue en 1527, Pizarro llega a Tumbes con trece acompañantes y deja a tres
miembros oficialmente y uno que escapa del grupo. A cambio se llevan a varios nativos de la periferia para enseñarles la
lengua castellana, para que les sirviera como “lenguas” (traductores) en los primeros encuentros.
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Monolitismo imperialista: Las ampliaciones territoriales como obra de señores de la guerra de los reinos avalados por la
posesión de las mejores armas para vivir a costa de los esclavizados, las tierras conquistadas y el botín hallado, que
formaban parte del concepto de riqueza, como sucedió en el mundo occidental y asiático.
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catalogadas en collana, payan y cayao y todo este conjunto de adoratorios servidos por sus
propios sacerdotes y otros servidores formaban un conjunto religilioso holístico que
3
representaban al propio “calendario del Tawantinsuyu” (Tom Zuidema , 2010).
Nuestro primer ensayo acerca de los mitimaes (Manga, 2019a) fue un trabajo teórico que,
a través del análisis y discusión razonada en un contexto más amplio dentro de la Lingüística
Pragmática, desveló ocultos significados detrás de las reinterpretaciones que los misioneros
en su tiempo realizaron. En una frase conformada por cuatro términos "Caypachapim
hanacpacha llactanchicmanta hahuanchananchic” (González Holguín [1609]1989: p. 145),
la particular traducción de esta frase no llamó la atención a los especialistas debido a la
existencia en el mismo autor de una interpretación “anzuelo” para confundir, así el
Hahuanchanak (de falsa interpretación) como “el que anda desterrado [alejado, aislado] de su
vida quieta” (P. 145), fue clarificado o desvelado en el mismo diccionario, donde aparece otra
interpretación del mismo término Hahuanchanak o jawanchanaq en la misma página de su
diccionario.(un desliz, demasiada confianza) o ¿pensarían que el idioma quechua
desaparecería al final de cuentas? (Manga, 2019a). Después de esta exégesis los mitimaes
surgieron como parte del concepto janan, uno de los brazos de las “unidades de
producción” que al salir de su base actuaban como “mitimaes” con la función concreta, de
intervenir en las “ampliaciones territoriales”.
En el presente ensayo (el segundo de cuatro mitimaes), vamos a dar prioridad a los
apuntes etnohistóricos que nos ayudarán a validar (el primer ensayo) y ubicar, a su vez, a los
mitimaes en uno de los dos brazos de las “unidades de producción”, que estaban conformadas
por los sectores urinsaya y janansaya. Por otra parte, ampliaremos, en un cuadro, los
nuevos sentidos de los polisémicos términos de la dualidad andina representados en los
términos urin y janan, n uevos sentidos que nos ayudarán a entender las diferencias entre
estas dos identidades y, a su vez, definir etnohistóricamente el papel de los mitimaes en la
función de “ampliadores territoriales”. Este trabajo tiene dos dibujos esquema, uno que
sintetiza los nuevos significados de urin y janan y el otro representa la forma y modo como
se realizaban las ampliaciones territoriales en distintas direcciones.
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El calendario Inca de Tom Zuidema: Autor que dedicó 50 años de su vida para estudiar a los Incas y, a través de los
seq’es que salían de qurikancha, elaboró el calendario Inca que recoge los años lunares, solares, solsticios, festividades,
etc., en un voluminoso libro de 906 páginas (Zuidema, 2010).
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Tawantinsuyu (los suyus) como los wamanis (regiones o comunidades mayores), estaban
divididas en dos, que eran los urin y los janan. Pero, donde mejor se definen estos conceptos
es en las “unidades de producción” del tiempo de los Ingas, nos referimos a la saya
(parcialidad o bando), validada su dualidad con la existencia de urinsaya y janansaya,
recogiendo cada una de las “sayakuna” a un conjunto de los antiguos ayllukuna. En la nueva
reestructuración realizada por los Ingas, en concreto en la zona janansaya, donde estaban
incluidos los mitimaes, como veremos en el transcurso de este nuevo trabajo. Como ejemplo
reproducimos un texto que recoge la generalización de este constructo dual en el campo de las
organizaciones administrativas, todas las divisiones y áreas productivas, por más pequeñas
que estas fueran, siempre estaban divididas en dos, que el uno representaba a los habitantes
originarios y el otro a los de la nueva y posterior incorporación a la zona.
(Cieza
“Y no haber pueblo ninguno, p or pequeño que fuese, que no tuviese destos mitimaes”
[1553]1985: Cap. XVII, pp. 72, 73).
“[…] y por ser la tierra comúnmente de estas partes muy doblada, unas partes de ella
muy frías, por estar muy alta, otras, a dos y a tres leguas, muy caliente, por estar muy baja
y, a riberas de Ríos y, a esta causa, los mantenimientos que se crían en las tierras frías, no
alcanzaban los que estaban en lo frio de la provincia carecen de los que abundan en las
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parte y lugares calientes, y, como era todo uno y de uno señor, gozaban todos de ello”
(Fray Dgo. Sto. Tomás, [1550]1995: p. 255, como apéndice en Abdón Yaranga, 1995).
Pedro Cieza de León [1553], en la misma línea que el autor anterior, apunta indirectamente
la existencia de ecosistemas particulares en cada zona y que todos los organismos humanos
por pequeño que fueran tenían sus mitimaes, los cuales iban a cultivar acompañados de sus
esposas. En este caso, a los mitimaes se les considera como parte de una unidad y aclara que
todos los pueblos tenían esta estructura (pueblos divididos en dos).
“Y en el Collao [altiplano] y en otras partes mandó pasar mitimaes a la s ierra de los
Andes, para que sembrasen maíz y coca y otras frutas y raíces [yuca, papas, camotes,
yacon, rakacha etc.] de todos los pueblos la cantidad conveniente; los cuales con sus
mujeres vivían siempre en aquella parte donde sembraban y cogían tanto de lo que digo
que s e sentía poco la falta, por traer mucho de estas partes y no haber pueblo ninguno,
por pequeño que fuese, que no tuviese de estos mitimaes [...]” (Cieza, [1553] 1985: pp.
72 y 73). Las aclaraciones en negrita y corchete nos corresponden.
“los naturales [urin] no cogen maíz, salvo papas, quínua y eluzco [olluco]. Y en razón
de esto Guaina Cava [Wayna Qhapaq] sacó de cada pueblo ciertos indios que se llaman
Mitimaes [janan], con sus casas, hijos y mugeres, e los ponía en cierto valle para que
sembrasen maíz y con ello acudiesen a su señor natural [de la zona urin] y servían con
maíz, axi [aji], coca y otras legumbres” (Fco. Falcón, [1583]1867: p. 467). Las
aclaraciones en negrita y corchete nos corresponden.
Pedro Cieza de León [1553], remarca la existencia de tres variantes de “mitimaes” pese a
que en sus apuntes surgen, según nuestro análisis, cuatro clases de “mitimaes” como ya
apuntamos en nuestro ensayo (Manga, 2019a). Veamos lo que dice al respecto Pedro Cieza de
León.
“Y también mandaban que de los pueblos [llaqta-kuna] fuesen a ser mitimaes a las
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Ecosistemas y productividad: El “foco” del ecosistema desarrolla un específico producto (maíz) de forma constante y
que resiste cualquier cambio climático con pequeños cuidados. Ecosistema “dispersión” la producción es menor que en el
foco, es una adaptación al medio por la mano del hombre. Tercera categoría que entra en el campo de la ritualidad o el
capricho de llevar plantas a lugares de distinto clima al que les corresponde, consiguiéndose una mínima producción y, en
algunos casos ninguno, como fue el intento de hacer producir como algo fuera de lo común la planta de la coca en la isla
del sol del lago Titicaca, haciendo un profundo hoyo.
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montañas de los Andes [o zona yunga oriental o rupa rupa o ceja de selva], a sembrar
maíz y criar la coca y beneficiar los árboles de fruta y proveer la que faltaba en los
pueblos donde con los fríos y con las nieves no se pueden dar ni sembrar estas cos as”
(Cieza, [1553]1985: Cap. XXII: p. 86). Las aclaraciones en corchete y resaltado en negrita
nos corresponden.
“Pachacuti Inga Yupanqui hace los mitimaes e n toda la tierra que tenía conquistada
[…]. Y hecho, mandó a otros [“mitimaes”] que fuesen a los mismos pueblos y que
juntamente con los tucuricos [toqrikuq] sacasen de cada pueblo algunos h ombres
mancebos con sus mujeres. Y hecho así, trajeron al Cuzco de todas las provincias de un
pueblo treinta y de otro ciento [...]. Y presentados estos entresacados delante el inga,
mandó que los llevasen a poblar en diferentes partidos [wamanikuna]: a los que eran de
Chinchaysuyo [costa] que los poblasen en Andesuyo [selva], y a los de Condesuyo [costa
y sierra] en Collasuyo [altiplano] […]. Y mandó que se poblasen en valles semejantes a
los de su natural y q ue llevasen de las semillas de sus tierras, para que se conservasen y
no pereciesen, dándoles abundantemente tierras para sembrar […]. “A estos tales llamó
el inga mitimaes, que quiere decir “traspuestos” o “mudados”. Y les mandó a prender la
lengua de los naturales donde los poblaban, y que no olvidasen la lengua general [...].
Dióles a estos el inga libertad y poder para que a todas las horas pudiesen entrar en todas
las casas de los naturales de los valles donde ellos estuviesen, de noche u de día, para que
viesen lo que hacían o hablaban u ordenaban, y que todo avisasen al gobernador más
cercano, para que así se supiese si algo se concertaba o trataba contra las cosas del inga
[...]” ( Sarmiento, [1572]1965, punto 39, p. 244-245). L os textos aclaratorios en corchetes
y el resaltado en negrita son nuestros. a son nuestros.
A este personal (Mitimaes) itinerante, los lugareños del pueblo visitado los reconocían
como los extranjeros, los de fuera, forasteros y dicho en terminología andina serían los del
sector janan, reconocidos en el lenguaje diario como los jawa runas (los que son de fuera,
todavía hoy se utiliza este concepto en el valle de la convención, Cusco), en contraposición,
los del lugar se llamaban a sí mismos los llaqtayoq (los del pueblo), como hemos manifestado
en nuestro trabajo (Manga 2019a).
Con respecto a la diferencia o significados de urin y janan, ni siquiera los más conspicuos
indagadores del pasado andino pudieron sonsacar los significados de estos dos términos con
relación o vinculalción a la organización social, política y religiosa. Entre estos tenemos a
Polo de Ondegardo y Sarmiento de Gamboa, quienes intentaron averiguar otros significados
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de urin y janan, pero los nativos prefirieron callar como un secreto a guardar o buscar
pretextos para no informar el funcionamiento de esta dualidad en la vida social, política y
religiosa. Ante la imposibilidad de averiguar al respecto, dan su opinión del siguiente modo:
"Y esta división no servía más de para contarse [los] unos a otros por su
contento [...]" (Sarmiento, ([1572]1965): Punto 8, p. 210).
El texto que sigue apunta la conformación de los “mitimaes” de las dos parcialidades o
sayakuna de la “unidad de producción”, dicho de otro modo, de los dos brazos, como apunta
Polo de Ondegardo en sus informaciones a Braviesca de Muñatones. Escribiremos este
informe en castellano actual:
“[…] que si el gobernador mandaba que mil indios de esta provinçia fuesen este
verano a sacar oro para el inga, daban las parcialidades [urinsaya y janansaya] p or su
cuenta y razón cada una según los indios que tenía, y la comida que se les había de
llevar; tan bien se dividían por la misma orden los indios que eran menester para ello,
[…] lo mismo se hacía en la ropa [a tejer] de esta manera […] y la lana se traía de los
depósitos [qul’qas], y las parcialidades [urin y janan] la dividían entre sí […] de manera
que ninguno recibiría agravio […]”. (Polo, [1561]1940 Cap. III, p. 148). Las aclaraciones
en negrita y en corchete nos corresponden.
Es importante la aportación del texto precedente, que nos informa sobre la conformación
de los mitimaes de ambos brazos o ambas sayakuna (urinsaya y janansaya) en el pago de
tributos, donde también intervenían las mujeres, que consistía en entregar al Estado, un
juego de ropa por año, y según otros dos juegos, con lana que recibían de los silos (qul’qa) del
Estado.
En la siguiente descripción, de un modo indirecto, surge una función concreta de los
“mitimaes”, que se trasluce en un ritual sobre la expulsión de los males, empezaban en la gran
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Urin y janan: Un secreto a guardar por los nativos, por la importancia de estos dos términos en la estructura de
organización social, política y económica. Estos fueron en lo posible salvaguardados, en caso de haberlos expuesto al
conocimiento de los invasores, hubieran intentado considerarse dentro de las normas [constructo] o idiosincrasia del
mundo andino, y al no conocer su funcionamiento, han quedado, hasta hoy, fuera de los cánones de la organización
socio-política del mundo andino.
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“saliendo los que estaban para Collasuyo con gran ímpetu hasta la angostura de
Acoyapongo [Aqupampa: llano del arenal] que será dos leguas del Cuzco pequeñas e iban
dando voces diciendo:”salga el mal fuera”. Llevaban estas voces las jentes de Hurin
[urin] Cuzco y allí las entregauan a los metimas (mitimaes) [janan] de Huaypar ya que
ellos las entregavan a los m etimas de Antahuaylla, y los mitimas de Antahuaylla las
entrefauan a los metimas de Huaraypacha, y ellos las llevaban hasta el rio de Quiquisana
[Quiquejana] y alli se hañauan [bañaban] ellos y las armas que llevaban [...]” (Cristóbal
de Molina, [1570]1989): pp. 73 y 74). Las aclaraciones en negrita y corchete nos
corresponden.
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Fiesta Cit’ua: Coincidía con el séptimo mes lunar (Septiembre), llamado Cit’ua quilla. Intervenían los doce ayllukuna
reales, realizando rituales dedicados al sol y le pedían salud, buen tiempo para los cultivos y salud para el Inga, echando
chicha en el usno que estaba en la plaza principal. Primero empezaban a correr por las calles del Cusco para echar todos
los males y enfermedades (Anónimo/Juicio, [ s/f. Siglo XVI]1906: p. 158).
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Chinchaysuyu, surge la siguiente frase: “y otros de uro y estos llevaban las voces”, cabe
advertir que al término uro no le sigue, como en el caso del Collasuyu, el vocablo ayllu
(delimitador de una comunidad, ver reproducción del texto en la versión de Henrique
Urbano). Por tanto, ante nuestra inconformidad hemos recurrido al manuscrito original y
hemos reinterpretado quitando el punto después del vocablo uro (que no está en el original) y,
a partir de nuestra observación, creemos que es un desliz del amanuense, tal vez quiso decir
ura, hura o hurin (urin). Sería diferente si hubiéramos hallado este término seguido de ayllu
en la zona del Collasuyu, y los consideraríamos como antepasados de la etnia de los Uros
(como una posibilidad), pero en el Chinchaysuyu esta probabilidad no es aplicable. Por tanto,
nuestra observación daría lugar a interpretar el término uro como urin o ura. Sin embargo, en
la descripción que hace Cristóbal de Molina de las expulsiones a las direcciones de Cuntisuyu
y Antisuyu, no aparecen los términos urin o ura, para denominar a los descendientes de las
panakakuna reales de estas áreas, pero si están presentes los mitimaes en cada pueblo. Esto, a
nuestro modo de ver, simplemente denota que el objeto de la información de Molina no era
diferenciar la función de estos términos (urin y janan) tampoco circunscribir a los mitimaes en
el sector janan, sino describir un ritual. Si estos términos van surgiendo haciendo emerger
nuevos significados, es por casualidad y hallados como hechos colaterales en descripciones
que no precisamente tratan de la dualidad andina ni del papel que cumplían los mitimaes.
“Los que salían hacia el poniente que es a Chinchaysuyo, salían dando las mismas
voces y estos eran de la generación Capac ayllu, Atun [Jatun] ayllu y Uicaquicao y
Chaueticuzco ayllu y Arayraca ayllu y otros de uro [¿urin?]. Y estos llevaban las voces
hasta Satpina, que será del Cuzco poco más de una legua; y estos las e ntregaban a los
metimas de Jaquejahuana, y ellos las entregavan a los metimas de Tilca, que es encima de
Marcahuaci, casi diez leguas del Cuzco; y estos las llevaban al río de Apurimac y allí los
hechavan, bañándose y lavando las lanas y armas” (Cristóbal de Molina: [1570]1989): p.
75). Los remarcados en negrita nos corresponden.
Los dos textos apuntan con toda diafanidad la existencia de los “mitimaes” ubicados en el
sector janansaya d e cada pueblo. Sin embargo, el primer turno de la expulsión fue realizado
por los miembros reales pertenecientes al sector urin, compuesta por los miembros de las
panakas o ayllus reales (parientes y servidores) y luego sucesivamente intervienen los janan,
turnándose entre ellos de pueblo en pueblo. Este tema, indirectamente ha verificado, gracias a
este ritual, la existencia de mitimaes en todos los pueblos y colateralmente la división de los
pueblos en urinsaya y janansaya, q ue validan otras informaciones.
Bernardo de Noboa ([1656-1664] No aparecen los conceptos urin y janan. Pero sí surgen los
1986) Procesos y visitas de conceptos antigüedad y posteridad, originarios y cuñados,
idolatrías y hechicerías de la originarios y forasteros con sus respectivos dioses y
provincia de Cajatambo (siglo rituales. Los Llacuases entraban con lo cazado desde las
XVII). alturas y los waris les esperaban con música y chicha (p.
161).
Zona ubicada en la sierra norte de
Lima y la sierra sur y centro del El dios Wari representa a los originarios (pp. 248, 295) y el
actual departamento de Ancash, dios Libiat a los forasteros (p. 173).
área en la que se halla la cultura
Chavín (Chinchaysuyu).
Ramos Gavilán, Alonso ([1638] - Urinsayas indios naturales, fueron calificados de idólatras
1976) (por defender a una religión antigua).
- Los Anansayas son calificados como forasteros y
advenedizos, fueron enviados por el Inca (Ramos, L I: Cap.
IX, p. 34).
- Los Anansayas trataron de fundar la cofradía de la
Candelaria (relacionado con un dios posterior). Los
Urinsayas se opusieron y como estrategia propusieron
fundar otra cofradía dedicada a San Sebastián (p. 115).
Anónimo: Tradiciones de La semidivinidad Tutayquiri, hijo de la divinidad Pariacaca
Huarochiri [1608], Gerald Taylor (solar), catalogada como divinidad posterior a Pachakamaq,
(1987) interviene en el desencuentro entre la etnia checa que era
despreciada por la etnia quinti. A los checa les consideraban
como “hermanos menores” [urin] y antes habían sido
“hermanos mayores” [janan]. La etnia de los checa se
quejó del desprecio que le tenían los de la etnia quinti (ahora
hermanos mayores).
Los quinti pasan (o son convertidos) en “hermanos menores”
(texto 17, en la versión de Gerald Taylor, 1987) Ante este
hecho, en su nueva posición a los checa, el dios Pariacaca les
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Cuadro 1
distrito de San Sebastián) se ubica en el sector urin y los padres y hermanos de su esposa o
cuñados ocupan el sector janan. Y en el texto que aporta Betanzos, todos los que les apoyaron
(etnias), en su defensa del reino de los Chankas, fueron ubicados en el sector urin y el Inga se
ubicó en el sector janan. Pero, dice que los hijos nacidos del Inga en mujeres extrañas,
pertenecían a la zona urin [los hijos toman la descendencia de la mujer -antiguedad-]. La
interconexión de estos apuntes nos clarifica que los mitimaes casados con las mujeres de los
pueblos conquistados se convertían en los nuevos urin, el brazo antiguo de la dualidad. Aquí
bien se desvela el t’inku andino, después del encontronazo (como el choque de dos ríos)
luego viene el fusionamiento o amalgamamiento de ambas identidades del dualismo andino.
3) Datos etnohistóricos que validan la función de los “mitimaes” (janan) como
“ampliadores territoriales” de pueblos originarios (urin)
Los “mitimaes” como parte del sector janan, como uno de los brazos de una saya, en sus
incursiones a otras áreas actúan en la función de “pacificadores” y, a la vez, sirven también
como “conminadores” de la implantación de nuevas formas de vida y costumbres (dentro de
la concepción andina). Su papel más importante fue hacer converger en una misma unidad a
los “conquistados” (urin) y a los “conquistadores” (janan), respetando la identidad de los
nuevos componentes del Tawantinsuyu, en las formas de vestir, dioses a adorar, idiomas a
hablar y otras particularidades. Esta maquinaria social, acoplamiento de pueblos
“semiautárquicos” a formar parte de una organización administrativa mayor, está bien
sintetizada por Pedro Cieza de León, en el siguiente texto:
“Mitimaes […] que son t raspuestos de una tierra en otra […] después que por ellos había sido
conquistada […] o traído nuevamente a su servicio para que con brevedad los naturales y vecinos
de ella s upiesen cómo la habían de servir y de tener […] [“como”] sus vasallos de muchos
tiempos” [...] “y, si por caso se tratase de ello [rebelarse] trasmutaban [ …] la cantidad de gente
que de ella parecía convenir […] a p oblar otra tierra de temple y manera del que salían, si
fría fría, si caliente caliente, en donde les daban las tierras y campos y casas tanto y más como
dejaron; y de las tierras y provincias que de tiempo largo tenían pacíficas y amigables y que
habían conocido voluntad para su servicio, m andaban salir otros tantos o más y e ntremetellos
[ubicar a los nuevos] en las tierras nuevamente ganadas [ ...] y que, mediante este salir de unos y
entrar de otros, estuviese todo seguro con los g obernadores [Toqrikuq] y delegados que se ponían,
[...]” (Cieza, [1553]1985: Cap. XXII, p. 85). Las aclaraciones en corchete y negrita nos
corresponden.
El texto precedente apunta que a los más díscolos se les cambiaba de lugar y se les adhería
a otras etnias que ya llevaban más tiempo dentro del modo de vida impuesto por el
estado-político del Tawantinsuyu, los inconformes separados de sus orígenes se adaptarían
con más rapidez al nuevo sistema y así evitarían levantamientos.
Los janan (vanguardia) se sincretizaban con los del sector urin y estos, convertidos en los
nuevos janan, reabrían las nuevas conquistas en el papel de una nueva vanguardia. De los
primeros vanguardistas, unos deciden quedarse (los que se casan con mujeres del pueblo
visitado) y otros vuelven a sus lugares de origen junto a sus paq’ariq (lugar de nacimiento
como etnia).
Los mitimaes, mientras interculturaban a los originarios del lugar, recibían durante dos
años los productos para su alimentación de los silos del Estado que estaban distribuidos en el
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paisaje andino (cada dos jornadas, 40 km.); a partir de este tiempo estos servidores ya tenían
sus cultivos en producción. A su vez, los naturales del lugar estaban obligados a ayudarles a
hacer las casas de los mitimaes. Quienes informaron este asunto fueron los quipukamayoq
Callapiña y Suqno en sus informes a Vaca de Castro ([1542]1974). Los citados
quipukamayoq atribuyeron esta forma de organización a Inga Viracocha (que antecede al Inga
de sobrenombre Pachakuti). Reproducimos el texto que recoge esta noticia.
“Ansimesmo mandó que cada pueblo hubiese grandes chácaras de comunidades para los
depósitos [ terrenos a nombre del Estado]; y los m
itimaes que nuevamente les traían a poblar,
mandaba que los naturales [los originarios o urin] de tal provincia les hicieran las casas y dos
años de ayuda en sus chácaras; y les mandaban dar ración de los depósitos del inga, por dos
años, de socorro” (Vaca de Castro, [1542] 1974: pp. 37, 38). Los remarcados en negrita nos
corresponden.
El texto precedente, que informa y clarifica que los mitimaes nunca quitaron la autoridad
local a los nativos, está también corroborado por los apuntes tomados por Pedro Cieza de
León que reproducimos a continuación:
“que los mitimaes nunca quitaron o privaron de señoríos [autoridad local] de los
caciques” (Cieza, [1553]1984: 195, 293).
“[…] que son unos cordeles con plomo [ en la punta] con que jugaba el inga; y [le]
daban indios mitimaes en otras partes. Los demás indios que quedaban [parte de los
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mitimaes], hacían las chacaras del Inga [terrenos del Estado] y de los señores y curacas
y las s uyas propias y las cogían y ponían en los depósitos [qul’qas del Estado y la Iglesia
nativa] y entendían [los mitimaes] en las d emás obras públicas que se ofrecían. […] Así
mesmo dio [el Inga] a todos los dichos señores y curacas c riados [yanankuna kamayoq,
hijos de principales] que les sirviesen, conforme al número de los que cada uno tenía
debajo de sus mando, a razón de uno por ciento [1%], al huno (autoridad de 10.000
unidades familiares) y al curaca de guaranga y al de pachaca, aunque a algunos daba
más como premio de servicio que le hacía, el cual dicho servicio de indios [especialistas]
era exento de trabajo y servicio para el Inga” [solo para el servicio de la comunidad local]
(Falcón ([1583]1867), p. 469). Las aclaraciones en negrita y en corchetes nos
corresponden.
El texto precedente, pese a su importancia, resulta en algunos puntos confuso, debido a que
el autor desconoce las clases de terrenos a cultivar por los tributarios, la categorización de las
autoridades que simplemente los llama “señores y curacas” en esta división bien podían estar
las tierras de la Iglesia nativa (con sus propios silos donde guardar la producción), las tierras
de las autoridades Kurajka de más de mil unidades familiares. Y las tierras “suyas propias” se
refiere a las tierras comunales (que también tenían sus propios silos o qul’qakuna) en zonas
bien ventiladas con agujeros por debajo del almacén, en ocasiones rodeados de acequias, con
agua corredera.
En el ensayo (Manga, 2019a) hemos especificado la función de los mitimaes, de un modo
teórico, que fue el poner “lo que se hallaba abajo y subirlo hacia arriba” mediante el
análisis de exégesis y desambiguación de cuatro términos escritos en quechua. Dicho análisis
fue la parte más dura de todo el grupo de ensayos sobre los mitimaes. La teoría precede a la
praxis, dentro de esta correlación hallamos un texto en el lugar menos indicado, sobre la
forma en que se hacían las “ampliaciones territoriales”, aunque concebidas, según concepción
occidental, “fundando colonias” (como si se trataran de terrenos baldíos) y como obra de
soldados que sujetaban y se avecindaban en lo conquistado. Es un texto contradictorio y está
apuntado en las informaciones que el virrey Francisco de Toledo dio al rey de España,
noticias que probablemente fueron redactadas por algún secretario o informante. La redacción
del texto es confusa, a falta de utilizar los propios conceptos organizativos andinos (cargos y
divisiones territoriales, la función dual). Sin embargo, con los conocimientos que poseemos
en la actualidad acerca de los significados de u rin y janan, como originarios y advenedizos,
podemos dar luz a estas oscuras noticias y dar un sentido más andino. Por tanto, aclaramos
entre corchetes a qué grupo correspondía el urin y a cuál el janan. P ero, pese a sus
contradicciones, en el texto hallamos noticias interesantes.
“Entre esta gruesa de Indios hay unos que llaman Mitimaes [janan], cuyo nombre en
7
su lengua original es Mitmas : estos están esparcidos p or todo el Reino y reputados p or
extranjeros entre los demás, y es así que lo son, porque los Ingas, aunque no tuvieron
8
noticia del Gobierno de los Romanos, le imitaron [sic], f undando colonias en las
7
Mitmaq (nombre quechua que da lugar a mitmakuna y al castellanizarse se convierte en “mitimaes”). En fray Domingo de
Santo Tomás mitma, significa extranjero, advenedizo, forastero y entre las variantes de extranjero hallamos varias
posibilidades, el que ya está hecho natural en cualquier pueblo (Sto. Tomás, en Szemiñski 2006. p. 332).
8
Colonia: Conjunto de personas que, procedentes de uno, se establecen en otro. Real Academia Española.
16
provincias que conquistaban de suerte, que en cada una dejaba parte de los soldados de
su ejército a vecindados e ntre los n
aturales; la nuevamente conquistada hacía otro
adelante que conquistaba o sujetaba de manera con esta mezcla que servía de presidio,
aseguraba las inquietudes y rebeliones que podía haber; y hoy día en la provincia de los
Puruaes, [tuvieron por capital Riobamba] que está en el distrito de Quito, donde por los
muchos Indios que tiene se conserva más vivamente esta distinción, [de mitimaes y
naturales] se conoce en la diferencia con que edifican las chimeneas, o por mejor decir,
humeros [de humos], porque los Mitimaes los cubren con figura pendiente y corva, y los
naturales derecha y en punta” (Informe de Toledo al rey, [1569]1921: Tomo I, p. 239).
Las aclaraciones en negrita y corchete nos corresponden.
CONCLUSIONES
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