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EL MESTIZAJE EN E L SIGLO X V I

NOVOHISPANO

Eva Alexandra UCHMANY

E N SU E S T U D I O CLÁSICO sobre el mestizaje en la A m é r i c a es-


1
p a ñ o l a , Magnus M ó r n e r subraya que la conquista del Nue-
vo M u n d o fue desde muchos puntos de vista una conquista
de mujeres. E n verdad, el sexo femenino figuraba entre los
botines m á s codiciados por los españoles solteros que llega-
r o n a las Indias. Los casados dejaron a sus esposas en Espa-
ñ a . A d e m á s la m a y o r í a de ellos eran m u y j ó v e n e s ; sus edades
fluctuaban entre los 17 y 30 a ñ o s .
Las mancebas tomadas d e s p u é s de cada batalla a los so-
juzgados, o robadas m á s tarde a sus padres y maridos, fue-
2
r o n usadas como n a b o r í a s en el servicio d o m é s t i c o , que los
conquistadores planearon desde u n principio al estilo de gran-
des señores. Las mozas servían t a m b i é n como concubinas,
pues algunos conquistadores vivían rodeados de u n a u t é n t i -
3
co h a r é n . De a q u í que las m á s preciadas eran las j ó v e n e s y
bien parecidas. A l respecto narra el soldado cronista Bernal
D í a z del Castillo que, d e s p u é s de varias batallas con los rae-

1
M Ó R N E R , 1 9 6 7 . V é a n s e las siglas y bibliografía al final de este ar-
tículo.
2
Naboría: voz originaria de las Antillas. Designa al indio o india re-
partido para prestar servicio d o m é s t i c o obligatorio. V é a s e F E R N Á N D E Z D E
O V I E D O , 1950, p. 142.
3
Entre los múltiples procesos seguidos por la primitiva inquisición no-
vohispana contra españoles por "amancebamiento", el m á s ilustrativo fue
seguido " C o n t r a Bernaldo del Castillo, por vivir amancebado con muchas
esclavas suyas", M é x i c o , 1 5 3 8 , A G N M , Inquisición, vol. 3 6 , exp. 5 .

IlMex., x x x v n : 1, 1 9 8 7 29
30 EVA ALEXANDRA UCHMANY

xicas cada conquistador a c u m u l ó u n buen n ú m e r o de " p i e -


zas" y c ó m o Hernando C o r t é s por medio de u n a r d i d les
c a m b i ó las j ó v e n e s por las viejas y feas.*
Pero la mujer no fue solamente el primer ser conquistado
en estas partes sino el gran intermediario entre ambas cultu-
ras. Antes de iniciar Hernando C o r t é s el desmembramiento
del Imperio Mexica le fueron obsequiadas en Potonchan, T a -
basco, 20 mujeres en señal de paz que celebró con los seño-
res del lugar. Entre éstas se hallaba la esclava M a l i n a l l i , la
cual debido a su condición servil hubiera podido ser ven-
dida para el sacrificio; M a l i n a l l i era bilingüe ya que hablaba
maya y n á h u a t l y develó a los españoles los secretos políti-
cos del A n á h u a c . Ella, que d e s p u é s de bautizada se llamaba
d o ñ a M a r i n a , era la gran i n t é r p r e t e de C o r t é s y , a sabiendas
que los españoles eran humanos como ella, comenzaba cada
5
frase con las palabras "...estos dioses d i c e n . . . " . D o ñ a M a -
6
rina, que en m u y poco tiempo a p r e n d i ó bien el e s p a ñ o l , era
sin duda la primera india aculturada en la Nueva E s p a ñ a .
El s e ñ o r de Cempoala le h a b í a entregado a C o r t é s ocho
damas principales con su servidumbre, encabezadas por su
7
propia sobrina, a quien deseaba desposar con el conquista-
dor para sellar la alianza que, pensaba, h a b í a pactado con los
españoles. Semejante regalo de seis señoras les fue ofrecido tam-
bién en la señoría de Tlaxcala, el enemigo a c é r r i m o del
Imperio M e x i c a .
Antes de repartir las mozas entre sus capitanes y soldados,
C o r t é s las m a n d ó bautizar en u n acto solemne al que asis-
tieron los i n d í g e n a s de la comarca. De toda esta serie de j ó -
venes la ú n i c a que se casó l e g í t i m a m e n t e con u n e s p a ñ o l fue
d o ñ a M a r i n a . Desde u n principio C o r t é s la e n t r e g ó a Alonso
H e r n á n d e z Puerto Carrero, quien era p r i m o del conde de
M e d e l l í n . Pero m u y pocos días d e s p u é s d e s c u b r i ó sus cuali-
dades y se la trocó por d o ñ a Francisca, hija de uno de los prin-

D I A Z D E LC A S T I L L O , 1969, t. i. pp- 427, 428.


5
CORTÉS, 1963, "Segunda C a r t a de R e l a c i ó n " , p. 60.
6
Códice Florentino, M é x i c o , A G N , edic. facsímil, vol. m, libro x n , f.
18r.
DÍAZ D E L CASTILLO, 1969, t. i. p. 162.
MESTIZAJE EN EL SIGLO X V I NOVOHISPANO

cipales de Cempoala llamado Cueso. Era ella en o p i n i ó n de


8
Bernal D í a z " . . . m u y hermosa para ser i n d i a . . . " . Como es
sabido, C o r t é s tuvo u n hijo con d o ñ a M a r i n a , M a r t í n , el cual
se e d u c ó en E s p a ñ a y le fue concedido el h á b i t o de Santiago.
Pero a d o ñ a M a r i n a , C o r t é s la casó en 1524 con J u a n de Ja-
r a m i l l o , uno de sus soldados. S e g ú n Bernal D í a z , d o ñ a M a r i -
9
n a estaba m u y feliz con su nuevo m a r i d o .
T a m b i é n otros conquistadores se desposaron con damas
i n d í g e n a s . L a m á s famosa de éstas es sin duda Isabel de M o -
tecuhzoma, hija del gran tlatoani mexica, cuyos dos esposos
anteriores eran su tío C u i t l á h u a c y C u a u h t é m o c . C o r t é s la
quiso "demasiado" y tuvo con ella una o dos hijas y d e s p u é s
l a casó con Pedro Gallego con quien p r o c r e ó u n hijo. Final-
mente, tres veces viuda y una vez amante, casó con Juan Ca-
no, quien gracias a ella y por la intervención de los franciscanos
10
fue ennoblecido. S e g ú n algunos su ú l t i m o esposo fue J u a n
11
de A n d r a d a y de acuerdo con otros su hermana Leonor ca-
12
só con a q u é l . T a m b i é n d o ñ a A n a , hermana de Ixtlilxó-
c h i t l , s e ñ o r de Tezcoco, contrajo m a t r i m o n i o con J u a n de
13
C u é l l a r , a quien Bernal D í a z recordaba como buen j i n e t e .
Sin embargo, los matrimonios entre conquistadores e i n -
d í g e n a s no abundaban sino m á s bien los concubinatos. Pues
aunque j u n t o con las aguas lústrales los españoles otorgaron
a las doncellas el título de " d o ñ a " , buscaban poder y honores
en E s p a ñ a . Así lo hizo Pedro de Alvarado quien, aunque con-
virtió a d o ñ a Luisa —hija del viejo Maxixcatzin de Tlaxcala—
en la c o m p a ñ e r a de su vida, se desposó sucesivamente con
las hermanas Francisca y Beatriz de la Cueva, sobrinas del
duque de Alburquerque. Gracias a esta u n i ó n Alvarado con-
siguió los títulos de adelantado y gobernador de Guatemala
y los h á b i t o s de la orden de A l c á n t a r a , honor del que goza-

8
DÍAZ D E L CASTILLO, 1969, t. i, p. 163.
9
DÍAZ D E L CASTILLO, 1969, t. i, pp. 123, 124^ t. n, p. 191.
1 0
'' R e l a c i ó n de la g e n e a l o g í a de ios S e ñ o r e s que h a n s e ñ o r e a d o esta
tierra de la N u e v a E s p a ñ a . . . " , en G A R C Í A I C A Z B A L C E T A , 1 9 4 2 , pp. 2 4 0 ,
276-278.
1 1
G A R C Í A ICAZBALCETA, 1942, " I n t r o d u c c i ó n " , pp. x x x v i - x x x v m .
1
V Á Z Q U E Z D E ESPINOSA, 1944, p. 104.
1 3
DÍAZ D E L C A S T I L L O , 1969, t I I , pp. 337, 338.
32 EVA ALEXANDRA UCHMANY

14
ban los varones De la Cueva. A ú n m á s , a su hija mestiza
Leonor la casó con el p r i m o de sus esposas, Francisco de
15
la C u e v a .

POLÍTICA DE MESTIZAJE

Desde u n principio la Corona de E s p a ñ a r e c o m e n d ó a los con-


quistadores y pobladores concertar matrimonios con los na-
tivos tanto para legalizar las uniones libres como porque se
creyó que el conquistador, oficial real, mercader o aventure-
ro, tomando estado se p o d r í a n transformar en pobladores y
la consorte en buena cristiana. Fue éste el espíritu de la ins-
t r u c c i ó n otorgada a fray Nicolás de Ovando, gobernador de
L a E s p a ñ o l a entre los años de 1502 a 1509, al respecto de ma-
16
trimonios interraciales. Semejante cláusula se repite en las
"Leyes de Burgos" expedidas por Fernando el Católico el d í a
17
27 de diciembre de 1512. L a r e c o m e n d a c i ó n fue desaten-
dida por la m a y o r í a de los españoles, que usaban a su antojo
a las i n d í g e n a s solteras y casadas. Respecto de los abusos
cometidos con las ú l t i m a s , el católico monarca indicó la pru-
dencia y la discreción. Eso es, castigar a los españoles en se-
creto para evitar resentimientos y celos de los maridos
18
ofendidos.
Por cierto, mucha gente sencilla de origen popular, caren-
te de prejuicios estamentales, se desposó en las islas con m u -
jeres i n d í g e n a s . L a lista de casados que presenta Serrano y
Sanz es bastante larga e incluye varios nombres de personas
19
que d e s p u é s participaron en la conquista de M é x i c o . Sin
embargo, la m a y o r í a de los españoles no se desposó con las
a b o r í g e n e s , que a los ojos del cronista Gonzalo F e r n á n d e z de
20
Oviedo eran libertinas y perversas. Y , al transcurrir el

1 4
DÍAZ D E L CASTILLO, 1969, t i, p. 255¿ t. I I , pp. 396, 397.
1 5
DÍAZ D E L CASTILLO, 1969, t n, pp. 434, 435.
1 6
SIMPSON, 1966, p. 9.
1 7
SIMPSON, 1966, pp. 17, 35.
1 8
SIMPSON, 1966, p. 17, nota 2, p. 177.
1 9
S E R R A N O Y SANZ, 1917, pp. 384, 385.
2 0
F e r n á n d e z de Oviedo en GERBI, 1978, pp. 413, 414.
MESTIZAJE E N E L SIGLO X V I NOVOHISPANO 33

tiempo, debido a las contradicciones entre los intereses de los


diferentes sectores en la Colonia y a m é n de las discusiones
en torno a la limpieza de sangre que se llevaban a cabo en
aquel entonces en E s p a ñ a , la Corona a d o p t ó finalmente la
política de segregación de las dos razas.
Por su parte los españoles estaban acostumbrados a la se-
gregación racial, porque en cada ciudad hispana el barrio cris-
tiano, la m o r e r í a y la aljama estaban rigurosamente separados
el uno del otro. D e s p u é s de la expulsión de los j u d í o s en 1492
y de los moros de Granada hacia el a ñ o de 1500, aquellos que
decidieron bautizarse con el deseo de verse integrados en la
sociedad de los cristianos viejos se decepcionaron profunda-
mente. Pues sólo los cristianos nuevos que p r o v e n í a n de la
clase alta, que eran relativamente pocos, fueron bien recibi-
dos y asimilados por la nobleza española. E n la medida que
la conversión se volvió masiva y los neófitos eran de clases
medias y populares, la emergente b u r g u e s í a e s p a ñ o l a , celosa
de sus prerrogativas, hizo desembocar la segregación m o t i -
vada a n t a ñ o por motivos religiosos en una abierta discrimi-
n a c i ó n racial. Ésta se hizo patente por medio de la introducción
de los estatutos de la limpieza de sangre, que transformaron
a los cristianos nuevos en ciudadanos de segunda clase y les
cerraron las puertas a todos los puestos públicos y de ho-
21
n o r . Los primeros en implantar los estatutos de limpieza y
eliminar la competencia en sus organismos fueron las ó r d e -
nes mendicantes y otras instituciones religiosas.

JVXESTIZAJE Y S E G R E G A C I O N

E l significado de ambas palabras se contradice y aparente-


mente donde existe segregación el mestizaje es nulo. Pero en
los vastos territorios de A m é r i c a donde en el siglo X V I se die-
r o n cita tres razas, lo imposible se volvió realidad. Pues los
e s p a ñ o l e s , mezcla de pueblos y razas en sí, no t e n í a n prejui-
cios raciales sino sociales y e c o n ó m i c o s . L a discusión sobre
los estatutos de limpieza de sangre — y su i m p l a n t a c i ó n — h i -

¿ 1
Tratamos este tópico m á s ampliamente en UCHMANY, 1985, vol. vm.
34 EVA A L E X A N D R A UCHMANY

cieron que las clases populares, que con certeza p o d í a n cla-


mar que en sus venas no circulaba sangre j u d í a n i mora, a
pesar de su condición inferior en la estratificación social, se
sintieran cristianos " l i m p i o s " y casi hidalgos. Por supuesto,
los atrevidos de entre ellos cruzaron el océano Atlántico con
la d e t e r m i n a c i ó n de mejorar no tan sólo su posición e c o n ó -
mica sino social. Muchos, aunque se embarcaron con el nom-
bre de Caldero, según lo era su oficio, desembarcaron como
C a l d e r ó n y los C o r d o b á n como De C ó r d o b a a n t e p o n i é n d o s e
2 2
en ocasiones u n " d o n " . Todos estos presuntos "hijosdal-
g o " deseaban aprovecharse de la sociedad nativa, quienes co-
23
mo plebeyos d e b í a n servirlos y mantenerlos. A d e m á s desde
los a ñ o s treinta en adelante las señoras y princesas i n d í g e n a s
eran u n mito y las a b o r í g e n e s , degradadas y pobres, perdie-
ron el atractivo de esposas aunque de alguna manera conti-
nuaron siendo concubinas. Todos estos p e q u e ñ o s artesanos
que en la Nueva E s p a ñ a se dedicaron a buscar oro o al pe-
q u e ñ o comercio, t e n í a n servidumbre i n d í g e n a de sexo feme-
nino, que usaban para todo, como lo h a c í a Bernaldo del
Castillo, el cual fue procesado en el a ñ o de 1538 por v i v i r
24
amancebado con muchas indias esclavas suyas. A su vez
aquellos señores, por dejar a su esposa en E s p a ñ a o por espe-
rar u n honorable partido con una castellana, no r e c o n o c í a n
a los hijos de aquellas uniones. De a q u í que la segunda gene-
r a c i ó n de mestizos no tan sólo tuvo origen popular, sino que
n a c i ó al margen de la ley y , a d e m á s , fue rechazada por sus
padres.
Por lo general las madres los llevaron a sus pueblos, donde
en ocasiones fueron asimilados y en otras marginados o, se-
g ú n las palabras del virrey A n t o n i o de Mendoza, "andaban
25
p e r d i d o s " . A d e m á s las comunidades i n d í g e n a s vivían en
aquel entonces las peores crisis de su vida a consecuencia de

2 2
NIARTIN, 1957, p. 7.
i J
V é a s e ai respecto " L l a r t a " dei contador Rodrigo de Albornoz al em-
perador Carlos V , 1 5 de diciembre de 1 5 2 5 , Tenochtitlán, en G A R C Í A I C A Z -
BALCETA, 1971, i, pp. 508-510.
2 4
V é a s e nota 3 .
2 5
" R e l a c i ó n de Antonio de Mendoza a L u i s de Velasco al término de
su gobierno, entre 1 5 5 0 - 1 5 5 1 " , en Los virreyes, 1 9 7 6 , vol. i, pp. 4 0 , 4 1 .
MESTIZAJE EN EL SIGLO X V I NOVOHISPANO 35

la conquista, como lo eran los pesados trabajos, tributos, pestes


y el ataque a su religión y valores culturales. Y , en la medida
que el n ú m e r o de mestizos acrecentaba, su integración a las
comunidades i n d í g e n a s se hizo m á s difícil. Finalmente, por
descender los mestizos de padres españoles, se negaban a car-
gar con las pesadas obligaciones de los sojuzgados y prefe-
r í a n trasladarse a las ciudades donde en muchos casos
engrosaban las filas de los vagabundos que pululaban en la
26
N u e v a E s p a ñ a desde los años veinte.
Por su parte los frailes evangelizadores, que desearon edi-
ficar en el Nuevo M u n d o una iglesia de acuerdo con las nor-
mas del cristianismo primitivo, idealizaron desde u n principio
al i n d í g e n a , el cual les pareció el hombre perfecto para v i v i r
u n a bienaventuranza cristiana. Para conducir a los neófitos
hacia la perfección, los religiosos consideraban que era nece-
27
sario apartarlos de los vicios de los cristianos viejos. Por es-
ta r a z ó n luchaban para que no se admitieran vagabundos de
í n d o l e alguna en los pueblos y congregaciones i n d í g e n a s y ,
a la vez, desataron una lucha contra los mestizos. Pues por
u n lado su presencia les estorbaba en la evangelización y , por
el otro, eran por lo general bilingües, lo que a u t o m á t i c a m e n -
te los transformaba en intérpretes entre el m u n d o i n d í g e n a
y el exterior, o sea la viciada sociedad de los españoles. Los
frailes en lugar de difundir entre sus r e b a ñ o s la lengua espa-
28
ñ o l a , s e g ú n lo ordenaba con insistencia la C o r o n a , en su
afán de alejarlos de malas influencias, e n s e ñ a b a n el n á h u a t l
a las etnias que lo d e s c o n o c í a n . Y , al levantar la barrera del
i d i o m a permanecieron ellos como ú n i c o s intermediarios en-
tre el i n d í g e n a y las autoridades civiles y eclesiásticas. Inclu-
so los n i ñ o s mestizos d e b e r í a n ser recogidos de los pueblos
y trasladados a la ciudad, puestos en colegios para aprender
oficios m e c á n i c o s ; y se procuraba que las n i ñ a s salieran ca-
29
sadas de los recogimientos.
Y , finalmente, por su origen ilegítimo, que en los siglos

2 6
NÍARTIN, 1957.
2 7
NIENDIETA, 1945, t. m, pp. 164, 165.
2 8
^ I Ó R N E R , 1967, ni, pp. 435, 436.
2 9
Los virreyes, 1976, vol. i , pp. 40, 41.
EVA ALEXANDRA UCHMANY

XVI y X V I I implicaba una maldad c o n g è n i t a , la sociedad los


m a r g i n ó y les v e d ó el acceso tanto a cargos eclesiásticos co-
mo civiles.
El destino de las madres de los mestizos, que, por lo gene-
ral, embarazadas buscaban refugio en sus pueblos o, como
30
lo señala M ò r n e r , iban a parir a algún despoblado, sin du-
da tampoco era envidiable. N o obstante, las fuentes insisten
en que a lo largo de los siglos X V I y X V I I las i n d í g e n a s pre-
ferían a los españoles que a los hombres de su raza. ¿Por qué?

L A MUJER EN LA SOCIEDAD INDIGENA


A LA HORA DE LA CONQUISTA

Durante el ú l t i m o siglo antes de la llegada de los españoles,


en las sociedades guerreras de los pueblos nahuas y otros, el
campo femenino se dividía en mujeres casadas, concubinas
y damas p ú b l i c a s . A l respecto de las ú l t i m a s el padre M o t o l i -
nía considera que "es el menor mal por evitar el m a y o r " pues
31
existe en cada república que vive con policía. Y aunque los
religiosos mostraron aires de tolerancia hacia la prostitución,
se escandalizaron ante la poligamia practicada por los indí-
genas y t a m b i é n su indumentaria. Pues uno de los primeros
pasos dados para ponerlos " e n p o l i c í a " , como lo expresan
las crónicas del siglo X V I , era vestirlos "honestamente". Eso
es, exigirles que usaran en lugar del maxtli o braguero unos
zaragüelles; las mujeres fueron obligadas a cubrirse los pe-
chos. Acto seguido se les exhortaba a recibir las aguas bau-
tismales y de inmediato se p r o c e d i ó a casar infacie ecclesiae a
los amancebados. M o t o l i n í a narra las dificultades que tuvie-
ron los primeros frailes para "...desarraigar a estos natura-
les la m u l t i t u d de las mujeres... porque se h a c í a m u y dura
32
la cosa en dejar la antigua costumbre c a r n a l . . . " .
E n efecto, no era nada fácil escoger una de las "muchas
mujeres", según lo explica el padre S a h a g ú n . Pues h a b í a que

3 0
N4ÒRNER, 1967, p. 25.
3 1
BENAVENTE, 1971, p. 320.
3 2
BENAVENTE, 1971, p. 189.
MESTIZAJE EN EL SIGLO X V I NOVOHISPANO 37

actuar de acuerdo con las leyes c a n ó n i c a s y ' 'examinar el pa-


rentesco y saber cuál fue la primera y d á r s e l a . . . " . Y los indí-
genas m e n t í a n " . . .y hacían embustes para casarse con aquella
33
que ellos t e n í a n m á s a f e c c i ó n " .
Pero a pesar del enorme esfuerzo de los frailes para sacar
su r e b a ñ o del pecado en el que vivían los resultados no eran
siempre halagadores. Pues solamente unos pocos a ñ o s des-
p u é s de convertirlos y casarlos se dieron cuenta que los indí-
genas seguían practicando tanto la idolatría como la poligamia.
L o indican decenas de procesos que la p r i m i t i v a inquisición
episcopal prosiguió contra los transgresores, todos indios p r i n -
cipales y por lo tanto adoctrinados con esmero. Algunos de
ellos incluso educados en los colegios de los conventos, como
d o n Carlos Ometochtzin, hijo de Nezahualpilli, protegido de
C o r t é s y heredero del cacicazgo de Tezcoco. Fue acusado por
sus familiares de i d ó l a t r a y amancebado. Sus sobrinas y tías
testificaron en contra suya. Fray J u a n de Z u m á r r a g a lo rela-
34
j ó al brazo secular en 1539 por rebelde y a p ó s t a t a .
M a r t í n X o c h í m i t l , natural y vecino de C o y o a c á n , fue tam-
b i é n adoctrinado con mucho esmero. Antes y después de bau-
tizado m a n t e n í a relaciones sexuales con sus cuatro hermanas,
y con una s e ñ o r a de X o c h i m i l c o . C o n una de aquellas se ca-
só por la iglesia alegando que no le preguntaron el parentes-
35
co. E l caso de T l a c a t é c a t l de Tlacopan era a ú n m á s
escandaloso. Antes de la conquista era sacerdote y sacrificó
varios hombres en honor de sus dioses. Se b a u t i z ó en 1530
y en seguida se casó con su propia hija, con la cual p r o c r e ó
36
dos hijos y a d e m á s t e n í a otras mujeres.
O t r o indígena de C o y o a c á n , Francisco, se había casado por
la iglesia en el lapso de siete a ñ o s con dos mujeres; con am-

SAHAGUN, 1956, ni, p. 162.

3 4 ''Proceso criminal contra don Carlos, indio principal de Tezcoco,


por idólatra y amancebado, M é x i c o , 1539", A G N M , Inquisición, vol. 2,
exp. 2.
3 5
"Proceso contra M a r t í n X o c h í m i t l , indio, por amancebado, M é x i -
co, 1539", A G N M , Inquisición, vol. 36, exp. 6.
3 6
"Proceso contra Tecatetl y T a n í x t e t l , indios que bautizados se lla-
m a r o n Antonio y Alonso, vecinos de T l a c o p a n , por idólatras, M é x i c o ,
1536", A G N M , Inquisición, vol. 37, exp. 1.
38 EVA ALEXANDRA UCHMANY

bas p r o c r e ó hijos. Cuando se iba a desposar con la segunda


d e s p i d i ó a la primera e incluso se ofreció a buscarle marido.
A su vez la segunda mujer, temiendo a los frailes, no q u e r í a
contraer matrimonio por. la iglesia. Francisco la t r a n q u i l i z ó
diciéndole que los padres no se d a r í a n cuenta pues "...andan
como los venados que van por a h í y no saben...". A d e m á s
e m b a r a z ó a una tercera mujer que la acusación señala como
su propia hija. L a segunda esposa, de nombre M a r í a , fue su
c o m p a ñ e r a antes de la evangelización, pero los frailes los se-
pararon y desposaron a cada uno con diferente cónyuge. Des-
p u é s que M a r í a e n v i u d ó , Francisco se j u n t ó una vez m á s con
37
ella.
De a q u í que la conquista afectó la vida entera del indíge-
na e incluso sus sentimientos m á s í n t i m o s fueron encauzados
hacia nuevos rumbos. Por lo tanto su ú n i c a defensa era el
disimulo. Los religiosos lo s a b í a n y el obispo Z u m á r r a g a afir-
m ó al respecto que los indígenas se casaban ú n i c a m e n t e "para
38
encubrir a d u l t e r i o s " . Por esta misma r a z ó n no era difícil
descubrir n i a aquellos que decididamente deseaban llevar una
doble vida. U n o de ellos era sin duda don Francisco de Y a n -
h u i t l á n , que se casó infacie ecclesiae con una esclava y simultá-
neamente se desposó con Y a i n x i , su mujer principal, según
sus antiguos ritos. A d e m á s , como todos, t e n í a t a m b i é n otras
39
mujeres.
L a conquista y el ataque a los valores de la cultura indíge-
na trajeron consigo, dentro del sistema de la poligamia, la
disolución de los marcos morales. O sea los t a b ú e s relativos
a la propiedad, al intercambio, y los consagrados por la cos-
t u m b r e se dejaron de respetar. A l proclamar que la antigua
religión y costumbre eran de origen diabólico, los frailes de-

3 7
"Proceso contra Francisco, indio de C o y o a c á n , por casado dos ve-
ces, M é x i c o , 1538", A G N M , Inquisición, vol. 23, exp. 1.
3 8
" C a r t a de los Ilustrísimos S e ñ o r e s Obispos de M é x i c o , Oaxaca y
I j u a t e m a i a sobre la ida ai Concilio General, y piden sobre distintos pun-
tos..., M é x i c o , 30 de noviembre de 1537", en G A R C Í A I C A Z B A L C E T A , 1947,
vol. ni, p. 103.
3 9
"Proceso contra don Domingo, don Francisco y d o n j u á n , gober-
nadores del pueblo de Y a n h u i t l á n , por idólatras, O a x a c a , 1544", A G N M ,
Inquisición, vol. 37, exp. 5.
MESTIZAJE EN EL SIGLO X V I NOVOHISPANO

sataron las antiguas prohibiciones antes de estar en capaci-


dad de implantar nuevas. Nos lo puede ilustrar el caso de don
A n t ó n Nauhyotl, señor del pueblo de Totolapa. Este com-
p a r t í a una fulana Cecilia con su hermano Pedro, alguacil del
lugar. L a misma mujer h a b í a sido anteriormente la amada
de su padre; los tres la h a b í a n obligado a abortar en diferen-
tes ocasiones. A d e m á s don A n t ó n vivía amancebado con su
40
t í a A n a con la cual p r o c r e ó una h i j a .
Las confusas relaciones sexuales de los i n d í g e n a s hicieron
exclamar a fray A n d r é s de Olmos, después de descubrir que
el cacique de M a t l a t l a n , actual estado de Hidalgo, a quien
él h a b í a casado, t e n í a a d e m á s de su esposa 17 concubinas,
que " . . .no ha de entrar mujer en su casa que no la prueben,
41
suegras y parientas...". Reprendidos, algunos i n d í g e n a s
alegaban que t a m b i é n los españoles practicaban la monoga-
m i a tan sólo en apariencia. N o obstante el brillo sensual de
los nativos, la poligamia i n d í g e n a tenía profundas raíces eco-
nómicas.
E n efecto, M o t o l i n í a nos informa que algunas esposas y
concubinas t e n í a n padres importantes que favorecían al ma-
r i d o , el cual, a d e m á s , se beneficiaba de la fuerza de trabajo
de su h a r é n . Porque " . . . t e n í a n con ellas muchas granjerias
y quien tejía y h a c í a mucha ropa y eran m u y servidos, por-
que las mujeres principales llevaban consigo otras cria-
42
d a s " . E incluso varios indígenas después de casados por la
iglesia se negaban a despedir las otras mujeres alegando que
" . . .lo hacen porque no tienen otra renta sino lo que las m u -
jeres les ganan con su labor para se mantener y en satisfac-
ción de sus trabajos les pagan con sus mismos cuerpos y que
43
no pueden dejar esta ley en la que fueron criados".

4 0
" R e s u m e n del proceso contra Pedro, indio, cacique del pueblo de
Totolapa y contra don A n t ó n , indio alguacil del mismo, por idólatras y
amancebados, M é x i c o , 1540", A G N M , Inquisición, vol. 212, exp. 7.
tl
' "Proceso seguido por fray Andfes de O í m o s en contra del cacique
de Matlatlan, por idólatra y amancebado, M é x i c o , 1539", A G N M , In-
quisición, vol. 40, exp. 8.
4 2
BENA V E N T E , 1971, p. 189.
4 3
" I n s t r u c c i ó n dada por d o n j u á n de Z u m á r r a g a , obispo de M é x i c o
a fray J u a n de Oseguera y a fray Cristóbal de A l m a z á n , como procurado-
40 EVA ALEXANDRA UCHMANY

Por su parte los i n d í g e n a s defendían su modo de vida y


e s c o n d í a n a sus hijas. Desde u n principio los frailes pensa-
ban que se las negaban por el temor de que no las t e n d r í a n
enclaustradas y vigiladas con tanto rigor como lo solían ha-
cer las matronas en los colegios o retiros anexos a los tem-
plos. Pero el tenaz obispo decidido a evangelizar a las n i ñ a s
o r d e n ó sacarlas " p o r la fuerza" de sus casas y las i n t e r n ó en
una casa dedicada para ellas, donde a d e m á s de la doctrina
cristiana se les e n s e ñ a r o n diversos quehaceres domésticos y
las p r e p a r ó para ser buenas madres. Pero las j ó v e n e s se que-
daron " a vestir santos" porque n i n g ú n i n d í g e n a las q u e r í a
desposar. A u n m á s , incluso los egresados del Colegio de San-
tiago de Tlaltelolco "rehusaban casar con las doctrinadas en
las casas de n i ñ a s , diciendo que se criaban ociosas y a los ma-
ridos los t e n í a n en poco, n i los q u e r í a n servir según la cos-
tumbre suya que ellas mantienen a ellos, por haber sido criadas
44
y doctrinadas de mujer de C a s t i l l a . . . " . Fue éste el fin del
colegio de las n i ñ a s . Sin duda es m á s fácil aceptar teórica-
mente el dogma de u n a religión que abandonar costumbres
ancestrales y , m á s a ú n , cuando éstas formaban a lo largo de
los siglos la base de la e c o n o m í a d o m é s t i c a .
Pero Z u m á r r a g a ñ o se dio por vencido y seguía insistien-
do en que era necesario tomar las hijas a los señores y tam-
b i é n a los macehuales porque estos ú l t i m o s

. . . e n menos e d a d las presentan y d a n por ordinario tributo a


los c a c i q u e s y p r i n c i p a l e s , y c o m o fructas se las p r e s e n t a n l a s
m i s m a s m a d r e s , y ellos l a s e n c i e r r a n y p o n e n d o n d e n o v e a n
sol n i l u n a , n o las d e j a n d o j a m á s salir n i h a b l a r c o n n a d i e . . . h a s t a
q u e v i e j a s l a s d e s p i d e n ; y esto tengo a v e r i g u a d o y p o r c o n f i s i ó n
de a l g u n o s c a c i q u e s . . . y de otros he h a l l a d o ser c a s i g e n e r a l el
45
maleficio...

res al Concilio U n i v e r s a l " , sin fecha, aunque sin duda el escrito es de los
a ñ o s cuarenta del siglo x v i , en G A R C Í A I C A Z B A L C E T A , 1947, iv, p. 239.
4
* " C a r t a de don fray J u a n de Z u m á r r a g a al príncipe don Felipe, M é -
xico, 2 de junio, 1544", en G A R C Í A I C A Z B A L C E T A , 1947, iv, pp. 177 y 178.
G A R C Í A ICAZBALCETA, 1947, iv, p. 242.
MESTIZAJE EN EL SIGLO X V I NOVOHISPANO

Las averiguaciones del primer obispo de M é x i c o son ilus-


trativas al respecto de las condiciones de la mujer en la socie-
dad prehispánica. A su vez las jóvenes dedicadas para el estrato
s e ñ o r i a l d e b e r í a n llegar vírgenes al matrimonio, al h a r é n del
cacique y el adulterio era castigado con la muerte. Entre los
macehuales las uniones libres eran frecuentes e incluso diso-
46
lubles con relativa facilidad. A d e m á s las j ó v e n e s eran edu-
cadas con esmero para llegar a formar una parte útil de la
poliginia de su hombre. Antes de entregar una moza en ma-
t r i m o n i o , entre otras cosas le d e c í a n : " . . . é s t a es la costum-
b r e que dejaron los viejos y viejas; trabajad, hija y haced
47
vuestro oficio mujeril sola, ninguno os ha de a y u d a r . . . " .
Gonzalo F e r n á n d e z de Oviedo observó que las mujeres tra-
bajaban mucho m á s t a m b i é n en L a Española y en Cuba. Pues
mientras que ellos andaban en fiestas ellas realizaban los tra-
48
bajos a g r í c o l a s . A d e m á s el cronista nos informa que las i n -
d í g e n a s de aquellas partes se c o n t e n í a n con sus maridos pero
49
se entregaban a los e s p a ñ o l e s . T a m b i é n las a b o r í g e n e s de
M e s o a m é r i c a fueron a t r a í d a s por los europeos.
Las causas de preferir a los extranjeros a los hombres de
su raza, aunque no fueron sin duda una m a n i f e s t a c i ó n total
sino parcial notable, son sin duda m ú l t i p l e s . Pues desde u n
50
principio los españoles eran considerados dioses, tópico al
que se a ú n a la curiosidad y atracción por lo novedoso y, fi-
nalmente, el deseo de evadirse de su propio destino j u n t á n -
dose con los vencedores. De a q u í que las i n d í g e n a s por tener
u n trato m á s í n t i m o con la cultura e s p a ñ o l a eran los prime-
ros seres aculturados en la Nueva E s p a ñ a . A ú n m á s , antes
de usarlas como n a b o r í a s o concubinas las mozas eran bau-
tizadas.

BENA V E N T E , 1971, pp. 322-333.

S A H A G Ú N , 1956, I I , p. 156.

Oviedo en G E R B I , 1978, p. 4 1 1 .
Oviedo en G E R B I , 1978, pp. 4 1 3 y 414.
U C H M A N Y , 1972.
42 EVA ALEXANDRA UCHMANY

E L MESTIZAJE CON NEGROS

Pero las indígenas no estaban atraídas solamente por los hom-


bres blancos sino t a m b i é n por los negros. Estos a c o m p a ñ a -
ron a los españoles en calidad de esclavos domésticos e incluso
como hombres libres en la empresa de la conquista. Por lo
tanto, desde u n principio, ellos t a m b i é n eran considerados
51
dioses y llamados " l o s divinos sucios". Se sobreentiende
que desde u n principio los africanos c o m p e t í a n con los espa-
ñoles por los favores de las i n d í g e n a s . N o obstante Carlos V
deseaba evitar cualquier mezcla racial y en el a ñ o de 1524
dispuso que cada barco que importaba é b a n o d e b í a traer una
52
tercera parte de hembras. Y en 1527 el emperador insistía
que "habiendo de casarse los negros sea en m a t r i m o n i o con
53
negras". Pues la Iglesia p e r m i t í a los esponsales de esclavos
y dispuso que d e b í a n cohabitar una vez por semana y , preci-
54
samente, el s á b a d o por la noche.
N o obstante las negras eran insuficientes y, atraídas u obli-
gadas a cohabitar con sus amos blancos, no p o d í a n satisfacer
las necesidades de sus hermanos de raza. Y los esclavos no
se apresuraban a casar sino que preferían amancebarse, pre-
cisamente con i n d í g e n a s , cuyo vientre era libre. Los d u e ñ o s
de los esclavos trataban de evitar estos ayuntamientos que-
riendo casar a los negros con esclavas para quedarse con los
hijos. Esta tendencia fue m u y fuerte, en particular en el cam-
55
po, en las haciendas azucareras, donde los esclavos sufrie-
ron las peores condiciones de vida. Los frutos de aquellas
uniones se refugiaban con sus madres y en ocasiones no tan
sólo fueron integrados a la comunidad i n d í g e n a sino que ocu-
paron posiciones importantes en ella. Esto atestiguan varios
procesos contra negros, mulatos, zambos, morenos, idólatras
que en el siglo X V I participaron en ceremonias religiosas con
i n d í g e n a s y , en los siglos X V I I y X V I I I las encabezaron como

5 1
S A H A G Ú N , 1956, t. iv, p. 92.
5 2
A G U I R R E B E L T R Á N , 1972, p. 30.
5 3
A G U I R R E B E L T R Á N , 1972, p. 256.

5 4
A G U I R R E B E L T R Á N , 1972, p. 255.
5 5
C A R R O L L , 1979, p. 123.
MESTIZAJE EN EL SIGLO X V I NOVOHISPANO

56
sacerdotes de los dioses. E n ocasiones las formas religiosas
t r a í d a s y recordadas de África se fundieron en uno con el r i -
t u a l mesoamericano y cristiano dando nacimiento a u n sin-
cretismo religioso vivo aun a nivel de religión popular.
Las mezclas afroamericanas que no se asimilaron a las co-
munidades i n d í g e n a s , o de manera alguna deseaban partici-
p a r en sus cargas tributarias, vinieron a engrosar las filas de
las castas urbanas, en cuya escala ocuparon el lugar m á s ba-
j o . E n efecto, en la medida que el mestizaje de indios con es-
p a ñ o l e s declinaba, aumentaban las uniones con negros. E l
v i r r e y don M a r t í n E n r í q u e z de A l m a n z a deseaba poner coto
a esta situación porque t e m í a que los mulatos y zambos po-
d r í a n conspirar en u n i ó n de los i n d í g e n a s . Por esta r a z ó n el
v i r r e y , d e s p u é s de consultar con personas eclesiásticas, pro-
puso a Felipe I I que por ser "...las indias gente flaca y m u y
perdida por los negros... mandase que todos los hijos que i n -
dias y mulatas tuviesen de negros, fuesen esclavos... porque
los negros por sólo dejar los hijos libres pretenden casarse con
57
las i n d i a s . . . " . L a Corona no a p r o b ó esta medida tan drás-
tica y por lo tanto el virrey, movido por " . . . l a mucha suma
que hay de gente menuda, mestizos, mulatos y negros libres
y el crecimiento grande en que v a n . . . " deseaba estorbar las
ventajas de estos matrimonios y dio " . . . o r d e n para que los
mulatos pagasen tributo a Su Magestad y que ninguno deja-
58
se servir a m o . . . " .
Los matrimonios de los negros, debido a su condición de
esclavos o libertos marginados, eran por lo general inestables.
A su vez las condiciones de vida de este grupo eran suma-
mente variadas y diferían entre la ciudad, el campo y el cen-
tro minero, y a ú n entre uno y otro d u e ñ o . L a situación de
la mujer era a ú n m á s diversa porque fluctuaba entre la pesa-
da labor de cortar c a ñ a o trabajar en la molienda en las ha-
59
ciendas azucareras que muchas sufrieron y , entre las que

5 6
U C H M A N Y , 1967, v i , pp. 252-267) 1976, n, pp. 341-351.
5 7
A G U I R R E BELTRÁN, 1972, pp. 256, 257.
5 8
"Advertimientos de M a r t í n E n r í q u e z al conde de la C o r u ñ a , su su-
cesor, M é x i c o , 25 de septiembre, 1580", en Los virreyes españoles, 1976, i ,
p. 210.
5 9
NAVEDA C H Á V E Z - H I T A , 1979, p. 179.
44 EVA ALEXANDRA UCHMANY

s e r v í a n de amantes a sus d u e ñ o s , que en ocasiones les rega-


laron la preciada libertad. Fue éste el caso de Diego de Oca-
ñ a , escribano público y j u d í o penitenciado en el primer auto
de fe que se celebró en la ciudad de M é x i c o en 1528. E n su
testamento, escrito hacia el a ñ o de 1533, libera a su esclava
e incluso hereda a los hijos de ella sin estar seguro que a q u é -
60
llos son suyos porque la negra tuvo t a m b i é n otro amante.
Sin duda no era el único que t e n í a c a r i ñ o a su esclava. Otros
se desposaban para legalizar a sus hijos. En efecto, en 1587
Juana G o n z á l e z d e n u n c i ó a su marido Luis Ponce por ha-
berse casado t a m b i é n con una mulata y tener con ella tres
61
hijos.
E n los autos de fe celebrados en los a ñ o s cuarenta en la
ciudad de M é x i c o salió la familia R o d r í g u e z del Bosque, fun-
dada por Isabel, esclava negra de Guinea y Francisco R o d r í -
guez, p o r t u g u é s domiciliado en Sevilla. E l fruto de esta u n i ó n
era Esperanza, esclava de Catalina E n r í q u e z , piadosa crip-
t o j u d í a de la Nueva E s p a ñ a , la cual d e s p u é s de convertirla
a la ley de M o y s é s la casó con u n a l e m á n , J u a n Bautista del
Bosque, escultor y ensamblador, muerto en Guadalajara, Nue-
va Galicia. Las tres hijas de Esperanza, Juana, M a r í a e Isa-
bel fueron integradas a la p e q u e ñ a comunidad criptojudía en
la ciudad de M é x i c o . L a mayor, Juana, se desposó con Blas
62
L ó p e z , p o r t u g u é s de origen hebreo.
Los archivos inquisitoriales registran decenas de casos de
amancebados de las diferentes castas entre sí y con blancos.
Pues aunque los españoles no t e n í a n prejuicios sexuales n i
hacia las i n d í g e n a s n i las negras, raras veces se casaban con
ellas. L a forma de amancebamiento o de libre u n i ó n fue la
m á s c o m ú n , aunque cuando a l g ú n cura les a m e n a z ó con el

6 0 ''Testamento de Diego de O c a ñ a , Sevilla, E s p a ñ a , sin a ñ o " ,


A G N M , Inquisición, vol. 77, exp. 37, ff. 254-256.
6 1
" D e n u n c i a de J u a n a G o n z á l e z contra su marido Luis Ponce por ha-
berse casado t a m b i é n con una mulata, M é x i c o , 1587", A G N M , Inquisi-
ción, vol. 1.
6 2
"Proceso y causa criminal contra Esperanza R o d r í g u e z , mulata de
60 a ñ o s , por judaizante, M é x i c o , 1642", A G N M , Inquisición, vol. 408,
exp. 2, y vol. 392, exp. 2.
MESTIZAJE EN EL SIGLO X V I NOVOHISPANO 45

Santo Oficio unos lo abandonaban todo y h u í a n y los otros


se casaban. Fue éste el caso de 20 españoles obligados, entre
los años de 1690 a 1695, "so pena de e x c o m u n i ó n m a y o r " ,
a tomar estado. Las mujeres en cuestión eran 18 mulatas, de
las cuales 14 eran libres y cuatro esclavas; una negra y otra
63
india.
Estas mezclas, que destruyeron el equilibrio entre la r e p ú -
blica de los españoles y la de los indios, que e m e r g í a n en los
albores del r é g i m e n colonial, d e s e m p e ñ a r o n u n papel primor-
d i a l en la lucha por la Independencia de M é x i c o . L a mujer
t e n í a u n lugar m u y importante en el mestizaje no sólo como
u n ser pasivo sino como factor activo en el proceso de cam-
b i o que se gestó a lo largo de los tres siglos de la vida colo-
nial. Pues en la primera oportunidad que tuvo se rebeló contra
el sistema opresor de la poligamia y poliginia y buscaba aliarse
con los españoles. Rechazada por la m i n o r í a dominante bus-
caba refugiarse con los negros. Por no pesar sobre ella la es-
clavitud, los hijos de estas uniones eran libres y en ocasiones
lograron m a n u m i t i r a sus padres. A su vez, por ser hijos de
negro, lo que los hizo mulatos o zambos, no r e c a í a n sobre
ellos los pesados tributos n i el trabajo forzado de los reparti-
mientos que estaban obligados a prestar los indios. D e a q u í
que aquellas uniones, ocasionales o estables, no eran solamente
el fruto de pasiones amorosas sino t a m b i é n de cálculos e i n -
tenciones de mejorar el status j u r í d i c o de los hijos, como lo
p e r c i b i ó el perspicaz virrey don M a r t í n E n r í q u e z y A l m a n -
za. A su vez el control de natalidad basado en pesados t r i b u -
tos que impuso a los mulatos tampoco dio resultado. Las castas
se s e g u í a n multiplicando y a base de diferentes subterfugios
pasaban el d í a y evitaban las cargas y discriminaciones que
el r é g i m e n basado en desigualdad j u r í d i c a les impuso. Final-
mente, la desigualdad j u r í d i c a era por u n lado el motor del
mestizaje y por el otro u n factor importante en la lucha por
la Independencia que lo d e r r o c ó .

6 3
A G U I R R E B E L T R A N , 1972, p. 247.
46 EVA ALEXANDRA UCHMANY

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